Raúl González Tuñón
Argentina, 1905 |
LOS SUEÑOS DE LOS NIÑOS
INVENTANDO PAÍSES
"Cuando paso frente a un local donde
exponen pinturas de niños, sigo de largo."
Batlle Planas
Porque el niño conserva todos los libres bríos
de la invención, baraja sus monstruos increíbles
y sus enloquecidos ángeles.
La bárbara inocencia sin prejuicios de la primera pureza
y el espléndido caos, el delirio de la razón, la fantasía.
El niño es el primer surrealista.
Y crece es hombre, y sigue viviendo mas no sabe
y quien lo lleva adentro así lo ignora.
A veces, de manera sutil, eso supongo,
en cada acto adulto la infancia nos vigila
-una voz, un suceso rotundo, familiar, una lámpara,
una paloma herida con mensaje-.
Todo hombre en el final minuto de su invierno
piensa en algo lejano cuando muere.
Y la muerte es el último país que el niño inventa. 
Matices de intensidad de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 70x60 cm.
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Enrique Molina
Argentina, 1910 |
MEMORIA
Extinguidas aquellas frenéticas caricias
pasada la luna del ceremonial de los besos
se abre una jaula de demencia
los bellos gatos de espasmo que aúllan enterrados vivos
y un foco de imágenes extintas se instala en tu médula
como una peste real. En la sombra
la mujer se desviste y penetra a su lecho
y emprende su vuelo nupcial hasta las últimas hogueras
del cielo
y él madura a su lado para la muerte
en el cálido invernáculo de sus sonrisas junto a su rostro
que desaparece
Jamás despertarán sobre sus besos
a lo largo de gomosas colinas en ondulantes dormitorios
donde brota una hierba indeleble
caminos llenos de anzuelos
un vestido que late sin nadie
un retrato con dientes de fuego
sonriendo a través de los muros
¿Y quién no reverencia esas gracias en pena
abrazos vacíos dichas de fracaso y de vértigo
que me adulan como el demonio para despellejarme
para homenajearme con países quemados sobre el corazón?
Entonces
de esas enormes lunas que fermentan
en un calor de maleza tropical
lleno de piernas de mujer
la luz de una lengua se expande
y de nuevo estamos perdidos
de nuevo imploramos a ídolos de orgullo y desamparo
de sexos despiadados
con irrecuperables sonrisas eternas
trozos de paisaje
bocas de sacrilegio que no piden socorro
Que no tienen socorro.

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