LOQUEROS... RELOJEROS...
El sapo iscariote y ladrón
en la silla del juez,
repartiendo castigos y premios
¡en nombre de Cristo,
con la efigie de Cristo
prendida en el pecho!...
Y el hombre aquí de pie,
firme, erguido, sereno,
con el pulso normal,
con la lengua en silencio,
los ojos en sus cuencas
y en su lugar los huesos.
El sapo iscariote y ladrón
en la silla del juez,
repartiendo castigos y premios...
y yo tranquilo aquí
callado impasible, cuerdo... ¡cuerdo!
sin que me quiebre
el mecanismo del cerebro.
¿Cuándo se pierde el juicio?
Relojeros,
¿Cuándo enloquece el hombre?
¿Cuándo?
¿Cuándo es cuando se enuncian los conceptos
absurdos
y blasfemos,
y se hacen unos gestos sin sentido,
monstruosos y obscenos?
¿Cuándo es cuando se dice,
por ejemplo:
no es verdad
Dios no ha puesto
al hombre aquí en la Tierra
bajo la luz y la ley del Universo;
el hombre
es un insecto
que vive en las partes pestilentes y rojas
del mono y del camello?
¿Cuándo, si no es ahora
(yo pregunto loqueros),
cuándo es cuando se paran los ojos
y se quedan abiertos,
inmensamente abiertos,
sin que puedan cerrarlos ni la llama ni el viento?
¿Cuándo es cuando se cambian
las funciones del alma y los resortes del cuerpo,
y en vez de llanto
no hay más que risa y baba en nuestro gesto?
Si no es ahora,
ahora que la Justicia vale menos,
mucho menos, que el orín de los perros;
si no es ahora, ahora que la Justicia
tiene menos,
infinitamente menos
categoría que el estiércol;
si no es ahora, ¿cuándo,
cuándo se pierde el juicio?
Respondedme, loqueros,
¿cuándo se quiebra y salta roto en mil pedazos
el mecanismo del cerebro?
Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos.
Se murió aquel manchego,
aquel estrafalario
fantasma del desierto,
y ..., ¡ni en España hay locos!
Todo el mundo está cuerdo,
terrible,
monstruosamente cuerdo.
¡Qué bien marcha el reloj;
qué bien marcha el cerebro
este reloj, este cerebro —tic,tac... tic,tac, tic,tac...—
es un reloj perfecto..., perfecto... ¡perfecto!
León Felipe
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En 1966 Violeta Parra escribió: Gracias a la vida que me ha dado tanto/ Me ha dado el sonido y el abecedario/ Con él las palabras que pienso y declaro.
Hace 55 años que esta canción es un himno a la vida, a la supervivencia. Y esto es importante, porque vivimos un momento social histórico en el que parece que lo correcto es el pesimismo, la derrota, la negrura en el horizonte. Escuchamos cualquier conversación y lo que predomina es la queja que, como sabemos, es en sí misma una acción destinada a eliminar cualquier otra acción.
Vamos así por la vida, sintiendo que todo es terrible y que somos víctimas de una conspiración para fastidiarnos. Y todo para no trabajar en modificar la realidad, para no hacernos responsables de lo que nos pasa. Desde que existe la humanidad ha habido problemas, inconvenientes, hemos tenido que ganarnos la vida, porque respiramos, sí, pero la vida hay que construirla, hay que ganarse la oportunidad que se nos ha concedido.
Hoy disponemos de una tecnología que nos permite llegar a cualquier persona en cualquier lugar del mundo de manera casi inmediata, comunicarnos y conocer culturas que de otra manera permanecerían ocultas para nosotros. Es una maravilla, pero hay quienes ven en eso un peligro y se quejan de que los jóvenes puedan acceder a ello.
Pues bien, nosotros estamos agradecidos de lo que nos ha tocado vivir: la poesía y el psicoanálisis, y renunciamos a la queja como forma de vida, de relacionarnos con el mundo, porque la vida es maravillosa. Y si a alguien le resulta difícil entender esto, ya sabe dónde estamos. Siempre hay salida.
¡Feliz 2022!
Carmen Salamanca
Directora
carmensalamanca@grupocero.info
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