Robert Desnos
Francia, 1900 |
COMO UNA MANO
Como una mano que en el instante de la muerte y del
naufragio
se levanta al modo de los rayos del sol poniente, así surgen
por todas partes tus miradas.
Quizá ya no haya tiempo, ya no haya tiempo para verme,
Pero la hoja que cae y la rueda que gira te dirán que nada
perdura en la tierra,
Salvo el amor,
Y de esto quiero convencerme.
Botes de salvamento de colores rojizos,
Tempestades en fuga,
Un vals anticuado que se lleva el tiempo y el viento por los
largos caminos del cielo.
Paisajes.
No quiero más abrazos que aquél al que aspiro,
Y muera el canto del gallo.
Como una mano que en el instante de la muerte se crispa,
así se oprime mi corazón.
Nunca he llorado desde que te conocí.
Quiero demasiado a mi amor para llorar.
Tú llorarás sobre mi tumba,
o yo sobre la tuya.
No será demasiado tarde.
Hasta mentiré. Diré que fuiste mi amante,
Y al final todo es tan absolutamente inútil,
A ti y a mí muy cerca nos espera la muerte.
Versión Aldo Pellegrini

Paseando en soledad, de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 130x97 cm.
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Camello descansando, de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 100x81 cm.
CUENTO DE HADAS
Había una vez y fueron tantas veces
un hombre que adoraba a una mujer.
Había una vez la vez fue muchas veces
que una mujer a un hombre idolatraba.
Había una vez lo fue muchas más veces
una mujer y un hombre que no amaban
o aquel o aquella que los adoraban.
Había una vez tal vez solo una vez
una mujer y un hombre que se amaban.
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INFINITIVO
Morir ahí hermosa pavesa morir ahí
ver las nubes fundirse como la nieve y el eco
orígenes del sol y del blanco pobres como Job
no morir aún y ver durar la sombra
nacer con el fuego y no morir
abrazar y besar amor fugaz el cielo sin brillo
ganar las alturas abandonar la orilla
y quién sabe descubrir lo que amo
omitir transmitir mi nombre a los años
reír en las horas tormentosas dormir al pie de un pino
gracias a las estrellas semejantes a un número
y morir lo que amo a orillas de las llamas.
Versión Claire Deloupy
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