SUMARIO
Editorial
Miguel Oscar Menassa
Llegó la poesía y me dijo
Notas de Dirección
Carmen Salamanca
Miguel Oscar Menassa cumple 77 años
Juegos Prohibidos
La calesita, juego para niños
Certidumbre
Zarpar II
Demonio de la política
Introducción
El oficio de poeta
Querida
Amor perdido. La juventud (XIV)
Arte poética
Creciendo me fui dando cuenta
Como elefante triste
La mujer y yo (22)
El hombre y yo (5)
En una sociedad justa el trabajo es un don (1)
13 de enero de 1977
Sobre el amor
Soy el escribiente de mí
Aforismos
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MIGUEL OSCAR MENASSA CUMPLE 77 AÑOS

LA MUJER Y YO

22

Soy un cobarde, me digo al levantarme,
cuando me pongo a escribir no puedo,
luego escribo pero ya no soy yo.

Como me pasa a mí con el cuerpo,
cuando me acaricias no siento nada
luego mi cuerpo se pone loco de pasión
pero ya no es mi cuerpo.

Podríamos decir, le digo entonces,
que poema y amor es otro
el que por mí lo hace.
Sentirás el amor en tu cuerpo
y pondrás tu nombre al final del poema
pero vaya a saber qué fantasma o sombra
hizo ese amor, escribió ese poema.

Una vez, recuerdo, un gran marino
se posó en mi mano derecha
y escribí versos donde el mar me amaba.
Y con la mujer del aliento perdido
fui todo el tiempo viento desesperado
y nunca llegamos al amor o a la letra
pero rompimos la montaña, hicimos la noche.

Recuerdo, recuerdo, dijo ella,
cuando fuimos esas águilas fusiladas
y tu escribías de nuestra patria
y del dolor
y de la sangre caída inútilmente.

Sí, mi querida, mi pequeña,
es cuando el amor me atropella
que puedo amarte, dejarme poseer
y ahora, como un indio resignado,
dejo caer la pluma y sueño
que soy libre y feliz.

De “La mujer y yo”, 2003

 

EL HOMBRE Y YO

5

Ella me quiere para sí,
mas siempre dice no.
Después, cuando se duerme
cansada de luchar,
sueña que el mundo
se detiene a su lado
y ella abre sus piernas,
abre sus piernas
y ya quisiera ser,
totalmente, del mundo
y ya quisiera
que el mundo se haga carne
y el mundo, ensombrecido,
sueño o prisión, desaparece
y ese pozo sin luz,
ese vacío es,
justamente,
lo que la mujer ama.

De “El hombre y yo”, 2005


La dama de la noche, de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 46x55 cm.

EN UNA SOCIEDAD JUSTA
EL TRABAJO ES UN DON

1

Y éste es el verso donde intentaré
dejaros la enseñanza más necesaria:

En una sociedad justa, el trabajo es un don:

una alegría, un bien, humano propiamente,
con el cual se puede modificar lo natural,
la vida, los enjambres de sueños, el sol.
Con el trabajo
el hombre pudo volar sin alas,
navegar por los mares sin conocer el mar.
Del árbol,
estupefacto de sorpresa ante el hombre,
pudo el trabajo arrancar una silla
y, de la piedra, las señales
que forjan el porvenir del hombre,
su casa,
sus monumentos,
su propia lápida.


La religiosa, de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 46x61 cm.


2

Quiero que siempre llevéis a vuestro lado
la gubia, la garlopa, el martillo, la hoz,
esas frases que servirán hasta el final,
para limar las asperezas de la muerte.

Y, si alguien os preguntara para qué tanto,
para qué tanta pasión puesta en el trabajo,
vosotros responderéis, con celeridad:
Para nada, trabajamos para vivir la vida,
trabajamos
para que en el humano mundo
haya señas de que nosotros estuvimos,
creando y trabajando,
tal vez, en este mundo,
que hicimos un trabajo para vivir,
para amar,
para congelar la propia mirada de la muerte,
hicimos un trabajo y escribimos un verso.

De “La maestría y yo”, 2007

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA