SUMARIO
Editorial
Miguel Oscar Menassa
Llegó la poesía y me dijo
Notas de Dirección
Carmen Salamanca
Miguel Oscar Menassa cumple 77 años
Juegos Prohibidos
La calesita, juego para niños
Certidumbre
Zarpar II
Demonio de la política
Introducción
El oficio de poeta
Querida
Amor perdido. La juventud (XIV)
Arte poética
Creciendo me fui dando cuenta
Como elefante triste
La mujer y yo (22)
El hombre y yo (5)
En una sociedad justa el trabajo es un don (1)
13 de enero de 1977
Sobre el amor
Soy el escribiente de mí
Aforismos
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MIGUEL OSCAR MENASSA CUMPLE 77 AÑOS

ZARPAR II

19 de noviembre de 1976, Madrid.

Amantes de la delicadeza
hundid junto conmigo vuestras garras atlánticas
en el cuerpo de la bella que acaba de morir.

Dejo el mar.
Construyo en la clara meseta
-por encima de todos los niveles-
la casa del poeta.
Pequeña y cálida torre
donde la mierda y los espantos
azules pájaros
reclaman
el privilegio sobre el siglo.

Pequeño siglo evanescente, habrá
te lo prometo
en el final de tus finales
un pequeño hombrecito de palabras
una pequeña ley
una pequeña oscuridad total.
El hombre del principio nacerá de la sombras.

Tengo un defecto, y debe saberse:

Con los hombres hago la guerra
con las mujeres el amor.

Vivo, como se vivía hace 5000 años.

De “Salto mortal”, 1977

…………………………….

DEMONIO DE LA POLÍTICA

Y fui corriendo hasta donde crecían los manzanos
y vi cuando llegué jadeante al nacimiento de los ríos
que los demonios de la guerra
y también los poderosos demonios de la paz
ocultaban sus grandes culos en opacas mansiones
y entonces elegí
el peligro de las altas cumbres
el deambular por las montañas y festejar
con los antiguos sabios en pequeñas alcobas
una nueva manera de vivir.

De “Invocaciones”, 1978

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INTRODUCCIÓN

Vivo,
-desde hace un año-
en un lejano país,
al sur de Europa.
Vivo,
por costumbre,
en su propio centro.
Al sur de la ciudad,
donde la ciudad,
es ella y su fin.
El vacío,
donde aterrizan los desagües,
el propio límite,
entre la libertad y la locura.
Quiero decir,
que Buenos Aires,
no ha muerto,
porque vivir,
vivo en sus suburbios.
Y sin embargo,
-por el viejo vicio del misterio-
nadie sospecha.
Parado en la vereda de mi casa,
ladeado,
con las piernas cruzadas
y la derecha para atrás,
contra el novedoso semáforo,
apoyada,
y el cigarrillo,
colgado,
de la boca como si fuera un guapo,
Y sin embargo,
piensan que soy,
un malentendido,
un pasto salvaje,
crecido inesperadamente,
fuera de estación.
Crezco con dificultades,
bajo la mirada atenta,
de los sorprendidos agricultores.
Tanta belleza,
para el final de siglo,
no había sido calculada.
Y por eso,
por haber violado la ley,
de las apariciones,
se cierne sobre mí,
el opaco murmullo de la calumnia,
el peligro,
de un destino de locos.
La desaparición.

De “Canto a nosotros mismos”, 1978

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NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA