GUILLAUME APOLLINARE
Italia, 1880 |
LA IGNORANCIA
ÍCARO
Sol, soy joven y te lo debo a ti,
Mi sombra puede ser afortunada la arrojé.
Perdón, no doy más sombra que una estrella
Soy el único que piensa en la inmensidad.
Mi padre me enseñó los recodos del laberinto
Y la ciencia de la tierra y después murió
Desde entonces escruté durante largo tiempo el viejo temor
Del cielo móvil y me alimenté con hierbas crudas.
Los oráculos, es verdad, desaprobaban este celo
Pero ningún dios para decirlo todo intervino
Y piadoso he penado para acabar las alas
Que un poco de cera fijan a mis hombros desnudos.
Y alcé el vuelo hacia tu rostro espléndido
Los horizontes terrestres se han esparcido
De los desiertos de Libia a los pantanos meótidos
Y de las fuentes del Nilo a las brumas de Thule.
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Sol, vengo a acariciar tu rostro espléndido
Y quiero mirar fijamente tu llama única, ciegamente.
Ícaro es celeste y más divino que Alcides
Y su hoguera será tu deslumbramiento.
UN PASTOR
Veo a un dios oblongo flotar bajo el sol,
Ojalá se vaya el primer dios visible
Y si fuese un dios moribundo esta maravilla
Roguemos para que caiga lejos de nuestro valle.
ÍCARO
Para evitar la noche, tu madre incestuosa,
Dios circular y bueno estoy flotando entre las nubes
Lejos de la tierra donde viene, estelar y suntuosa,
La noche esa desconocida entre los desconocidos.
Y viviré por tu calor y de esperanza.
Pero, tu amor, sol, quema divinamente
Mi cuerpo que mi ignorancia quiso divino
¡Y cielo! ¡Humanos! Giro en el deslumbramiento.
BATELEROS
Un dios cae al mar, un dios desnudo, las manos vacías
Como los ahogados irá hacia una isla
A pudrirse con el rostro vuelto hacia el sol espléndido.
Dos alas hojeolean bajo el cielo de Jonia.
Traducción: Claire Deloupy |