SUMARIO
Editorial
Miguel Oscar Menassa
Socorro no puedo detener mis palabras
Notas de dirección
Carmen Salamanca
Dámaso Alonso
3ª Palinodia: Detrás de lo gris
A un río le llamaban Carlos
Destrucción inminente
Cómo era
Descubrimiento de la maravilla
Federico García Lorca
La guitarra
Tierra seca
¡Tengo miedo a perder la maravilla!
Memento
Casida del herido por el agua
Poema doble del lago Edén
Emilio Prados
Hay voces libres
Llegada
Luis Cernuda
Amando en el tiempo
Como leve sonido
Díptico español
Miguel Oscar Menassa
Quiero ser un pájaro entre los pájaros
La libertad
Socios de honor
Frescores
El cubismo y su impronta en las letras (I)
Poesía y Flamenco
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EMILIO PRADOS

España, 1899

HAY VOCES LIBRES

Hay voces libres,
y voces con cadenas
y hay piedra y leño y despejada llama que consume;
hombres que sangran contra un sueño
y témpanos que se derrumban sobre las calles sin gemido.
Hay límites en lo que no se mueve entre las manos
y en lo que corre corre y huye como una herida;
en la arena intangible cuando el sol adormece
y en esa inconfundible precisión de los astros.
Hay límites en la conversación tranquila que no pretende
y en el vientre estancado que se levanta o gira como una
peonza.
Hay límites en ese líquido que se derrama intermitentemente
mientras los ojos de los niños preguntan y preguntan a una
voz que no llaman;
hay límites
en la amistad
y en esas flores enamoradas que no se escuchan.

Hay límites
y hay cuerpos.
Hay voces libres
y voces con cadenas.
Hay barcos que cruzan lentos sobre los lentos mares
y hay barcos que se hunden medio podridos en el cieno
profundo.
Hay manteles tendidos a la luz de la luna
y cuerpos que tiritan sin sombra bajo la oscuridad de la
miseria.

Hay sangre:
sangre que duerme y no descansa
y sangre que baila y grita al compás de la Muerte;
sangre que se escapa de las manos cantando
y sangre que se pudre estancada en sus cuévanos.
Hay sangre que inútilmente empaña los cristales
y sangre que pregunta y camina y camina;
sangre que enloquecida se dispara
y sangre que se ordena gota a gota para nunca entregarse.
Hay sangre en lo que no se dice
y sangre que no se calla y no se calla.
Hay sangre que rezuma medio seca bajo las telas sucias
y sangre floja bajo las venas que se para y no sale.

Hay voces libres
y voces con cadenas
y hay palabras que se funden al chocar contra el aire
y corazones que golpean en la pared como una llama.

Hay límites
y hay cuerpos
y hay sangre que vive separada bajo las duras cruces de unos
hierros
y hay sangre que pasea dulcemente bajo la sombra de los
árboles.

Hay hombres que descansan sin dolor contra el sueño
y témpanos que se derrumban sobre las piedras sin un
gemido.

 

“Cuando todo está destruido,
la única posibilidad
es poética”

(Miguel Oscar Menassa)

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LLEGADA

A Federico García Lorca

Alamedas de mi sangre.
¡Alto dolor de olmos negros!
¿Qué nuevos vientos lleváis?
¿Qué murmuran vuestros ecos?
¿Qué apretáis en mi garganta
que siento el tallo del hielo
aún más frío que la muerte
estrangular mi deseo?
¿Qué agudo clamor de angustia
rueda corazón adentro,
golpe a golpe retumbando
como campana de duelo,
ahuecándome las venas,
turbando mi pensamiento,
pretendiendo mis libres ojos,
segando mi vista al viento?
¿Qué rumor llevan tus hojas
que todo mi cuerpo yerto
bajo sus dolientes ramas,
ni duerme ni está despierto,
ni vivo ni muerto atiende
a la voz de ningún dueño,
que va como un río sin agua
andando en pie por un sueño?
Con cinco llamas agudas
clavadas sobre su pecho,
sin pensamiento y sin sombra,
vaga con temblor de espectro
por ciudades y jardines,
al mar libre y en los puertos,
triste pájaro sin alas
acribillado a luceros.

Alamedas de mi sangre,
decid, ¿qué amargo secreto
mordió las sanas raíces
que os dan vida y movimiento?

Vine de Málaga roja.
De Málaga roja vengo.
Vine lleno de banderas
y toda la sangre ardiendo.
Llegué a Madrid perseguido
de enemigos pensamientos,
aún con rumores de lucha
y con zumbidos de truenos:
más de mil brazos traía
alrededor de mi cuerpo,
saludando mi alegría,
desatando mi silencio.

Amigos, vengo de Málaga;
aún me huele a sal el sueño,
me huele a pescado y a gloria,
a espuma y a sol de fuego.
Mucho que contaros traigo,
mucho que contar y bueno.
Amigos, os hallé a todos
alegres en vuestros puestos.
¿En dónde está Federico?
A él sólo de menos echo
y a él tengo más que contarle;
mucho que contarle tengo.
¿En dónde está Federico?
Sólo responde el silencio.

Un temor se va agrandando,
temor que encoge los pechos.
De noche los olivares
alzan los brazos gimiendo:
la luna lo anda buscando
rodando, lenta, en el cielo;
la sangre de los gitanos
lo llama abierta en el suelo;
más gritos lleva la sombra
que estrellas el firmamento;
las madrugadas preguntan
por él, temblando de miedo.
¡Qué gran tumba esta distancia
que calla su hondo misterio!

Vengo de Málaga roja,
de Málaga roja vengo;
levántate, Federico,
álzate en pie sobre el viento,
mira que llego del mar,
mucho que contarte tengo.
Málaga tiene otras playas
y grandes peces de acero,
con mil ojos vigilantes
defienden, firmes, su puerto.
¿En dónde estás, Federico?
Yo este rumor no lo creo.
¡Cómo me duelen las balas
que hoy circundan tu recuerdo!

Desde Málaga a Granada
rojos pañuelos al cuello,
gitanos y pescadores
van con anillos de hierro;
sortijas que envía la muerte
a tus negros carceleros.
Aguárdame, Federico;
mucho que contarte espero...

Entre Málaga y Granada
una barrera de fuego.

 


Tentáculos de abril de Miguel Oscar Menassa. Óleo sobre lienzo de 73x92 cm.
NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA