PEDRO SALINAS
España, 1891 |
“UNDERWOOD GIRLS ”
Quietas, dormidas están,
las treinta, redondas, blancas.
Entre todas
sostienen el mundo.
Míralas aquí en su sueño,
como nubes,
redondas, blancas y dentro
destinos de trueno y rayo,
destinos de lluvia lenta,
de nieve, de viento, signos.
Despiértalas,
con contactos saltarines
de dedos rápidos, leves,
como a músicas antiguas.
Ellas suenan otra música:
fantasías de metal
valses duros, al dictado.
Que se alcen desde siglos
todas iguales, distintas
como las olas del mar
y una gran alma secreta.
Que se crean que es la carta,
la fórmula, como siempre.
Tú alócate
bien los dedos, y las
raptas y las lanzas,
a las treinta, eternas ninfas
contra el gran mundo vacío,
blanco en blanco.
Por fin a la hazaña pura,
sin palabras, sin sentido,
ese, zeda, jota, i...
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DON DE LA MATERIA
Entre la tiniebla densa
el mundo era negro: nada.
Cuando de un brusco tirón
-forma recta, curva forma-
le saca a vivir la llama.
Cristal, roble, iluminados,
¡qué alegría de ser tienen,
en luz, en líneas, ser
en brillo y veta vivientes!
Cuando la llama de apaga
fugitivas realidades,
esa forma, aquel color,
se escapan.
¿Viven aquí o en la duda?
Sube lenta una nostalgia
no de luna, no de amor,
no de infinito. Nostalgia
de un jarrón sobre la mesa.
¿Están?
Yo busco por donde estaban.
Desbrozadora de sombras
tantea la mano. A oscuras
vagas huellas, sigue el ansia.
De pronto, como una llama
sube una alegría altísima
de lo negro: la luz del tacto.
Llegó al mundo de lo cierto.
Toca el cristal, frío, duro,
toca la madera, áspera.
¡Están!
La sorda vida perfecta
sin color, se me confirma,
segura, sin luz, la siento:
realidad profunda, masa.
JUVENTUD GRUPO CERO
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al mes
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NO DEBEMOS CALMAR EL HAMBRE NUNCA
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Sentido inverso de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo, 120x40 cm.
PARA SAULO TORÓN
Las monedas de cobre inspiran
una codicia mesurada.
Cuando ellas llegan a las manos
son bienvenidas -no como otras
para guardar en el arca antigua,
para comprar títulos de la Deuda
o hacer fundaciones piadosas
con fin social, o compañías
que acaparen esto o aquello-
sino pensando en baratijas
que se pueden lograr con ellas:
el globo pintarrajeado,
la aleluya
y el caramelo de color de rosa
moldeado en forma de pipa...
Las monedas de cobre inspiran
una codicia mesurada.
Cuando el emigrante va a América,
desvelado días y noches,
sólo ve el sol -moneda de oro-
y la luna -moneda de plata.
Y así todas sus ilusiones
son de oro vivo o argentadas.
Por pecado de ambición de cobre
no condena el hombre su alma.
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RELÓ PINTADO
Las dos y veinticinco. Sí, pero no aquí, no.
¿En qué día serían
las dos y veinticinco ésas,
en qué mundo serán
las dos y veinticinco, de qué año?
¡Que bien está esa hora
boba, suelta, volando
por los limbos del tiempo!
Se ve que es una hora
en que no pasó nada más que ella:
sus sesenta minutos
lentísimos, sesenta besos largos,
inocentes,
en la mejilla tierna de una tarde
de un septiembre cualquiera, no sé dónde.
Hasta dejar de ser
hora de paso en su ascensión
a esto que ya es ahora: un alma de hora
escogida -¿por qué?-,
salvada de entre todas en la esfera
de aquel reló pintado, falso, alegre
medida de lo eterno.
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