LA SANGRE AL RÍO

Llegó la sangre al río.
Todos los ríos eran una sangre,
Y por las carreteras
De soleado polvo
-O de luna olivácea-
Corría en río sangre ya fangosa
Y en las alcantarillas invisibles
El sangriento caudal era humillado
Por las heces de todos.

Entre las sangres todos siempre juntos,
Juntos formaban una red de miedo.
También demacra el miedo al que asesina,
Y el aterrado rostro palidece,
Frente a la cal de la pared postrera,
Como el semblante de quien es tan puro
Que mata.

Encrespándose en viento el crimen sopla.
Lo sienten las espigas de los trigos,
Lo barruntan los pájaros,
No deja respirar al transeúnte
Ni al todavía oculto,
No hay pecho que no ahogue:
Blanco posible de posible bala.

Innúmeros, los muertos,
Crujen triunfantes odios
De los aún, aún supervivientes.
A través de las llamas
Se ven fulgir quimeras,
Y hacia un mortal vacío
Clamando van dolores tras dolores.
Convencidos, solemnes si son jueces
Según terror con cara de justicia,
En baraúnda de misión y crimen
Se arrojan muchos a la gran hoguera
Que aviva con tal saña el mismo viento,
Y arde por fin el viento bajo un humo
Sin sentido quizá para las nubes.
¿Sin sentido? Jamás.

No es absurdo jamás horror tan grave.
Por entre los vaivenes de sucesos
-Abnegados, sublimes, tenebrosos,
Feroces-
La crisis vocifera su palabra
De mentira o verdad,
Y su ruta va abriéndose la Historia,
Allí mayor, hacia el futuro ignoto,
Que aguardan la esperanza, la conciencia
De tantas, tantas vidas.

Jorge Guillén

Estamos en enero de 2024, lo que quiere decir que hace 27 años desde que salió el número 1 de esta revista. En aquella ocasión, su director, Miguel Oscar Menassa, eligió como Editorial el poema de Bertolt Brecht titulado A los hombres futuros.

Y esa elección ha marcado de alguna manera el rumbo de nuestra publicación, es decir, queremos dejar un legado a todos los que quieran leernos a lo largo del tiempo. Y se da la circunstancia de que esos hombres y mujeres del futuro son los niños y jóvenes de hoy, y la sociedad actual no sabe bien cómo educarlos.

Hay quienes protestan por el uso que hacen de las nuevas tecnologías; otros que no les permiten usarlas hasta casi la mayoría de edad; algunos que, para no tener que hablar con ellos, les dejan rienda suelta desde muy pequeños... Toda exageración es dañina, y sabemos que los extremos se tocan, sobre todo teniendo en cuenta que somos los propios adultos los más enganchados al móvil, por ejemplo.

La medida más sana es aprender a sumar para que los jóvenes tengan más posibilidades. Es decir, compaginar todos los instrumentos que tenemos a nuestro alcance sin renunciar a las ventajas del progreso técnico. Y en esa suma podemos incluir la lectura de poesía, un ejercicio que despierta la imaginación y amplía el imaginario.

Tenemos la vida de las palabras que conocemos: más palabras, más vida.

Con este número, esperamos que tengáis que recurrir al diccionario, al menos una vez.

Carmen Salamanca. Directora
carmensalamanca@grupocero.info

Mar selvático de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 100x81 cm.