SUMARIO
Editorial
Enrique Molina
Información
Notas de Dirección
Carmen Salamanca
César Vallejo
Unidad
George Eliot
Cuando Callas
Sylvia Plath
Olmo
Vadeando el agua
Blanca Varela
Esta mañana soy otra
La muerte se escribe sola
Emily Brönte
A la imaginación
Esperanza
El viejo estoico
Octavio Paz
Decir, Hacer
Mis pasos en la calle...
Ocean Vuong
Acción de gracias 2006
Aldo Pellegrini
Es decir
Concha Méndez
Todo, menos venir para acabarse
Adelanto del libro
“ANTOLOGÍA POÉTICA”
de Miguel Oscar Menassa
La vejez a mí, también, quiso tragarme
Vengo de la mediocridad de las ciudades
Aforismos
Agenda Grupo Cero

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Emily Brontë

Perú, 1926

A LA IMAGINACIÓN

Cuando agotados de la extensa jornada,
Y del terrenal cambio del dolor por el dolor,
Perdida, dispuesta a la desesperación,
Tu cálida voz me convoca de nuevo;
Mi sincero amigo, nunca estoy sola
Si tu presencia y ese tono me acompañan.
Sin esperanzas descansa el mundo sin ti,
El mundo sin este doble de mí;
Tu mundo de astucias, odios y duda,
De frías sospechas sin lugar,
Donde tú, yo y la Libertad
Disfrutan una soberanía muda.
Lo que importa es que todo alrededor,
Peligro, angustia y oscuridad,
No rompen las cadenas de nuestra soledad
Donde habita el cielo en su esplendor,
Alimentado por diez mil rayos eternos
De soles que no han conocido el invierno.
La Razón sin dudas habrá de objetar
Por la triste realidad de la naturaleza,
Explicando que el sufrimiento del corazón es vano,
Y que sus preciados sueños deben perecer;
La Verdad con rudeza busca asolar
Las flores de la fantasía que tímidas asoman.
Pero tú siempre serás el que trae
Las cerradas visiones que retornan,
El aliento de nuevas glorias caídas en primavera,
Llamando a la vida de la muerte,
Susurrando con la divina voz
De un mundo real y brillante como tú.
No confío en la dicha de tu fantasma,
Pero en las horas quietas de la noche,
Con un incesante agradecimiento
Te doy la bienvenida, bendito aliento,
Fiel asistente de los humanos deseos,
La más brillante esperanza
Allí donde la esperanza muere.

ESPERANZA

La Esperanza solo fue una amiga asustadiza;
se sentaba al otro lado de la reja de mi celda
a observar cómo se iba cumpliendo mi destino,
igual que hacían los hombres de corazón egoísta.
En su miedo, podía llegar a ser cruel:
a través de los barrotes, un lúgubre día,
miré hacia fuera para verla ahí,
¡y ella apartó su rostro!
Como un falso guardián haciendo una guardia falsa,
aun cuando había lucha, ella susurraba paz;
cantaba mientras yo lloraba,
pero, si yo escuchaba, se callaba.
Era falsa e implacable:
cuando mis últimas alegrías cubrían el suelo
y hasta la Pena miraba con remordimientos
aquellas tristes reliquias desperdigadas,
la Esperanza, en cambio, cuyo rostro habría sido
un bálsamo para mi convulso dolor,
abrió sus alas y se remontó a los cielos,
se marchó, ¡y jamás volvió!

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EL VIEJO ESTOICO

Las riquezas tengo en poca estima;
y del amor me río con desprecio;
y el deseo de la fama no fue más que un sueño
que desapareció con la mañana.
Y si rezo, la única oración
que mueve mis labios es:
"¡Deja que se vaya el corazón que ahora soporto
y dame libertad!".
Sí, cuando mis días veloces se acercan a su meta,
eso es todo lo que imploro:
en la vida y en la muerte, un alma sin cadenas,
con valor para resistir.


Ganando terreno de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 60x73 cm.

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA