SUMARIO
Editorial
Enrique Molina
Información
Notas de Dirección
Carmen Salamanca
César Vallejo
Unidad
George Eliot
Cuando Callas
Sylvia Plath
Olmo
Vadeando el agua
Blanca Varela
Esta mañana soy otra
La muerte se escribe sola
Emily Brönte
A la imaginación
Esperanza
El viejo estoico
Octavio Paz
Decir, Hacer
Mis pasos en la calle...
Ocean Vuong
Acción de gracias 2006
Aldo Pellegrini
Es decir
Concha Méndez
Todo, menos venir para acabarse
Adelanto del libro
“ANTOLOGÍA POÉTICA”
de Miguel Oscar Menassa
La vejez a mí, también, quiso tragarme
Vengo de la mediocridad de las ciudades
Aforismos
Agenda Grupo Cero

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Sylvia Plath

Estador Unidos, 1932

OLMO

Conozco el fondo, dice. Lo conozco con mi honda raíz
primaria;
Es lo que temes.
Yo no le temo: Ya he estado allí.

¿Es el mar lo que oyes en mí?
¿Sus aflicciones?
¿O la voz de la nada, que fue tu locura?

El amor es una sombra.
Cómo te arrastras y lloras después.
Escucha: estos son sus cascos, ha partido como un caballo.

Toda la noche cabalgaré así, irrefrenable,
Hasta que tu cabeza sea una piedra, tu almohada un puñado
de hierba
Retumbando, retumbando.

¿O debería traerte el sonido del veneno?
Ahora es la lluvia, el gran silencio.
Y éste su fruto: hojalata blanca, como arsénico.

He padecido la atrocidad de los ocasos.
Quemados hasta la raíz
Mis rojos filamentos arden y persisten, un manojo de alambres.

Ahora me rompo en pedazos que vuelan como estacas.
Un viento de tal violencia
No tolerará la quietud: debo aullar.

La luna, también, es despiadada: me arrastraría
Con crueldad, siendo estéril.
Su resplandor me destruye. O quizás la he capturado.

La dejo ir. La dejo ir
Menguada y plana, como después de una cirugía mayor.
Cómo me poseen tus pesadillas y me alimentan.

Estoy habitada por un grito.
Nocturno, se agita
Buscando, con sus garfios, algo para amar.

Me espanta esa cosa oscura
Que duerme en mí;
Todo el día siento, como plumas, su rodeo suave, su malicia.

Las nubes pasan y se disipan.
¿Son aquellos los rostros del amor, pálidos, irrecuperables?
¿Por ellos mi corazón se inquieta?

 

No sé más.
¿Qué es esto, este rostro
Asesino en su ahogo de ramas?

Su acritud de serpiente besa.
Petrifica el arrojo. Estas son las solitarias, lentas faltas
Que matan, que matan, que matan.

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VADEANDO EL AGUA

Lago negro, barca negra, dos negras figuras recortadas, de papel.
¿Adónde van los árboles negros que abrevan aquí?
Sus sombras deben cubrir todo el Canadá.
Las flores acuáticas exhalan una luz tenue
Sus hojas no quieren que nos apresuremos:
Son redondas y lisas, cargadas de oscuras advertencias.
El remo agita una infinidad de mundos fríos.
El espíritu de lo oscuro habita en nosotros, late en los peces.
Un tronco nos despide ondeando su pálida mano.
Las estrellas se abren entre los lirios.
¿No te ciega la inexpresividad de estas sirenas?
Ése es el silencio de las almas atónitas.

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA