SUMARIO
Editorial
Leopoldo de Luis
Los nombres de las cosas
Notas de Dirección
Carmen Salamanca
José Portogalo
Elogio del esfuerzo
Walt Whitman
Una araña paciente y silenciosa
Juan Gelman
Fábricas de amor
Alejandra Pizarnik
Nemo
La noche
La luz caída de la noche
Anillos de ceniza
Ojos primitivos
Silvia Plath
Las voces
Guillaume Apollinaire
Cortejo
Julio Cortazar
Toco tu boca
Mario Benedetti
Síndrome
Charles Baudelaire
El hermoso navío
Lord Byron
Melodía hebrea
Vicente Aleixandre
Total amor
Adelanto del libro
“ANTOLOGÍA POÉTICA”
de Miguel Oscar Menassa
Hoy estoy casi muerto
Aforismos
Agenda Grupo Cero

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Guillaume Apollinaire

Italia, 1880

CORTEJO

Pájaro tranquilo de vuelo inverso pájaro
que anidas en el aire
en el límite donde nuestro sol comienza a brillar
cierra tu segundo párpado la tierra te deslumbra
cuando alzas la cabeza

y yo también de cerca soy sombrío y apagado
una bruma que viene a oscurecer faroles
una mano que de pronto te tapa los ojos
una bóveda entre vosotros y todas las luces
y me alejaré iluminándome en medio de las sombras
y de hileras de ojos de amadas estrellas.

pájaro tranquilo de vuelo inverso pájaro
que en el aire anidas
en el límite donde brilla ya mi memoria
cierra tu segundo párpado
no a causa del sol ni a causa de la tierra
sino por ese oblongo fuego cuya intensidad irá aumentando
aumentará hasta trocarse un día en la única luz

un día
un día yo me esperaba a mí mismo
me decía Guillaume ya es hora de que llegues
para que sepa al fin quién soy
yo que conozco a los demás
les conozco mediante los cinco sentidos y algunos otros
bástame ver sus pies para poder rehacer a esa gente
por millares
bástame ver sus pánicos pies uno solo de sus cabellos
o su lengua cuando me complazco en hacer de médico
o sus hijos
cuando me complazco en hacer de profeta
los barcos de los armadores la pluma de mis colegas
la calderilla de los ciegos las manos de los mudos
o bien a causa del vocabulario y no de la escritura
una carta escrita por alguien que no tenga más de
veinte años
me basta percibir el olor de sus iglesias
el olor de los ríos en sus villas
el perfume de las flores en sus jardines públicos
oh Cornelio Agripa el olor de un perrito me hubiera bastado
para describir exactamente a tus conciudadanos de Colonia
sus reyes magos y la retahíla ursulina
que te inducía a error respecto a las mujeres
me basta probar el sabor del laurel que se cultiva para que
yo ame o yo escarnezca

y tocar los vestidos
para no dudar si uno tiene frío o no
oh gentes que conozco
me basta oír el ruido de sus pasos
para poder indicar la dirección que han tomado
me bastan todos ésos para arrogarme el derecho
de resucitar a los otros
un día me esperaba a mí mismo
me decía Guillaume es tiempo de que llegues
y con lírico andar se acercaban los que amo
entre los cuales yo no me hallaba
los gigantes cubiertos de algas atravesaban sus ciudades
submarinas cuyas torres eran islas
y ese mar con las claridades de sus simas
fluía sangre de mis venas y hacía latir mi corazón
luego mil hordas blancas poblaron la tierra
cada hombre llevaba una rosa en la mano
y el lenguaje que inventaron por el camino
lo aprendí de sus bocas y lo hablo todavía
el cortejo desfilaba y yo buscaba en él mi cuerpo
todos los que pasaban y no eran yo mismo
llevaban uno a uno pedazos de mí mismo
me construyeron poco a poco como se levanta una torre
los pueblos se amontonaban y yo aparecía
como formado por todos los cuerpos y cosas humanas
tiempos idos Difuntos Dioses que me formasteis
solo vivo pasando como vosotros pasasteis
y desviando mis ojos de ese vacío futuro
veo en mí mismo crecer todo lo pasado

nada está muerto excepto lo que no existe todavía
frente al pasado brillante el mañana es incoloro
e informe también frente a lo que perfecto
ofrece conjuntamente el esfuerzo y el efecto


La guerra de los dioses de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 50x50 cm.

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA