SUMARIO
Editorial
Leopoldo de Luis
Los nombres de las cosas
Notas de Dirección
Carmen Salamanca
José Portogalo
Elogio del esfuerzo
Walt Whitman
Una araña paciente y silenciosa
Juan Gelman
Fábricas de amor
Alejandra Pizarnik
Nemo
La noche
La luz caída de la noche
Anillos de ceniza
Ojos primitivos
Silvia Plath
Las voces
Guillaume Apollinaire
Cortejo
Julio Cortazar
Toco tu boca
Mario Benedetti
Síndrome
Charles Baudelaire
El hermoso navío
Lord Byron
Melodía hebrea
Vicente Aleixandre
Total amor
Adelanto del libro
“ANTOLOGÍA POÉTICA”
de Miguel Oscar Menassa
Hoy estoy casi muerto
Aforismos
Agenda Grupo Cero

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Alejandra Pizarnik

Argentina, 1936

NEMO

no llegará lejos el día de raro verdor
en que cantaré a la luna odiada que da luz a mi espesa
cabeza cortada a la navaja
que da luz a los vientos brutales
a las flores agudas que arden en los dedos bajo las curitas
benignas
a la estrella que se oculta cuando se la llama
a la lluvia húmeda contoneándose en su desnudez repulsiva
el sol amarillo que traspasa las pieles marcando oscuras
huellas
el relojito enviado desde el infierno interruptor de los bellos
sueños
a los mares helados arrastrando basuras olas cintillos
dorados ardores en los ojos

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LA NOCHE

Poco sé de la noche
pero la noche parece saber de mí,
y más aún, me asiste como si me quisiera,
me cubre la conciencia con sus estrellas.

Tal vez la noche sea la vida y el sol la muerte.
Tal vez la noche es nada
y las conjeturas sobre ella nada
y los seres que la viven nada.
Tal vez las palabras sean lo único que existe
en el enorme vacío de los siglos
que nos arañan el alma con sus recuerdos.

Pero la noche ha de conocer la miseria
que bebe de nuestra sangre y de nuestras ideas.
Ella ha de arrojar odio a nuestras miradas
sabiéndolas llenas de intereses, de desencuentros.

Pero sucede que oigo a la noche llorar en mis huesos.
Su lágrima inmensa delira
y grita que algo se fue para siempre.

Alguna vez volveremos a ser.

LA LUZ CAÍDA DE LA NOCHE

vierte esfinge
tu llanto en mi delirio
crece con flores en mi espera
porque la salvación celebra
el manar de la nada

vierte esfinge
la paz de tus cabellos de piedra
en mi sangre rabiosa

yo no entiendo la música
del último abismo
yo no sé del sermón
del brazo de hiedra
pero quiero ser del pájaro enamorado
que arrastra a las muchachas
ebrias de misterio
quiero al pájaro sabio en amor
el único libre

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ANILLOS DE CENIZA

A Cristina Campo

Son mis voces cantando
para que no canten ellos,
los amordazados grismente en el alba,
los vestidos de pájaro desolado en la lluvia.
Hay, en la espera,
un rumor a lila rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día,
una partición de sol en pequeños soles negros.
Y cuando es de noche, siempre,
una tribu de palabras mutiladas
busca asilo en mi garganta
para que no canten ellos,
los funestos, los dueños del silencio

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OJOS PRIMITIVOS

En donde el miedo no cuenta cuentos y poemas, no forma
figuras de terror y de gloria.

Vacío gris es mi nombre, mi pronombre.

Conozco la gama de los miedos y ese comenzar a cantar
despacito en el desfiladero que reconduce hacia mi
desconocida que soy, mi emigrante de sí.

Escribo contra el miedo. Contra el viento con garras que
se aloja en mi respiración.

Y cuando por la mañana temes encontrarte muerta (y que
no haya más imágenes): el silencio de la compresión,
el silencio del mero estar, en esto se van los años, en esto
se fue la bella alegría animal.

 

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA