SUMARIO
Editorial
Pablo Neruda
Las causas
Notas de Dirección
Carmen Salamanca
Konstantino Cavafis
Fin
En la calle
Días de 1903
Vicente Aleixandre
El poeta se acuerda de su vida
Walt Whitman
Una araña paciente y silenciosa
Gonzalo Rojas
Perdí mi juventud en los burdeles
Charles Baudelaire
La voz
León Felipe
Misterio
¡Oh Memoria, Memoria!
Robert Desnos
Como una mano
Cesare Pavese
La casa
Oliverio Girondo
Espantapájaros (18)
Aimed Cesaire
Entre otras masacres
Hakima Abdoun
Cuerpo con vagina
Victoria Santa Cruz
¡Me gritaron negra!
Miguel Oscar Menassa
Cumplir 62 años
Agenda Grupo Cero

Descargar nº 181 en PDF

Konstantino Cavafis

Egipto, 1863

XXVII
FIN
(1911)

En medio del terror y de la sospecha
con la mente arrugada y los ojos asustados,
buscamos soluciones y planeamos qué hacer
para escapar de la segura
amenaza que tan espantosamente nos acecha.
Y sin embargo nos equivocamos, ése no es nuestro camino;
las noticias eran falsas
(o no escuchamos, no comprendimos bien).
Otro desastre, otro que nunca habíamos pensado
súbita, tempestuosamente cae sobre nosotros,
y sin darnos tiempo -sin prepararnos- nos arrebata.

........................

EN LA CALLE

Su simpático rostro, una pizca cetrino;
sus ojos castaños, como rendidos;
veinticinco años, pero aparenta más bien veinte;
con un toque de extravagancia en su modo de vestir
-algo en el color de la corbata, en la forma del cuello-
sin rumbo fijo camina por la calle,
todavía como hipnotizado por el placer desordenado
por el muy desordenado placer que ha obtenido.

........................

DÍAS DE 1903

No los volví a encontrar -los tan rápidamente perdidos...
los poéticos ojos, el pálido
rostro... en el anochecer de la calle...

No los encontré ya -los obtenidos enteramente por azar,
de los que así de fácilmente hice renuncia;
y que después pretendí con ansia.
los poéticos ojos, el pálido rostro,
los labios aquellos no los encontré ya.

Vicente Aleixandre

España, 1898

EL POETA SE ACUERDA DE SU VIDA

Perdonadme: he dormido.
Y dormir no es vivir. Paz a los hombres.
Vivir no es suspirar o presentir palabras que aún nos vivan.
¿Vivir en ellas? Las palabras mueren.
Bellas son al sonar, mas nunca duran.
Así esta noche clara. Ayer cuando la aurora
o cuando el día cumplido estira el rayo
final, ya en tu rostro acaso.
Con tu pincel de luz cierra tus ojos.
Duerme.
La noche es larga, pero ya ha pasado.

 

Walt Whitman

Estados Unidos, 1819

“UNA ARAÑA
PACIENTE Y SILENCIOSA...”

Una araña paciente y silenciosa,
vi en el pequeño promontorio en que
sola se hallaba,
vi cómo para explorar el vasto
espacio vacío circundante,
lanzaba, uno tras otro, filamentos,
filamentos, filamentos de sí misma.

Y tú, alma mía, allí donde te encuentras,
circundada, apartada,
en inmensurables océanos de espacio,
meditando, aventurándote, arrojándote,
buscando sin cesar las esferas
para conectarlas,
hasta que se tienda el puente que precisas,
hasta que el ancla dúctil quede asida,
hasta que la telaraña que tú emites
prenda en algún sitio, oh alma mía.

w w w . l a s 2 0 0 1 n o c h e s . c o m