INVITACIÓN
Me gustaría
que me oyeras la voz y yo pudiera
oír la tuya.
Sí, sí. Hablo contigo
mirada silenciosa
que recorre estas líneas.
Y repruebas, tal vez, este imposible
deseo de salirse del papel y la tinta.
¿Qué nos diríamos?
No sé, pero siempre mejor
que el conversar a solas
dando vuelta a las frases, a sonidos
(el poner y el sacar paréntesis y al rato
colocarlos de nuevo).
Si tu voz irrumpiera
y quebrara esta misma
línea… ¡Adelante!
Ya te esperaba. Pasa.
Vamos al fondo. Hay algunos frutales.
Ya verás. Entra.
IX
Cómo duele el silencio cuando es hecho de voces
ausentes, de palabras
que nadie dice:
risas de sombra, voces,
conversaciones muertas.
Cuando duele el vacío y es un hierro
y pesa al corazón como un pájaro muerto.
Cuando la ausencia es dura presencia de la muerte,
dura presencia, muro para golpear llorando
y ensangrentar el puño y golpear todavía.
No abren, no se abre, no va a abrir más nunca.

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Vendrán eras atómicas de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 100x81 cm.
EN EL TIEMPO
II
Recordarte es borrar, empecinadamente
una vez y otra vez, esta sustancia oscura
que de ti me separa.
Cadáveres de días que no viste, te cubren.
Llueven sobre tu rostro gotas lentas, espesas
y de beber, amargas.
Y bebo a grandes sorbos, y dolorosamente
este tiempo que crece entre tú y yo, borrándote.
Una y otra vez, contra olas de plomo
contra de la corriente, partiendo el oleaje
-olas sombrías, noches que no viste, te cubren-
Como un nadar terrible, ahogándose
y ver tu rostro lejos, en una playa ajena
que no puede tocarse.
V
Hoy me puse a cantar canciones tuyas
cuando no había nadie.
Y venía tu voz, alzándose, venía
borrándome la ajena luz, volando
tu voz hacia la mía
como por otro aire.
Venía como niebla de cariño
-y como tan de lejos-
un ansia dolorosa
de querer acercarse
y aunque casi llegaba
-ya más cerca, ya más cerca-
no podía alcanzarme.
Porque tu voz volaba
ay, querida, querida
por otro aire.
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