SUMARIO
Editorial
Miguel Oscar Menassa
Monólogo entre la vaca y el moribundo
Novedades 2014
Freud y Lacan -hablados- 5
Medicina Psicosomática III
Club Deportivo Grupo Cero
A plena penumbra
Caramelo
El hombre que esperaba
Habrá otra vez
Nuevo amanecer
Escribo cuando el amor descansa
Renglones vivos
Rock & Roll
Recomendados
Freud y Lacan -hablados- 1
Freud y Lacan -hablados- 2
Freud y Lacan -hablados- 3
Freud y Lacan -hablados- 4
Los secretos de un psicoanalista
La bella de día y Jesús
Diferencias fundamentales
La tiranía de los sentimientos
La mujer del siglo XXI
Vengo de un país
Lugares de paso
Huracanes dormidos
Mujer de otoño
Puentes invisibles
Refugios instantáneos
Declinando amores
Melodías del vértigo
Cielos olvidados
Generación del 98
Igual que guantes grises
Poema de la creación
Golpes de realidad
Hacia el poema
Sobre papel barato
La ciudad desnuda
Deseo de mujer
Socios de honor
Feria del Libro de Madrid
Descargar nº 144
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NOVEDADES 2014

CARAMELO

Lucía Serrano

PVP: 10 € (106 págs.)

VUELVO PORVENIR

Adiós
ayeres
majestuosos,
estatuas
de
elefantes
blancos.

Vuelvo porvenir
para encontrarte.

CUANDO UN HOMBRE

Temblando en la noche a solas,
sobre un lecho de cenizas,
recuerdo el calor del fuego,
amado itinerario,
rostro viejo, luz estrellada.

Cuando un hombre acompaña
la melodía que el día tiene,
la lentitud de las horas, hermosa calma
escucha al atardecer,
el silbido del viento a bordo.

Hambriento tiempo,
umbral movedizo que resbala.
Conozco a un hombre con la cabeza sin escudos,
y lejos en el espacio, voces,
canciones, cuerpo sin fin.

En la sombra se eleva el polvo.
Cuando un hombre.

EL HOMBRE QUE ESPERABA

Alejandra Menassa

PVP: 10 € (76 págs.)

SEXO ORAL

Ven aquí, déjame que atraviese tus miedos con mi dicha,
déjame que deshaga la niebla de esta noche, que fulmine
tus dudas,
déjame que te nazca, que te moldee como arcilla o como piedra,
sé mi antorcha, mi faro, sé mi niño y mi padre,
hazme la señal de la cruz en el regazo, sé irreverente,
excomúlgame.
Dime que soy tu pecadito, tu luz extinguiéndose,
dime que Diógenes ya no busca más con su farol
porque me halló en la noche,
y prefirió dormir conmigo los siglos que le restan.
Dime que en el poema está permitido disentir,
está permitido gritar, está permitido para mí:
-ser de la ausencia, mutilación atómica,
dueña de la oquedad, orquesta sin batuta-,
pronunciar las palabras que me hagan libre,
desear deseos, centelleantes bengalas contra toda desidia.
Dime que me dejarás desgarrar la noche con mi alarido,
dime que conversaremos hasta extinguir
con las palabras el silencio, para hacerlo nacer después,
con el punto y coma de los besos.
Hablemos, hablemos, dime que las palabras
son un suelo firme, un elixir contra el hastío.
Exprímeme como a un fruto,
líbame hasta secar todas las humedades,
márcame con la marca invisible del deseo,
acósame, derríbame, sé mi bestia, mi dinosaurio feroz.
Sé mi enemigo venial y mi amigo mortal,
perfórame las horas.
Háblame, háblame.
Que no hay sexo más atroz que la palabra.

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA