
CLUB DEPORTIVO GRUPO CERO
nacimiento, récord y ascenso
Carlos Fernández del Ganso
PVP: 15 € (162 págs.)
La técnica reside fuera del jugador. La técnica en el golpeo del balón no está en la pierna del futbolista, ni en los borceguíes, ni en la cabeza, ni en el balón. La técnica en el contacto con el balón la produce el GRUPO de trabajo, en cada jugador, de manera singular y no individualmente como algunos suponen.
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HIMNO: Compruébalo tú mismo
no te dejes convencer
el Grupo Cero en el fútbol
y en la creación entera,
bien claro y en español,
los demonios gritan fuera,
los ángeles gritan gol.
De todos los enemigos,
me ha tocado un gran portero,
en el partido lo odio
y por la noche lo quiero.
Con los ojos cerrados miraremos la fortuna,
y nacido en cuna pobre a un gran podio aspiraremos
avancemos, avencemos, que empezamos igualando pero luego ganaremos.
De hambre no moriremos,
con un poco de valor en el plato habrá comida,
para los de la inferior.
A veces hemos perdido pero por buenas razones
sin sentirnos perseguidos.
Arrasar no arrasa nadie,
el botín es de buen cuero
y los 11 jugadores si se mantienen serenos
tienen todas las semanas una alegría por premio.
Hablamos a los de abajo que lo que vale la pena
es ganar, ganar, ganar, en los tiempos que vendrán.
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A PLENA PENUMBRA
Norma Menassa
PVP: 10 € (84 págs.)
LO VEÍAMOS CAER
Lentamente,
como transcurren las noches de nosotros,
en voz baja, casi en susurros
balbuceamos los nombres de los momentos
donde engañamos a todo lo que cesa.
Cuando aún el calor arde en las paredes de los aposentos,
al borde de los sueños,
cuando el día se va y cae al piso
con una lentitud de bruma
que no quiere levantarse.
Cuando el vivir se dispersa en el viento
como el olor a quemado de los árboles
de un bosque imaginado,
y se vuelve inútil la consulta del reloj
que sólo es una línea que dibuja apenas lo que queda.
En esa intimidad donde caemos derribados,
y nuestros pies están a punto de enfrentarse con la luna,
tu voz que me reclama y pide lo que mi cuerpo ignora,
la historia inacabable de mi olvido;
que no me aleje,
que no me duerma antes de que me digas tu secreto,
la ternura que encierra tu potencia,
esa confesión liviana dónde las palabras pierden peso,
que es donde se rehace el ruego,
y te escucho decir:
vivir, seguir viviendo,
vivir después de todo,
y el porvenir toma forma de un niño con una boca fresca
que tironea mi vestido para abajo
y sin abismos de por medio
lo veíamos caer
en un silencio
repleto de latidos.
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