VARIACIONES
I
¿Qué conduce la lluvia?
Rostros desvanecidos, personas sin raíces o
de algodón
muy triste
que penetran al reino de lo acuoso,
transparente y sin forma.
II
¿Por qué canta la lluvia?
Por su ardiente deseo de palpar cuerpos,
por su vieja amistad con los pájaros,
por haber sido siempre huérfana y vagar tanto
por el mundo
aprendiendo idiomas, susurros, quejidos, gritos salvajes
y sofocados suspiros de mujer en la sombra,
y el clac-clac de un caballo cruzando un charco
-caballo humeante, agua pegajosa-
y rezos de gente de sequía para que vuelva el
agua,
y el incesante sermón del escollo, las campanas
que festejan novios o doblan por un sueño.
III
No sólo canta por mojar techos y plantas,
o escurrirse en las rocas,
o descender con un helado hilillo hasta el talón,
por la pierna de una chica, en un callejón sórdido,
al salir del trabajo
-burlonas astucias o caricias errantes-
sino también por bailar sobre las tumbas
en los cementerios del campo, tan pobres
que sus almas mendigan entre los pajonales.
IV
Canta para resucitar en el cielo,
-resucitada vagabunda de ojos transparentes-
poco a poco regresa
a saborear con antigua pasión el gusto de la
tierra,
de nuevo golpea en la puerta de los vivos,
espía a los amantes cantando en la ventana,
los arrulla, para enseñarles
ondulaciones lentas o furiosas,
otra vez se aleja, sonríe con tristeza,
cada vez más débil su pulso hasta extinguirse,
perdiéndose en el silencio del mundo.
V
A veces no canta, sólo musita en lengua gitana,
ora en altares de hierba, lee misales
de hojas negras, de caminos negros, de agua negra,
solloza de cuerpo presente, una letanía muy
vieja
llena de vaguedad, ahogada,
lee historias de ángeles y santas de prostíbulo,
novias violadas, adulterios, relatos de crímenes,
novelas compradas en el mercado, con avaros,
con caserones donde se citan fantasmas,
con bujías que iluminan el vaivén del
ahorcado,
con locas lujuriosas que se retuercen,
todos esos dramas, eso es lo que lee,
cuando su humor es melancólico y escucha
música de Bach, que le habla de su raza,
hasta que queda en éxtasis, muda.
VI
Canta para errar por las calles donde se asoma
a lujosas vidrieras con prendas de mujer,
golpeada por los autos, pisoteada,
mezclada con humo, con juramentos, con promesas
de amantes, para acariciar
las cabelleras, para perfumarlas, para llegar
hasta los últimos baldíos,
y la mujer andrajosa maldice entre basuras
cuando siente sus uñas en el techo de chapa
y bebe un vino sombrío en su presencia,
pero ella no teme, no se asombra,
impasible como el olvido,
nadie le ata las muñecas, ni la seduce.
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