SUMARIO
Editorial
Mary Oliver
Gansos salvajes
Notas de Dirección
Carmen Salamanca
Piedad Bonnett
El comienzo de las cosas
Las cicatrices
Los imperturbables
Charles Bukowski
El genio de la multitud
Manuel del Cabral
Sexo cumpliendo
Luis de Góngora
¿No me bastaba el peligro...?
E. E. Cummings
La mentira del no
Herman Hesse
Lobo estepario
Gabriel García Márquez
Soneto matinal a una colegiala ingrávida
Silvia Plath
Aprensiones
Charles Baudelaire
La giganta
Raúl González Tuñón
Baudelaire
Julio Cortázar
El encubridor
Adelanto del libro
“ANTOLOGÍA POÉTICA”
de Miguel Oscar Menassa
Puesta en escena
Aforismos
Agenda Grupo Cero

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Silvia Plath

Estados Unidos, 1932

APRENSIONES

Allí está un muro blanco, por encima de él el cielo se crea,
infinito, verde, absolutamente intocable.
Los ángeles y las estrellas nadan indiferentes en él.
Allí está mi camino.
El sol se desvanece en este muro, sangrando sus luces.

Ahora es un muro grisáceo, desgarrado y sangrante.
¿No hay manera de salir del pensamiento?
Pasos en espiral sobre mi espalda, hacia un pozo.
No hay árboles o pájaros en este mundo,
únicamente amargura.

Este muro rojo se sobresalta continuamente:
un puño rojo abriendo y cerrando,
dos bolsas grisáceas, parecidas al papel.
Esto es de lo que estoy hecho, esto y terror
de ser llevado entre cruces y una lluvia de devociones.

En un muro negro, pájaros irreconocibles
giran sus cabezas y lloran.
¡No hablan sobre la inmortalidad entre ellos!
Fríos vacíos se acercan:
se aproximan con prisa.


La sonrisa del gato de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 100x81 cm.

Charles Baudelaire

Francia, 1821

LA GIGANTA

Cuando en su poderoso numen hijos monstruosos
a diario paría la Creación, yo quisiera
haber vivido junto a una joven giganta,
como un gato sensual a los pies de una reina.

y ver cómo su cuerpo y su alma florecían
creciendo libremente en sus juegos terribles;
saber si una sombría llama abriga su pecho
por las húmedas nieblas que nadan en sus ojos;

recorrer a mi gusto sus magníficas formas;
trepar por la ladera de sus grandes rodillas,
y a veces, en verano, cuando malsanos soles,

a tumbarse en el campo, fatigada, la impulsan,
indolente a la sombra de sus pechos dormirme,
cual aldea apacible al pie de una montaña.

 

Raúl González Tuñón

Argentina, 1905

BAUDELAIRE

Fue un profeta y vislumbraba el siglo
en que la acción fuera hermana del sueño
y reinventó la poesía, una manera
de recordar que el poeta es un hombre
al que a veces agobian la incomprensión, el barro,
el alquiler, la luna.
Pero él fue poeta, inmenso como un río.
Un río puro impuro
que arrastró légamo y estrellas.

 

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA