SUMARIO
Editorial
Alfonsina Storni
La armadura
Notas de Dirección
Carmen Salamanca
Ángela Figuera
No quiero
Cristina Peri Rossi
Navegación
Fadwa Tuqan
La roca
Amelia Biagioni
Me distraje un instante
Gonzalo Rojas
A quien vela todo se revela
Erica Jong
Envidia del pene
Enrique Molina
Amantes vagabundos
Circe Maia
Invitación
En el tiempo
Linda Pastán
Consuelos
Raúl González Tuñón
Relato de un viaje
Adelanto del libro
“ANTOLOGÍA POÉTICA”
de Miguel Oscar Menassa
Estoy contento de tanto haber amado
Aforismos
Agenda Grupo Cero

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Amelia Biagioni

Argentina, 1916

ME DISTRAJE UN INSTANTE

Todo,
lo que está y sucede,
era un túnel
quieto
y en él, sola,
yo corría, corría.
Sin querer, sin etapas,
adiós, adiós
aunque a veces un ojo débil, fiel,
ciérrate,
se me atrasaba,
apúrate,
llorando sobre un día.
Sin poder asirme
a un pájaro, una mano, un fruto,
adiós, adiós,
arrancarme
del amor sucesivo,
partir partiéndome,
dejar atrás,
pasar por todo,
honda, ligera, rota,
viva,
siempre marcharme
para ser nostalgia.
Pero un instante me distraje
sin tomar precauciones,
un instante
en que alguien vino de mi espalda
y cambió todo.
Fija, vaciada, ausente,
un agujero soy
por donde pasa el mundo,
veloz, sin detenerse,
agitando sombreros,
se escurre en mi vacío,
cómo huye.
Oh puerta, piel, árbol jadeante,
¡paren, basta!
Suplico sin lengua,
me interpongo sin cuerpo,
Es inútil,
adiós, adiós.
Y todo lo que pasa
y se aleja cantando
con feroz alegría,
no vuelve, no recuerda.

Gonzalo Rojas

Chile, 1916

A QUIEN VELA TODO SE REVELA

Bello es dormir al lado de una mujer hermosa,
después de haberla conocido
hasta la saciedad. Bello es correr desnudo
tras ella, por el césped
de los sueños eróticos.
Pero es mejor velar, no sucumbir
a la hipnosis, gustar la lucha de las fieras
detrás de la maleza, con la oreja pegada
a la espalda olorosa,
la mano como víbora en los pechos
de la durmiente, oírla
respirar, olvidada de su cuerpo desnudo.
Después, llamar a su alma
y arrancarla un segundo de su rostro,
y tener la visión de lo que ha sido
mucho antes de dormir junto a mi sangre,
cuando erraba en el éter,
como un día de lluvia.
Y, aún más, decirle: "Ven,
sal de tu cuerpo. Vámonos de fuga.
Te llevaré en mis hombros, si me dices
que, después de gozarte y conocerte,
todavía eres tú, o eres la nada".
Bello es oír su voz: -"'Soy una parte
de ti, pero no soy
sino la emanación de tu locura,
la estrella del placer, nada más que el fulgor
de tu cuerpo en el mundo".
Todo es cosa de hundirse,
de caer hacia el fondo, como un árbol
parado en sus raíces, que cae, y nunca cesa
de caer hacia el fondo.

NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA