TIEMPO SIN TIEMPO
Preciso tiempo necesito ese tiempo
que otros dejan abandonado
porque les sobra o ya no saben
que hacer con él
tiempo
en blanco
en rojo
en verde
hasta en castaño oscuro
no me importa el color
cándido tiempo
que yo no puedo abrir
y cerrar
como una puerta
tiempo para mirar un árbol un farol
para andar por el filo del descanso
para pensar qué bien hoy es invierno
para morir un poco
y nacer enseguida
y para darme cuenta
y para darme cuerda
preciso tiempo el necesario para
chapotear unas horas en la vida
y para investigar por qué estoy triste
y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo
tiempo para esconderme
en el canto de un gallo
y para reaparecer
en un relincho
y para estar al día
para estar a la noche
tiempo sin recato y sin reloj
vale decir preciso
o sea necesito
digamos me hace falta
tiempo sin tiempo.
Mario Benedetti
|
Marzo de 2021. Hace un año que nuestras vidas tomaron un rumbo inédito, desconocido, impensable para la mayoría: un confinamiento domiciliario, y prácticamente mundial, debido a la pandemia del COVID.
Parecía que no se acabaría nunca ese estar en casa, pegados a las noticias, las calles vacías, las video conferencias para ver a otros, el añorar los abrazos y pasear tranquilamente.
Tuvimos que hacer uso de paciencia e inventar argucias para conservar la cordura, fuera de la rutina, del contacto social, de los horarios acostumbrados...
Y, mira por dónde, ya ha pasado un año. Ahora la vida ha vuelto, a medias, a una semi-diferente-extraña nueva normalidad, en la que hacemos equilibrios para no caer, intentando esquivar las sucesivas olas, procesando el miedo a las vacunas y, también, el miedo al rechazo social si uno decide no vacunarse.
Pero todo es relativo, ya sabemos, y en particular el tiempo. Para algunos, esta situación es eterna, pesarosa, inacabable; para otros significa una oportunidad de reinventarse, tomar decisiones, fortalecerse.
Ningún ser humano es igual a otro, cada cual resuelve sus conflictos de manera particular. Nosotros preferimos seguir buceando en la poesía para encontrar respuestas, alimentar nuestro espíritu y sufrir lo menos posible. Es decir, el acento de nuestra realidad lo ponemos más allá de los pequeños inconvenientes cotidianos. Nuestro verdadero miedo es dejar de soñar.
Así que no perdamos el tiempo, leamos la revista.
Carmen Salamanca
Directora
carmensalamanca@grupocero.info
|