SUMARIO
Feria del Libro de Buenos Aires y de Madrid
Novedades 2011
Tu cuerpo es el amor
La bella de día y Jesús
Carnaval de la tercera edad
Los papelitos secretos del estado de ánimo
Canciones
Graffitis en el cielo
Esquizofrenias y otras pasiones
Psicoanálisis.com
Mi traje jardín
Me evaporo
Manos forasteras
Entre pieles y letras
Huellas en el agua
Mi vida, los caminos
Quisiera
Siete conferencias de psicoanálisis en La Habana
Te busca y te nombra
Poetas del fútbol
Escribir por el placer de contar
Freud y Lacan -hablados 1-
Freud y Lacan -hablados 2-
Psicoanálisis y Medicina
Medicina psicosomática I
Socios de Honor
Feria del Libro de Madrid
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LA EDITORIAL GRUPO CERO ESTUVO EN LA FERIA DEL LIBRO DE BUENOS AIRES
(ver reportaje en www.blogmaravilloso.com)

NOVEDADES


PVP: 15 € (112 págs.)

PRÓLOGO

Abril ha llegado, las brujas deben partir y, sin embargo, ellas están propiamente en nosotros.

Ni una mirada. Ni un gesto que nos permita hablar de él durante años y, sin embargo, el niño ha huido por los matorrales, el niño ha traído el viento de los cabellos, el niño ha dado su primer paso.

Ya somos perversos.

Palabras de papá en el corazón. Palabras de mamá en el corazón.

La guerra ha comenzado.

Cuando rozo tu voz, el ronco bramido del mar habla de tu presencia.

Cuando rozo tu piel, nocturna y amable, cuando recuerdo tu vientre malherido, pequeña madre, ave de rapiña.

Vive el dolor.

Tu voz entre los troncos, tu piel entre las mariposas del color de las flores del naranjo.

Cuerpo de tierra, hollín, masticación feroz, ocultan su presencia, ocultan su bello rostro entre mis manos.

El niño no quiere morir, pide clemencia. Las palabras estallan como granadas en su corazón. El niño deberá, para sobrevivir, desviar la mirada, el niño deberá morir mil veces para no morir. El niño terminará enjaulando su corazón.

La perversión acecha.

El niño ha dado su segundo paso pero no ha conseguido avanzar, ha caminado para uno de los dos costados de su corazón.

Bebed mi sangre y comed mi carne, y el niño abraza por primera y única vez en toda su vida el cuerpo de su madre.

En medio de esta carnicería, ella me recuerda tu voz entre los troncos:

"Serás estas palabras, serás mi nombre" y, mientras tanto, ella me habla de amor, muestra su cuerpo perforado.

Cálida presencia, amante de las desviaciones, curiosa e inútil marca en el tercer paso del niño que ahora llora desesperadamente frente al nuevo fracaso.

Al borde del abismo, palabras de papá en el corazón anuncian pequeñas y tibias mutilaciones y el campo de ciruelos donde ella era el color de los frutos y su sabor.

Me pregunto si los obstáculos son propios del saber o Ella es su música.

El terror es no poder decir, ése es todo el terror.

Ni luciérnagas ni mis viejas alcántaras ni valles de pasión. Odres de mierda y de saber, olvidos del olvido, entretelones de lo cierto.

Sólo tu voz cuando ni la locura ni los abismos me pertenecen y sólo tu arrogancia y sólo tu indómita figura, fondo de la nada.

Mujer del vientre dorado, de la dorada juventud, del semen profundo entre los cabellos, de los animales abiertos en la boca y todo el dolor; dime, madre amada.

¿Cuánto dolor?

Amo el delirio de las rosas, fragancia milenaria, abierta sed.
Detengo mi palabra. ¿Serán los pechos de mi madre o los olores del pan o la tibieza del sol al mediodía contra los ojos ciegos?

Perverso o ciego, y esas fueron las palabras del cielo.

Días y días sin poder salir de estos territorios donde el amo absoluto es una mirada vacía, unos ojos resecos y ciegos.

Ceguera frente a la cual lo bello pierde su poder. Territorio donde la lujuria consiste en agotar las diferencias. Antro de los demonios y los malos espíritus maternales. Lugar donde el deseo pertenece al futuro.

Ojos ensangrentados por la visión de lo siniestro: madres destrozadas por la verdad. Agujereadas para siempre en el centro mismo de su ser.

Ojos sin piedad, ocultos por el lodo y la cálida mierda de primavera, para no ver.

Matar para no ver.

Y la ceguera fue el destino del hombre.

Madre, devuélvenos la vista. Madre, el goce fue morir.

El poeta tiene en su sangre los ocasos, tiene en su sangre el tiempo.

Alondras explosivas arrancadas del alma.

No aparecen escenas extraordinarias, veo, porque de ver se trata, una milimétrica desviación, un fugaz sinsentido de los tonos.

Recuerdo en la pequeña pieza de mi infancia, con mis años, violentos desesperados, con una rueda gigante todo el día en los ojos y su voz y todas las novelas acerca de su voz.

Todo mi amor era para su cuerpo de gacela.

Y, sin embargo, sólo recuerdo con alegría aquellas palabras que me hablaban de un hombre y tu perfume de violetas.

Editorial Grupo Cero


PVP: 12 € (112 págs.)

PRÓLOGO

“La religión cristiana es una revolución política
intencionada que, al fracasar, adoptó un cariz moral”
Johann Volfgang Von Goethe

Miguel Oscar Menassa es un autor prolífico. Desde 1961, fecha en que aparece su primer libro, Pequeña historia, y aunque él se considera esencialmente poeta, ha publicado casi todos los géneros literarios: poesía, novela, ensayo, textos científicos de investigación y divulgación, guión cinematográfico, canciones...

Ha tratado prácticamente todos los temas que atañen al ser humano y lo ha hecho con múltiples enfoques, sin olvidar nunca los dos pilares que articulan su imaginario de escritor: la poesía y el psicoanálisis.

Después de 50 años con semejante intensidad, parecería que ya nada puede sorprendernos en su escritura, pero no es así.

La Bella de Día nació como un blog, con ese mismo nombre, donde, cada día, iba apareciendo un pequeño relato de las vivencias de la autora, en primera persona.

Este inicio imprime en el texto las características propias del medio: agilidad, rapidez y frescura pero, sobre todo, dos cuestiones esenciales: la interacción con la realidad y la posibilidad de anonimato.

Respecto a lo primero, encontramos en el texto referencias a otros internautas y a sus comentarios, y también sobre acontecimientos sociales o noticias del momento.

La posibilidad de anonimato en internet permitió que, esta vez, quien escribía fuese una mujer, aunque se llame Miguel O. Menassa.

Este hecho demuestra que no existe una escritura femenina y una escritura masculina, relacionada directamente con el sexo de quien escribe, como a veces se dice. La escritura no tiene género, sólo hace falta un buen escritor para que los personajes sean hombres o mujeres.

Pero, retomemos la historia: todo comienza cuando La Bella de Día decide ser escritora. A partir de ese momento, el tiempo de su vida empieza a complicarse.

Además de días, ahora tendrá noches, sueños que interfieren su vigilia hasta tal punto que llegará a preguntarse “¿Esto me pasa para poder escribirlo o lo escribo porque me está pasando?” Eterna duda de todo escritor, que La Bella deja abierta, sin resolver, para poder continuar con su aventura.

No existe confusión alguna entre sueño y realidad. Hay, en cambio, una fuerte oposición entre el mundo real y el mundo virtual, según La Bella, que sólo encuentra, entre ambos, una semejanza: cada sujeto es responsable del mundo real que le toca vivir y cada sujeto es responsable del mundo virtual que se construya.

Un detalle a tener en cuenta es la manera en que terminan los primeros sueños de la protagonista: con angustia. Esto ocurre hasta el capítulo 10, punto de inflexión en que la angustia desaparece, y el goce da paso al deseo. Un salto cualitativo que tiene dos consecuencias inmediatas en el capítulo 11:

La primera es que Jesús, ese joven de 33 años tan parecido a Jesucristo, atraviesa la barrera de lo onírico y accede a la realidad; y la segunda, que la poesía entra en escena.

Respecto al estilo, Menassa coincide con Einstein: "Se debe hacer todo tan sencillo como sea posible, pero no más sencillo.” En esta novela, encuentra el punto justo, el límite o frontera donde sencillez y complejidad convergen sin artificios innecesarios ni sinfonías estridentes.

Esto, más que una cuestión estética, es un asunto vital para el texto.

A esa apariencia de sencillez, el autor le añade un agudo sentido del humor y algunas dosis de comicidad, obteniendo un resultado brillante: el mejor escenario para desarrollar una fuerte, aunque sutil, crítica a la Iglesia Católica.

Institución ésta donde, hoy día, nada es lo que debería ser. Fuera de sus auténticos y primitivos postulados, alejada de los fundamentos que le permitieron crecer y expandirse, en la actualidad, intenta dominar más que convertir o convencer. Actitud que acentúa su progresivo e imparable alejamiento de la realidad, del pueblo, de los creyentes que, confundidos como Jesús, sufren la abismal diferencia entre las palabras del Padre, Dios, y su puesta en práctica por los Ministros de la Iglesia, en la tierra.

Menassa vuelve a los orígenes y nos presenta un Redentor humano, un ser de carne y hueso que se enamora de una mujer y conversa con su padre. Un Jesús que, como en la antigua Jerusalén, irrumpe en el templo y expulsa a los mercaderes, indignos de habitar la casa del Padre.

Recupera el discurso inicial del cristianismo, tan bien resumido por Goethe como una revolución política intencionada, cuando pone en boca de Jesús estas palabras:

“Mi padre me dijo que no hay que conformarse con el techo y la comida, que hay que luchar por la libertad, por la igualdad, por la cultura…

Y yo sorprendida, le dije:

—¡Qué! ¿Tu papá es Marx?

—No, mi papá es Dios, pero Marx es uno de sus libros de cabecera.”

Menassa termina de subvertir ese cariz moral que adoptó el cristianismo tras su fracaso como revolución, con una sutileza digna del maestro. La autoría de los llamados “textos sagrados” que han pasado a la historia, los Evangelios, ha sido atribuida, en todos los casos, a hombres.

En esta novela, es una mujer, La Bella, la que, como una moderna María Magdalena (aunque con más suerte que la original, de quien se especula que fue la autora del cuarto evangelio) escribe este relato del paso de Jesús por la tierra.

Con todos estos ingredientes, podríamos aventurarnos a decir que Menassa, en esta novela, intenta sentar las bases de un “cristianismo de la liberación”.

Eso ya lo veremos, por el momento, el disfrute está asegurado.

Carmen Salamanca
Gerente de la Editorial Grupo Cero

 

125.001 ejemplares: NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA