SUMARIO
El oficio de poeta
Olga Orozco
Balance de la sombra
Para hacer un talismán
Detrás de aquella puerta
Esa es tu pena
Brillos, soplos, rumores
Objetos al acecho
Lo que fue; lo que no ha sido
Miguel Oscar Menassa
Límite uno: El amor
Límite otro: La locura
La pasión: La poesía
Miguel Hernández
Mi sangre es un camino
Socios de Honor
Agenda
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ESA ES TU PENA

Esa es tu pena.
Tiene la forma de un cristal de nieve que no podría existir
si no existieras
y el perfume del viento que acarició el plumaje de los
amaneceres que no vuelven.
Colócala a la altura de tus ojos
y mira cómo irradia con un fulgor azul de fondo de leyenda,
o rojizo, como vitral de insomnio ensangrentado por el adiós
de los amantes,
o dorado, semejante a un letárgico brebaje que sorbieron
los ángeles.
Si observas al trasluz verás pasar el mundo rodando en una
lágrima.
Al respirar exhala la preciosa nostalgia que te envuelve,
un vaho entretejido de perdón y lamentos que te convierte
en reina del reverso del cielo.
cuando la soplas crece como si devorara la íntima sustancia
de una llama
y se retrae como ciertas flores si la roza cualquier sombra
extranjera.
No la dejes caer ni la sometas al hambre y al veneno;
sólo conseguirías la multiplicación, un erial, la bastarda
maleza en vez de olvido.
Porque tu pena es única, indeleble y tiñe de imposible cuanto
miras.
No hallarás otra igual, aunque te internes bajo un sol cruel
entre columnas rotas,
aunque te asuma el mármol a las puertas de un nuevo paraíso
prometido.
No permitas entonces que a solas la disuelva la costumbre,
no la gastes con nadie.
Apriétala contra tu corazón igual que a una reliquia salvada
del naufragio:
sepúltala en tu pecho hasta el final,
hasta la empuñadura.

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BRILLOS, SOPLOS, RUMORES

Es exigua esta luz.
Apenas si dibuja escenas inconstantes hechizadas por el
fulgor de la corriente
o pájaros prisioneros en un témpano inmóvil.
Todo lo que se va entre dos golpes de ola, como cambiar
los ojos;
todo lo que se queda como estatua de sal en su visión insomne.
Esta luz es de paso y es mortal.
Nada que me descifre qué puede ser entonces
esta intención de brillo que llega sin un cuerpo donde poder
estar,
este soplo a través de una brecha más honda que un anillo
vacío
o este rumor de frondas que traspasan la noche lado a lado.
Tal vez brillo de miradas que vuelven
como vivas monedas rescatadas desde el fondo sin fondo
de un tonel;
tal vez soplo de bocas que me nombran con mi nombre
de arena;
tal vez rumor de antiguos ropajes desgarrados por los vigías
de otro mundo.
Alguien que se rehace con la dócil sustancia de las
apariciones.
Es voraz esta luz.
Absorbe sin piedad al que retorna con su rostro extranjero.
Sólo me deja restos,
vestigios insolubles de esos vagos tejidos que fragua
la nostalgia.
Aunque quizás se trate de mi propia nostalgia y de otra luz.
¿No soy acaso un brillo, un soplo y un rumor también
indescifrables,
allá, donde acudo con mi carne intangible y mis disueltos pies
a una densa reunión de desaparecidos?

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OBJETOS AL ACECHO

¿Dónde oculta el peligro sus lobos amarillos?
No hay ni siquiera un pliegue en la corriente inmóvil
que tapiza este día;
ni un zarpazo fugaz contra el manso ensimismamiento
de las cosas.
Ninguna dentellada;
nada que abra una brecha en estas superficies que proclaman
su lugar en el mundo:
mis dominios inmunes,
mi pequeña certeza cotidiana frente a las invasiones de
la oscuridad.

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1 dibujo diario
1 cuadro semanal


A sostenerse en pequeños maderos de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo, 61x38 cm.

Y sin embargo surge la amenaza como un fulgor perverso,
o como una estridencia sofocada;
quizás como un latido a punto de romper la frágil envoltura
de las apariencias.
Ha cundido la impía rebelión en mi tribu doméstica,
acostumbrada antes al ritual de mis manos y a la mirada
que no ve.
Los objetos adquieren una intención secreta en esta hora
que presagia el abismo.
Exhalan cierto brillo de utensilios hechos para la enajenación
y el extravío,
contienen el aliento para el ataque indescifrable,
transforman sus oficios en esta exasperada, malsana geometría
del suspenso.
Son gárgolas ahora.
Son ídolos alertas en muda interrogación a mi poder incierto.
Se ha cambiado la ley:
mis posesiones me presencian.
Se han mudado los credos:
el bello acatamiento se extingue bajo el sol de la sospecha.
Y ninguna palabra que devuelva las cosas ilesas a sus
humildes sitios.
Y ningún catecismo que haga retroceder esta extraña asamblea
que me acecha,
este cruel tribunal que me expulsa otra vez de un irreconocible
paraíso,
recuperado a medias cada día.

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LO QUE FUE;
LO QUE NO HA SIDO

Hay en lo más secreto de ti, sin que a veces lo sepas,
un desván en tinieblas donde sólo se cruzan las lluvias
y los vientos,
donde un vaho letárgico empaña los espejos de los días
y duermen en los rincones los ropajes de lo nunca alcanzado
y lo perdido.
Pero no es un lugar donde puedas entrar
como si te asomaras a un refugio de arena que un soplo desmorona,
porque no es un depósito violado por las rapiñas del olvido,
ni un sueño de la muerte,
sino sólo el letargo de la llaga y del hambre agazapados.
A veces basta un soplo,
precisamente un soplo que vuelve con un rumor,
con un perfume,
o que anuncia el desvelo de la hierba en un jardín remoto,
y de repente se sobresalta el tiempo, se despereza el mundo,
y todo ese sopor desaparece como un vaho
arrasado por una llamarada.
En cada imagen que guardó el deseo,
entre los cielos siempre inabordables y aquellos asombrosos
paraísos cumplidos,
se multiplica en un instante el sol, se estremece la luz,
se astillan en tus ojos los colores.
Insoportables los destellos del oro, insufrible la sed de la
distancia,
escasa la medida de tus pasos detrás del horizonte fugitivo.
No llegarás jamás.
No hay lugar para tu alma dentro de los secretos rincones
que te habitan.
No alcanzará tu mano lo que fue;
tal vez tampoco lo que nunca ha sido.
Pero ¿acaso no son esas moradas imposibles tus verdaderas
propiedades,
ganadas palmo a palmo para los territorios de los eternos
bienes?
¿No son como la inmóvil, inalterable cara de una misma
moneda
que lleva en reverso el precio que pagaste:
la confusa, la incierta, la cambiante, la sorpresiva
cifra del presente?

125.001 ejemplares: NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA