SUMARIO
Jorge Luis Borges
La luna
Olga Orozco
Con esta boca, en este mundo
Enrique Molina
El amor a lo lejos
Louis Aragon
Habitaciones
Pedro Calderón de la Barca
La vida es sueño (fragmento)
Rafael Alberti
La soledad
El perro rabioso
Jacques Prévert
Mañana de domingo
Miguel Oscar Menassa
La mujer y yo (42)
Socios de Honor
Presentación de la muestra de Momgallery
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PRESENTACIÓN DE LA MUESTRA DE MOMGALLERY DE LOS PINTORES

MIGUEL OSCAR MENASSA
Y
AMELIA DÍEZ CUESTA

Hace menos de un año, y tras arduas investigaciones, el Museo del Prado atribuía El Coloso, un cuadro que todos creíamos de la época negra de nuestro amado genio inmortal de la pintura Francisco de Goya y Lucientes, a un discípulo suyo: Asensio Juliá.
Mena, una de las más reconocidas especialistas en Goya, nos dice que "no es un cuadro que encaje con la técnica, la forma de pintar, la simbología, la metáfora y la poesía de Goya", es una obra "diferente" pero este cuadro se pintó entre 1808 y 1812, es decir: han pasado cerca de 200 años para que se evidencie una diferencia entre la pintura del maestro y la de su discípulo. Como pueden ustedes ver en estas paredes, que hoy acogen la muestra de los pintores Miguel Menassa y Amelia Díez, no será necesario que pasen 200 años, ni 200 minutos, para que se den cuenta de la diferencia que existe entre ambos artistas del óleo.
Y esto ya se lo habían dicho a Menassa en Poesía, la poeta española Gloria Fuertes le repetía con frecuencia, como si le resultase una proeza, que ninguno de los discípulos del maestro escribía como él, y sin embargo, todas sus discípulas la imitaban a ella. Y tenía razón, esa es una de las virtudes del maestro. Y es una virtud resultado de una manera particular de pensar la creación y la formación de crea-dores. La semejanza está dada, lo que hay que construir, es la diferencia, y eso lo hace magistralmente el pintor y maestro de pintores Miguel Menassa.
Los que leen y estudian a los grandes pensadores, para iniciarnos en su lectura, nos advierten que no se trata de aprender contenidos, sino que se trata de aprender a pensar como ellos piensan.
Los discípulos de Menassa aprenden a pintar como él pinta, aunque el resultado sea tan diferente, es decir, pintan con la misma concepción de la creación, con la idea de que el grupo es una máquina productora de sujetos, en este caso: la Escuela de pintura, es una máquina de producir pintores, con la idea de dejar desarrollar libremente la individualidad de cada uno de los sujetos del grupo, porque eso enriquece al grupo y a cada sujeto, que ahora, por pertenecer a ese grupo, tiene 20 maneras de pintar.
La pintura de Menassa desafía toda geometría, juega con los colores y las luces, y como si el pintor se dejara llevar en la creación por lo inconsciente, traza figuras a las que sólo el ojo del observador hace cobrar vida, es una pintura intensamente matérica, como la del expresionista Pollock, donde la gran cantidad de óleo utilizado le da caracteres de triple dimensión, las figuras escapan del lienzo en su consistencia casi corpórea. Trabaja con varios fondos de color superpuestos con brocha, de los que después rescata con la espátula las capas más íntimas, más cercanas al lienzo, abriendo infinitos planos y consiguiendo una luz poco común y una mezcla de colores original y sorprendente.
La pintura de Amelia Díez, discípula de Menassa, es una pintura geométrica, que se construye en torno a la idea de vacío, topológica, casi una arquitectura, con escaso material en el lienzo, y tan intensamente trabajado una y otra vez con el pincel con tal minuciosidad, que la pintura queda incorporada a él. En general huye de las mezclas de colores y juega más con las gamas y los tonos de un mismo color: fuego, tierra, vegetación, mar... Se imponen las figuras angulosas, aunque a veces se apoderan del cuadro curvas, semiesferas, redondeces que recuerdan a cuerpos femeninos.
Mientras que la pintura de Menassa nos muestra una multiplicidad de cuerpos, sus cuadros son ciudades pobladas, habitaciones habitadas, reuniones festivas… la de Amelia nos muestra un cuerpo fragmentado: bocas, ojos, sexos…
En fin: son dos pinturas singulares dentro de la historia de la pintura. La de Menassa, que se podría emparentar con la rama del expresionismo abstracto, o la pintura en acción, que aún conserva la figuración, como las mujeres de Kooning. Este movimiento pictórico, fue el más representativo en USA tras el fin de la II Guerra Mundial, y su otra rama, de pintores cromáticos, como Rothko, nos recuerda más a la pintura de Amelia Díez, con la salvedad de que ésta no se limita a jugar con el color, sino que también se embarca en con las formas topológicas.

Alejandra Menassa de Lucia

DEL 24 DE SEPTIEMBRE AL 24 DE DICIEMBRE DE 2009

ENTRADA LIBRE

 
 
 
 
 
 
 
 
 
125.001 ejemplares: NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA