SUMARIO
Carilda Oliver Labra
La casa
Al dorso de un retrato
En vez de lágrima
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Feria del Libro de Madrid 2009
Paul Valery
El cementerio marino
Convocatorias
Socios de Honor
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PAUL VALÉRY

Francia, 1871

 

XIII

Los muertos ocultos están bien en esta tierra
Que les calienta y seca su misterio.
Mediodía arriba, mediodía sin movimiento
En sí se piensa y conviene a sí mismo...
Cabeza completa y perfecta diadema,
Soy en ti el secreto cambio.

XIV

¡Sólo me tienes a mí para contener tus temores!
¡Mis arrepentimientos, mis dudas, mis obligaciones
Son el defecto de tu gran diamante!...
Pero en su noche pesada de mármoles,
Un pueblo incierto en las raíces de los árboles
Ya tomó partido por ti lentamente.

XV

Se han fundido en una ausencia espesa,
La arcilla roja bebió la blanca especie,
¡El don de vivir pasó a las flores!
De los muertos ¿dónde están las frases familiares,
El arte personal, las almas singulares?
La larva hila donde se formaban llantos.

XVI

Los gritos agudos de las chicas pellizcadas,
Los ojos, los dientes, los párpados mojados,
El pecho encantador que juega con el fuego,
La sangre que brilla en los labios que se rinden,
Las últimas entregas, los dedos que las defienden,
¡Todo se va bajo tierra y vuelve a entrar en el juego!

XVII

¿Y tú, gran alma, acaso esperas un sueño
Que ya no tendrá esos colores de la mentira
Que agua y oro hacen allí a los ojos de carne?
¿Cantarás cuando seas vaporosa?
¡Vamos! ¡Todo huye! Porosa es mi presencia,
¡La santa impaciencia muere también!

XVIII

¡Flaca inmortalidad negra y dorada,
Consoladora horriblemente laureada,
Que de la muerte haces un seno materno,
Hermosa mentira y piadosa astucia!
¡Quién no conoce, y quien no les rechaza,
Ese cráneo vacío y esa risa eterna!

XIX

Padres profundos, cabezas inhabitadas,
Quienes bajo el peso de tantas paletadas,
Son la tierra y confunden nuestros pasos,
El verdadero roedor, el gusano irrefutable
No es para ustedes que dormís bajo la mesa,
¡Vive de la vida, y no me deja!

XX

¿Amor, quizás, o de mí mismo odio?
¡Su diente secreto está tan cerca de mí,
Que todos los nombres le pueden convenir!
¡Qué importa! ¡Ve, quiere, sueña, toca!
¡Mi carne le gusta y hasta sobre mi lecho,
Vivo de pertenecer a este ser viviente!

XXI

¡Zenón! ¡Cruel Zenón! ¡Zenón de Elea!
¡Cómo me atravesaste con esta flecha alada
Que vibra, vuela y no vuela!
¡El sonido me alumbra y la flecha me mata!
¡Ah! El sol... ¡Qué sombra de tortuga
Para el alma, Aquiles inmóvil a grandes pasos.

XXII

¡No! ¡No!... ¡De pie! ¡En la era sucesiva!
¡Romped, mi cuerpo, esta forma pensativa!
¡Bebed, mi pecho, el nacimiento del viento!
Un frescor, del mar exhalado,
Me devuelve el alma... ¡Oh! ¡Potencia salada!
¡Corramos hacia el agua para resurgir vivos!

XXIII

¡Sí! Gran mar de delirios dotado,
Piel de pantera y clámide agujereada
De mil y mil ídolos del sol,
Hidra absoluta, ebria de tu carne azul,
Que te remuerde la centellante cola
En un tumulto parecido al silencio.

XXIV

¡El viento se levanta!... ¡Hay que intentar vivir!
¡El aire inmenso abre y vuelve a cerrar mi libro,
La ola pulverizada se atreve a surgir de las rocas!
¡Volad, páginas deslumbradas!
¡Romped, olas! ¡Romped con aguas exultantes
Este tejado tranquilo donde picoteaban velas!

 

Traducción: Claire Deloupy

 

EL CEMENTERIO MARINO

I

Este tejado tranquilo, donde pasean palomas,
Entre los pinos palpita, entre las tumbas;
Ahí mediodía el justo compone fuegos
¡El mar, el mar, siempre renovado!
¡Oh recompensa después de un pensamiento
Una larga mirada sobre la calma de los dioses!

II

¡Qué pura labor de finos relámpagos consume
El múltiple diamante de imperceptible espuma,
Y qué paz parece concebirse!
Cuando sobre el abismo un sol reposa,
Obras puras de una eterna causa,
El Tiempo centellea y el Sueño es saber.

III

Estable tesoro, templo sencillo a Minerva,
Masa de quietud, y visible reserva,
Agua que mana, Ojo que guardas en ti
Tanto sueño bajo un velo de llama,
¡Oh mi silencio!... ¡Edificio en el alma,
Mas altillo de oro de las mil tejas, Tejado!

IV

Templo del Tiempo, que un único suspiro resume,
Asciendo a este punto puro y me acostumbro,
Todo yo circundado de mi mirada marina;
Y como a los dioses mi ofrenda suprema,
El centelleo sereno siembra
Sobre la altura un desdén soberano.

V

Como el fruto se funde en goce,
Como en delicia cambia su ausencia
En una boca en que su forma muere,
Huelo aquí mi futura humareda,
Y el cielo canta al alma consumida
El cambio de orillas en rumor.

VI

¡Hermoso cielo, verdadero cielo, mírame cambiar!
Después de tanto orgullo, después de tanta extraña
Ociosidad, mas lleno de poder,
Me abandono a este brillante espacio,
Sobre las casas de los muertos mi sombra
Pasa, me acostumbra a su frágil mover.

VII

¡Con el alma expuesta a las teas del solsticio,
Te sostengo, admirable justicia
de la luz de despiadadas armas!
Y pura te devuelvo a tu lugar primero:
¡Mírate!... Mas devolver la luz supone
Una mitad de sombra apagada.

VIII

¡Oh para mí solo, a mí solo, en mí mismo,
Junto a un corazón, en las fuentes del poema,
Entre el vacío y el acontecer puro,
Estoy esperando el eco de mi grandeza íntima,
Amarga, sombría y sonora cisterna,
Resonando en el alma un hueco siempre futuro!

IX

¿Sabes, falsa cautiva del follaje,
Golfo que devora esas delgadas alambradas,
Sobre mis ojos cerrados, secretos deslumbrantes,
Qué cuerpo me arrastra a su fin perezoso,
Qué frente le atrae a esta tierra ósea?
Una centella piensa ahí en mis ausentes.

X

Cerrado, sagrado, lleno de un fuego sin materia,
Fragmento terrestre ofrecido a la luz,
Ese lugar me gusta, dominado por antorchas,
Compuesto de oro, piedra y árboles oscuros
Donde tanto mármol tiembla sobre tantas sombras;
¡El mar fiel duerme ahí sobre mis sepulcros!

XI

¡Perra espléndida, aparta al idólatra!
Cuando solitario con sonrisa de pastor,
Pasto mucho tiempo, ovejas misteriosas,
El blanco rebaño de mis tranquilas tumbas,
¡Aleja las prudentes palomas,
Los sueños vanos, los ángeles curiosos!

XII

Aquí llegado, el porvenir es pereza.
El nítido insecto rasca la sequedad;
Todo está quemado, deshecho, recibido en el aire
A no sé qué severa esencia...
La vida es vasta, siendo ebria de ausencia,
Y la amargura es dulce, y el espíritu claro.

'Si es posible el poema es posible la vida'
Miguel Oscar Menassa

LAS 2001 NOCHES
ciclo poético-musical

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Te esperamos el domingo 24 de mayo a las 18hs.

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125.001 ejemplares: NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA