LA PASIÓN: LA POESÍA
Entre la vida
que no me pertenece el amor
y la vida que soy
la locura.
La poesía
puede llenar
todo ese vacío.
Hablaba
siempre en silencio
sin decirle nada.
Ella pensaba en el futuro.
Estábamos así,
sentados uno frente al otro
desde hacía siglos.
Mi voz sonaba hueca
entre los perfumes violentos
de sus nalgas
abiertas como manantiales
como vertientes cristalinas
de rocío abriéndose
al pequeño sol de la mañana.
Mi voz se perdía
entre la acústica marea.
Sigilosos movimientos de su cuerpo
vulva enamorada, vulva de miel
diamante enfurecido
espesa vulva azucarada
sella en mis labios
el silencio.
Más que escuchar mi voz
Ella seguía
pensando en el futuro.
Cabalgando feroz en su locura
yo soy
ese pequeño sol de la mañana.
Rómpete
como se rompe el cristal
haciendo música
y Ella se rompía
sin escucharme.
Bailábamos.
Éramos como un hombre
y una mujer bailando.
Ella me besaba las mejillas
y en ese ardor
yo le decía que la amaba.
Después
éramos capaces de detener la música
para mirarnos francamente a los ojos.
En silencio nos sabíamos famosos,
reyes del gesto
opíparos comensales del amor,
mirarnos
era como morir.
Después, aún, seguíamos
danzando levemente.
Instante de las formas
caídos uno sobre el otro
yo no decía nada.
Ella era el futuro:
Escribiré en silencio
y la poesía
alforja delirante
silencio perenne
que necesita mi voz para vivir,
llena mi vida de sorpresas.
Hiriente,
jactándose de su momentáneo poder
sobre mis nervios habla para mí.

Preparando la batalla de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo, 60x60 cm |