Evgueni Evtushenko
Rusia, 1932 |
LOS DUEÑOS DE LA CÓLERA
Siglo Veinte
que engendraste el Satélite:
dolor y niebla en ti
no tienen límites.
Eres un siglo
de nobleza y de miedo,
siglo asesino de tus propias ideas,
mira, mira a esos jóvenes:
son dueños de la cólera.
¡Cómo pesa su cólera
y su mirada, su desprecio!
Desprecian partidos y gobiernos,
desprecian a la Iglesia
y a los falsos profetas
desprecian a la mujer
y al implacable rostro
de la tierra
y hasta al desprecio de su propio desprecio.
Para ellos, el siglo no es un padre
sino un padrastro cruel.
Todo para ellos es disgusto
y se exasperan.
Hay inquietantes, negros fermentos
en los muelles del Hudson,
en los muelles del Tíber,
del Sena,
del Támesis,
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en todas partes esos jóvenes
van a pasear su tedio.
Son crueles,
holgazanes,
excéntricos,
extraños ante el tiempo en que navegan.
Comprendo qué rechazan;
pero ignoro
qué es lo que están buscando, qué desean.
Lanzar gritos de injuria sin descanso,
¿será su nuevo credo?
En este instante,
aquí desde Moscú,
como hombre, simplemente,
ofrezco estas palabras:
yo también grito de cólera;
pero mi grito no es como el de ustedes,
grito sin esperanza,
porque tengo fe en mi país.
Si gritamos de cólera,
mis amigos y yo tenemos el orgullo
de librar la batalla
para hallar la verdad.
Y a ustedes, allá lejos,
¿la verdad les importa?
Por el mundo vagan ociosos los muchachos,
vagan por las tierras de América.
Siglo Veinte
que engendraste el satélite:
arráncalos de la sombra y de la incertidumbre.
Logra que tengan fe
en la justicia
en la bondad.
Son tus hijos,
y con ellos
tienes que mostrarte piadoso.
Siglo veinte,
¿me has escuchado?
¡Ayúdalos! |