Clementina Suárez
Honduras, 1902 |
EL HOMBRE Y SU ESPERANZA
Ahora me miro por dentro
y estoy tan lejana,
brotándome en lo escondido
sin raíces, ni lágrimas, ni grito
-Intacta en mí misma-
en las manos mías
en el mundo de ternura
creado por mi forma
Me he visto nacer, crecer, sin ruido,
sin ramas que duelan como brazos,
sutil, callada, sin palabra para herir,
ni vientre que rebase de peces.
Como rosa de sueño se fue formando mi mundo.
Ángeles de amor me fueron siempre fieles,
en la amapola, en la alegría y en la sangre.
Cada caracol supo darme un rumbo
y una hora para llegar.
Y siempre pude estar exacta.
A la cita del agua, de la ceniza y la desesperanza ...
Frágil, pero vital, fue siempre mi árbol.
Al hombre y al pájaro le fui siempre constante.
Amé como deben amar los geranios,
los niños y los ciegos.
Pero en cualquier medida
estuve siempre fuera de proporciones,
porque mi impecable y recién inaugurado mundo
tritura rostros viejos
modas y resabios inútiles.
Mi caricia es combate
urgencia de vida,
profecía de cielo estricto
que sostienen los pasos.
Creadora de lo eterno,
dentro de mí, fuera de mí,
para encontrar mi universo.
Aprendí, llegué, entré,
con adquirida plena conciencia
de que el poeta que va solo
no es más que un muerto, un desterrado,
un arcángel arrodillado que oculta su rostro,
una mano que deja caer su estrella
y que se niega a sí mismo, a los suyos,
su adquirido o supuesto linaje.
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De esta ciega y absurda muerte o vida,
ha nacido mi mundo,
mi poema y mi nombre.
Por eso hablo del hombre sin descanso,
del hombre y su esperanza.
El asombro de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 92x65 cm.
CON MIS VERSOS SALUDO
A LAS GENERACIONES FUTURAS
Sola,
por dejar un camino
y amojonar otros caminos,
con terrones de pueblo construí mi país.
Detrás de mí quizá quedarán muchas lágrimas vertidas
pero con ellas fue que alimenté la esperanza.
Las puertas
para mí estuvieron herméticamente cerradas
pero la sabiduría de mi dolor supo andar y andar
hasta encontrar el auténtico sendero.
Cuesta vislumbrar la verdad
y el camino recto de la justicia.
Ahora,
a cualquier lugar que llegue
ya nunca puedo estar sola,
porque no comienzo en la sangre de mis descendientes
sino que termino en ella.
¡Qué lejana la soledad de mi Patria y mi sangre!
Hoy mi pequeñísimo cuerpo empuja las estrellas
y con mis versos saludo a las generaciones futuras. |