SUMARIO
Editorial
Jorge Luis Borges
Las causas
Notas de Dirección
Carmen Salamanca
Victor Hugo
La visión de donde ha salido este libro (Fragmento)
Gonzalo Rojas
El sol y la muerte
Todos los elegíacos son unos canallas
Emilia Pardo Bazán
Porvenir de la poesía
Paul Celan
Habla también tú
Poemas rumanos
William Butler Yeats
Recuerdo de juventud
David Herbert Lawrence
Canción última
Miguel Hernández
Canción última
Rosa Chacel
La ausente
Narciso
BODAS DE ORO
de Olga de Lucia y Miguel Oscar Menassa
Olga de Lucia
Bodas de Oro
Miguel Oscar Menassa
Bodas de Oro
Aforismos
Agenda Grupo Cero

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William Butler Yeats

Irlanda, 1865

RECUERDO DE JUVENTUD

Los momentos pasaban como en el teatro;
tenía la sabiduría que el amor hace nacer;
tenía mi cuota de sentido común,
y a pesar de todo cuanto podría afirmar,
y aunque tenía por eso el elogio de ella,
una nube venida desde el norte despiadado
ocultó de repente la luna del Amor.
Creyendo cada palabra que decía,
yo alabé su espíritu y su cuerpo
hasta que el orgullo hizo brillar sus ojos
y sonrojó sus mejillas el placer
y volvió ligeros sus pasos la vanidad;
nosotros, sin embargo, a pesar de esos elogios,
en lo alto veíamos tan sólo oscuridad.
Nos sentamos silenciosos como piedras,
sabíamos, aunque ella no hubiera dicho una palabra,
que aún el mejor amor debe morir,
y se habría destruido en forma cruel
de no ser porque el Amor,
ante el grito de un grotesco pajarillo,
arrancó de las nubes su luna maravillosa.

Traducción de Gerardo Gambolini


Sin control de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo de 100x81 cm.

David Herbert Lawrence

Reino Unido, 1885

CANCIÓN ÚLTIMA

Era el costado de mi esposa
¡Lo toqué con mi mano, lo agarré con mi mano,
erigiéndose, del nuevo despertar desde la tumba!
Era el costado de mi esposa
con la que me casé años atrás
a cuyo lado me he recostado durante cerca de mil noches
y durante todo ese tiempo, ella era yo, ella era yo;
La toqué, fui yo quien tocó y fue tocado.

 

Miguel Hernández

España, 1910

CANCIÓN ÚLTIMA

Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.
Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa
con su ruidosa cama.
Florecerán los besos
sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.
El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.

 

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