Ni miedo ni esperanza
acompañan al animal que muere;
el hombre aguarda su final
temiendo y esperando todo;
muchas veces murió,
muchas se levantó de nuevo.
Un gran hombre con su orgullo
al enfrentar asesinos
hunde en el escarnio
la cesación del aliento.
Él conoce la muerte a fondo —
el hombre creó la muerte.

William Butler Yeats

Estamos ya en noviembre 2020, este año que pasará a la historia como el de la pandemia. Hace apenas 10 meses nadie tenía idea de lo que podría suponer algo así.

Nunca hubiéramos imaginado que prácticamente todos los países obligaran a sus poblaciones a permanecer en casa, cambiando radicalmente nuestra manera de vivir y de percibir la realidad.

Hemos aprendido vocabulario, nos hemos familiarizado con ciertos conceptos médicos, nos hemos habituado a las video conferencias. Hubo que tirar de imaginación para rellenar las horas fuera de la rutina habitual. Algunos leyeron más, otros vieron miles de películas en las plataformas de streaming, hubo quien se dedicó a modificar o mejorar su vivienda, sus relaciones familiares, su cuerpo a través del ejercicio... O todo lo contrario.

Nosotros, desde esta revista, hemos trabajado para que la poesía siguiera llegando a cualquier lugar, a cuanto humano la necesitase. Sabemos que es bálsamo y refugio, acicate y fuerza frente a la adversidad. Porque hay que seguir adelante, procesar la vida y también la muerte.

Dentro de muy poco cambiaremos de año, de cifra, pero cambiar de vida es una tarea diaria, y solo no se puede. Por eso os invitamos a celebrar con nosotros que seguimos al pie del cañón y que no hay pandemia que nos pare.
Os deseamos todo lo mejor. ¡Felices fiestas!

Carmen Salamanca
Directora
carmensalamanca@grupocero.info

VIDA - GARFIO

Amante: no me lleves, si muero, al camposanto.
A flor de tierra abre mi fosa, junto al riente
Alboroto divino de alguna pajarera
O junto a la encantada charla de alguna fuente.

A flor de tierra, amante. Casi sobre la tierra
Donde el sol me caliente los huesos, y mis ojos,
Alargados en tallos, suban a ver de nuevo
La lámpara salvaje de los ocasos rojos.

A flor de tierra, amante. Que el tránsito así sea
Más breve. Yo presiento
La lucha de mi carne por volver hacia arriba,
Por sentir en sus átomos la frescura del viento.

Yo sé que acaso nunca allá abajo mis manos
Podrán estarse quietas.
Que siempre como topos arañarán la tierra
En medio de las sombras estrujadas y prietas.

Arrójame semillas. Yo quiero que se enraícen
En la greda amarilla de mis huesos menguados.
¡Por la parda escalera de las raíces vivas
Yo subiré a mirarte en los lirios morados!