La amplitud que caracteriza la poesía se pone de manifiesto en este número, por lo variado de los poetas que contiene. Y son suficientes para representar un pequeño universo:
Enrique Molina, poeta de profundas raíces latinoamericanas, representa la tierra.
Rafael Alberti, marinero hasta la médula, nos trae el mar siempre implícito en sus poemas.
Pablo Neruda nos dibuja en el aire el amor que no puede faltar, ese hálito vital inconfundible.
Y Miguel Oscar Menassa introduce en la ecuación el elemento sin el cual nada tiene sentido: el hombre, el ser humano que piensa y se reconoce mortal.
Este podría ser un resumen del presente número de la revista, pero las cosas también podrían ser totalmente distintas. Eso es lo que nos enseña la poesía: que las lecturas son múltiples; los sentidos, infinitos. No es lícito afirmar ni negar una interpretación como única.
Y deberíamos incorporar este concepto, aplicarlo a la vida, puesto que hoy día resulta extremadamente útil para no sucumbir a la ideología de los Estados, esa otra pandemia estupidizante. Es el pensamiento único y, como lo definió Marcuse, "el cierre del universo del discurso".
La poesía quiere abrir, no cerrar; crear, no imponer; libertad, no sometimiento. Por eso les traemos estos poemas y les sugerimos que se jueguen, que nos envíen su propia lectura de este número.
Un saludo, sean felices.
Carmen Salamanca
Directora
carmensalamanca@grupocero.info