El vértigo roza cariñosamente
cada poro de tu piel,
no son la nostalgia ni el amor
motivos de una vida,
la poesía condenada a tu voz
el milagro hecho trabajo
hacen de los segundos, vidas.

Rodeado de familia, amigos
y también enemigos,
tomas tu baño diario de versos
pero esta vez será en aguas tibias,
y danzando,
surcando noches en cada noche,
tu garganta de poeta
canta hoy a los sesenta.

Hombre desierto donde cada palabra
anuda un oasis, una mirada.

En esta noche de fiesta
donde vino y mujeres te acompañan,
los cóndores esperan en la puerta
para felicitarte y bailar contigo
cien años más.

MAGDALENA SALAMANCA GALLEGO

Una colina y tras la colina una verdad.
Esta vez la verdad tenía cabellera larga y fina
y ojos de un gris azucarado como nunca antes vi.

Sus manos eran hoscas
como abedules que nunca dieran frutos.
Sus manos eran viento ululante, conversadoras manos
empeñadas en escribir la historia que nunca se escribió.

Su vida es mi vida, sus sueños mi nostalgia.
El orden de sus dedos, mi única libertad.

EN TU CEREBRO HAY HUELLAS DE ORO

En tu cerebro hay huellas de oro
delgados hilos interminables
caminos que recorro con los labios
humedad altiva, descenso a los infiernos.

Beso tu soledad infinita
abierta como una explosión de soles
radiante como un gélido témpano
arborizado en los instantes del amor.

Insomnio de raíces
párpados que pregonan su silencio
soliloquio ausente de delirio
voz que se doblega sola.

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   DESCONSOLADO PORVENIR

Para el Dr. Menassa en su 60 cumpleaños

Ese no es el destino permitido para un hombre,
caer es imposible si la vida sostiene el vacío
silente entre dos frases. Somos seres de tiempo
y entre diques forjamos casi todo... el amor,
el resplandor efímero del fuego, aladas
canciones, la cifra mágica de nuestra finitud.
Rompamos el hechizo, la tozuda ceguera para
volver a nada y de nuevo, empezar. Hoy,
tengo la sangre florecida, tengo la mano larga
tomo lo que se muestra sin quererlo, espalda
fuerte contra el desprecio, costilla dura para
el dolor, un corazón de cristal quebrado por
el aullido del miedo. Prisionera del mundo,
siento frío en madrugadas tibias, y sublimes
momentos me acercan inexorablemente a ti.

Él, el visto desde aquí,
una montaña de vértigo
y luz borboteante
cuya existencia
constata, infunde,
y da sentido a la nuestra.
Ella da otro paso.
Después vendrán los ojos
a comerse los rezagados.
Yo, joven aprendiz de poeta
que crece en su jardín.

A veces quiero que todo
dé resultado. No puedo,
nunca fue así: trato, intento,
vuelvo, consulto
sus escritos y sigo
nuevamente. En la recta
se vive boca abajo.
Tiene una forma especial
de decir las cosas.

Oh! molécula sin Dios,
guarida prefabricada
de materia intacta
¿cuándo te encenderás
en mis manos como una vida?
Yo he preferido, he ido
allí donde estaba el aire
me he sentido entrelazado
en una pintura suya
donde vi
el color de la verdad.
Maraña interminable
de ricas pasiones trabajadas
su mundo, el ansiado,
el que buscamos, el que
tendremos que hacer.
La posibilidad brindada,
cielo atado por el aire,
mirada que incide en el ser
y que lo hiere:
Nuestra rutina,
está en el desenlace.

KEPA RÍOS ALDAY