EN UNA
SOCIEDAD JUSTA,
EL TRABAJO ES UN DON
1
Y éste es el verso donde
intentaré
dejaros la enseñanza más necesaria:
En una sociedad justa, el
trabajo es un don:
una alegría, un bien,
humano propiamente,
con el cual se puede modificar lo natural,
la vida, los enjambres de sueños, el sol.
Con el trabajo
el hombre pudo volar sin alas,
navegar por los mares sin conocer el mar.
Del árbol,
estupefacto de sorpresa ante el hombre,
pudo el trabajo arrancar una silla
y, de la piedra, las señales
que forjan el porvenir del hombre,
su casa,
sus monumentos,
su propia lápida. |
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2
Quiero que siempre
llevéis a vuestro lado
la gubia, la garlopa, el martillo, la hoz,
esas frases que servirán hasta el final,
para limar las asperezas de la muerte.
Y, si alguien os
preguntara para qué tanto,
para qué tanta pasión puesta en el trabajo,
vosotros responderéis, con celeridad:
Para nada, trabajamos para vivir la vida,
trabajamos
para que en el humano mundo
haya señas de que nosotros estuvimos,
creando y trabajando,
tal vez, en este mundo,
que hicimos un trabajo para vivir,
para amar,
para congelar la propia mirada de la muerte,
hicimos un trabajo y escribimos un verso.
Miguel Oscar Menassa. El trabajo es un don. 100x160 cm.
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DOMINGO POR LA TARDE
Nada despertó nuestras sospechas
y, sin embargo, reconocimos
al instante la situación establecida:
simples algoritmos de la razón
infundían hábitos del abandono
a expensas de una fe programada.
Reliquias, equidistantes al despertar,
desvelaron pausadas rebeliones
sostenidas en legítima defensa.
Prófugos de la justicia relativa
cacheaban, con impenetrable lentitud,
todo suspiro contenido de insistencia.
Sin rechistar, estrechamos el cerco
definido por costumbre,
alteramos posiciones inherentes
al consabido régimen interior
y decidimos, con soltura, rescatar,
de entre los límites, el único perdido.
FUE PRECISO
Fue preciso almacenar aliento
bajo la tibia sed del moribundo,
reconstruir hálito y fundamentos,
mínima presencia acostumbrada
y el eco, rutinario, del deber.
Hubo que remendar iniciativas,
desistir de la pregunta original,
cubrir con desencanto la piel
y extraer del sinsentido,
el sabor átono de la tristeza
salpicando el próximo despertar.
Tuvimos que reparar las grietas
en el centro mismo del huracán,
loca insistencia entre el desaire
y la respiración de compromiso.
Después, aún, fue necesario
heredar los parques, habitar
grandes avenidas opuestas a la razón,
tibios amaneceres de cálculo infinito
bajo la luz serena de la historia.
EL TERCER HOMBRE
Había aprendido a limpiar sus manos
de nombres y designios,
a trasparentar evidencias con la razón
consumida de impaciencia.
Deshollinó su alma, ennegrecida
por el humo de la costumbre
y bajó la cabeza hasta fundirse con la tierra,
más allá del odio y la vergüenza
y, ahí, supo que no era suficiente.
Descendió, entonces, a encuadernados
abismos,
profundos sumideros donde la verdad,
herida en su locura, se retorcía
entre disfraces de sonrisa espectral.
Resolvió íntimas elucubraciones y
eligió,
para vivir, el corazón mismo de la bestia.
Era el tercer hombre, el poeta.
Miguel Oscar
Menassa. Trazos de mujer. 46x33 cm. |
INVOCACIÓN A LOS
DEMONIOS
Dónde están los demonios
Aquellos que me fueron anunciados
en el santo bautismo.
Aquí conmigo todos los pecados
y aquellos que vendrían por las noches
a vigilar mi sexo
enamorados de mis ojos.
DEMONIO DE LA
SOLEDAD
Y fue mi cuerpo fin y destino de mis
manos
y el pasto fue marrón.
Heladas piedras
cayeron sin piedad sobre mi piel de niño
y los demonios de la verdad
anunciaron la muerte.
DEMONIO DE LA
POLÍTICA
Y fui corriendo hasta donde crecían
los manzanos
y vi cuando llegué jadeante al nacimiento de los ríos
que los demonios de la guerra
y también los poderosos demonios de la paz
ocultaban sus grandes culos en opacas mansiones
y entonces elegí
el peligro de las altas cumbres
el deambular por las montañas y festejar
con los antiguos sabios en pequeñas alcobas
una nueva manera de vivir.
INVOCACIÓN A LOS
DIOSES
Venid atletas del amor
Venid a destruir las diferencias
traed vuestros arcángeles a compartir
mi mesa y mis olores.
Mi fragancia
es la fragancia antigua de los templos
venid
venid con vuestras vírgenes.
DIOS DE LA POESÍA
Te tengo en mi mirada
Nuestras pequeñas diferencias
se tienden sobre las altas vegetaciones tropicales a pleno sol
o bajo las claras estrellas de la noche y hablan de amor.
DIOS DEL MIEDO
Uvas maduras en racimos
caían sobre la negra seda de tu cuerpo.
Todo ocurrió en la infancia
entre las voluptuosas bestias
que aparecían por las noches
y la severa mirada de mi padre.
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CONSCRIPTO CLASE 40
A veces te pierdo.
No sueles estar en los ojos
de ningún marinero de mi país.
Ellos son altos
y hablan de sus mujeres
voluntariamente casadas con ellos
voluntariamente cansadas de ellos
casualmente enamoradas de otros.
Tú no apareces en sus ojos
pero en verdad
ellos no saben de ti
más que estas ganas mías de decirles:
hace tanto tiempo que no la veo
ella es dulce
como el corazón de vuestras abuelas
ella no está cansada
y si no aparece
es porque le gusta ser misteriosa.
Los ojos de los marineros de mi país
son de un color ronco,
mas, ella a veces, se complace
en convertirlos en tardes de verano.
Cuando esto sucede
ellos, miran dulcemente
mi tremenda manera de saber estar solo
y al continuar sus caminos
se acuerdan de sus mujeres.
HE COMENZADO LA
MAÑANA...
He comenzado la mañana
ágil y fresco
amante de las bondades naturales
de los viejos poetas
Poniendo el oído en el vientre de mi amada.
Escuchando
toda la historia de la poesía moderna
hasta el canto del río
hasta el canto de los nuevos poetas.
No hay rincón oscuro en la mañana.
Sol alto Sol fuerte Sol abierto
no respeta el amor.
-En la mañana se debe tomar café con leche-
Nada de besos de terror
Besos de amor en la cama de los grandes poetas.
Mi mujer canta, alegre y cantora en la
mañana
Ha gozado.
El gran sol pasa de largo. Inunda la
habitación vecina. |
LA REALIDAD JUEGA
JUEGA CON NOSOTROS
Yo he pagado mi boleto
he sacrificado mi nombre
exijo mi viaje de placer.
He hecho muecas feroces en lo real.
pero ella no se aleja de mí
más que la longitud de tu rostro.
El hombre vuelve siempre siempre
vuelve el amor.
Estupendo
los solos mueren solos
los acompañados los tercos
los sacerdotes vagabundos
los suaves mueren solos
Nosotros los poetas
que guardamos aliento
para pegar sin respeto a Dios
para escupir los rostros
no debemos morir.
Morimos solos.
Miguel Oscar Menassa. Tupacamarú. 81x100
cm.
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ATENAS
Atenas era la muchacha
que tenía un país entero en los ojos.
Los peces la remolcaron hasta más allá
de las cañas altas
y ella comenzó a sentirse sola
antes que sus ojos fuesen color país.
Solía caminar desnuda por el cielo
y decirle a Dios
que la corriese
que la mirase
ella y los cuentos se parecían
cuento:
nació en el puerto
entre maderas de amor
golpeadas por hombres sucios
y una canción de golosinas
ella:
un día era rubia
luego nació su corazón
y los hombres le compraron juguetes
a veces
se atrevía
hablaba de su padre.
LA CALESITA JUEGO
PARA NIÑOS
Recorrer las calles de mi barrio
sueltas las amarras de mi niñez
no es mi oficio.
Camino con los hombres hasta cansarlos
de tanto hablar de la ciudad
que cada día descubro
en mi amada tímida y de la provincia
en mis amigos
que se toman sus vinos y sus mujeres.
En la capacidad de la tierra.
Salto, desato el corazón
y empecinadamente invento
gestos y palabras para el amor
como los pescadores del pueblo de mi padre
redes y barcas para la pesca.
Padre ya no tiene su juventud en casa.
Su pueblo y las mujeres de su pueblo
se han perdido en Buenos Aires.
Esta ciudad que conozco no es un juego
para niños. |
LA HERIDA QUE CAUSA
LA VIDA
Andadura humana.
Queda una huella de presencia vertical,
inextinguible.
Dejamos atrás los acontecimientos lejanos.
Se disuelve el existir
en besos mínimos y distraídos
que perpetúan nuestra historia,
limítrofes de nada.
Ni regresamos ni huimos,
liberamos las palabras
como homenaje póstumo
a la muerte.
Cae una leve luz en la mañana.
Nos hemos ido transformando
en este tiempo de rosas.
La anchurosa piel de fuego
olvida el cuerpo que tuvimos.
Somos la cicatriz
de fragmentos indescifrables,
huellas palpitantes,
de incesante caminar.
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CUANDO LA MUJER
DESEA
Un viento álgido de espermas
inaugura el tiempo
de los encuentros futuros.
Ignoradas sentencias buscan
la definición de su sexo,
la serie extinta de amores muertos
y las largas vigilias del sueño.
No había para ella más destino que el
silencio.
Abocada a la quieta doctrina de la
piedra,
soñaba con volar entre raíces
sobre un temblor de átomos sin rumbo,
desalojados ya de su órbita,
rodando febriles al unísono.
Fue, el deseo, un cúmulo
de brasas ardiendo entre sus manos.
Letras inaugurando hombres,
palabras rompiendo aguas
en el último círculo del infierno.
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UNA VIDA POSIBLE
Acordamos un tiempo para el amor
y un tiempo para la guerra.
La guerra es el futuro,
palabras que transforman
el tiempo del amor.
Yo había aprendido:
De tus manos, la palabra.
De tu piel, los imprecisos
pliegues del destino.
Caminaba a tu lado
como si mi vida fuese
caminar a tu lado.
Escribí mil historias,
y nombré cada letra escrita.
Grabadas
quedaron, en mi piel,
tus palabras.
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SIRENA DEL ASFALTO
Suscitó las preguntas necesarias para
zarandear cimientos y
[fósiles,
ruinosas costumbres desde donde se desprendían légamos,
escamas, sentimientos varios y algunos ancestros innombrables.
Del porvenir, volaban sonrisas en
todas direcciones,
un sacudirse el polvo de la pernera del pantalón,
oportunamente atusarse el pelo,
naipes gastados, cambiados por frases.
Horas de lecciones imposibles,
varipinto cesto de alambres de colores,
desorden abandonado de la mesa de la fiesta
mientras nuestras manos trazaban caricias
en el aire de otros mundos imposibles:
Frutos de simiente sin certeza,
albas, noches,
fragmentos de tiempo enamorado.
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RECIÉN ESTRENADOS
LOS SENTIDOS
Recién estrenados los sentidos
traen imágenes que se cruzan distorsionadas
ondas de una vieja emisora
quieren entrar de puntillas
pero un batallón de contusiones
defiende firme el territorio conquistado.
Bocas de ventrílocuo sin empleo
mueven sus labios.
Ante la atenta mirada de sórdidas
ciudades,
claves arbitradas dictadas desde balcones,
banderas caídas, sin pulso, lastiman la sonrisa.
Suerte, dijiste, y se cerró la puerta.
Tacones y cadenas alejan tus pasos
mientras las pesadas compuertas de mis ojos
caen bruscamente, para morir
en brazos de la vida.
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SE BUSCA NADA
¿Te has perdido entre susurros y
alabanzas?
¿Tus bosques de cristal son ahora
manojos de alfileres golpeándote la nuca?
¿Tus ágiles movimientos se parecen
al sonido del tren cuando sabe que no queda camino?
¿Te asusta la ciudad,
como un tanque de agua o de odio
que no te deja cerrar los ojos?
¿No te das cuenta?
Eso que duele,
es la soledad. |