LAS 2001 NOCHES ÍNDICE NÚMERO 9

EDITORIAL

EL MOMENTO MAS GRAVE DE LA VIDA

PAUL CELAN

GO HOME

EXISTE UN MUTILADO...

FUGA DE MUERTE

NOTAS DE DIRECCIÓN

HALLAZGO DE LA VIDA

ALMA FUERTES

LEÓN FELIPE

OLIVERIO GIRONDO

CONDUCE TUS PROPÓSITOS

VERSOS Y ORACIONES DE CAMINANTE

NOCTURNOS

ANTICIPO DEL LIBRO 
LAS 2001 NOCHES

AUTORRETRATO

LEOPOLDO DE LUIS

SOCIOS DE HONOR

CÉSAR VALLEJO

NOSOTROS

MIGUEL OSCAR MENASSA

 VIOLENCIA DE LAS HORAS

ARMA SECRETA

NACIMIENTO DEL POETA

LANGUIDAMENTE SU LICOR

NOCIONES DE ESTADÍSTICA

SIETE CONFERENCIAS DE PSICOANÁLISIS EN LA HABANA. CUBA

GO HOME 

¿Pero acaso no te hundes en el mutismo viscoso de una ciénaga que gira lentamente sin fin un estallido de luciérnagas fúnebres un burbujeo de sangre que fermenta y ese silbido de serpentario del sol sobre tu alma... ?

Y esa carcajada del gallo en la aldea arrasada un estertor un espasmo de relámpagos del alba esa sonrisa del gallo en la paja del techo en llamas semejante sonrisa de cráneo a la intemperie.

Ese país sale desnudo de entre los pantanos echa sal en la herida balancea esas tiernas muñecas de la jungla que hacen vibrar entre las cañas la lenta desgarradura de su risa como una larga hoja brillante y fría hasta los huesos.

Deja atrás la pelambre suicida de esa tierra de helechos mortales llena de cosas tan antiguas que flotan en sueños y se desvanecen para aullar con el humo y la sentencia que te sigue como una flor caníbal entre los tizones de la noche.

La bala verde de las hojas la bala negra de la tierra la bala líquida del agua la bala de los astros y el viento y la bala de la fiebre y de los perros que ladran alrededor de tu cadáver la bala del pantano y el niño asesinado la bala del loro y la tortuga y del polen de cada planta y la bala del té y de la negra olla de barro y de las ropas y la bala del pájaro y de la escolopendra hasta la bala insomne de la luna hasta las mismas balas de ese pueblo de sombras invencibles todas buscándote con tu latido y ese incesante sol de dolor y de eterno retorno.

Escucha los fantasmas de esa luz excesiva que hace traslúcidos tus huesos cada oleada de sangre exiliada de un mundo de alimentos envasados jarros de cerveza el movimiento de tu raza y ahora tan sólo ese murmullo de hojas esas manos impunes que destapan las cloacas de la muerte.

Y dónde esos cuerpos de aceite dulcísimo que huyen como un perfume ese linaje de sonrisas altivas se cierra con una dentellada de caimán en la alienación del fuego. ¿Y qué haces allí con tu industria de momias frenéticas con tu pisada de verdugo ignorante bajo la maldición de esos dioses bajo la misteriosa mirada de tus víctimas vociferando en la camisa de fuerza del follaje... ?

    Vete.
    Go home

  ENRIQUE MOLINA

PRESENTACIÓN DEL NUMERO SIETE EN BUENOS AIRES

    Realmente es difícil hablar de un sueño realizado. Qué poeta no soñó alguna vez con una revista como ésta. Una revista que en estos momentos de tan poca aceptación pública para el género, llega a tirar 35.000 ejemplares en forma gratuita, indica que la capacidad de trabajo y organización y la capacidad de distribución, son prácticamente asombrosas.

Cuando yo era todavía un muchacho muy joven, tuve la suerte de coincidir con un grupo que se reunió alrededor de una revista de poesía, que fue «Poesía Buenos Aires». Esta revista duró 10 años, 30 números, pero nunca tiraba más de 500 ejemplares y no creo que los 500 circularan. Son muchas las formas de circulación y de acceso, de llegada de la poesía. Algunas pueden ser por expansión, otras pueden ser 

por hondura, por intensidad. A veces se dan las dos juntas y, en cierta medida, algo hay en este caso.

Yo me imagino cómo se sentirá Menassa con este sueño realizado en sus manos, porque ni siquiera estamos presentando los famosos N.o 1 de las revistas literarias que muchas veces terminan y, con suerte, llegan al segundo número. Estamos presentando nada menos que el significativo N.o 7, un número realmente mágico, preñado de buenos augurios. Otros números que se han ido acrecentando en la tapa de los ejemplares, que han ido apareciendo: 20.000 primero, 30.000, 35.000 y ahora quién sabe a cuánto podemos llegar.

La sensación que yo tengo es también, además del 
asombro, la agradable sorpresa y la sana envidia a Menassa que se puede dar este magnífico gusto. Es una sensación como de «revival», de volver a vivir en el tiempo. No que sea lo mismo que otras épocas, sino que a lo largo de esta revista, de repente van apareciendo nombres que son no sólo de grandes escritores, de figuras de la poesía y de la literatura, sino nombres que están ligados a mí, a mí como persona, como individuo, no solamente como escritor.

- En este número, y creo que no es casual, se termina de publicar un libro de Raúl Gustavo Aguirre. Raúl Gustavo Aguirre fue el hombre que hizo posible esa revista «Poesía Buenos Aires» de la cual hablé al comienzo. Fue un hombre tan generoso que se entregó totalmente a los demás. Tanto y de tal manera regalando su generosidad, su bondad, y también su exigencia y sus consejos, regalando su tiempo, y regalando además, con todo ello, el no hacer su obra. Ayudó a tantos, entre ellos yo soy uno de ellos, a hacer su obra que no se guardó casi nada de tiempo para él. Por eso me alegra tanto que Raúl Gustavo Aguirre aparezca no sólo en la editorial del número 7 con un poema que es muy significativo del espíritu con que vivimos aquel momento, que creo que es posible y deseable vivir la experiencia de la poesía, sino también porque los aforismos de Raúl son la parte más original y más profunda de su obra. Lo que se ha reproducido en las 2001 en los cuatro números consecutivos son los aforismos de uno de los pocos y pequeños libros que Raúl publicó: «Alguna Memoria». Su viuda conserva, y ha puesto al alcance de muchas editoriales que no se han dado el gusto de publicarlo, una gran cantidad -casi la mitad de la obra de Raúl Gustavo Aguirre está constituida por aforismos- e insisto, me parece profundamente significativa. Pero además de Aguirre, en este número está nada menos que Lichtemberg. Otro escritor completamente, profundamente original, uno de los pocos que André Breton, en 1939, incluyó en un libro visionario que fue la «Antología del Humor Negro», a través del cual acuñó este concepto del humor como arma de liberación; del humor como arma profunda. y Lichtemberg, a partir de entonces, llegó a tener un reconocimiento no público, un reconocimiento de tipo secreto, hondo.

    A veces pienso, como me pasó con Fernando Pessoa, que conquistan su público de uno en uno, de casa en casa, como cuando se toma una ciudad casa por casa. Hay otros que se imponen masivamente, digamos, como Picasso y tantos otros. Litchtemberg es del tipo que nos va conquistando de uno en uno, de persona a persona. Son los escritores que 


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escriben para cada uno de nosotros, para la persona y para el hombre que hay en nosotros. y aunque hayan pasado varios siglos desde la publicación de sus fragmentos, de sus aforismos, sigue siendo, como dijo Nieztche, no sólo uno de los maestros de la prosa alemana, de la literatura alemana, sino uno de los más grandes humanistas que ha dado Europa por la profundidad de su pensamiento que abarca toda clase de inquietudes y por la lucidez con las cuales sabe burlarse de tantos poderes, de tantas megalomanías y también de sí mismo.

Pero, en los números anteriores de esta revista, me topé con nombres que son profundamente entrañables para mí. Cómo no mencionar a César Vallejo, que es un poeta que yo descubrí casi de casualidad, en los anaqueles de un exiliado republicano cuando era casi un niño y, confieso, que me la robé. Cómo no hablar de Paul Eluard, ese poeta que, sobre todo en los comienzos del surrealismo, nos enseñó a nosotros, cuando éramos jóvenes, ya tantos, que después de él no se podía amar como antes de él. Cómo olvidar a Blaise Cendrars, un hombre que nos enseñó también, como diría después Tristán Tzará, que la poesía es la manera de vivir. Cómo olvidar a Heráclito, al gran Heráclito, el más grande de los presocráticos. Aquél que, con fragmentos de textos encontrados, sin haber construido en absoluto una obra literaria, una obra filosófica, como se puede concebir después de los presocráticos, dejó viva y latente una llama que es el alimento mismo de la humanidad y que es una llama en la cual la poesía. el conocimiento, oleá la verdad 110 , se muestran separados, no se muestran como géneros sino que se dan como una evidencia viva, latente, de algún modo el «logos» del que hablaron los antiguos griegos. Ese Heráclito que Raúl Gustavo Aguirre traducía con tanto cariño y entusiasmo y divulgaba en ediciones casi artesanales y caseras.

Cómo no hablar de Miguel Hemández, uno de los símbolos vivos del pueblo español en aquellos momentos de la guerra civil española. Un pastor de cabras, nacido en Orihuela, nunca tuvo estudios académicos, ni siquiera literarios. Era, en sí mismo, la voz del pueblo español. La misma voz que había dado origen a la gran poesía de Siglo de Oro. Ese siglo de oro que él, Miguel Hemández, supo resucitar en los sonetos maravillosos de su primera juventud. Cuando habló de Raúl Gustavo Aguirre, no sé si decir patriarcal o magistral porque él era todo lo contrario a un patriarca o un maestro, pero fue la figura, la gran figura en Poesía Buenos Aires, ese movimiento que, en gran medida, se nutría de un linaje, del cual Bajarlía también tiene relaciones, que es el invencionismo.

Y cómo no hablar del pluralismo significativo que existe entre esta revista al poner estas figuras de la vanguardia, o del arte más íntimo, más hondo, más entrañable junto a una de las voces más legítimas de lo que se podría llamar, quizás engañosamente, poesía popular, poesía social y aún poesía política, como es el inolvidable y endeble...ineludible, (dije endeble, es ineludible, hay profesionales del lapsus, hay que tener cuidado) que es Raúl González Tuñón, y el mismo José Portogalo que también está recuperado del olvido en este número.

Finalmente hablo de algunos españoles significativos: de Lorca y de Cemuda sobre todo, aunque también de Aleixandre. Sobre todo de García Lorca, el otro mártir vivo de la poesía en los tiempos de lucha contra el fascismo, contra el franquismo. y Luis Cemuda, que fue un exiliado también, vivió toda su vida lejos de España y fue recuperado después.

Otra cosa que me resulta muy significativa, además de esta revisión, reencuentro más allá de los tiempos, porque la poesía vive más allá de los tiempos en que transcurrió, es la relación de los argentinos con España, y de España con los argentinos.

Esta es una revista, en gran medida, hecha por un argentino que vive en España y, de alguna manera, está cumpliendo, además de muchas funciones, la del acercamiento, la de romper esa barrera de hielo que tiene como congeladas las posibilidades de comunicación de la poesía. También está rompiendo, acaso inconscientemente, otras barreras que hay entre la poesía argentina y la poesía española. Ha habido momentos de encuentro y momentos de desencuentro, no sólo entre las culturas española y argentina sino, prácticamente, entre todas las culturas porque eso es el hombre: búsqueda, encuentro y desencuentro.

Hace unos años tuve la oportunidad de conversar aquí con famosos poetas españoles, de los más famosos. Me llamó la atención, por un lado, -simplemente es una lectura diferente- su incapacidad para percibir lo que significa la evolución tan personal de la poesía argentina contemporánea de esta mitad del siglo. Era como si todo eso que nosotros habíamos hecho y vivido con tanta intensidad, y creo que algo similar pasa con

 el modernismo brasileño, para ellos no significara nada en absoluto. Pero, me llamó también la atención, me doy cuenta por lo que hablábamos, que tampoco les llegaba, no les parecía significativo -y esto tiene que ver con momentos históricos, con momentos socioculturales- aquella «Generación del 27» que es, junto con el «Siglo de Oro», a mi modesto entender, uno de los momentos más altos de la poesía española. Por eso que devolverle a los españoles, aunque Ustedes no lo crean, a Cernuda ya Lorca, es una pequeña revancha simbólica que nos tomamos nosotros, los argentinos.

Para el final, dejo a una poetisa, a una poeta muy  entrañable, porque yo soy hijo de gallegos, inclusive acabo de traducir y publicar aquí una antología bilingüe; pero publicar a Rosalía de Castro en una revista de estas características me parece un gesto de una gran significación intelectual y literaria. Percibir la modernidad, la persistencia, la intensidad, los valores de lirismo que tiene Rosalía de Castro me parece que es algo que merece ser destacado.

Tengo un gran amigo que se llama «William Shang», un poeta escocés, que me dice que mi inglés es patético, así que perdonen. Quería terminar con una cita de un gran poeta inglés W. H. Auden, o algo así, (se escribe Auden para los hispano- parlantes). Es un libro muy significativo de él que se llama «La Mano del Teñidof», que editó en 1948, así que fue escrito hace más de medio siglo. El dice: «El poeta es el padre del poema, la madre es el lenguaje».

Yo sé que traer esto a colación en un medio de profesionales de las ciencias freudianas puede dar lugar a muchísimas interpretaciones, o recordar inclusive lo edípico, las atracciones del incesto y otras cosas más. Pero me parece que, literalmente, es muy rico lo que nos dice, que el poeta es el padre del poema pero que la madre es el lenguaje. y el lenguaje no es propiedad de nadie ya que nos permite ser profundamente lo más de nosotros mismos, expresar íntimamente lo más profundo de nuestro ser, la más íntima individualidad; pero, ineludiblemente, es un medio social. Al mismo tiempo que nos permite mostramos en 10 más oculto; lo más entrañable, lo más íntimo, eso, insisto, eso es lo que lo hace al lenguaje, es ineludiblemente social y en él están vivos todos los que vivieron, todos los que murieron, la historia, el pasado, las supersticiones, la cultura.

Yo creo que es una buena metáfora para una revista como ésta que ha conseguido superar la barrera del aislamiento social de la poesía, que le permite a un individuo muy concreto, que es Miguel Oscar Menassa que se da el lujo de hacerla con su santísimo gusto, este placer secreto y solitario que tiene de armar las 2001 noches y que además es tan buena. Nada más.

                         Desgrabación de cinta magnetofónica.
                                         
RODOLFO ALONSO

LAS 2001 NOCHES DE POESÍA

La revista se llama Las 2001 Noches, y lleva como subtítulo Revista de Poesía, Aforismos, Frescores. Fue fundada por un poeta insomne que le ganó la batalla a Platón cuando decía que la poiesía era un reflejo de lo eidético. y que, incluso, le ganó también a Schelling cuando afimíaba que la poesía era la expresión de lo infinito por lo finito.

Ese poeta triunfador y fundador fue Miguel Oscar Menassa, en cuyo número 1, del 1.0 de enero de 1997, que contaba con 20.000 ejemplares lanzados desde Madrid, decía en una de sus Notas de Dirección:

«Estoy muy contento de todo lo que me pasa, la gente ya empieza a pensar qué harán cuando yo me muera, y yo pienso que si esperan tanto tiempo para empezar no podrán hacer nada».

Y yo, lector de Las 2001 Noches, ya comencé a pensar.
Un poeta como Miguel Oscar Menassa, que vive y muere por la poesía (así diría César Vallejo), no puede morir. Porque Menassa, además de estar trasvasado en un ser insomne, y en m humano lleno de fervor, es incorruptible y no morirá jamás. Su ingente expansión lo llevó a fundar una revista de Poesía donde, de alguna manera, están todos y todas las tendencias. No falta ningún poeta del mundo: América, España, toda Europa, todas las latitudes. En sus páginas se cumple esa enigmática definición que los exégetas xtrajeron de los Cantos de Maldoror: el encuentro fortuito de una máquina de coser y de un paraguas sobre una mesa de disección.

Y esto es así porque Menassa, como Rimbaud, trabaja intensamente para volverse vidente. Yen esta empresa, amo decía el poeta de las Iluminaciones, al


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escribirle a e Georges Izambard en 1871, «yo es otro». Menassa es él, y también, su yo es otro. Es el que se hace vidente para descubrir y prohijar a los poetas.

Y al lado de la inmortal poesía, también está la otra batalla: la del pensamiento, como puede verse en el núm. 5, de mayo de 1997, donde García Márquez, Bobbio, Eco, Mailer, Fuentes y Susan Sontang se solidarizan con el Grupo PRISA.

Y donde Menassa dirá: «y ahora, por favor, no me vengan a tocar (...) para preguntarme cómo he sobrevivido con tanta fuerza, tanta belleza, durante 20 años en España, escribiendo sin el apoyo, ni siquiera la mención, de los grandes medios de difusión, porque yo mismo les contestaré: Escribiendo poesía, porque la poesía es una puerta cerrada a los imbéciles».

Y con la batalla, siempre la poesía. Porque Las 2001 Noches se multiplican poéticamente a cada instante. El número 7, de julio de este año de 1997, tuvo una tirada de 35.000 ejemplares. En cada uno de ellos vibra ese fervor y esa poesía que se llama Miguel Oscar Menassa.

Y aún así le corresponde algo más a este poeta que vive y muere por la poesía. Si hay un renacido interés por ella en estos tiempos de despiadada tecnología, es porque él es el impulsor no sólo de Las 2001 Noches sino de otras publicaciones de poesía como El Indio del Jarama, Onda Cero y Extensión Universitaria, artillería imbatible para que Homero siga recitando sus epopeyas por los caminos.

JUAN-JACOBO BAJARLIA

A PROPOSITO DEL ONFALO

Comenzar por el comienzo: opinar sobre este acto arcaico, insalubre, impresentable, que son las presentaciones hoy en uso y que en el caso de los poetas, no sirven siquiera para recibir un mísero doblón, oblado, y jamás doblado, por alguna editorial.

Contra mi voluntad, aunque por mi emoción, me inmolo hoy, una vez más, como presentador contranatura, y la hago como quintacolumnista, pues mi único fin es ser un eficaz serruchador de piso, de estos actos arcaicos y calcados, en que se ha ido convirtiendo la cita literaria. Creo que se requiere una pronta actitud sanitaria. Tema que pide una tarea común que ayude a desmontar el falaz prestigio que arrastra esta ceremonia lánguida. Este mal cadáver del siglo 19 que insiste en perdurar hasta el 21.

Lo hago resueltamente subversivo. Es hora de dar con nuevos paisajes en donde ofrendar la luz oral al animal invisible de la palabra. Que no merece escenarios de cafés nauseabundos, raros depósitos, sótanos, cuevas, teatrillos o altillos prestos al marketing de los libreros más listos del reino.

Se trata, creo, de retomar la salud fiestera de Oliverio Girondo, por caso, quien, hace ya medio siglo, paseó su nuevo libro en carroza mortuoria, con coche de caballos en recorrido que creo fue de Callao a Corrientes, ya pura carcajada para cortar en dos las formas.

O a la de Ramón Gómez de la Serna, con sus charlas de funámbulo, ascendido en trapecio hasta la mitad aérea de un circo para echar sus greguerías sobre las cabezas de la gente dispuesta a que llueva maná.

Se nos ha oxidado la máquina de asombrar. Se olvida la estrategia de las cajas chinas. La imaginación baja los brazos. La sorpresa vegeta en los rincones. Los técnicos de lo sagrado optan por ser funcionarios de la costumbre, súbditos del reino de la fotocopia. Nadie invita hoya un no lugar, que es, probablemente, el lugar donde pueda estar esperándonos la poesía.

¿No será así porque los poetas son, de suyo, impresentables?

Hay aquí, esta noche, algunos imputados. Un buen número de curiosos con pajarería propia, a la que por pudor ocultan entre pecho y espalda.

A los poetistas, señor, ¿qué les pasa?

La folklórica literaria ha devenido timo arqueológico. Los poemas andan gritando por las calles para que demos con nuevas formas de celebrar, no de presentar. Como se sabe, alarma la proliferación de libros. Un virus. Está inflamada la glándula canora. Se extiende la poetitis. Los talleres de Literatura hace estragos. Cada mes cien nuevos alumnos golpean las puertas de Olimpo. Las imprentas no dan abasto. El mismo INDEC registra más poetas que deshollinadores, ebanistas y trabajadores de subte. Se están cometiendo abusos a granel: el del panegírico de los pavos reales, el de quienes firman, presentan y exaltan al voleo y terminan por provocar mareos, vómitos y trastornos de lenguaje. La presentación de libros se ha degradado tanto, que constituye un delito. A propósito, aprovecho este sitio para proponer se la incluya como ladino método de tortura, sin que de modo alguno sus responsables puedan acogerse al beneficio del Tratado .de San José de Costa Rica.

   Los reos son aquellos que luchan a brazo partido por entrar en la promiscuidad de una antología, los que se desviven por recibir adjetivos mimosos que orbiten en tomo de su ónfalo, los que apabullan con la marca de fábrica de su estética, los que van por aquí y por allá distribuyendo el logotipo de su yo.

Qué bueno sería adelantar esa época en la que como se dice «me alcanza un vaso de agua» pueda decirse «los poetas están entre nosotros» Ni sobre ni delante de nosotros. En igual horizonte de mira. Esto es, que mirado desde el Tortoni, desde la Academia Sueca o desde la dirección de Bromatología, sea una reunión de alta higiene ética y estética.

¿No se encontrarían felices de asistir a un acto en el que el ejercicio de desombligar, de alcanzar el ombligo anónimo, fuera el primer poema de la noche? ¿Recuerdan ustedes si alguna vez (desde la fundación de Garay hasta hoy) se ha levantado un asistente a estos actos, para declarar airado «esto es una bazofia, no un poema». Si surgiera este público (y portando una guillotina literaria) otros gallos cantarían. Serían muy pocos. Pero poéticos. Es cierto que en cada cual hay una pulsión natural de la poesía buscando un do de pecho. Desde el Cromagnon nos empuja la necesidad de trébol de cinco pétalos, de la aguja en el pajar, del hilo de luz en la espesura.

¿Que por qué nos embruja tanto la búsqueda del poema? Porque intuimos que el poema puede avisar a la población de la inmensidad de tierra virgen que hay en cada uno. y porque nos corresponde dar noticia de que cada uno, por sólo serIo, lleva un poema puesto, un pájaro portátil. (y por ello, un cielo propio).

¿No es ésta, entonces, la mejor propuesta que un impresentable por vocación pueda hacer en la presentación de una revista de poesía? Esto es, ¿despresentar autores y celebrar que ella, la invisible, la anónima, es la única que reina entre nosotros? A la poesía, no a los poetas. Esos espías de Dios, según Shakespeare. Legisladores, según Shelley. O mariquitas, según el barrio.

Los poetas (como los panaderos, los equilibristas, los químicos, los vendedores de violetas, los lectores de agua y hasta los buzos, no surgen del repollo del cielo sino de la misma sangrante y cantante paridora, que es la especie. Ella no los necesita para preservarse. Apenas para que le guarden la frontera de la ambigüedad, de la disonancia, de la fragmentación. Los tiene allí para que suceda la diferente, el milagro mutante y el acogotamiento de toda repetición. Para que la ilusión flote sobre las cosas y para que con humilde esfuerzo reparen el génesis, que a Dios. es evidente. se le estropeó.

Desde siempre, la tradición diagnosticó que «de poeta y de loco, todos tenemos un poco». Pero no queda claro porqué algunos son muchísimo más locos que otros y se pasan la vida trabajando gratis como vicarios de la locura y de la poesía públicas. Este es el servicio asistencial que los poetas deben prestarle a la sociedad. y bien se los recompensa por ello: cantan, celebran, inventan y salen (y vuelven) del mundo, en formidables aparatos de volar con palabras. Vaya gloria.

Que en medio de un país huérfano, calcinado hasta sus huesos, unos seres algo inválidos y contra natura, siempre fuera de moda y negados a las pericias básicas (como arreglar un grifo, conducir automóviles o meter la mano en la lata) insistan en imaginar lo que sucede en donde dicen no sucede nada, en el camino paralelo al camino, es un acontecimiento prodigioso. Lo hagan con agraciadas o desgraciadas voces. Canten o aúllen. No importa. Cada uno es un tono, un fraseo, un tempo de la música del espíritu. Una gama que va de Safo y de Ovidio, al payador más flojito de los pagos de Areco. Desde el estrepitoso poeta nacional hasta el lírico barrial o de café. Sea un monje de clausura verbal que escribe el silencio o quien unido a su guitarra arde en autoría y canta. Aunque sólo si lo hacen desde la gracia: distantes del árbol del bien y del mal, fuera del alcance de la alta contaminación atómica del ónfalo, del ombligo, del yo.

    La celebración de hoy es para la revista Las 2001 Noches. Hecho novísimo en la distribución de panes y de peces de la poesía que escapa a las prácticas de museo y reiteración señaladas. Hay detrás de esta revista un energúmeno fenomenal, un palabrero furioso, que viene dando voces desde hace años ya lo loco. Un palabrista en estado de expansión. Tal vez el mejor director para un centro hospitalario de poetas. Un empecinado repartidor de poemas. Suyos, de otros, de nadie. Sea aquí, en Madrid, el resto del mundo. Pues, si algo hace Miguel Oscar Menassa en su desvarío de ciego y terco es seguir dándole, día y noche, a la improbable piñata de la poesía. Prestigrafía, prestifonía, prestimanía, en la que caemos todos (hasta con los ojos abiertos) sin dar jamás en el centro de su luz.

Espero que nuestros próximos encuentros tengan lugar en un no lugar. En el Planetario, en el Puente de la Noria, en el Camino Negro, en el parque 'Derechos de la Ancianidad,  en la Reserva Ecológica o en la Ciudad Oculta.

O tal vez en una carpa nómada. ¿Hay acaso destino mejor para un poeta que vivir en perpetua emergencia?

ESTEBAN PEICOVICH


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LEÓN FELIPE


 VERSOS Y ORACIONES
DE CAMINANTE

II

  DESHACED ese verso.
 Quitadle los caireles de la rima,
 el metro, la cadencia
 y hasta la idea misma.
 Aventad las palabras,
 y si después queda algo todavía,
 eso
 será la poesía.

III                            

POESÍA,
tristeza honda y ambición del alma,
cuándo te darás a todos... a todos,
al príncipe y al paria,
a todos...
sin ritmo y sin palabras!

                                IV

SISTEMA, poeta, sistema.
Empieza por contar las piedras,
luego contarás las estrellas.

                                 V

POETA
ni de tu corazón,
n! de tu pensamiento.
Entre todos los hombres las labraron
y entre todos los hombres en los huesos
de tus costillas las hincaron.
La mano más humilde
te ha clavado
un ensueño...
una pluma de amor en el costado.

                                VI

No andes errante...
y busca tu camino.
-Dejadme-.
Ya vendrá un viento fuerte
que me lleve a mi sitio.

AUTORRETRATO

iQUÉ LÁSTIMA!

¡Qué lástima
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas de hoy cantan !
¡Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Qué lástima
que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde ésta a aquella comarca.
¡Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña
de la estepa castellana
y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada;
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña.

 

Después... ya no he vuelto a echar el ancla,
y ninguna de estas tierras me levanta
ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa
rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
iQué lástima
que yo no tengo una casa!,
una casa solariega y blasonada,
una casa
en que guardara, a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
y el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla.
iQué lástima
que yo no tenga un abuelo que ganara
una batalla,
retratado con una mano cruzada
en el pecho, y la otra mano en el puño de la espada!
Y, iqué lástima
que yo no tenga siquiera una espada!
Porque... ¿qué voy a cantar si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
 

ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada? iQué voy a cantar si soy un paria
que apenas tiene una capa!
Sin embargo...
       en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa
en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.

Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se halla
en una sala
muy amplia
y muy blanca
que está en la parte más baja
y más fresca de la casa.
Tiene una luz muy clara
esta sala
tan amplia
y tan blanca...
Una luz muy clara
que entra por una ventana
que da a una calle muy ancha
y a la luz de esta ventana
vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas
leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
la gente al través de la ventana.
Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
cuando pasan
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga
de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias, de Pastrana,
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.
¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
siempre y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
¡Qué gracia
tiene su cara
en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata!
Yo me río mucho mirándola
y la digo que es una niña muy guapa...

Ella, entonces, me llama ¡tonto!, y se marcha.
¡Pobre niña! Y no pasa
por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de muy mala gana,


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ni se para
en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
Que un día se puso mala,
muy mala,
y otro día doblaron por ella a muerto las campanas.

Y en una tarde muy clara,
por esta calle tan ancha,
al través de la ventana,
vi cómo se la llevaban
en una caja
muy blanca...
En un caja
muy blanca
que tenía un cristalito en la tapa.
Por aquel cristal se la veía la cara
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana...
Al cristal de esta ventana
que ahora me recuerda siempre el cristalito de aquella caja tan blanca.
Todo el ritmo de la vida pasa
por este cristal de mi ventana...
¡Y la muerte también pasa!
¡Qué lástima
que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada,
y soy un paria
que apenas tiene una capa...
venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia!

 

LAS 2001 NOCHES

POESÍA, AFORISMOS, FRESCORES
1976-1997.
Es un libro: 500 páginas,
150 dibujos, y 400 noches de repuesto
"En este libro, hace el amor 
una mujer como yo"

En "Las 2001 Noches" también está lo que te interesa: Poesía Locuras, Tardes apacibles, Psicoanálisis, Sexo, Traición, Hortalizas, Exilio, Grupos, Huecos insondables, Garche sencillo y complicados poemas de amor.

 

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 CESAR VALLEJO

 VIOLENCIA DE LAS HORAS

    Todos han muerto
    Murió doña Antonia, la ronca, que hacía pan barato en el burgo.

    Murió el cura Santiago, a quien placía le saludasen los jóvenes y las mozas, respondiéndoles a todos, indistinta- mente: «Buenos días, José! Buenos días, María!».

     Murió aquella joven rubia, Carlota, dejando un hijito de meses, que luego también murió a los ocho días de la madre.

     Murió mi tía Albina, que solía cantar tiempos y modos de heredad, en tanto cosía en los corredores, para Isidora, la criada de oficio, la honrosísima mujer.

     Murió un viejo tuerto, su nombre no recuerdo, pero dormía al sol de la mañana, sentado ante la puerta del hojalatero de la esquina.

     Murió Rayo, el perro de mi altura, herido de un balazo de no se sabe quién.

   Murió Lucas, mi cuñado en la paz de las cinturas, de quien me acuerdo cuando llueve y no hay nadie en mi 
experiencia.

   Murió en mi revólver mi madre, en mi puño mi hermana
  y mi hermano en mi víscera sangrienta, los tres ligados por un género triste de tristeza, en el mes de agosto de años sucesivos.

   Murió el músico Méndez, alto y muy borracho, que 
solfeaba en su clarinete tocatas melancólicas, a cuyo articulado se dormían las gallinas de mi barrio, mucho antes de que el sol se fuese.

    Murió mi eternidad y estoy velándola.

LÁNGUIDAMENTE SU LICOR 

    Tendríamos una edad misericordiosa, cuando mi padre du ordenó nuestro ingreso a la escuela. Cura de amor, una tarde
lluviosa de febrero, mamá servía en la cocina el yantar de
oración. En el corredor de abajo, estaban sentados a la mesa
mi padre y mis hermanos mayores. Y mi madre iba sentada
al pie del mismo fuego del hogar. Tocaron a la puerta.

    -Tocan la puerta!- mi madre.

    -Tocan la puerta!- mi propia madre. una 

    -Tocan a la puerta- dijo toda mi madre, tocándose las
entrañas a trastes infinitos, sobre toda la altura de quien
viene. 

    -Anda, Nativa, la hija a ver quién viene.

    Y, sin esperar la venia maternal, fuera Miguel, el hijo
quien salió a ver quién venía así, oponiéndose a lo ancho de nosotros.
    Un tiempo de rúa contuvo a mi familia. Mamá salió, avanzando inversamente y como si hubiera dicho: las partes. Se hizo patio afuera. Nativa lloraba de una tal visita, de un tal patio y de la mano de mi madre. Entonces y cuando, dolor
y palabras techaron nuestras frentes.

     -Porque no le dejé que saliese a la puerta, -Nativa, la
hija,- me ha echado Miguel al pavo. A su pavo.

      ¡Qué diestra de subprefecto, la diestra del padre, revelando, el hombre, las falanjas filiales del niño! Podía así no en otorgarle la ventura que el hombre deseara más tarde. Sin embargo: 

      -Y mañana,  a la  escuela, disertó magistralmente el padre, ante el público semanal de sus hijos.

    -Y tal, la ley, la causa de la ley. Y tal también la vida.

Mamá debió llorar, gimiendo apenas la madre. Ya nadie  quiso comer. En los labios del padre cupo, para salir rompiéndose,


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una fina cuchara que conozco. En las fraternas  bocas, la absorta amargura del hijo, quedó atravesada.
    Más, luego, de improviso, salió de un albañal de aguas llovedizas y de aquel mismo patio de la visita mala, una gallina, no ajena ni ponedora, sino brutal y negra. Cloqueaba en mi garganta. Fue una gallina vieja, maternalmente viuda de unos pollos que no llegaron a incubarse. Origen olvidado de ese instante, la gallina era viuda de sus hijos. Fueran hallados vacíos todos los huevos. La clueca después tuvo el verbo.

    Nadie la espantó. y de espantarla, nadie dejó arrollarse por su gran calofrío maternal.

    -¿Dónde están los hijos de la gallina vieja?

    -¿Dónde están los pollos de la gallina vieja? ¡Pobrecitos! ¡Dónde estarían!

       El MOMENTO MAS GRAVE DE LA VIDA

     Un hombre dijo: 

    -El momento más grave de mi vida estuvo en la batalla del Mame, cuando fui herido en el pecho.
    Otro hombre dijo:
    -El momento más grave de mi vida, ocurrió en un mare- moto de Yokohama, del cual salvé milagrosamente, refugia- do bajo el alero de una tienda de lacas.
    Y otro hombre dijo:
    -El momento más grave de mi vida acontece cuando duermo de día.
    Y otro dijo:
    -El momento más grave de mi vida ha estado en mi
mayor soledad.
    Y otro dijo:
    -El momento más grave de mi vida fue mi prisión en una cárcel del Perú.
    Y otro dijo:
    -El momento más grave de mi vida es el haber sorprendido de perfil a mi padre.
    Y el último hombre dijo:
    -El momento más grave de mi vida no ha llegado todavía.

  EXISTE UN MUTILADO...

    Existe un mutilado, no de un combate sino de un abrazo, no de la guerra sino de la paz. Perdió el rostro en el amor y no en el odio. Lo perdió en el curso normal de la vida y no en un accidente. Lo perdió en el orden de la naturaleza y no en el desorden de los hombres. El coronel Piccot, Presidente de «Les Gueules Cassées», lleva la boca comida por la pólvora (le 1914. Este mutilado que conozco, lleva el rostro comido por el aire inmortal e inmemorial.

   Rostro muerto sobre el tronco vivo. Rostro yerto y pegado con clavos a la cabeza viva. Este rostro resulta ser el dorso del cráneo, el cráneo del cráneo. Vi una vez un árbol darme la espalda y vi otra vez un camino que me daba la espalda. Un árbol de espaldas sólo crece en los lugares donde nunca nació ni murió nadie. Un camino de espaldas sólo avanza por los lugares donde ha habido todas las muertes y ningún nacimiento. El mutilado de la paz y del amor, del abrazo y del orden y que lleva el rostro muerto sobre el tronco vivo, nació a la sombra de un árbol de espaldas y su  existencia transcurre a lo largo de un camino de espaldas.

 

 Como el rostro está yerto y difunto, toda la vida psíquica, toda la expresión animal de este hombre, se refugia, para traducirse al exterior, en el peludo cráneo, en el tórax y en las extremidades. Los impulsos de su ser profundo, al salir, retroceden del rostro y la respiración, el olfato, la vista, el oido, la palabra, el resplandor humano de su ser, funcionan y se expresan por el pecho, por los hombros, por el cabello, por las costillas, por los brazos y las piernas y los pies.

    Mutilado del rostro, tapado del rostro, cerrado del rostro, este hombre, no obstante, está entero y nada le hace falta. No tiene ojos y ve y llora. No tiene boca y habla y sonríe. No tiene frente y piensa y se sume en sí mismo. No tiene 
mentón y quiere y subsiste. Jesús conocía al mutilado de la función, que tenía ojos y no veía y tenía orejas y no oía. Yo conozco al mutilado del órgano, que ve sin ojos y oye sin
orejas.

  HALLAZGO DE LA VIDA

     ¡Señores! Hoyes la primera vez que me doy cuenta de la presencia de la vida. ¡Señores! Ruego a ustedes dejarme libre un momento, para saborear esta emoción, formidable, espontánea y reciente de la vida, que hoy, por la primera vez, me extasía y me hace dichoso hasta las lágrimas.

    Mi gozo viene de lo inédito de mi emoción. Mi exultación viene de que antes no sentí la presencia de la vida. No la he sentido nunca. Miente quien diga que la he sentido. Miente y su mentira me hiere a tal punto que me haría desgraciado. Mi gozo viene de mi fe en este hallazgo personal de la vida, y nadie puede ir contra esta fe. Al que fuera, se le caería la lengua, se le caerían los huesos y correría el peligro de recoger otros, ajenos, para mantenerse de pie ante mis ojos.

    Nunca, sino ahora, ha habido vida. Nunca, sino ahora, han pasado gentes. Nunca, sino ahora, ha habido casas y avenidas, aire y horizonte. Si viniese ahora mi amigo Peyriet, le diría que yo no le conozco y que debemos empezar de nuevo. ¿Cuándo, en efecto, le he conocido a mi amigo Peyriet? Hoy sería la primera vez que nos conocemos. Le diría que se vaya y regrese y entre a verme, como si no me conociera, es decir, por la primera vez.

    Ahora yo no conozco a nadie ni nada. Me advierto en un país extraño, en el que todo cobra relieve de nacimiento, luz de epifanía inmarcesible. No, señor. No hable usted a ese caballero. Usted no lo conoce y le sorprendería tan 
inopinada parla. No ponga usted el pie sobre esa piedrecilla; quién sabe no es piedra y vaya usted a dar en el vacío. Sea usted precavido, puesto que estamos en un mundo absolutamente inconocido.

    ¡Cuán poco tiempo he vivido! Mi nacimiento es tan reciente, que no hay unidad de medida para contar mi edad. ¡Si acabo de nacer! ¡Si aún no he vivido todavía! Señores: soy tan pequeñito, que el día apenas cabe en mí.

    Nunca, sino ahora, oí el estruendo de los carros, que cargan piedras para una gran construcción del boulevard Haussmann. Nunca, sino ahora, avancé paralelamente a la primavera, diciéndole: «Si la muerte hubiera sido otra...» Nunca, sino ahora, vi la luz áurea del sol sobre las cúpulas del Sacré-Coeur. Nunca, sino ahora, se me acercó un niño y me miró hondamente con su boca. Nunca, sino ahora, supe que existía una puerta, otra puerta y el canto cordial de las distancias.

    ¡Dejadme! La vida me ha dado ahora en toda mi muerte.

 

PSICOANALIZARSE
TAMBIÉN 
ES UN ACTO POÉTICO


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OLIVERIO GIRONDO


 NOCTURNOS

1

No soy yo quien escucha
ese trote llovido que atraviesa mis venas.
No soy yo quien se pasa la lengua entre los labios,
al sentir que la boca se me llena de arena.
No soy yo quien espera,
enredado en mis nervios,
que las horas me acerquen el alivio del sueño,
ni el que está con mis manos, de yeso enloquecido,
mirando, entre mis huesos, las áridas paredes.
No soy yo quien escribe estas palabras huérfanas.

2

DEBAJO de la almohada
una mano,
mi mano,
que se agranda,
se agranda,
inexorablemente,
para emerger,
de pronto,
en la más alta noche,
abandonar la cama,
traspasar las paredes,
mezclarse con las sombras,
distenderse en las calles,
y recubrir los techos de las casas sonámbulas.
A través de mis párpados
yo contemplo sus dedos,
apacibles,
tranquilos,
de ciclópeas falanges;
los millares de ríos
zigzagueantes,
resecos
que recorren la palma desierta de esa mano,
desmesurada,
enorme,
adherida al insomnio,
a mi brazo,
a mi cuerpo
diminuto,
perdido
en medio de las sábanas;
sin explicarme cómo esa mano
es mi mano,
ni saber por qué causa se empeña en disminuirse.

                              3

ME ASOMO a los ladridos.
¿Qué hace este árbol despierto?
Las sombras no se apartan,
se aprietan a sus cuerpos.
No me agrada esta calma,
este silencio muerto,
sin carne,
puro hueso.
A través de la veta, mineral, de una nube,
aparece la luna.
Ya me lo sospechaba.
¿Qué hacer?
             ¿Qué hacer?
La miro.
         Quiero ulular.
                        No puedo.

                                4

Y TÚ también
quejido,
inútil,
extraviado,
de tranvía ya loco
de trajes
y de horarios;
adentro de mis venas,
en mi tiempo,
en mis huesos,
mezclado a mi silencio,
a mi pulso,
a mi fiebre,

a todo lo que impregna
esta vigilia estéril,
con ritmo de gotera,
de persiana que se abre
y golpea, golpea,
aquí,
adentro de lo hueco,
donde estoy confinado,
recluido entre tendones,
asomado a los párpados, 
entre azoteas,
ventanas
moribundos, 
vajillas que se bañan,
rodeado de papeles,
de todo lo que sufre , 
mi presencia obstinada: 
los libros,
la ceniza, 
los lápices, 
la silla, 
el pelo y la dulzura
que se acerca y me mira,
la mesa
y el ropero,
con sus trajes ahorcados,
la cama que me espera
-el velamen tendido-
anclada en la penumbra,
¿en el sueño?,
¿en la vida?,
las cortinas,
la alfombra,
que miro y me entristece
cuando voy a sacarme,
con calma,
los botines,
y llega algún recuerdo
fragmentario,
perdido:
las plazas de mi infancia.
un camino,
una casa; 
las manos
las caderas 
las piernas amputadas 
de mujeres diluidas  
por las horas,
los ruidos,
que suelen detenerme,
de pronto
en la certeza 
de haberlas poseído
entre muebles extraños;
mientras oigo la calle,
la noche que oscuramente muge,
como una vaca enferma,
al ir a cobijarse
en los grandes hangares
que orinan los inviernos,
mientras salen los trenes,
taciturnos,
quejosos,
que van hacia la aurora
desgarrando el silencio,
con un grito oxidado
que se mezcla a mis nervios,
a mi tinta,
a mi sangre.

                                5 

La lluvia,
con frecuencia
penetra por mis poros,
ablanda mis tendones,
traspasa mis arterias,
me impregna, 
poco a poco,
los huesos, 
la memoria. 

Entonces, 
me refugio
en un rincón cualquiera
y estirado en el suelo
escucho,
durante horas,
el ritmo de las gotas
que manan de mi carne,
como de una gotera.


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                                6

BUENAS noches, lechuza.
Me agrada la presencia de tus ojos callados,
y ver pastar las sombras debajo de los árboles.
Pero hay algo esta noche,
desazonado,
hueco,
latente,
inexpresado.
¡Ah! Lechuza. Lechuza.
¡Si tuviese tu quena!...
¿Será el viento,
la sombra?
Está aquí.
En la nuca.
A mi espalda.
En tus ojos.
¡Por favor!
No te rías,
No te rías, lechuza.

                             7

LA NOCHE, navegando , como ayer,
como siempre,
por aguas de silencio,
de calma,
de misterio.
Y el campo, las ciudades,
los árboles,
lo inmóvil,
rodando por el aire,
como ayer,
como siempre,
a miles de kilómetros,
hacia el sol,
hacia el día,
para seguir de nuevo,
sin descanso,
sin tregua,
el mismo derrotero
de oscuridad,
de estrellas,

¡Qué motivo de asombro!
¡Cuánta monotonía!

8

UN CABALLO y un coche.
¿Un coche muerto?
Más allá del silencio,
debajo del asfalto,
sobre las chimeneas,
en el aire,
en mis venas,
socavando la noche,
la angustia,
las paredes,
con su trote vacío,
con su ritmo de muerte.
Un caballo y un coche.

                               9
SOLO,
con mi esqueleto,
mi sombra,
mis arterias,
como un sapo en su cueva,
asomado al verano,
entre miles de insectos
que saltan,
retroceden,
se atropellan,
fallecen;
en una delirante actividad sin rumbo,
inútil,
arbitraria,
febril,
idéntica a la fiebre
que sufren las ciudades.
Solo,
con la ventana
abierta a las estrellas,
entre árboles y muebles que ignoran mi existencia,
sin deseos de irme,
ni ganas de quedarme
a vivir otras noches,
aquí,
o en otra parte,
con el mismo esqueleto,

y las mismas arterias,
como un sapo en su cueva
circundado de insectos.

LEOPOLDO DE LUIS



NOSOTROS

SOMOS nosotros los que conducimos
la vida hacia la luz cada mañana.
Los astros en su eterno movimiento
sólo descubren soledad callada,
sólo belleza y soledad. La tierra
se abre fría y hermosa. Por su espalda
vuelven los ríos, tornan las colinas
a erguir sus pechos, puros se levantan
los impasibles árboles.
                         Nosotros
conseguimos que gire la esperanza
sobre la desolada geografía.
Damos la vuelta al mundo en cada
amanecer. Y el sol vuelve a alumbrarnos.
La vida cobra gozo y ansia,
pena y pasión.
                          Nosotros construimos
así el amanecer; somos la raya
que divide lo exacto de lo vivo,
lo puro de lo vivo que se empapa
de sangre; la frontera 
entre lo bello y lo que ríe y canta 
y llora y sufre. En nuestra boca
está el secreto: el día, el mundo, hablan ,
por nosotros. No somos seres
perfectos. Nada puros. Nada
exactos. Nos conmueven
vertiginosas ráfagas,
ciegos limos nos cubren, nos cimientan
movedizas afenas cálidas
y el tiempo torvamente con su estrago
nos amenaza...
Pero tenemos el secreto.
Acaso asusta comprobarlo: estaba
todo perfecto, bello, y viene el hombre
a sembrar la discordia, la cizaña
en medio de la obra sin mancilla,
a salpicarlo todo con su mancha
roja, indeleble...
Pero
sin su huella ¿qué vale la obra intacta?

II

Nosotros somos los que conducimos
la vida.
Vagamente
lo comprendemos: vamos enturbiando
la belleza inhumana, ese
río purísimo. Ponemos
barro y dolor con nuestra muerte.
    Nosotros somos esa mancha roja
que turba el ampo de la nieve.
Estigma somos. Imprevisto
desacorde en la música celeste.
    De sangre están manchadas nuestras manos por dentro. Sangre que inocente
llega en las venas a ser ansia
del corazón hasta los dedos.
                              Eje
de sangre somos que da vueltas
al carrusel del mundo, lentamente.

III

Nosotros vamos dando vueltas
a la vida. Elevamos sombras
hacia la luz. Hundimos luces
hacia la oscuridad. .y otra
vez levantamos con esfuerzo
las señas luminosas.
Nosotros somos los que fabricamos
las piezas de esta rueda giratoria.
Nadie diría que llevamos siglos
de aprendizaje; aún se equivoca
la mano, aún hay errores
terribles, aún nos falla la memoria.
Nosotros extraemos en el bosque
del tiempo estas verdades, estas pocas

 


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palabras, ramas con que se mantiene ,
tras la ceniza aún la lumbre roja:
libertad esperanza amol: mañana 
hijo, alegría, corazón, no importa. 
    Nosotros dibujamos con las suelas
de los viejos zapatos una honda
vereda, un hondo surco donde sigue
prendiendo la semilla silenciosa.
Somos los que afirmamos cada día
la realidad: redonda
es la tierra y la vida entre las manos
del hombre debe ser también redonda.
    Queremos darle vueltas a la vida.
Por eso no se nos perdona.

ARMA SECRETA

Se desmantelarán las bases, pero, 
¿y el odio del corazón de los hombres? 
R. de Garcíasol

¿QUIÉN levanta del pecho del hombre
estas armas secretas del odio?
¿Quién devuelve la paz a los campos
del alma, sombríos e inhóspitos?

    Pasaron poniendo las bases
ocultas, de sombra y de plomo,
cimentadas en viejos rencores,
tapadas de envidia y rastrojos.

    Subieron al pecho lejanos residuos,
esquirlas de un crimen remoto,
compacta muralla de ciega amargura,
de sangre mezclada con Iodo.

    El hombre es un niño que aprende
a odiar, si le enseñan, tan pronto...
Se le vuelve la tierra pequeña
a su lado no cabe ya el otro.

    Se puede volver agua oscura,
corrompida agua negra de un pozo
si lo ciegan con léganos tristes
y remueven el cieno del fondo. 

Ese hombre que cuida los campos, 
que cría ganados de cálidos copos,
de repente asesina palomas .
y les clava una aguja en los ojos.

Ese hombre que funda la rosa
y descansa a la sombra
de un olmo, te pinares y bosques incendia 
y contempla impasible el rescoldo. 

El hombre que curva sus manos ,
por el dulce declive de un hombro 
de mujer y en las suaves colinas
de unos senos aprende redondos TI

encantos, ternuras redondas 
en las formas del aire amoroso,
solivianta sus dedos de espinas 
y en sus manos se yerguen escollos. 

El hombre que toma en sus brazos
al hijo que le hace sonoro
porvenir, y le muestra las cosas del mundo,
del mundo que en su eje también gira un poco,

   un mal día atraviesa con botas
militares pisando el sollozo,
pisando la frente de un niño que está agonizando
caído en los campos del odio.

NOCIONES DE
ESTADÍSTICA
,

LA Estadística es una princesa de azul hielo
que patina por círculos de cálculos metálicos
y arrastra suavemente a sus fríos dominios.
Entras en sus elipses, en sus cerradas curvas,
en sus circunferencias concéntricas te sumes,
sus ecuaciones ponen espejos a tu imagen,

 

tus huesos redondeas en sus lentas parábolas,
tus madejas devánanse en su asíntota,
habita en sus incógnitas tu sangre,
eres el leve punto de sus gráficos,
cruzas el seco cielo que se acota
entre su abscisa y su ordenada, eres
el pájaro pequeño que persigue la flecha
de la media aritmética más allá de su nido.

   Somos el acechado gorrión de la Estadística,
caemos en sus redes y el corazón nos tiembla
como trémulas alas, nos sentimos heridos
pero sólo nos cruza un pequeño taladro
para que nos registre la gran computadora.

    Hoy me he muerto de hambre, ayer besé tus labios, mañana seré el preso de un sueño subversivo,
camino con el flanco quemado por un hierro,
soy la res de una inmensa ganadería técnica
y tengo una sonrisa de pena programada.
Yo soy el cero punto y un pequeño guarismo
por ciento de la masa que consume la vida,
apenas si perturbo el nivel de incidencia
y mi amor se regula por un coeficiente.
El cáncer me ha elegido, el infarto me ronda,
la autopista reclama mi cadáver.
Soñé con una pura libertad: bien mirado
pudiera ser su hipótesis, y sé que ya mi muerte
está en una esperanza matemática.

PAUL CELAN


FUGA EN MUERTE

Leche negra de la madrugada la bebemos de tarde
la bebemos al mediodía de mañana la bebemos de noche bebemos y bebemos
abrimos una tumba en el aire ahí no se yace incómodo
Un hombre habita la casa él juega con las culebras él
                escribe
él escribe mientras oscurece a Alemania tu pelo dorado                   Margarita
lo escribe y sale de la casa y fulguran las estrellas silba a
                sus perros
silba a sus judíos hace abrir una tumba en el aire
         nos manda tocad ya para el baile
Leche negra de la madrugada te bebemos de noche
te bebemos de mañana y al mediodía te bebemos de tarde bebemos y bebemos
Un hombre habita la casa él juega con las culebras él
                escribe
él escribe mientras oscurece a Alemania tu pelo dorado      
                Margarita
Tu pelo ceniciento Sulamita abrimos una tumba en el aire
                ahí no se yace incómodo
Grita cavad más hondo en la tierra los unos y los otros
                cantad y tocad
empuña el arma en la cintura la blande tiene ojos azules
cavad más hondo con palas los unos y los otros seguid
                tocando para el baile
Leche negra de la madrugada te bebemos de noche
te bebemos al mediodía y de mañana te bebemos de tarde bebemos y bebemos
un hombre habita la casa tu pelo dorado Margarita
tu pelo ceniciento Sulamita juega con las culebras
Grita tocad mejor la muerte la muerte es un maestro
                de Alemania
grita tocad más sombríos los violines entonces subís
                al aire en humo
entonces tenéis una tumba en las nubes ahí no se
                yace incómodo
Leche negra de la madrugada te bebemos de noche
te bebemos al mediodía la muerte es un maestro de
                Alemania
te bebemos de tarde y de mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro de Alemania tiene un ojo azul
e acierta con bala de plomo te acierta justo
un hombre habita la casa tu pelo dorado Margarita
azuza sus perros contra nosotros nos da una tumba en
                el aire
juega con las culebras y sueña con la muerte es un
                maestro de Alemania
tu pelo dorado Margarita
tu pelo ceniciento Sulamita.

Traducción de Rodolfo Alonso y Klaus Dieter Vervuert

 


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ALMA FUERTES



CONDUCE TUS PROPÓSITOS. 

     1.-Conduce tus propósitos a lo largo de las dificultades y las agresiones como el general a su ejercicio, y el gaucho a su arreo, esto es: sin olvidarse del destino que has elegido y sin desintegrar el núcleo de tus ideales, en beneficio de uno solo de ellos.

    2.-Defiende tus intereses como defenderías -si eres
noblemente organizado-, los intereses de tu vecino confiados a tu honradez, inteligencia y laboriosidad.

    3.-Vive la vida como una vida ajena; es decir: como quisieras que tu compañero, que tu hermano, que tu hijo, viviera la suya.

    4.-No hagas tragedia. No des a tus dolores las proporciones de una catástrofe, ni la resonancia de una entrada triunfal a cada una de tus glorias.           

  5.- El día y las noche son las tarjas métricas del año; tú tarjarás hasta tus horas y tus minutos, con tarjas de luz, y 
llenarás tus días de tanta labor y de tanta presencia de espíritu, que cada uno de ellos pueda ser recordado con justo orgullo.
  

    6.-No hagas punto final ni en el buen éxito primero, ni en el primer contratiempo: que tus derrotas y tus victorias te estimulen.

    7.-Que tu vida sea justa y que tu muerte sea tachada de
injusta.

    8.-Deja trabajo en preparación para los que te sobrevivan. Procede como las mujeres hacendosas: ellas reniegan siempre de la entrada del sol y presencian su salida.

    9.-No seas frío como el témpano, ni abrasador como la boca del horno: la displicencia, lo mismo que los locos 
entusiasmos, son dos pequeñeces.

    10.-Por más personales, por más contingentes que sean tus ambiciones, siempre habrá algo en ellas que pertenezca al ideal humano: piensa, pues, que tus fracasos y tus triunfos no son del todo tuyos.

    11.-Consuélate, apláudete y repróchate a ti mismo y serás el fuerte.

    12.-Detrás de cada fracasado hay un Cristo que pudiera
decir: «No lloréis sobre mí, mujeres de Jerusalén; llorad sobre vosotras y sobre vuestros hijos».

    13.-El mundo está lleno de genios anónimos que esperan
su turno; tú eres uno de ellos, cualquiera que seas.

    14.-Ser propietario de una cabeza cualquiera es lo 
fundamental; la oportunidad de la coronación es lo de menos. Porque nadie podría hacerse una cabeza; pero todos, con un poco de esfuerzo, y otro tanto de buena suerte, pueden con- quistar una corona. Esto parece paradojal; pero es verdadero en el fondo, como es verdadero decir: «he perdido la cabeza» o «perdí la cabeza»... ¡cuando la llevamos sobre los hombros!

    15.-Y si tu corona no llega nunca, no te vuelvas taciturno, agresivo y mal pensado; ni vayas a entregar a la madre tierra el cráneo roto del desesperado, o la pulpa adiposa del vicioso, ya hedionda antes de morir: que baje a tu sepultura el cadáver sin mortaja de uno que hubiera podido reinar y merecer el homenaje del mármol y del bronce.

    16.-Merecer una cosa es lo mismo que poseerla: el que así no lo piensa es porque no es digno de la cosa aquella.

ANTICIPO DEL LIBRO 
LAS 2001 NOCHES 

En las 2001 Noches también está lo que te interesa:
poesía, locuras, tardes apacibles, psicoanálisis, sexo, traición, hortalizas, exilio, grupos, huecos insondables, garche sencillo y complicados poemas de amor.

NOCHE 52

Querida mamá: Eso que aprendí a tu lado: mucho de todo para todos; es evidente que la burguesía siente un poco de asco por esas formas filosóficas del intercambio.
Me quieren hacer uno de ellos y a mí, me gusta más ser uno de los nuestros.
Y seguiré haciendo volar todos mis versos (mucho de todo para todos) para que nadie pueda decir que el poeta ha 
olvidado los principios de su clase.

NOCHE 53

Atrás, que nadie toque el tesoro invisible que se esconde en mis versos.
Atrás, maricas, el amante de esa mujer soy yo.
El absurdo poeta melancólico. Soy el que pule este marfil. Atrás mercaderes. Quitad vuestras sucias manos del verdadero cuerpo del amor. La poesía, este siglo, el último baile, lo bailará conmigo.
Una sombra tocada por un verso.
Una noche bordada en una luz.

NOCHE 54

Basta de fanfarronerías, Menassa, Usted, tampoco tiene mil páginas bien escritas.

NOCHE 59

La pija, una vez, establecida deja de crecer no de pararse. iBoludos!

NOCHE 68

Hoy podría decidir que está todo bien así como está.
Habrá un tiempo que la vida se detendrá por cosas de la vida misma.
Cuando todo se desplome en el vientre absurdo de la vejez, beberemos las angustias pasadas yeso nos hará felices.

NOCHE 85

En este viaje que, algunos entre nosotros, llamaron el viaje de la pobreza y que para mí fue el viaje de la sabiduría, he aprendido cosas fundamentales no sólo para mi vida sino, fundamentalmente, para mi escritura.

Esos días, esas noches cuando dos mujeres riendo al unísono, indicaban que se había firmado mi sentencia de muerte. Yo lo sabía: esos días, esas noches pasaba que, un poema, no se escribiría jamás.

NOCHE 86

Esta noche tengo, como poeta, en mi mirada,
un catalán que no me explota,
un vasco que no me mata,
un andaluz que no me huye,
un madrileño que no se aburre,
un árabe que no llora lo perdido,
una gallega que me ama,
un latinoamericano que no sufre.


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SOCIOS DE HONOR EUROPA

Miguel Oscar Menassa (Madrid) 100.000 ptas.
Amelia Díez Cuesta (Madrid) 40.000 ptas.
Stella Cino Nuñez (Madrid) 30.000 ptas.
Emilio A. González (Madrid) 25.000 ptas.
Carlos Fernández del Ganso (Madrid) 20.000 ptas.
Luis López Cabeza ( Madrid) 20.000 ptas.
Olga de Lucia (Madrid) 15.000 ptas.
Cristina Barandiarán (Madrid) 15.000 ptas.
Claire Deloupy  (Madrid) 12.000 ptas.
Lidia Andino (Madrid) 10.000 ptas.
Raúl Bravo(Madrid) 10.000 ptas.
Jose María Blasco (Madrid) 10.000 ptas.
María Chévez (Madrid) 10.000 ptas.
Paola Duchên (Madrid) 10.000 ptas.
Pilar Iglesias (Madrid) 15.000 ptas.
Jaime Icho Kozak (Madrid) 10.000 ptas.
Miguel Martinez (Madrid)  10.000 ptas.
Carmen Salamanca Gallego (Madrid) 10.000 ptas.
Luis Schnitman (Madrid) 10.000 ptas.
Alejandra Menassa de Lucia (Madrid) 6.000 ptas.
Fernando Améz (Madrid) 5.000 ptas.
Helene Barnier (Madrid) 5.000 ptas.
Bibiana Degli Esposti (Madrid) 5.000 ptas.
Maria Victoria Márquez (Málaga) 5.000 ptas.
Rosa Puchol (Madrid) 5.000 ptas.
Montse Rovira (Ibiza) 5.000 ptas.
Lara Soto 5.000 ptas.
Joaquin Luzón (Ibiza) 4.000 ptas.
Pilar Nouvillas (Valencia) 3.500 ptas.
Lucia Serrano (BuenosAires) 3.500 ptas.
Emilia Campaña (Málaga) 3.000 ptas
Cruz González (Madrid) 3.000 ptas.
Concha Osorio (Madrid) 3.000 ptas.
Rosa Alonso Fernández  (Madrid) 2.000 ptas.
Ricardo Artíguez Iglesias (Madrid) 2.000 ptas.
Mª Angela Cabañero (Madrid) 2.000 ptas.
Eleonora D´Alvia (Buenos Aires) 2.000 ptas.
Pablo J. García Muñoz (Madrid) 2.000 ptas.
Francisco García Palancar (Madrid) 2.000 ptas.
Jose García (Mallorca) 2.000 ptas.
Marta Goldin (Madrid) 2.000 ptas.
Mónica Gorember (Zaaragoza) 2.000 ptas.
Enrique Iglesias (Madrid) 2.000 ptas.
Hernán Kozak (Madrid) 2.000 ptas.
Carmen Liberal (Ibiza) 2.000 ptas.
Paula Malugani (Ibiza) 2.000 ptas.
Helena Trujillo (Málaga) 2.000 ptas.
Jorge Peribánez (Ibiza) 2.000 ptas.
Magdalena Salamanca (Madrid) 2.000 ptas.
María Victoria Villa (Madrid) 2.000 ptas.
Carmen Pelletier (Madrid) 1.500 ptas
Paula  Alvarez (Madrid) 1.000 ptas.
Luis Barrantes (Málaga) 1.000 ptas.
Gloria Carrocera (Madrid) 1.000 ptas.
Isabel Escudero (Madrid) 1.000 ptas.
Luis Gras Tous (Madrid) 1.000 ptas.
Esther Gallego Navarro (Madrid) 1.000 ptas.
Ruy Henríquez (Madrid) 1.000 ptas.
Maribel Jimenez (Málaga) 1.000 ptas.
Griselda Kozak Cino (Madrid) 1.000 ptas.
Ichka León Deloupy (Madrid) 1.000 ptas.
Cloe León Deloupy (Madrid) 1.000 ptas.
Mercedes Millán Esteban (Madrid) 1.000 ptas.
Javier Rueda (Madrid) 1.000 ptas.
Ana Sánchez (Málaga) 1.000 ptas.
Rafael Trujillo (Madrid) 1.000 ptas.
Gema Crespo (Madrid) 500 ptas
Pilar García Puerta (Madrid) 500 ptas
Andrés González (Madrid) 500 ptas
Sebastian González (Madrid) 500 ptas
Elisabet González (Alemania) 500 ptas.
Griselda Kozak (Madrid) 500 ptas
Mariela Malugani (Ibiza) 500 ptas
Fabián Menassa de Lucia (Madrid)

500 ptas.

Manuel Menassa de Lucia (Madrid) 500 ptas.
Daniel San Martín Duchên (Madrid) 500 ptas.
María Rivas Sevilla (Madrid) 500 ptas
Javier Romero (Benidorm) 500 ptas.

SOCIOS DE HONOR AMÉRICA

Miguel Oscar Menassa  (Buenos Aires) 100 us.
Jorge Nonini (Buenos Aires) 100 us.
Inés Barrio (Buenos Aires)  50 us.
Maria Iturrieta(Buenos Aires) 50 us.
Karina Pueyo (Buenos Aires) 50 us.
Roberto Rossi (Buenos Aires) 50 us.
Marcela Villavella (Buenos Aires) 50 us.
Ricardo Aquino (Buenos Aires) 30 us.
Bertha Leyva (Buenos Aires) 30 us
Nilza Menezes (Buenos Aires) 30 us
Roberto Molero (Buenos Aires) 30 us
Daniel Ustarroz (Buenos Aires) 30 us.
Angela Cascini (Buenos Aires) 25 us.
Alejandra Madormo 25 us.
Luis Madormo(Buenos Aires) 20 us.
Dante Bustos (Azul Buenos Aires) 10 us.
Renata Passolini (Buenos Aires) 10 us.

MIGUEL OSCAR MENASSA


NACIMIENTO DEL POETA

I

Abro y cierro mis mandíbulas
dejo escapar, agrestes humos,
cálida energía vital, nazco.

II

Partícula agónica de la matanza,
Otro del Otro que fui, escribo.

III

No tengo que dejar,
que mi pensamiento sea desviado.
Porque mi pensamiento es,
 el pensamiento desviado.

IV

A los pobres nos pasa,
todo en nuestro cuerpo.
Morirnos jóvenes o,
nos endurecemos.
Nos vamos haciendo de granito,
vamos uniendo unos contra otros,
nuestros sentimientos y,
sin embargo, sabemos:
Un hombre a cierta edad
no necesita estar unido a nadie
para pretender cambiar el mundo.
No necesita estar unido a nadie,
para decir:
Yo soy la humanidad.
algo vibra...

VI

Pequeño conjunto de células sin voluntad,
pequeño niño a punto de nacer,
boca abierta a tibias leches y al veneno.
Pedacito, carne sin voluntad,
arrastrado en cualquier dirección, .
maleable,
barro sensible a las miradas.
Postergo, deliberadamente,
mi nacimiento:
El miedo me mata antes de nacer.

VI

Pequeño conjunto de células sin voluntad. pequeño niño a punto de nacer,
boca abierta a tibias leches y al veneno.
Pedacito, carne sin voluntad,
arrastrado en cualquier dirección,
maleable,
barro sensible a las miradas.
Postergo, deliberadamente,
mi nacimiento:
El miedo me mata antes de nacer.

VII

Hacia los mundos
que el hombre desconoce como mundos.
Hacia esos recorridos del alma no señalizados, vuelo, hacia las huellas que el hombre,
dejará sobre la tierra.

Vuelo, azul, sobre los dientes de la noche,
 ato al perfume de tus nalgas, mi soledad.
 Sucumbo en ese cráter cósmico,
 descanso en paz, entre tus brazos.

VIII

Buscando tus entrañas, oro azul, 
me encontré con la muerte. Luz.

IX

Espía de mí mismo,
me entrego, definitivamente,
anclo.
Busco en tu piel y sonrisas de tu vientre
se deslizan entre suaves movimientos del mar,
olas detenidas como para siempre en tus ojos.
Pequeños surcos en la frente y una juventud,
tocada por la repetición de los errores,
me deciden a todo:
Vuelco sobre mi copa los últimos soles del verano
y bebo en los contornos de un ritmo, desesperado,
mi vida.
Cabalgo, lumínica presencia,
hacia donde el hombre no puede más
y, ahí, precisamente, en ese límite,
comienzo a galope tendido,
           a galope feroz,

 

45.000 EJEMPLARES

¡¡SOMOS GENIALES!!
GRACIAS, SOCIOS, POR VUESTRO HONOR Y VUESTRO DINERO, QUE HACEN POSIBLE EL MUNDO

¡¡ ASÓCIATE!!

30.000 para Europa
C/ Ferraz, 22,  2ºizq 28008 Madrid
Tel. 542 33 49. Fax: 548 33 01

15.000 para América
c/ Maupú, 459, 1º piso- (1006) 
Buenos Aires. Tel. 328 06 14/ 07 10

 


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mi última carrera.
Vuelo entre las tumbas de los que no pudieron,
ellos son mi  recuerdo y mi  esperanza.
Lo que podría pasarme y, también, la ilusión,
de una nueva estrella entre los astros.
Sencillamente arrastro todo lo que fui.
No fui feliz,
porque ser feliz es, argucia del sistema.

X

Pretendía caminar, tranquilamente, por la vida
y no fue posible.
Desde el rostro sangrante de la nada,
escribo este poema.

Dolorosamente recuerdo,
mis años juveniles,
donde decir, era alcanzar,
con la palabra, el cielo.

Decir,
para que nada quede de lo dicho,
también, es un destino.
Sangro y lo digo.
Me duele y lo digo.
Recuerdo a mi madre y al decirlo
entre sus brazos me recuerdo.

En libertad arriesgo todo lo que tengo,
para llegar a ser este temblor,
acacia dormida en hondo mar,
hoja tenue y sencilla, al viento,
en el otoño,
          pequeño sol.

JUEVES, 6 DE NOVIEMBRE, 21,00 HORAS
Presentación de este número 
de las «2001 Noches»

  Poetas invitados: Enrique Molina, Rodolfo Alonso, Juan-Jacobo Bajarlía, Esteban Peicovich, León Felipe, César Vallejo, Oliverio Girondo, Leopoldo de Luis, Paul Celan, Almafuerte en la voz del poeta Miguel Oscar Menassa.

C/. Ferraz, 22 -2.º Izqda. 28008 Madrid.
Teléf. 542 33 49 -Fax 548 33 01

TALLERES DE POESÍA

EN MADRlD

Sábados, 17 h y Jueves 19,30h.
Coordina: Carmen Salamanca  (91) 402 75 18 y (91) 542 33 49
Martes, 10,15h. y Sábados 11,45h.
Coordina: Paola Duchên. (91) 559 29 05
MiércoIes, 18 h. y Sábado, 16,30 h.
Coordina: María Chévez (91) 541 75 13
Sábado, 17 h. Taller de Poesía en francés.
Coordina: Claire Deloupy. (91) 542 42 85

EN ALCALÁ DE HENARES

Jueves, 10 h.
Coordina: Stella Cino. (91) 883 02 13.

EN ARGANDA DEL REY

Domingo, 11 h.
Coordinador. Miguel Oscar Menassa
(91) 542 33 49

   EN IBIZA

Cada 15 días los miércoles, 20,30 h.
Coordinador: Emilio A. González
(971)30 78 04.

EN MÁLAGA

 Último domingo de cada mes.
Coordinador: Miguel Oscar Menassa (95) 230 52 27.

EN BUENOS AIRES

Jueves, a las 19 h.
Coordinadora: Norma Menassa. 328 06 14/ 07 10
Viernes, 20 h.
Coordinadora: Lucía Serrano. 371 80 13

 

 SIETE CONFERENCIAS
 DE PSICOANÁLISIS
 EN LA HABANA. CUBA

                                        Miguel Oscar Menassa 

Este libro recientemente editado ha visto la luz en forma inmediata al dictado de las conferencias que le da título.

 Indispensable tanto para especialistas como para neófilos que deseen acceder a una versión genuina y sin concesiones sobre el Psicoanálisis y con él a los pensamientos más vigentes de nuestro tiempo sobre la sexualidad, la creación, las posibilidades múltiples de la transformación a que nos aboca esta disciplina generada en nuestro siglo y dispuesta ya a atravesar sus confines para penetrar en las propuestas del siglo XXI.

Un lenguaje preciso y eficaz hace asequibles las mayores complejidades ante las cuales este nuevo saber nos dispone.
Miguel Oscar Menassa, su autor nos permite un paseo por los conceptos y las ideas a través de una versión específicamente articulada y acuñada en treinta años de trabajo y publicaciones ininterrumpidas alrededor de estos temas.

Logra, sin duda, actualizar y poner en su lugar los pensamientos de una Cuba algo desamparada por el Psicoanálisis, a pesar de las dificultades que pueda presentar un pensamiento, al respecto, detenido.
Menassa va movilizando en sus Siete Conferencias la palabra
y la imaginación.

Presente en su discurso la transmisión, es capaz de transitar un deseo capaz de convocar a una red invisible de entusiastas y  practicantes de esta ciencia contemporánea.

El esfuerzo por acercarla a oídos casi vírgenes hace de su decir un camino sin los obstáculos de frases trajinadas.

El autor también consigue ofrecernos los temas más arduos con sencillez y belleza, sin reducciones ni concesiones, con la calidez peculiar de su discurso.

Este libro «dicho» en el calor del trópico es un texto abierto y libre para ser leído y entendido en cualquier geografía, en cualquier idioma.
Como el mismo Psicoanálisis, como el mismo autor lo dice en estas Conferencias de La Habana: Todo progreso en el hombre produce zozobra, para agregar en otro lugar de este texto que comentamos: Cuando le quito grandiosidad, se vuelve normal.

Poner al alcance de cualquier lector la realidad, la velocidad, el vértigo de la apuesta psicoanalítica es lo que logra Miguel Oscar Menassa en sus Siete Conferencias en La Habana. Esfuerzo y destreza en los que evidentemente la Editorial Grupo Cero quiso estar presente, brindando al público lector este libro de nuestra realidad más candente.

Este libro «dicho» en el calor del trópico es un texto abierto y libre para ser leído y entendido en cualquier geografía, en cualquier idioma.

Como el mismo Psicoanálisis, como el mismo autor lo dice en estas Conferencias de La Habana: Todo progreso en el hombre produce zozobra, para agregar en otro lugar de este texto que comentarnos: Cuando le quito grandiosidad, se vuelve normal.

Poner al alcance de cualquier lector la realidad, la velocidad, el vértigo de la apuesta psicoanalítica es lo que logra Miguel Oscar Menassa en sus Siete Conferencias en La Habana. Esfuerzo y destreza en los que evidentemente la Editorial Grupo Cero quiso estar presente, brindando al público lector este libro de nuestra realidad más candente.

 


         


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