LAS 2001 NOCHES ÍNDICE NÚMERO 9 |
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¿Pero acaso no te hundes en el mutismo viscoso de una ciénaga que gira lentamente sin fin un estallido de luciérnagas fúnebres un burbujeo de sangre que fermenta y ese silbido de serpentario del sol sobre tu alma... ? Y esa carcajada del gallo en la aldea arrasada un estertor un espasmo de relámpagos del alba esa sonrisa del gallo en la paja del techo en llamas semejante sonrisa de cráneo a la intemperie. Ese país sale desnudo de entre los pantanos echa sal en la herida balancea esas tiernas muñecas de la jungla que hacen vibrar entre las cañas la lenta desgarradura de su risa como una larga hoja brillante y fría hasta los huesos. Deja atrás la pelambre suicida de esa tierra de helechos mortales llena de cosas tan antiguas que flotan en sueños y se desvanecen para aullar con el humo y la sentencia que te sigue como una flor caníbal entre los tizones de la noche. La bala verde de las hojas la bala negra de la tierra la bala líquida del agua la bala de los astros y el viento y la bala de la fiebre y de los perros que ladran alrededor de tu cadáver la bala del pantano y el niño asesinado la bala del loro y la tortuga y del polen de cada planta y la bala del té y de la negra olla de barro y de las ropas y la bala del pájaro y de la escolopendra hasta la bala insomne de la luna hasta las mismas balas de ese pueblo de sombras invencibles todas buscándote con tu latido y ese incesante sol de dolor y de eterno retorno. Escucha los fantasmas de esa luz excesiva que hace traslúcidos tus huesos cada oleada de sangre exiliada de un mundo de alimentos envasados jarros de cerveza el movimiento de tu raza y ahora tan sólo ese murmullo de hojas esas manos impunes que destapan las cloacas de la muerte. Y dónde esos cuerpos de aceite dulcísimo que huyen como un perfume ese linaje de sonrisas altivas se cierra con una dentellada de caimán en la alienación del fuego. ¿Y qué haces allí con tu industria de momias frenéticas con tu pisada de verdugo ignorante bajo la maldición de esos dioses bajo la misteriosa mirada de tus víctimas vociferando en la camisa de fuerza del follaje... ? Vete. ENRIQUE MOLINA PRESENTACIÓN DEL NUMERO SIETE EN BUENOS AIRES Realmente es difícil hablar de un sueño realizado. Qué poeta no soñó alguna vez con una revista como ésta. Una revista que en estos momentos de tan poca aceptación pública para el género, llega a tirar 35.000 ejemplares en forma gratuita, indica que la capacidad de trabajo y organización y la capacidad de distribución, son prácticamente asombrosas. Cuando yo era todavía un muchacho muy joven, tuve la suerte de coincidir con un grupo que se reunió alrededor de una revista de poesía, que fue «Poesía Buenos Aires». Esta revista duró 10 años, 30 números, pero nunca tiraba más de 500 ejemplares y no creo que los 500 circularan. Son muchas las formas de circulación y de acceso, de llegada de la poesía. Algunas pueden ser por expansión, otras pueden ser |
por hondura, por intensidad. A veces se dan las dos juntas y, en cierta medida, algo hay en este caso. Yo me imagino cómo se sentirá Menassa con este sueño realizado en sus manos, porque ni siquiera estamos presentando los famosos N.o 1 de las revistas literarias que muchas veces terminan y, con suerte, llegan al segundo número. Estamos presentando nada menos que el significativo N.o 7, un número realmente mágico, preñado de buenos augurios. Otros números que se han ido acrecentando en la tapa de los ejemplares, que han ido apareciendo: 20.000 primero, 30.000, 35.000 y ahora quién sabe a cuánto podemos llegar. La
sensación que yo tengo es también, además del - En este número, y creo que no es casual, se termina de publicar un libro de Raúl Gustavo Aguirre. Raúl Gustavo Aguirre fue el hombre que hizo posible esa revista «Poesía Buenos Aires» de la cual hablé al comienzo. Fue un hombre tan generoso que se entregó totalmente a los demás. Tanto y de tal manera regalando su generosidad, su bondad, y también su exigencia y sus consejos, regalando su tiempo, y regalando además, con todo ello, el no hacer su obra. Ayudó a tantos, entre ellos yo soy uno de ellos, a hacer su obra que no se guardó casi nada de tiempo para él. Por eso me alegra tanto que Raúl Gustavo Aguirre aparezca no sólo en la editorial del número 7 con un poema que es muy significativo del espíritu con que vivimos aquel momento, que creo que es posible y deseable vivir la experiencia de la poesía, sino también porque los aforismos de Raúl son la parte más original y más profunda de su obra. Lo que se ha reproducido en las 2001 en los cuatro números consecutivos son los aforismos de uno de los pocos y pequeños libros que Raúl publicó: «Alguna Memoria». Su viuda conserva, y ha puesto al alcance de muchas editoriales que no se han dado el gusto de publicarlo, una gran cantidad -casi la mitad de la obra de Raúl Gustavo Aguirre está constituida por aforismos- e insisto, me parece profundamente significativa. Pero además de Aguirre, en este número está nada menos que Lichtemberg. Otro escritor completamente, profundamente original, uno de los pocos que André Breton, en 1939, incluyó en un libro visionario que fue la «Antología del Humor Negro», a través del cual acuñó este concepto del humor como arma de liberación; del humor como arma profunda. y Lichtemberg, a partir de entonces, llegó a tener un reconocimiento no público, un reconocimiento de tipo secreto, hondo. A veces pienso, como me pasó con Fernando Pessoa, que conquistan su público de uno en uno, de casa en casa, como cuando se toma una ciudad casa por casa. Hay otros que se imponen masivamente, digamos, como Picasso y tantos otros. Litchtemberg es del tipo que nos va conquistando de uno en uno, de persona a persona. Son los escritores que |
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escriben para cada uno de nosotros, para la persona y para el hombre que hay en nosotros. y aunque hayan pasado varios siglos desde la publicación de sus fragmentos, de sus aforismos, sigue siendo, como dijo Nieztche, no sólo uno de los maestros de la prosa alemana, de la literatura alemana, sino uno de los más grandes humanistas que ha dado Europa por la profundidad de su pensamiento que abarca toda clase de inquietudes y por la lucidez con las cuales sabe burlarse de tantos poderes, de tantas megalomanías y también de sí mismo. Pero, en los números anteriores de esta revista, me topé con nombres que son profundamente entrañables para mí. Cómo no mencionar a César Vallejo, que es un poeta que yo descubrí casi de casualidad, en los anaqueles de un exiliado republicano cuando era casi un niño y, confieso, que me la robé. Cómo no hablar de Paul Eluard, ese poeta que, sobre todo en los comienzos del surrealismo, nos enseñó a nosotros, cuando éramos jóvenes, ya tantos, que después de él no se podía amar como antes de él. Cómo olvidar a Blaise Cendrars, un hombre que nos enseñó también, como diría después Tristán Tzará, que la poesía es la manera de vivir. Cómo olvidar a Heráclito, al gran Heráclito, el más grande de los presocráticos. Aquél que, con fragmentos de textos encontrados, sin haber construido en absoluto una obra literaria, una obra filosófica, como se puede concebir después de los presocráticos, dejó viva y latente una llama que es el alimento mismo de la humanidad y que es una llama en la cual la poesía. el conocimiento, oleá la verdad 110 , se muestran separados, no se muestran como géneros sino que se dan como una evidencia viva, latente, de algún modo el «logos» del que hablaron los antiguos griegos. Ese Heráclito que Raúl Gustavo Aguirre traducía con tanto cariño y entusiasmo y divulgaba en ediciones casi artesanales y caseras. Cómo no hablar de Miguel Hemández, uno de los símbolos vivos del pueblo español en aquellos momentos de la guerra civil española. Un pastor de cabras, nacido en Orihuela, nunca tuvo estudios académicos, ni siquiera literarios. Era, en sí mismo, la voz del pueblo español. La misma voz que había dado origen a la gran poesía de Siglo de Oro. Ese siglo de oro que él, Miguel Hemández, supo resucitar en los sonetos maravillosos de su primera juventud. Cuando habló de Raúl Gustavo Aguirre, no sé si decir patriarcal o magistral porque él era todo lo contrario a un patriarca o un maestro, pero fue la figura, la gran figura en Poesía Buenos Aires, ese movimiento que, en gran medida, se nutría de un linaje, del cual Bajarlía también tiene relaciones, que es el invencionismo. Y cómo no hablar del pluralismo significativo que existe entre esta revista al poner estas figuras de la vanguardia, o del arte más íntimo, más hondo, más entrañable junto a una de las voces más legítimas de lo que se podría llamar, quizás engañosamente, poesía popular, poesía social y aún poesía política, como es el inolvidable y endeble...ineludible, (dije endeble, es ineludible, hay profesionales del lapsus, hay que tener cuidado) que es Raúl González Tuñón, y el mismo José Portogalo que también está recuperado del olvido en este número. Finalmente hablo de algunos españoles significativos: de Lorca y de Cemuda sobre todo, aunque también de Aleixandre. Sobre todo de García Lorca, el otro mártir vivo de la poesía en los tiempos de lucha contra el fascismo, contra el franquismo. y Luis Cemuda, que fue un exiliado también, vivió toda su vida lejos de España y fue recuperado después. Otra cosa que me resulta muy significativa, además de esta revisión, reencuentro más allá de los tiempos, porque la poesía vive más allá de los tiempos en que transcurrió, es la relación de los argentinos con España, y de España con los argentinos. Esta es una revista, en gran medida, hecha por un argentino que vive en España y, de alguna manera, está cumpliendo, además de muchas funciones, la del acercamiento, la de romper esa barrera de hielo que tiene como congeladas las posibilidades de comunicación de la poesía. También está rompiendo, acaso inconscientemente, otras barreras que hay entre la poesía argentina y la poesía española. Ha habido momentos de encuentro y momentos de desencuentro, no sólo entre las culturas española y argentina sino, prácticamente, entre todas las culturas porque eso es el hombre: búsqueda, encuentro y desencuentro. Hace unos años tuve la oportunidad de conversar aquí con famosos poetas españoles, de los más famosos. Me llamó la atención, por un lado, -simplemente es una lectura diferente- su incapacidad para percibir lo que significa la evolución tan personal de la poesía argentina contemporánea de esta mitad del siglo. Era como si todo eso que nosotros habíamos hecho y vivido con tanta intensidad, y creo que algo similar pasa con |
el modernismo brasileño, para ellos no significara nada en absoluto. Pero, me llamó también la atención, me doy cuenta por lo que hablábamos, que tampoco les llegaba, no les parecía significativo -y esto tiene que ver con momentos históricos, con momentos socioculturales- aquella «Generación del 27» que es, junto con el «Siglo de Oro», a mi modesto entender, uno de los momentos más altos de la poesía española. Por eso que devolverle a los españoles, aunque Ustedes no lo crean, a Cernuda ya Lorca, es una pequeña revancha simbólica que nos tomamos nosotros, los argentinos. Para el final, dejo a una poetisa, a una poeta muy entrañable, porque yo soy hijo de gallegos, inclusive acabo de traducir y publicar aquí una antología bilingüe; pero publicar a Rosalía de Castro en una revista de estas características me parece un gesto de una gran significación intelectual y literaria. Percibir la modernidad, la persistencia, la intensidad, los valores de lirismo que tiene Rosalía de Castro me parece que es algo que merece ser destacado. Tengo un gran amigo que se llama «William Shang», un poeta escocés, que me dice que mi inglés es patético, así que perdonen. Quería terminar con una cita de un gran poeta inglés W. H. Auden, o algo así, (se escribe Auden para los hispano- parlantes). Es un libro muy significativo de él que se llama «La Mano del Teñidof», que editó en 1948, así que fue escrito hace más de medio siglo. El dice: «El poeta es el padre del poema, la madre es el lenguaje». Yo sé que traer esto a colación en un medio de profesionales de las ciencias freudianas puede dar lugar a muchísimas interpretaciones, o recordar inclusive lo edípico, las atracciones del incesto y otras cosas más. Pero me parece que, literalmente, es muy rico lo que nos dice, que el poeta es el padre del poema pero que la madre es el lenguaje. y el lenguaje no es propiedad de nadie ya que nos permite ser profundamente lo más de nosotros mismos, expresar íntimamente lo más profundo de nuestro ser, la más íntima individualidad; pero, ineludiblemente, es un medio social. Al mismo tiempo que nos permite mostramos en 10 más oculto; lo más entrañable, lo más íntimo, eso, insisto, eso es lo que lo hace al lenguaje, es ineludiblemente social y en él están vivos todos los que vivieron, todos los que murieron, la historia, el pasado, las supersticiones, la cultura. Yo creo que es una buena metáfora para una revista como ésta que ha conseguido superar la barrera del aislamiento social de la poesía, que le permite a un individuo muy concreto, que es Miguel Oscar Menassa que se da el lujo de hacerla con su santísimo gusto, este placer secreto y solitario que tiene de armar las 2001 noches y que además es tan buena. Nada más. Desgrabación
de cinta magnetofónica. La revista se llama Las 2001 Noches, y lleva como subtítulo Revista de Poesía, Aforismos, Frescores. Fue fundada por un poeta insomne que le ganó la batalla a Platón cuando decía que la poiesía era un reflejo de lo eidético. y que, incluso, le ganó también a Schelling cuando afimíaba que la poesía era la expresión de lo infinito por lo finito. Ese poeta triunfador y fundador fue Miguel Oscar Menassa, en cuyo número 1, del 1.0 de enero de 1997, que contaba con 20.000 ejemplares lanzados desde Madrid, decía en una de sus Notas de Dirección: «Estoy muy contento de todo lo que me pasa, la gente ya empieza a pensar qué harán cuando yo me muera, y yo pienso que si esperan tanto tiempo para empezar no podrán hacer nada». Y
yo, lector de Las 2001 Noches, ya comencé a pensar. Y esto es así porque Menassa, como Rimbaud, trabaja intensamente para volverse vidente. Yen esta empresa, amo decía el poeta de las Iluminaciones, al |
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escribirle a e Georges Izambard en 1871, «yo es otro». Menassa es él, y también, su yo es otro. Es el que se hace vidente para descubrir y prohijar a los poetas. Y al lado de la inmortal poesía, también está la otra batalla: la del pensamiento, como puede verse en el núm. 5, de mayo de 1997, donde García Márquez, Bobbio, Eco, Mailer, Fuentes y Susan Sontang se solidarizan con el Grupo PRISA. Y donde Menassa dirá: «y ahora, por favor, no me vengan a tocar (...) para preguntarme cómo he sobrevivido con tanta fuerza, tanta belleza, durante 20 años en España, escribiendo sin el apoyo, ni siquiera la mención, de los grandes medios de difusión, porque yo mismo les contestaré: Escribiendo poesía, porque la poesía es una puerta cerrada a los imbéciles». Y con la batalla, siempre la poesía. Porque Las 2001 Noches se multiplican poéticamente a cada instante. El número 7, de julio de este año de 1997, tuvo una tirada de 35.000 ejemplares. En cada uno de ellos vibra ese fervor y esa poesía que se llama Miguel Oscar Menassa. Y aún así le corresponde algo más a este poeta que vive y muere por la poesía. Si hay un renacido interés por ella en estos tiempos de despiadada tecnología, es porque él es el impulsor no sólo de Las 2001 Noches sino de otras publicaciones de poesía como El Indio del Jarama, Onda Cero y Extensión Universitaria, artillería imbatible para que Homero siga recitando sus epopeyas por los caminos. JUAN-JACOBO BAJARLIA Comenzar por el comienzo: opinar sobre este acto arcaico, insalubre, impresentable, que son las presentaciones hoy en uso y que en el caso de los poetas, no sirven siquiera para recibir un mísero doblón, oblado, y jamás doblado, por alguna editorial. Contra mi voluntad, aunque por mi emoción, me inmolo hoy, una vez más, como presentador contranatura, y la hago como quintacolumnista, pues mi único fin es ser un eficaz serruchador de piso, de estos actos arcaicos y calcados, en que se ha ido convirtiendo la cita literaria. Creo que se requiere una pronta actitud sanitaria. Tema que pide una tarea común que ayude a desmontar el falaz prestigio que arrastra esta ceremonia lánguida. Este mal cadáver del siglo 19 que insiste en perdurar hasta el 21. Lo hago resueltamente subversivo. Es hora de dar con nuevos paisajes en donde ofrendar la luz oral al animal invisible de la palabra. Que no merece escenarios de cafés nauseabundos, raros depósitos, sótanos, cuevas, teatrillos o altillos prestos al marketing de los libreros más listos del reino. Se trata, creo, de retomar la salud fiestera de Oliverio Girondo, por caso, quien, hace ya medio siglo, paseó su nuevo libro en carroza mortuoria, con coche de caballos en recorrido que creo fue de Callao a Corrientes, ya pura carcajada para cortar en dos las formas. O a la de Ramón Gómez de la Serna, con sus charlas de funámbulo, ascendido en trapecio hasta la mitad aérea de un circo para echar sus greguerías sobre las cabezas de la gente dispuesta a que llueva maná. Se nos ha oxidado la máquina de asombrar. Se olvida la estrategia de las cajas chinas. La imaginación baja los brazos. La sorpresa vegeta en los rincones. Los técnicos de lo sagrado optan por ser funcionarios de la costumbre, súbditos del reino de la fotocopia. Nadie invita hoya un no lugar, que es, probablemente, el lugar donde pueda estar esperándonos la poesía. ¿No será así porque los poetas son, de suyo, impresentables? Hay aquí, esta noche, algunos imputados. Un buen número de curiosos con pajarería propia, a la que por pudor ocultan entre pecho y espalda. A los poetistas, señor, ¿qué les pasa? La folklórica literaria ha devenido timo arqueológico. Los poemas andan gritando por las calles para que demos con nuevas formas de celebrar, no de presentar. Como se sabe, alarma la proliferación de libros. Un virus. Está inflamada la glándula canora. Se extiende la poetitis. Los talleres de Literatura hace estragos. Cada mes cien nuevos alumnos golpean las puertas de Olimpo. Las imprentas no dan abasto. El mismo INDEC registra más poetas que deshollinadores, ebanistas y trabajadores de subte. Se están cometiendo abusos a granel: el del panegírico de los pavos reales, el de quienes firman, presentan y exaltan al voleo y terminan por provocar mareos, vómitos y trastornos de lenguaje. La presentación de libros se ha degradado tanto, que constituye un delito. A propósito, aprovecho este sitio para proponer se la incluya como ladino método de tortura, sin que de modo alguno sus responsables puedan acogerse al beneficio del Tratado .de San José de Costa Rica. |
Los reos son aquellos que luchan a brazo partido por entrar en la promiscuidad de una antología, los que se desviven por recibir adjetivos mimosos que orbiten en tomo de su ónfalo, los que apabullan con la marca de fábrica de su estética, los que van por aquí y por allá distribuyendo el logotipo de su yo. Qué bueno sería adelantar esa época en la que como se dice «me alcanza un vaso de agua» pueda decirse «los poetas están entre nosotros» Ni sobre ni delante de nosotros. En igual horizonte de mira. Esto es, que mirado desde el Tortoni, desde la Academia Sueca o desde la dirección de Bromatología, sea una reunión de alta higiene ética y estética. ¿No se encontrarían felices de asistir a un acto en el que el ejercicio de desombligar, de alcanzar el ombligo anónimo, fuera el primer poema de la noche? ¿Recuerdan ustedes si alguna vez (desde la fundación de Garay hasta hoy) se ha levantado un asistente a estos actos, para declarar airado «esto es una bazofia, no un poema». Si surgiera este público (y portando una guillotina literaria) otros gallos cantarían. Serían muy pocos. Pero poéticos. Es cierto que en cada cual hay una pulsión natural de la poesía buscando un do de pecho. Desde el Cromagnon nos empuja la necesidad de trébol de cinco pétalos, de la aguja en el pajar, del hilo de luz en la espesura. ¿Que por qué nos embruja tanto la búsqueda del poema? Porque intuimos que el poema puede avisar a la población de la inmensidad de tierra virgen que hay en cada uno. y porque nos corresponde dar noticia de que cada uno, por sólo serIo, lleva un poema puesto, un pájaro portátil. (y por ello, un cielo propio). ¿No es ésta, entonces, la mejor propuesta que un impresentable por vocación pueda hacer en la presentación de una revista de poesía? Esto es, ¿despresentar autores y celebrar que ella, la invisible, la anónima, es la única que reina entre nosotros? A la poesía, no a los poetas. Esos espías de Dios, según Shakespeare. Legisladores, según Shelley. O mariquitas, según el barrio. Los poetas (como los panaderos, los equilibristas, los químicos, los vendedores de violetas, los lectores de agua y hasta los buzos, no surgen del repollo del cielo sino de la misma sangrante y cantante paridora, que es la especie. Ella no los necesita para preservarse. Apenas para que le guarden la frontera de la ambigüedad, de la disonancia, de la fragmentación. Los tiene allí para que suceda la diferente, el milagro mutante y el acogotamiento de toda repetición. Para que la ilusión flote sobre las cosas y para que con humilde esfuerzo reparen el génesis, que a Dios. es evidente. se le estropeó. Desde siempre, la tradición diagnosticó que «de poeta y de loco, todos tenemos un poco». Pero no queda claro porqué algunos son muchísimo más locos que otros y se pasan la vida trabajando gratis como vicarios de la locura y de la poesía públicas. Este es el servicio asistencial que los poetas deben prestarle a la sociedad. y bien se los recompensa por ello: cantan, celebran, inventan y salen (y vuelven) del mundo, en formidables aparatos de volar con palabras. Vaya gloria. Que en medio de un país huérfano, calcinado hasta sus huesos, unos seres algo inválidos y contra natura, siempre fuera de moda y negados a las pericias básicas (como arreglar un grifo, conducir automóviles o meter la mano en la lata) insistan en imaginar lo que sucede en donde dicen no sucede nada, en el camino paralelo al camino, es un acontecimiento prodigioso. Lo hagan con agraciadas o desgraciadas voces. Canten o aúllen. No importa. Cada uno es un tono, un fraseo, un tempo de la música del espíritu. Una gama que va de Safo y de Ovidio, al payador más flojito de los pagos de Areco. Desde el estrepitoso poeta nacional hasta el lírico barrial o de café. Sea un monje de clausura verbal que escribe el silencio o quien unido a su guitarra arde en autoría y canta. Aunque sólo si lo hacen desde la gracia: distantes del árbol del bien y del mal, fuera del alcance de la alta contaminación atómica del ónfalo, del ombligo, del yo. La celebración de hoy es para la revista Las 2001 Noches. Hecho novísimo en la distribución de panes y de peces de la poesía que escapa a las prácticas de museo y reiteración señaladas. Hay detrás de esta revista un energúmeno fenomenal, un palabrero furioso, que viene dando voces desde hace años ya lo loco. Un palabrista en estado de expansión. Tal vez el mejor director para un centro hospitalario de poetas. Un empecinado repartidor de poemas. Suyos, de otros, de nadie. Sea aquí, en Madrid, el resto del mundo. Pues, si algo hace Miguel Oscar Menassa en su desvarío de ciego y terco es seguir dándole, día y noche, a la improbable piñata de la poesía. Prestigrafía, prestifonía, prestimanía, en la que caemos todos (hasta con los ojos abiertos) sin dar jamás en el centro de su luz. Espero que nuestros próximos encuentros tengan lugar en un no lugar. En el Planetario, en el Puente de la Noria, en el Camino Negro, en el parque 'Derechos de la Ancianidad, en la Reserva Ecológica o en la Ciudad Oculta. O tal vez en una carpa nómada. ¿Hay acaso destino mejor para un poeta que vivir en perpetua emergencia? ESTEBAN PEICOVICH |
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VERSOS
Y ORACIONES II
DESHACED ese verso. III
POESÍA, IV
SISTEMA, poeta, sistema. V
POETA VI
No andes errante... iQUÉ LÁSTIMA! ¡Qué lástimaque yo no pueda cantar a la usanza de este tiempo lo mismo que los poetas de hoy cantan ! ¡Qué lástima que yo no pueda entonar con una voz engolada esas brillantes romanzas a las glorias de la patria! ¡Qué lástima que yo no tenga una patria! Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa desde una tierra a otra tierra, desde una raza a otra raza, como pasan esas tormentas de estío desde ésta a aquella comarca. ¡Qué lástima que yo no tenga comarca, patria chica, tierra provinciana! Debí nacer en la entraña de la estepa castellana y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada; pasé los días azules de mi infancia en Salamanca, y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña. |
Después... ya no he
vuelto a echar el ancla, ni el retrato de un mi
abuelo que ganara Un libro tengo también.
Y todo mi ajuar se halla Ella, entonces, me llama
¡tonto!, y se marcha. |
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ni se para Y en una tarde muy
clara,
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Todos han muerto Murió el cura Santiago, a quien placía le saludasen los jóvenes y las mozas, respondiéndoles a todos, indistinta- mente: «Buenos días, José! Buenos días, María!». Murió aquella joven rubia, Carlota, dejando un hijito de meses, que luego también murió a los ocho días de la madre. Murió mi tía Albina, que solía cantar tiempos y modos de heredad, en tanto cosía en los corredores, para Isidora, la criada de oficio, la honrosísima mujer. Murió un viejo tuerto, su nombre no recuerdo, pero dormía al sol de la mañana, sentado ante la puerta del hojalatero de la esquina. Murió Rayo, el perro de mi altura, herido de un balazo de no se sabe quién. Murió Lucas, mi cuñado en la paz de las cinturas, de quien me acuerdo cuando llueve y no hay nadie en mi Murió en mi revólver mi madre, en mi puño mi hermana Murió el músico Méndez, alto y muy borracho, que Murió mi eternidad y estoy velándola. Tendríamos una edad misericordiosa, cuando mi padre du ordenó nuestro ingreso a la escuela. Cura de amor, una tarde -Tocan la puerta!- mi madre. -Tocan la puerta!- mi propia madre. una
-Tocan a la puerta- dijo toda mi madre, tocándose las -Anda, Nativa, la hija a ver quién viene. Y, sin esperar la venia maternal, fuera Miguel, el hijo
-Porque no le dejé que saliese a la puerta, -Nativa, la ¡Qué diestra de subprefecto, la diestra del padre, revelando, el hombre, las falanjas filiales del niño! Podía así no en otorgarle la ventura que el hombre deseara más tarde. Sin embargo: -Y mañana, a la escuela, disertó magistralmente el padre, ante el público semanal de sus hijos. -Y tal, la ley, la causa de la ley. Y tal también la vida. Mamá debió llorar, gimiendo apenas la madre. Ya nadie quiso comer. En los labios del padre cupo, para salir rompiéndose, |
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una fina cuchara que conozco. En las fraternas
bocas, la absorta amargura del hijo, quedó atravesada. Nadie la espantó. y de espantarla, nadie dejó arrollarse por su gran calofrío maternal. -¿Dónde están los hijos de la gallina vieja? -¿Dónde están los pollos de la gallina vieja? ¡Pobrecitos! ¡Dónde estarían! El MOMENTO MAS GRAVE DE LA VIDA Un hombre dijo:
-El momento más grave de mi vida estuvo en la batalla del Mame, cuando fui herido en el pecho. Existe un mutilado, no de un combate sino de un abrazo, no de la guerra sino de la paz. Perdió el rostro en el amor y no en el odio. Lo perdió en el curso normal de la vida y no en un accidente. Lo perdió en el orden de la naturaleza y no en el desorden de los hombres. El coronel Piccot, Presidente de «Les Gueules Cassées», lleva la boca comida por la pólvora (le 1914. Este mutilado que conozco, lleva el rostro comido por el aire inmortal e inmemorial. Rostro muerto sobre el tronco vivo. Rostro yerto y pegado con clavos a la cabeza viva. Este rostro resulta ser el dorso del cráneo, el cráneo del cráneo. Vi una vez un árbol darme la espalda y vi otra vez un camino que me daba la espalda. Un árbol de espaldas sólo crece en los lugares donde nunca nació ni murió nadie. Un camino de espaldas sólo avanza por los lugares donde ha habido todas las muertes y ningún nacimiento. El mutilado de la paz y del amor, del abrazo y del orden y que lleva el rostro muerto sobre el tronco vivo, nació a la sombra de un árbol de espaldas y su existencia transcurre a lo largo de un camino de espaldas.
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Como el rostro está yerto y difunto, toda la vida psíquica, toda la expresión animal de este hombre, se refugia, para traducirse al exterior, en el peludo cráneo, en el tórax y en las extremidades. Los impulsos de su ser profundo, al salir, retroceden del rostro y la respiración, el olfato, la vista, el oido, la palabra, el resplandor humano de su ser, funcionan y se expresan por el pecho, por los hombros, por el cabello, por las costillas, por los brazos y las piernas y los pies.
Mutilado del rostro, tapado del rostro, cerrado del rostro, este hombre, no obstante, está entero y nada le hace falta. No tiene ojos y ve y llora. No tiene boca y habla y sonríe. No tiene frente y piensa y se sume en sí mismo. No tiene ¡Señores! Hoyes la primera vez que me doy cuenta de la presencia de la vida. ¡Señores! Ruego a ustedes dejarme libre un momento, para saborear esta emoción, formidable, espontánea y reciente de la vida, que hoy, por la primera vez, me extasía y me hace dichoso hasta las lágrimas. Mi gozo viene de lo inédito de mi emoción. Mi exultación viene de que antes no sentí la presencia de la vida. No la he sentido nunca. Miente quien diga que la he sentido. Miente y su mentira me hiere a tal punto que me haría desgraciado. Mi gozo viene de mi fe en este hallazgo personal de la vida, y nadie puede ir contra esta fe. Al que fuera, se le caería la lengua, se le caerían los huesos y correría el peligro de recoger otros, ajenos, para mantenerse de pie ante mis ojos. Nunca, sino ahora, ha habido vida. Nunca, sino ahora, han pasado gentes. Nunca, sino ahora, ha habido casas y avenidas, aire y horizonte. Si viniese ahora mi amigo Peyriet, le diría que yo no le conozco y que debemos empezar de nuevo. ¿Cuándo, en efecto, le he conocido a mi amigo Peyriet? Hoy sería la primera vez que nos conocemos. Le diría que se vaya y regrese y entre a verme, como si no me conociera, es decir, por la primera vez.
Ahora yo no conozco a nadie ni nada. Me advierto en un país extraño, en el que todo cobra relieve de nacimiento, luz de epifanía inmarcesible. No, señor. No hable usted a ese caballero. Usted no lo conoce y le sorprendería tan ¡Cuán poco tiempo he vivido! Mi nacimiento es tan reciente, que no hay unidad de medida para contar mi edad. ¡Si acabo de nacer! ¡Si aún no he vivido todavía! Señores: soy tan pequeñito, que el día apenas cabe en mí. Nunca, sino ahora, oí el estruendo de los carros, que cargan piedras para una gran construcción del boulevard Haussmann. Nunca, sino ahora, avancé paralelamente a la primavera, diciéndole: «Si la muerte hubiera sido otra...» Nunca, sino ahora, vi la luz áurea del sol sobre las cúpulas del Sacré-Coeur. Nunca, sino ahora, se me acercó un niño y me miró hondamente con su boca. Nunca, sino ahora, supe que existía una puerta, otra puerta y el canto cordial de las distancias. ¡Dejadme! La vida me ha dado ahora en toda mi muerte.
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1
No soy yo quien escucha 2 DEBAJO de la almohada 3
ME ASOMO a los ladridos. 4
Y TÚ también |
a todo lo que impregna 5
La lluvia,
Entonces, |
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BUENAS noches, lechuza. 7
LA NOCHE, navegando , como ayer,
¡Qué motivo de asombro! 8
UN CABALLO y un coche.
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y las mismas arterias, SOMOS nosotros los que conducimos II
Nosotros somos los que conducimos III
Nosotros vamos dando vueltas
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palabras, ramas con que se mantiene ,
Se desmantelarán las bases, pero,
¿QUIÉN levanta del pecho del hombre
Pasaron poniendo las bases
Subieron al pecho lejanos residuos,
El hombre es un niño que aprende Se puede volver agua oscura, Ese hombre que cuida los campos,
Ese hombre que funda la rosa
El hombre que curva sus manos ,
encantos, ternuras redondas
El hombre que toma en sus brazos
un mal día atraviesa con botas
LA Estadística es una princesa de azul hielo
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tus huesos redondeas en sus lentas parábolas,
Somos el acechado gorrión de la Estadística,
Hoy me he muerto de hambre, ayer besé tus labios, mañana seré el preso de un sueño subversivo,
Leche negra de la madrugada la bebemos de tarde Traducción de Rodolfo Alonso y Klaus Dieter Vervuert
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1.-Conduce tus propósitos a lo largo de las dificultades y las agresiones como el general a su ejercicio, y el gaucho a su arreo, esto es: sin olvidarse del destino que has elegido y sin desintegrar el núcleo de tus ideales, en beneficio de uno solo de ellos. 2.-Defiende
tus intereses como defenderías -si eres 3.-Vive la vida como una vida ajena; es decir: como quisieras que tu compañero, que tu hermano, que tu hijo, viviera la suya. 4.-No hagas tragedia. No des a tus dolores las proporciones de una catástrofe, ni la resonancia de una entrada triunfal a cada una de tus glorias. 5.-
El día y las noche son las tarjas métricas del año; tú tarjarás hasta
tus horas y tus minutos, con tarjas de luz, y 6.-No hagas punto final ni en el buen éxito primero, ni en el primer contratiempo: que tus derrotas y tus victorias te estimulen. 7.-Que
tu vida sea justa y que tu muerte sea tachada de 8.-Deja trabajo en preparación para los que te sobrevivan. Procede como las mujeres hacendosas: ellas reniegan siempre de la entrada del sol y presencian su salida. 9.-No
seas frío como el témpano, ni abrasador como la boca del horno: la
displicencia, lo mismo que los locos 10.-Por más personales, por más contingentes que sean tus ambiciones, siempre habrá algo en ellas que pertenezca al ideal humano: piensa, pues, que tus fracasos y tus triunfos no son del todo tuyos. 11.-Consuélate, apláudete y repróchate a ti mismo y serás el fuerte. 12.-Detrás
de cada fracasado hay un Cristo que pudiera 13.-El
mundo está lleno de genios anónimos que esperan 14.-Ser
propietario de una cabeza cualquiera es lo 15.-Y si tu corona no llega nunca, no te vuelvas taciturno, agresivo y mal pensado; ni vayas a entregar a la madre tierra el cráneo roto del desesperado, o la pulpa adiposa del vicioso, ya hedionda antes de morir: que baje a tu sepultura el cadáver sin mortaja de uno que hubiera podido reinar y merecer el homenaje del mármol y del bronce. 16.-Merecer una cosa es lo mismo que poseerla: el que así no lo piensa es porque no es digno de la cosa aquella. |
ANTICIPO DEL LIBRO
En las 2001 Noches también está lo que te interesa:
NOCHE 52
Querida mamá: Eso que aprendí a tu lado: mucho de todo para todos; es evidente que la burguesía siente un poco de asco por esas formas filosóficas del intercambio. NOCHE 53
Atrás, que nadie toque el tesoro invisible que se esconde en mis versos. NOCHE 54 Basta de fanfarronerías, Menassa, Usted, tampoco tiene mil páginas bien escritas. NOCHE 59 La pija, una vez, establecida deja de crecer no de pararse. iBoludos! NOCHE 68
Hoy podría decidir que está todo bien así como
está. NOCHE 85 En este viaje que, algunos entre nosotros, llamaron el viaje de la pobreza y que para mí fue el viaje de la sabiduría, he aprendido cosas fundamentales no sólo para mi vida sino, fundamentalmente, para mi escritura. Esos días, esas noches cuando dos mujeres riendo al unísono, indicaban que se había firmado mi sentencia de muerte. Yo lo sabía: esos días, esas noches pasaba que, un poema, no se escribiría jamás. NOCHE 86
Esta noche tengo, como poeta, en mi mirada, |
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I
Abro y cierro mis mandíbulas II
Partícula agónica de la matanza, III
No tengo que dejar, IV
A los pobres nos pasa, VI
Pequeño conjunto de células sin voluntad, VI
Pequeño conjunto de células sin voluntad. pequeño
niño a punto de nacer, VII
Hacia los mundos Vuelo,
azul, sobre los dientes de la noche, VIII Buscando
tus entrañas, oro azul, IX Espía
de mí mismo,
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X
Pretendía caminar, tranquilamente, por la vida
Dolorosamente recuerdo,
Decir, En
libertad arriesgo todo lo que tengo,
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SIETE CONFERENCIAS Miguel Oscar Menassa Este libro recientemente editado ha visto la luz en forma inmediata al dictado de las conferencias que le da título. Indispensable tanto para especialistas como para neófilos que deseen acceder a una versión genuina y sin concesiones sobre el Psicoanálisis y con él a los pensamientos más vigentes de nuestro tiempo sobre la sexualidad, la creación, las posibilidades múltiples de la transformación a que nos aboca esta disciplina generada en nuestro siglo y dispuesta ya a atravesar sus confines para penetrar en las propuestas del siglo XXI.
Un lenguaje preciso y eficaz hace asequibles las
mayores complejidades ante las cuales este nuevo saber nos dispone.
Logra, sin duda, actualizar y poner en su lugar los
pensamientos de una Cuba algo desamparada por el Psicoanálisis, a pesar de las
dificultades que pueda presentar un pensamiento, al respecto, detenido. Presente en su discurso la transmisión, es capaz de transitar un deseo capaz de convocar a una red invisible de entusiastas y practicantes de esta ciencia contemporánea. El esfuerzo por acercarla a oídos casi vírgenes hace de su decir un camino sin los obstáculos de frases trajinadas. El autor también consigue ofrecernos los temas más arduos con sencillez y belleza, sin reducciones ni concesiones, con la calidez peculiar de su discurso.
Este libro «dicho» en el calor del trópico es un
texto abierto y libre para ser leído y entendido en cualquier geografía, en
cualquier idioma. Poner al alcance de cualquier lector la realidad, la velocidad, el vértigo de la apuesta psicoanalítica es lo que logra Miguel Oscar Menassa en sus Siete Conferencias en La Habana. Esfuerzo y destreza en los que evidentemente la Editorial Grupo Cero quiso estar presente, brindando al público lector este libro de nuestra realidad más candente. Este libro «dicho» en el calor del trópico es un texto abierto y libre para ser leído y entendido en cualquier geografía, en cualquier idioma. Como el mismo Psicoanálisis, como el mismo autor lo dice en estas Conferencias de La Habana: Todo progreso en el hombre produce zozobra, para agregar en otro lugar de este texto que comentarnos: Cuando le quito grandiosidad, se vuelve normal. Poner al alcance de cualquier lector la realidad, la velocidad, el vértigo de la apuesta psicoanalítica es lo que logra Miguel Oscar Menassa en sus Siete Conferencias en La Habana. Esfuerzo y destreza en los que evidentemente la Editorial Grupo Cero quiso estar presente, brindando al público lector este libro de nuestra realidad más candente.
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