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MIGUEL OSCAR MENASSA Argentina, 1940
PSICOANÁLISIS Y POESÍA
Para la charla coloquio de esta tarde
traigo apuntes con los cuales
Relacionando estos puntos, digamos para
empezar que el que
Siempre se le ha dado a la escritura, al
escritor, al poeta, a la
Este planteamiento lo hago en tanto que
pienso que la poesía Para que la poesía sea un trabajo, tengo que tener instrumentos. Esos instrumentos son el sujeto que escribe o están en el sujeto que escribe. Es decir, cualquier sujeto parlante podría desarrollar el ser de la escritura.
Esta concepción choca con las ideas de
inspiración, musas, élite, El capitalismo genera un proceso de socialización universal, es decir, la irrupción del capitalismo como modo de producción en nuestras civilizaciones produce como resultado un efecto humanizador, un efecto civilizador. La socialización de la mercancía, la posibilidad de que la mercancía llegue a mercados infinitos, abre las compuertas y los medios para que también se pueda llegar a pensar en la socialización del lenguaje, en la socialización de la escritura. Entre cualquier jefe de sección en cualquier fábrica más o menos moderna y un maestro de escuela hay quinientos años de diferencia en favor del jefe de sección de la fábrica. |
El objeto técnico en su proceso de socialización se adelantó al proceso de socialización de la cultura, de la escritura, de la lectura y, por lo tanto, éstas se atrasaron quinientos años. Si pensamos cómo se produjo la máquina herramienta, veremos que fue la física la que la hizo posible. La física hace posible el capitalismo: sin la física, sin la máquina herramienta, sin la rueda sinfín, no podría haber habido producción en serie. Por lo tanto hubiese sido una ficción el proletariado o el capitalismo.
La física posibilita la fase de
producción capitalista, pero es también la fase de producción
capitalista la que genera nuevas opciones, como mínimo, de lectura
de la realidad. La máquina infernal que nos somete es la que nos
posibilita la puerta de una posible libertad. La Teoría del Valor y
la Teoría del Inconsciente así lo atestiguan. |
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125.001 ejemplares: NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA |
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Para conversar, elegí tres poemas míos
que tienen que ver con el
En uno de ellos se ve claramente cómo el
sujeto que está escribiendo, el poeta, está procesando que la
creación es un hecho que se da entre el poeta y la poesía. En otro
poema, a esta función
Allí lo que escribe es absolutamente
independiente de él. Y a mi Este párrafo nos lleva al segundo punto que quería plantear hoy: la diferencia radical de la vida del poeta, que tiene que ser rechazada para poder escribir, y el poema resultante. No podemos decir que el poema dé cuenta o trate la vida del poeta, aunque haya partido de sus lágrimas para escribir el verso: “el cielo llora sobre la ciudad”. Es cierto que partió de sus lágrimas, y aprovechando el tema común que tienen la caída de gotas de las lágrimas y la caída de gotas de la lluvia produce la metáfora donde, humanizando el cielo, generaliza el problema de su llanto y no dice como un tonto: “estoy llorando porque mi mujer me abandonó”; no, abre la ventana, produce el hecho poético: “el cielo llora sobre la ciudad”. Es una metáfora porque humaniza el cielo y cosifica el llanto, esto es, produce una nueva temporalidad.
Aunque el poeta crea que se vale de su
propia vida para escribir, su vida no es otra cosa que una materia
prima, como la madera con la cual, aplicando instrumentos de
trabajo, fabricó una mesa que no El problema que planteo es que escribir siempre es un trabajo; sólo que me doy cuenta de que los instrumentos que creía conscientes y racionales en realidad son inconscientes. Los instrumentos son históricos, ideológicos, psíquicos y los tres son inconscientes para el sujeto, porque si bien el mecanismo histórico, el instrumento histórico, es consciente, es consciente para la historia, no para el sujeto, no para el hombre. Los modelos ideológicos funcionan de manera inconsciente y lo psíquico verdaderamente real es lo inconsciente. Los mecanismos con los cuales trabajamos la materia prima o la materia natural, la vivencia del propio poeta y los libros que ya están escritos antes de la existencia del poeta, son mecanismos inconscientes. Desde este lugar no me cuesta ningún trabajo hacer un pasaje y pensar un campo que denomino Poesía y Psicoanálisis. El lugar desde donde digo: sin la función poética no hay poesía, no hay pintura, no hay música, y nosotros agregamos: tampoco hay interpretación psicoanalítica sin función poética.
Ponemos así la interpretación
psicoanalítica en el lugar de la
Normalmente se dice: Fulano de Tal dejó
en su obra la elegancia
La escritura es el efecto de haber
procesado una lectura. Aquí se
Estamos leyendo permanentemente. Tomamos
café y pensamos:
Alguien dice: “No sé si voy a llegar”.
Acaba de leer. Y parecen lecturas ingenuas, pero en un caso usó la
física; en otro, las Usó sin saber y eso se llama la cultura, eso se llama la civilización: sin saber utilizamos todos esos fenómenos que han ocurrido a lo largo de la humanidad y los utilizamos para leer pequeñas cosas cotidianas. Hay instrumentos, entonces, en lecturas sencillas como “voy a llegar tarde”, “me mira con mirada inteligente” o “cree que me estoy enojando”. Cada vez que hago eso, estoy haciendo una lectura. Si los modelos ideológicos funcionan de manera inconsciente, lo ideológico es la propia vida del sujeto, por eso la ideología no se puede abolir. La ideología se puede transformar, pero no se puede exterminar, porque se exterminaría al hombre.
La “propia vida del sujeto”, que el
sujeto defiende con uñas y En apariencia, ese fue el siglo del error. No funcionaron las grandes doctrinas, ningún gran descubrimiento, pero me acaban de preguntar en la radio si el psicoanálisis ya se terminó cuando todavía no ha empezado, cuando no ha pasado siquiera un siglo. Aún no se conoce en el sentido de que tenemos un instrumento novedoso en las manos, que nos quema y que produce revoluciones del sentido, de lo que creo que soy.
El psicoanálisis produce una alteración
total de la verdad. Podría |
por un montón de motivos, menos porque yo la veo. La mirada es lo que más le miente al hombre. Ve sólo el diez por ciento de lo que hablamos y podemos expresar el diez por ciento de lo que seríamos capaces de expresar, de pensar. Es decir, también un amor atado. Los periódicos trabajan todos sus artículos con un máximo de trescientas palabras. Esa no es la lengua castellana. La lengua castellana tiene un millón de palabras. Los cómicos, aun estando en los medios de difusión, aumentan esas trescientas palabras a mil. Los poetas, los buenos poetas, trabajan con diez mil palabras. Quedan novecientas noventa mil palabras no utilizadas por nadie. La gente es capaz de decir, frente a esa ignominia, que ya está todo dicho. Sí, ya está todo dicho con las trescientas palabras, que es la vida que nos permiten.
La lengua castellana tiene un millón de posibilidades de combinarse, y en ese sentido decía que sólo podrían usarlas los cultos, sólo los nobles, los grandes, los profesores. Y a eso apuntaba con los medios por los cuales nos permitiría ser socializada la poesía, el hecho poético, el hecho simbólico. Y, diciendo que es un trabajo aquello que yo produzco, un producto efecto de trabajo, un poema entra en un nuevo proceso de trabajo como cualquier mercancía. Entra como instrumento: con un poema puedo leer una realidad, y entra como materia prima sobre la cual, trabajando, voy a producir otro escrito. Existe la posibilidad de pensar una máquina herramienta del pensamiento. Existía la posibilidad de que la ciencia matemática se hiciera corriente de opinión, que pasara de ciencia a producción de filosofía, de ahí a producción de ideología y luego corriente de opinión. Así, no hace falta conocer la ley de los números naturales para sumar. Es corriente de opinión. Antes del descubrimiento de la ley de los números naturales (n+1), la gente contaba de manera primitiva, tenía que mostrar algo, los dedos, el ábaco, las piedrecitas, los nudillos, enfrentando el objeto que querían contar. Para pensarlo simbólicamente, había que entender la ley de los números naturales y así nació la ciencia. Ahora que han pasado dos mil años es corriente de opinión, ya que nadie tiene que entender la ley de los números naturales para sumar. Del mismo modo que una ley matemática se hace filosofía, luego ideología y, por último, corriente de opinión, también puede ocurrir con la poesía, con el psicoanálisis o con cualquier disciplina que abra nuevos caminos para la humanidad. La conversión de la inspiración y la musa en trabajo hace accesible este asunto. Puede decirse que hay gente a la que le da trabajo trabajar, y yo diría que sí, que es verdad. En un recuerdo que tengo, veo el arte poético como un esperar. Si me permiten decirlo, el Menassa joven. La actitud poética era la actitud de espera. Allí no sería atravesado por el lenguaje, por la historia, la polémica. Recuerdo haber escrito un poema que decía que al poeta le mostraban piedras preciosas, diamantes de Africa, mujeres extranjeras, se le leían poemas por altavoz, todo para que dejara de esperar, porque en la espera era donde buscaba su sol, buscaba su poema. Pasan los años y, evidentemente impactado por la comprensión que permite el psicoanálisis de los procesos de creación, escribo un nuevo poema para hablar del arte poético: Fui lo que se dice un buen fenicio, en todo
Fui lo que se dice un buen fenicio, en
todo.
Rosa perdida de perfumes rotos,
En el impacto del choque con la
interpretación del deseo inconsciente en el proceso de creación, el
poeta queda totalmente convencido |
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de que el arte poético es absolutamente inconsciente y que él muy responsable de eso no es. Elabora en esta situación una posición de la escritura como mandato social. Es escritor en realidad por mandato social. Es ciego al mandato y ciego al producto del mandato. Podríamos, haciendo un paréntesis, ver esto en la interpretación psicoanalítica y preguntar hasta dónde llega la responsabilidad del que la hace y, también para el poeta, hasta dónde llega la responsabilidad de haber escrito un verso. Llega hasta ahí. Exactamente hasta ahí. Lacan lo decía así: “Ha comenzado su verdadero viaje”. Ha terminado su psicoanálisis y ha comenzado su verdadero viaje. Ahora, que ya fue producida la interpretación, usted haga con ella lo que quiera. Hasta la interpretación, era el viaje del psicoanálisis. Después de la interpretación, es el viaje del sujeto Fulano de Tal. El viaje del poeta es haber escrito el verso. El verdadero viaje comienza cuando aparece el primer lector.
Si nos fuéramos pensando que hay varias
maneras de pensar, sería suficiente. Porque, no contento con lo que
ya pensaba del arte Oficio de poeta
Envuelto en las brumas del tedioso
vivir,
Cuando voy por la vida, Ella
Envuelto en los poderosos ruidos de la
máquina,
Cuando hacemos el amor, Ella me reprocha
Envuelto en las sutiles marañas del
poder,
Cuando Ella me encuentra en esa
encrucijada, Aquí el poeta complica el asunto, porque intenta decirnos que el proceso de creación es una relación que él tiene con esa abstracción que nos plantea como poesía. Plantea el problema de la inmortalidad; dicho de una manera concreta, que no es el poeta el que se inmortaliza, sino que, en todo caso, hay algunos poemas que se inmortalizan. La muerte de la muerte es lo que puede la poesía. Lo más importante es que el poema plantea que hay una relación misteriosa del poeta, del sujeto concreto que escribe, y la poesía. Una relación con una abstracción, con un Ideal, con una marcación, una especie de ideal del Yo. En este momento se está escribiendo un poema. ¿Por qué? Porque estamos poniendo en juego las pasiones y los requerimientos del trabajo de la poesía. Están nuestras vivencias, están las palabras, hay palabras de otros poetas, recuerdo otros libros, ustedes recuerdan otros libros. Hay una situación particular que nos reúne. Tenemos nuestra ideología, nuestra filosofía, nuestra psique. Está todo, está la materia prima; por lo tanto, en este momento se está escribiendo un poema. Lo que no sabemos es si el agraciado que lo escribe en una hoja, el agraciado que representará para que se sepa que se estuvo escribiendo un poema, ése quizá no está entre nosotros, y si entienden esto, entienden lo que pienso del procesamiento de la poesía. ¿Éste es mi poema o este Oficio de poeta lo escribió otro poeta y yo lo único que hice con mi ordenador fue transcribirlo, y el poema que yo estoy escribiendo sobre el arte poético quizá lo escribe uno de ustedes? Es una bella pregunta la que hago. Hay en ella cierta universalidad o historia de la poesía. Más allá de lo que piensan los sujetos, más allá de lo que todos pensamos, hay una historia propia de la poesía que se va concibiendo más allá de lo que aquellos que la conciben, los poetas, piensen de la situación. |
Un poco más adelante, el título
Oficio del poeta, se transforma en
Analizando los títulos, pensé que en este poema se va a intentar Arte poética
Poesía, lo sé, mientras te escribo,
Entrego, mansamente, mis ilusiones,
Vacío de mis cosas,
Poesía, sobre tu piel, rasgos sonoros,
“Cuando te olvides de cómo te enseñé a manejar el arma, aprenderás; el arma formará parte de tu cuerpo y ahí sabrás manejarla”. Tiene algo de artes marciales. Me perdí un poco. El goce de la interrupción; la interrupción trae goce y por eso molesta. Estaba tan preocupado en demostrarles lo que quería demostrar que de pronto tuve una interrupción y sentí un placer; conversando se me fueron las preocupaciones. Después uno dice: ¡ay, me interumpí! Tuvimos un goce de más, un goce que no hubiese habido. En ese goce que no hubiese habido, siempre hay escritura. Un día me preguntaron si gozaba escribiendo, porque confesé que escribía de cuatro a cinco horas diarias. Dije que sí, pero no más que con otro trabajo, porque hago otros trabajos también. En todo trabajo se goza, porque se goza en todo aquel lugar donde pierdo, donde rechazo mi personalidad, mi manera de ser, mis pensamientos acerca de la vida, mis compañeros y mis amantes. No puede haber mundo diferente si nadie piensa el mundo diferente; si todos estamos absolutamente convencidos de que no hay otro mundo y esto es lo que es, eso es lo que puede el hombre. Pero el hombre es capaz de modificar la realidad social histórica si es capaz de imaginarla. Ningún poema dijo eso, sino Einstein. Eintein decía que para poder conceptualizar había que representar. Y se preguntaba: ¿cómo es posible conceptualizar algo nuevo si primero lo tengo que representar y no lo puedo representar porque es nuevo? Allí Einstein decía que la función poética era esencial en la producción no-poética, en la producción científica, porque hay un momento de la representación de la cual se saltaba a la conceptualización, que dependía estrictamente del imaginario universal, y del imaginario universal es de lo que se nutre la función poética. Para entrar en coloquio planteo lo siguiente: El inconsciente de la poesía es más extenso que el inconsciente del sujeto psíquico. |
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DÁMASO
ALONSO Tú. Siempre
tú. Alguna vez
te alejas, Sí, ahí
estás, Azorado en
el aire, No me
sirven mis manos ni mis pies, Heme aquí,
hoy, inválido ante ti, Duro,
hiriente, me golpeas una vez y otra vez, |
CÉSAR
VALLEJO La punta
del hombre, De otra
manera, ¡Oh pensar
geométrico al trasluz!
OLIVERIO
GIRONDO En la
eropsiquis plena de huéspedes entonces meandros de |
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VICENTE
ALEIXANDRE Para
ti, que conoces cómo la piedra canta, para tí,
poeta, que sentiste en tu aliento
Carne
mortal la tuya, que, arrebatada por el La
juventud de tu corazón no es una playa No es
ese rayo velador que súbitamente te amenaza, No. Esa
luz que en el mundo Un
pecho robusto que reposa atravesado por el mar
¿Entonces? |
PABLO
NERUDA Entre
sombra y espacio, entre guarniciones y doncellas,
PEDRO
SALINAS Y ahora,
aquí está frente a mí.
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JUAN
GELMAN como un
martillo la realidad/bate como un
pájaro ronco/delira mañana en
tu calor/sonará
VICENTE
HUIDOBRO El hálito
del poema apaga todas las bujías del mundo Un astro
gira El pecho el
azar la eternidad |
JORGE
LUIS BORGES Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío, como un amo
implacable A este
oficio me obligan los dolores ajenos, Nunca fui
el dueño de mis cenizas, mis versos,
“El escribir, como la
vida misma, es un viaje de descubrimiento. Mirar el
río hecho de tiempo y agua Sentir que
la vigilia es otro sueño Ver en el
día o en el año un símbolo Ver en la
muerte el sueño, en el ocaso Cuentan que
Ulises, harto de prodigios, También es
como el río interminable
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OLGA
OROZCO
ALREDEDOR La poesía puede presentarse al lector bajo la apariencia de muchas encarnaciones diferentes, combinadas, antagónicas, simultáneas o totalmente aisladas. De acuerdo con las épocas, los géneros, las tendencias, puede ser, por ejemplo, una dama oprimida por la armadura de rígidos preceptos, una bailarina de caja de música que repite su giro gracioso y restringido, una pitonisa que recibe el dictado del oráculo y descifra las señales del porvenir, una reina de las nieves con su regazo colmado de cristales casi algebraicos, una criatura alucinada con la cabeza sumergida en una nube de insectos zumbadores, una señora que riega las humildes plantas de un reducido jardín, una heroína que canta en medio de la hoguera, un pájaro que huye, una boca cerrada. ¿Cuál es la imagen verdadera de este inagotable caleidoscopio? La más libre, la más trascendente sin retóricas, la no convencional, la que está entretejida con la sustancia misma de la vida llevada hasta sus últimas consecuencias. Es decir, la que no hace nacer fantasmas sonoros o conceptuales para encerrarlos en las palabras, sino que hace estallar aun los fantasmas que las palabras encierran en sí mismas. Recorrer la trayectoria de la poesía desde la formulación del encantamiento y su consecuente palabra de poder, hasta la época actual, es un camino en doble espiral, tan largo como la génesis del lenguaje y tan tortuoso como la historia del hombre. Analizar el lenguaje de la poesía en sus sonidos y en sus resonancias es atrapar a un coleóptero, a un ángel, a un dios en estado natural y salvaje y someterlo a injertos y disecciones, hasta lograr un cadáver amorfo.
Los poetas conviven con las palabras.
Sí, las nutren, las mastican, las aplastan, las pulverizan; combaten
por saber quién sirve a quién, o pactan con ellas, o tienen una
relación semejante a la de los amantes. La poesía es un organismo
vivo, rebelde, en permanente revolución, en permanente metamorfosis.
Pero los fonemas, los antónimos, las aféresis, las paragoges, las
aliteraciones, las arritmias, los yámbicos, al igual que ciertas
ideas fijas, son los parásitos de las palabras; producen
enfermedades incurables, vicios rutinarios, vejeces prematuras que
conducen a las academias de la
Condensando todos los ismos que unen y
separan, como los verdaderos istmos, reuniendo en un solo cuerpo las
palabras que
Ignoro cuál sería el porvenir de la
poesía en un mundo regido por
|
Mientras tanto, aquí y ahora, el poeta elige su expresión. Elige la palabra como un elemento de conversión simbólica de este universo imperfecto. La idea de que el nombre y la esencia se corresponden, de que el nombre no sólo designa sino que es el ser mismo y que contiene dentro de sí la fuerza del ser, es el punto de partida de la creación del mundo y de la creación poética. Separado de la divinidad, aislado en una parte limitada de la unidad primera o desgarrado en su propio encierro, el individuo siente permanentemente la dolorosa contradicción de su parte de absoluto y de sus múltiples, efervescentes particularidades. Quiere ser otro y todos sin dejar de ser él, no invadiendo sino compartiendo. Ese sentimiento de separación y ese anhelo de unidad, sólo se convierten en fusión total, simultánea y corpórea, en la experiencia religiosa, en el acto de amor y en la creación poética. El “yo” del poeta es un sujeto plural en el momento de la creación, es un “yo” metafísico, no una personalidad. Esta transposición se produce exactamente en el momento de la inminencia creadora. Es el momento en que la palabra ignorada y compartida, la palabra reveladora de una total participación, la palabra que condensa la luz de la evidencia y que yace sepultada en el fondo de cada uno como una pregunta que conduce a todas las respuestas, y comienza a enunciarse con balbuceos y silencios que pueden corresponder a todos y cada uno de los nombres que encierran los fragmentos de la realidad total. Su resonancia se manifiesta en una sorpresiva paralización de todos los sistemas particulares y generales de la vida. El poeta, con toda la carga de lo conocido y lo desconocido, se siente de pronto convocado hacia un afuera cuyas puertas se abren hacia adentro. Una tensión extrema se acaba de apoderar de la trama del mundo, próxima a romperse ante la inminencia de la aparición de algo que bulle, crece, fermenta, aspira a encarnarse, en medio de la mayor luz o de la mayor tiniebla. El ser entero ha cesado de ser lo que era para convertirse en una interrogación total, en una expectativa de cacería en la que se ignora quién es el cazador y cuál es el animal al que se apunta. Algo está condensándose, algo está a punto de aparecer. Algo debe aparecer o el universo entero será aspirado en una dirección o estallará con un estrépito ensordecedor en otros millares de fragmentos. El poeta traspone entonces las pétreas murallas que lo encierran y sale a enfrentarse con los centinelas de la noche. Va a acceder al mundo del mito, va a repetir el acto creador en el limitado plano de la acción de su verbo, va a enfrentarse con su revelación. No importa que ese momento ejemplar -eterno en la eternidad como el molde del mito- tenga de este lado la duración exacta de un momento del mundo, ni que la palabra que ha usado como un arma de conocimiento y un instrumento de exploración ofrezca después el aspecto de un escudo roto o se convierta en un humilde puñado de polvo. Ha penetrado, de todas maneras, o ha creído penetrar, en la noche de la caída, la ha detenido con su movimiento de ascenso y ha revertido el tiempo y el espacio en que ocurría. El pasado y el por-
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venir se funden ahora en un presente ilimitado donde las escenas más antiguas pueden estar ocurriendo, al igual que las escenas de la profecía. Es un tiempo abierto en todas direcciones. El vacío que precedía al nacimiento se confunde con el vacío adjudicado a la muerte, y ambos se colman de indicios, de vestigios, de señales. “¿Qué memoria es esa que sólo recuerda hacia atrás?”, dice la Reina Blanca de Alicia en el país de las maravillas, y entonces es posible responderle que la memoria es una actualidad de mil caras, que cada cara recubre la memoria de otras mil caras, y que el pasado ha estampado sus huellas infantiles en los muros agrietados del porvenir. Tampoco la distancia que nació con la separación existe ya. La sustancia es una sola en una milagrosa solución de continuidad. Es posible ser todos los otros, una mata de hierba, una tormenta encerrada en un cajón, la mirada de alguien que murió hace 2.500 años. Se está frente a una perspectiva abierta y circular, pero aún en los umbrales del exilio. Es un viaje largo y solitario el que se debe emprender en las tinieblas. El que se interna amparado por la lucidez, como por el resplandor de una lámpara, no ejercita sus ojos y no ve más allá de cuanto abarca el reducido haz luminoso que posee y transporta. El que avanza a ciegas no alcanza a definir las formas conocidas que se ocultan tras los enmascaramientos de las sombras, ni logra perseguir el rastro de lo fugitivo. No hay conciencia total ni abandono total. No hay hielo insomne ni hervor alucinado. Hay grandes llamaradas salpicadas de cristales perfectos y grandes cristalizaciones que brillan como el fuego. Hay que tratar de asirlas. Hay que encender y apagar la lámpara de acuerdo con los accidentes del camino. Los senderos son engañosos y a veces no conducen a ninguna parte, o se interrumpen bruscamente, o se abren en forma de abanico. Hay muros que simulan espejismos, imágenes comprometedoras que se alejan, ejércitos de perseguidores y de monstruos, apariencias emboscadas, objetos desconocidos e indescifrables que brillan con luz propia, terrenos que se deslizan vertiginosamente bajo los pies. Se viven confusiones desconcertantes entre la pesadilla y la vigilia, lo familiar resulta impenetrable y sospechoso y lo insólito adquiere la forma tranquilizadora de lo cotidiano. Se tiene la sensación de haber contraído una peste que puede producir cualquier transformación, aun la más inimaginable, y hay una fiebre que no cesa y que parece alimentarse de la duración. El poeta cree adquirir poderes casi mágicos. Intenta explorar en las zonas prohibidas, en los deseos inexpresados, en las inmensas canteras del sueño. Procura destruir las armaduras del olvido, detener el viento y las mareas, vivir otras vidas, crecer entre los muertos. Trata de cambiar las perspectivas, de presenciar la soledad, de reducir las potencias que terminan por reducirlo al silencio. A lo largo de todo este trayecto, la palabra -única arma con que cuenta para actuar- se ha abandonado a las fuerzas imponderables o ha asumido todo el poder de que dispone para trasmutarse en el objeto mismo de su búsqueda. Por medio del lenguaje, emanación de la palabra secreta, el poeta ha tratado de trascender su situación actual, de remontar la noche de la caída hasta alcanzar un estado semejante a aquel del que gozaba cuando era uno con la divinidad, o de continuar hacia abajo para cambiar lo creado, anexándole otros cielos y otras tierras, con sus floras y sus faunas. El hecho es el mismo: es la repetición del acto creador por el poder del verbo.
Por el poder del verbo, el poeta se ha entregado a toda suerte de
El poema: un instrumento inútil, una proyección del acto creador Para el poeta ha terminado. Al lector le corresponde entonces instalarse frente al poema, que interroga y responde, en su condición de objeto y de sujeto. Retomar el mecanismo de la revelación.
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ALEJANDRA PIZARNIK
Esta noche, dijo, desde el ocaso, me cubrían con una Toda la noche escucho el llamamiento de la muerte, toda la noche escucho el canto de la muerte junto al río, toda la noche escucho la voz de la muerte que me llama. Y tantos sueños unidos, tantas posesiones, tantas inmersiones en mis posesiones de pequeña difunta en un jardín de ruinas y de lilas. Junto al río la muerte me llama. Desoladamente desgarrada en el corazón escucho el canto de la más pura alegría. Y es verdad que he despertado en el lugar del amor porque al oír su canto dije: es el lugar del amor. Y es verdad que he despertado en el lugar del amor porque con una sonrisa de duelo yo oí su canto y me dije: es el lugar del amor (pero tembloroso pero fosforescente). Y las danzas mecánicas de los muñecos antiguos y las desdichas heredadas y el agua veloz en círculos, por favor, no sientas miedo de decirlo: el agua veloz en círculos fugacísimos mientras en la orilla el gesto detenido de los brazos detenidos en un llamamiento al abrazo, en la nostalgia más pura, en el río, en la niebla, en el sol debilísimo filtrándose a través de la niebla.
Más desde adentro: el objeto sin nombre que nace y se pulveriza
en el lugar en que el silencio pesa como barras de oro y el
tiempo
es un viento afilado que atraviesa una grieta y es esa su sola
declaración. Hablo del lugar en que se hacen los cuerpos
poéticos
-como una cesta llena de cadáveres de niñas. Y es en ese lugar
donde la muerte está sentada, viste un traje muy antiguo y pulsa
un
arpa en la orilla el río lúgubre, la muerte en un vestido rojo,
la bella,
la funesta, la espectral, la que toda la noche pulsó un arpa
hasta que
me adormecí dentro del sueño. La muerte es una palabra. La palabra es una cosa, la muerte es una cosa, es un cuerpo poético que alienta en el lugar de mi nacimiento. Nunca de este modo lograrás circundarlo. Habla, pero sobre el escenario de cenizas; habla, pero desde el fondo del río donde está la muerte cantando. Y la muerte es ella, me lo dijo el sueño, me lo dijo la canción de la reina. La muerte de cabellos del color del cuervo, vestida de rojo, blandiendo en sus manos funestas un laúd y huesos de pájaro para golpear en mi tumba, se alejó cantando y contemplada de atrás parecía una vieja mendiga y los niños le arrojaban piedras. |
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Cantaba en la mañana de niebla apenas filtrada por el sol, la
Escribo con los ojos cerrados, escribo con los ojos abiertos: que
La muerte azul, la muerte verde, la muerte roja, la muerte lila, en
El traje azul y plata fosforescente de la plañidera en la noche La muerte está cantando junto al río. Y fue en la taberna del puerto que cantó la canción de la muerte. Me voy a morir, me dijo, me voy a morir. Al alba venid, buen amigo, al alba venid. Nos hemos reconocido, nos hemos desaparecido, amigo el que yo más quería. Yo, asistiendo a mi nacimiento. Yo, a mi muerte. Y yo caminaría por todos los desiertos de este mundo y aun muerta te seguiría buscando, a ti, que fuiste el lugar del amor. |
OLIVERIO
GIRONDO
- ¡Sin pie, no hay poesía! exclaman
algunos. Como si necesitásemos - Aunque la estilográfica tenga reminiscencias de lagrimatorio, ni los cocodrilos tienen derecho a confundir las lágrimas con la tinta. - Llega un momento en que aspiramos a escribir algo peor.
- El ombligo no es un órgano tan importante como imaginan
ustedes...
- No hay que confundir poesía con vaselina; vigor, con camiseta - Un libro debe construirse como un reloj, y venderse como un salchichón. - Con la poesía sucede lo mismo que con las mujeres: llega un momento en que la única actitud respetuosa consiste en levantarles la pollera.
- ¡Si buena parte de nuestros poetas se convenciera de que la
tartamudez - Aunque ellos mismos lo ignoren, ningún creador escribe para los otros, ni para sí mismo, ni mucho menos, para satisfacer un anhelo de creación, sino porque no puede dejar de escribir.
- La poesía siempre es lo otro, aquello que todos ignoran hasta - Ambicionamos no plagiarnos ni a nosotros mismos, a ser siempre distintos, a renovarnos en cada poema, pero a medida que se acumulan y forman nuestra escueta o frondosa producción, debemos reconocer que a lo largo de nuestra existencia hemos escrito un solo y único poema.
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