LAS 2001 NOCHES Nº 79

LA GUERRA ¡¡¡QUÉ MIERDA!!! EDAD NEGRA LA MUERTE DEL MUNDO
VICENTE ALEIXANDRE MIGUEL OSCAR MENASSA JUAN-JACOBO BAJARLÍA
SONIDO DE LA GUERRA LA MUERTE DEL HOMBRE YO ERA TODOS LOS HOMBRES
BERTOLT BRECHT GERMÁN PARDO GARCÍA EL CRUCE EN EL INFINITO
CATÓN DE GUERRA ALEMÁN PEQUEÑA BIOGRAFÍA DE UN HOMBRE CONTEMPORÁNEO RAÚL GONZÁLEZ TUÑÓN
WALT WHITMAN PEDRO SALINAS LA LIBERTAD
REDOBLES DE TAMBOR EL VIENTO Y LA GUERRA AFORISMOS
JORGE LUIS BORGES RAFAEL ALBERTI SUN TZU
POEMA CONJETURAL LOS ÁNGELES BÉLICOS KARL CLAUSEWITZ
ENRIQUE MOLINA NOCTURNO SOCIOS DE HONOR
LA PRISIONERA JACQUES PRÉVERT MIS MANOS Y LA MUSICA
EXPOSICIÓN DE PINTURA
21 DE ABRIL A LAS 20 HORAS
INFORMACIÓN BÁRBARA CIERRE DE LA MUESTRA DE PINTURA" COLORES DEL TIEMPO"
Y RECITAL DE POESÍA
13 DE ABRIL A LAS20 HORAS
CESARE PAVESE MIGUEL HERNÁNDEZ FERIA DEL LIBRO EN BUENOS AIRES
DEL 18 DE ABRIL AL 9 DE MAYO
TÚ NO CONOCES LAS COLINAS GUERRA EXPOSICIÓN DE PINTURA Y RECITAL DE POESÍA
16 DE ABRIL A LAS18:00 H
"VERSOS Y TRAZOS"
VICENTE HUIDOBRO PABLO NERUDA XV CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO "LA MUJER Y YO II" DEL 20 AL 23 DE JULIO DE 2005 EN MADRID

LA GUERRA ¡¡¡QUÉ MIERDA!!!

VICENTE ALEIXANDRE
España, 1898


SONIDO DE LA GUERRA

EL SOLDADO

Aquí llegué. Aquí me quedo. Es triste
saber que el día en noche encarna. Eterna
miré la luz en unos ojos bellos.
¡Cuán lejos ya! Aquí en la selva acato
la única luz, y vivo. Pues ignoro
aquí de dónde vengo. Son las aves
tenaces las que sobreviven, las que
sobrevuelan. Aquí a mis pies lianas
bullen, y sienten que tierra es todo, y nada
es diferente. El cielo no es distinto.
El ave es tierra y vuela.
Lo mismo garza que alcotán. ¡Qué pájaros
fantasmas, qué chirridos
fantasmas! El agua pasa y cunde.
Aquí mi cuerpo mineral hoy puede
vivir. Soy piedra pues que existo.

EL BRUJO

Solo quedé. Arrasada está la aldea.
Ah, el miserable
conquistador pasó. Metralla y, más, veneno
vi en la mirada horrible. Y eran jóvenes.
Cuántas veces soñé con un suspiro
como una muerte dulce. En mis brebajes
puse el beleño de no ser, y supe
dormir, terrible ciencia última.
Mas hoy no me valió. Con ojo fijo
velé y miré, y seco
un ojo vio la lluvia, y era roja.
Pálido y seco,
y ensangrentado en su interior, cegó.

EL SOLDADO

No estoy dormido. No sé si muero o sueño.
En esta herida está el vivir, y ya
tan sólo ella es la vida.
Tuve unos labios que significaron.
Un cuerpo que se erguía, un brazo extenso,
como unas manos que aprehendieron: cosas,
objetos, seres, esperanzas, humos.
Soñé, y la mano dibujaba el sueño,
el deseo. Tenté. Quien tienta vive. Quien conoce ha muerto.
Sólo mi pensamiento vive ahora.
Por eso muero. Porque ya no miro,
pero sé. Joven lo fui. Y sin edad, termino.

EL BRUJO

Pues vi miré. La sangre no era un río,
sino su pensamiento doloroso.
La sangre vive cuando presa pugna
por surtir. Pero si surte, muere.
Como un castillo donde prisionera
está la bella y un dulce caballero
abre el portón, y sale: la luz mata.
Así la sangre, en que el destino yerra,
pues si fulgura muere. Ah, qué misterio
increíble. Sólo sobre unos labios coloridos,
como tras celosía, se adivina
el bulto de la sangre. Y el amante
puede besar y presentir, ¡sin verla!
 

XV CONGRESO
INTERNACIONAL
GRUPO CERO
"LA MUJER Y YO II"
se realizará en Madrid
 Del 20 al 23 d e Julio de 2005
Teléfono:
91 758 19 40

EL PÁJARO

¿Quién habla aquí en la noche? Son venenos
humanos. Soy ya viejo y oigo poco,
mas no confundo el canto de la alondra
con el ronco trajín del pecho pobre.
Miro y en torno casi ya no hay aire
para mis alas. Ni rama para mi descanso.
¿Qué subversión pasó? Nada conozco.
Naturaleza huyó. ¿Qué es esto? Y vuelo
en un aire que mata.
Letal ceniza en que bogar, y muero.

EL SOLDADO

Qué sed horrible. En tierra seca, nada.
Tendido estoy y sólo veo estrellas.
El agujero de mi pecho alienta
como brutal error. Pienso, no hablo.

Quizás hoy siento porque estoy muriendo.
Y la postrer palabra sea: Sentí.

EL BRUJO

Camino a tientas. ¿Entre piedras ando
o entre miembros dispersos? ¿Frío un talón o es una frente rota?
Qué rumoroso un trozo que está solo:
Más allá de la muerte vive algo,
un resto, en vida propia. Y ando, aparto
esa otra vida a solas que no entiendo.

EL SOLDADO

Si alguien llegase... No puedo hablar. No
puedo gritar. Fui joven y miraba, ardía,
tocaba, sonaba. El hombre suena. Pero mudo, muero.
Y aquí ya las estrellas se apagaron,
pues que mis ojos ya las desconocen.
Sólo el aire del pecho suena. El estertor
dentro de mí respira por la herida,
como por una boca. Boca inútil.
Reciente, y hecha sólo
para morir.

EL BRUJO

La guerra fue porque está siendo. Yerran
los que la nombran. Nada valen y son sólo palabras
las que te arrastran, sombra polvorosa,
humo estallado, humano que resultas
como una idea muerta tras su nada.
¿Dónde el beleño de tu sueño, zumo
para dormir, si todo ha muerto y veo
sólo que la luz piensa? No, no hay vida,
sino este pensamiento en que yo acabo:
El pensamiento de la luz sin hombres.

LA ALONDRA

Todo está quieto y todo está desierto.
Y el alba nace, y muda.
Pasé como una piedra y fui a la mar.

125.001 ejemplares: NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA


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BERTOLT BRECHT
Alemania, 1898


CATÓN DE GUERRA ALEMÁN

...

LOS DE ARRIBA DICEN: LA PAZ Y LA GUERRA
son de naturaleza distinta.
Pero su paz y su guerra
son como viento y tormenta.
La guerra nace de su paz
como el hijo de la madre.
Tiene
sus mismos rasgos terribles.
Su guerra mata
lo que sobrevive
a su paz.

CUANDO EL PINTOR DE BROCHA GORDA HABLA DE PAZ
POR LOS ALTAVOCES,
los trabajadores miran el grueso firme
de las autopistas que están haciendo,
y ven
que es para tanques pesados.
El pintor de brocha gorda habla de paz.
Irguiendo sus espaldas doloridas,
las grandes manos apoyadas en cañones,
le escuchan los fundidores.
Los pilotos de los bombarderos aminoran la marcha de los
                                                                                   [motores
y oyen
hablar de paz al pintor de brocha gorda.
Los leñadores están a la escucha en los bosques silenciosos,
los campesinos dejan los arados y se llevan la mano a la oreja,
se detienen las mujeres que les llevan la comida:
hay un coche con altavoces en el campo de labor. Por ellos
se oye al pintor de brocha gorda exigir la paz.

CUANDO LOS DE ARRIBA HABLAN DE PAZ
el pueblo llano sabe
que habrá guerra.
Cuando los de arriba maldicen la guerra,
ya están escritas las hojas de movilización.

LOS DE ARRIBA
se han reunido en una sala.
Hombre de la calle:
abandona toda esperanza.
Los gobiernos
firman pactos de no agresión.
Hombre pequeño:
escribe tu testamento.

HOMBRE DE CHAQUETA RAÍDA:
en las fábricas textiles
están tejiendo para ti un capote
que nunca romperás.
Hombre que vas al trabajo caminando durante horas
con tus zapatos destrozados: el coche
que te están fabricando
llevará una coraza de hierro.
En tu hogar hace falta un envase de leche
y estás fundiendo una gran botella, fundidor,
que no será para leche. ¿Quién
beberá en ella?

ES DE NOCHE
Las parejas
van a la cama. Las mujeres jóvenes
parirán huérfanos.

EN EL MURO HABÍAN ESCRITO CON TIZA:
quieren la guerra.
Quien lo escribió
ya ha caído.

LOS DE ARRIBA DICEN:
éste es el camino de la gloria.
Los de abajo dicen:
éste es el camino de la tumba.

LA GUERRA QUE VENDRÁ
no es la primera. Hubo
otras guerras.
Al final de la última
hubo vencedores y vencidos.
Entre los vencidos, el pueblo llano
pasaba hambre. Entre los vencedores
el pueblo llano la pasaba también.

LOS DE ARRIBA DICEN: EN EL EJÉRCITO
todos somos iguales.
Por la cocina sabréis
si es verdad.
En los corazones
debe haber el mismo valor. Pero
en los platos hay
dos clases de rancho.

LOS TÉCNICOS ESTÁN
inclinados sobre las mesas de dibujo:
una cifra equivocada, y las ciudades del enemigo
se salvarán de la destrucción.

DE LAS BIBLIOTECAS
salen los asesinos.
Estrechando contra sí a los niños,
las madres vigilan el cielo con terror
a que aparezcan en él los descubrimientos de los sabios.

EN EL MOMENTO DE MARCHAR, MUCHOS NO SABEN
que su enemigo marcha al frente de ellos.
La voz que les manda
es la voz de su enemigo.
Quien habla del enemigo,
él mismo es enemigo.

GENERAL, TU TANQUE ES MÁS FUERTE QUE UN COCHE
Arrasa un bosque y aplasta a cien hombres.
Pero tiene un defecto:
necesita un conductor.
General, tu bombardero es poderoso.
Vuela más rápido que la tormenta y carga más que un elefante.
Pero tiene un defecto:
necesita un piloto.
General, el hombre es muy útil.
Puede volar y puede matar.
Pero tiene un defecto:
puede pensar.

CUANDO EMPIECE LA GUERRA,
quizá vuestros hermanos se transformen
hasta que no se reconozcan ya sus rostros.
Pero vosotros debéis seguir siendo los mismos.
Irán a la guerra, no
como a una matanza, sino
como a un trabajo serio. Todo
lo habrán olvidado.
Pero vosotros no debéis olvidar nada.
Os echarán aguardiente en la garganta,
como a los demás.
Pero vosotros debéis manteneros serenos.

EL FÜHRER OS DIRÁ: LA GUERRA
dura cuatro semanas. Cuando llegue el otoño
estaréis de vuelta. Pero
vendrá el otoño y pasará,
vendrá de nuevo y pasará muchas veces, y vosotros
no estaréis de vuelta.
El pintor de brocha gorda os dirá: las máquinas
lo harán todo por vosotros. Sólo unos pocos
tendrán que morir. Pero
moriréis a cientos de miles, nunca
se habrá visto morir a tantos hombres.
Cuando me digan que estáis en el Cabo Norte,
y en Italia, y en el Transvaal, sabré
dónde encontrar un día vuestras tumbas.

CUANDO EL TAMBOR EMPIECE SU GUERRA,
vosotros debéis continuar la vuestra.
Verá ante sí enemigos, pero,
al volverse, deberá ver también
enemigos detrás;
cuando empiece su guerra
no debe ver sino enemigos en torno.
Todo aquel que avance
empujado por los agentes de las S.S.,
debe avanzar contra él.
Las botas serán malas, pero aunque fueran


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del mejor cuero, son sus enemigos
quienes deben marchar dentro de ellas.
Vuestro rancho será poco, pero aunque fuera abundante,
no os debe gustar.
Que los agentes de las S.S. no puedan dormir.
Que tengan que controlar arma a arma
para ver si están cargadas. Y que tengan que controlar
si controlan sus controladores.
Todo lo que vaya hacia él debe ser destruido, y todo
lo que venga de él, contra él hay que volverlo.
Valeroso será quien combata contra él.
Sabio será quien frustre sus planes.
Sólo quien le venza salvará a Alemania.
 

WALT WHITMAN
Estados Unidos, 1819


REDOBLES DE TAMBOR

¡BATID, BATID, TAMBORES!

¡Batid, batid, tambores! ¡Sonad, clarines, sonad!
Irrumpid como una fuerza implacable a través de
      puertas y ventanas,
Dispersad a los fieles en el templo solemne,
Entrad en la escuela en que el alumno estudia;
Perturbad la calma y la felicidad del novio con su
     prometida,
La paz del granjero que ara la tierra o cosecha el grano,
Redoblad con violencia, tambores, sonad estridentes,
    clarines.

¡Batid, batid, tambores! ¡Sonad, clarines, sonad!
Sobre el tránsito de las ciudades, sobre el rechinar de
    las ruedas en las calles;
¿Están las camas dispuestas para recibir a quienes
    dormirán en ellas?, nadie debe dormir en esas camas,
Ni comerciar los comerciantes durante el día... ¿acaso han
    de continuar los comisionistas y los especuladores?
¿Acaso han de continuar las pláticas de los que platicaban?
¿Acaso el cantante intentará cantar?
Entonces, vibrad con más fuerza aún, tambores, sonad
    más alto aún, clarines.

¡Batid, batid, tambores! ¡Sonad, clarines, sonad!
Sin parlamentos, sin deteneros a discutir con nadie,
Sin preocuparos por el tímido ni por el que llora o el
    que reza,
Sin preocuparos por la súplica del anciano al joven,
Acallad las voces de los niños, acallad los ruegos de las
    madres,
Agitad a los muertos en sus ataúdes mientras
    aguardan la carroza fúnebre,
Batid con fuerza, oh terribles tambores, sonad alto, clarines.
 

GRUPO CERO
GETAFE
DEPARTAMENTO DE CLÍNICA
Te l . 91 682 18 95
Previa petición de hora

JORGE LUIS BORGES
Argentina, 1899


POEMA CONJETURAL

El doctor Francisco Laprida, asesinado el día
22 de setiembre de 1829 por los montoneros
de Aldao, piensa antes de morir.

Zumban las balas en la tarde última.
Hay viento y hay cenizas en el viento,
se dispersan el día y la batalla
deforme, y la victoria es de los otros.
Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.
Yo, que estudié las leyes y los cánones,
yo, Francisco Narciso de Laprida,
cuya voz declaró la independencia
de estas crueles provincias, derrotado,
de sangre y de sudor manchado el rostro,
sin esperanza ni temor, perdido,
huyo hacia el Sur por arrabales últimos.
Como aquel capitán del Purgatorio
que, huyendo a pie y ensangrentando el llano,
fue cegado y tumbado por la muerte
donde un oscuro río pierde el nombre,
así habré de caer. Hoy es el término.
La noche lateral de los pantanos
me acecha y me demora. Oigo los cascos
de mi caliente muerte que me busca
con jinetes, con belfos y con lanzas.

Yo que anhelé ser otro, ser un hombre
de sentencias, de libros, de dictámenes,
a cielo abierto yaceré entre ciénagas;
pero me endiosa el pecho inexplicable
un júbilo secreto. Al fin me encuentro
con mi destino sudamericano.
A esta ruinosa tarde me llevaba
el laberinto múltiple de pasos
que mis días tejieron desde un día
de la niñez. Al fin he descubierto
la recóndita clave de mis años,
la suerte de Francisco de Laprida,
la letra que faltaba, la perfecta
forma que supo Dios desde el principio.
En el espejo de esta noche alcanzo
mi insospechado rostro eterno. El círculo
se va a cerrar. Yo aguardo que así sea.

Pisan mis pies la sombra de las lanzas
que me buscan. Las befas de mi muerte,
los jinetes, las crines, los caballos,
se ciernen sobre mí... Ya el primer golpe,
ya el duro hierro que me raja el pecho,
el íntimo cuchillo en la garganta.
 

GRUPO CERO
ALCALÁ DE HENARES
DEPARTAMENTO DE CLÍNICA
Tel. 91 883 02 13
Previa petición de hora

 


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ENRIQUE MOLINA
Argentina, 1910



LA PRISIONERA

     Perro
no toques esos senos donde las más delicadas violetas orgánicas
     serán un hervidero de escorpiones un ladrido baldío
     era la ribera caliente de esa sirvienta de las hojas que ha
     trabajado tanto para esas flores enormes del martirio para
     los azorrales
con el gatillo del pantano al rojo vivo del silencio y la terrible
    prisionera
no cae no cede únicamente insulta
con su gemido de supliciada

     Perro
no toques ese pelo mordido por la lluvia entre las lentas
pantallas del follaje
en la sombra de la injusticia
     ella
     la empecinada la desnuda
     entre las hojas cómplices

No toques ese cuerpo conectado a las fibras de un pueblo
de dientes fulgurantes conectado a la savia y a la luna que
recoge esos muertos de una negra cosecha al grito del amor
y del monzón
al alarido del soldado consumido por un soplo de gelatina
ardiente
Esa presa es tantálica
como el país sin sueño que defiende
ese país de plantaciones de odio que se contagia de hoja
     en hoja
Esa presa es tantálica

INFORMACIÓN

Metralla:
son ligeras costillas las que muerdes frágiles costillas de
bambú palpitantes jaulas toráxicas
donde un globo de sueños se llena de súbito de hormigas
un bello corazón rojo de la manigua torturada
esos terribles cetros de insania
a llamaradas entre los helechos
Es un nido de venas una garganta´
donde corría el vino de unos cantos rituales el viento dulzón y
denso del verano
de un país de arrozales y plumas
las fornicaciones
como una urdiumbre suspirante del trópico en la dulzura
humana
de amantes entre la espuma lunar sobre sus sábanas de arena
ese lugar de flores usurpadas
de pájaros tatuados por el fuego
todo el horror desnudo de unos muertos que encienden
en la sombra
una brasa humillada y vengadora

CESARE PAVESE
Italia, 1908



TÚ NO CONOCES LAS COLINAS

Tú no conoces las colinas
donde se derramó la sangre.
Todos huimos,
todos arrojamos
el arma y el nombre. Una mujer
nos miraba al huir.
Sólo uno de nosotros
se paró con el puño cerrado,
vio el cielo vacío,
inclinó la cabeza y murió
bajo el muro, callando.
Ahora no es más que un guiñapo de sangre
y su nombre. Una mujer
nos espera en las colinas.
 

VICENTE HUIDOBRO
Chile, 1893



EDAD NEGRA

La muerte atravesada de truenos vivos
Atravesada de fríos humanos
La muerte de sobra llamando tierra por la tierra
Y de subida en los rostros amargos
La marea apresurada
Sobre los ojos y las piedras
Cómo decir al mundo si es necesario tanto hielo
Si exige el tiempo tal suplicio
Para futuras voces nuevas

¿En dónde estás flor de las tumbas
Si todo es tumba en el reino infinito?
Sólo se oye la lengua del sepulcro
Llamando a grandes gritos
Las campanas secretas
En su misterio de memorias a la deriva
Semejantes al temblor eterno
Que se separa de los astros

No hay sacrificio demasiado grande
Para la noche que se aleja
Para encontrar una belleza escondida en el fuego

Perderlo todo
Perder los ojos y los brazos
Perder la voz el corazón y sus monstruos delicados
Perder la vida y sus luces internas
Perder hasta la muerte
Perderse entero sin un lamento
Ser sangre y soledad
Ser maldición y bendición de horrores
Tristeza de planeta sin olor de agua
Pasar de ángel a fantasma geológico
Y sonreír al sueño que se acerca
Y tanto exige para ser monumento al calor de las manos

Penan los astros como sombras de lobos muertos
En dónde está esa región tan prometida y tan buscada
Penan las selvas como venganzas no cumplidas
Con sus vientos amontonados por el suelo
Y el crujir de sus muebles
Mientras el tiempo forja sus quimeras
Debo llorar al hombre y al amigo
La tempestad lo arroja a otras comarcas
Más lejos de lo que él pensaba

Así dirá la Historia
Se debatían entre el furor y la esperanza
Corrían a encender montañas
Y se quemaban en la hoguera
Empujaban ciudades y llanuras
Flanqueaban ríos y mares con la cabeza ensangrentada
Avanzaban en medio de la sombra espía
Caían desplomados como pájaros ilusos
Sus mujeres ardían y clamaban como relámpagos
Los caballos chocaban miembros en el fango
Carros de hierro aviones triturados
Tendidos en el mismo sueño
Guárdate niño de seguir tal ruta


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MIGUEL OSCAR MENASSA
Argentina, 1940


LA MUERTE DEL HOMBRE

31 de Diciembre de 1976

Es otra vez de noche
y en general
la casa duerme.

Una voz en la radio
dice últimas palabras.
Me entretengo con el humo
y me ocurren mil fantasías
y ninguna tiene que ver
con recostarme
tranquilamente en la cama
y dormir.
Entre tantos papeles
terminaré siendo un escritor
y fijo mi mirada en la lejanía
y dejo que la historia del hombre
irrumpa
con la violencia de su sino
mi noche.

Enciendo cigarrillos a mansalva
uno detrás de otro como si fueran
centelleantes granadas contra los opresores.

Desde hace millones de años
el hombre vive de rodillas.

Las granadas estallan en mi rostro.

Primitivas presencias
pueblan mi noche de salvajes ritos.

Ceremonias donde la muerte
siempre es una canción
sublime y misteriosa.
Bestias indomables
semejantes al hombre
por la torpeza
de sus movimientos
danzan a mi alrededor
iracundos
silvestres.

En un mal castellano
me dicen que su jefe
quiere charlar conmigo.

Sentado en mi cama escribiendo
pido que dejen de rugir tambores
que cese la danza
que me dejen escribir este poema.

El hombre tiene hambre y sed desde milenios.

Somos ese hombre hambriento y sediento poeta
cantad con nosotros:
Venimos de la Mesopotamia
y del Caribe
y buscando la perfección hemos llegado
hasta los mundos que se esconden
por encima del cielo
y no hemos encontrado nada.

Siempre hay un hombre que tiene hambre.
Siempre hay un hombre que se muere de sed.

Aquí mismo poeta
en tu casa
anidan el opresor y el oprimido.

Sentado sobre mi cama escribiendo
les digo a los salvajes
que ya es noche tarde
que por favor dejen de danzar
que necesito
hundirme entre las letras
mi hambre
mi única sed.

Dejaron de danzar
y el que se destacaba
 

por su tremenda humanidad
me fulminó con su mirada.

¿Quién es más cruel?
Poeta
¿Quién más salvaje?
El que muere peleando
por un trozo de pan
o el que no muere nunca.
Quién producirá el exterminio
poeta.
Mis armas o tus versos.

Y ahora poeta deja la pluma
echa a andar y piensa.

Sentado sobre mi cama
escribiendo
le digo al salvaje
que no quiero irme de mi pieza
y que siempre supe que pensar
no era necesario y que deseo
es la última vez que se lo digo
seguir escribiendo este poema.

Antes de continuar me detengo
en la inteligencia del salvaje:
habla bien y mientras habla
deja escapar entre las palabras
el aliento
para que todo suene vital
desgarrador.

Yo soy el hombre
grita la bestia encadenada.

Y tú poeta ¿eres el hombre?
Escribir para quién
dónde los amigos
y dónde los enemigos.

Dime poeta
¿tu canto
necesita del futuro
para ser?
Ese poema que escribes
contra todo
a quién le servirá.

A ver poeta un verso
que me diga ahora mismo
¿qué es el hombre?

Sentado sobre mi cama escribiendo
me doy cuenta
que la inteligencia del salvaje
terminará quemando
todos mis papeles escritos
en esa hoguera
que fueron construyendo
a mi alrededor
sus palabras.

Dejo de escribir
lo miro fijamente a los ojos
y murmuro sus propias palabras
en un solo verso un hombre
en un solo verso un hombre
y me decido a escribir ese verso.

Sostengo con mi mirada
la mirada del salvaje
y con rápidos movimientos
tomo la ametralladora
y disparo varias ráfagas
sobre el cuerpo del salvaje
que con los ojos desorbitados
por el asombro
cae
para morir y desaparecer.

Sentado sobre mi cama escribo ahora
con la seguridad
de quien ha llegado a la cima:

Un poeta asesinó su hombre
para escribir este poema
y eso
es un hombre.


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GERMÁN PARDO GARCÍA
Colombia, 1902


PEQUEÑA BIOGRAFÍA DE UN
HOMBRE CONTEMPORÁNEO

Entre dos guerras deflagró mi vida.
Entre dos apogeos del estrago.

Dos guerras grandes cual el mundo mismo.
Antes de la primera yo fui blanco.

Después de la segunda ya tenía
el color de la pólvora tatuado.

Antes de la primera iba desnudo,
animal inocente por los llanos

frumentales. Después de la segunda,
cota de malla y corazón blindado.

Olía el musgo a semen de leones.
Los arroyos a orines de caballo.

Antes de la primera no tenía
temor del fuego, del rescoldo humano.

Durante la segunda, intensamente
los tuétanos salidos me quemaron.

Pude sobrevivir arrebatándole
a un muerto su rincón. Y así, empujándolo

como a un costal de carcomidos huesos,
lo eché del foso y me escondí en su cárcamo.

Después clamaban a millar de voces
que yo era un resurrecto. Y me apedrearon.

Antes de la primera, humildemente
como se brinda un pan daba la mano.

Después de la segunda la escondía.
Antes de la primera, noble el paso.

El de un hombre sencillo que confiara.
Después de la segunda, brinco largo

de tigre hambriento. Vida bifurcada.
Ni siquiera me duele recordarlo.

Carezco de dolor. No tuve triunfos
ni dignidad y soy uno de tantos

delincuentes que nombran las noticias
cotidianas. Un nadie. Un ser castrado.

Lo demás que pudiera referiros
es aún más torpe, sórdido y extraño.

Intimidad inverecunda y podre.
Mi rostro no es auténtico. Es el falso

que ya todos tenemos; y conmigo
porto un papel. En uno de sus ángulos

mi única dirección. No es verdadera.
Teléfono ficticio y un retrato

lleno de arrugas; máscara de un hombre
deliberadamente equivocado.

Alma y figura, nombre y domicilio,
todo simulación, todo bastardo.

Lo que sé y lo que ignoro y lo que nunca
podré saber. El sueño y lo insoñado.

La inmunda cabellera hasta la espalda.
Un infeliz andrógino barbado.

Mas pudieran valerme estas señales
si algún día vulgar, un día amargo

sin fecha, como hay muchos en la vida;
sin prodigalidad, un día avaro,

yo me muero en la calle como muere
bajo la oscuridad un perro anciano.

PEDRO SALINAS
España, 1891


EL VIENTO Y LA GUERRA

La guerra. El extraordinario.
En mudos signos escasos
-seis signos negros-, espantos,
aún más negros que este negro,
espantos sin fin se apiñan.
Aún fría, recién nacida,
encima ya pero abstracta,
sin hombres, sin horizontes,
sin salirse aún de los mapas,
la guerra, seca, de enormes
letras siniestras, sin sangre.
Su noticia, contubernio
de seis signos con la tinta,
ya para siempre manchó
aquel candor de una hoja,
tan sin empleo, tan pura,
que pudo haber anunciado
las pulseras de pedida,
la llegada de los barcos
que vienen de las Antillas,
los nuevos discos de baile,
las tiendas de las floristas.
Pero su blancura fue
condenada a lo peor,
y una mano
no quiso seguir tocándola,
y al aire la abandonó.

Ahora, sola, ya sin ojos,
a quien henchir de dolor,
se arrastra y gime. Gemido
grotesco de unos papeles,
rozando el sueño;
confusa sombra, alimaña,
alfabético el pelaje,
acosada
por las justicias del aire.
El gran aire que se alza,
en las ciudades inmensas,
en las calles sin un alma,
allá en la alta madrugada,
de día, precisamente,
que la guerra se declara.
La empuja el aire, la corre,
calle arriba,
sobre el asfalto llovido,
sobre rieles de tranvía,
calle abajo; la arrincona
contra muros sin salida.
Triste bandada de hojas,
acuciadas por la ira
del aire ajusticiador
huir querría,
falsas alas de papel,
tomar vuelo. Pero el peso
de la cuenta de los muertos,
el lastre de las arengas,
la carga de telegramas
de mal agüero, le niegan
hasta el primer escalón
del aire, escala del cielo.
Y allí en la tierra -ni tierra,
en el asfalto- acosada,
viento arcángel la flagela
blandiendo sus mismas páginas.
Tres faroles, altaneros,
jueces de fría mirada,
testifican el tormento.
Y algún reló, historiador,
desde su torre, metálico,
a la agonía le cuenta
sus estertores, las tres,
las tres y media, las cuatro.

Arcángeles, revestidos
de túnicas de chubasco,
sus espadas de agua hincan
en la carne de espantajo
del monstruo de la noticia.
A desgarrarse ya empiezan,
de papel, sus miembros flacos,
van por el aire, hechos trizas,
los más fatídicos párrafos,


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y las frases se desbandan,
como cuervos espantados.
Y al fin, justicia total,
los signos se desajustan,
los seis signos del vocablo.
La gran cosa atroz, la guerra,
se va quedando
sin palabra que la miente;
y anónima ya, no existe,
con su nombre se ha olvidado.
Y cuando se estrena el alba
en la calle, todo está
limpio, no ha ocurrido nada.
Los ojos salen del sueño,
felices, a otra mañana,
por unos minutos más
en santísima ignorancia.
Y lenta, pasa, muy lenta
-lo mismo que la mirada
de amante que muere amando
sobre el rostro que se deja
atrás-, lentísima pasa
la última hora de la paz,
sobre la ciudad en calma.

RAFAEL ALBERTI
España, 1902
 


LOS ÁNGELES BÉLICOS
(NORTE, SUR)

Viento contra viento.
torre sin mando, en medio.
Remolinos de ciudades
los desfiladeros.
Ciudades del viento sur,
me vieron.
las neveras, rodando,
pueblos.
Pueblos que yo desconozco,
ciudades del viento norte,
no me vieron.
Gentío de mar y tierra,
nombres, preguntas, recuerdos,
a frente.
Balumbas de frío encono,
cuerpo a cuerpo.
torre sin mando, en medio,
torre colgada
almas muertas que me vieron,
no me vieron.
Viento contra viento.

NOCTURNO

Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre
escucha que transita solamente la rabia,
en los tuétanos tiembla despabilado el odio
las médulas arde continua la venganza,
palabras entonces no sirven: son palabras.
Balas. Balas.
Manifiestos, artículos, comentarios, discursos,
humaredas perdidas, neblinas estampadas,
dolor de papeles que ha de barrer el viento,
tristeza de tinta que ha de borrar el agua!
Balas. Balas.
Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste,
desgraciado y muerto que tiene una garganta
cuando desde el abismo de su idioma quisiera
lo que no puede ser imposible, y calla.
Balas. Balas.
Siento esta noche heridas de muerte las palabras.

JACQUES PRÉVERT
Francia, 1900


BÁRBARA

Acuérdate Bárbara
Llovía sin cesar sobre Brest aquel día
Y caminabas sonriente
Abierta radiante empapada
Bajo la lluvia
Acuérdate Bárbara
Llovía sin cesar sobre Brest
Y me crucé contigo calle de Siam
Sonreías
Y yo sonreía también
Acuérdate Bárbara
Tú a quien no conocía
Tú que no me conocías
Acuérdate
Acuérdate sin embargo de aquel día
No olvides
Un hombre se cobijaba en un portal
Y gritó tu nombre
Bárbara
Y corriste a su encuentro bajo la lluvia
Empapada radiante abierta
Y te echaste en sus brazos
Acuérdate de eso Bárbara
Y no te enfades si te tuteo
Tuteo a todos los que amo
Aunque sólo les haya visto una vez
Tuteo a todos los que se aman
Aunque no les conozca
Acuérdate Bárbara
No te olvides
Esta lluvia quieta y feliz
Sobre tu rostro feliz
Sobre esta ciudad feliz
Esta lluvia sobre el mar
Sobre los astilleros
Sobre el barco de Ouessant
Oh Bárbara
Qué estupidez la guerra
Qué será de ti ahora
Bajo esa lluvia de hierro
De fuego de acero de sangre
Y aquel que te abrazaba
Amorosamente
¿Ha muerto? ¿Ha desaparecido? ¿O aún está vivo?
Oh Bárbara
Llueve sin cesar sobre Brest
Como llovía antes
Pero ya no es lo mismo y todo está estropeado
Es una lluvia de duelo terrible y desolada
No es ni siquiera la tormenta
De hierro de acero de sangre
Sencillamente nubes
Que revientan como perros
Perros que desaparecen
Con el agua sobre Brest
Y van a pudrirse lejos
Lejos muy lejos de Brest
De la cual no queda nada.


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MIGUEL HERNÁNDEZ
España, 1910


GUERRA

Todas las madres del mundo
ocultan el vientre, tiemblan,
y quisieran retirarse
a virginidades ciegas,
el origen solitario
y el pasado sin herencia.
Pálida, sobrecogida
la fecundidad se queda.
El mar tiene sed y tiene
sed de ser agua la tierra.

Alarga la llama el odio
y el amor cierra las puertas.
Voces como lanza vibran,
voces como bayonetas.
Bocas como puños vienen,
puños como cascos llegan.
Pechos como muros roncos,
piernas como patas recias.
El corazón se revuelve,
se atorbellina, revienta.

Arroja contra los ojos
súbitas espumas negras.
La sangre enarbola el mundo
precipita la cabeza
y busca un hueco, una herida
por donde lanzarse afuera.

La sangre recorre el mundo
enjaulada, insatisfecha.
Las flores se desvanecen
devoradas por la hierba.
Ansias de matar invaden
el fondo de la azucena.
Acoplarse con metales
todos los cuerpos anhelan:
desposarse, poseerse
de una terrible manera.

Desaparecer: el ansia
general, creciente, reina.
Un fantasma de estandartes,
una bandera quimérica,
un mito de patrias: una
grave ficción de fronteras.

Músicas exasperadas,
duras como botas, huellan
la faz de las esperanzas
y de las entrañas tiernas.
Crepita el alma, la ira.
El llanto relampaguea
¿Para qué quiero la luz
si tropiezo con tinieblas?

Pasiones como clarines,
coplas, trompas que aconsejan
devorarse ser a ser,
destruirse, piedra a piedra.
Relinchos. Retumbos. Truenos.
Salivazos. Besos. Ruedas.
Espuelas. Espadas locas
abren una herida inmensa.

Después, el silencio, mudo
de algodón, blanco de vendas,
cárdeno de cirugía,
mutilado de tristeza.
El silencio. Y el laurel
en un rincón de osamentas.
Y un tambor enamorado,
como un vientre tenso, suena
detrás del innumerable
muerto que jamás se aleja.

Celebramos el día del libro
el 22 de abril de 2005
La Editorial Grupo Cero regalará un libro a todo aquel que se acerque por su sede desde las 9.30 hasta las 20.00 horas

EDITORIAL GRUPO CERO
c/Duque de Osuna, 4
Telf.: 91 758 19 40— www.grupocero.org

 

PABLO NERUDA
Chile, 1904


LA MUERTE DEL MUNDO

La muerte iba mandando y recogiendo
en lugares y tumbas su tributo:
el hombre con puñal o con bolsillo,
a mediodía o en la luz nocturna,
esperaba matar, iba matando,
iba enterrando seres y ramajes,
asesinando y devorando muertos.
Preparaba sus redes, estrujaba,
desangraba, salía en las mañanas
oliendo sangre de la cacería,
y al volver de su triunfo estaba envuelto
por fragmentos de muerte y desamparo,
y matándose entonces enterraba
con ceremonia funeral sus pasos.

Las casas de los vivos eran muertas.
Escoria, techos rotos, orinales,
agusanados callejones, cuevas
acumuladas con el llanto humano.
-Así debes vivir -dijo el decreto.
-Púdrete en tu substancia -dijo el jefe.
-Eres inmundo -razonó la Iglesia.
-Acuéstate en el lodo -te dijeron.
Y unos cuantos armaron la ceniza
para que gobernara y decidiera,
mientras la flor del hombre se golpeaba
contra los muros que le construyeron.

El cementerio tuvo pompa y piedra.
Silencio para todos y estatura
de vegetales altos y afilados.
Al fin estás aquí, por fin nos dejas
un hueco en medio de la selva amarga,
por fin te quedas tieso entre paredes
que no traspasarás. Y cada día
las flores como un río de perfume
se juntaron al río de los muertos.
Las flores que la vida no tocaba
cayeron sobre el hueco que dejaste.

JUAN-JACOBO BAJARLÍA
Argentina, 1914



YO ERA TODOS LOS HOMBRES

¿Quién era yo?
¿Quién era aquél que al amanecer transitaba las calles
         deshilachadas buscando al hombre que juntaba mujeres
         como monedas de oro para desmenuzar?
¿Quién era el dueño de la corrupción que abría caminos en los
         viejos prostíbulos para instalar las oficinas del hambre?
¿Quién, desde lo alto de las paralelas, arrojaba la sal de la muerte
         para sazonar otras vidas que se arrastraban como una
         anfisbena de dos cabezas?
¿Quién era aquél que barajaba hombres como barajas en el juego
         inacabable de la vida y la muerte?
Yo me levanté desde un hospital donde el juego también es a
         morir y vi las camas insomnes donde los enfermos pedían
         por la vida cuando ya estaban muertos.
Yo amanecí sin voz y sin ideas y vi las mesas donde se
         consultaban los pactos con el Diablo.
Y yo vi a los hacedores de vida que intercambiaban palabras con
         pócimas a la espera de que el muerto hablara del milagro
         y luego se durmiera en esa otra vida que no está en la vida.
Corrí por oscuros laberintos donde el dolor festejaba la muerte
         para aplacar el infierno que caída lentamente de un gotero.
Y vi los monstruos del día final filtrados desde las botellitas
         numeradas que yacían al lado de las camas.
Y al Diablo que también caída desde el gotero para festejar
         el triunfo que espera todos los días desde el amanecer.
La vida y la muerte es un juego de cubiletes que el Diablo agita
         con su pulso incandescente.
Yo era entonces todos los hombres.
 


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EL CRUCE EN EL INFINITO

Alguien descendía buscando las tinieblas,
el fin que acumulaba los deseos
y el espejismo que encendía los triunfos
y decretaba la caducidad del tiempo
mientras éste crecía para
devorarse a sí mismo.
Alguien descendía buscando la sima,
la razón que apuntalaba el ser
y la ecuación que rodeaba el misterio.

Entretanto alguien ascendía
desde los cúmulos de luz
que se expandían en la creación
y envolvían las estrellas y el nuevo mundo,
en cuyo signo se exaltaba
un nombre que se abría a los enigmas
rodeado de otro fuego que fundaba el ser.
Fue el cruce de las paralelas:
entre la vida y la muerte
sólo punto indescifrable.

RAÚL GONZÁLEZ TUÑÓN
Argentina, 1905


LA LIBERTAD
I

De pronto entró la Libertad.

La Libertad no tiene nombre,
no tiene estatua ni parientes.

La Libertad es feroz.
La Libertad es delicada.
La Libertad es simplemente
la Libertad.

Ella se alimenta de muertos.
Los Héroes cayeron por Ella.
Sin angustia no hay Libertad,
sin alegría tampoco.
Entre ambas la Libertad
es el armonioso equilibrio.

Nosotros tenemos vergüenza,
la Libertad no la tiene,
la Libertad anda desnuda.
(Y el señor Jesucristo dijo
que el reino de Dios vendrá
cuando andemos de nuevo desnudos
y no tengamos vergüenza.)

Hermanos, nosotros sabemos,
pero la Libertad no sabe.

II

Hay que ser piedra o pura flor o agua,
conocer el secreto violeta de la pólvora,
haber visto morir delante del relámpago,
conocer la importancia del ajo y el espliego,
haber andado al sol, bajo la lluvia, al frío,
haber visto a un soldado con el fusil ardiente,
cantando, sin embargo, la Libertad querida.

Viva el amor, la vida poderosa,
la muerte creadora de olores penetrantes
y eso porque uno muere y resucita,
 

la luz sobre los techos de la aurora,
sobre las torres del petróleo,
sobre las azoteas de las parvas,
sobre los mástiles del queso y el vino,
sobre las pirámides del cuero y el pan,
la gente retornando,
una ventana con la bandera en familiar bordado
y la exacta ambulancia, con heridos,
cantando, sin embargo, la Libertad querida.

Hay que ser como el puente necesario,
natural como el lirio, como el toro,
saber llegar al fondo del silencio,
al subsuelo del brote y a la raíz del grito,
hay que haber conocido el miedo y el valor,
haber visto una mano que agita una linterna
de noche, hacia el distante nido de la metralla,
hay que haber visto a un muerto cicatrizado y solo
cantando, sin embargo, la Libertad querida.

III

De pronto entró la Libertad.

Estábamos todos dormidos,
algunos bajo los árboles,
otros sobre los ríos,
algunos más entre el cemento,
otros más bajo la tierra.

De pronto entró la Libertad
con una antorcha en la mano.

Estábamos todos despiertos,
algunos con picos y palas,
otros con una pantalla verde,
algunos más entre libros,
otros más arrastrándose, solos.

De pronto entró la Libertad
con una espada en la mano.

Estábamos todos dormidos,
estábamos todos despiertos
y andaban el amor y el odio
más allá de las calaveras.
De pronto entró la Libertad,
no traía nada en la mano.

La Libertad cerró el puño.
¡Ay! Entonces...

 

AFORISMOS

SUN TZU
China, 500 a.C.


- Toda guerra se basa en el engaño. Por ende, cuando esté en condiciones de atacar, finja incapacidad. Cuando realice movimientos de tropas, finja inactividad. Cuando esté cerca del enemigo, hágale creer que está muy lejos. Cuando esté lejos, hágale creer que está cerca. Disponga de señuelos para despistar al enemigo.

- Golpee al enemigo cuando está en desorden. Prepárese contra el
enemigo cuando está seguro en todos los puntos. Evítelo por el
momento cuando es más fuerte. Si su oponente es de carácter
colérico, trate de irritarlo. Si es arrogante, trate de estimular su egocentrismo.

Si las tropas enemigas están bien preparadas después de su reorganización, trate de desgastarlas. Si están unidas, trate de sembrar la discordia entre ellas. Ataque al enemigo cuando no está preparado, y aparezca allí donde no es esperado. Para un estratega, éstas son las claves de la victoria. No es posible formularlas por adelantado.

Lo que se valora en una guerra es la victoria, y no operaciones
prolongadas.

Someter al enemigo sin luchar es la suprema excelencia.

Lo que tiene importancia en la guerra es atacar la estrategia del enemigo.

- Por lo general, el manejo de una gran fuerza armada es el mismo
que el de una fuerza pequeña. Es un problema de organización.
 


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- Cuando el enviado del enemigo habla en términos humildes, pero el ejército continúa sus preparativos, eso significa que avanzará.

Cuando su lenguaje es fuerte y el enemigo avanza pretenciosamente,
pueden ser señales de que el enemigo se retirará.

- Cuando sus tropas están en desorden, el general carece de prestigio.

- Si los oficiales están de mal genio, están agotados.

- Recompensas demasiado frecuentes señalan que el general está agotando sus recursos; los castigos demasiado frecuentes indican que está en agudo peligro. Si los oficiales comienzan tratando a los hombres con violencia y luego les temen, eso demuestra una falta total de inteligencia.

- Si las tropas son castigadas antes de tener la seguridad de que son leales, serán desobedientes.

- Si las tropas han quedado ligadas con usted, pero no se puede imponer la disciplina, no pueden ser empleadas. Por ende, déles órdenes con cortesía pero manténgalas bajo control con una disciplina de hierro, y se puede decir que la victoria es segura.

- Es necesario detectar a los espías del enemigo que hayan llegado
para efectuar operaciones de espionaje contra usted, con el fin
de sobornarlos y ponerlos a su servicio.

- Quien no es sabio y experto, humano y justo, no puede usar
espías.

KARL VON CLAUSEWITZ
Prusia, 1780



La guerra es un acto de fuerza destinado a obligar a nuestro enemigo
a hacer nuestra voluntad.

La defensa es una forma de lucha más fuerte que el ataque.

La guerra no es un pasatiempo; no es sólo la alegría de apostar y ganar, no cabe en ella el entusiarmo irresponsable.

Cuando sociedades enteras van a la guerra, la causa está siempre en alguna situación política, y el conflicto está siempre al servicio de alguna finalidad política. La guerra, pues, es un acto de política.

Pero la guerra no es un simple acto de política, sino un genuino instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, proseguidas con otros medios.

Cuanto más poderosos y estimulantes sean los motivos que llevan a la guerra, tanto más afectarán a las naciones beligerantes y cuanto más extremadas sean las tensiones que preceden al estallido, tanto más se aproximará la guerra a su concepción abstracta, tanto más importante será la destrucción del enemigo, con tanta mayor exactitud coincidirán los objetivos militares y el objeto político de la guerra y, en definitiva, tanto más militar y menos político parecerá el conflicto.

La guerra es el reino de la incertidumbre.

Se exige un juicio sensato y perspicaz; una inteligencia entrenada en desvelar la verdad. Una inteligencia que, hasta en las horas más negras, conserve algún destello de la luz interior que conduce a la verdad; y en segundo lugar, el valor de seguir esta débil luz, lleve adónde lleve.

En la guerra, el soldado con experiencia reacciona como el ojo humano en la oscuridad: la pupila se dilata para la poca luz reinante, los objetos se van perfilando poco a poco hasta que, por fin, se ven con claridad. Por el contrario, el inexperto se hunde en la más profunda noche.

El valor y la moral de un ejército siempre han acrecentado su fortaleza física y siempre la acrecentarán.

Cuando el lado más débil se ve obligado a luchar en condiciones desfavorables, su falta de efectivos debe compensarse con la tensión interna y el vigor que inspira el peligro. Cuando ocurre lo contrario, cuando la desesperación engendra el abandono en lugar del heroísmo, el arte de la guerra ha terminado.

Sin duda, el agotamiento o, para ser más precisos, la fatiga del más fuerte, con frecuencia ha tenido como resultado la paz. La razón estriba en la manera poco entusiasta en que normalmente se hace la guerra.
 

LA JUVENTUD GRUPO CERO
“Versos y trazos”
realizados por los integrantes de los
Talleres de Poesía y Pintura Grupo Cero.
Sábado 16 de abril de 2005 a las 18:00 hrs.
Contaremos con el grupo INDIOS GRISES que
tocarán temas de su último disco
El Artista Creador

CASA DE LA JUVENTUD
Avda. del Val 2 – Alcalá de Henares

LAS 2001 NOCHES

DIRECTOR:
Miguel Oscar Menassa.
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DUQUE DE OSUNA, 4.º (locales). 28015 MADRID (ESPAÑA).
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