LAS
2001 NOCHES Nº 66 |
EDITORIAL
|
CUANDO
MIS LABIOS SE CANSEN |
FRESCORES |
GERMÁN
PARDO GARCÍA
|
RUBÉN
DARIO |
JUAN-JACOBO
BAJARLÍA |
LECTURA
AL ATARDECER |
A
ROOSEVELT |
SOCIOS
DE HONOR |
SABIDURÍA |
AMA
TU RITMO |
ASOCIACIÓN
PABLO MENASSA DE LUCIA |
YO
SOY AQUÉL |
LA
PÁGINA BLANCA |
AFORISMOS |
MUNDOS
EXTRAÑOS |
CANTOS
DE VIDA Y ESPERANZA |
JOHANN
WOLFGANG VON GOETHE |
EL
SACRIFICIO |
LA
FUENTE |
LA
POESÍA NO SE ENAMORA NUNCA
- Martes 18 en Buenos Aires
-Miércoles 26 en Getafe (Madrid) |
VEJEZ
DE UN HÉROE |
CANTO
DE LA SANGRE |
Expone
en Madrid:
YACO NOWENS |
MANOS
DE UN HOMBRE |
LOS
MOTIVOS DEL LOBO |
RECITAL
DE POESÍA |
 |
EDITORIAL
Ha
llegado la hora de la victoria del poeta, y es por eso que
os llamo a la interpretación. Y la interpretación, os recuerdo,
es algo que pasa sin pasar del todo, es algo que
sabe sin ser sabido. Una herida sin solución de continuidad.
Algo
que, siempre por venir, ya habrá pasado. Como
el amor, como los grandes acontecimientos, que siempre
nos cogen de sorpresa y cuando se dejan conocer ya
son otra cosa.
Y
que ha llegado la hora de la victoria del poeta no quiere
decir siquiera que ha llegado la hora de nuestra victoria
o de la mía propia. Ya que el poeta habrá de someterse
al lenguaje hasta el límite de desintegrarse
entre
las palabras, literalmente, dejar de ser, para que la poesía
pueda articular una vida todavía no vivida por nadie,
ni siquiera por el poeta en su desaparición.
Y
que haya llegado la hora de la victoria del poeta quiere
decir, directamente, que la victoria ha de ser toda de
la poesía, esto no quiere decir exactamente que ahora la
poesía habrá de venir a decirnos cómo tendríamos que
vivir.
Ella
nada sabe de la vida. No ama, ni recuerda. Es todo porvenir.

Es
una puta francesa de Marsella del treinta. Ama el oro
por el brillo más que por su valor. Loca permanentemente, siempre
quiere más y nunca sabe lo que quiere, después,
alguien la besa, alguien la marca, alguien la termina
matando. Pero Ella no muere, reaparece en cada esquina,
en cada boca, en cada música que ya no podamos olvidar,
ella estará presente. Y volverá a hacer la misma
caída de ojos y luego amará el brillo del oro hasta
agotarlo y, una vez agotado el oro, ella se pondrá sobre
la piel, noches, hombres, melodías y así puede volver
a morir mil veces, pero lo que nunca pierde es el brillo
de su mirada, porque su mirada es la mirada de todas
las cosas.
EDITORIAL
|
Pero
eso, tampoco quiere decir que nosotros no tengamos que
tener nuestra propia mirada. Y debemos intentar cierta
independencia a riesgo de no ser sino ella misma
en su repetición de novedades.

Ha
llegado la hora de la victoria del poeta, también, quiere
decir que la muerte ha tocado toda palabra, todo goce,
todo porvenir. Y es, precisamente, por eso, que os invito
a la interpretación.
Y
no será que el agua será el agua pura de un blanco manantial
ilusorio. Habrá concreto entre nosotros, porque interpretación
para la poesía y, entonces, porqué no para
nosotros, es materializar las subjetividades.
Materializar
como social toda carne. Materializar como histórico,
todo deseo.
Y
está claro que si bien la Poesía, también, es un trozo proveniente
del lenguaje, casi como nosotros, la poesía nace
con tal poder de aniquilación de aquello que la genera,
que en su acontecimiento el lenguaje, campo aparente
de su posibilidad de ser, queda desaparecido y en
tal magnitud, que Ella misma, termina siendo lo que de
él perdura.
Interpretación
o muerte, no sólo habrá sido un aullido desgarrador
de nuestra juventud, sino, entre otros sentidos que
ya alguien interpretará, una manera moderna de plantear
el vel de la alienación.
Modernizando
el problema, si elijo la muerte me quedo
sin siquiera la muerte, ya que la muerte para el hombre
no se puede hacer sino sólo interpretar. Si elijo la
interpretación, también habrá muerte, porque qué otra cosa
que una puntuación desafortunada, es la interpretación.
Y
si hay falla, si algo se ha perdido, si alguien carece,
si habrá nunca sido que sin embargo... es el deseo
el que ha rasgado el ser del hombre. Si todo está perdido
es la poesía la que habla, nutriéndose de lo que Ella,
aun, como mujer, nunca será.
MIGUEL
OSCAR MENASSA
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125.001
ejemplares: NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA |
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GRUPO CERO
PRODUCCIONES
CINEMATOGRÁFICAS
PROYECCIÓN DE
"LA POESÍA NO SE ENAMORA NUNCA"
Miércoles 26 de
Noviembre
a las 19,00 h
ENTRADA LIBRE
SALA DE CONFERENCIAS
DEL CENTRO DE LAS ARTES
(antigua fábrica de harinas)
c/Ramón y Cajal, 22
– GETAFE (Madrid)
Tel.: 91 758 19 40 |
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ESCUELA DE
PSICOANÁLISIS
GRUPO CERO
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- SIGMUND FREUD
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LOS SEMINARIOS
SERÁN IMPARTIDOS POR PSICOANALISTAS DE
LA ESCUELA DE PSICOANÁLISIS GRUPO
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INSCRIPCIÓN
91 758 19 40
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GERMÁN
PARDO GARCÍA
Colombia, 1902
LECTURA
AL ATARDECER
En un
diario cualquiera estoy leyendo:
"Un submarino atómico fue hundido
por fuerzas misteriosas..." Y suspendo
la
lectura y me oculto adolorido,
con los ojos a ras de ruina y tierra,
girando en la penumbra y el olvido
|
de
tanta angustia como el mundo encierra,
y ojos y manos en silencio junto.
Tanta impiedad mi corazón aterra
y ya
casi sonámbulo pregunto:
¿Tuvieron esperanza esos soldados?
¿Qué quedó de su vida en aquel punto
del
hundimiento? ¿Fueron devorados
por el mar implacable en un segundo?
¿Tuvieron esperanza esos soldados?
La
pregunta me hiere, ¡oh triste mundo
parecido a una trágica cisterna,
con un rostro sangrante en lo profundo!
Salgo a
mirar hacia la vida externa.
Un niño pasa. Y pienso, en mi descanso:
¿qué será de este niño que se interna,
no cual
una barquilla en un remanso,
sino en orbes de llamas homicidas?
Torno a mi soledad de siervo manso,
y
apenas con las luces encendidas
a las seis de la tarde, estoy leyendo
muchas cosas quizá desconocidas:
un
avión propulsor que estaba haciendo
maniobras de luceros y soldados,
estalló en el espacio. Oigo el estruendo
de
ruedas y motores calcinados,
y pregunto con súplica insistente:
¿tuvieron esperanza esos soldados?
Inclino
en lenta sumisión la frente
y leo otra noticia rezagada:
"anteayer, en Vietnam, súbitamente
fue una
escuela de niños bombardeada".
Y siento que una mano enceguecida
me da en el corazón honda estocada.
Mi
jardinero espíritu, a la vida
pregúntale: ¿quién abre en mis costados
esta mortal y rencorosa herida?
¿Tuvieron
esperanza esos soldados,
los cosmonautas mártires caídos
y los niños inermes bombardeados?
¡Oh
mundo que conviertes tus sentidos
en una enorme y funeral hoguera,
desde la maravilla de los nidos
a la
crucifixión en la trinchera!
La mano encumbro en actitud de lira
de cinco resonancias, cual si fuera
todo mi
ser un himno que suspira
por la paz de los vivos y los muertos,
arrastrados al fondo de la pira.
Y canto
a los purísimos desiertos
y al león semental y a los ganados,
y a las blandas colinas y los huertos,
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y de
pronto mis labios azorados
preguntan a los aires enemigos:
¿por qué fueron los niños bombardeados?
Paz y
esperanza, escribo a mis amigos
con mi letra de araña tejedora,
sepultada en los musgos y los higos.
Y
encumbro la otra mano pulsadora,
y soy diez cuerdas dígitas cantando
a la naturaleza constructora.
Y,
laúd decimal, brillo danzando
sobre la negación, y danza y danza
mi espíritu sinfónico, escuchando
los
triunfos del amor y la esperanza.
Paz y esperanza,
escribo a mis amigos.
Y un sol sin senectud arde en mi lanza
del
color de la sábila y los trigos
y la roturación de los arados.
Mas, de pronto, a los aires enemigos
oigo
batir los muros almenados,
y vuelvo a preguntar con insistencia:
¿tuvieron esperanza esos soldados?
¡Ah mi
simplicidad sin resistencia
para la angustia de la extraña herida,
y la incineración de la inocencia!
Mi
espíritu se aleja de la vida
sobre un caballo de cristal y espuma,
que luce al galopar lirios por brida.
Yo
impediré que el odio lo consuma.
Mi instinto de jinete es cabalgarlo
sin que le invada el corazón la bruma.
Trenzador
de sus crines, he de amarlo
más allá de la muerte. Y cuando muera,
en medio de palomas sepultarlo.
Así,
al atardecer, en un cualquiera
periódico del mundo, estoy leyendo
tanta noticia cruel que uno quisiera
que no
fuese verdad, y padeciendo
por los niños que fueron bombardeados
cuando estaban inermes, conociendo
la
verdad de la vida, ensimismados
en sus pequeños libros de lectura.
¡Pobres niños! me digo, incinerados
por un
mundo que bebe su amargura
y come un pan con ácidos dementes,
revueltos en la blanca levadura.
Salgo a
mirar las cosas y las gentes.
Delante de mi casa hay un gran pino.
¿Sufren, tal vez, sus ramas penitentes?
¡Ah,
no lo sé! Paréceme divino,
como implorando paz en esta hora,
para una humanidad que a su destino
tiene
atada una estrella destructora.
Ya son las siete de la tarde. El viento
regresa en calma tímida, insonora.
Busco
mi asilo defensor y siento
que
algo me oprime. Pienso en los soldados
en el
fondo del mar. El sufrimiento
se me
vuelve tenaz. En los costados
de mi
espíritu humilde, una estocada
destrúyeme
los sueños dibujados
allá
cuando la vida era contada
por mi
padre, como un cuento sin brumas,
y mi
credulidad iba montada
sobre
un caballo de cristal y espumas.
|
SABIDURÍA
De mi
sabiduría es lo más alto
lo que
más sumergido en mí trabaja:
aliento
pulmonar que sube y baja,
moléculas
de oculto sobresalto.
No
entendería el estelar asalto
que da
a las nubes su estupenda faja,
si no
fuera el cuchillo con que taja
la
tiniebla su fúnebre cobalto.
Me
afianzo en lo proclive cual demiurgo
de los
hoyos, ¡oh Abismo taumaturgo
que en
mis paredes cósmicas retumbas!
Lo que
sé de la vida y su grandeza,
lo
aprendí de mi pávida certeza
de
tanto caminar entre las tumbas.

YO SOY
AQUÉL
No me
juzguéis porque mi cuerpo duro
de
intensas cicatrices limpio se halla.
Yo soy
el que está muerto en la batalla.
El
trucidado contra el torpe muro.
Perdí
las manos y vivir procuro
sin
pies y caminar por donde estalla
diariamente
el dolor del que se calla
para
sobrevivir solo y oscuro.
Yo soy
el jardinero ametrallado.
El
pobre jornalero que resiste
siempre
a su yugo mineral atado.
No me
juzgues por mí, tú que me oíste
cantar
sobre el azul acantilado.
Soy
aquél hombre comunal y triste.
MUNDOS
EXTRAÑOS
Alguien
sufre en la cruz de una alambrada.
No
puede ser el labrador vecino.
Ayer le
vi tornar por su camino.
Su
antigua senda y habitual jornada.
Alguien
sufre en la cruz de una alambrada.
Pregunto
al alfarero, al campesino
que
fieles me visitan, al que vino
con su
amor hasta mí. ¡No saben nada!
Nada
saben y atónitos me miran.
Les
vuelvo a preguntar. Callan, suspiran.
¡Estos
hombres de paz no saben nada!
¡Solamente
yo sé que en lo sombrío,
y en un
extraño mundo, no en el mío,
alguien
sufre en la cruz de una alambrada!
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EL
SACRIFICIO
Es este
el sacrificio:
amar; oír las voces
de los amados seres
que habitan en nosotros.
Sentir cómo se mueven
con un rumor inmenso
de mares y de bosques.
Mirar sus ojos claros
y sus cabellos puros.
Tocar los mismos árboles
y ver cómo se esconden
idénticos crepúsculos
en almas paralelas.
Saber que si una tarde
divina los hallamos,
seremos de su sombra
las lámparas de bronce.
Oír que
nos imploran:
escúchanos y síguenos.
Por nuestra sangre corre
magnífica la vida.
Somos la misma vida.
Nuestro calor es llama
de cumbres y de soles.
La tierra es una imagen
de nuestra semejanza.
Las cosas florecieron
como nuestra virtud.
El musgo de las piedras
cayó de nuestro sueño,
y el agua de los ríos
descansa en nuestro amor.
Y, sin
embargo, firmes
en nuestro sacrificio,
cerrar a cal y canto
los ojos y los tímpanos.
No oír jamás las voces
de los amados seres
que habitan en nosotros,
ni ver cómo se mueven
con un rumor inmenso
de mares y de bosques.
Saber que no seremos
el polvo de sus plantas;
la sal de su amargura
ni el goce de sus goces.
Cerrar a
cal y canto
los ojos y los tímpanos.
Dejar en nuestro pecho
las manos, cual cerrojos
que guardan un abismo,
y atar a nuestros labios
las iras y las voces.
Bajar hasta unas lágrimas
por un camino lleno
de azules amapolas.
Llevar sobre las sienes
el signo de los mártires.
Beber de unos dorados
esteros que no existen.
Vestir aquella túnica
de la creciente nube.
Y así, con un silencio
de estrellas y de símbolos,
por diáfanas mesetas
y montes de zafiro,
andar hacia las cúpulas
de nuestra claridad,
que están brillando, inmóviles.
INDIO
GRIS
Revista semanal en INTERNET
No sabemos hablar pero lo hacemos en
varios idiomas: CASTELLANO, FRANCÉS,
INGLÉS, ALEMÁN, PORTUGUÉS, ITALIANO,
CATALÁN
¡¡TODOS
LOS JUEVES!!
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VEJEZ
DE UN HÉROE
Esta vez no
fue al campo de las grandes batallas.
Desalojado estuvo de allí su hermoso cuerpo
de estremecidas ancas y musculado tórax.
Taciturno camina por la tierra de nadie.
La tierra ha vuelto a ser de nadie.
Él lo entiende y camina por la tierra de nadie.
Tal vez oye el clamor de insólitos clarines
y el galopar de la caballería.
Sus crines están blancas y él es un héroe oscuro.
Les roe a los caminos raquítica pastura.
Detiénese
indeciso,
y se regresa
y se va por la tierra que volvió a ser de nadie.
Asciende a
una colina para ver el crepúsculo,
ese gran compañero del hombre solitario
y de la bestia sola.
En sus cansados ojos quizá vagan imágenes
de rápidos lanceros y libres pabellones,
y el sol prende en su pecho un brillo adusto,
semejante al estigma de las crueles victorias,
y al esplendor de agónicos retablos
donde habitan figuras suplicantes,
doradas por el fuego del martirio.

MANOS
DE UN HOMBRE
Manos de las
tormentas, pero mudas;
del silencio tapiado, pero activo;
quitándole al segundo fugitivo
tiras de nervios, crápulas desnudas.
En la sombra,
contráctiles, ganchudas
como hambrientas tarántulas, cautivo
dejan mi corazón imperativo,
de su silencio y amenazas rudas.
Siempre en el
arrebato y cabalgantes;
insaciadas, me sirven para cosas
inmundas o sublimes de la vida.
Manos sordas
y ciegas y escarbantes;
profanando paredes misteriosas;
buscando una evasión, una salida.
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CUANDO
MIS LABIOS
SE CANSEN
Cuando
mis labios se cansen, porque también los labios sienten
sideral fatiga,
imitaré a los vagabundos:
pondré sobre los hombros mis grises pertenencias,
y seguido por un cortejo de azules moscas
y canes indigentes,
me alejaré por un suburbio triste, sacudiéndome el polvo
de la vida y los astros,
hacia un amarillo bosque
donde mi espíritu no sufra;
hacia uno de esos maravillosos bosques
otoñales,
a soñar.
Me habré
cansado ya de hacer surgir el sol,
cual Orfeo
al resonar de mi silvestre cántico,
y no convocaré ciervos ni alondras
para cantarles mi pasión de vida.
El arpa polífona será monocorde leño,
o estará rota y olvidada.
Sin ella ambularé sordo y cegado,
pues con sus cuerdas excitadas oigo
y sus sentidos espumantes veo,
mas no podré escuchar ni percibir entre las
nubes,
la cabellera de Eurídice pasando.
¡Ya para
qué la luna, amiga siempre ecuánime,
y el prestigio de los luceros
y la soberbia de Saturno!
Me abasteceré de cualquier limosna aérea;
del hurto a frutales cultivos
o del casual encuentro con otro celeste vagabundo.
¡Viviré de astrales misericordias,
yo, el usurpador de un laurel dinástico
que en un jardín de celuloide brilla!
¡Yo, un divino haragán!
¡Qué
fácil no sentirme fundador de un imperio danzante
regido
por arrebatadoras músicas,
ni organizador de nuevas y azules jerarquías!
¡Qué cansancio,
y qué alivio
no sentir al Misterio gravitar en mis hombros!
¡Yo, un vagabundo del espacio,
estaré en el final de mi carrera!
Inútiles
las preguntas incesantes: ¿qué he sido,
qué perturba mi calma, qué mi nombre fustiga?
¿Habré llegado al preciso límite
donde la soledad se vuelve música?
¡Para qué preguntarlo, si ya el sueño me agobia
con el último sueño!
Bostezaré
como el vagabundo
cuando se acuesta entre su séquito de moscas y de canes.
Consultaré
a las nubes: ¿será larga la noche
que arropará mi pródigo descanso?
¿Nadie entendió en el mundo
que fue solar mi vagabundería
y el lodo gris de mis zapatos, hímnico?
Volveré a bostezar cósmicamente
y a decir: ¡hasta pronto, jilgueros,
y vosotros, vulgares amigos!
Mas, antes de dormirme para siempre,
formaré con espartos y sucios cordones,
un arpa humilde, un arpa,
y la dejaré sobre mi pecho para que ahí,
tendido,
vuelto a la vagancia eterna,
el viento cante y cante
sobre mi ser y mi vestido astroso;
y el sol, por mí siempre invocado,
retorne y cante
y cante
sobre mi paz de taciturno Orfeo,
porque yo soy el pulsador de universales
cítaras.
Del
APOLO PANKRÁTOR
Editorial libros de México, S.A.
México, 1977
|
RUBÉN
DARÍO
Nicaragua, 1867
A
ROOSEVELT
Es con voz de
la Biblia, o verso de Walt Whitman,
que habría de llegar hasta ti, Cazador,
primitivo y moderno, sencillo y complicado,
con un algo de Washington y cuatro de Nemrod.
Eres los Estados Unidos,
eres el futuro invasor
de la América ingenua que tiene sangre indígena,
que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.
Eres soberbio y fuerte ejemplar de tu raza;
eres culto, eres hábil; te opones a Tolstoy.
Y domando caballos, o asesinando tigres,
eres un Alejandro-Nabucodonosor.
(Eres un profesor de Energía
como dicen los locos de hoy.)
Crees que la vida es incendio,
que el progreso es erupción,
que en donde pones la bala
el porvenir pones.
No.
Los Estados Unidos son potentes y grandes.
Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor
que pasa por las vértebras enormes de los Andes.
Si clamáis, se oye como el rugir del león.
Ya Hugo a Grant lo dijo: Las estrellas son vuestras.
(Apenas brilla, alzándose, el argentino sol
y la estrella chilena se levanta...) Sois ricos.
Juntáis al culto de Hércules el culto de Mammón;
y alumbrando el camino de la fácil conquista,
la Libertad levanta su antorcha en Nueva-York.
Mas la América nuestra, que tenía poetas
desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl,
que ha guardado las huellas de los pies del gran
Baco,
que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió;
que consultó los astros, que conoció la Atlántida
cuyo nombre nos llega resonando en Platón,
que desde los remotos momentos de su vida
vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,
la América del grande Moctezuma, del Inca,
la América fragante de Cristóbal Colón,
la América católica, la América española,
la América en que dijo el noble Guatemoc:
"Yo no estoy en un lecho de rosas"; esa América
que tiembla de huracanes y que vive de amor,
hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive.
Y sueña. Y ama, y vibra, y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive la América española!
Hay mil cachorros sueltos del León Español.
Se necesitaría, Roosevelt, ser, por Dios mismo,
el Riflero terrible y el fuerte Cazador,
para poder tenernos en vuestras férreas garras.
Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!

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AMA
TU RITMO...
Ama tu
ritmo y ritma tus acciones
bajo su ley, así como tus versos;
eres un universo de universos,
y tu alma una fuente de canciones.
La celeste unidad que presupones,
hará brotar en ti mundos diversos;
y al resonar tus números dispersos
pitagoriza en tus constelaciones.
Escucha la retórica divina
del pájaro del aire y la nocturna
irradiación geométrica adivina;
mata la indiferencia taciturna,
y engarza perla y perla cristalina
en donde la verdad vuelca su urna.

LA
PÁGINA BLANCA
Mis ojos
miraban en hora de ensueños
la página blanca.
Y vino el desfile de ensueños y sombras.
Y fueron mujeres de rostros de estatua,
mujeres de rostro de estatuas de mármol,
¡tan tristes, tan dulces, tan suaves, tan pálidas!
Y fueron visiones de extraños poemas,
de extraños poemas de besos y lágrimas,
¡de historias que dejan en crueles instantes
las testas viriles cubiertas de canas!
¡Qué cascos de nieve que pone la suerte!
¡Qué arrugas precoces cincela en la cara!
¡Y cómo se quiere que vayan ligeros
los tardos camellos de la caravana!
Los tardos camellos
-como las figuras en un panorama-,
cual si fuese un desierto de hielo,
atraviesan la página blanca.
Éste lleva
una carga
de dolores y angustias antiguas,
angustias de pueblos, dolores de razas;
¡dolores y angustias que sufren los Cristos
que vienen al mundo de víctimas trágicas!
Otro lleva
en la espalda
el cofre de ensueños, de perlas y oro,
que conduce la reina de Saba
Otro lleva
una caja
en que va, dolorosa difunta,
como un muerto lirio, la pobre Esperanza.
Y camina sobre un dromedario
la Pálida,
la vestida de ropas obscuras,
la Reina invencible, la bella inviolada:
la Muerte.
¡Y el hombre,
a quien duras visiones asaltan,
el que encuentra en los astros del cielo
prodigios que abruman y signos que espantan,
mira el dromedario
de la caravana
como el mensajero que la luz conduce,
en el vago desierto que forma
la página blanca!
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CANTOS
DE VIDA
Y ESPERANZA
Yo soy aquel que ayer no más decía
el verso azul y la canción profana,
en cuya noche un ruiseñor había
que era alondra de luz por la mañana.
El dueño fui de mi jardín de sueño,
lleno de rosas y de cisnes vagos;
el dueño de las tórtolas, el dueño
de góndolas y liras en los lagos;
y muy siglo diez y ocho, y muy antiguo
y muy moderno; audaz, cosmopolita;
con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo,
y una sed de ilusiones infinita.
Yo supe de dolor desde mi infancia;
mi juventud..., ¿fue juventud la mía?
sus rosas aún me dejan su fragancia,
una fragancia de melancolía...
Potro sin freno se lanzó mi instinto,
mi juventud montó potro sin freno;
iba embriagada y con puñal al cinto;
si no cayó, fue porque Dios es bueno.
En mi jardín se vio una estatua bella;
se juzgó mármol y era carne viva;
una alma joven habitaba en ella,
sentimental, sensible, sensitiva.
Y tímida ante el mundo, de manera
que, encerrada, en silencio, no salía
sino cuando en la dulce primavera
era la hora de la melodía...
Hora de ocaso y de discreto beso;
hora crepuscular y de retiro;
hora de madrigal y de embeleso,
de "te adoro", de "¡ay!", y de suspiro.
Y entonces era en la dulzaina un juego
de misteriosas gamas cristalinas,
un renovar de notas de Pan griego
y un desgranar de músicas latinas,
con aire tal y con ardor tan vivo,
que a la estatua nacían de repente
en el muslo viril patas de chivo
y dos cuernos de sátiro en la frente.
Como la Galatea gongorina
me encantó la marquesa verleniana,
y así juntaba a la pasión divina
una sensual hiperestesia humana;
todo ansia, todo ardor, sensación pura
y vigor natural; y sin falsía,
y sin comedia y sin literatura...;
si hay un alma sincera, ésa es la mía.
La torre de marfil tentó mi anhelo;
quise encerrarme dentro de mí mismo,
y tuve hambre de espacio y sed de cielo
desde las sombras de mi propio abismo.
Como la esponja que la sal satura
en el jugo del mar, fue el dulce y tierno,
corazón mío, henchido de amargura
por el mundo, la carne y el infierno.
Mas, por gracia de Dios, en mi conciencia
el Bien supo elegir la mejor parte;
y si hubo áspera piel en mi existencia,
melificó toda acritud el Arte.
Mi intelecto libré de pensar bajo,
bañó el agua castalia el alma mía,
peregrinó mi corazón y trajo
de la sagrada selva la armonía.
¡Oh, la selva sagrada! ¡Oh, la profunda
emanación del corazón divino
de la sagrada selva! ¡Oh, la fecunda
fuente cuya virtud vence al destino!
Bosque ideal que lo real complica,
allí el cuerpo arde y vive y Psiquis vuela;
mientras abajo el sátiro fornica,
ebria de azul deslíe Filomela
perla de ensueño y música amorosa
en la cúpula en flor del laurel verde,
Hipsipila sutil liba en la rosa,
y la boca del fauno el pezón muerde.
Allí va el dios en celo tras la hembra
y la caña de Pan se alza del lodo:
la eterna vida sus semillas siembra,
y brota la armonía del gran Todo.
El alma que entra allí debe ir desnuda,
temblando de deseo y fiebre santa,
sobre cardo heridor y espina aguda:
así sueña, así vibra y así canta.
Vida, luz y verdad, tal triple llama
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produce
la interior llama infinita;
el Arte puro como Cristo exclama:
¡Ego sum lux et veritas et vita!
Y la vida es misterio; la luz ciega
y la verdad inaccesible asombra;
la adusta perfección jamás se entrega,
y el secreto ideal duerme en la sombra.
Por eso ser sincero es ser potente:
de desnuda que está, brilla la estrella;
el agua dice el alma de la fuente
en la voz de cristal que fluye d’ella.
Tal fue mi intento, hacer del alma pura
mía, una estrella, una fuente sonora,
con el horror de la literatura
y loco de crepúsculo y de aurora.
Del crepúsculo azul que da la pauta
que los celestes éxtasis inspira;
bruma y tono menor -¡toda la flauta!
y Aurora, hija del Sol- ¡toda la lira!
Pasó una piedra que lanzó una honda;
pasó una flecha que aguzó un violento.
La piedra de la honda fue a la onda,
y la flecha del odio fuese al viento.
La virtud está en ser tranquilo y fuerte;
con el fuego interior todo se abrasa;
se triunfa del rencor y de la muerte,
y hacia Belén..., ¡la caravana pasa!

LA
FUENTE
Joven, te
ofrezco el don de esta copa de plata
para que un día puedas calmar la sed ardiente,
la sed que con su fuego más que la muerte mata.
Mas debes abrevarte tan sólo en una fuente.
Otra agua que la suya tendrá que serte ingrata;
basta su oculto origen en la gruta viviente
donde la interna música de su cristal desata,
junto al árbol que llora y la roca que siente.
Guíete el misterioso eco de su murmullo;
asciende por los riscos ásperos del orgullo;
baja por la constancia y desciende al abismo
cuya entrada sombría guardan siete panteras:
son los Siete Pecados las siete bestias fieras.
Llena la copa y bebe: la fuente está en ti mismo.
CANTO
DE LA SANGRE
Sangre de
Abel. Clarín de las batallas.
Luchas fraternales; estruendos, horrores;
flotan las banderas, hieren las metrallas,
y visten la púrpura los emperadores.
Sangre del Cristo. El órgano sonoro.
La viña celeste da el celeste vino;
y en el labio sacro del cáliz de oro
las almas se abrevan del vino divino.
Sangre de los martirios. El salterio.
Hogueras, leones, palmas vencedoras;
los heraldos rojos con que del misterio
vienen precedidas las grandes auroras.
Sangre que vierte el cazador. El cuerno.
Furias escarlatas y rojos destinos
forjan en las fraguas del obscuro Infierno
las fatales armas de los asesinos.
¡Oh sangre de las vírgenes! La lira.
encanto de abejas y de mariposas.
La estrella de Venus desde el cielo mira
el púrpureo triunfo de las reinas rosas.
Sangre que la Ley vierte.
Tambor a la sordina.
Brotan las adelfas que riega la Muerte
y el rojo cometa que anuncia la ruina.
Sangre de los suicidas. Organillo.
Fanfarrias macabras, responsos corales
con que de Saturno celébrase el brillo
en los manicomios y en los hospitales.
|
LOS
MOTIVOS
DEL LOBO
El varón que
tiene corazón de lis,
alma de querube, lengua celestial,
el mínimo y dulce Francisco de Asís,
está con un rudo y torvo animal,
bestia temerosa, de sangre y de robo
las fauces de furia, los ojos de mal;
el lobo de Gubbia, el terrible lobo,
rabioso ha asolado los alrededores,
cruel ha deshecho todos los rebaños;
devoró corderos, devoró pastores,
y son incontables sus muertes y daños.
Fuertes cazadores armados de hierros
fueron destrozados. Los duros colmillos
dieron cuenta de los más breves perros,
como de cabritos y de corderillos.
Francisco salió;
al lobo buscó
en su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera
enorme, que al verle se lanzó feroz
contra él. Francisco, con su dulce voz,
alzando la mano,
al lobo furioso dijo: "¡Paz, hermano
lobo!" El animal
contempló al varón de tosco sayal;
dejó su aire arisco,
cerró las abiertas fauces agresivas,
y dijo: "¡Está bien, hermano Francisco!"
"¡Cómo! -exclamó el santo-. ¿Es ley que tú vivas
de horror y de muerte?"
"La sangre que vierte
tu hocico diabólico, el duelo y espanto
que esparces, el llanto
de los campesinos, el grito, el dolor
de tanta criatura de Nuestro Señor,
¿no han de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno?
¿Te han infundido, acaso, su rencor eterno
Luzbel o Belial?"
Y el gran lobo, humilde: "¡Es duro el invierno,
y es horrible el hambre! En el bosque helado
no hallé qué comer; y busqué el ganado,
y a veces comí ganado y pastor.
¿La sangre? Yo vi más de un cazador
sobre su caballo, llevando el azor
al puño; o correr tras el jabalí,
el oso o el ciervo; y a más de uno vi
mancharse de sangre, herir, torturar,
de las roncas trompas al sordo clamor,
a los animales de Nuestro Señor.
Y no era por hambre, que iban a cazar."
Francisco responde: "En el hombre existe
mala levadura.
Cuando nace, viene con pecado. Es triste.
Mas el alma simple de la bestia, es pura.
Tú vas a tener
desde hoy qué comer.
Dejarás en paz
rebaños y gente en este país.
¡Que Dios melifique tu ser montaraz!"
"Está bien, hermano Francisco de Asís."
"Ante el Señor, que todo ata y desata,
en fe de promesa tiéndeme la pata."
El lobo tendió la pata al hermano
de Asís, que a su vez le alargó la mano.
Fueron a la aldea. La gente veía
y lo que miraba casi no creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero
y, baja la testa, quieto le seguía
como un can de casa, o como un cordero.
Francisco llamó la gente a la plaza
y allí predicó.
Y dijo: "He aquí una amable caza.
El hermano lobo se viene conmigo;
me juró no ser ya vuestro enemigo,
y no repetir su ataque sangriento.
Vosotros, en cambio, daréis su alimento
a la pobre bestia de Dios." "¡Así sea!",
contestó la gente toda de la aldea.
Y luego, en señal
de contentamiento,
movió testa y cola el buen animal,
y entró con Francisco de Asis al convento.
Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
en el santo asilo.
Sus bastas orejas los salmos oían
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y los
claros ojos se le humedecían.
Aprendió mil gracias y hacía mil juegos
cuando a la cocina iba con los legos.
Y cuando Francisco su oración hacía,
el lobo las pobres sandalias lamía.
Salía a la calle,
iba por el monte, descendía al valle,
entraba en las casas y le daban algo
de comer. Mirábanle como a un manso galgo.
Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo
dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,
desapareció, tornó a la montaña,
y recomenzaron su aullido y su saña.
Otra vez sintióse el temor, la alarma,
entre los vecinos y entre los pastores;
colmaba el espanto los alrededores,
de nada servían el valor y el arma
pues la bestia fiera
no dio treguas a su furor jamás,
como si tuviera
fuegos de Moloch y de Satanás.
Cuando volvió al pueblo el divino santo,
todos le buscaron con quejas y llanto,
y con mil querellas dieron testimonio
de lo que sufrían y perdían tanto
por aquel infame lobo del demonio.
Francisco de Asís se puso severo.
Se fue a la montaña
a buscar al falso lobo carnicero.
Y junto a su cueva halló a la alimaña.
"En nombre del Padre del sacro universo,
conjúrote -dijo-, ¡oh lobo perverso!
a que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal?

Contesta.
Te escucho."
Como en sorda lucha, habló el animal,
la boca espumosa y el ojo fatal:
"Hermano Francisco, no te acerques mucho...
Yo estaba tranquilo, allá en el convento;
al pueblo salía,
y si algo me daban estaba contento
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
y en todos los rostros ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos,
hembra y macho eran como perro y perra,
y un buen día todos me dieron de palos.
Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes:
todas las criaturas eran mis hermanos,
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
mas siempre mejor que esa mala gente.
Y recomencé a luchar aquí,
a me defender y a me alimentar,
como el oso hace, como el jabalí,
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad;
vete a tu convento, hermano Francisco,
sigue tu camino y tu santidad."
El santo de Asís no le dijo nada.
Le miró con una profunda mirada,
y partió con lágrimas y con desconsuelos,
y habló al Dios eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración,
que era: Padre nuestro, que estás en los
cielos...
EXPOSICIÓN
COLECTIVA
Jóvenes
pintores de Grupo Cero en colaboración con la Red
de Arte Joven de la Comunidad de Madrid
DEL
12 AL 28 DE NOVIEMBRE
CENTRO
CULTURAL GALILEO
Sala planta baja
c/ Fernando el Católico, 35 – Madrid
Tel.: 91 758 19 40 |
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FRESCORES
JUAN-JACOBO
BAJARLÍA
Argentina, 1914
GEORGETTE
DUVERNOIS-DESBORDES
La
medusa encapuchada que amó Luis XI Los
clásicos son lúdicos y eróticos. Se expresan con la misma franqueza
con que puede hacerlo un Henry Miller. Aristófanes, por ejemplo,
nos habla de "...la mensajera/(que)
levanta primero las piernas y yo la
atravieso" (Los pájaros, V,
1255, muy citado en erotología). Repite una
de las posturas eróticas registradas por Carl Forberg
(1770-1848) en sus Apophereta, libro que inspiró el Erotischen
Kunst (1912) de Eduard Fuchs.
El
juego del homo ludens se convierte en la ingenuidad del homo
eroticus.
Ejemplo de esta metamorfosis la hallamos en Les
cent nouvelles nouvelles,
relatos atribuidos al príncipe Luis XI, después rey
de Francia.
En
uno de éstos, el marido sorprende a su mujer con un amante.
Avanza
lleno de ira hacia el lecho. El amante tapa la cabeza de la dama
y levanta las cobijas para que el marido vea sólo la desnudez de
la mujer y se convenza de que no se trata de la que él cree, sino de
otra con la que el agraviado no tiene ningún parentesco. Incluso, le
hace acariciar un par de veces las nalgas de la mujer. El marido, turbado,
opta por retirarse.
Este
libro se publicó en inglés con el título de One
Hundred Merrie and Delightstome
Stories (Cien alegres y sabrosos
relatos).
Por
último, Les cent nouvelles nouvelles fueron publicadas en París,
en 1899. Desde esta edición se pierde toda noticia al respecto.
Luis
XI, al escribir estos relatos siguió la tradición; lo mismo hizo Boccaccio
en el Decamerón.
Se
recuerda, sin embargo, que el relato del marido celoso fue un hecho
vivido por el propio Luis XI con una mujer de la corte, llamada Georgette
Duvernois-Desbordes, rubia, de mediana estatura, con
ojos "más celestes que el cielo", en la expresión de Jules Deschamps.
La
variante, esquematizándola, nos habla de que vuelto el caballero a
su casa después de haber tocado el cuerpo desnudo (con la cabeza
tapada), cuyo honor debió a la magnificencia del príncipe, le
dice a su cónyuge que ha visto la más bella mujer desnuda jamás imaginada.
Algo que sólo a los ángeles le estaba permitido ver, especialmente
"las ebúrneas nalgas florecidas" que Afrodita envidiaría.
Las
nalgas y "la dulce herida" que llevaba al paraíso.
Lo
que no sospechaba el marido engañado es que ella había tenido tiempo
de regresar, adelantándose hábilmente a su llegada.
En
otra variante sobre el mismo relato, realizada por Araäljib, el amante
le dice al marido: "Si además de tocar, quieres gozarla, no hay
ningún inconveniente. Lo único que no debes hacer es destapar su
cabeza, porque sobre ella pesa una maldición. Quien ve su cabellera queda
ciego. Sólo está destinada a que la posean, pero quedan condenados
los que pretendan verla tal cual es".
El
marido, dice Araäljib, impulsado por la hermosura de esa desnudez, vacila
un instante. Pero el amante salva la situación con estas
palabras: "Es mejor que no te acuestes. En el ardor puede ella misma
destaparse el rostro. Entonces, nadie te salvará de la maldición".
Oído
esto, el marido que había comenzado a desabrocharse, resuelve
arreglarse en el toilette contiguo al dormitorio. Este es el instante
que aprovecha la mujer para salir precipitadamente por la otra
puerta, sospechando que el marido irá a la casa en busca de ella.
Araäljib
nos recuerda que este relato llevaba el título de El reverso de
la medalla.
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Las 2001
Noches
ES UNA
REVISTA Y TAMBIÉN UN CICLO POÉTICO–MUSICAL
Todos los martes a las
20,30 h. en el
BAR CELTA
de
Buenos Aires (Sarmiento y Rodríguez Peña)
Coordinadora:
Lucía Serrano
Último
martes de cada mes se presenta LAS 2001 NOCHES
Informes: Enciso 1363
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Tel.: 4749 61 27 - luserr@hotmail.com
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RECITAL DE
POESÍA
En colaboración con la Red de Arte
Joven de la
Comunidad de Madrid
Manuel Menassa
de Lucia
(Poeta del Grupo Cero)
MARTES, 18 DE
NOVIEMBRE, A LAS 20 H
AUDITORIO DEL
CENTRO CULTURA
GALILEO
c/Fernando el Católico, 35 Madrid
Tel.: 91 758
19 40
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MADRID
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ABIERTA LA
MATRÍCULA
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del libro de poesía
DIVÁN
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de Carlos Fernández del
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SÁBADO,
13 DE DICIEMBRE DE 2003 A LAS 20,00 H.
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10 euros
Incluye:
- Un ejemplar del libro
- Una papeleta para la rifa de un cuadro del autor
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EDITORIAL GRUPO
CERO
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Osuna, 4 - Locales (Madrid)
Tel.: 91 758 19 40 |
ESCUELA DE
POESÍA Y PSICOANÁLISIS
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LA
PRESENTACIÓN DE
"LAS 2001
NOCHES"
REVISTA DE POESÍA,
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Oscar Menassa
Domingo,
7 de diciembre de 2003, a las 20 hs.
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LAS 2001 NOCHES
DIRECTOR:
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Buenos Aires
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AFORISMOS
JOHANN
WOLFGANG VON
GOETHE
Alemania,
1749
-
Por muy retirados que vivamos, antes de darnos cuenta ya somos
deudores o acreedores. -
Comunicarse es naturaleza; recibir lo comunicado tal como nos lo
dan es cultura.
-
Nadie hablaría mucho en sociedad si advirtiera con qué frecuencia entiende
mal a los demás.
-
Si tergiversamos tanto las palabras ajenas al repetirlas es sólo porque
no las hemos entendido.
-
Toda palabra pronunciada suscita su contrario.
-
El hombre inteligente encuentra ridículo casi todo; el hombre racional,
casi nada.
-
Uno se deja echar en cara sus defectos y está dispuesto a que lo castiguen
y a sufrir pacientemente por ellos; pero se impacienta cuando
tiene que abandonarlos.
-
Las pasiones son defectos o virtudes, sólo que potenciadas.
-
En el mundo se toma a cada cual por lo que pretende ser, pero ha
de pretender ser algo. Se prefiere soportar a los incómodos que tolerar
a los insignificantes.
-
La familiaridad en lugar del respeto es siempre algo ridículo. Nadie
se quitaría el sombrero inmediatamente después de hacer una
reverencia si supiera lo cómico que eso resulta.
-
La conducta es un espejo en el que cada cual muestra su imagen.
-
Nunca estamos más alejados de nuestros deseos que cuando nos imaginamos
poseer lo deseado.
-
Basta con que alguien se declare libre para que al punto se sienta condicionado.
Pero si se atreve a admitir sus condicionamientos, se
sentirá libre.
-
Frente a los grandes méritos de otro no hay más medio de salvación
que el amor.
-
Un gran hombre del que los necios se enorgullecen es algo terrible.
-
Dicen que no hay héroe para su ayuda de cámara. Pero esto sólo se
debe a que el héroe no puede ser reconocido sino por otro héroe.
Es,
sin embargo, probable que el ayuda de cámara sepa apreciar a sus
iguales.
-
Los locos y los sabios son igualmente inofensivos. Sólo los semilocos
y los semisabios son peligrosísimos.
-
Sembrar no es tan dificultoso como cosechar.
-
Para que el hombre pueda cumplir con todo lo que se le exige, deberá
tenerse en más de lo que es.
-
El trabajo hace al aprendiz.
-
Algunos libros parecen escritos no para que uno aprenda de ellos,
sino para que sepa que el autor sabía algo.
-
La mayor muestra de respeto que un autor puede darle a su público
es no ofrecerle nunca lo que éste espera, sino lo que él mismo,
en las diversas etapas de la formación propia y ajena, considere justo
y provechoso.
-
Si me equivoco, cualquiera puede notarlo; si miento, no.
-
No hay pelo, por mínimo que sea, que no arroje su sombra.
-
Nos conoceríamos todos mucho mejor si no quisiéramos equipararnos siempre
unos con otros.
-
Lo importante en el mundo no es conocer a los hombres, sino ser,
en el momento adecuado, más hábil que aquél a quien tengamos delante.
Todas las ferias y sus pregoneros dan testimonio de ello.
-
El error está muy bien mientras somos jóvenes, pero no debemos arrastrarlo
hasta la vejez.
-
Cuando el hombre reflexiona sobre su estado físico o moral, se encuentra
por lo general enfermo.
|
-
Al hombre activo le importa hacer lo que es justo; que luego se haga
o no justicia, no es problema suyo.
-
Escribir la historia es una forma de quitarse de encima el pasado.
-
A cada cual le queda siempre la fuerza necesaria para realizar aquello
de lo que está convencido.
-
Una teoría falsa no se puede refutar, pues reposa en la convicción de
que lo falso es verdadero. Pero sí es lícito y se puede y debe repetir
continuamente lo contrario.
-
Todos los adversarios de una causa genial no hacen más que aporrear
ascuas; éstas saltan a un lado y otro y el fuego prende allí donde
normalmente no lo hubiera hecho.
-
A ciertos ingenios es preciso dejarles sus peculiaridades.
-
Quien le teme a la idea, acaba por perder también el concepto.
-
La imundicia relumbra cuando al Sol le place brillar.
-
Es difícil ser justo con el momento: si es indiferente nos aburre, al
bueno tenemos que cargarlo, y al malo, arrastrarlo.
-
Es el hombre un ser tan tenazmente contradictorio que no acepta imposición
alguna en su provecho, si sufre cualquier coacción en su
perjuicio.
-
Los hindúes del desierto hacen voto de no comer pescado.
-
Es algo tan cierto como extraño que la verdad y el error surgen de
una misma fuente; de ahí que muchas veces no se deba vulnerar al
error, pues al mismo tiempo podría vulnerarse a la verdad.
-
Quien no se cree demasiado importante, vale mucho más de lo que
cree.
-
Debemos repetir de vez en cuando nuestra profesión de fe, expresar
qué aceptamos y qué condenamos; la parte contraria no deja
de hacerlo.
-
En los tiempos que corren nadie debe callar ni transigir; hay que hablar
y moverse, no para superar a otros, sino para mantenerse en su
puesto, poco importa si con la mayoría o la minoría.
-
El auténtico oscurantismo no consiste en impedir la difusión de lo
verdadero, claro y útil, sino en poner en circulación lo falso.
-
Con los consejos ocurre algo muy extraño. Si se escucha sólo a una
persona, ésta puede equivocarse o engañarse; si se escucha a muchas,
están todas en el mismo caso y suele ser imposible encontrar entre
ellas la verdad.
-
Contra la crítica no podemos protegernos ni defendernos; hay que
actuar pese a ella, y así irá cediendo terreno poco a poco.
-
Quien tolera mis defectos es mi amo, aunque sea mi criado.
-
La ingratitud es siempre una especie de debilidad. Nunca he visto
hombres eminentes que hayan sido ingratos.
-
Allí donde el interés se pierde, se pierde también la memoria.
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ASOCIACIÓN
PABLO MENASSA DE LUCIA AULA DE POESÍA Y PSICOANÁLISIS
Soy lo que vuela
encadenadme y seré lo encadenado que vuela
matadme y seré lo encadenado, muerto, que
LA
ASOCIACIÓN PABLO MENASSA DE LUCIA
TAMBIÉN TIENE SU COLUMNA
|
PREMIO
DE POESÍA Y
PSICOANÁLISIS PABLO
MENASSA DE LUCIA
5ª
CONVOCATORIA
MODALIDAD
POESÍA
Reunido
el jurado bajo la presidencia de Olga de Lucia
Vicente, y tras la lectura de los originales presentados en
los términos de las bases, se acuerda otorgar
un primer premio (ex-aequo) a:
-
"A PLENA LUZ": Autora:
María Chévez
-
"EL OJO DE CRISTAL": Autora:
Carmen Salamanca Gallego
MENCIÓN
ESPECIAL:
El
jurado recomienda a la Editorial Grupo Cero publicar
una selección de los libros de los siguientes
autores:
-
"EL VERDE COLOR SE ABRE". Autor:
Carlos Fernández
-
"EL PESO DEL SILENCIO" . Autor:
Ruy Henríquez
-
AL TRASLUZ DEL SUEÑO. Autora:
Paula Malugani
-
"APRENDIENDO A VIVIR". Autora:
Concha Osorio
-
"DETRÁS DE LAS PALABRAS". Autora:
Marcela Villavella
-
"EL MISTERIO DE LA VOZ". Autora:
Alejandra Madormo
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¡ASÓCIATE!
DESDE
6
EUROS
AL
MES
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EXPONE
EN MADRID
YACO
NOWENS
"TENDENCIAS DEL PRESENTIMIENTO"
PINTURA
TRANSVISUAL
Presenta
la obra: TERESITA POCIELLO.
Poeta y crítica de arte
INAUGURACIÓN:
VIERNES,
14 DE NOVIEMBRE DE 2003, A LAS 20,00 H.
GRUPO
CERO. C/. Duque de Osuna, 4 - 28015 MADRID. Tel.: 91 758 19 40 -
grupocero@grupocero.org
Yaco
Nowens es un
reconocido artista plástico, nacido en
Buenos Aires el siglo pasado, teórico de arte y coeditor de
la revista de artes plásticas Óleo y Mármol, junto a
la crítica de arte Teresita Pociello, como coeditora.
Expone
sus pinturas desde 1968 en diversas galerías de
arte de Buenos Aires (entre ellas, "Witcomb", "El
Laberinto",
"El Socorro", etc. Actualmente, expone en forma
permanente desde 1998 en la Galería MUSEOAGUILAR).
Desde
1970 da conferencias en Instituciones y Galerías
de Arte nacionales e internacionales.
Sus
obras figuran en distintas colecciones privadas, en Museos,
Embajadas y Galerías de Arte.
DE
FRANCE 2002
Nowens
es capaz de pintar inclusive el Amor al universo en su estado
galáctico...
Si algún día vemos los celestes de nuestro cielo europeo
inflamarse, no nos asustemos: será Yaco Nowens con
una manada de sus incandescentes visiones lejanas quien nos está
visitando... para dilatar nuestros horizontes.
Ratimir
Pavlovic. París,
2002
DE NOUVEL
ART DU FRANÇAIS
La luz
deslumbrante de esta tierra latinoamericana, quemada de sol, inunda
sus obras de una claridad fulgurante.
Nos arrebata en unos viajes vertiginosos, tripulantes de una potente
"nave espacial", conquistador de embriagadoras
galaxias.
La
simetría y el equilibrio de los colores siguen las leyes de una
estética misteriosa: sólo Yaco Nowens posee su
secreto.
Micheline
Sazarin. Teórica
del arte y consejera artística de la revista 29
de septiembre de 2003 |
EN
BUENOS AIRES
presentación
de
"LA
POESÍA NO SE ENAMORA NUNCA"
Una nueva
manera de hacer cine. Algo que usted ha escuchado mil veces pero que no
ha visto nunca. Una videocreación
absolutamente novedosa que ensambla el conjunto de las disciplinas cine,
pintura, poesía y música
en una unidad creativa.
MARTES 18
DE NOVIEMBRE A LAS 18:30
en
MILION, Paraná 1048
Informes:
4966 - 17 10 / 13 |
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Grupo
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