LAS 2001 NOCHES Nº 60

CARTA AL PRESIDENTE

ALIAS

TODOS FUIMOS LEGIONARIOS

AFORISMOS

GRITO

PADRE NUESTRO

LA ROCHEFOUCAULD

VIDA

EL ESPÍRITU DEL MAL

FRIEDRICH NIETZSCHE

MAL DÍA

EPITAFIO PARA LA HUMANIDAD

PREMIO A LA MUJER TRABAJADORA DEL 2003

GERMÁN PARDO GARCÍA

SOCIOS DE HONOR

MAX AUB

HALLAZGO DE LA VIDA

PALABRAS DE AMELIA DIÉZ A LOS 50 AÑOS

DESIERTO

LOS HOMBRES NUEVOS

GRUPO CERO BUENOS AIRES

CARTA AL PRESIDENTE

Señor Presidente, estoy harta de su silencio,
así, que espero que, esta vez,
Usted se atreva a contestarle
a una ciudadana preocupada como española
y sobre este particular me gustaría comunicarle
que mi marido dice, y sin ánimo de ofender,
que yo soy una española de pura cepa,
bailo el tango pero lo bailo más o menos,
al hablar recorto el horizonte como si fuera
una mujer del sur, de Andalucía,
y me arrodillo sólo frente al hombre
que me lo pide amablemente.

Le escribo por lo del chapapote
y alguna que otra cosita
que hemos descubierto entre sus partidarios.
No quieren que Usted vuelva a ser Presidente
porque usted, así dicen, es muy malo.
Cuando alguno de sus ministros, o algún allegado,
colabora, acelera o engrandece una catástrofe,
usted lo castiga, terrible señor,
prohibiéndole comer la chocolatina semanal.
Muy bien, Señor Presidente, eso se llama
manejar la justicia con amabilidad,
al estilo de las montañas mexicanas:
Para los amigos, la mano;
para los enemigos, la ley.

Después está ese otro asunto
de la limpieza ciudadana que,
para decir verdad, siempre me gustó.
Cuando joven era pro-China
porque en China era obligatorio
bañarse todas las mañanas.
Después, también, me imagino
que usted se refiere a otro tipo de limpieza,
esa que anuncian por televisión:
Expulsaremos de las calles de España
a todos los enfermos graves, al chocolate,
a la maría, a blanca nieves, a todas las putas,
a todos los borrachos y a los homosexuales.
Pues bien, Señor Presidente, yo se lo digo,
si ustedes hacen eso de la limpieza
no sólo se quedarán sin votantes
sino que España, nuestra España,
se quedará sin ciudadanos.
Así que, como una verdadera madre,
quiero aconsejarle por el bien de todos.
Deje la calle como está y trate
de limpiar mejor su vereda y,
Señor Presidente, no diga mentiras,
no le diga a las mujeres que
son iguales a los hombres
porque eso es teóricamente indemostrable.

Y no le diga a las parejas
para que deseen tener hijos
que es muy fácil educarlos.
Recuerde, Señor Presidente, que nosotros,
usted también, vivimos en un país
donde no podemos educar bien
ni a los perros.
Y antes de comenzar la despedida
quisiera decirle que sería maravilloso
para todos los españoles que su Gobierno
permitiera que los ciudadanos hablaran
un poco así, o así, o así...
Pero los profesionales que forman su Gabinete
tienen que hablar en castellano con elegancia,
con distinción y casi sin repeticiones, en tanto
el castellano es un idioma exquisitamente rico,
y si alguno no llega o no puede del todo,
no importa, algo tendrá que estudiar.

Y ya sabemos, porque lo dicen los periódicos
y hasta sus canales privados de televisión,
que los presidenciables de su partido
no alcanzan ni su belleza, ni su estatura,
pero, Señor Presidente, un Jefe
tiene que ser amable con sus delfines,
contarles algo de la verdad:
Lo de la belleza es porque me maquillan
y lo de la estatura es porque estoy, todo el día,
subido a la sillita que me regaló Felipe y,
a decir verdad, en este momento, viendo
los inútiles que me rodean, no sé, no sé,
si podré abandonar la sillita.
A mí, Felipe me lo enseñó todo.
Y ahí, fue donde su mujer
se hizo presidenciable, cuando le preguntó:
¿También te enseñó a caerte de la sillita?

Y no quiero olvidar que yo
le escribía la carta
por el asunto de la guerra.
Me dijo mi marido que no me olvidara de decirle
que es muy lamentable para todos los españoles
que los últimos discursos de su partido
nos han acercado a Estados Unidos, que está muy lejos,
y nos alejaron de Europa, que está tan cerca.
Ah, otra cosa, me dijo que le preguntara
si usted sabía, porque yo no lo sabía,
que para ganar una guerra
es necesario destruir al enemigo.
¿Entiende, Señor Presidente?
Es necesario, para ganar una guerra,

125.001 ejemplares: NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA


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matar, violar, romper, robar, incendiar, volver a matar,
destruir los hospitales para que el enemigo no tenga salud,
destruir los colegios
para que los hijos de los enemigos no tengan educación
Y después, Señor Presidente, a los que quedan vivos,
explotarlos, robarles las riquezas naturales
gobernarlos con leyes extranjeras
y guiarlos con una religión distinta a la que profesan.
Yo no entiendo, Señor Presidente, porqué usted
quiere hacerle eso al pueblo de Irak.
Usted tendría que consultar este asunto
con su mujer, que inteligente y cristiana,
tiene que saber aconsejarlo en contra de la guerra.
Por ejemplo, ella le podría decir
que para un cristiano está prohibido
mentir, matar, violar, robar
y, por sobre todas las cosas,
un cristiano no debe desear la mujer del prójimo
y tampoco su petróleo.

MIGUEL OSCAR MENASSA

 

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AFORISMOS

ROCHEFOUCAULD 
Francia, 1613


- Todo el mundo se duele de su memoria y nadie de su juicio.

- A veces perdonamos a los que nos aburren, pero nunca a quienes aburrimos.

- Por mucho que desconfiemos de la sinceridad de nuestros interlocutores, siempre creemos que son más sinceros con nosotros que con los demás.

- La duración de nuestras pasiones no depende más de nosotros que la duración de nuestra vida.

- Las pasiones son los únicos oradores que persuaden siempre.

Son como un arte de la naturaleza, de reglas infalibles. El hombre más simple movido por la pasión, convence mejor que el más elocuente sin ella.

- Es engañarse creer que sólo las pasiones violentas, como la ambición y el amor, son capaces de arrollar a los demás. La pereza, tan lánguida como parece, no deja por ello de ser a veces la dominadora.

Socava los designios todos y todas las acciones de la vida; destruye y consume insensiblemente las pasiones y las virtudes.

- Nunca se desea ardientemente lo que sólo se desea por razón.

- No se elogia, en general, sino para ser elogiado.

- Hay reproches que ensalzan y alabanzas que vituperan.

- Rechazar un elogio es deseo de ser elogiado dos veces.

- Si la vanidad no derruye por completo las virtudes, al menos las quebranta todas.

- El mismo orgullo que nos hace censurar los defectos de que creemos estar exentos nos lleva a despreciar las buenas cualidades que no poseemos.

- Hay a veces más orgullo que bondad en compadecer las desgracias de nuestros enemigos; y si les demostramos piedad es para hacerles ver que estamos por encima de ellos.

- Lo que nos impide muchas veces abandonarnos a un sólo vicio es que tenemos varios.

- Ninguno merece ser alabado por su bondad si no tiene la fuerza de ser malo. Toda otra bondad no es, la mayoría de las veces, sino pereza o impotencia de la voluntad.

- La humildad no es generalmente sino una fingida sumisión de que se sirve uno para someter a los demás. Es un artificio del orgullo, que se rebaja para elevarse, y aunque se transforme de mil modos, nunca mejor disfrazado ni más capaz de engañar que cuando se oculta bajo el semblante de la humildad.

- Mayores virtudes se precisan para sobrellevar la fortuna próspera que la adversa.

- Sólo los grandes hombres pueden tener grandes defectos.

- Apenas hay defectos que no sean más excusables que los medios de que uno se vale para ocultarlos.

- Hay ciertos defectos que, bien manejados, brillan más que la misma virtud.

- La diligencia excesiva en saldar un favor es una forma de la ingratitud.

- A casi todo el mundo le gusta saldar los favores pequeños; muchos son capaces de agradecimiento hacia las personas sin importancia, pero no hay casi nadie que no sea ingrato con los grandes.

- No hay necios más molestos que los ingeniosos.

- Es más vergonzoso desconfiar de nuestros amigos que ser engañados por ellos.

- Es difícil querer a los que no apreciamos; pero no lo es menos querer a los que juzgamos superiores a nosotros.

- No hay más que una clase de amor, pero hay mil copias diferentes.AFORISMOS


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FRIEDRICH NIETZSCHE
Alemania, 1844


- Construiremos nuestro nido en el árbol del porvenir; las águilas nos traerán en sus picos el sustento, a nosotros, los solitarios. ¡Y en verdad que no será un sustento de que puedan participar los impuros! ¡Pues los impuros creerían devorar fuego y abrasarse las fauces!

- ¡Ay! ¡Existen tantas cosas entre el cielo y la tierra que sólo los poetas han soñado!... Y sobre todo encima del cielo, pues todos los dioses son símbolos y artificios de poeta.

- Yo hago con los problemas profundos lo que con un baño frío: entrar y salir en seguida. Creer que de esta manera no se desciende a las profundidades, no se llega bastante al fondo, es la superstición de los que temen el agua, de los enemigos del agua fría. Hablan sin experiencia. ¡Ah!, el frío agudo presta agilidad.

- De todo lo escrito, sólo amo lo que uno escribe con su propia sangre. Escribe con sangre, y aprenderás que la sangre es espíritu.

- Hablando, el hombre baila sobre todas las cosas.

- Libros que enseñan a bailar.- Hay escritores que, por representar lo imposible como posible y hablar de la moral y la inteligencia como si una y otra no fuesen sino fantasía y capricho, provocan un sentimiento de jubilosa libertad, como si el hombre se pusiera de puntillas y una alegría interior le obligase, quieras que no, a bailar.

- La acusación de incomprensible no es, ni mucho menos, una objeción contra un libro. Quizás entraba en las intenciones del autor el no ser comprendido por "cualquiera". Todo espíritu distinguido y de buen gusto escoge así sus oyentes cuando quiere comunicarse.

Escogiéndoles, se preserva de "los demás". Todas las reglas sutiles del estilo tienen su origen en esto: alejan, crean la distancia, prohíben la "entrada", la comprensión, en tanto que abren las orejas a quienes nos son parientes por el oído.

- Los artistas no son los hombres de la gran pasión, aunque se imaginen y nos digan lo contrario. Y esto, por dos razones: carecen de pudor ante sí mismos (se miran vivir, se acechan, curiosos de sí mismos) y carecen también de pudor ante la gran pasión. (Quieren explotarla como artistas). Pero, en segundo lugar, su vampiro, su talento, acostumbra a tener celos de esos dispendios de fuerza que se llaman pasiones. Y así se es la víctima del propio talento; vive uno bajo el vampirismo de su talento.

- Hay quienes no pueden libertarse de sus propias cadenas y sin embargo, para sus amigos son salvadores.

- Si eres un esclavo, no puedes ser un amigo. Si eres un tirano, no puedes tener amigos.

- "¡Sé al menos mi enemigo!" Así habla el verdadero respeto, el que no se atreve a solicitar la amistad.

- Lo que se hace por amor, se hace siempre más allá del bien y del mal.

- El matrimonio considerado como una larga conversación.- En el momento de tomar estado debe uno hacerse esta pregunta: "¿Crees que podrás conversar con esa mujer hasta tu vejez?" Todo el resto del matrimonio es transitorio; pero la mayor parte de la vida común está consagrada a la conversación.

- Es preferible romper el matrimonio que doblegarse y mentir. He aquí lo que me ha dicho una mujer: "Cierto que yo he roto los lazos del matrimonio; pero los lazos del matrimonio... me habían roto antes a mí".

- La cosa que mejor hacemos, nuestra vanidad desearía hacerla pasar por la más difícil. Esto para explicar el origen de muchas morales.

- Así como los más juiciosos de entre vosotros no me parecen completamente juiciosos, así también la maldad de los hombres me ha parecido inferior a su reputación.

- El mayor peligro de todo porvenir humano está en los buenos y los justos. ¡Y por mucho mal que puedan hacer los malos, el mal que hacen los buenos es el más nocivo de todos!

El hombre noble quiere crear algo nuevo y una nueva virtud. El hombre bueno desea lo viejo y que lo viejo se conserve.

- Hubo siempre muchos enfermos entre los que sueñan y suspiran por Dios; odian curiosamente al que busca el conocimiento, odian a la más joven de las virtudes, que se llama lealtad.

- Los buenos no pueden crear: son siempre el principio del fin.

- Crucifican al que inscribe nuevos valores en tablas nuevas; sacrifican a sí mismos el porvenir; ¡crucifican todo el porvenir de los hombres!

- Se acaba por no vivir más que aquello que lleva uno en sí propio.

- En tiempo de paz, el hombre belicoso la emprende consigo mismo.

- La madurez del hombre es haber recuperado la seriedad que tenía de niño en los juegos.

- "Me ha trastornado, no que me has mentido, sino el no poder ya creerte."

- "Esto es lo que he hecho", dice mi memoria. "Yo no he podido hacer eso", dice mi orgullo, que continúa inflexible. Y, al fin, es la memoria quien cede.

- En algunos, la castidad es una virtud; pero en muchos es casi un vicio.

- Hay almas que no se descubrirán nunca, como no se comience por inventarlas.

- Siempre hay un poco de locura en el amor. Pero siempre hay también un poco de razón en la locura.

- Hay espíritus que enturbian sus aguas para hacerlas parecer profundas.

- La incapacidad de mentir está aún muy lejos del amor a la verdad.

La ausencia de fiebre dista mucho de ser conocimiento. Yo no creo en los espíritus refrigerados. El que no sabe mentir, no sabe lo que es la verdad.

- ¿Cuál es la especie de seres más alta, y cuál la más baja? El parásito es la especie más baja, pero el que pertenece a la especie más alta es el que alimenta más parásitos. Pues el alma que tiene la escala más larga y puede descender más abajo, ¿cómo no llevaría sobre sí el mayor número de parásitos?

- El animal más repugnante que he hallado entre los hombres, lo he llamado parásito. No quería amar, y quería vivir del amor.

- Hay quien se pasa días enteros, con una caña de pescar, a orillas de un pantano, creyendo que eso es ser profundo. Pero el que pesca donde no hay peces, me parece que no es siquiera superficial.

- Todas las verdades que se callan se tornan venenosas.

ASOCIACIÓN PABLO MENASSA DE LUCIA AULA DE POESÍA Y PSICOANÁLISIS

Soy lo que vuela
encadenadme y seré lo encadenado que vuela
matadme y seré lo encadenado, muerto, que

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100 AÑOS DE SU NACIMIENTO

MAX AUB
Francia, 1903


DESIERTO (I)

Allá donde llega el ojo,
llega la nada,
amarilla y parda.

(Una teoría de camellos,
lentas, prietas cuentas, enhebra,
ristra de sarna,
tiempo y tierra rastrera,
cieno y siena.)
Donde pones el ojo,
todo es nada.
Duna, duda, arena.
Lo único cierto: el hombre.
- ¡Oh...él! ¡Oye!
Sin más eco que Jehová
o Mahoma.
(Al fin y al cabo tanto monta,
sólo oye
el hombre.)

Allá donde llega el ojo,
llega la nada,
amarilla y parda.

ALIAS

En este mundo todo son apodos,
alias, dichos y modos,
por mal nombre o por bueno
no valgo lo que soy, sí lo que sueno.

Si te digo: te quiero,
es mucho más profundo que lo dicho,
que también quiero amigos
con igual quiero, quiero.

BUENOS AIRES
POESÍA
FACULTAD de MEDICINA
TALLER DE POESÍA

COORDINADO POR LA DRA. INÉS BARRIO

Viernes a las 14:00 hs.
Informes: Mansilla 2686 PB 2 
(C 1425 BPD) Bs. As.
Teléfonos: 4966-1713/10 (De 10 a 19 hs.)
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Las palabras se llaman todas Diego
saliendo a torear;
llenan pliego tras pliego
dando en decir lo que no pueden dar.

GRITO

Dios:
¡olvídense de mí
y que me dejen en paz!,
húndase en niebla mi nombre,
dejen, déjenme sin más.
¡Mundo mudo! que se callen,
dejen de decir y hablar.
Cállense todos y déjenme,
que ya no me llamo Max,
de una vez ya no soy nadie
y me quedo quedo atrás.
Ahóguense los [cuchicheos]
farfullos, vienen y van.
Déjenme solo
con el toro,
muérase mi nombre en paz.
Gira nuestra vida lenta
de soledad a soledad.
Huye de ella primavera
creyendo que libertad
es grito y chisgarabía,
codo a codo, salón o haz.
La meseta de la vida
hombre partido en mitad,
descubre con gritos lentos
las mil flores del callar,
con los cantos inmortales
de la clara oscuridad,
los hondos giros celestes
de las palabras en paz.
Déjenme solo
con el toro.
La teoría de la vida
camino es de soledad.
Dios, ¡olvídense de mí
y que me dejen en paz!
Papel, pluma, largas horas
de limpio sol y contar
solo, solo, solo, solo
el mundo en mi soledad:

BUENOS AIRES
POESÍA
FACULTAD de PSICOLOGÍA

TALLER DE POESÍA
COORDINADO POR LA LIC. 
MARCELA VILLAVELLA
Martes a las 16:30 hs.
Fac. de Psicología-UBA: Independencia 3065
Informes: 4966-1713/10 (De 10 a 19 hs.)
grupocero@sinectis.com.ar - www.grupocero.org
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que no depende de cercas
o grilletes la libertad,
cuestión es de los adentros,
del silencio y de la edad.

VIDA

Ven disfrazada como quieras, muerte:
o rayo, o herida, o nudo que destraba
creyendo aniquilar lo que no acaba,
frustrada pamema que la nada vierte

confundiendo las ruinas con lo inerte
o rastrojos con mies que el sol alaba,
según que muerte y vida en uno traba
dando a la tierra abono y al pan su suerte.

Jamás muriéndose murió Cervantes,
ni cien mineros yertos, negra entraña,
harían si vivos más vivir España.

Todo lo de hoy viene, venero, de antes.
Ni muerto moriré, siempre viviendo,
polvo, trabajo o bulto, sido y siendo.

MAL DÍA

Aprieta duro, pega, martillea,
forma, trabaja; cuando más templada
más dura, más espada es una espada.
¿Qué esperas? Da, machácale, golpea.

Más entero seré si más trocea
y combate el destino, destrozada
mi alma ya para siempre esperanzada.
Más fino el cordobán si más se emplea.

Más firme la tomiza más torcida.
Más terne cuando más arrugas ganas,
que de la huesa sácanse las canas.

Si a descansar mañana todo sale,
y aunque sólo por eso fuera vale,
más descansa el que espera que el suicida.

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GERMÁN PARDO GARCIA 
Colombia, 1902


HALLAZGO DE LA VIDA

Si escuchas un rumor como de muchos ríos confederados
que descendieran por duros cauces hacia el mar unigénito;
o un bajo ruido igual al de la zapadora larva
cuando barrena su lento cárcamo,
soy yo buscándote, vida, en tus construcciones plenarias
y en tu resistencia de barro imperecedero.
Todo mi ser muscular, óseo, te ansía y te asedia.
Mi sangre en ti desemboca por térmicos estuarios
y se confunde con tus materias grises
y con los núcleos celulares
que distribuyes en los ojos de los albatros y en las hiedras.
Como una roca trabajada por el mar desde hace siglos, siento
desprenderse y fluir líquidos bloques
de un talud interior que se desintegra.
Encerrado entre venas y rojos estambres
de caudal impelente,
oigo sufrir frenéticos residuos
de cosas soñadas por mí fuera del tiempo.
Son mis volúmenes abstractos, mis apariciones truncas
o eslabonadas a mis sacrificios,
mientras escombros originales arden en la oscuridad
como dorados combustibles.
Y si miras crecer ávidas varas
con raíces y musgos antropomorfos,
es mi substancia, vida, que anticipándose a las
transformaciones,
se vuelve vegetal para ceñirte
como lo hacen las fibras en la selva,
abrazándose a ti con ansiedad de tribus del subsuelo;
con su pasión feraz y su exterminadora vigilia
de pueblo vertical que no descansa,
levantando los verdes muros
de una ciudad batida por el aire
y encadenada al trueno,
que en las tinieblas desploma sus ruinas de carbón apagado.

Te busco, vida, con mi actitud frontal y opuesta
al viento divisor.
Con mi profundidad de mina que no ama,
pero que aloja un mundo de sorda maravilla.
Con mis grandes y tempestuosas superficies de nieve
habitadas por corpulentos osos blancos.
Con mi rostro de monolito que yacía sepulto
y volvió de los senos de la tierra
con un dolor incógnito tallado en las miradas.
Y te busco en las espirales de niebla
que suelen adherirse a las cúspides rocosas
como el pensamiento de un hombre purificado por las alturas,
y pasar ante el sueño de los pájaros
y el nivel natural de las lagunas,
con lentitud de espuma de la brisa
que conduce en sus iris migratorios
el molde sin orillas de un espíritu.


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Quiero ser por ti, vida, no el arbusto desarraigado
que la potencia del terreno viste
de oscuro esparto y corrosiva lama.
Débil en él la luz se crucifica
y las evoluciones geológicas se pudren
en su palidez de falsaria flor.
Deseo la raíz nervuda como brazo sagitario;
tronco toral guardado por sólida corteza;
ramas donde las hojas proclamen la jerarquía del bosque
y punta imanadora de infinito,
para atraer la furia del sol, los diques de las nubes
y el silencio de formas adorantes
sumidas en los cúmulos nocturnos.

Si es necesario, vida, que para hallarte forme de la nada
sitios en donde exista mi propia primavera,
desde mi autónomo continente
puedo crear hosco universo
con mares agresores circundándole;
canteras como torsos contraídos;
estructuras de sal atormentada,
y un comienzo de hundida primavera
comunicándoles desde abajo a las cosas
agobiador poder.

Si he de invocar el otoño benévolo para hallarte,
me basta alzar los ojos y las primeras hojas amarillas
entregan al mundo las claves de sus mustios labios.
El otoño ha estado siempre conmigo, vida.
En él te puedo hallar.
En él te ansío ver.
En él te quiero oír.
Hay una indisoluble consonancia
entre el otoño y mi espíritu.
Entre el otoño y yo no fluye el tiempo
ni se destiñen sus azules linos.
En el otoño amé a una mujer magnánima
que se alejó de mí bajo sus nubes.
He leído en él como en un cuaderno de antiguas estampas
muchas profundas cosas del alma y de la tierra,
y he escrito en el otoño suaves palabras transparentes
que tal vez alguien recuerde un día después de mí.

Para encontrarte, vida, exploro
no ya tus tiernas semejanzas en que mis dedos tocan
tu madurez como en la carne de la vid
sino las partes ásperas,
las primitivas zonas
donde el estaño y el granito sueñan
con la hermosura orgánica del hombre.
Orbe misterioso
que siempre me ha llamado desde su angustia física,
haciéndome señales con su luz de carburo;
incitándome a amarle con sonidos menores,
y descubriendo su magnitud yerta,
que algo tiene de trágico y divino.

Te busco hasta en la muerte que gobiernas
con el orden total de tus designios.
Oh, multiplicadora de todos los números.
Oh, cantidad indivisible.
Mas, ¿qué pueden, respóndeme, los ébanos mortuorios
contra la eternidad de tus criaturas?
y la disgregación de las moléculas,
¿qué puede, respóndeme, contra la fuerza de tus vínculos?

No he podido mirarte pues te ocultas
debajo del enigma de tus máscaras.
Un día en la ribera de un gran río
te presentí por la primera vez.
En torno mío había un crecimiento
irregular de formas y de plantas.

Sentíase un asalto creador
salir de las entrañas del planeta,
como si el fuego céntrico escapara
por los heridos bronquios de un volcán.
Tuve miedo de ti, de tu grandeza;
de tu estatura cósmica; del ímpetu
generador que surge de tus climas,
y pensé en la súbdita muerte,
para depositar en sus horizontales cápsulas
de colmena que reposa en la noche,
la soledad que impones, ¡oh, vida siempre habitada!
al ser que huye de ti cuando apareces
detrás de tus violentos atributos.

Otro día ante el mar de azules integrales
y galopes de internos hipocampos,
te presentí por la segunda vez.
Bramaba el mar como soberbio toro,
empujando escuadrones de barcazas,
poblaciones enteras de pelícanos,
colonias putrefactas de moluscos,
macizas formaciones de coral
y bancos de cangrejos y tortugas.

Volví a palidecer con tu inminencia,
¡oh, vida de propósitos enormes!
impulsadora de los cataclismos
que sufre el mar cuando su seno lanza
islas llenas de seres embrionarios
y mórbidos reptiles,
atónitos ante la propagación de la luz.

Y te he de hallar uniendo los kilómetros
de todas las distancias;
en mí o en los abismos planetarios;
en las pasividades del otoño;
en las oxidaciones de lo físico;
en la insurrección de los elementos;
en la integridad de las piedras sepulcrales
y en los naufragios que recuerde
la memoria del mar.
¡Oh, tú, la verdadera y la enemiga!

LOS HOMBRES NUEVOS

Habéis llegado, hombres nuevos. En las más grandes penumbras,
cuando toda aceleración de la actividad concluye;
en esos instantes en que sosiégase el mundo físico
y las órbitas lejanas oscurecen
los nebulares puntos de sus ojos,
escucho ruidos de algo que desarróllase para una vida enorme;
un fragor de misteriosas ciudades subterráneas
que empiezan a crecer a golpes de taladro,
y hundidas sus raíces en bloques de cemento,
mientras la sangre es aún profundidad, asombro y música
imanada a la pulsación de las estrellas.

¡Qué terrible orbe mecánico nocturno! Mi corazón no puede
sino contemplarle con el terror que la materia impone,
y mi conciencia meteórica,
sometida al temblor de choques dinámicos,
semeja esos luceros
que atraviesan el espacio como antorchas
y convierten masas de sodios cósmicos en lívidas hogueras.

Ese es mi destino: arder entre soles enfurecidos
y girar con el vértigo de los aros metálicos
que aprisionan las válvulas del mundo;
desgastar cual motor trepidatorio
toda una trágica energía.
Tolerar el gran peso de cantidades supremas
y conducir a través de ese doble sueño que las cosas duermen,
la desesperación más honda de mi espíritu.

Habéis llegado y vuestra estatura surge,
como el rostro de los arcángeles satánicos,
de nubes radiactivas y círculos de hidrógeno.
Soportáis arquitecturas
de plataformas planetarias
y flancos de naves proyectiles.
Soñáis que la masa veloz de un áspero satélite
que se alimenta como la ira con ráfagas de fuego,
para invadir los bosques dorados
y las llanuras del sombrío otoño
donde imperan las sienes de Saturno,
con su diadema que le otorga
poder sobre el misterio;
soberbia de hermosura
y majestad en el abismo.

¡Qué humillado el antiguo mar acude a vuestras plantas
debatiéndose ante la destrucción de su grandeza,
y cómo sobre latente cementerio de fósiles cretáceos,
pisos de cal destruye vuestra furia!

La verde rosa del mar,
custodiada por negros escualos
navega hacia el olvido.
En cada noche muere algo del viejo mar beligerante,
asaltador de malecones y bajeles.
Mas sus espumas ácidas, alternas, migratorias
o encadenas a la ebullición
que deja el llanto de los peces,
sollozarán por muchos siglos
entre sombras agrupadas con rigor de lienzo expiatorio
sobre el dolor de mares
atormentados por estallidos del infierno.

Habéis llegado a crear el Dios de la Nueva Fuerza
Y a destruir los símbolos de la Fragilidad.
Por eso los crepúsculos


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parecen ya sangre de cíclopes:
porque vosotros trabajáis con avidez en sordas galerías,
apresurando la explosión que ha de lanzar al universo
vuestro cuerpo de fulgurantes anticristos,
como flor de caótica amargura
que el mundo sacrifica a los planetas.

¿Sois montañas
que bajo la presión de gigantesca angustia
dejaron de crecer,
o precursores de una estirpe de viento
que verá caer las pesadas láminas
de la gravitación
cual destrozados mármoles de sepulcros?

¿Vais a recuperar la primitiva altura
del espíritu,
con vuestro salto atmosférico?
Si es así, llevadme en vuestro carro que deja
relámpagos de carburo detrás de su partida;
arrastradme a la destrucción o la victoria
sobre la inmensidad que aún resiste
vuestro asedio y las últimas batallas;
conducidme a la destrucción o a un triunfo altísimo,
y dejadme compartir vuestro júbilo frenético
el día en que plantéis
las banderas del hombre entre los astros.

Conducidme a la destrucción, ¡adonde sea!
porque también en mí padece
la furia de un demonio desterrado
que irradia en la oscuridad,
y quiere vivir de nuevo en su nocturno paraíso,
circundado de estrellas condenadas.

Sólo vuestro deseo de partir al infinito
os da jerarquía de pilotos invasores.
¡Qué importa nuestro duelo ante el asalto
que descubre las sendas inminentes!
Vuestra evasión arrancará de sus despóticas urnas
las amarillas caras de los muertos,
con sus viscosas larvas
llenándoles las órbitas vacías,
y el pelo acumulándose en las sienes
mojado por sudores nauseabundos.
Y como fuerza de atracción irresistible,
levantará desde las minas
toneladas de acero y de plutonio,
y espaldas de elefantes sepultados
por ensordecedores cataclismos,
adentro de las sólidas canteras.

Vais a partir. Y si es preciso que subyuguéis la vida y la muerte
para dar un impulso a vuestra cólera,
esclavizad la Fortaleza;
destruid el espíritu de los débiles;
incendiad los baldíos ojos de los que lloran;
arrasad el albedrío de los mansos;
las lenguas que suplican
y el corazón de los que aman.
¡Sólo vuestro implacable afán de partir es digno de la existencia
y de la muerte! ¡Sólo es grande partir!

 

TODOS FUIMOS LEGIONARIOS

Decid de mí algún día: no estuvo en las trincheras,
pero escuchó el tronar de los cañones
contra los muros almenados,
y la explosión de las granadas.
Su espíritu clemente
combatió y en verdad estuvo allí.

El día en que una lluvia de luceros
carnívoros y crueles fue arrojada
sobre los muros de Hiroshima,
todo su impacto y su impiedad sufrí.

Y al disiparse aquellas nubes ácidas
y aclarar en los cielos y los montes,
entre un ciclón de ruinas y cadáveres
mi cuerpo incinerado estaba ahí.

Contad que estuve en todos los campos de batalla,
mas invisible en las trincheras fui.
La sangre fría, el suero de las úlceras
y el llanto de los mártires bebí.

Sudé en silencio lágrimas antiguas.
Ya el llanto de los hombres no es así.

Legionario de aéreas barricadas,
las viejas catedrales defendí.

Contad esto que os digo y que pudiera
ser la verdad de lo que yo sentí:
no haber estado nunca en las trincheras,
y sin embargo cómo combatí.

Estuve en las Ardenas y en Cherburgo,
y en Inglaterra bombardeado fui.

Y aquel día en que huyeron sus ejércitos
en Dunquerque, entre lágrimas partí,
y el día en que tornaron invasores
a defender la libertad, volví.

En uno de esos campos de batalla,
catead la tierra, por si estuve allí.
Meted la punta de la espada al fondo;
y si tocáis un cuerpo sepultado,
por un segundo meditad en mí.

Pudieran ser mis huesos, mi carroña,
lo que se pudre abandonado ahí.
Clavad entonces una bayoneta
sobre ese promontorio sin ventura,
cual otros que en Italia conocí,
y ponedle la gorra de un soldado,
o algún recuerdo que perdure aquí.

¿Quién se pudre allá abajo? ¡Quién lo sabe!
¡Un compañero, como tantos vi!
Tal vez un héroe incógnito, o yo mismo
que fui un hombre de paz... y combatí;
que no estuve jamás en las trincheras,
y sin embargo cómo padecí.

Nadie supo mi nombre. El mundo ignora
cuanto es pequeño. Referidlo así.

PADRE NUESTRO

para uso de los trabajadores

A Margarita Barreto de Corona

¡Padre nuestro que está aquí en la tierra!
¡Que nuestras manos tienes y trabajas
como nosotros cotidianamente
sobre el surco, las minas o la fábrica!
¡Padre nuestro mortal como nosotros!
¡Con nuestra frágil condición humana!
¡Sometido al dolor, al desamparo
y a la cautividad y las batallas!
¡Danos del pan que trabajaste y toma
del pan que trabajamos: esta hogaza


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de trigo por nosotros conseguida,
y que en las tuyas nuestras manos hallan!

¡Padre nuestro tangible, que a la puerta
de los diurnos telares nos aguardas,
y nos ayudas a tejer el lino
y a dar color a la sencilla lana!
¡Padre nuestro que enseñas que la Tierra
no es un valle tristísimo de lágrimas,
sino un acto de fuerza y de dominio
del hombre laboral: en esta casa
de proletarios materiales hecha,
va a extinguirse la luz como se apaga
la tarde sobre el mundo! ¡Ya es hora
de pensar en aquellos que mañana
nos han de reemplazar en los talleres;
en los que obrero fraternal te llaman!
¡Ven a nosotros los trabajadores:
y en el instante en que la dulce calma
del reposo fabril nos adormece,
confía en nuestro amor! ¡Ven y descansa!

EL ESPÍRITU DEL MAL

¡Espíritu del Mal: si eres hiriente
más que la garra del jaguar sañudo
hiéreme aquí donde el Dolor no pudo:
en la soberanía de la mente!

Ni la Fatalidad, indiferente
a la angustia mortal, ni el golpe agudo
de las Enfermedades al desnudo
flanco del tórax, ni el Amor potente

desvertebrar pudieron la osadía.
con que mi pensamiento amurallado
se enfrentó a la Impiedad que lo agredía

¡Fui más fuerte que el Mal! ¡Y encadenado,
sobre almenas de furia y bizarría,
mantuve el corazón enarbolado!

EPITAFIO PARA
LA HUMANIDAD

Año 10.000

Estos montes que veis son la crianza
de aquella humanidad, luz del pasado.
Fue grandiosa y terrible. Simboliza
su destino esta llama que agoniza
sobre un mundo por ella ensangrentado.

JUAN-JACOBO BAJARLÍA 
Argentina, 1914


TRASIMENE DE EFESO

La matrona que enseñó al mundo que el amor
es más fuerte que la virtud

La historia de la matrona de Efeso, relatada hacia el siglo I de nuestra era en el Satiricón de Petronio, el Arbiter Elegantiarum como le decían, inspiró a muchos escritores, incluso al mismo Apuleyo que la glosó en El Asno de oro. No fue un personaje ficticio, al menos eso es lo que afirma Edward Stuart en una obra, The Geoffrey Book (Londres, 1147), tildada de "abominablemente inexacta" en las lecciones de Rowson.

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Sea como fuere, Stuart, en contra de la opinión de la mayoría, la describe como una "mujer impúdica, con vicios contra natura".

Expresa que era zoofílica y que se ayuntaba con su perro Fréredes, a quien excitaba untándose las nalgas y cisura interglútea con orines de perra. Se desnudaba, le palpaba el sexo y esperaba su embestida more canino. Se llamaba Trasimene, y pasaba por ser una mujer virtuosa y, por lo tanto, de una moral inquebrantable.

La historia de Petronio es exacta, pero ésta acontece, según Stuart, después del envenenamiento del perro por el marido de Trasimene. Un año después también morirá el marido.

El autor retoma y amplía el relato del Satiricón. Lo confirmará John Batharly, investigador pertinaz de la erotología.

Trasladado el cadáver del marido a una cripta, Trasimene, despojada de sus vestiduras, cubierta apenas con un velo negro en señal de renunciamiento y luto, se instaló junto a la tumba, en compañía de una esclava. Estaba decidida a eliminarse del mundo y de todo goce humano que significara la tentación de la carne.

Hacia afuera, durante el quinto día del entierro y a pocos metros, un soldado que montaba guardia en los patíbulos de tres delincuentes crucificados, que debían servir de escarmiento a la multitud, oyó de pronto un llanto desgarrador que provenía de la cripta.

Bajó hacia ella y vio a Trasimene semidesnuda que se arañaba, se mesaba los cabellos y se cubría de ceniza mientras gritaba enloquecida: "quiero morir, quiero morir".

La esclava le habló al soldado de la muerte del marido y de la negativa de Trasimene a probar bocado alguno. "Moriremos ambas", dijo la esclava. Pero el soldado, maravillado por el cuerpo de Trasimene y la turgencia de sus pechos, corrió a buscar comida y logró, tras mucho esfuerzo que ésta se alimentara.

Al tercer día de este hecho, el soldado, despojando a Trasimene de los pocos jirones de velo que aún le cubrían el cuerpo, la poseyó frenéticamente sobre la lápida bajo la cual descansaba santamente y para siempre el finado.

Fue un amor mutuo y violento, un raptus eroticus que se repitió indefinidamente. Pero cuando esto sucedía en la "mansión de la muerte", alquien o algún grupo de personas, posiblemente los deudos, se llevaron el cuerpo de uno de los ajusticiados.

Este descuido de la guardia significaba la fatal ejecución del soldado.

Pero Trasimene, pese a sus juramentos, halló la solución.

Llorar un cadáver no era lo mismo que llorar a dos. Aconsejó, entonces, al soldado, que adosara a la cruz vacía el dulce cadáver de su marido.

Y así se hizo. Entre uno y otro, ¿quién advertiría la verdad? la lápida siguió recibiendo los cuerpos del amor. Y fue tanto y de tal manera que quedó gastada y enrojecida, a tal punto que los parientes del marido creyeron que era la consecuencia de tanto llorar sobre la tumba.


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PALABRAS DE AMELIA DÍEZ CUESTA A LOS 50 AÑOS

Un significante no significa nada ni sirve para significarse, sino que nos representa como sujetos para otro significante. Así parece que en la década de los cuarenta vivimos de la renta del capital simbólico mientras que a los cincuenta vivimos de la cuenta que seamos capaz de producir.

Por eso que todo lo que de significante se produce en nuestras vidas no tiene un por qué y ni siquiera un para qué, sino que tiene un para qué otro significante.

Ser mortales no es saber que vamos a morir, sino saber que estamos vivos, pues sólo sabemos que existimos porque la muerte nos sostiene, por eso que después de 50 años y sabiendo que por haber nacido mortal debo una vida, me decido a hacerme cargo de esta decisión: si debo una vida tendré que pagar con el mejor precio: una vida escrita.

Hoy estoy cifrada en esta cifra: medio siglo y puedo decir que mi historia de diván es un nudo que permanece desde hace un cuarto de siglo. 

Un momento de la celebración.

El jefe departiendo con Antonia San Juan.

 

Escuchando atentamente.

Chistes y más.

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Un nudo sin retorno:
Aquí, bajo sus auspicios
sigo a la letra
como si fuera sangre,
como si fuera el turno inseparable
de una causa sin recodos
de un viento que nunca fue
serenamente obtuso.
Aquí, en este nudo
que soy, que me hace tiempo
contra otro tiempo
deslizo otras manos
otro nombre
entre iracundas amenazas
que invaden territorios
ya existentes.
Aquí, bajo un nudo
sin retorno ni contorno
invisible en sus augurios
registrable en sus sonidos.

Aquí yace la corda de mi ser
laguna ahogada en un mar
que se invierte y se convierte
en humanidad terrestre.
Cáustica y servil
como salida sin entrada
verso acudiendo al poema
plegando lo imprevisto
sin llegar y sin partir.

50 años
ruedan como canguros de luz
borrando los contornos de las sombras
derramadas por doquier y con pasión.
Cada día, veloz como la lujuria,
descansa en el regazo del laberinto del tiempo,
suma insaciable y terminable
acuciante revés del espejo
horadando los bucles de los sueños
perecederos y marmóreos
como herida necesaria
para instalar la sed que nos sostiene.

Ese aullar de los huesos detenidos
en la cóncava oquedad
que deja el paso que no ha sido
que explora el nunca de un abismo
sepulcro de un alfabeto conocido.

Armada de anatomía y separada
de mí misma, hablo para goce de mi voz
y camino porque caminante soy
viajero sin viaje
curva sin destino.

Por eso me regocija
cifrarme en otra cifra.

50 años puntuados por un cuarto de siglo de psicoanálisis y poesía, desde donde se es allí sin saberlo, donde la verdad trabaja y el precio es el saber, porque al saber tiende todo deseo y como dice el poeta: "Me gustaría vivir como si tuviera 50 años, algo así como un otoño desesperado por su saber".

Después de 25 años en análisis el nudo de teoría, método y técnica del psicoanálisis sigue siendo el mismo, el que queda transformado es el paciente, así que acepto que soy otra que aquella.

El proyecto es Grupo Cero: Ley, límites y crecimiento para todo el mundo, por eso estoy agradecida por haberme encontrado en 1977 con la escritura de Menassa que me enseñó a saber qué es pensar con Psicoanálisis y Poesía.

Sabemos que el mundo es un libro que los poetas escriben y que para leer a un poeta hay que aprender a leer de nuevo.

Ni el imperativo categórico de la ley moral, ni el imperativo de la conciencia moral sino elevar a la poesía a la dignidad del cielo estrellado.

50 años atravesados por la pluma y el diván, por la pintura y los semejantes, por la letra y la palabra, por la voz y la mirada, por la verdad y el saber.

He aprendido que si es posible el poema es posible la vida, que el que repite lo hecho jamás lo conseguirá, que cuando todo está destruido la única posibilidad es poética, que la poesía hace la verdadera historia del hombre y la mujer, que hay que entrar en escena después de la palabra, que no hay verdad antes del pacto pues la verdad es el pacto, que la verdad trabaja y el precio es saber, que la paradoja incluye la contradicción, que más allá de la necesidad está la demanda y más acá está el deseo.

Que no hay ningún goce que quede fuera de la ley del deseo ni ninguna palabra que quede fuera del goce.

Por eso comenzaré escribiendo una propuesta, hacer de la escritura una obligación, un mandato social, una condición para seguir cumpliendo año tras año, y escritura también es participar en hacer pintura y en hacer a otros.

Escribo a mis próximos 50 años, porque la escritura siempre puede más.


Amelia Díez Cuesta.

Feliz cumpleaños.Prev


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GRUPO CERO BUENOS AIRES
ESCUELA DE PSICOANÁLISIS
PRE-INSCRIPCIÓN AÑO 2003

-SEMINARIO SIGMUND FREUD
I: "LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS"
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Dirección: Dra. Norma Menassa . Docentes: Dra. Inés Barrio, Dr. Roberto Molero

INCRIPCIÓN E INFORMES:
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