LAS 2001 NOCHES Nº
56 |
¿QUÉ
QUIERE DECIR: " YO SOY UN HOMBRE CUANDO SOY YO... |
YO
MISMO |
CARTA
A UN POETA |
SOCIOS
DE HONOR |
BRASAS
AZULES EN MIS OJOS |
INÉS
BARRIO |
CUMPLIR
62 AÑOS |
HAY
DÍAS QUE SIENTO UN DESGANA |
HOY
CAYERON LAS TORRES |
A
MIS HIJOS, DISCÍPULOS Y AFINES |
CRUZ
GONZÁLEZ CARDEÑOSA |
NOCHE
A NOCHE |
FINALISTAS
DEL PREMIO DE POESÍA PABLO MENASSA DE LUCIA |
CORTINA
DE HUMO |
VICEVERSA |
ALEJANDRA
MENASSA DE LUCIA |
SUBÍ
LA MONTAÑA |
JORGE
FABIÁN MENASSA DE LUCIA |
EL
LABERINTO |
LETRAS |
NO
NOS QUEDÓ CALOR PARA LA VIDA |
ROSTRO
DE CENIZA |
MAGDALENA
SALAMANCA |
HABITACIONES |
MÁS
ALLÁ DEL AMOR |
ESCRIBIRTE
EN LA DISTANCIA |
EL
ROSTRO DE LA CENIZA |
MANUEL
MENASSA DE LUCIA |
PEQUEÑAS
GOTAS DE LLUVIA |
EXPOSICIÓN
DE PINTURA |
 |
¿QUÉ
QUIERE DECIR: "YO SOY UN HOMBRE"
CUANDO SOY YO EL QUE HABLA? |
¿Acaso una
luciérnaga cansada de volar, de iluminar la nada,
habrá de posarse sobre mis hombros quietos y me hará feliz?
¿O tal vez soy el hombre que se inunda de besos
y no consigue nunca dejar la soledad?
¿Mujer independiente o tigre liberado de la selva?
¿Hombre o calmante vitaminado para los nervios?
¿Soy acaso el que piensa que nunca llegaremos
o el iluso que se levanta todas las mañanas
para vivir un nuevo porvenir?
¿O bien seré, feliz mujer que triunfó en la vida
por no haber vivido casi nada y escribirlo todo?
Belleza la de un hombre dejándose llevar
por una palabra fracturada,
partiéndose, también él, en su sonido.
Niño y anciano preguntándose, al unísono,
los acordes posibles del mundo en que vivimos:
Parece que la vida no comenzará nunca.
Parece que la vida ya se terminó.
No se cuál de estos hombres
será mi dueño un día
mas comienzo diciendo una verdad:
la lucha es cruel, las ambiciones imperfectas.
Ella me quiere para sí, mas siempre dice no.
Después, cuando se duerme cansada de luchar,
sueña que el mundo se detiene a su lado
y ella abre sus piernas, abre sus piernas
y ya quisiera ser totalmente del mundo
y ya quisiera que el mundo se haga carne
y el mundo, ensombrecido, sueño o prisión,
desaparece y ese pozo sin luz, ese vacío
es, justamente, lo que la mujer ama.
Un hombre que no sabe reír cuando se ríe
que no sabe llorar aunque lo diga un tango.
Un hombre sin círculos ni rectas.
Un ave, mas María, que no sabe volar.
Después, un día, un santo me bendice
y ya soy otro más, también, bendito.
Abandono mujeres y espacios deportivos,
me arrodillo sobre dura piedra invernal
y rezo continuos avatares de mi vida:
Cuánto dolor,
Señor, lleva mi alma
cuando me toca en
suerte
un amo que no quiere
ser amo
y sólo me usa y me
desprecia.
Hay mujeres en mí
que aman la vida
y mujeres que aún
no han comenzado a amar
|
y otras que se
fueron y otras que vinieron
y otras que volaron hasta llegar
al alma que no tengo
y plantaron lo que no tenían
en donde nada había y construyeron
un amor verdadero, pero invisible.
Nadie veía nada, nadie tocaba nada
mas todos oímos el estruendo de horror
del verdadero amor desapareciendo.
Y hubo hombres en mí que desde la mañana
ya estaban satisfechos y cansados
y se quedaban acostados, quietos, como muertos
esperando que alguien los amara.
Y alguien los amó, droga o mujer sin rumbo,
y el pobre hombre que ya no sabía hablar
se quedó ahí donde había estado siempre
toda su vida quieto, como muerto.
Mujeres, hombres, perfiles de panteras,
cocodrilos hambrientos y volcanes en flor,
la selva ciudadana, la ciudad selvática,
el viento de la música, la densidad de la palabra,
se abren en mí, ponen mi alma a florecer,
al sonido de los tambores libertarios
del sexo y la locura.
Sexo de la deriva que nada ama.
Locura de la flor que nadie ha conocido.
Sexo de las corrientes cataclísmicas
Locura es, la quietud en tu mirada.
Nada nos será dado de la libertad
sin arrancarla de nuestros corazones.
Sexo que no consiguió sino el poema.
Locura que brilló, sólo un instante.
Fueron palabras
todos mis odios, todos mis amores
el sexo y la locura fueron palabras
hasta la libertad, sólo palabras.
Eran caminos donde el hombre en mí
vivía y no vivía,
se retorcía de dolor y al mismo tiempo
la alegría le calaba los huesos.
Era libre y sencillo, moría y no moría
al mismo tiempo le pasaban los años
y los años eran todos de un verso.
Y siempre tuve en mí, desde la juventud,
un hombre delicado y amable
que versos escribía y besos daba por doquier.
Un hombre que pensaba que el pan
era posible para todos.
Y ese hombre luchó en todas las batallas
queriendo cambiar el
orden de las cosas.
Se levantaba y desde
temprano, al alba,
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ejemplares: NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA |
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ABIERTA LA MATRICULA
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2002/2003 |
FINALISTAS
DEL PREMIO DE POESÍA
PABLO
MENASSA DE LUCIA
EN
SU 4 ªCONVOCATORIA
|
EXPOSICIÓN
DE PINTURA
EN
MADRID
MENASSA
2002
HASTA EL 15 DE NOVIEMBRE |
|
ya quería que el
mundo fuera otro.
Y se golpeaba una mano contra la otra
y pateaba con fuerza la vereda
y hacía chocar su delicado cuerpo
contra los trenes en movimiento.
Cuando encontraba a una mujer, se arrodillaba
y no era que quería rezar o lo supiera hacer,
era para pedir perdón
que inclinaba su ser frente a la virgen.
Nunca pudo amarla,
sólo la temía.
Ella en mí se
encontraba y desaparecía
mas cuando asentaba su poder sobre mí,
estaba todo el tiempo pero invisible
y no era que el sexo se podía o no se podía
o que la libertad se permitiese o no se permitiese.
Sexo, locura y libertad, tienen en común
que cuando se dejan caer sobre los hombres,
cuando consiguen invadir sus células,
cuando penetran por su respiración,
cuando contaminan todos sus decires,
lo hacen con tal fuerza,
con tal soberbia ganadora,
que el hombre, el hombre poderoso,
el de las armas hasta el corazón,
cual leve mariposa, es capaz de morir,
libre, enamorado, totalmente loco.
Y la mujer que todo aprende, aunque no diga nada,
y que no quiere morir aunque se muera,
decide vivir libre, enamorada y loca
aunque nadie se lo permita o quiera. |
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La niña que se pasa
todo el día
creando nuevas realidades con sus fantasías.
Tierno niño que espera con fervor,
algún día, quedar embarazado.
Mujeres que después hasta la muerte
se pasan todo el tiempo
lamentándose,
no haber tenido un hijo.
Hombres que se dan cuenta,
tal vez, un poco tarde,
que para poder tener un hijo
tienen que amar, primero, a una mujer.
Ella quiere y no
quiere todo el tiempo.
Él quiere siempre o no quiere nunca.
Es imposible tomar una foto a los dos juntos
y, sin embargo, se casan, viven juntos,
tienen algunos hijos, se enferman y se mueren,
los dos el mismo día, casi a la misma hora,
pero nadie puede decir que se hayan conocido.
En mí vive un trabajador asalariado,
una mujer obrera, un niño abandonado
y la embarazada suicida que se mató
porque no pudo aceptar, de ninguna manera,
haberse dejado penetrar por líquidos extraños.
El hombre aquél que
no se quiso arrodillar,
que caminaba tieso para no doblegarse,
sincero como nadie, verdadero siempre,
murió a mediana edad paralizado y solo.
Y el dictador
soberbio y despiadado
que me obliga todo el tiempo a matar,
enajenar, despedazar o pervertir,
todo lo que no piensa como piensa él.
Y después en el mundo sólo viven sus sueños.
Esos días, cuando el tirano me doblega,
no existe la belleza, ni el rubí, ni la flor,
ni el amor, ni el odio, ni siquiera el poema.
Todo el goce, todo el placer que existe,
nadie puede gozarlo sino el tirano.
Y para mí, sólo queda soñar,
soñar, intensamente, que algún día,
cuando el tirano muera,
podré vivir en libertad, conocer el amor
pero ya será tarde:
si espero para sentirme libre
que el tirano muera,
al morir el tirano me daré cuenta
que el tirano soy yo.
Tengo, también,
conmigo, la pordiosera joven
que no quiere, por nada del mundo, trabajar
y el médico comprensivo que vive, intensamente,
todas las enfermedades, aun las que no existen,
y una bujía loca que se enciende y se apaga,
sin tener en cuenta las estaciones
ni mis estados de ánimo, ni las guerras.
A veces, cuando intento amar en las penumbras
la bujía se enciende iluminando todo con locura.
Lo que quería ser secreto, se hace público y,
tampoco, nadie le encuentra explicación.
Y, a veces, soy la
mujer sembradora
de todas mis desgracias, de todos mis fracasos.
Quiero que alguien me ame pero no quiero amar,
quiero vivir como una reina pero no tengo rey
y cuando me empobrezco por haber creído
tener lo que no había y no tenía nadie,
quiero que el mundo todo, sostenga mi locura
que es, precisamente, vivir sola en el mundo
y cuando mi amado venga a preguntarme
qué hice con nuestro amor grandioso
yo le diré: no me di cuenta,
no me di cuenta que lo nuestro era amor,
no me di cuenta que las plantas se riegan,
no me di cuenta que un bebé necesita
el calor de una piel y ser amamantado.
No me di cuenta que el amor no existe
a menos que lo hagamos.
No me di cuenta, y esto lo más terrible,
que nuestra poesía era poesía.
Y tuve envidia de
todo lo que crecía
y hubo días terribles, desconcertantes,
donde llegué a envidiar el crecimiento
de tus blancos cabellos, de tus uñas.
Y, después, tu ropa. tu elegancia al hablar
la manera en que otras mujeres te saludaban,
el modo libertario de utilizar el dinero
que ganabas en tus horas de trabajo.
Todo me parecía indigno para mí,
cuando me dabas algo de dinero
que, por otra parte, nunca fue tanto
lo tiraba y ese día me quedaba sin comer
pero mis manos seguían limpias. |
Y cuando gozaba
sexualmente en tu presencia,
me mutilaba, entorpecía mi cerebro,
en lugar de gozar me ponía celosa y deliraba.
Te perseguía, me salían granitos en el culo
para avergonzarte de lo que habías hecho.
Cualquier detalle sin importancia en la cocina
o en el baño o sobre la mesita de la noche
o una fotografía antigua donde sonreías,
lo utilizaba para hostigarte con mis delirios
y, a decir verdad, me gustaba, me hacía gozar
verte enfurecido con mis cosas
y a pesar que siempre tuve miedo
que un día me mataras
yo gozaba con eso, hacerte enfurecer.
Una alegría honda, nunca vista,
invadía mi ser cuando mis palabras
rompían el pedestal que te sostenía
y tú, caías, humanamente hablando,
en mi boca
y eso era para mí todo el amor.
Hombres de mí,
mujeres de mí
niños y ancianos de mí
vida y muerte de mí,
os convoco al poema.
Y el poema es, también, el aire que corre.
La vida plena, nunca es el poema
pero la corteza dura de un recuerdo
que se rompe al hablar y se disuelve
es poesía
si la dejo fluir como una ausencia,
como una voz sonora que nunca fue.
Y el amanecer es poesía cuando el sol
surge desde los senos ardientes de mi amada
y hasta los senos de la amada nocturna son poesía
cuando su desnudez entrelaza lo humano y lo divino.
Sexo de fuego que se fue haciendo agua,
agua molida a palos que se fue haciendo amor.
Además la poesía tiene el don
de combinar, alegremente, lo bello con lo feo,
lo muerto con lo vivo, el dolor con la risa,
el corazón ardiente de una noche de fiesta
con la serpiente alada que no puede morir.
La poesía es capaz de combinar el astro sol
con la soberbia de un candil apagado
y cuando todo oscurece el mundo dice muerte
pero la inaudita poesía puede combinar
oscuridad con nacimiento,
noche cerrada con comienzo del baile
y negro, negrísimo, requetenegro
con rojo carmesí, sexo y locura
y si alguien nos llegara a decir
que hay algo más negro que lo negro,
yo le diré mi amor, mi poesía,
la muerte de lo negro no es la muerte,
es una época sin luz, es Goya.
Hay en mí un pintor
que no le teme a nada
ni a hombres ni a mujeres ni a color alguno
ni a trazos, ni a distancias, ni a figuras lejanas
ni al rutilante negro de la muerte.
Mi verdadera revolución acontece en el lienzo,
cuando un color que no se debe se mezcla,
con belleza, con un color que no se puede.
Y hay tardes
brutales donde soy
el pobre hombre que cuenta su dinero
y se acerca mi mujer, me besa dulcemente
y yo le digo, 500, 500, 500,
ella se separa de mí, bruscamente,
y me dice eres siempre el mismo,
yo le digo 500, 500, 500,
y le pego con las dos manos al mismo tiempo
hasta hacerla sangrar.
Ella me escupe su sangre a los ojos
y me enceguece y me grita
cornudo, cornudo, cornudo
y yo, mientras intento matarla,
le digo 500, 500, 500.
Después el hombre de los negocios importantes,
de los triunfos que nunca se realizan.
A veces su afán de sobresalir es tan exagerado
que de tanto no hacer ningún negocio
y no triunfar en nada se mata
o se pervierte y así, se hace notar.
Y al mirarse al espejo
y sin salir, nunca más, de su celda,
se siente un hombre de negocios,
un triunfador.
Y vivieron dentro de
mí, hombres cobardes
mujeres timoratas, ancianos vencidos,
niños sin crecer, jóvenes destruidos.
Hombres donde la cobardía llegaba hasta el ridículo,
se transformaban en carceleros de su propia agonía,
tenían miedo de empobrecerse y se empobrecían,
tenían miedo de ser abandonados y eran abandonados
y tenían miedo de caminar, de correr, de volar,
hasta de escribir y de morir tenían miedo
y siempre tuvieron razón en todo: |
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murieron sin llegar
a escribir ni leer nada,
pobres, abandonados, tal cual como vivieron,
temblando, llenos de miedo, inmóviles.
Mujeres que
preferían el castigo a la libertad.
Ancianos que esperaban ser cuidados
por sus seres amados.
Niños que, si su mamá
no les daba de comer en la boca,
no comían.
Jóvenes que se mutilaban
para ser sabios antes de tiempo.
Hombres y mujeres
viven en mí,
amantes de los objetos inanimados.
Para ciertas mujeres
hay ventanas,
tardes de verano, recuerdos infantiles,
sedas naturales y refrescos,
más importantes que su hombre amado.
Para ciertos hombres sus dineros
alguna piedra ornamental, algunos distintivos,
son más importantes que su mujer no amada.
Yo soy el profesor
de matemáticas que no sabe sumar,
la luz desgarradora de un rayo, vencido, sin tormenta,
el porvenir sin hombre, el amor sin mujer,
el cielo totalmente azul y sin estrellas, apagado.
Soy, al mismo
tiempo,
eso que permanece
y esa nada que sobra.
La risa del canalla
y un cuerpo abandonado.
El mismo canalla llorando,
desesperadamente, al darse cuenta
que el cuerpo abandonado es su madre.
Y la mujer que llora
todo el tiempo,
porque quiere bendecir la tierra con su llanto
y quiere bendecir todos los papeles escritos
con su llanto.
Y llora sin parar,
nieve o memoria
y tan soberbio el llanto
que llega hasta el orgasmo.
Llanto desafinado, entonces,
lágrimas saltando con fervor,
músculos endurecidos cerca del estallido,
sangre marcando el compás
a velocidades supersónicas.
Carne y basura, símbolo y cielo
estallando al unísono,
mas sin que nadie pueda constatarlo.
Ni ella misma es capaz de decir:
lágrima o sueño, burbuja o realidad,
perfecto manantial que fluye permanente
o goteo interminable de un grifo imperfecto,
que sin saber nada del agua la retiene
como me pasa a mí con la mujer, a veces,
sin saber nada de ella quiero que sea mía,
sin conocer los secretos de su piel,
quiero que el goce nazca en ella
haciendo el ademán de acariciarla
y Ella la que nadie pudo conocer,
ni aún tratándose del viento o Dios,
decide que el cantor ha de tener su presa
y Ella misma se ofrece cual liebre hipnotizada
y entrega su cabeza para que se la corte
y en ese gesto Ella es San Juan Bautista
y yo soy la putita que baila y asesina.
Amanecemos los dos
tendidos en el aire,
en los recuerdos de la fiesta,
haciendo de cuenta que todo fue soñado
salimos despedidos en direcciones diferentes.
Yo me dejo llevar por el sonido del sol
y volando me incendio y me hago llama.
Ella se deja llevar por la atracción de la tierra
y conoce por fin el centro mismo de su cuerpo.
Mañana habrá en el
Universo,
una pequeña llama con mi nombre,
perdida para siempre entre otras llamas
y un centro con nombre de mujer,
en el propio centro de la tierra
|
que no podrá
perderse ni encontrarse
porque llama y palabra son palabras
pero su cuerpo siempre es algo más,
por eso tan desconocido, tan imposible de decir,
tan suyo, tan del mundo, tan de nadie.
Hay en mí un
soldado de la libertad,
que es el mismo soldado que defiende mi pan,
el mismo que se enamora antes de partir.
Un soldado en plena libertad
con un pan en sus manos
y enamorado, no hará la guerra, no,
ni matará a nadie por la espalda
ni violará, ni robará al vencido
y, entonces, ya no será soldado
y terminará sus días en la cárcel
por haberse negado a matar
a niños desarmados jugando en la vereda
y, después, en la cárcel alguien lo matará
algún superior, algún compañero, por traidor.
Y hoy, en estos
días del año 2002,
hay un hombre en mí que al levantarse dice:
La poesía la harán otros,
otros harán todo el trabajo
otros, comida y agua, proveerán.
Yo, mientras tanto, romperé la baraja.
Ya sin destino por haberlo hecho
tocaré con mis versos el centro de lo negro
y lloraré por el alma que no pude tener.
Otros harán la guerra y el amor
otros harán la locura y el tiempo
yo, mientras tanto, seré mi propia creación.
He de morir un día y un día he de vivir
y cuando mis manos pierdan la alegría
morirá un poeta.
Y es una casa limpia lo que ambiciono
para el lejano y cercano día de mi muerte.
Una casa vacía, sin puertas, sin ventanas,
sin nadie que quiera tomar el sol, el aire,
mis seres queridos preparando la fiesta
y a mi lado dejándome morir,
el rugido inmortal de los cien mil poetas
que hicieron de mi vida este cantar.
COMIENCE
A
ESCRIBIR
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PRESENTARÁ
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CUMPLIR
62 AÑOS
Desde mi ciudad
natal
hoy recibí una carta
donde me decían que
al cumplir 62 años
provocaría grandes inundaciones
en América y en el resto del mundo.
Que no me preocupara, me decían,
que no eres tú, son tus 62 años.
Es la encarnación
pura del diluvio,
de una vieja leyenda y de tu canto,
ha de ocurrir, exactamente, a los 62 años
cuando el poeta se rompa en la tormenta.
En verdad no hice
caso de la carta
aunque me di cuenta
que las inundaciones asolaban el mundo.
En la inteligente y sabia Europa
los ciudadanos se morían
tragados por el agua
como en un país pobre donde el agua
se espera todo el tiempo,
al borde de la muerte por su falta
y cuando viene el agua
borra todos los límites y ya,
sin que nadie pueda detener el agua
reina la muerte por doquier.
Ni Rusia poderosa
ni China comunista
con su millón de voluntarios
pudieron detener
el influjo maligno del agua
al cumplir 62 años.
También, debo
decirlo,
sintieron el látigo del agua,
los implantadores de un vivir
que nadie habrá de soportar,
sin desorden, sin niebla,
sin esos altibajos del dolor y la risa,
sin el oscuro sexo de las altas pasiones
sin ese amor imposible y grandioso,
del poema que habremos de escribir,
tal vez, más adelante.
Esos estados unidos modernos del terror
esos hombres repletos del poder de las armas
irían a morir ahogados, propiamente, en sus llantos.
Y es a los 62 años que me dispongo,
con un talante generoso, a festejar
vivir en un mundo donde nadie sabe,
si debe o si regala, si ama o si desea
si obligado a vivir o interesado
si valiente o inquieto o cobarde sin fe.
Y si no quiero
hablar del hombre
como se debería,
es porque el hombre lo fue todo
y nada le gustó.
Ni serpiente ni
árbol,
ni ciego ni profeta,
ni furtivo alcahuete
ni hombre de la ley.
No quiso nunca
ser obrero o patrón
y nunca tuvo fábrica
y nada se cosechaba en él.
Y cuando a pesar suyo
de su vigilancia,
alguna uva crecía en el desierto,
sin pronunciar palabra, se la bebía.
Era imposible vivir
en ese mundo,
todo el mundo moría
y el que no moría, esperaba morir.
Era imposible amar en ese mundo
o tener ilusiones y, sin embargo,
al cumplir los 62 años
quiero confesarme adicto
al cruel vivir.
Me pasa que, todo lo
que hago
lo que amo, vocifero o trabajo
es sólo para seguir viviendo y
cual drogadicto aferrado a su presa
estoy dispuesto a todo por vivir.
Y vendrán cataclismos y ciclones
inundaciones y guerras por doquier
y yo, sentado, escribiendo mis versos,
haciendo del cataclismo mi guarida,
del ciclón mi aliento y de la pólvora
mi inseparable compañera.
Vendrán,
desesperados,
los muertos reclamando
el derecho a estar muertos.
Vendrán alas del tiempo
a volar en nosotros
el adiós de la vida
mas mi droga,
el deseo de vivir contra todo,
sentará en sus rodillas
a los muertos
y en la mesa a comer,
tranquilamente,
las alas del adiós. |
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A
MIS HIJOS,
DISCÍPULOS Y AFINES
22 de
agosto de 2002
Hoy se cumplen 26 años de mi
llegada a Madrid
No me hagáis correr
vuestras carreras
ni me hagáis volar en vuestros vuelos
ni me hagáis hacer vuestros trabajos
ni, tampoco, amar vuestros amores.
Yo hijos míos, con
pasión, os transporté
volando, siempre, a vuestro lado,
desde los confines quietos de la familia
hasta las puertas en libertad del mundo.
Ahora comienza
vuestro viaje
y si os dejo partir sin acompañaros
es porque yo tengo mi propio viaje.
Debo poner al camino que construí
con mi propia vida y escribiendo,
mi nombre, mi apellido, mis marcas,
mis señas personales que son la poesía.
En el camino
encontraréis el oro y la pobreza
los precipicios hondos y las grandes llanuras.
Habrá en vuestros caminos no lo dudéi
emboscadas, traiciones, viles injusticias,
por eso es conveniente viajar acompañado.
Y cuando consigáis
algo de pan, algo de dinero,
intentad repartirlo lo mejor posible entre todos.
Alguien que comió
y tiene dinero para el pan de mañana
en algo se sentirá feliz y su trabajo
no será dirigido por el hambre o el odio
sino por el amor o por la libertad.
Y este es el verso
donde intentaré
dejaros la enseñanza más necesaria:
En una sociedad
justa, el trabajo es un don:
una alegría, un
bien, humano propiamente,
con el cual se puede modificar lo natural
la vida, los enjambres de sueños, el sol.
Con el trabajo el hombre pudo volar sin alas
navegar por los mares sin conocer el mar.
Del árbol estupefacto de sorpresa ante el hombre
pudo el trabajo arrancar una silla y de la piedra
las señales que forjan el porvenir del hombre,
su casa, sus monumentos, su propia lápida.
Quiero que siempre
llevéis a vuestro lado
la gubia, la garlopa, el martillo, la hoz,
esas frases que servirán hasta el final,
para limar, las asperezas de la muerte.
|
Y si alguien os
preguntara, para qué tanto,
para qué tanta pasión puesta en el trabajo,
vosotros responderéis, con celeridad:
para nada, trabajamos para vivir la vida
trabajamos para que en el humano mundo
haya señas de que nosotros estuvimos,
creando y trabajando, tal vez, en este mundo,
que hicimos un trabajo para vivir, para amar,
para congelar la propia mirada de la muerte
hicimos un trabajo y escribimos un verso.
La enseñanza más
grande que tengo para daros
es que el sexo no cae.
Se desarrolla, se trasmuta, se hace insensible,
llora, bosteza de aburrido, se libera de más.
Contrae enfermedades, se cura, se arrepiente,
es hombre y es mujer y nada sabe del amor.
Y quiere ser mujer cuando le toca hombre
y quiere ser un hombre cuando le toca niño
y madre quiere ser cuando es mujer
y si mujer le toca quiere ser niño,
serpiente o bruja quiere ser y puta
y cualquier cosa quiere ser
con tal de no saber nada de eso
pero el sexo no cae,
se entrega, se somete,
esclaviza todos sus sentidos,
para permanecer ahí,
oculto o estallando en pedazos,
descuartizado y solo,
erecto y firme, siempre impune,
totalmente abierto a las caricias,
al beso, a la ternura,
o bien casi cerrado, oscuro, blando,
débil a punto de fracasar en todo
y se encierra en sí mismo
y con una mano se masturba
y con la otra mano espera
y se masturba
y llega a parecer que el hombre
muere así, chiquito, empobrecido
sin nada que decir, sin alma.
Y, sin embargo, os digo:
El sexo no cae y si sirve de algo
yo mismo haré de ejemplo.
A veces, también, me lo creo:
Soy un gran hombre, me digo,
soy un gran hombre y, al otro día,
me levanto todo tullido y dolorido
como si un tren cargado
con mercancías peligrosas
me hubiera pasado por encima.
Muy pocas cosas
hablan de mí
con cierta claridad.
Mis amores son muy apasionados,
no puedo encontrar en ellos,
aunque la hubiera,
ninguna inteligencia y
mi propia inteligencia está trabada,
por falta de pasión.
Con el dinero me
pasa que nunca se quién es
si yo, porque lo gano o ella, porque lo gasta.
Y, después, están esas tardes gloriosas
donde no puedo reconocer como propia |
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mi propia piel.
Ella se mete en mí pero sólo
para que otra mujer la acaricie.
Y la otra mujer me acaricia
después de darse cuenta que en mí,
todo lo que me dan lo recibe ella.
Después de estos encuentros,
donde todo el mundo goza y yo,
no me doy cuenta de nada,
atravesamos por instantes de paz
donde la música llega hasta nosotros
y quedamos como suspendidos
de un relato dramático.
Ellas ensayan sobre ellas mismas
maniobras de violencia,
sin mirarse a los ojos,
sin darse cuenta que las estoy mirando
y yo, pobre hombre, amante de la soledad,
no entiendo porqué me pasan estas cosas.
Y ella y la otra sonríen con alevosía
y se dicen una a la otra que me aman.
En el momento de desnudarnos somos libres
ellas se quedan
mirándose de perfil en el espejo
y yo, extasiado,
caigo de rodillas y me adoro
pero el sexo no cae.
Vivir acompañado no
es un consejo
es la única manera
de vivir
y aprovecho el decir
para dejar en
vuestra inteligencia
la enseñanza más
bella:
La poesía no se
enamora nunca
mas sin embargo
tiene como amantes
a todo aquello que
aumente su belleza
su valentía, su
fuerza, su poder.
Hombre o madera no
le importa,
el hombre debe ser
ejemplo o novedad
y la madera además
de ser bella y delicada
debe servir para la
cuna o bien el ataúd.
Mujer o ciencia no
le importa,
la mujer debe ser
ejemplo de libertad
y la ciencia además
de compleja y exacta
debe poder amar el
mundo, transformarlo.
Niño o maestro,
nada preguntará,
el niño debe ser
ejemplo de crecimiento
y el maestro más
allá de enseñar a leer y escribir,
un día deberá,
detener su propio crecimiento
para que en el mundo
un niño se haga hombre.
Flor o diadema, todo
lo sabrá,
la flor ha de ser bella y siempre morirá
y la diadema además de brillar siempre
aprenderá a apagarse cuando la flor muera.
Elefante taciturno o caballos desesperados.
La poesía tiene sus cementerios y,
también, sus praderas infinitas
pero el elefante tendrá que aprender
a no dejarse doblegar por la muerte
y al morir tendrá que estar acompañado.
Y los caballos podrán volar y amar si quieren
pero han de ser siempre caballos
que saben apreciar las diferencias
entre galope y desenfreno
trote y sometimiento
y al detenerse el caballo en un poema
todo el mundo querrá verlo volar
y si el poema fue escrito por un hombre,
caballo volará y al detenerse
algo en el mundo se detendrá
y habrá un verso que nadie escribirá
un doble espacio lleno de caballos al trote,
galopando, detenidos, volando arrebatados.
Y para que las enseñanzas no queden en el aire,
nuevas reencarnaciones furiosas de la lengua,
os digo como final que es un comienzo:
alcanzar mis versos es tarea posible para ustedes,
pero alcanzar vuestros versos será imposible para mí.
Hay un verso de alguno de vosotros
que será mi epitafio y ese verso,
quiero hacerles saber, es para mí,
insuperable.
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FINALISTAS DEL
PREMIO DE POESÍA
PABLO MENASSA DE LUCIA
EN SU 4ª CONVOCATORIA
ALEJANDRA
MENASSA
DE LUCIA
Argentina, 1972
EL
LABERINTO
Majestuosas se
elevan sus paredes,
impenetrables como un río de lava.
Inconocidos se tornan sus caminos,
imposibles recodos donde el alma
se pierde o se encuentra con su nombre.
De cada rincón interminado,
de cada giro estéril, de cada intento
temeroso de huir, se yergue
un acertijo indescifrable.
Minotauros
impotentes
tienden hilos de
Ariadna en la penumbra,
y el héroe se
enamora de sus manos
tejiendo su derrota.
¡Qué oscuros los
designios del amor!
Y fuera llueve todo
el tiempo,
o hace un sol
despiadado,
o todo está
desierto.
ROSTRO DE CENIZA
Hay días que el
camino es imposible,
un verso a punto de
no escribirse nunca.
Lugares donde sólo
se llega de espaldas
o con el rostro
cubierto de ceniza.
Hay primaveras sin
Abril,
y sonrisas con los
labios muertos.
Labios muertos sobre
rostros muertos.
El mundo se hace a
veces,
súbitamente gris.
Niebla en los ojos,
ojos de niebla sobre
rostros de niebla.
Hasta pensar duele
en esas tardes
donde la soledad no
es de nadie
y una idea, como un
espeso lodo,
impone su reinado en
la memoria.
Hay lugares donde el
verbo llegar
tiene otro nombre,
quizás partir.
Un hombre vestido de
sombríos instantes
nos ofrece una tumba por un precio razonable
con vistas al mar, dice.
Y nos hace reir,
y al escapar el aire entre los labios,
se esparce la ceniza
en todas direcciones,
desaparece el rostro.
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MÁS
ALLÁ DEL AMOR
Hoy brotará de mí
la sabia de los años,
quizás para mañana.
Se abrirán los desvanes donde guardamos
ocultas las miradas.
Cosecharemos el grano oscuro de las horas,
la simiente de siglos venideros.
Concédeme el veneno que ha de hacer
más dulce la espera,
alcántaras donde se ocultan
rayos últimos de un sol que se nos va.
Calcio y desesperación,
fósforo sin ojos, calcinado.
El infierno es una palabra roja
como la sangre de los que nunca morirán.
Tengo en mis astros posadas
tus manos de sideral violencia.
Otra vez, otra vez viene el dolor
con su facies de humo
y yo no quiero creer
en sus decapitadas estaciones.
El sol es oscuro y tenebroso,
es el principio de la palabra soledad.
MANUEL
MENASSA DE LUCIA España, 1981
YO
MISMO
Yo mismo, anclado al
tiempo de la duda
como barco que nunca saldrá mañana.
Las sombras dejan de ser horas
y la soledad arranca pedazos de mi cuerpo
y se los come.
Atravieso de nuevo
tempestades del alma,
soliloquio de muertos sin cabeza.
Esta noche, dormiré en tus entrañas
y sin embargo aquí estoy,
quieto como las horas que paran lejos de mí,
un movimiento aparente de cadenas
y sin embargo aquí estoy,
construyendo el muro que acoja mi alma,
paredes que sudan
y recuerdan años de dolor.
Un abismo que se abre o se cierra
entre tu mirada y la mía,
no sé si te conozco
atrás quedó,
la pluma dibujando tu cuerpo,
el último trazo
este amor de papel:
encaminado por el azar
recuerdo haber quedado inmovilizado,
muerto debajo de tus piernas
¿Y si no arranco tu piel
entre las sombras?
¿Y si no envidio la cálida
alforja de la vida?
¿Y si me caigo
en el momento transfigurado del fin?
No, lo recuerdo todo,
tus manos de mimbre |
abanicando una
ausencia
y yo a tus pies
creyendo que la vida era eso.
Acallo las
veleidades de mi alma,
ceder esta vez,
construir en mí un pasado.
Hoy volarán albatros libres,
encadenados al rumbo de mi mirada.
Hoy toda la vida será este poema.
BRASAS
AZULES
EN MIS OJOS
Vengo de donde la
vida
no es más que un cigarro
apagado en las entrañas.
Tengo una sonrisa
clavada en mi costado
brasas azules en mis ojos,
que son el mar en el recuerdo,
o tus tetas tendidas al ocaso.
Cuerdas que tiran de
mí en cualquier dirección,
mi cuerpo, cristal partido en mil pedazos,
descansa con los muertos.
HAY
DÍAS QUE SIENTO
UNA DESGANA
Hay días que siento
una desgana
como un hilo que me nace en el pecho
y me arrastra,
y su fricción construye mi lamento
un gris teñido de vida,
una muerte a punto de iniciarse.
Esos días donde el
tiempo se pasa,
y comienza a dar vueltas
hasta caer rendido a mis preguntas,
el tiempo se desvanece
y el veneno recorre la vida
con tanta pulcritud,
que a veces esta desgana mía
se levanta de mi pecho y aplaude.
Que me quiten este
día,
que arranquen de mis ojos
estas canas antepuestas al olvido,
estas ganas de nada
que me arrastran en círculo
siempre del revés.
¿Y después
qué vendrá después
de esta queja de limón
y estas recetas de herbolario
que parecen no servirle al alma mía?
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CRUZ
GONZÁLEZ
CARDEÑOSA
España, 1959
CORTINA
DE HUMO
Él es el amor y a
veces sueña.
Yo soy el aire que respira.
También están las
bellas mariposas
que agitan sus alas
para que pueda volar.
Y la escalapendra de mil colores
para que no olvide la belleza.
La noche pone punto a nuestro amor.
Una cortina de humo
desciende
silenciosa, transformada en dolor.
El día se abre como una flor.
Tu sonrisa abierta entre mis manos.
Tus ojos tocando mi corazón,
haciendo de cada sonido
una nueva palabra.
SUBÍ
A LA MONTAÑA
Subí a la montaña
más negra de la tierra
para besar tus labios y no te encontré.
Estabas cercando el
ganado,
arando la tierra, preñando a las letras,
agujereando el tiempo,
tratando de hacer de la luna,
una mujer.
Dejo sobre la
almohada
el roce de una hoguera,
el corazón de un libro.
Escribo tu nombre
en las paredes de las casas
donde habito.
En los largos inviernos
que cruzan mi ventana,
escribo.
LETRAS
Entre unas manos que
dibujan una ciudad naciendo
y unas manos que dan vida a cierta clase de dolor
mi voz se va formando al ritmo de tus letras.
El poeta disiente de
un orden que no le pertenece,
pasea por la ciudad como cualquier ciudadano
pasea por la ciudad y, sin embargo, el poeta disiente.
Los jóvenes saludan
Internet y dejan que el dolor
dibuje en sus rostros un aire de indiferencia.
También entre los jóvenes existe la guerra.
No son bombas
cayendo sobre casas
llenas de muebles y espejos, son libros
desapareciendo de las manos de los niños,
de las manos de los jóvenes, desapareciendo
de las manos de aquellos que aprendieron
la dura tarea de la supervivencia.
|
MAGDALENA
SALAMANCA GALLEGO
España, 1973
ESCRIBIRTE
EN LA DISTANCIA
Escribirte en la
distancia
en la ausencia,
inestabilidad de una sombra
recuerdo encadenado a tus palabras.
Adivino tu rostro de
viejo adolescente
hombre escondido en el sarcasmo
de una barba blanca.
Tirano sacudido por
el amor
amante de los lazos
lazos de libertad
de vestiduras de liquen y miel,
de oro y basura.
Historias dibujadas
en tus pequeñas manos
surcos en los ojos
venas delirantes
trazadas en tus mejillas.
PEQUEÑAS
GOTAS DE LLUVIA
Pequeñas gotas de
lluvia
caen en la tierra seca del adiós.
Caen partidas en mil pedazos
años de un tiempo
donde tu rastro felino
recorría lentamente montes y llanuras
en busca de unos labios atados al amor.
Se nubla el rostro,
las cadenas del cosmos
danzan para ti,
hábilmente te zambulles
donde el mar nunca llegó,
ofreces el alma
a los duendes del decir,
un oráculo te habla
anula tu ser
y te siento flecha.
Aunque regrese al atardecer
volveré sola, malherida,
alcanzada por la granada invisible
de un sueño enhebrado en la distancia.
CARTA
A UN POETA
Poeta, estimado
poeta
abrazada a tus versos hoy volé sola,
el cielo se hacía infinito,
oírte en la brisa del mar,
acompañaba mi vuelo,
encontrarte en las esquinas de los océanos
navegarte atada al timón de un poema
cruzar tus pasos con la sonrisa enamorada
cabalgar sobre tu lomo años de quietud...
Poeta, querido poeta
fumigador de miserias
hazme de tu tint
de las hojas en blanco
del rocío de tus labios
del agua de tu sed |
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hazme
materia viva
hazme poema.
Poeta, amado poeta
sueño cada fragmento de ti
posado sobre mi piel,
amor de versos tatuados
mosaico de palabras
cadenas de aire
que me atan a tu sombra
a la imagen de tu imagen.
Me dejaré amar
y tu voraz locura
recorrerá mi cuerpo,
versos encadenados
y algún soneto,
serán ese adiós encontrado
el latido de la tierra
roto por tu canto.
INÉS
BARRIO
Argentina,
1955
HOY
CAYERON
LAS TORRES
Hoy cayeron las
torres.
Tus ojos azorados dejaron de ser ojos,
fueron pupila al fuego en los escombros.
Recuerdo otros amantes de otros tiempos
que dijeron "mientras afuera el mundo se derrumba
nosotros nos amamos".
El mundo es verdadero.
Mi pensamiento, más ligero que el aire.
Y nuestro amor, de pura transparencia se alimenta.
Hoy, cayeron las torres.
Estabas a mi lado siendo pausa de luz,
terco latido conjurando la muerte.
Debo doblar la página.
Hoy sólo escribiré lo que me dictan
peces dormidos en el río
altas fogatas en los montes
estrellas trashumantes.
Esta escritura pesa como una lápida.
Cada letra es el silencio
de un hombre muerto.
Hoy sólo escribiré lo que me dicta
un parpadeo tuyo, belleza sin sustento.
Debo doblar la página
tomar distancia
para que el estampido interminable
deje algo en pie.
Algún espejo donde reflejarse,
alguna torre de marfil
almena medieval
mangrullo de las pampas,
altura...
donde un sesgo de luz permita la esperanza.
Hoy cayeron las torres.
Hoy sólo escribiré instantes verdaderos,
lo que no ocurrió nunca.
NOCHE
A NOCHE
Noche a noche
contemplo a una distancia inmensurable
entre lejos y cerca,
tu callado perfil.
Recorro pliegue a pliegue tu nuca y la cabeza
y la nuca otra vez cayendo por tu espalda,
sentado frente al fuego.
Tal vez si yo pudiera hallar una palabra.
Hay migas en la mesa de un festín demorado,
detengo la mirada en la copa de vino que refleja tus manos,
bajo por las rodillas hasta los pies descalzos
y tu perfil, callado.
Esta es la misma casa que levantamos juntos:
blancos los muros blancos,
|
balcones con
geranios
aún vibran los tejados con la pasión aquella,
y tu perfil, callado.
Tal vez si yo pudiera hallar una palabra
que hiciera que tu nuca me mirara,
una palabra de la que no me libro
aunque me empuje un empellón de sangre,
darle mi pobre boca a una palabra, sílaba luminosa
sonido gutural
algo para acallar los gritos del silencio.
Esta es la misma casa que levantamos juntos
pero la casa vive más allá de nosotros.
El fuego ha envejecido ante tus ojos.
VICEVERSA
Te reconozco huyendo
en medio de la negra noche
atravesando sombras.
Detrás de la ebriedad,
en las múltiples voces
que te nombra el silencio.
Te reconozco altivo
bruñida la armadura
o desnudo,
como un niño desnudo.
Te reconozco en el afán
-inútil-de
ser otro,
de no estar en tu cuerpo,
de no pertenecerte.
Tu manera de ausencia
te volvió tan fecundo,
te hizo real
de tanto deshacerte.
Te reconozco, amor,
en lo que cae,
en lo que gira circular
y siempre vuelve,
en lo que insiste,
en los oscuros túneles
que van de las palabras
a las cosas,
del amor al olvido
y viceversa.
JORGE
FABIÁN MENASSA
DE LUCIA
España,
1979
NO
NOS QUEDÓ
CALOR PARA LA VIDA
Todo fue
rompiéndose en pequeños pedazos
Cuando la palabra, salió de nuestras vidas.
Cayeron uno a uno los pétalos de la rosa
Y se fueron marchitando,
Pudriendo con el tiempo.
Una lágrima sutil,
casi inexistente
Acompañó los momentos de soledad,
Se acentuó la distancia
Entre los cuerpos celestes girando en las alturas
Se fueron apagando los volcanes
Y los grandes océanos de la duda
Marcaron las distancias.
Apagados los
volcanes,
Rota la atracción entre los astros
Lejos del sol,
No nos quedó calor para la vida.
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HABITACIONES
En este laberinto,
ni entrada, ni salida;
detrás de cada puerta,
un nuevo laberinto.
Disfraz de mono
es esta piel;
sobre este corazón
de cerdo asesinado,
sobre esta tráquea
agónica,
de cordero degollado;
sobre este sexo,
al plato,
de toro bien ensartado.
Disfraz de mono,
de cordero,
de tucán,
marmota, delfín y jaguar
sobre esta letra del tiempo,
siempre para el tiempo.
En este laberinto,
ni entrada, ni salida;
detrás de cada puerta,
un nuevo laberinto;
habitación final, la muerte.
EL
ROSTRO DE CENIZA
Las cálidas
tormentas del desierto
curtieron esta tez;
lluvias de arena
estallando cotidianas,
en este borde obtuso de mi alma,
pusieron este gesto en mi mirada.
¿Y la noche,
preguntó el poeta?
Esta vez, la noche
no cayó,
sólo la piel se caía con el tiempo.
La noche,
la noche se deslizaba seductora;
nada de caer,
en cada movimiento era precisa
esta noche insomne, loca;
noche enamorada de la noche,
¿no ves que sin el sol,
la luna no es esperada?
Oh sempiterna noche
la de tu muerte,
cobarde, traicionera esa puesta de sol,
en la pupila vibrante de este sueño.
Inesperada, cruel,
rota,
sí, rota fue la noche de tu muerte.
Entre este amasijo
de hierros,
y gritos y dolor,
se deslizaba la noche silenciosa. |
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POESÍA Y PSICOANÁLISIS
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Viernes 6 de septiembre de 2002 a las
20:30 hs.
En el Museo
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Charcas 2837 - Ciudad de
Buenos Aires
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Mansilla 2686 PB 2.-Tel:
4966-1710/1713-Ciudad de Buenos Aires
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