LAS
2001 NOCHES ÍNDICE NÚMERO 42
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GERMÁN
PARDO GARCÍA
|
ASOCIACIÓN
PABLO MENASSA DE LUCIA
|
LEOPOLDO
DE LUIS
|
AGRESIÓN
DE LOS METALES
|
PABLO
MENASSA DE LUCIA
|
MAGDALENA
SALMANCA
|
TESTIMONIOS
DEL VIENTO
|
Y
POCO A POCO
|
ANDRÉS
GONZÁLEZ
|
LUIS
DE BLAS
|
POEMA
18 AÑOS
|
BUENOS
AIRES TEMPORADA 2001
|
CRÓNICA
DE UN DÍA CUALQUIERA
|
EN
LA NOCHE
|
ESCUELA
DE PSICOANALISIS ENCORE
SEMINARIO DE SIGMUND FREUD
|
RECORDANDO
A ANJA
|
LOS
LIBROS DE LA EDITORIAL GRUPO CERO
|
SEMINARIO
DE JACQUES LACAN
|
TUS
PALABRAS DE MUERTE ME APROXIMAN
|
CARTAS
A MI MUJER
|
SEMINARIO
DE SIGMUND FREUD
|
SOCIOS
DE HONOR
|
CONCHA
OSORIO
|
FERIA
DEL LIBRO EN BUENOS AIRES
|
 |
SI
YA NOS ENGAÑARON
CON LAS VACAS LOCAS
¿POR QUÉ CREER LO DEL URANIO ? |
GERMÁN
PARDO GARCÍA
Colombia, 1902
AGRESIÓN
DE LOS METALES
CONTRA
el desierto espíritu del hombre
se alzan los metales agresivos.
Estaban
como cíclopes enormes
sepultos en los claustros de las minas,
soportando el volumen de la tierra
y la concavidad de la penumbra.
Eran la fragua súbdita del fuego
y el zócalo central de la potencia.
En las grietas volcánicas del mundo,
hendido por violentas claraboyas
y heridas de telúricas batallas,
sentíase latir el movimiento
de su confusa longitud esclava.
Mirábanse sus hombros oprimidos
bajo el peso de sales y de rocas,
y el sólido contacto de sus vértebras
enlazadas por nudos geológicos.
Y ciegos o con ojos entre brumas
de perpendiculares socavones,
se agitaban debajo de los siglos
y al fragor de los grandes terremotos,
como torpes criaturas subterráneas
en busca de la vida vertical.
*********************************************************************
EL
hombre descendió hasta sus clausuras
a remover basálticos olvidos.
Los sacó de las últimas cisternas
para darles su misma semejanza.
Quiso lavar de sus arterias ocres
el polvo de los pétreos catafalcos
y de las vegetales ligaduras,
para que se mostraran con la fuerza
de
las transformaciones primitivas;
con el silencio del abismo abstracto
en la virginidad de las miradas;
|
el azoro del ser que se descubre
desnudo en el temblor de la inocencia,
y la vitalidad de las estirpes
que suben desde el fondo de las formas
al clima de una nueva creación.
Y
aparecieron en la superficie
con su rudimentaria arquitectura
de bloques equiláteros y masas
que la armonía mineral esculpe.
Surgidos de los cúmulos acuáticos,
manaban de sus filtros arteriales
los zumos de las capas cenagosas.
Con túnica de légamos y riscos,
parecían oscuros caminantes
que vuelven de caóticos desiertos.
Despertaban de sueños sin figuras
soñados en glaciales laberintos,
y de sus cuarteaduras inorgánicas
punta de móvil claridad salía,
como tallo de luz en las paredes
del cuarzo protector de la esmeralda,
todavía cubierta con la sombra
de las encarnaciones al brotar.
*********************************************************************
TODO
el color de la existencia activa
iluminaba sus nocturnos poros.
El azul de las aguas temporales
que el frío acendra en taumaturgos lagos.
Y otro azul diferente que no existe
y a la distancia las pupilas toca
sin mostrarse jamás, como el misterio
que defiende los ámbitos del Sol.
ASOCIACIÓN
PABLO
MENASSA DE LUCIA
PREMIO A
LA MUJER TRABAJADORA
DEL 2001
a la
psicoanalista y poeta
AMELIA DÍEZ CUESTA.
Hará
entrega del premio la actriz y directora
ANTONIA SAN JUAN,
ganadora de la anterior edición
8 de Marzo a
las 20:30 h.
c/Princesa, 17
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UN AMOR
APASIONADO
UN DESEO SIN LÍMITES
UNA TERNURA INCUESTIONABLE

Un libro de Miguel Oscar Menassa.
Para llevarse mejor con su pareja en las
fiestas y algún que otro día de trabajo
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ESCUELA
DE PSICOANÁLISIS
GRUPO CERO
BUENOS
AIRES
TEMPORADA
2001
ABIERTA
LA MATRÍCULA
–Seminario
Sigmund Freud
–Seminario
Jacques Lacan
–Master
en Clínica Psicoanalítica
–Talleres
de Poesía
Tel.:4328
0614 /0710
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Y el rojo de la sangre
que derrama
fecundación en genitivas células.
Crepita en la salud como una brasa.
Tramonta con la luz de lo biológico.
Destíñese en la cara de los muertos.
Se aleja por los arcos vespertinos
y bórrase en el luto universal.
Y pulían el verde macerado
de las oxidaciones seculares.
Un verde corrosivo que satura
y las zonas botánicas imita.
Y eran así jardín sin hemisferios
a sumergida floración anclado.
El jardín catacumba de las vetas
y de los yacimientos y los cárcamos,
donde la mancha original del líquen
deshumaniza la putrefacción.
Y el amarillo tónico que existe
en las vegetaciones medulares;
rescoldo del centeno en las mesetas
y epidermis del pan y las granadas.
Y lo blanco de harinas y de espumas. |
|
Y
lo negro tumbal y vigoroso
que en lo inhumano afianza su energía;
decora los sarcófagos; se incrusta
más allá de las vidas y los cuerpos,
y en su alianza con túmulos y estratos
distribuye en la atmósfera del hombre
la densa dinastía de lo gris.
*********************************************************************
EN
su átona estructura los sonidos,
como la voz en las gargantas vírgenes,
modulaban sonámbulos preludios.
Los sonidos, crisálidas suspensas
al pie de los sinfónicos dinteles;
unidas al silencio de sus cúpulas
y aguardando el instante de entreabrirse
sobre las plenitudes de lo acústico,
como los iris de una flor coral.
Tenían
los metales en su seno
los órganos de góticas basílicas,
escuchados después en las liturgias
y las atormentadas contricciones.
Y el acento del mar independiente.
Y el de los huracanes cuando ataca
la noche cerebral llena de espanto.
Y la detonación de los diluvios.
Y el ruido de las sordas convulsiones.
Y el lamento del ser sacrificado
al encontrarse inerme ante lo cósmico
y las devastaciones cataclísmicas,
y al sentir que a su espíritu bajaba
la inmensidad por la primera vez.
Y
tenían sonidos compañeros
de la creciente soledad humana.
El de la brisa, párvula danzante
junto al sabor de las naranjas nuevas.
El silbo germinal de la canícula
cuando en el valle azul cantan las bodas.
El himno del insecto que celebra
la conjunción sexual de las criaturas,
y la tremolación de las campanas
que siguen a los seres por senderos
constelados de trigo y tulipanes,
y los dejan en bosques de ciprés.
Pactaron
poderíos con el hombre
y avanzaron con él a la conquista
de las encornaduras de los renos
y la piel y la grasa de los osos.
Talaron la corteza con arrugas
nacidas en el tronco de los saurios,
que lucen primordial tinte de arbustos.
Uniéronse al granito y la madera
para formar las rumorosas casas,
y en su cenit de transfiguraciones,
elevaron a cálices de cimas
el subjetivo cuerpo del cristal.
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LAS
fábricas sintieron el impulso
y la trepidación de los metales.
Nacía entre sonidos la mecánica,
con sus dentadas ruedas y en las sienes
luceros matemáticos escritos.
Escuchábase un vértigo insurgente
de esferas y engranajes en las máquinas,
y la gran combustión de la materia |
125.001
ejemplares: NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA |
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lanzaba
por la boca de los hornos
frenéticos espasmos de calor.
A la radial esfera respondía
un círculo metálico y autónomo.
Silbatos atronaban a los timbres.
Las hélices hablaban con las hélices
y el motor con los círculos motores.
Y así la potestad de lo metálico
dialogaba con todo lo metálico
desde el seno de todo lo metálico,
en sílabas de choque mineral.
*********************************************************************
EL
río individual rindió tributo
de servidumbre. Y lo rindió la selva
poblada de pequeños antropoides
y mariposas, desasidos tréboles
en busca de raíz. Y hasta los mares
y el aire liberal dieron tributos,
cuando la fortaleza voladora
dibujó zodiacal órbita ambigua,
y cuando el submarino acorazado
sembró en la oscuridad rosas magnéticas
y condujo hasta el fondo de las aguas
donde sueñan otoños las esponjas,
la volitiva fuerza del metal.
*********************************************************************
CUANDO
los mártires contemporáneos
bebieron sal como irredentas tribus,
los metales pendían de sus cuellos
en espiral de cáusticas ajorcas.
El llanto renacía de sí mismo,
condenado a existir perpetuamente.
Crecían como varas de penumbras
amotinadas las hambrientas cruces.
Escuadrones de bestias encendidas
patrullaban espacios y llanuras,
y el metal levantó contra la vida
ferrado malecón donde murieron
las olas más humanas y la luz.
*********************************************************************
ENVILECÍA
el sol aprisionado
por un bisel de niqueladas crines.
Principiaba el pavor de los espíritus.
Flotaban sin hallarse los espíritus.
Consumíanse todos los espíritus.
Y al hombre se le vio correr sin rumbo.
Comer el fango de los negros pozos,
perseguido por ángeles metálicos
y cólera de arcángeles metálicos.
En las sienes espinas de aluminio.
Largo dogal de irresistible estaño
y en las espaldas híbridos de cobre.
Se le oyó claudicar en los reductos
y caer de rodillas ante el ara
defendida por térmicos baluartes,
donde impera el uranio vencedor.
Las
2001 Noches
ES
UNA REVISTA Y TAMBIÉN UN CICLO POÉTICO–MUSICAL
Martes
a las 20,30 h. en el
Bar
Celta
de Buenos Aires (Sarmiento y
Rodríguez Peña)
Último
martes de cada mes se presenta
Las 2001 Noches |
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TESTIMONIOS
DEL VIENTO
I
(La
voz de la Tierra)
YO,
la Tierra solemne, la que he sido
carne del Hombre y cal de su hermosura.
Yo, sólida de peces masculinos
y líquida de válvulas licuantes.
Yo, que a nivel de las rosadas piedras
escarabajos de coral educo
bajo la luz de mis azules foros.
Yo, que en la frente cazadora tengo
raíces de arbolada encornadura,
y que embalso a los ríos en mis venas
para irrigar con ellos la sequía.
Yo, que escucho correr sobre mi cuerpo
las angustiadas bestias iracundas;
que lenta soy en madurar los bulbos
y en la osificación de mis cartílagos,
aquí, desde la sal que me abastece;
desde mi corazón de yesca antigua
y de residuos de materias bajas,
pregunto por mis hijos.
Soy la madre
selvática de selvas femeninas,
que el tenue musgo de los sexos dora.
Soy la hembra multípara en sus actos
profundos de preñez y de lactancia.
La mujer que bajó hasta los orígenes
de los rudimentarios alimentos,
a buscar el licor que de las glándulas
a la pulpa labial surge y blanquea.
Pregunto
por aquellos procreados
al mestizo color de mi semblanza.
Yo los formé de mí hasta convertirles
en figuras retráctiles y eréctiles.
Clavé luceros en sus lacias crines;
un topacio pulsátil a su izquierda
y un carbunclo radial entre sus ojos.
¡Oh seres míos de espaciales vuelos!
¡De piernas duras y cuadrados hombros!
¡De uñas cual zarpas de apacibles fieras
y alma de espuma y rotación sanguínea!
¡Recias criaturas de infinito alcance,
que tú, oh Muerte, por romper mis vínculos,
a tus jardines apagados llamas!
Pregunto
por vosotros, seres míos,
pescadores y agrícolas enérgicos.
Haced que fulgurantes me respondan
vuestros labios fructívoros y agrestes.
Si mi lengua boscal es casi sorda,
gritadme los vocablos que modulo
con voces de lejanas cornamusas
y broncos monosílabos de trueno.
La
verticalidad que os di contiene
azúcar de limones amarillos
y grasa de purísimas almendras.
Humedad como el cuerpo de los pinos;
acero como el fondo de las minas;
azufre de las rocas esteparias
y fósforo de océanos y escualos.
Pregunto
por mis hijos leñadores,
que al ruido de sus gubias y garlopas
trabajan mi floral carpintería.
Por aquellos que labran mis canteras;
por los que silenciosos me roturan;
por los dominadores de caballos
y los que en las llanuras sacrifican
a mis ásperas reses mancornadas. |
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¿En
dónde están mis hijos, ayudantes
de la locomoción en mi tarea?
Recuérdolos mirándome de frente
con toda la rudeza de sus caras.
Su consanguinidad con los cuadrúpedos
les daba simbolismo de centauros,
porque bestiales como potros eran,
y a la vez de celeste jerarquía.
Yo
los vi conquistar elevaciones
en las que sólo puéblanme las nubes.
Ir más arriba hacia el bastión aéreo
y descender a hundirse en mis entrañas
con
la tenacidad de sus taladros,
a extraer el carburo que se empoza
cual una densa lágrima de aceite
continental, debajo de las criptas.
Seres
míos, no luces sino brasas.
No carne dolorosa sino músculos.
No espartos suplicantes sino selvas.
No casas de amargura sino pueblos.
Titanes destroncados de sus cruces.
Cadenas destrozadas por la furia.
Pilotos en sus águilas dementes.
No arcángeles divinos sino obreros.
Murallas de los pies a la cabeza
y grandes a pesar de la agonía.
Pregunto
por vosotros. Soy la madre
selvática de selvas donde esconden
su lujuria los negros cuadrumanos.
Huelo a almizcles sexuales y a placentas.
A glándulas lactarias derramándose,
y a la potencia de violentos búfalos
cuando excitados en la sombra mugen.
Y clamo por vosotros y pregunto
por vosotros, con mis invocaciones
de sexo universal, íntegro y fuerte.
2
(Testimonio
del viento)
Yo,
que te circunvalo como anillo de cristal
ciñéndote con él las elevadas sienes.
Yo, tu amador calzado con pálidas sandalias
y en los riñones puros un cíngulo de estrellas.
El más claro de sus ligeros habitantes
y el que a tus bizarrías esféricas acude.
Yo, que en tus labios como ríos hundo
mi roja sed de soles y cósmicos desiertos,
a ti, Madre de la Fuerza Dolorosa
defendida por mil panteras enlutadas,
escucho en tu clamor.
Mi
movimiento rápido, más que tus blondos cérvidos,
a todos tus relieves altísimos abarca.
Soy el amante móvil que sin cesar trasládase
sobre tu abierta pelvis de verde maravilla.
Cada vez que mis pulmones soplan, tus árboles muévense.
Hay suave celeridad en la tracción de las orugas.
Mi beso agricultor difunde el polen,
y cual si fuera el dorso de un león en celo,
pausadamente ondulan tus dóciles gramíneas.
Yo,
tu amador, les doy a tus seres quietísimos
movilidad y música. Yo, el celeste huracánida.
Oye a tu mar cantando. Soy yo pulsándole como una cítara.
Mírame transparente y libre fluir desde las constelaciones
a envolverte en un velo de sonidos y danzas.
No
ciego, sino mirándote por las noches con mis ojos
[luciérnagas,
y
en la luz con retinas de rocío y aralias,
hallo en tu desnudez oculta
las armonías que te cubren bajo el silencio y la soledad.
Vestida estás de cálices herbáceos, de colmenas,
de helechos casi nubes, más que nubes a veces,
y de purísimos cristales de agua en el instante de nacer.
¡Oh
Madre de las células dulces
y las textiles ligaduras
sobre los hombros, en que solferinos pájaros
te cantan a la occidental luz tibiamente terrestre.
Tus hondos llamamientos
|
escucho
con mis sentidos, finas telas
de arácnidos y lluvia,
que un temblor cauteloso de granizos ensarta.
Llena estás de misteriosas incitaciones
que yo siento, inclinándome
sobre las corrientes subterráneas que te pulsan,
como el embrión al seno de una mujer castísima.
¡Yo, tu amador calzado con pálidas estrellas!
Con mis oídos, mágicos iris, lentamente te escucho
y con mis ojos, prismas veloces, en tus páginas leo.
Esa ficción tuya la escriben
colonias de insectos zapadores,
en los papeles que el otoño
al deshojarse en tus colinas deja.
Ahí
está ese relato de irredentas lágrimas
que tú después escondes en la quietud de tus lagunas.
Lágrimas, ¿de quién, de cuáles ojos al dolor inminentes?
¿De una mujer que en la penumbra aguarda?
¿De algún soldado herido en su trinchera?
¡Oh
Madre de la Fuerza Dolorosa
defendida por mil panteras enlutadas:
sufres y tu dolor doblega
al blanco digital de las alturas!
Preguntas por tus hijos y te responden voces incógnitas,
¿de qué herméticos labios ingozantes?
¿De qué ignorada boca que suplica
desde unos enemigos territorios?
¡Ah,
Tierra!
Óyeme recorrer nocturnamente caminos
detrás de las torrenciales marchas de tus pueblos.
En cada fracción de sordas, novilunarias sendas,
toco luceros fríos de misteriosos coágulos.
¡Sangre, quizá! ¿De cuáles razas nómades?
¿De algún ruiseñor que siente la punzadura de una espada?
En
libres, remotos bosques, tus hijos erguían cantos
unánimes
ebrios de luz y de vigor.
Sus musculares, velludos tórax de seres altos,
eran ya rocas plenas de unos coros inmensos.
Cantaba como el mar cuando lo pulso como a una cítara
y como selvas enajenadas si las cumbres exalto.
¡Oh coros de los hombres cuando jubilosos a la vida cantan!
¡Oh sonoridad delirante de la voz de los hombres,
cuando ebrios de fuerza cantan sus poderosos himnos!
Dimensional
relámpago de yunques
salió desde crepúsculos y auroras.
La tremenda agonía del Espíritu
con tu quebrantamiento comenzaba,
¡oh Tierra activa de frutales méritos,
uvas de brandy colindando al Norte,
cálidas piñas madurando al Este,
rojas ciruelas en los tibios valles,
y avellanas y nueces y toronjas
en las llanuras de tu limpio Sur!
A
mí, que te circunvalo como anillo de cristal
puesto sobre tus sienes en prenda de las nupcias.
A mí, tu amador, que te oigo clamando por tus seres.
Por los que silenciosos te roturan
y al golpe de tus gubias y garlopas
trabajan tu floral carpintería,
escúchame, ¡oh Tierra, Madre de las células dulces,
óyeme responder a tu clamar:
tus hijos se hallan sepultados
a la orilla del Marne gemidor!
3
(La
voz de la Tierra)
¡Oh
viento, amante dócil y tranquilo!
¡Amador de celestes calzaduras
que estás en mis calladas cavidades
llenándolas de ruidos diligentes!
Tú, que oreas las fibras silbadoras
del arbusto bronquial con que respiro,
y los musgos que están sobre mi sexo
guardando las entradas a mi vientre,
escúchame en mi idioma constelado
de raíces acuáticas y dátiles.
Yo
no sabía que me encuentro llena
de unos hoyos carnívoros que matan,
y que al pie de tubérculos florales
está la equivalencia del sepulcro.
¿Seré, quizá, la bestia que devora |
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las
entrañas calientes de sus crías,
un túnel de sudores congelados,
un muro de silencios abolidos
y colmenar de celdas rencorosas
por cuerpos putrefactos habitadas?
Yo
no sabía que en mi carne crecen
agudas alambradas y cadalsos,
y que evadido de quemantes bosques
un tigre nuclear ronda mis sueños.
¡Ay de mi arcilla que lograr no puede
la transfiguración de las criaturas!
¡Ay de mis yacimientos metalúrgicos
en gases ponzoñosos convertidos,
porque ya mis paredes interiores
son fosas para un vértigo de espanto!
Si
así fuere me arrancaré los ojos
para no ver las llamas homicidas.
Destrozaré el cristal de mis oídos
por las detonaciones alarmados.
Trituraré hasta el polvo mi esqueleto.
Arrasaré el origen de mis razas,
mis naciones de pájaros acústicos,
y me hundiré en el caos y en el Tiempo,
detrás de los telones infinitos,
como tantos cadáveres de estrellas.
¡Ay
de mis estaciones temporales
que el suelo caldeador funde y enflora!
¡Ay de mis primaveras delicadas,
que el orozuz perfumador anuncia!
¡Ay del verano productor de almíbares
y del otoño colector de pieles!
¡Ay del invierno que en mis hombros deja
cuarzos de frío y deslumbrante escarcha!
¡Primavera, verano, otoño, invierno!
¡Cuatro heridas que me abre la Hermosura!
Óyeme,
¡oh viento que eres el Espíritu:
de la extinción de las criaturas sálvame!
De las tinieblas manchadoras límpiame.
A restaurar mi corazón ayúdame.
Haz que los nutridores acodajes
las corrientes de savia canalicen,
y toros columnarios me fecunden.
Sálvame, oh viento, que eres el Espíritu.
De la agresión molecular defiéndeme.
¿Qué será de amatistas y diamantes,
filtro inicial de mis clementes lagos?
¿Y qué de las profundas esmeraldas,
comienzo de mis bosques verdeazules?
¿Se incendiarán los últimos zafiros,
surtidor inaudible de los mares?
Mi cromación superficial se nutre
de esas piedras hondísimas y extrañas,
como el sueño de un niño que volviera
de soñar en fantástico país.
¿A
dónde irán jilgueros y turpiales
que dan su arrullo a campesinas bodas?
¿A dónde las cordiales codornices
absortas en crepúsculos de música?
¿Y a dónde el ruiseñor que en este instante
distribuye las sílabas radiosas
de este himno a las criaturas insistentes,
que un hombre entero de los que amo, un hombre
por quien pregunto al viento del Oeste,
escribe con su misma integridad?
Porque es así como los seres míos
descubren la Belleza: descarnándose
hasta sangrar las sienes y los dedos
por la furia del trance entre las sombras.
Ved esas faces lívidas en lucha
con la gran creación atormentada.
Son ellos explorándome, ¡oh Belleza!
Taladrando el papel como una roca.
Crucificando
el alma y extenuándose,
mientras sus pies sobre el infierno cruzan.
¿En
dónde están mis seres? Les invoco
para que acudan a fundar ciudades |
con
este barro constructor que tengo,
y con los duros materiales míos.
Cada vez yo les siento separarse
más y más en su fuga hacia el Espacio.
¡Volver, volved, criaturas de mi vientre!
¡Inteligid mis órbitas de sueño!
Yo soy la claridad y la esperanza
y os aguardo en mis cúspides pacíficas.
4
(Testimonio
del viento)
¡Oh
Tierra, Madre de la Soledad y la Amargura!
¡Solemne compañera de la Melancolía!
En tus dinteles con hilos fúnebres
entrelazados a estambres
que tejió la piedad del Silencio,
y apenas alumbrados por difusas lámparas
de aceites vegetales y resinas,
abandono mi simple túnica,
mi cíngulo de estrellas.
Y en el umbral apagado por arbustos levísimos,
dejo mis cósmicas sandalias
para ingresar descalzo y desnudo
al recinto de grises cinerarias
donde los muertos en sí mismos reposan,
como un labio en el otro dulcemente plegándose.
¡Dos valvas congeladas sobre una boca muda!
Por
ti, que esféricamente con mi beso circundo,
con mi beso abarcante,
urjo a los seres benignos
al pie de tus sepulcrales colindancias.
Ya vienen con su séquito de barrenadores y necróforos,
crisálidas de robles y ninfas de cipreses,
y alces pequeños que en los ojos guardan
un verdear de humedecidas lunas.
Se acercan con sus dádivas de humildad y sabiduría,
trayéndome corónulas de acónito y acanto.
Escucha ya sus lágrimas desprendiéndose
de sus retinas frágiles,
cual si fuera el rocío que los montes
distribuyen al pasto cuando empieza
la luz provisional de la mañana.
Confíales
tus ausentes a esas amables formas
de la existencia. Ellos conocen los enigmas de la
resurrección.
Lavan la culpa corpórea con zumos amargos,
cosen las desgarraduras de la piel,
ungen la desnudez inválida
y cultivan girasoles sobre las vértebras,
porque saben que hay una primavera de los huesos,
y en las nubes
un otoño divino del Espíritu.
¡Ah
de tus grandes ausentes que entre columnas de fuego
vi pasar arrebatados por los triunfos de la velocidad!
¡Qué hermosos al sol ardían sus cabellos, sus armas!
¡Qué radiantes sus ímpetus, cuánta luz en sus frentes!
¡Qué raudos fulgían, qué alcance en sus voces
y cómo la Victoria los lanzaba al septentrión!
Mas, ¡óyeme, oh Tierra, Madre de la Soledad y la Amargura,
escúchame responder a tu clamar:
tus hijos se hallan sepultados
en las orillas bélicas del Rin!
5
(La
voz de la Tierra)
Ciérrate,
¡oh noche! sobre mí o ocúltales
mi rostro a los que aman la Alegría.
No les dejes mirar estas arrugas
que el llanto seco en mis cortezas labra.
Ventila mis cabellos con la furia
del huracán y con diluvios lávalos.
Pido piedad para mi fuerza bruta,
¡oh Noche a cuyo amparo silencioso,
con la avidez de las leonas vírgenes
concibo entre las sombras vulneradas! |
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Si
aún tienes auroras verdaderas,
¡oh Noche! de tus ébanos impúlsalas.
¡Dame
la intacta claridad, entrégame
la Cruz del Sur, su claridad concédeme!
¡No me niegues la luz, estoy de hinojos
al Universo mismo suplicándola!
¡Dame la claridad, noche clemente,
porque el Hombre ha encendido ya la estrella
de inmenso resplandor carbonizante,
que estaba entre los átomos dormida!
Retroceded,
constelaciones puras,
como palomas que el halcón ventea.
Los cántaros fresquísimos de nubes
con su licor elemental se rompan,
y acabe mi celeste alfarería.
¡Oh viento, esposo de frutales nupcias:
huid de mis domésticos jardines!
¡Dejadme sola, Númenes Benévolos,
por mis hijos de barro escarnecida
y por ellos a muerte condenada!
¿No
sabían mi lucha con el mar
para ofrecerles firme territorio?
Yo les di las columnas de sus casas
y la calefacción de sus fogones.
La cocción de sus panes y alimentos
y el instinto carnario de las presas.
Formé la inteligencia de sus manos
y los hice ebanistas y albañiles.
No hay uno solo de ellos que no guarde
mi testamento de agua en sus pupilas.
De
mi sabiduría ya no existe
sino unos hornos de argamasa pobre,
unos ladrillos viejos y unas tejas
en lo alto de metálicas ciudades.
¡Oh ciencia mía natural que mueres
bajo las ruedas de agresivo fierro!
¡Ay de mis hijos que en las manos tienen
estrellas con eléctricos volúmenes!
¡Ay de ti, Prometeo, que les diste
los poderes ocultos de las llamas!
6
(Testimonio
del viento)
¡Oh
Tierra, baluarte hermosísimo, lucero que apagándote
fuiste barca de nubes
con tus seres orgánicos y tus frutas a bordo!
Amo tus vetas de aluvión, tus paredes de sílice,
todo lo que es en ti resistencia y masa,
y el azul espectáculo de los mares cubríendote.
Yo,
desnudez de espíritu, encuentro manto en tus árboles,
hospitalidad en tus cisternas
y en tus nectarios energía.
Celeste y desprovisto de espaldas materiales,
¡qué sería de mis apariciones invisibles
si no las encarnaras!
¡Y qué de mi sueño altísimo sin tus captoras redes,
pues soy la Poesía que no logra decirse
y se queda en penumbras dolorosas
como el halo en las sienes de los mártires!
Vuelvo
de recorrer abismos con mis sandalias veloces
de lebrel delgado que en los ojos tiene
dos luceros agónicos,
y a cada lado aletas de peces cristalinos.
Mira mi rostro exangüe,
mis sienes aterradas,
mis manos sitibundas.
Vengo de oir el zumbido
de las abejas satánicas
de un colmenar que el infinito esconde.
Cada gota de luz es un infierno.
Toda hermosura del Abismo mata.
Sólo encontré el espanto vigilándome
desde una eternidad irresistible.
En ti refugio, ¡oh Tierra!, mi angustia de la nada,
mi frente de ciegas nubes y mi boca desprovista
|
de
labios.
¡Alójame!
Te imploro el más humilde de tus cuerpos,
la más tierna de tus encarnaduras.
Dame unas piernas de cervatillo débil,
los brazos de una alondra,
entrañas de libélula en su capullo,
y algún bordón para escalar tus cumbres.
Tal vez entonces pueda verter tus mismas lágrimas,
¡mis claros ojos de cristal no lloran!,
y acompañarte a colocar ofrendas fúnebres
en las estepas donde tus muertos
se agrupan en los cálices del frío,
porque ¡óyeme, oh Tierra, Madre de la Fuerza Dolorosa,
solemne compañera de la Melancolía!
¡Escúchame responder a tu clamor:
tus hijos se hallan sepultados
en las nieves del Vístula invernal!
7
(La
voz de la Tierra)
¿Por
qué mis ríos generosos mueren
quemados por la sed de las batallas?
Siento horror de mis ríos en que sordas
las naves de los muertos se acumulan.
Parece que mis ríos son sarcófagos,
espejos con imágenes yacentes
de caras y estaturas de sepulcros.
¡Oh Vístula sombrío de Polonia!
¡Oh Rin de los guerreros alemanes!
¡Oh Marne de una Francia de ceniza!
Retroceded
hasta la gota última
que exista en vuestros vasos nacederos.
Fluid contrariamente como un hombre
que sus pasos ambúlicos desanda.
Abolid esos nombres tan humanos
que os dan una existencia de personas
acuáticas, con pueblo y domicilio.
Tú, dulce Marne, nómbrate Necrópolis.
Tú, Rin hermoso, invócate Sudario,
y tú, Vístula, llámate Agonía.
Ríos
no sois sino sangrientos bloques.
Contradicción de la nocturna lluvia
que con vosotros sus espinas mezcla.
¡Ah, mis lluvias tranquilas, bondadosas
como relentes de apacibles valles,
allá donde los ríos están llenos
de párbulas criaturas que los viven:
recentales ternísimos y liebres,
y cachorros de fieras como niños,
y una perdiz y un tordo y un zorzal!
Finalmente
pregunto por vosotros
Por los cultivadores de naranjas
y por los sembradores de aceitunas.
Por aquellos que injertan los duraznos
en la pulpa dorada de los higos.
Por los que al sol desbrozan las cerezas
y comen de blanquísimas guanábanas.
Por todos esos seres tan frutales
que viven entre pájaros y espumas,
lo mismo al Norte que en el limpio Sur.
8
(Testimonio
del viento)
¡Óyeme,
oh Tierra, Madre de los blandos tegumentos,
las levaduras y aleuronas!
¡Escúchame responder a tu clamor:
tus hijos se hallan sepultados
a la orilla del hondo Yang-Tszé-Kiang!
¡Y
ha de venir el día en que incendiadas las fronteras
y los hombres por su amargura calcinados,
sólo quedemos en la sal del mundo,
tú, la Materia Eterna, y yo, el Espíritu,
enfrentados al rostro de la Muerte! |
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LUIS
DE BLAS
España,
1935
Del libro "Claroscuro",
primer Premio de Poesía Pablo Menassa de Lucia 2000
CRÓNICA
DE UN DÍA
CUALQUIERA
DIJÉRASE
QUE VUELVO DEL ESPANTO DE LA NOCHE
o
sea
que
la carne después incorporada y tibia
madruga en ese mapa a ras del suelo
hoy otra vez volviendo por lo arado
por los surcos de todos los olvidos
por el bronce inmortal de las campanas viejas
o a la luz mortecina de la costumbre urgente
de andar los subterráneos capitalinos
sin concederme tregua de soledad
o estando ya en la muerte tan inmerso
que fuera la palabra
obligatoria sinrazón del llanto
y así vengo puntual
como un río de lluvia de ser tan pasajero
si luego desayunas con Verdi en la taberna
o miras
a la muchacha grin’s de nalgas apretadas
pensándola distante del amor a estas horas
de la mañana
vuelvo
sin
apenas furor insinuándome
a la plaza adobada de sándalos
al frente misterioso de estatuas heridas sin concilio posible
sin libertad
y siento que la piel se me oxida
abandonado ya
los ojos no debieran
llenarse de agujeros o el sudoroso pecho
recubrirse de líquenes
porque un silencio cunde
cuando se parte el día en medio de nosotros
y está la mesa puesta como un altar solemne en la pobreza
cotidiana
donde estoy convidado
o se pudiera
dar cuerda al corazón al sol del mediodía
aproximado
a la ocasión de alzarse nutrido de esperanza
dijérase también
que volver a la tarde es regresar a un parque
recordado de lilas como la luz ya misma
violeta de niños y andar enajenado
con los pies infinitos mancillando la yerba
hasta sentir la espuma de la noche
advirtiéndome su reino lujurioso
un mágico aquelarre
a la luz imposible de espectros olvidados
fuera la noche
de tanta soledad presencia cierta o cárcel a extramuros
donde tiemblan los cuerpos prisioneros de amor
o se dijera
que ya soy a la vida de nuevo y a la muerte
de un día cualquiera
compartido
si ahora
me gotea por dentro un clamoroso llanto
de estar conmigo a solas en la penumbra siempre.
|
RECORDANDO
A ANJA
UN
MINUTO DE PAZ EN TU RECUERDO.
Un
agua,
Anja,
que llueva
manda en tu frente clara, en tus recientes
senos heroicos, olorosa y fresca,
ahora, dulcemente
por tu lengua.
Agua de amor, aviso y meteoro,
intacta su pureza,
que penetre en tu cuerpo amenazado
de soledad y llueva
en el misterio de un profundo riego
sobre tu casa de nocturna huella:
lugar de la ceniza,
remoto continente sin fronteras,
patria para la duda y el suicidio;
ciudad entre tinieblas.
Un
minuto de paz en tu recuerdo.
O una eternidad. Entre la arena,
lentamente en su mínimo reguero,
la sangre al raso espera
una tregua, un claror, una palabra
cierta.
(Un puñal de hojalata
entre las bragas la muchacha lleva,
inicuo y delicado,
mientras
cruza la plaza de la Bascarsija
sollozado en su vuelo de cautela).
EL
SUDARIO
es,
Anja, una acuarela anaranjada.
Huérfana amiga mía,
esta triste mañana
no subas la escalera que la nieve
destinó la granada
y una rosa agoniza
amarilla en el ático violada.
NI
UN MENDRUGO DE PAZ O UNA LIMOSNA
de
luz que llegue a esclarecer tu asedio.
¿No habrá una mariposa revoloteando
en tu refugio lóbrego?
El pan es una flecha que no alcanza
la dimensión de los morteros.
Ay, si fuera paloma. Anja, llevándote una rama de olivo en el
aliento.
¿Adónde miras cuando por la noche
te interrumpen los miedos
y, desnuda, presientes las alarmas
clavándose en tu cuerpo?
¿Habrá algún dios de guardia
en el firmamento?
O ¿cómo resistir al desamparo
de la noche incubando sobre el hielo
un odioso misterio
un tribal alarido de silencio?
Anja,
amor, por si acaso,
mira al cielo.
EL
ÁGUILA Y EL TORO, MANSAMENTE,
planean
torvos giros
al cálido compás de alto perfume y acentos cuasi líricos,
lejos del resplandor de la metralla
en los parlamentarios entresijos.
Presérvate para la leche en polvo
de la ubre asquerosa del olvido
-su blancor generoso
de caridad teñido-que
atraviesa el alfoz comunitario,
frágil etiquetada a tu destino.
Anja,
y tu patria ¿no la reconoces?
A tus pies mira lirios
trasplantados, crecientes como lunas |
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que
repueblan los nombres divididos.
Llora sobre tu territorio
y escúpenos. Malditos.
AHORA
¿POR QUÉ NO, ANJA,
atraviesas
la calle por tu frente
de huellas dolorosas
y buscas a tu hermano, febrilmente,
con una flor de clamoroso pálpito
entre los dientes?
COMO
SI FUERA PRIMAVERA,
libre,
Anja, tu voz plural y desafiante,
de amor sublime.
ES
POSIBLE LA PAZ SI SE RESPIRA.
Ahora,
Anja,
levántate -a su fulgor acude-y
anda.
TUS
PALABRAS
DE MUERTE
ME APROXIMAN
Escrito
en la pared:
"el ácido mata lentamente
pero no nos importa
no tenemos prisa"
Qué
te voy a decir
muchacho
mira
tu mano de un azul adolescente
naciéndote en los dedos primaveras
si
un fulgor te atraviesa
por tu cuerpo de apolo prematuro
arroyo de otro río
de mi sangre
o si eres rama
junco
flecha
nuevo
clamor paradisíaco
desnudo como un astro en el vacío
sin límite de dios
qué
te voy a decir
muchacho
borra
de la cal tu mensaje
tu epitafio
y escribe otras palabras
las más frescas
palabras de tu huerto con rocío
donde dios claramente se adivina
solemne por la aldea
sí
muchacho
no
rompas a tu paso las cometas
de los niños del mundo
no rotures la cal sólo por verte
de frente dibujando
oh no muchacho
no horades el silencio con tus gritos
de muerte
no rompas este vaso de la vida
el cántaro sagrado del amor
anda
levántate y camina entre nosotros
rinde tu voz en el misterio
del corro de la vida
y canta
nuestra canción
muchacho.

|
SOCIOS DE
HONOR EUROPA
|
Miguel
Oscar Menassa (Madrid) |
50.000
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Fernando
Ámez Miña (Madrid) |
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Jorge
Armas (Tenerife) |
40.000
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Andino (Madrid) |
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María Blasco (Barcelona) |
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Cino Nuñez (Madrid) |
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Degli Esposti (Madrid) |
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Deloupy (Madrid) |
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Díez Cuesta (Madrid) |
40.000
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Martínez Fondón (Madrid) |
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Menassa de Lucia (Madrid) |
40.000
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Osorio (Madrid) |
40.000
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Pilar
Rojas (Madrid) |
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Rovira (Ibiza) |
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Trujillo (Málaga) |
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Salamanca Gallego (Madrid) |
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Aparicio (Madrid) |
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León Deloupy (Madrid) |
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Clémence
Loonis (Madrid) |
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Fabián
Menassa de Lucia (Madrid) |
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Menassa de Lucia (Madrid) |
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Serrano (Buenos Aires) |
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Barrio (Buenos Aires) |
200
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Lúcia
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Cascini (Buenos Aires) |
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200
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200
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Rosalba
Pelle (Buenos Aires) |
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Cesira
Cignoni (Buenos Aires) |
20
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Battistel (Brasil) |
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Karina
de Filipiss (Buenos Aires) |
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Patricia
di Pinto (Buenos Aires) |
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Augusto
Passolini (Buenos Aires) |
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Luciano
Passolini (Buenos Aires) |
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Marisa
Wachtel (Buenos Aires) |
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LA
ASOCIACIÓN PABLO MENASSA DE LUCIA
TAMBIÉN TIENE SU COLUMNA
La
Asociación, en el mes de enero de 2001, comenzando su tercer
año de actividades, impartió una conferencia sobre
Depresión
y Cáncer, dentro del ciclo de Patologías del Sistema
Inmune. En una sala llena de interesados, las
Doctoras
Alejandra Menassa de Lucia y Pilar Rojas trabajaron el
tema y a continuación se debatió con precisión sobre la importancia
del psicoanálisis y la medicina a la hora de tratar estas
dolencias, mostrándose cómo la depresión influye en el proceso
de enfermar del cáncer. El Aula ya tiene un programa para
todo el año, dentro de este ciclo de conferencias, que les
iremos comunicando.
En
febrero, la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero organizó el
XI Congreso Internacional Grupo Cero Psicoanálisis y Medicina
(segundo encuentro) donde se presentaron 30 ponencias
y supervisiones de casos clínicos. La Asociación colaboró
en la difusión del evento.
Asimismo,
el Aula participó en el Recital de Poesía que Carmen
Salamanca ofreció en la Asociación de Escritores y Artistas
Españoles el lunes 19 de febrero. Y el martes 20 de febrero
colaboramos con la presentación de los libros de Paola
Duchên: "Discurso y Transferencia en Psicoanálisis" y el
poemario "Lejanías" en el Círculo de Bellas Artes. Eventos
ambos con multitud de asistentes.
Para
el mes de marzo, la Asociación está organizando uno de
los actos más importantes de la temporada, la entrega del "II
PREMIO A LA MUJER TRABAJADORA", que ha recaído este
año en la psicoanalista Amelia Díez Cuesta.
La
Asociación el año pasado decidió convocar este Premio, recayendo
por primera vez en la artista española Antonia San Juan,
por su labor teatral y cinematográfica. En aquella ocasión, reunimos
en el salón de las columnas del Círculo de Bellas
Artes, en un espectáculo inigualable, a la galardonada, que
recibió el Premio de manos de Elvira Lindo, y al poeta Miguel
Oscar Menassa. Antonia San Juan y Miguel Oscar Menassa
recitaron a dúo el poemario "La Poesía y Yo". Este
año celebraremos la entrega del II Premio a la Mujer Trabajadora
en la sede del Grupo Cero, sita en la calle Princesa
17, el jueves 8 de marzo a las 20,30 horas, donde Amelia
Díez Cuesta recibirá el merecido galardón de manos de
la actriz Antonia San Juan.
El
jurado, en un arduo debate, decidió otorgar el premio a la
psicoanalista Amelia Díez Cuesta por su labor en la cultura y
en especial por la permanencia en la trasmisión del Psicoanálisis.
En el haber de Amelia podemos reseñar que es Psicoanalista
Didacta de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero,
ha publicado varios libros, entre ellos: "Los Laberintos de
la Neurosis Obsesiva", "Deseo de Nada -fobia y fetiche-",
"Los Nombres del Goce Real, Simbólico,
Imaginario", el poemario
"Desnudos". Ha formado parte de comités científicos en
diferentes Congresos Internacionales y un largo y pro-ductivo elenco
de actividades en el campo del Psicoanálisis.
En
otro orden de cosas, la Asociación en colaboración con la
Editorial Grupo Cero, está ultimando la publicación de los dos
libros de poesía galardonados en el II Premio de Poesía Pablo
Menassa de Lucia. Les seguiremos informando cuándo y
dónde serán las presentaciones y recitales de estos libros.
Asimismo,
a partir del mes de abril comenzaremos las Jornadas
de Homenaje a Jacques Lacan, a los 20 años de su desaparición,
en fines de semana. Una actividad que será de entrada
libre y a la cual ya pueden anotarse.
Pronto
podrán visitarnos en Internet, estamos terminando de
confeccionar nuestra página WEB.
|
PABLO
MENASSA DE
LUCIA
Y
POCO A POCO
Y
poco a poco
fui creciendo,
rompiendo los cristales con mis manos
sin pensar que después
quedarían cicatrices.
POEMA
18 AÑOS
Me
han enseñado mal,
o demasiado bien.
Pensé que la monotonía
era imposible,
que mañana era
otro día.
Otros,
y si mañana no era (porque no pensaba)
pasado mañana sería.
Y diferente
cada cosa nueva que conocer.
me delata todo
a veces frío y miedo
otras veces te tengo,
te tengo en Jaque Mate,
atada a mis delirios.
Y junto con tu hombre
miles de direcciones intentaron caer
dentro de mi cuerpo.
Como todo no se puede,
exploté,
vomité la sangre y la razón
sexo, mentiras y vísceras.
Y me hizo mal,
el dolor fue tan confuso
que no pude darme cuenta,
tampoco sirve el llanto,
un agujero hondo
se irá abriendo camino.
Tragando y vomitando,
ahogándome los gritos
me di cuenta
que vivir
es privilegio de pocos.
EN
LA NOCHE
En
la noche
tu nombre se disfraza de deseo
las letras de tu nombre
dan sentido al universo.
Vuelo, recostado en tu sonrisa
y lo entiendo todo.
Cuando escribo
le busco algún motivo a mi escritura;
encuentro en tu mirada
mil razones que me empujan.
En nuestras cabezas, retenido,
el tiempo de los dos.
Nada importa.
Te siento como al mar
tan bello y tan lejano,
tan dentro mío.
Para ti, porque eres diferente,
escribo este poema.
ASOCIACIÓN
PABLO MENASSA DE LUCIA
AULA DE POESÍA Y PSICOANÁLISIS
CICLO DE
CHARLAS COLOQUIO:
ENFERMEDADES
PSICOSOMÁTICAS
S
I D A
Viernes,
16 de Marzo de 2001 a las 20,30 hs.
ENTRADA LIBRE
Lugar: Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero
c/Princesa, 17 - 3º izda. - 28008 Madrid -
Tel.: (91) 542.33.49
www.aulapablomenassa.com
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|
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Números
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LOS
LIBROS DE LA EDITORIAL GRUPO CERO |
CARTAS
A MI MUJER
Autor:
Miguel Oscar Menassa
88 PÁGS.
900 PTS., 9 US.
CARTAS
A MI MUJER de Miguel Oscar Menassa es una reunión de ideas
para construir el futuro. Dice Pedro Salinas en su libro El
Defensor que
la función del lenguaje o el idioma se extiende a dos planos:
el primer plano es el individual. El sujeto no comprende un posible
mundo que existió antes que él, sino que, con las palabras, define
una realidad que le pertenecerá íntimamente. Esta cualidad de
discernir entre lo nebuloso y lo claro, imprime en el sujeto la inteligencia.
Las cartas que forman el libro de Menassa suponen la creación
de esta misma realidad intimista donde se juega, incluso, al
propio juego de las palabras, es decir, a dejarse moldear, moverse,
vibrar con la existencia de un significado imposible, de infinitos
mundos. Por ello Menassa dice: "Escuchad, el mundo es, verdaderamente,
de quien lo piensa". Este juego, que en principio pertenece
sólo a uno, permite ser contemplado y disfrutado abiertamente en
la libertad con la que el autor se arroja a una corriente que,
como él mismo expresa, puede llevarlo a cualquier parte.
La
segunda función que menciona Salinas para el lenguaje es, obviamente,
la comunicación con otros hombres. En el diálogo vivo
que se mantiene en las cartas, el autor permite participar de su
realidad acercándola a los demás y, al mismo tiempo, se habla a
sí mismo para reconocerse, tener una verdadera certidumbre de su
propio ser. Menassa nos indica continuamente la función humanizadora
del lenguaje, siendo imposible concebir una vida sin
palabras. Y en este mensaje indirecto se van trenzando ideas que,
en realidad, no tienen otra intención que seguir colgadas del mismo
árbol, en espera de que algún sujeto desee para su realidad nuevos
retos. Es necesario comprender cada una de las cartas como
un compendio de proyectos, tal y como el autor lo menciona, pensando
en la vida que tendrá para los próximos 200 años.
Crueldad,
amor, sexo, dinero, trabajo, poesía, todas las tentativas manan
de la misma fuente y es necesario el psicoanálisis para ver estas
relaciones, antes escondidas. Dice en una de las cartas: "El psicoanálisis
había arrancado, para siempre, una venda de los ojos de
la humanidad".
Quedamos
detenidos ante su discurso. No llegamos a entender hacia
quién va dirigida semejante vorágine de posibilidades. El aceptar
ser movidos por la palabra nos molesta, en cada quietud cultivamos
una pequeña muerte, pero al leer Cartas a mi mujer es inevitable
ser llevados a nuevos espacios del discurso. Cada carta contenida
en este libro es un regalo para aquél que quiera hacer de su
futuro un universo creativo.
Circulando
entre las frases y los verbos colgantes, latiendo en las letras,
la poesía deja una marca universal, ofreciéndole un camino que
se ramifica en infinitos caminos. El autor prevé que para cuidar
la salud mental del poeta, ante semejante inmensidad, será necesario
que sea trabajado por el psicoanálisis. Y a su vez, ubica a
la Poesía como herramienta de transmisión del psicoanálisis. El flujo
de ideas que surgen de las cartas permite arrastrarnos hasta límites
desconocidos en el discurso encontrando una idea brutal: la libertad
no existe como una verdad sino como la posibilidad de una
realidad. Con estas palabras nos lo hace entender el autor: "Trabajo
día y noche estudiando cuales son mis encadenamientos y
esa es mi libertad". Salinas menciona en su libro que el hombre
tiene un compromiso insalvable en el
rejuvenecimiento de su idioma, siendo
el poeta el máximo exponente de este movimiento.
Un
Menassa mágico produce con la misma palabra una rosa, un amor,
un silencio, un horizonte, mostrado que esta contribución obligada
no se vetó para nadie y rechazarla supone rechazar el idioma
y, por tanto, la identidad de un pueblo. En sus palabras:
"Pienso
que el silencio de los pueblos es el comienzo de su propia destrucción".
Mas
la idea que es pilar de este libro, unas cartas y un destino, habla
sobre la posibilidad de un estado de producción en plena libertad para
la mujer, un estado que aparece con la eliminación de la
venda que cegaba nuestra humanidad. La delicadeza inunda entonces
la voz del autor situando a la poesía como el alma de lo femenino.
Quedo
tranquilo y feliz al saber que Miguel Oscar Menassa tiene unos
140 años más de palabras y que seré partícipe de muchas más propuestas.
Es inevitable no sentirse tentado a contribuir con un comienzo
y por ello tomo una frase de su última carta para despedir este
comentario:
"Si
te beso abrazado al sol del mañana, habrá en la historia de los amores,
un beso, un fuego, algo que contar".
Andrés
González Andino
|
ESTA
NUEVA OBRA que la proligidad de la producción de Menassa nos
acerca, es un libro-trampa. Trampa en el sentido de que sus múltiples
sentidos van a impactar al lector, haciendo que estallen algunas
de sus certidumbres.
Al
estilo de Umberto Eco y Ernesto Sábato, hay diferentes temporalidades
que coexisten como si de mundos paralelos, de
una sincronía diacrónica, se tratara
esta narración.
El
diálogo, al más puro estilo platónico, que Menassa sostiene, es
consigo mismo -un hombre- pero, al tiempo con el lector, con su
mujer, con La mujer -esa que Lacan dice que no existe como universal-,
con Ella -la poesía- con la parte femenina que todo sujeto
es y en ese acto de escritura, la funda.
Su
relato pone en escena las diferencias sexuales y cómo la vida cotidiana
es ese ejercicio, donde hay que aprender a vivir con el otro
-el otro sexo- y al mismo tiempo, cómo eso que parece imposible
por impensable, desde todos los tiempos, se puede hacer realidad
con un pensamiento no nuevo sino futuro, un pensamiento que
nos viene desde el lugar de la palabra para que alguna vez, el
hombre (hombre y mujer) puedan una relación que no esté sobredeterminada
por el amor a la especie que, a fin de cuentas, es la
que sobredetermina el concepto de amor actual.
Pero
no es ésta, con ser grande, la única novedad que nos ofrece este
valioso texto. En él encontramos diferentes formas de materialidad
del discurso en el contexto de la narrativa.
Es un epistolario, una biografía, una
novela, un texto poético sin la estructura de
poema, un texto científico donde las fórmulas adquieren la
representación de frase.
Y
un campo en el que Menassa hace todas sus incursiones en el empecinamiento
de trabajarlo y transmitirlo. Psicoanálisis y Poesía,
donde la poesía es la encargada de transmitir el psicoanálisis.
Un
jeroglífico apasionante, Cartas a mi mujer, donde hay que ir
haciendo diversas lecturas de la lectura.
Texto abierto a infinitas permutaciones
que nos arrastran a campos insospechados; apasionante investigación
para aquellos que se animen a insistir en ese objetivo,
así como también deliciosos pasajes para los que prefieran discurrir
tranquilamente por unas páginas donde la palabra brilla
en su dimensión más lírica y perfeccionada.
Un
libro para todos y cada uno de nosotros. Una propuesta para la
historia del mundo del pensamiento. Una forma de vivir, ideológicamente
revolucionaria.
Concha
Osorio Chichón
CARTAS
A MI MUJER un nuevo compromiso de Miguel Oscar Menassa,
compromiso con el perfil de una mujer trazado entre colores ocres
y carmín, pinceladas de amor sobre un fondo de mar en calma.
Desnudo,
mira con desdén el futuro hecho carne en la mujer, su mujer,
todas las mujeres; Poesía. Amante incansable de lo bello, toma
entre sus manos cada verbo y emprende veloz el camino hacia
el infinito: "Así fui escribiendo mis versos, y si no, nada hubiera
sido posible".
Y
no es la octava maravilla, ni un adonis que se bifurca en ideales,
es un hombre enamorado que vuela en los brazos de su amada
hacia las palabras.
Ni
la distancia ni la ausencia impiden el despliegue del amante envenenado
por la arena tullida de una playa desierta: "Lo hacemos, el
amor lo hacemos y cuando no lo hacemos, hacemos otras verdades..."
Estamos
ante una nueva posibilidad, un designio galopando sobre
lo humano, sobre la escritura. Me arrodillo y tus piernas se abren
al horizonte de lo prohibido, insignificante adiós de un poeta enamorado
de sus versos.
No
hay acantilados que rompan las caricias, como tus manos, cuando
se prestan al comercio del amor. No hay juventud sin deslizarse,
aunque sea torpemente, por las laderas de un cuerpo, ola
arrancada al mar para acompañarnos hoy, esta noche, en este delirio
entre palabras: "Tengo que vibrar al unísono, me doy cuenta, pero
no sé con qué".
La
felicidad envuelve los labios que hablan de una mujer todavía por
construir. Fuego de titanes, esclavo de las aguas que separan sus
dos ventrículos: Madrid y Buenos Aires. Corazón abierto al cálido
aire húmedo de los octubres en dos países separados por un porvenir.
Los
días pasan arrullados sobre la máquina de escribir y el abismo es
cada vez más abismo, las profundas latitudes del hombre encadenadas
a la tinta, tinta tendida sobre sábanas blancas esperando
ser eterna, inviolable en su premura, historia por contar.
Ciego
pero con mirada de águila, vuela a cientos de kilómetros de
nuestro pensamiento, tala montañas con sus versos, conquista continentes
con sus besos: "Soy ese peregrino que lleva en sí mismo
la luz y la sombra. Por eso tengo un ojo que casi no ve".
Patria
disfrazada por la inmensidad del universo. Habitante del hueco
de cada letra, acomoda su espalda a la curva de la primera vocal
y descansa de la mano del amor, junto a su amada, quimera de
osado talante, brillo para sus versos.
Magdalena
Salamanca Gallego |
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EL
AUTOR DE ESTE LIBRO acude a una fórmula de expresión literaria
que tiene antecedentes famosos, tanto en verso como en
prosa. Desde Horacio, con su Epístola a los Pisones. Desde Garcilaso
y Boscán. Desde Montesquieu, más o menos seguido por
Cadalso, Goethe, Dostoiewski... Las cartas son un recurso
que permite abrir la obra a la mística, con Santa Teresa,
y a la poética, con Rilke. Es un género flexible.
Admite
la confidencia y la teorización, el realismo y el idealismo.
Sospecho,
por lo que conozco, que es un género idóneo para
la personalidad literaria -y quizá también temperalmental de
Oscar Menassa. Por eso me parece inteligente que lo haya
adoptado en este nuevo producto de su incansable labor.
Él
-según yo creo- es ante todo poeta y psicólogo, y en esa doble
-y quizá consolidada- condición aparece este libro. Iba a decir
estos ensayos, lo iba a decir porque varias de estas páginas vienen
a ser pequeños ensayos en torno a temas sociales.
Sin
embargo, lo que prevalece es la efusión lírica. Claro que el poeta
y el psicólogo se interfieren, se superponen y se complementan, porque
la poesía nace en reinos psicológicos del yo,
siempre un poco absorbente.
Menassa
es escritor más bien subjetivo, y eso lleva ganado para
la lírica. Es también un buceador de mares interiores y de las
reacciones humanas, y eso lleva a favor de su estilo poético- caótico.
De suerte que, a ratos, estas cartas adquieren rango de
poema en prosa. Otra banda estilística que su inquietud aborda.
El poema en prosa, desde Baudelaire, fue estimado por
simbolistas y surrealistas y, en castellano, ya quedó
"canonizado", por así
decirlo, merced al importante estudio de Guillermo
Díaz Plaja. En los textos de Menassa se intercalan algunos
poemas, pero lo fundamental es el tratamiento poético
de la prosa misma, lo que cada frase tiene de lenguaje connotativo
sobre la mera denotación, y el apoyo para alcanzar la
substantividad.
El
género admite también la ficción. Las cartas, a veces, no lo
son propiamente y el destinatario puede ser inventado.
Lo
primero, se da en Menassa: más que cartas ha escrito comentarios
personales. Lo segundo, el destinatario -destinataria- es
real y se identifica desde el título. Sin embargo, a medida
que el libro avanza, esa segunda persona se aleja del discurso,
va perdiendo importancia quizá porque el valor dentro del
libro es más bien -dejando a salvo el amor real-como instrumento
a través del cual se ve el mundo. Un mundo, pues,
filtrado por la actitud amorosa, contemplado -y valorado- por
quien tiene cerca de sí a un ser amado. Ciertamente no
es poco, pero el papel de destinatario se difumina. Esto se corrige
en las cartas finales, en las que se devuelve el protagonismo tácito
a la presunta lectora. Es ya cuando un cierto matiz
de desánimo lleva al poeta al refugio íntimo del amor.
Es
el consuelo que se busca, con el deseo de que un beso y el sol
de la mañana se encarnicen en la propia historia.
La
materia ideológica muestra zonas existenciales y matices morales.
El poeta sabe que estamos "condenados a seguir viviendo"
aunque él es vitalista y a veces exultante. Sabe también que
hay un mundo cruel ante el que no se pueden cerrar los
ojos, aunque él es pragmático. Las circunstancias personales se
acumulan y son como lentes para contemplar y modificar las
situaciones. Amor, sexo y poesía rigen, en cierto modo,
el talante. No se sublima el sexo sino su libertad y su humanización.
Hay
mucho en estas cartas de autorreflexión; de confesión incluso.
Un pequeño caos temático, favorecido por la propia tendencia
al para-surrealismo que, al hilo de su profesión de psicoanalista,
cultiva el autor. Porque también encontramos normas
estéticas, como "la poesía es el pensamiento inconsciente"
y
morales, como "el amor nace de gajos arrancados de
la especie".
Prosa
fluida, a veces de vuelo idealista que no tiene empacho de
rozar la realidad más cruda con expresiones de desenfado verbal.
No faltan -¿por qué iban a faltar?- construcciones y voces
tocadas de argentinismo. Así
de complejo y vario es este libro nuevo de Oscar Menassa
reconocible en su estilo personal, constituido por medio
centenar de epístolas "sui géneris", en las que
descuella ante
todo su condición de poeta.
LEOPOLDO
DE LUIS
|
ESCUELA
DE PSICOANÁLISIS
ENCORE
SEMINARIO
SIGMUND FREUD
PROGRAMA
PRIMER AÑO:
A)
APROXIMACIÓN A UNA TEORÍA DE LA
LECTURA
B)
LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS
CONFERENCIA
INAUGURAL:
19 de
marzo del 2001
A
cargo de la Lic. Lucía Serrano
GRUPOS
DE ESCRITURA
A
todos aquellos que tengan intenciones de viajar
por las dimensiones más perdurables del
lenguaje
Primer
Ciclo: Función
poética e interpretación de
textos.
Segundo
Ciclo: Producción y
publicación de una
revista de poesía.
Tercer
Ciclo: Publicación
de un poemario personal
producido durante la experiencia.
DEPARTAMENTO
DE
CLÍNICA
Atención
a pacientes
Tratamientos
individuales y
Grupos
Terapéuticos
Solicitar
entrevista al 4371-8013
INFORMES
E INSCRIPCIÓN
Rodríguez Peña 286 P.4 - Capital
Tel./fax 4371-8013
e-mail: encore@ciudad.com.ar
|
Grupo
Cero / Índice / Otros
Números
www.menassa.org
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BUENOS
AIRES TEMPORADA
2001
|
ESCUELA DE PSICOANÁLISIS
GRUPO CERO
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SEMINARIO
SIGMUND FREUD
Apertura
Primer Año:
La Interpretación
de los Sueños:
a) Aproximación a
una teoría de la lectura
b) La
interpretación de los sueños
INICIO:
Jueves 5 de abril
20.30 hs.
En curso:
La Sexualidad
INICIO:
Martes 20 de marzo
20.30 hs.
ARANCELES:
Matrícula de
inscripción: $50
Cuota mensual: $100
Estudiantes: $50
MASTER
EN
CLÍNICA PSICOANALÍTICA
a) Supervisión de
casos clínicos
sábados de 9 a 10 hs.
b) Seminario
Jacques Lacan de los sábados
sábados de 10.15 a 11.15 hs.
c) Grupo
terapéutico
sábados de 11.30 a 12.30 hs.
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SEMINARIO
JACQUES LACAN
Apertura Primer
Año:
1) Jacques Lacan.
2) El estadío del
espejo como formador de
la función del yo (je).
3) Cuerpo, yo,
sujeto.
4) La subversión del
sujeto y la dialéctica
del espejo.
5) La carta robada.
INICIO:
Jueves 5 de abril 19
hs.
En curso:
Seminario El Síntoma
(Jacques Lacan 1975-976)
INICIO:
Martes 20 de marzo 19
hs.
ARANCELES:
Matrícula de
inscripción: $50
Cuota mensual: $100
Estudiantes: $50
TALLERES
DE POESÍA:
ABIERTOS TODO ELAÑO
– Martes 17.30 hs
coordina Marcela Villavella.
– Lunes 19 hs.
coordina Ángela Cascini.
– Viernes 11.30 hs.
coordina Norma Menassa.
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INFORMES
E INSCRIPCIÓN
Maipú 459 1er
piso Buenos Aires
Tel./fax 4328
0614 / 0710
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UN
AMOR APASIONADO
UN DESEO SIN LÍMITES
UNA TERNURA INCUESTIONABLE
Un libro de Miguel Oscar Menassa.
Para llevarse mejor con su pareja en las fiestas y algún que otro día de
trabajo
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Grupo
Cero / Índice / Otros
Números
www.menassa.org
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