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DISCURSO
DE EVA
Hoy
te saludo brutalmente:
con un golpe de tos
o una patada.
¿Dónde te metes,
a dónde huyes con tu caja loca
de corazones,
con el reguero de pólvora que tienes?
¿Dónde vives:
en la fosa en que caen todos los sueños
o en esa telaraña donde cuelgan
los huérfanos de padre?
Te
extraño.
¿sabes?
como a mí misma
o a los milagros que no pasan.
Te extraño,
¿sabes?
Quisiera persuadirte no sé de qué alegría,
de qué cosa imprudente.
¿Cuándo
vas a venir?
Tengo una prisa por jugar a nada,
por decirte: «mi vida»
y que los truenos nos humillen
y las naranjas palidezcan en tu mano.
Tengo unas ganas de mirarte al fondo
y hallar velos
y humo,
que, al fin, perece en llama.
De
verdad que te quiero,
pero inocentemente,
como la bruja clara donde pienso.
De verdad que no te quiero,
pero inocentemente,
como el ángel embaucado que soy.
Te quiero,
no te quiero.
Sortearemos estas palabras
y una que triunfe será la mentirosa.
Amor...
(¿Qué digo? estoy equivocada,
aquí quise poner que ya te odio.)
¿Por qué no vienes?
¿Cómo es posible
que me dejes pasar sin compromiso con el fuego?
¿Cómo es posible que seas austral
y paranoico
y renuncies a mí?
Estarás leyendo los periódicos
o cruzando
por la muerte
y la vida. Estarás con tus problemas de acústica y de ingle,
inerte,
desgraciado,
entreteniéndote en una aspiración del luto.
y yo que te deshielo,
que te insulto,
que te traigo un jacinto desplomado;
yo que te apruebo la melancolía;
yo que te convoco |
a
las sales del cielo,
yo que te zurzo:
¿qué?
¿Cuándo vas a
mátame a salivazos,
héroe?
¿Cuándo vas a molerme otra vez bajo la
lluvia?
¿Cuándo?
¿Cuándo vas a Ilámame pajarito
y puta?
¿Cuándo vas a maldecirme?
¿Cuándo?
Mira que pasa el tiempo,
el tiempo,
el tiempo,
y ya no se me aparecen ni los duendes,
y ya no entiendo los paraguas,
y cada vez soy más sincera,
augusta...
Si te demoras,
si se te hace un nudo y no me encuentras,
vas a quedarte ciego;
si no vuelves ahora: infame, imbécil, torpe, idiota,
voy a llamarme nunca.
Ayer soñé que mientras nos besábamos
había sonado un tiro
y que ninguno de los dos soltamos la esperanza.
Este es. un amor
de nadie;
lo encontramos perdido,
náufrago,
en la calle,
Entre tú y yo lo recogimos para ampararlo.
Por eso, cuando nos mordemos,
de noche,
tengo como un miedo de madre a quien dejaste sola.
Pero no importa,
bésame,
otra vez y otra vez
para encontrarme.
Ajústate a mi cintura,
vuelve;
sé mi animal,
muéveme.
Destilaré la vida que me sobra,
los niños condenados.
Dormiremos como homicidas que se salvan
atados por una flor incomparable.
Ya la mañana siguiente cuando cante el gallo
seremos la naturaleza
y me pareceré a tus hijos en la cama.
Vuelve, vuelve.
Atraviésame a rayos.
Hazme otra vez una llave turca.
Pondremos el tocadiscos para siempre.
Ven con tu nuca de infiel,
con tu pedrada.
Júrame que no estoy muerta.
Te prometo, amor mío, la manzana.
CARILDA
OLIVER LABRA
La revista número cuatro
tiene que ser un verdadero acto de libertad, un viento envolvente y
satisfecho de sí mismo, que no mueve, sino a todo aquello que antes del
viento, estaba allí esperando que un viento abriera algún camino. |
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Algo así como un polvo con la enfermera más hermosa del hospital,
mientras los otros moribundos se aferran a dioses u
otras
ideas de fe, para no darse cuenta que están viviendo el último día de
su vida. Por eso deseo un acto lo suficientemente fuerte como para que
se parezca a esa tarde donde todos los moribundos rezaban y él, sin ser
otra cosa que un moribundo más, se echaba el último polvo de su vida y
lo sabía.
Qué belleza, qué belleza se reúne hoy, en mis manos.
Los cuatro elementos que producen un
universo y, al mismo tiempo, lo que al universo le faltará desde mucho
antes de ser un universo, para que los cuatro elementos tengan cabida en el sistema.
Los elementos no pertenecen al universo y el universo no puede
ser sin los elementos. El universo se nutre de lo que no posee. Los
elementos no se nutren de nada, están ahí, en el lenguaje, mismo, podríamos
decir, para todo universo que no posea.
Sin los elementos (del lenguaje, por ejemplo) no habría
universos, pero la historia, los verdaderos actos históricos los producen
los universos.
Por ejemplo, me gustaría que los casi 50 millones de españoles
se enteraran, todos por igual, de cómo César Vallejo, amaba a España.
Después también me gustaría enseñarle hacer el amor a las mujeres en
general, yo por mi parte y debido a mi ingenuidad, como dicen los más
grandes poetas, no pediría nada para mí, porque de eso, lo tendría
todo.
Del amor, del dinero, de los grandes viajes, de las lentas tardes
apacibles, de un polvo detrás de otro como si de una guerra se tratase.
Para mí no pediría nada, pero me gustaría enseñarles a
vivir mejor, a gozar de cada cosa del vivir y de cada cosa del morir,
aunque yo ya no pueda, me gustaría ver inmensas praderas sembradas de
amor.
El número cuatro es el rey de los números, en el número
cuatro se agotan las dimensiones habituales y se abren nuevas
dimensiones temporales que aunque acontezcan fuera del sujeto, por ser del
tiempo, le pertenecen al sujeto.
Por fin conseguí en Madrid algo bueno. LAS 200I NOCHES, se
la debo toda a Madrid. Amo a Madrid, como se aman los benefactores
desinteresados del arte, que escriba lo que escriba el escritor siguen
manteniendo su honor y su cuota social para que el poeta no deje de decir.
Para que liberándose nos brinde la posibilidad de nuestra propia liberación.
Por eso amo a Madrid, porque después de habérmelo quitado todo, casi
todo, me da lo único que yo realmente quería, lo único que deseaba, ser
un escritor y tener una revista como LAS 2001 NOCHES, como Fiódor
Dostoievski (que no sé ni cómo se escribe), como Germán Pardo García
que gracias a poder publicar una revista vivió 92 años.
Espero poder cambiar todas mis relaciones con el mundo que me
rodea.
Poco a poco iré construyendo el último libro importante de
mi vida y está claro que sólo lo podré comenzar cuan- do vea
publicados, LAS 2001 NOCHES, Los decires de un viejo verde y Monólogo
entre la vaca y el moribundo, y Freud y Lacan 2...; es decir,
una vez pagadas todas mis deudas culturales me pondré a escribir mi último
libro que, como dicen los sabios, si lo llegara a conseguir sería mi
primer libro de poesía. y de esa manera, con esa tranquilidad, que daría
hasta para dejarse morir, yo volveré a las prácticas amorosas más
ocultas.
Y no es para que nadie lo crea, pero ¿se imaginan? a los 100
años, para festejar, hago una gran fiesta y delante de todo el mundo me
voy rodeando de mujeres, y les entrego en una sencilla ceremonia una
verdad.
Verdad sencilla, pero el estado en que nos encontrábamos era
embarazoso, ambos sabíamos que tus tetas turgentes las veía yo solo, que
mi atlético cuerpo lo verías tú sola. Sabíamos y no sabíamos, algo se
nos debería haber caído en tantos años, pero cuando yo te miraba a los
ojos, tus ojos briIlaban a tus 94 años con todo el resplandor de tus
amores con otros hombres y mujeres y mis ojos, ah, mis ojos, todas las
mujeres de todos los países, de todas las aldeas, de todos los barrios,
las chicas de la calle, las condesas del amor, todas, absolutamente todas
tenían una lágrima suya en mis ojos.
Este último pensamiento mío hizo que te acercaras al
borde de mis ojos para contemplar extasiada esa multitud de
lágrimas amadas que nos verían hacer el amor y dejándote caer en una
lágrima propia entraste en mis ojos.
Tu entrada produjo un alboroto que casi me enceguece.
Al borde de caernos, tambaleantes, por la emoción y el
vino compartido, te acaricié muy levemente tus cabellos y un rayo de luz
iluminó tus pechos, y millones de lágrimas, mujeres que viven en mis
manos, hicieron de tu cuerpo un pájaro incansable. |
Me acerqué un poco más con la intención que olieras el perfume que tanto
te gustaba y que por eso yo usaba desde los 30 años. No me hagas esto
viejo, me dijiste, delante de la gente, nuestros cuerpos cayéndose.
Nadie se dará cuenta, mi amor, te respondí como cuando jóvenes te
aclaraba alguna duda histórica, sobre el día del trabajador o bien sobre
con quiénes, en realidad, habíamos hecho el amor la noche ante flor.
A veces, estabas un poco distraída, contando las
estrellas, escuchando mis versos. Cómo te gustaban mis versos. A mí me
gustaba que fueran mis versos y no yo, quienes te fueran conquistando, si
te enamorabas de mi poesía, yo sería un gran poeta, sólo para que te
quedaras a mi lado, contemplan- do tu obra maestra, este escritor todo del
tiempo, todo de las lágrimas.
Te abracé tiernamente, con lujuria
contenida y te acerqué al oído las frases que solían ponerte como loca:
-Mira que me la garcho, mira que me la
garcho. O cuan- do te susurraba al oído el nombre de Gardel para que te
sin- tieras una artista de cine.
Las pequeñas palabras habían hecho su
efecto, te abrazaste a mí y dejaste que tu alma se perdiera en los
abismos del canto. No era necesario ni que nos tocáramos. Los culos y las
tetas que pasaban, permanentemente, por la escena, los hombres desnudos
paseando alrededor con equilibrada belleza, lo hicieron todo.
La gente de la fiesta al vernos
emocionados se asustaron un poco y se acercaron rápidamente cuando estábamos
nos corrernos y no tuvimos más remedio que tener el orgasmo entre cientos
de personas que nos tocaban y nos hacían preguntas tontas para saber si
estábamos vivos o muertos.
Nos dieron dos o tres vasos de
agua y no nos llevaron a hospital, porque al decirme al oído pero en voz
alta, que había sido maravilloso, una mujer joven de 70 años, no tomó de las manos y nos dijo con una voz
encantador Ahora iremos a hacer el amor con las estrellas, pero todo
juntos, nosotros tres y las estrellas.
MIGUEL
OSCAR MENASSA
ALFONSINA
STORNI
MORIR
SOBRE LOS CAMPOS
Ya quiero que me dejen morir sobre los campos
tendido el cuerpo enfermo. Me traiga el sol sus lampos
y abriéndose las venas a .su calor bendito
vengan a mí caricias de todo el infinito.
Que no escuche en la hora solemne de mi muerte
la palabra del hombre que oraciones me advierte.
Que no venga mi madre a besarme las manos,
que me den al olvido los recuerdos humanos.
Que me dejen tendida, solita en la llanura,
y sólo el sol se vuelque portador de blancura
sobre mi cuerpo pobre, sobre mi cuerpo enfermo
como un pájaro helado que aún palpitara yermo.
Porque así moriré sabiendo que el pecado
no es tal; que si en las flores del jardín he libado,
eran mías sus flores y arranqué las corolas
como el mar ha el derecho de sacudir sus olas!
Porque así seré buena: olvidaré ambiciones;
justísima, serena, perdonaré traiciones,
y borracha de sol en la hora postrera
tendré un beso en los labios lleno de primavera.
Moriré en la verdad. iSabré que mis errores,
mis bondades, mis sueños, sólo son los señores
que del castillo erguido en mi alma de atea
saliéronle a la vida recabando pelea!
Pero que no me tiendan sobre el lecho mezquino |
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para
morir. No pongan el tono vespertino
en mi cuarto pequeño donde se oiga silente
el llanto de la madre que despide al muriente.
Porque
acaso mi alma, libre hoy de cobardía,
se haga como mi cuerpo, pobre, sin energía,
y demande perdón por el dulce pecado
de haber libado miel en el huerto sagrado.
O
acaso, sin derecho, ya que la vida aquesta
si me brindó su acíbar me dio toda su fiesta,
ya me sienta rebelde y maldiga la hora
en que bebí dolor en la copa traidora...
¡Oh!
¡No! Toda la paz para morir deseo;
mi sentimiento asceta que el pesar hizo ateo quiere serenidad... ¡
Morir
sobre los campos tendida y en mi cuerpo deshaga el sol sus lampos!
NOCTURNO
Es
muy dulce el silencio de esta hora;
hay algo en el jardín que tiembla y llora.
Oh,
ven, que entre tus manos haré almohada,
para apoyar mi testa desolada.
Te
esperaré en nuestro banco
y por gustarte vestiré de blanco.
No
esperes, al llegar, que yo me mueva
de la glorieta que nos finge cueva.
Me
lo suele impedir el corazón
que a tus pasos se pone en desazón.
Mi
corazón está tan castigado
que como un vaso morirá trizado.
Si
un día entre tus brazos se me aquieta,
Tú, que tienes instinto de poeta,
Ponme
sobre las sienes muchas rosas
con tus mano delgadas y nerviosas.
Las
sentiré caer como un suspiro
desde el silencio azul de mi retiro.
¿No
sabes que la muerte es la dulzura
jamás gustada en nuestra vida impura?
¡Oh,
si fuera el allá silencio eterno
ni sol de enero, ni quietud de invierno!
Estoy
cansada de escuchar sonidos;
me molestan y ofenden tantos ruidos.
El
cerebro me pesa como un cuervo
clavado adentro por destino acerbo.
Y
tengo tal deseo de dormir...
Oh, qué hermoso, qué hermoso no sentir.
iOh,
dejarse llevar sin voluntad
como una estrella por la inmensidad!
No
saber de uno mismo; ser el ave;
llevar las alas sin buscar la clave.
No
esperes que se aquiete el corazón;
mátalo tú en un rapto de pasión.
Esta
noche, mi bien, y no mañana.
¡Es tan dulce esta hora vesperiana!
Aquí,
entre flores pálidas y mustias
que se mueren también por mis angustias.
No
tardes esta noche, amado mío...
el cielo se ha nublado; tengo frío...
No
tardes esta noche que estoy sola.
y tiemblo..., tiemblo..., soy una corola.
Esto
es amor, esto es amor: yo siento
en todo átomo vivo un pensamiento.
Y
soy una y soy mil; todas las vidas
pasan por mí; me muerden sus heridas.
Y
no puedo ya más; en cada gota
de mi sangre hay un grito y una nota.
Y
me doblo, me doblo bajo el peso
de un beso enorme, de un enorme beso. |
LEJANIAS
DE LA TIERRA MUERTA
A
Gabriela Mistral
Llegará
un día en que la raza humana
Se habrá secado como planta vana,
Y
el viejo sol en el espacio sea
Carbón inútil de apagada tea.
Llegará
un día en que el enfriado mundo
Será un silencio lúgubre y profundo:
Una
gran sombra rodeará la esfera
Donde no volverá la primavera;
,
La tierra muerta, como un ojo ciego,
Seguirá andando siempre sin sosiego,
Pero
en la sombra a tientas, solitaria,
Sin un canto, ni un jay!, ni una plegaria
Sola,
con sus criaturas preferidas
En el seno cansadas y dormidas.
(Madre
que marcha aún con el veneno
de los hijos ya muertos en el seno.)
Ni
una ciudad de pie.. Ruinas y escombros
Soportará sobre los muertos hombros.
Desde
allí arriba, negra la montaña
La mirará con expresión huraña.
Acaso
el mar no será más que un duro
Bloque de hielo, como todo oscuro.
Y
así, angustiado en su dureza, a solas.
Soñará con sus buques y sus olas,
Y
pasará los años en acecho
De un solo barco que le surque el pecho.
Y
allá donde la tierra se le aduna.
Ensoñará la playa con la luna.
Y
ya nada tendrá más que el deseo
Pues la luna será otro mausoleo.
En
vano querrá el bloque mover bocas
Para tragar los hombres, y las rocas
Oír
sobre ellas el horrendo grito
Del náufrago clamando al
infinito:
Ya
nada quedará: de polo a polo
Lo habrá barrido todo un viento solo:
Voluptuosas
moradas de latinos
Y míseros refugios de beduinos;
Oscuras
cuevas de los esquimales
Y finas y lujosas catedrales;
Y
negros, y amarillos y cobrizos,
Y blancos y malayos y mestizos,
Se
mirarán entonces bajo tierra
Pidiéndose perdón por tanta
guerra.
De
las manos tomados, la redonda
Tierra circundarán en una ronda.
Y
gemirán en coro de lamentos:
¡Oh cuántos vanos, torpes sufrimientos!
-La
tierra era un jardín lleno de rosas
Y lleno de ciudades primorosas;
-Se
recostaban sobre ríos unas,
Otras sobre los bosques y lagunas.
-Entre
ellas se tendían finos rieles,
Que eran a modo de esperanza fieles,
-Y
florecía el campo, y todo era
Risueño y fresco como una pradera;
-Yen
vez de comprender, puñal en mano
Estábamos hermano contra hermano;
-Calumniábanse
entre ellas las mujeres
Y poblaban el mundo mercaderes; |
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-Íbamos
todos contra el que era bueno
A cargarlo de lodo y de veneno
-Y
ahora, blancos huesos, la redonda
Tierra rodeamos en hermana ronda.
-Y
de la humana, nuestra llamarada,
iSobre la Tierra en pie no queda nada!
Pero
quién sabe si una estatua muda
De pie no quede aún sola y desnuda.
Y
así, surcando por las sombras, sea
El último refugio de la idea.
El
último refugio de la forma
Que quiso definir de Dios la norma,
Y
que, aplastada por su sutileza,
Sin entenderla, dio con la belleza.
Y
alguna dulce, cariñosa, estrella,
Preguntará tal vez: ¿Quién es aquélla?
¿Quién
es esa mujer que así se atreve,
Sola, en el mundo muerto que se mueve?
Y
la amará por celestial instinto
Hasta que caiga al fin desde su plinto.
Y
acaso un día, por piedad sin nombre
Hacia esta pobre tierra y hacia el hombre,
La
luz de un sol que viaje pasajero
Vuelva a incendiarIa en su fulgor primero.
Y
le insinúe: Oh, fatigada esfera:
¡Sueña un momento con la primavera!
-Absórbeme
un instante: soy el alma
Universal que muda y no se calma...
¡Cómo
se moverán bajo la tierra :
Aquellos muertos que su seno encierra!
¡Cómo
pujando hacia la luz divina
Querrán volar al que los ilumina!
Mas
será en vano que los muertos ojos
Pretendan alcanzar los rayos rojos.
¡En
vano! ¡En vano! ¡Demasiado espesas
Serán las capas, ay, sobre sus huesas!...
Amontonados
todos .y vencidos,
Ya no podrán dejar los viejos nidos,
Y
al llamado del astro pasajero
Ningún hombre podrá gritar: iYO quiero!...
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RAUL
GUSTAVO AGUIRRE
ALGUNA MEMORIA
I
Bella que me anuncias una extraordinaria complicación. Tantos
crímenes olvidados reaparecen por ti.
Llega el tiempo de la proeza infatigable frente a tus ojos sin sueño
que ningún diamante puede cerrar:
Ella se expone a las angustias del siglo, usinas de la realidad. Más
explícita se quiere, menos se la conoce. El sueño de los asesinos y
de los poetas es que llegue a tener un rostro.
Para llegar aquí, ella debe atravesar una región de fotógrafos
exacerbados por su asombrosa presencia. A pesar de su aplicación,
estos espectadores sólo se quedarán con las pruebas delebles de su
distancia de la verdad. Es que para retenerla hubiera sido preciso
transformarse en ella, ser ella, y no su descripción más o menos
feliz. Yo me lo repito siempre después de mis tentativas inútiles.
Ella mantiene la frescura, la diligencia feliz de la vida, por cuya
justificación nos dejamos tentar, hierros de tristeza y de habilidad
vergonzosa. Invita a los hombres, a quienes sabe posibles no por el
memorial de sus servicios, sino por la suma de su condición a un
juego de alta conciencia y de contumacia en el extremo de los
enigmas. Ha conseguido así formar una tribu dispersa por el mundo,
cuyos miembros se ignoran mutuamente y sin embargo reparan en común
los hilos rotos de una gran red de belleza.
La jurisprudencia
acumulada por las heridas, la imagen del mundo construida con la
memoria de una continua decepción, la torpeza de la saciedad en el
epílogo, todas las apariencias de la consumación se borran y se
anulan en el esplendor de ese deseo
que arrastra consigo el asombro, el origen y la felicidad del
universo y que ella, continuamente, se complace en inspirar.
Ella tampoco está exenta de las cargas fiscales, de las confusiones
en la red telefónica, de las representaciones ilícitas. Pero se
aviene, sin espanto, a ocupar con nosotros un lugar desfavorable en
el mundo. A decir verdad, sólo emplea su tiempo en maravillarse. El
siglo ha mejorado con su presencia.
En ella, la oscuridad se transforma en largo regocijo del ladrón
solitario. Las señales que no comprende no estaban dirigidas a
nosotros.
Viene de ausencias maravillosas, de seres que la amaron a través de
otros seres cuyo destino era cambiarse en ella con tanta lentitud
que la eternidad les maldice. (La eternidad maldice su lentitud, no
su destino.)
Ella no comprende el Oráculo, no se lleva bien con aquellos en
quienes el Espíritu ha entrado para vociferar. ¡El lenguaje del dios
resuena miserablemente puro en esas cabezas! No comprende una sola
palabra que no haya atravesado el sufrimiento lúcido de un hombre,
que no conserve señales de la lucha... Ella ignora también qué hacen
los que se torturan a sí mismos para que los otros los vean, cuando
había que ir más lejos, con los otros, más lejos todavía en el
dolor... Esos inútiles inventores de martirio, de palidez, de
revelación, a su vez, la odian misteriosamente.
Ella no sabría entretener con apariciones espectaculares nuestros
ojos ávidos de exageración. Prefiere permanecer en los resquicios de
una realidad que se proclama habitable y obligatoria. Como a las
larvas de luciérnaga, la tiniebla la abruma, pero le es
imprescindible.
Hasta que el Labrador la descubra, por último, en su terreno
magnífico, seguirá siendo la víctima paciente de nuestras
herramientas equivocadas.
A su lado, contemplar el abismo resulta una excelente diversión. En
su ausencia, comienzo de la angustia para el observador sensible.
Ella siega el verano, y luego todo es azul alrededor de sus ojos
invisibles.
Como la cigarra, sólo puede vivir en medio del incendio que suscita.
iAh, pequeño milagro, vida enorme! iEnorme vida en una nada enorme!
Así como el placer es su reino, ella no puede detenerse en esas
gradas fáciles donde el olvido nos ofrece sus pactos sospechosos. Si
sufre, es para morir.
Por ella entramos en el mundo, pero también por ella nos es cada vez
más fácil excluirnos de él. El enigma del bello vivir.
No obstante, la distancia y el diluvio, y las dificultades
insalvables, y el honor y la maldición, ella se permite la aventura
de vivir con nosotros. Sabe que el abismo terminará por recuperar,
algún día, su confianza en el hombre.
Tantas memorias excelentes la abruman con el sonido negro de un mal
que ya no existe.
La indiferencia de los pantanos es la forma que adopta, para ella,
la soledad. Esos lugares impuros, bajo un sol retraído, a los que
tiene una misteriosa necesidad de volver, la rechazan siempre con la
misma cortesía... Presenciar ese leve combate de la curiosidad
contra un infierno que se rehusa, es un espectáculo alucinante. Ella
me dispensa a veces esos momentos de terror.
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El mundo-monstruo se transforma de pronto en el mundo- doncella, la
escritura desesperada en escritura maravillada. Estos cambios la
hechizan.
Hierba siempre feliz al pie de los volcanes o en las llanuras sabias
donde jura contra su vida el azote de Dios, ella descansa en la
parte germinal de la conciencia.
A través de ella se vuelven visibles las heridas del viento. El
viento libre que sangra y que la adora.
En las gradas de su palacio impenetrable, un juglar se detiene, un
asesino discurre.
Una mirada furtiva podía sorprenderla en una indescriptible actitud
de evidencia. Para los seres sensibles al nuevo acontecimiento, la
era del escándalo comenzaba, la era de la angustia tocaba a su fin.
Ella desconfía de esos lugares donde el hombre aparece precedido por
aclaraciones y citas que le vuelven improbable, esos recintos de la
seguridad pública frecuentados por la presión arterial.
En la cueva del alquimista, ella calla, como investida de una
miseria admirable que fuera al mismo tiempo su rostro y su secreto.
Mantiene exquisitas relaciones con la lujuria exhumada ante ella. La
lluvia de cenizas le produce placer.
A través de ella los relámpagos duran. Hay tiempo para las amistades
más sorprendentes.
Sus ojos son respetados por la nada, favorecidos por la prisión.
Pero ella aparenta ignorar el sufrimiento que la sostiene.
Su enemistad con los amos proviene de que habla de aquello que
realmente le ocurre y no de aquello que, de acuerdo con lo
dispuesto, le debiera ocurrir.
En el patio de su silencio, único y feliz se yergue el bello árbol
de los destituidos.
Los errores en las tablas del bien y del mal se cargan en su cuenta.
Ella dibuja un rostro sobre un rostro sin fin.
Vive para inventar la razón de su ausencia.
En las épocas de opresión, ella trabaja en la rebelión. En las
épocas de la gloria del hombre, en el Servicio de la Libertad
Subterránea.
Y lo que la vida quiere del poema, ella lo hace.
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CESAR
VALLEJO
Soldados de la República fabricaron el papel,
propusieron el texto y fntnlieron las máquinas.
Ediciones Literarias del Comisariado.
Ejército del Este
GUERRA
DE INDEPENDENCIA. AÑO DE 1939
I
HIMNO
A LOS VOLUNTARIOS DE LA REPÚBLICA
Voluntario
de España, miliciano
de huesos fidedignos, cuando marcha a morir tu corazón, cuando marcha a
matar con su agonía
mundial, no sé verdaderamente
qué hacer, dónde ponerme; corro, escribo, aplaudo,
lloro, atisbo, destrozo, apagan, digo
a mi pecho que acabe, al bien que venga,
y quiero desgraciarme;
descúbreme la frente impersonal hasta tocar
el vaso de la sangre, me detengo,
detienen mi tamaño esas famosas caídas de arquitecto
con las que se honra el animal que me honra;
refluyen mis instintos a sus sogas,
humea ante mi tumba la alegría
y, otra vez, sin saber qué hacer, sin nada, déjame
desde mi piedra en blanco, déjame,
solo,
cuadrumano,
más acá, mucho más lejos,
al no caber entre mis manos tu largo rato extático
quiebro contra tu rapidez de doble filo
mi pequeñez en traje de grandeza!
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Un
día diurno, claro, atento, fértil
ioh bienio, el de los lóbregos semestres suplicantes,
por el que iba la pólvora mordiéndose los codos!
¡Oh dura pena y más duros pedernales !
¡Oh frenos los tascados por el pueblo!
Un día prendió el pueblo su fósforo cautivo, oró de cólera y
soberamente pleno, circular,
cerró su natalicio con manos electivas;
arrastraban candado ya los déspotas
y en el candado, sus bacterias muertas...
¿Batallas?
iNo! iPasiones! iY pasiones precedidas
de dolores con rejas de esperanzas,
de dolores de pueblos con esperanzas de hombres!
iMuerte y pasión de paz, las populares!
iMuerte y pasión guerreras entre olivos, entendámonos!
Tal en tu aliento cambian de aguj.as atmosféricas los vientos
y de llave las tumbas en tu pecho,
tu frontal elevándose a primera potencia de martirio.
El mundo exclama: «iCosas de españoles! y es verdad.
[Consideremos
durante una balanza, a quema ropa,
a Calderón, dormido sobre la cola de un anfibio muerto
a Cervantes, diciendo: «Mi reino es de este mundo, pero
también del otro iPunta y filo en dos papeles!
Contemplemos a Goya, de hinojos y rezando ante un espejo,
a Coll, el paladín en cuyo asalto cartesiano
tuvo un sudor de nube el paso llano
o a Quevedo, ese abuelo instantáneo de los dinamiteros
o a Cajal, devorado por su pequeño infinito, o todavía
a Teresa, mujer, que muere porque no muere
o a Lina Odena, en pugna en más de un punto con Teresa...
(Todo acto o
voz genial viene del pueblo
y va hacia él, de frente o transmitidos
por incesantes briznas, por el humo rosado
de amargas contraseñas sin fortuna). Así
tu criatura, miliciano, así tu exangüe criatura,
agitada por una piedra inmóvil,
se sacrifica, apártase,
decae para arriba y por su llama incombustible sube,
sube hasta los débiles
distribuyendo españas a los toros,
toros a las palomas...
Proletario que mueres de universo, jen qué frenética armonía acabará
tu grandeza, tu miseria, tu vorágine impelente,
tu violencia metódica, tu caos teórico y práctico, tu gana dantesca,
españolísima, de amar, aunque sea a traición,
[a
tu enemigo!
Liberador ceñido de grilletes,
sin cuyo esfuerzo hasta hoy continuaría sin asas la extensión,
vagarían acéfalos los clavos,
antiguo, lento, colorado, el día,
nuestros amados cascos, insepultos!
Campesino caído con tu verde follaje por el hombre,
con la inflexión social de tu meñique,
con tu buey que se queda, con tu física,
también con tu palabra atada a un palo
y tu cielo arrendado
y con la arcilla inserta en tu cansancio
y la que estaba en tu uña, caminando!
Constructores
agrícolas, civiles y guerreros,
de la activa, hormigueante eternidad: estaba escrito
que vosotros haríais la luz entornando
con la muerte vuestros ojos;
que, a la caída cruel de vuestras bocas,
vendrá en siete bandejas la abundancia, todo
en el mundo será de oro súbito
y el oro,
fabulosos mendigos de vuestra propia secreción de sangre,
y el oro mismo será entonces de oro!
Se
amarán todos los hombres
y comerán tomados de las puntas de vuestros pañuelos [tristes
y
beberán en nombre
de vuestras gargantas infaustas !
Descansarán andando al pie de esta carrera,
sollozarán pensando en vuestras órbitas, venturosos serán
[y
al son
de vuestroatroz retorno, florecido, innato,
ajustarán mañana sus quehaceres, sus figuras soñadas
[y
cantadas !
Unos mismos zapatos irán bien al que asciende
sin
vías a su cuerpo
y al que baja hasta la forma de su alma!
iEntrelazándose hablarán los mudos, los tullidos andarán!
i Verán, ya de regreso, los ciegos
y palpitando escucharán los sordos!
¡Sabrán los ignorantes, ignorarán los sabios!
¡Serán dados los besos que no pudisteis dar!
¡Sólo la muerte morirá! iLa hormiga
traerá pedacitos de pan al elefante encadenado
a su brutal delicadeza; volverán
los niños abortados a nacer perfectos, espaciales
y trabajarán todos los hombres
engendrarán todos los hombres,
compenderán todos los hombres!
Obrero,
salvador, redentor nuestro,
perdónanos, hermano, nuestras deudas!
Como dice un tambor al redoblar, en sus adagios:
iQué jamás tan efímero, tu espalda!
iqué siempre tan cambiante, tu perfil!
Voluntario italiano, entre cuyos animales de batalla
un león abisinio va cojeando!
Voluntario
soviético, marchando a la cabeza de tu
[pecho,
universal !
Voluntarios del sur, del norte, del oriente
y tú, el occidental, cerrando el canto fúnebre del alba!
Soldado conocido, cuyo nombre desfila en el sonido de
[un
abrazo! Combatiente que la tierra
|
criara, armándote de polvo,
calzándote de imanes positivos,
vigentes tus creencias personales,
distinto de carácter, íntima tu férula,
el cutis inmediato,
andándote tu idioma por los hombros
y el alma coronada de guijarros!
Voluntario
fajado de tu zona fría,
templada o tórrida,
héroes a la redonda,
víctima en columna de vencedores:
en España, en Madrid, están llamando
a matar, voluntarios de la vida!
Porque
en España matan, otros matan
al niño, a su juguete que se para,
a la madre Rosenda esplendorosa,
al viejo Adán que hablaba en alta voz con su caballo
y
al perro que dormía en la escalera.
Matan al libro, tiran a sus verbos auxiliares,
a su indefensa página primera!
Matan al caso exacto de la estatua,
al sabio, a su bastón, a su colega,
al barbero de alIadome cortó posiblemente,
pero buen hombre y, luego, infortunado;
al mendigo que ayer cantaba enfrente,
a la enfermera que hoy pasó llorando,
al sacerdote a cuestas con la altura tenaz de sus rodillas. Voluntarios,
por la vida, por los buenos, matad
a la muerte, matad a los malos !
Hacedlo por la libertad de todos,
del explotado y del explotador,
por la paz indolora -la sospecho
cuando duermo al pie de mi frente
y más cuando circulo dando voces-
y hacedlo, voy diciendo,
por el analfabeto a quien escribo,
por el genio descalzo y su cordero,
por los camaradas caídos,
sus cenizas abrazadas al cadáver de un camino!
Para
que vosotros,
voluntarios de España y del mundo, viniérais,
soñé que era yo bueno, y era para ver
vuestra sangre, voluntarios...
De esto hace mucho pecho, muchas ansias,
muchos camellos en edad de orar.
Marcha hoy de vuestra parte el bien ardiendo,
os siguen con cariño los reptiles de pestaña inmanente
y, a dos pasos, a uno,
la dirección del agua que corre a ver su límite antes
[que
arda.
II
Hombre
de Extremadura,
oigo bajo tu pie el humo del lobo, ,
el humo de la especie,
el humo del niño,
el humo solitario de dos trigos,
el humo de Ginebra, el humo de Roma, el humo de Berlín
y el de París y el humo de tu apéndice penoso
y el humo que, al fin, sale del futuro.
¡Oh vida! ¡Oh tierra! ¡Oh España!
¡Onzas de sangre,
metros de sangre, líquidos de sangre,
sangre a caballo, a pie, mural, sin diámetro,
sangre de cuatro en cuatro, sangre de agua
y sangre muerta de la sangre viva!
Extremeño,
ioh no ser aún ese hombre
por el que te mató la vida y te parió la muerte
y quedarse tan sólo a verte así, desde este lobo,
cómo sigues arando en nuestros pechos!
iExtremeño, conoces
el secreto en dos voces, popular y táctil,
del cereal: jque nada vale tanto
una gran raíz en trance de otra!
Extremeño acodado, representando el alma en su retiro acodado a mirar
el caber de una vida en una muerte!
iExtremeño, y no haber tierra que hubiere
el peso de tu arado, ni más mundo
que el color de tu yugo entre dos épocas; no haber
el orden de tus póstumos ganados!
iExtremeño, dejásteme
verte desde este lobo, padecer,
pelear por todos y pelear
para que el inviduo sea un hombre,
para que los señores sean hombres,
para que todo el mundo sea un hombre, y para
que hasta los animales sean hombres,
el caballo, un hombre,
el reptil, un hombre,
el buitre, un hombre honesto,
la mosca, un hombre, y el olivo, un hombre
y hasta el ribazo, un hombre
y el mismo cielo, todo un hombrecito!
Luego,
retrocediendo desde Talavera,
en grupos de uno a uno, armados de hambre, en masas
[de a uno,
armados de pecho hasta la frente,
sin aviones, sin guerra, sin rencor,
el perder a la espalda,
y el ganar
más abajo del plomo, heridos mortalmente de honor,
locos de polvo, el brazo a pie, |
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amando por las malas,
ganando en español toda la tierra,
retroceder aún, y no saber
dónde poner su España,
dónde ocultar su beso de orbe,
dónde plantar su olivo de bolsillo!
Mas desde aquí, más tarde,
desde el punto de vista de esta
tierra,
desde el duelo al que fluye el bien
satánico,
se ve la gran batalla de Guernica.
Lid a priori, fuera de la cuenta,
lid en paz, lid de las almas débiles
contra los cuerpos débiles, lid en
que el niño pega,
sin que le diga nadie que pegara,
bajo su atroz diptongo
y bajo su habilísimo pañal,
y en que la madre pega con su grito,
con el dorso de una
[lágrima
y en el que el enfermo pega con su
mal, con su pastilla y
[su
hijo
y en que el anciano pega
con sus canas, sus siglos y su palo
y en que pega el presbítero con
dios!
Tácitos defensores de Guemica!
iOh débiles!
iOh suaves ofendidos
que os eleváis, crecéis y llenáis
de poderosos débiles el
mundo!
En Madrid, en Bilbao, en
Santander,
los cementerios fueron
bombardeados,
y los muertos inmortales,
de vigilantes huesos y hombro
eterno, de las tumbas,
los muertos inmortales, de
sentir, de ver, de oír
tan bajo el mal, tan muertos a
los viles agresores,
reanudaron entonces sus penas
inconclusas,
acabaron de llorar,
acabaron
de sufrir, acabaron de
vivir,
acabaron, en fin, de ser
mortales!
¡Y
la pólvora fue, de
pronto, nada,
cruzándose los signos y
los sellos,
ya la explosión salióle
al paso un paso,
y al vuelo a cuatro patas,
otro paso
y al cielo apocalíptico,
otro paso
y a los siete metales, la unidad,
sencilla. justa,
colectiva, eterna.
Málaga sin padre ni madre
ni piedrecilla, ni
horno, ni perro blanco!
Málaga sin defensa,
donde nació mi muerte dando pasos
y murió de pasión
mi nacimiento!
Málaga caminando
tras de tus pies, en éxodo,
bajo el mal, bajo la
cobardía, bajo la historia cóncava,
[indecible,
con la yema en tu
mano: tierra orgánica!
y la clara en la
punta del cabello: todo el caos!
iMálaga huyendo
de padre a padre,
familiar, de tu hijo a tu hijo,
a lo largo del mar
que huye del mar,
a través del metal
que huye del plomo,
a ras del suelo que
huye de la tierra
ya las órdenes i
ay!
de la profundidad
que te quería!
iMálaga a golpes, a
fatídico coágulo, a bandidos,
[a
infiernazos
a cielazos,
andando sobre
duro vino, en multitud,
sobre la
espuma lila, de uno en uno,
sobre huracán
estático y más lila,
y al compás
de las cuatro órbitas que aman
y de las dos
costillas que se matan!
iMálaga de mi sangre diminuta
y mi coloración a gran distancia,
la vida sigue con tambor a tus honores alazanes,
con cohetes, a tus niños eternos
y con silencio a tu último tambor,
con nada, a tu alma,
y con más nada, a tu esternón genial!
iMálaga, no te vayas con tu nombre!
iQue si te vas,
|
te vas
toda, hacia ti, infinitamente en son total,
concorde con tu tamaño fijo en que me aloco,
con tu suela feraz y su agujero
y tu navaja antigua,atada a tu hoz enferma
y tu madero atado a un martillo!
iMálaga literal y malagüeña,
huyendo a Egipto, puesto que estás clavada,
alargando en sufrimiento idéntico tu danza,
resolviéndose en ti el volumen de la esfera,
perdiendo tu botijo, tus cánticos, huyendo
con tu España exterior y tu orbe innato!
¡Málaga por derecho propio
y en el jardín biológico, más Málaga!
¡Málaga, en
virtud
del camino.
en atención al lobo que te sigue
y en razón del lobezno
que te espera!
¡Málaga. que estoy
llorando!
¡Málaga. que lloro y
lloro!
III
PEDRO ROJAS
Solía escribir con su
dedo grande en el aire:
«¡Viban los compañeros! Pedro Rojas».
de Miranda
de Ebro. padre y hombre.
marido y hombre.
ferroviario y hombre.
padre y más hombre. Pedro y sus dos muertes.
Papel de viento. lo han
matado: ¡pasa!
Pluma de carne: lo han matado: ¡pasa!
iAbisa a todos compañeros
pronto!
Palo en el que han colgado
su madero.
lo han matado;
lo han matado al pie de su
dedo grande!
i Han matado. a la vez, a Pedro, a Rojas!
i Viban los compañeros
a la cabecera de su aire
escrito !
Viban con esta b del
buitre en las entrañas
de Pedro
de Rojas,
del héroe y del mártir!
Registrándole,
muerto, sorprendiéronle
en su cuerpo un gran cuerpo,
para
el alma del mundo.
y en la chaqueta una cuchara muerta.
Pedro también solía comer ,
entre las criaturas de
su carne, asear, pintar
la mesa y vivir dulcemente
en representación de todo el mundo.
y esta cuchara anduvo en
su chaqueta,
despierto o bien cuando dormía. siempre.
cuchara muerta
viva. ella y sus símbolos.
¡Abisa a todos compañeros pronto!
¡Viban los compañeros al
pie de esta cuchara para siempre
Lo han matado. obligándole
a morir
a Pedro. a Rojas. al
obrero. al hombre, a aquél
que nació muy niñín.
mirando al cielo.
y que luego creció. se
puso rojo
y luchó con sus células.
sus nos. sus todavías. sus
[hambres.
sus pedazos.
Lo han matado suavemente
entre el cabello de su
mujer. la Juana Vásquez.
a la hora del fuego. al año del balazo
y cuando andaba ya cerca
de todo.
Pedro Rojas. así. después
de muerto.
se levantó. besó su
catafalco ensangrentado.
lloró por España ",
"
y volvió a escribir
con el dedo en el aire:
«¡Viban los compañeros! Pedro Rojas».
Su cadáver estaba lleno de mundo.
|
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ALDO
PELLEGRINI
SE
LLAMA POESÍA TODO AQUELLO
QUE CIERRA
LA PUERTA A LOS IMBÉCILES
La poesía tiene una puerta herméticamente
cerrada para los imbéciles, abierta de par en par para los inocentes. No es una puerta cerrada con llave o con cerrojo, pero su estructura es
tal que, por más esfuerzos que hagan los imbéciles, no pueden abrirla,
mientras cede a la sola presencia de los inocentes. Nada hay más
opuesto a la imbecilidad que la inocencia. La característica del imbécil
es
su aspiración sistemática a cierto orden de poder. El inocente,
en cambio, se niega a ejercer el poder porque los tiene todos.
Por supuesto, es el pueblo el poseedor potencial
de la suprema aptitud poética: la inocencia. Y el pueblo
aquellos que sienten la coerción del poder como un dolor. El inocente,
conscientemente o no, se mueve en un mundo de valores (el amor, en primer
término), el imbécil se mueve en un mundo en el cual el único valor está dado por
el ejercicio del poder.
Los imbéciles buscan el poder en cualquier forma de
autoridad: el dinero en primer término, y toda la estructura del
estado, desde el poder de los gobernantes hasta el microscópico, pero
corrosivo y siniestro poder de los burócratas, desde el poder de la
iglesia hasta el poder del periodismo, desde el poder de los banqueros
hasta el poder que dan las leyes. Toda esa suma de poder está organizada
contra la poesía.
Como la poesía significa libertad, significa afirmación
del hombre auténtico, del hombre que intenta realizarse, indudablemente
tiene cierto prestigio ante los imbéciles. En ese mundo falsificado y
artificial que ellos construyen, los imbéciles necesitan artículos de
lujo: cortinados, bibelots, joyería, y algo así como la poesía. En
esa poesía que ellos usan, la palabra y la imagen se convierten en elementos decorativos, y de ese modo se destruye su poder de incandescencia.
Así se crea la llamada «poesía oficial», poesía de lentejuelas, poesía
que suena a hueco.
La poesía no es más que esa violenta necesidad de afirmar su ser que impulsa al hombre. Se opone a la
voluntad de no ser
que guía a las multitudes domesticadas, y se opone a la voluntad de ser
en los otros que se manifiesta en quienes ejercen el poder.
Los imbéciles viven en un mundo artificial y falso: basados
en el poder que se puede ejercer sobre otros, niegan la rotunda realidad
de lo humano, a la que sustituyen por esquemas huecos.
El mundo del poder es un mundo vacío de sentido, fuera
de la realidad. La poesía es una mística de la realidad. El poeta busca
en la palabra no un modo de expresarse sino
un modo de participar en la realidad misma. Recurre a la palabra, pero
busca en ella su valor originario, la magia
del momento de la creación del verbo, momento en que no
era un signo, sino parte de la realidad misma. El poeta mediante el verbo
no expresa la realidad, sino que participa de ella.
La
puerta de la poesía no tiene llave ni cerrojo: se defiende por su calidad
de incandescencia. Sólo los inocentes, que tienen que tienen el hábito
del fuego purificador, que tienen dedos ardientes, pueden abrir esa
puerta y por ella penetran en la realidad.
La
poesía pretende cumplir la tarea de que este mundo no sea sólo habitable
para los imbéciles.
|
VICENTE
ALEIXANDRE
CERRADA
PUERTA
No
mientas cabelleras diáfanas, ardientes goces,
columnas de pórfido, celestiales anhelos;
no mientas un cuerpo dichoso rodeado por la luz
como esa barca joven que desprecia las ondas.
No
engañes con tu tibieza de astro reluciente
fuerte valor para buscar la vida,
para trazar la germinante estela
donde el amor como la leche fluye.
No.
La realidad votiva aspira a ese jardín de palmas
donde los seres convertidos en lanzas
todavía te buscan, azul topacio u oro
que te escapas sin cielo por otros paraísos.
Amar
el cuello enfebrecido
que roto al pie de un mármol solo
retiene su sangrienta llamada
como ese corazón que contiene su anhelo.
El
frenesí de la luna y los besos,
mezclados como sangres en la puerta cerrada,
donde claman los puños de los que nunca vivieron,
de los que muertos mutilados flotan en aguas frías.
Paraíso
de lunas sajadas con desvío,
con filos de vestidos o metales dichosos,
aquellos que no amaron porque sabían siempre
que el polvo no circula ni sustituye a la sangre.
Amar
a esa luz violeta los párpados cerrados,
donde un ave no puede guarecer su temblor,
donde todo lo más algún pétalo frío
amanece de nácar imitando a lo vivo.
Esa
pesada puerta jamás girará.
Un rostro o un peñasco, una canción o un puente milenario unen el hilo de
araña al corazón del monte,
donde la muerte vida a vida lucha
por alumbrar la pasión entre el relámpago que escapa.
Una
mano del tamaño del odio,
un continente donde circulan venas,
donde aún quedaron huellas de unos dientes,
golpea un corazón como mar encerrado,
golpea unas encías que devoraron luces,
que tragaron un mundo que nunca había nacido,
donde el amor era el chocar de los rayos crujientes
sobre los cuerpos humanos derribados por tierra.
LA
MUERTE
¡Ah!
eres tú, eres tú, eterno nombre sin fecha,
bravía lucha del mar con la sed,
cantil todo de agua que amenazas hundirte
sobre mi forma lisa, lámina sin recuerdo.
Eres
tú, sombra del mar poderoso,
genial rencor verde donde todos los peces son como
[piedras por el aire,
abatimiento o pesadumbre que amenazas mi vida
como un amor que con la muerte acaba.
Mátame
si tú quieres, mar de plomo impiadoso,
gota inmensa que contiene la tierra,
fuego destructor de n\i vida sin numen
aquí en la playa donde la luz se arrastra.
|
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Mátame
como si un puñal, un sol dorado o lúcido,
una mirada buida de un inviolable ojo,
un brazo prepotente en que la desnudez fuese el frío,
un relámpago que buscase mi pecho o su destino...
iAh,
pronto, pronto; quiero morir frente a ti, mar,
frente a ti, mar vertical cuyas espumas tocan los cielos,
a ti cuyos celestes peces entre nubes
son como pájaros olvidados del hondo!
Vengan
a mí tus espumas rompientes, cristalinas,
vengan los brazos verdes desplomándose,
venga la asfixia cuando el cuerpo se crispa
sumido bajo los labios negros que se derrumban.
Luzca
el morado sol sobre la muerte uniforme.
Venga la muerte total en la playa que sostengo,
en esta terrena playa que en mi pecho gravita,
por la que unos pies ligeros parece que se escapan.
Quiero
el color rosa o la vida,
quiero el rojo o su amarillo frenético,
quiero ese túnel donde el color se disuelve
en el negro falaz con que la muerte ríe en la boca.
Quiero
besar el marfil de la mudez penúltima,
cuando el mar se retira apresurándose,
cuando sobre la arena quedan sólo unas conchas,
unas frías escamas de unos peces amándose.
Muerte
como el puñado de arena,
como el agua que en el hoyo queda solitaria,
como la gaviota que en medio de la noche
tiene un color de sangre sobre el mar que no existe.
TRIUNFO
DEL AMOR
Brilla
la luna entre el viento de otoño,
en el cielo luciendo como dolor largamente sufrido.
Pero no será, no, el poeta quien diga
los móviles ocultos, indescifrable signo
de un cielo líquido de ardiente fuego que anegara las almas,
si las almas supieran su destino en la tierra.
La
luna como una mano,
reparte con la injusticia que la belleza usa,
sus dones sobre el mundo.
Miro unos rostros pálidos.
Miro rostros amados.
No seré yo quien bese ese dolor que en cada rostro asoma. Sólo la luna
puede cerrar, besando,
unos párpados dulces fatigados de vida.
Unos labios lucientes, labios de luna pálida,
labios hermanos para los tristes hombres,
son un signo de amor en la vida vacía,
son el cóncavo espacio donde el hombre respira
mientras vuela en la tierra ciegamente girando.
El
signo del amor, a veces en lo rostros queridos
es solo la blancura brillante,
la rasgada blancura de unos dientes riendo.
Entonces sí que arriba palidece la luna,
los luceros se extinguen
y hay un eco lejano, resplandor en oriente,
vago clamor de soles por irrumpir pugnando.
¡Qué dicha alegre entonces cuando la risa fulge!
Cuando un cuerpo adorado,
erguido en su desnudo, brilla como la piedra,
como la dura piedra que los besos encienden.
Mirad la boca. Arriba relámpagos diurnos
cruzan un rostro bello, un cielo en que los ojos
no son sombra, pestañas, rumorosos engaños,
sino brisa de un aire que recorre mi cuerpo
como un eco de juncos espigados cantando
contra las aguas vivas, azuladas de besos.
El
puro corazón adorado, la verdad de la vida,
la certeza presente de un amor irradiante,
su luz sobre los ríos, su desnudo mojado,
todo vive, pervive, sobrevive y asciende
como un ascua luciente de deseo en los cielos.
Es
sólo ya el desnudo. Es la risa en los dientes.
Es la luz o su gema fulgurante: los labios.
Es el agua que besa unos pies adorados
como un misterio oculto a la noche vencida.
iAh
maravilla lúcida de estrechar en los brazos
un desnudo fragante, ceñido de los bosques!
iAh soledad del mundo bajo los pies girando,
ciegamente buscando su destino de besos!
Yo sé quien ama y vive, quien muere y gira y vuela.
Sé que lunas se extinguen, renacen, viven, lloran.
Sé que dos cuerpos aman, dos almas se confunden. |
OLIVERIO
GIRONDO
MEMBRETES
-Jean Cocteau es un ruiseñor mecánico a quien le ha dado cuerda
Ronsard.
-Los
únicos brazos entre los cuales nos resignaríamos a pasar la vida, son los
brazos de las Venus que han perdido los brazos.
-Si
los pintores necesitaran, como Delacroix, asistir al degüello de 400
odaliscas para decidirse a tomar los pinceles... Si, por lo menos, sólo
fuesen capaces de empuñarlos antes de asesinar a su idolatrada Mamá...
-Musicalmente,
el clarinete es un instrumento muchísimo más rico que el diccionario.
-Aunque
se alteren todas nuestras concepciones sobre la Vida y la Muerte, ha llegado
el momento de denunciar la enorme superchería de las «Meninas» que
-siendo las propias «Meninas» de carne y hueso-- colgaron un letrerito
donde se lee Velázquez, para que nadie descubra el auténtico y secular
milagro de su inmortalidad.
-Nadie
escuchó con mayor provecho que Debussy, los arpegios que las manos traslúcidas
de la lluvia improvisan contra el teclado de las persianas.
-Las
frases, las ideas de Proust, se desarrollan y se enroscan, como las anguilas
que nadan en los acuarios; a veces deformadas por un efecto de refracción,
otras anudadas en acoplamientos viscosos, siempre envueltas en esa atmósfera
que tan sólo se encuentra en los acuarios y en el estilo de Proust.
-¡ La Olimpia de Manet está enferma de mal de Pott! ¡Necesita aire
de mar!... i Urge que Goya la examine!...
-En
ninguna historia se revive, como en las irisaciones de los vidrios antiguos,
la fugaz y emocionante historia de setecientos mil crepúsculos y auroras.
-¡Las
lágrimas lo corrompen todo! Partidarios insospechables de un «régimen
mejorado», ¿tenemos derecho a reclamar una «ley seca» para la poesía...
para una poesía «extra dry», gusto americano?
-Todo
el talento del «douannier» Rousseau estribó en la convicción con que, a
los sesenta años, fue capaz de prenderse a un biberón.
-La
disección de los ojos de Monet hubiera demostrado que Monet poseía ojos de
mosca; ojos forzados por innumerables ojitos que distinguen con nitidez los
más sutiles matices de un color, pero que, siendo ojos autónomos, perciben
esos matices independientemente, sin alcanzar una visión sintética de
conjunto.
-Las
frases de Oscar Wilde no necesitan red. i Lástima que
al realizar sus más arriesgadas acrobacias, nos dejen la
incertidumbre de su sexo!
-El cúmulo
de atorrantismo y de burdel, de uso y abuso de limpiabotas, de sensiblería
engominada, de ojo en compota, de retobe y de tristeza sin razón -allí está
la pampa... más allá el indio... la quena... el tamboril -que se espereza
y canta en los acordes del tango que improvisa cualquier lunfardo.
-Es
necesario procurarse una vestimenta de radiógrafo (que nos proteja del
contacto demasiado brusco con lo sobrenatural, antes de aproximarnos a los
rayos ultravioletas que iluminan los paisajes de Patinir.
-No
hay crítico comparable al cajón de nuestro escritorio.
-Entre
otras... la más irreductibledisidencia ortográfica
Ellos: Padecen todavía la superstición de las Mayúsculas.
Nosotros: Hace tiempo que escribimos: cultura, arte, ciencia, moral y, sobre
todo y ante todo, poesía.
-Los
cubistas cometieron el error de creer que una manzana era un tema menos
literario y frugal que las nalgas de madame Recamier.
-i Sin
pie, no hay poesía! -exclaman algunos. Como si necesitásemos de esa
confidencia para reconocerlos.
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CHARLES
BAUDELAIRE
MI
CORAZÓN
AL DESNUDO Y OTROS
PAPELES ÍNTIMOS
-Dios
es el único ser que, para reinar no tiene necesidad de existir.
-Lo
creado por el espíritu está más vivo que la materia.
-En
un espectáculo, en un baile, todos gozan de todos.
-El
gusto de la concentración productiva, en un hombre
maduro, debe sustituir al gusto por el despilfarro.
-El
amor quiere salir de sí, confundirse con su víctima como el vencedor con
el vencido, y, sin embargo, conservar los privilegios del conquistador.
-Religiosa
embriaguez de las grandes ciudades. Panteísmo. Yo soy todos. Todos, soy
yo. Torbellino.
-Cuando un hombre se enferma, todos sus amigos abrigan un secreto deseo de
verle morir; unos, para constatar que poseía una salud inferior a la suya
propia; otros en la esperanza desinteresada de estudiar una agonía.
-El
arabesco es el más espiritualista de los dibujos.
-La delgadez es más desnuda, más indecente que la obesidad.
-La
música ahonda el cielo.
-La
vida no posee más que un encanto verdadero: el encanto del juego. Pero,
¿y si nos resulta indiferente ganar , perder?
-Existen
pieles paquidérmicas, respecto a las cuales
-Lo
que no es ligeramente disforme tiene un aire insensible: de donde se
deduce que la irregularidad, es decir lo inesperado, la sorpresa, el
asombro, constituyen una parte esel cial y la característica de la
belleza.
-Las
voluptuosidades del que mantiene a una amante participan a la vez del ángel
y del propietario. Caridad y ferocidad. Incluso son independientes del
sexo, de la belleza y d género animal.
-Ante
cada carta de un acreedor, escribid cincuenta línea sobre un asunto
extraterrestre y estaréis salvados.
-Dos
cualidades literarias fundamentales: sobrenaturalimo e ironía. Ojeada
individual, aspecto en que se perfilan cosas ante el escritor y después,
giro satánico del espíritu. Lo sobrenatural abarca el color general y el
acento, intendad, sonoridad, transparencia, vibración, profundidad
resonancia en el espacio y el tiempo.
-Existe
en el acto del amor un gran parecido con la tortura o con una operación
quirúrgica.
-El
trabajo, fuerza progresiva y acumulativa, devenga intereses como el
capital, tanto en las facultades como en los resultados.
-El
juego, aún dirigido por la ciencia, será vencido, por fructuoso que sea,
por el trabajo, por pequeño que sea, con tal de que sea continuo.
-No
desprecies la sensibilidad de nadie. La sensibilidad de cada cual, es su
genio.
-El
gusto precoz por las mujeres. Yo confundo el olor de las pieles con el
olor de la mujer. Me acuerdo... En fin, amaba a mi madre por su elegancia.
Era un dandy precoz.
-Lo
que existe de embriagador en el mal gusto es el placer aristocrático de
disgustar.
-Un
poco de trabajo repetido trescientas sesenta y cinco veces, proporciona
trescientas sesenta y cinco veces un poco de dinero, es decir, una suma
enorme. Al propio tiempo, "la gloria es un hecho".
-Crear
un lugar común, eso es el genio.
-Se
dice que tengo treinta años; pero si he vivido tres minutos en uno, ¿no
tendré en realidad noventa?
Damos las gracias
a los nuevos
socios de honor que han permitido
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honor, lo único que te
falta es asociarte
C/Ferra, 22
-2ºizq.
28008 Madrid
Tel. 91 542 33 49 -Fax: 91 584 33 01 |
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-El primer recién llegado, con tal de que sepa divertido tiene el derecho de hablar de sí mismo.
-Mi furor ante el golpe de Estado. Cuántos disparos di fusil he soportado!
¡Un Bonaparte más! ¡Qué vergüenza! sin embargo, todo se ha
pacificado.
-En suma, ante la historia y ante el pueblo francés, la
gran gloria de Napoleón III habría consistido en probar que el primero que llega puede gobernar una gran nación apoderándo se del telégrafo y de La Imprenta Nacional.
-Sentimiento de «soledad» desde mi infancia. A pesar dc la familia -y rodeado de camaradas, sobre todo- sentimiento de destino eternamente solitario. No obstante, afición muy viva por la vida y el placer.
-Hay personas que no pueden divertirse más que en tropel. El verdadero héroe se divierte absolutamente solo.
-Es preciso trabajar, si no por gusto al menos por desesperación, puesto que, bien analizado, trabajar es menos
aburrido que divertirse.
-El hombre ama tanto al hombre que cuando huye de la ciudad es para seguir buscando a la gente; es decir,
para rehacer la ciudad en el campo.
-En el amor, como en casi todos los negocios humanos, el acuerdo es el resultado de un malentendido. Este
malentendido es el placer. El hombre grita: «Oh, ángel mío». La mujer ronronea: «Mamá, mamá». y estos dos imbéciles están persuadidos de que piensan de consumo. El abismo infranqueable que produce la incomunicabilidad, sigue infranqueado.
-Teoría de la verdadera civilización.
Esta no reside en el gas, ni en el vapor, ni en los veladores de los espiritistas, sino en la disminución de la huella del pecado original.
-Aviso a los no-comunistas.
Todo es común, incluido Dios.
-Cuando Jesucristo dijo: «Bienaventurados los que tienen
hambre, porque ellos serán hartos», Jesucristo efectuaba un cálculo de probabilidades.
-Cuanto más se quiere mejor se quiere.
-Cuanto más que trabaja mejor se trabaja, y más se desea trabajar.
-Cuanto más se produce más fecundo se vuelve uno.
Tras un exceso, uno se siente siempre más solo, más
abandonado.
-He cultivado mi histeria con gozo y terror. Ahora,
siempre siento el vértigo, y hoy, 23 de enero de 1862 he experimentado una singular advertencia: he sentido pasar sobre mí «el viento de la imbecilidad».
-A cada minuto somos aplastados por la idea y la sensación del tiempo. y no existen más que dos medios de
escapar a esta pesadilla -para olvidarla-; el placer y el trabajo. El placer nos gasta. El trabajo nos fortifica. Escojamos. Cuanto más nos servimos de uno de esos medios más
repugnancia nos causa el otro.
El tiempo sólo puede olvidarse sirviéndose de él. Todo se hace sólo poco a poco.
-No hay obra más larga que la que no nos decidimos a
comenzar. Se transforma en pesadilla.
-Sé siempre poeta, incluso en prosa. Gran estilo (nada más bello que el lugar común).
-Conseguir el frenesí cotidiano.
-Hay que querer soñar y saber soñar. Evocación de la
inspiración. Arte mágico. Ponerse inmediatamente a escribir. Razono demasiado.
-El trabajo inmediato, incluso el malo, es preferible a la ensoñación. Una serie de pequeñas voluntades dan lugar a un gran resultado.
abierto todo el año
TALLERES DE POESÍA |
EN
MADRID
Sábados, 17 h. Coordinadora: Carmen Salamanca.
(91) 402 7518
Martes, 10,15 h. Coordinadora:
Paola Duchên
(91) 559 29 05
Miércoles, 18h y Sábados,
16,30 Coordinadora: María Chévez
(91) 541 7513
Sábados, 17 h. Taller de
Poesía en francés. Coordinadora:
CIaire Deloupy. (91) 542 4285
EN ALCALÁ DE HENARES
Jueves, 10 h. Coordinadora:
Stella Cino. (91) 883 02 13. |
EN ARGANDA DEL REY
Domingo, 11 h. Coordinador
Miguel Oscar Menassa
(91) 542 33 49
EN IBIZA
Cada 15 días los miércoles, 20,30 h. Coordinador
Emilio A GonzáIez. 971 30 7804.
EN MÁLAGA
Ultimo domingo de cada mes. Coordinador Miguel Oscar Menassa (95) 230 52
27.
EN BUENOS AIRES
Jueves, a las 19 h. Coordinadora Norma Menassa. 31335 44
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MIÉRCOLES, 9 DE
ABRIL, 19,00 HORAS Presentación de
este número de "Las 2001 Noches"
a cargo del Poeta Leopoldo de Luis y Ana Rossetti
Poetas invitados:
Carilda Oliver labra, Alfonsina Storni, Raúl Gustavo Aguirre,
Charles Baudelaire, César Vallejo, Oliverio Girondo, Aldo
Pellegrini, Vicente Aleixandre; en la voz del poeta Miguel Oscar
Menassa.
Fórum de la
FNAC. C/ Preciados, 28 . 28013 Madrid.
Información: Tel:c 91 542 33 49- Grupo Cero. |
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MIGUEL
OSCAR MENASSA
EL
AMOR
Recuerdo
tu vientre de pantera destrozado.
Mis dientes.
Tus garras hechas cenizas en mi rostro.
Tu ferocidad perfecta detenida en mi belleza perfecta.
Recuerdo
el agudo violín entre tus piernas,
sexo desesperado,
intentando los sonidos del cielo,
tensando infinitamente, hasta no poder más,
tu cuerpo en el espacio, para alcanzar,
los bordes de mi voz.
Yo
cantaba como si fuera natural en el hombre cantar.
Registrar
lo sublime,
decías;
y tu música,
alta como las cumbres
que nacen por encima de las cumbres,
nieve dolorosa y eterna,
tu música,
se detenía para caer,
-sinfonía final-
descuartizada bruscamente, tragada,
por el temblor oscuro de mi canto.
Yo
tocaba el tambor y la volvía loca.
Cuando se volvía loca,
y no le importaba ya la música
se perfumaba para mí conversábamos
de lo difícil que es cantar.
Bebíamos alcoholes.
bebíamos alcoholes y fumábamos,
lentamente nuestras miserias.
Ella
me decía y yo le decía:
Quiero
inundar con mi locura el universo.
Y más
allá, qué harás, después del universo.
Ella
se quedaba en silencio y yo le decía:
Esta
mañana te hizo mal jugar,
a ver quién llegaba más alto con su canto.
Le acaricio la frente y le digo,
ni te llegué a ganar,
dejaste de jugar a lo sublime, asustada
por el temblor de esos tambores de la selva,
sonando en pleno cielo.
Ella
hacía una mueca y yo me quedaba en silencio.
El
viento rozaba levemente nuestros cabellos,
ninguno de los dos, conocía el desenlace.
Cuando no sabíamos qué hacer, fumábamos,
y era divertido cuando fumábamos,
ver cómo el humo formaba a su alrededor,
delgadas columnas de cristal,
varas finísimas de mimbre y de marfil,
para que su cuerpo
tuviera esa presencia iluminada y cantarina,
y a la vez, esa lejanía.
Ella
me decía y yo fumaba,
para que no faltase el humo en la construcción de su grandeza.
Cuando
fumamos te pones como un idiota,
no haces otra cosa que mirarme y me avergüenzo,
y deseo escuchar el estallido de mi deseo,
y te veo ahí,
tan callado en tus ojos,
y soy atrapada,
por el leve murmullo de tus versos,
como cuando jugábamos esta mañana a lo sublime,
y no lo puedo creer.
Dime ¿quién eres?
la calma del mimbre o la belleza del marfil,
orangután sin voz,
o cristalino canto inolvidable.
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Y
se agarraba la cabeza con las dos manos,
y se zambullía en mí como en el mar,
gritando,
-almeja delirante-
no
puedo más.
Se retorcía en mi vientre,
buscando pez compañero,
divinidad
marítima,
que le mostrara los secretos del mar.
Se alimentaba con mi semen ya ratos,
levantaba la cabeza para decir:
Todo
es hermoso. Gracias.
Yo
iba saliendo de mi sopor, como podía.
Ella
acurrucada pequeña,
grandiosa en mi vientre.
Su belleza perfecta detenida en mi ferocidad perfecta.
Yo
le decía, mientras ella agonizaba:
Ahora
que estás muerta,
quiero que bailes como bailan los peces en el mar,
las noches que lo poético invade sus entrañas.
Ahora que estás muerta,
quiero que bailes para mí una danza de amor.
y nada de vuelos nocturnos,
hoy nos quedaremos a dormir en casa.
La
sacudo para que abra sus ojos,
la levanto en mis brazos
y la tiro contra el techo de la habitación
y ella,
cae varias veces, pesadamente al suelo.
Se terminó el juego, me digo,
ella está muerta.
Y
comienzo a buscar con mi boca en su cuerpo,
el diamante perdido.
y sus movimientos vuelven a ser como de camelias.
Frente a mi sorpresa aúlla
y en ese aullido toca los confines del cielo,
y esta vez lo sé, no habrá poema,
que contenga ese grito.
Cuando
volvía,
despeinada y maltrecha, me decía.
Eres un tonto, me veías volar
y ni siquiera intentabas alcanzarme.
Así cualquiera vuela alto.
Cuando volaba,
te veía, sobre la cama esperándome,
y cada vez más alto, me volvía más loca.
Inmensidad, cerca del cielo, en esa soledad,
más que gozar,
el espanto se anudaba en mis ojos
y aterricé lo más rápidamente
y ahora, te prometo, volar siempre contigo,
y en ese gesto,
una
vez más,
moría.
LA
LOCURA
Hoy
como nunca amé mi cuerpo en soledad.
Hoy
como ayer fui el amante infernal.
Hoy
no llegué muy lejos.
Caminé
todo el día,
dando vueltas adentro de mi pieza.
Mi padre cantaba en árabe, con voz alta, hermosa.
Ensayé algunos pasos.
Moví con ternura mis manos por delante de mi cara.
Mis movimientos, eran sensuales y ligeros.
Arranqué
de la higuera
las pequeñas brevas marinas y me tendí al sol.
Dejé que el desierto invadiera mi pieza.
Yo
era el camello azul que galopaba,
sin agua y sin amor por el desierto.
Arena fugaz, me decía, y seguía galopando,
el tiempo se encorvaba sobre mis espaldas
y después, un paso de baile,
aquel movimiento como una ceremonia
y dejaba caer una joya a tus pies,
señora locura
y
tú,
prisionera
envilecida en mi mirada,
te arrastrabas entre las cadenas, mis lágrimas,
-acero y piedra- y no podías,
salir de este poema.
Me arrastré contigo a tu compás.
PSICOANALIZARTE
TAMBIÉN
ES UN ACTO POÉTICO |
|
Después
forcejeando,
nos caímos por la ventana abierta,
hacia los cielos y nos estrellamos,
como se estrellan los grandes hombres,
las grandes mujeres contra la tierra.
Y nos
besamos y reímos,
de nuestra torpeza para volar.
Juntos,
llevados por la manía de acompañarnos,
pedimos limosna:
alas
para estos pobres pájaros sin alas.
Y nos
nacieron hijos
como nacen las grandes orquestas de la noche.
y brotaron de mis manos poemas,
como cataratas de silencio y nosotros,
seguíamos practicando en nuestra pieza,
el vuelo de los pájaros.
A
veces lográbamos vuelo atómico,
tus ojos en la inmensidad marina
vagina motora,
volando contigo infinita,
golpe de amor contra la vida.
INSTANTE,
instante
y perforabas la pared y huías,
siempre hacia el porvenir.
Antes
de partir dejabas una flor,
mirada de terror clavada en mi mirada.
Habrá
catástrofe esta noche y cada vez,
volabas más alto todavía.
En
ese vuelo más allá del cielo,
modificabas el rumbo de los astros celestes
y el rumbo de los oscuros astros negros.
Instante,
amado,
instante
y el fin del mundo será nuestro.
Perlas
como alcántaras, como toneles de pasión,
contra los ojos del timonel de los espacios.
Brillantes perlas de marfil cerrando el paso
de la marcha del hombre,
hacia
la muerte.
NOTICIA DE
INTERÉS SANITARIO
Te hacemos llegar INFORMACIÓN
PRELIMINAR del V CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO, CLÍNICA
PSICOANALÍTICA: "Enfermedades mentales, proceso del
enfermarse, diagnóstico y tratamiento.
NOTA DE PRENSA
En agosto
de 1996, 12.000 especialistas se reunieron en Madrid para celebrar
el X CONGRESO MUNDIAL DE PSIQUIATRÍA.
Datos
del Congreso:
Según
la OMS: 1.500 millones de personas en todo el mundo padecen
trastornos mentales, de los cuales sólo el 1% está en
tratamiento.
Y 1/3 de los pacientes de consulta en
medicina general, ambulatoria y hospitalaria, necesita atención
por problemas psicológicos.
Esta realidad de atención primaria ha
creado un grave problema de salud pública.
Un año después de este Congreso y como
resultado de 20 años de investigación interdisciplinaria en
varios países, se celebrará en Madrid en julio de 1997 (del 9 al
13) el V CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO, CLÍNICA PSICOANALÍTICA
con el objetivo de ofrecer respuestas concretas y mostrar una
estrategia terapéutica posible para esta «epidemia" de
problemas en salud mental.
Queremos dar a conocer, más precisamente, las
características del trabajo psicoanalítico a través de la
presentación de casos que serán supervisados públicamente.
El
Congreso esta dirigido a todos los trabajadores vinculados con la
salud mental: médicos, psiquiatras, psicólogos, ATS,
sociólogos, trabajadores sociales, estudiantes y por supuesto a
la población en general que tendrá la oportunidad de presenciar
directamente la intervención clínica psicoanalítica de la mano
de prestigiosos profesionales con una orientación eminentemente
práctica.
Por la importancia social e interés del tema, te hago
llegar esta información para que la difundas con la mayor
amplitud posible.
DEL 9 AL 13 DE JULIO DE 1997
EN EL HOTEL PRÍNCIPE DE VERGARA
INFORMES E INSCRIPCIÓN
TELÉFONO: 91 542 3349 - FAX: 548 33 01 |
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