LAS 2001 NOCHES ÍNDICE DEL NUMERO 33

EDITORIAL

WILLIAM SHAKESPEARE  (Inglaterra, 1564)

NOTAS DE DIRECCIÓN

16 - 81 - 94

CHARLES BAUDELAIRE (Francia, 1821)

RAINER MARÍA RILKE (Checoslovaquia, 1875)

El Albatros

Elegías de Duino; Elegía I, XII

Tristeza de la Luna

BLANCA VARELA (Perú, 1926)

Los Ciegos

Secreto de Familia

C

Supuestos

IV

GABRIEL CELAYA (España, 1911)

VICENTE HUIDOBRO (Chile, 1893)

41- 42 - 43

Es un Decir

LEOPOLDO DE LUIS

Ella

Poemas del libro: Generación del 98

Momento de Armonía

NOVEDADES 2000:

Viajero

LA POESÍA Y YO

El pasajero de su Destino

EL INDIO DEL JARAMA. EDITORIALES

SOCIOS DE HONOR

EDITORIAL

UN HOMBRE SOLITARIO
NO ES UN HOMBRE

Un hombre solitario
no es un hombre
pero
un hombre que construye
semejante soledad
semejante fortaleza
de palabras
unas contra otras
águila voraz
en medio de las cumbres
y todavía más
no es un hombre solitario.

Un hombre
que se deja llevar
por sus palabras
no puede ser embalsamado.

Un hombre que canta
desesperadamente
el porvenir
brújula atascada
en una dirección
siempre diferente
no tiene Norte.

No hay altura que sobrepase
mis últimas palabras.
Escribo y lo sé el viento
me llevará lejos de mí.
Alguien tocará mi voz
en algún campo de batalla
y alguna tarde espléndida
morirá por mí.

Me fuerzo a comprender
y el hombre es inasible.
Se pudre y no se pudre.
Muere y canta a la vez.
Se deja volar
y para caer
pesadamente
corta sus alas.

Vértigo de luz
el hombre
un perfume
una música
a punto de olvidarse.

Abro la boca
y en un bostezo universal
aspiro profundamente tu cuerpo
y salto por los aires:

Hombre,
ave solitaria
minúscula y grandiosa
vuelo tembloroso
el último vals.



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NOTAS DE DIRECCIÓN

ESPAÑA POR FIN
ES MI PAÍS
MADRID MI CIUDAD

EL ÚLTIMO VALS

Hay un decreto ley,
del 26 de agosto,
donde se me promulga
para toda España
ciudadano español
casi nativo
casi
con todos los derechos
con todos los deberes.

Oriundo de un Sur
donde las cosas
más que suceder
se sueñan
al principio no podía
creer lo que pasaba.

El señor Juez me dio la mano y me dijo:
Obediencia y serenidad y obediencia.

La secretaria del Juez bailaba
con las dos bellas mujeres
que siempre me acompañan
una danza Inca
para festejar el milagro
de mi nacionalización.

Pensar que estaba otra vez delirando
era prematuro y sin embargo, el Juez,
detuvo la danza para pedirme
800 pesetas prestadas
para unos sellos en mi trámite
y, luego, todavía,
las tres mujeres se mataban
unas a otras

APERTURA DEL
2000 
EN BUENOS AIRES

Sigmund Freud, Jacques Lacan
Clínica Psicoanalítica

información 

para poder besar
los labios del Juez.

Mis mujeres hembras de luz
mataron a la secretaria
y la archivaron
entre las personas que
no habían nacido
y alternativamente
besaban y mordían
los labios del Juez.

Después bajaron corriendo
las escaleras
gritando:
Somos la nueva España.
Somos la nueva España.

Saludaron al policía de la puerta
con un movimiento a dúo de caderas
y escaparon por la calle
ciegas
plenas de libertad.

Yo trataba
de explicarle al Juez
que en mi trabajo
habíamos descubierto
que ciertos procesos interiores
se parecen
a ciertos procesos exteriores
y, entonces, expliqué:

Yo quería ser español y, ahora, lo soy.
Se da cuenta lo que le quiero transmitir.
Cuando las fantasías se hacen realidad
es cuando, a veces, se parte el corazón.
Comprendo, dijo el Juez,
usted quiere morir entre mis brazos
como mueren los pájaros sedientos
como mueren los hombres desesperados
los hombres que como usted
lo han conseguido todo.

¡Defínase! Menassa. Olvide su pasado.

Ahora, usted, es español
serénese,
escuche cómo su corazón
late alborozado
de tener una nueva Patria
a quien deberse.


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Espere, señor Juez,
la mili no la puedo hacer.
Tengo cuarenta y dos años
y seis hijos
y siete mil pensamientos
girando todo el tiempo
en mi cabeza
y trabajo de médico
todo el día
y pinto algún cuadrito
y escribo
algún poema miserable
y hago el amor
con esas dos fieras
que, usted,
alucinó hace un instante.

¿Vio cómo se prendían de sus labios,
como bocas abiertas de libertad?

Así voy por la vida:
hablando del camino
después de recorrerlo.
Así voy por la vida
como si no existiesen
ni mapas ni países
sino sólo mis versos.

El Juez sonriente
por haber entendido
me concedió
la Gracia de ser dos.
Y así voy por la vida
con el alma partida
en dos volcanes.


Viven en mí
como dos amplias mujeres
en los días de gloria
un corazón de plata
donde la imagen
persistente de un río
dulce y marítimo
golpea una ciudad
abierta a todos los idiomas
a todos los males.
Y un corazón de sol
donde la imagen
persistente de la luz
cósmica y sonora
revive
en la ciudad donde vivo
recuerdos
de otras ciudades
en tiempos de paz.

Y cada mañana con la luz
me voy alejando de la muerte.

Y así voy por la vida

ambicionando poder
además de mi madre
una mujer.

Y así voy por la vida
ambicionando poder alimentar
pasiones tan diversas.
Al mismo tiempo
un corazón de plata
mi vieja Buenos Aires
siempre a punto de morir
o de recordar alguna muerte.
Y un corazón de sol
mi pequeña Madrid
que estoy haciendo
siempre
a punto de olvidarse
de todos sus muertos
siempre a punto de nacer.

Comprende señor Juez
por qué habré de pagar
todos mis impuestos.

Porque en mi alma
ciudades y mujeres
se pasean libremente
en cualquier dirección
sin ponerse, nunca,
de acuerdo para nada.
Viajan por el espacio
alado de mi voz,
una detrás de la otra
o todas al mismo tiempo.

Comprende señor Juez
por qué habré de pagar
todos mis impuestos.
Ciudades y mujeres
y ciudades y mujeres
bailando
frenéticamente en mí
tratando
de ser reconocidas
cada una a su tiempo
o todas a la vez.

Por eso
pago los impuestos.
Para que nadie
me venga a preguntar
por esta oceánica
soledad
partida en dos.

P.V.P. 500 pts. 5$
96 páginas

ESCUELA DE PSICOANÁLISIS 
GRUPO CERO

Departamento de Clínica en Buenos Aires

Tel. 43 28 06 14/07 10


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CHARLES BAUDELAIRE
 FRANCIA, 1821


EL ALBATROS

Suelen, por divertirse, los mozos marineros
cazar albatros, grandes pájaros de los mares
que siguen lentamente, indolentes viajeros,
al barco, que navega sobre abismos y azares.

Apenas los arrojan allí sobre cubierta,
príncipes del azul, torpes y avergonzados,
el ala grande y blanca aflojan como muerta
y la dejan, cual remos, caer a sus costados.

¡Qué débil y qué inútil ahora el viajero alado!
Él, antes tan hermoso, ¡qué grotesco en el suelo!
Con su pipa uno de ellos el pico le ha quemado,
otro imita, renqueando, del inválido el vuelo.

El poeta es igual... Allá arriba, en la altura,
¡qué importan flechas, rayos, tempestad desatada!
Desterrado en el mundo, concluyó la aventura:
¡sus alas de gigante no le sirven de nada!

TRISTEZA DE LA LUNA

Esta noche la luna sueña con más pereza,
como sobre cojines tendida una belleza
que, acariciando leve con mano distraída
el contorno del seno, se va a quedar dormida.

Sobre su suave espalda con pálidos nublados,
moribunda, se entrega a éxtasis prolongados,
y pasea sus ojos por las blancas visiones
que en el azul ascienden igual que floraciones.

Cuando sobre este mundo su languidez ociosa
deja caer alguna lágrima silenciosa,
un poeta piadoso, enemigo del sueño,

en su mano recoge esta lágrima fría
como un fragmento de ópalo que al iris desafía,
y de ella al solitario corazón hace dueño.

LOS CIEGOS

¡MÍRALOS, alma, son en verdad espantosos!
Vagamente ridículos, maniquíes noctámbulos;
terribles, singulares, igual a los sonámbulos,
fijan quién sabe en dónde sus ojos tenebrosos.

Sus ojos, de que huyó la centella divina,
como si algo miraran en lo lejano, al cielo
se alzan siempre; jamás su cabeza se inclina
para buscar, cargada de visiones, el suelo.

Él atraviesa así la negra inmensidad,
hermano del silencio infinito. ¡Oh ciudad!,
mientras en torno cantas, ríes sin un anhelo

generoso, aturdida, de placer embriagada,
¡mira!, también me arrastro, el alma desolada,
me digo: «¿Qué buscan los ciegos en el cielo?>>

C

LA sirvienta tan buena, tan fiel, tan afanosa,
que duerme para siempre en una humilde fosa;
debíamos —¿no crees?— llevarle algunas flores,
porque los muertos deben de tener sus dolores;
cuando octubre envía melancólicos vientos,
deshoja los árboles junto a sus monumentos,
nos juzgarán ingratos, vacuos, indiferentes,
por dormir abrigados, entre mantas, calientes,
mientras ellos tiritan con negras fantasías
sin agradables charlas y dulces compañías.
Ateridos despojos comidos del gusano,
sienten gotear la nieve, recuerdan el verano,
transcurrir los años en silencio y negrura
sin que nadie se acerque a aquella sepultura.

Cuando la tarde muere y chispea el tizón,
si la viera sentada tranquila en su sillón;
si en una noche de diciembre azul y helada,
de mi alcoba en un ángulo la viese recostada,
llegarse, grave y dulce, desde su lecho eterno,
dar al niño grande un amparo materno,
¿a aquella alma piadosa qué le respondería,
viendo caer las lágrimas de su órbita vacía?

IV


TODO hombre —y ser hombre es lo primero—
lleva en su corazón una serpiente
como en un trono; y cuando él dice «¡Quiero!»
ella responde «¡No!», inmediatamente.

Si hundes tus ojos en los ojos fijos
de ninfas o de satiresas,
ella te dice: «¡Apártate de ésas!»

Si plantas árboles o engendras hijos,
haces poemas, siempre el reproche:
«¿Sabes si vivirás esta noche?»

Lo mismo en la acción que en la espera,
el hombre no vive un instante
sin sufrir la advertencia constante
que le hace esa víbora fiera.


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SOCIOS DE HONOR EUROPA

Miguel Oscar Menassa (Madrid) 50.000 ptas.
Fernando Ámez Miña (Madrid) 40.000 ptas.
Lidia Andino (Madrid) 40.000 ptas.
Cristina Barandiarán (Madrid) 40.000 ptas.
José María Blasco (Barcelona) 40.000 ptas.
Stella Cino Nuñez (Madrid) 40.000 ptas.
María Chévez (Madrid) 40.000 ptas.
Bibiana Degli Esposti (Madrid) 40.000 ptas.
Claire Deloupy  (Madrid) 40.000 ptas.
Amelia Díez Cuesta (Madrid) 40.000 ptas.
Paola Duchên (Madrid) 40.000 ptas.
Carlos Fernández del Ganso (Madrid) 40.000 ptas.
Emilio A. González (Madrid) 40.000 ptas.
Mónica Goremberg (Zaragoza) 40.000 ptas.
Jaime Icho Kozak (Madrid) 40.000 ptas.
Pilar Iglesias (Madrid) 40.000 ptas.
Fermín Lejarza (Bilbao) 40.000 ptas.
Joaquín Luzón (Ibiza) 40.000 ptas.
Miguel Martínez Fondón (Madrid) 40.000 ptas.
Concepción Osorio (Madrid) 40.000 ptas.
Montse Rovira (Ibiza) 40.000 ptas.
Carmen Salamanca Gallego (Madrid) 40.000 ptas.
Olga de Lucia (Madrid) 20.000 ptas.
Alberto Garreta (Barcelona) 15.000 ptas.
Cruz González (Madrid) 10.000 ptas.
Alejandra Menassa de Lucia (Madrid) 10.000 ptas.
Pilar Rojas (Madrid) 10.000 ptas.
Ruy Henríquez (Madrid) 5.000 ptas.
Pablo J. García Muñoz (Madrid) 3.000 ptas.
Helena Trujillo (Málaga) 3.000 ptas.
Ana Mercedes Albizuri Chévez (Madrid) 2.000 ptas.
Javier Albizuri Chévez (Madrid) 2.000 ptas.
Marina Alonso (Madrid) 2.000 ptas.
Sergio Aparicio (Madrid) 2.000 ptas.
Ricardo Artíguez Iglesias (Madrid) 2.000 ptas.
Gema Crespo (Madrid) 2.000 ptas.
Francisco García Palancar (Madrid) 2.000 ptas.
Hernán Kozak (Madrid) 2.000 ptas.
Ichka León Deloupy (Madrid) 2.000 ptas.
Cloe León Deloupy (Madrid) 2.000 ptas.
Clémence Loonis (Madrid) 2.000 ptas.
Fabián Menassa de Lucia (Madrid)

     2.000 ptas.

Manuel Menassa de Lucia (Madrid) 2.000 ptas.
Magdalena Salamanca (Madrid) 2.000 ptas.
Javier Romero Nouvilas (Benidorm) 1.500 ptas.
Rosa Alonso (Madrid) 1.000 ptas.
Pilar García Puerta (Madrid) 1.000 ptas.
Esther Gallego Navarro (Madrid) 1.000 ptas.
Griselda Kozak Cino (Madrid) 1.000 ptas.
Eva Méndez (Madrid) 1.000 ptas.
Kepa Ríos (Madrid) 1.000 ptas.
Ismael Rivera (Madrid) 1.000 ptas.
Daniel San Martín Duchên (Madrid 500 ptas.

SOCIOS DE HONOR AMÉRICA

Miguel Oscar Menassa  (Buenos Aires) 500 us.
Mára Bellini (Brasil) 200 us.
Inés Barrio (Buenos Aires) 200 us.
Ángela Cascini (Buenos Aires) 200 us.
Alejandra Madormo (Buenos Aires) 200 us.
Norma Menassa (Buenos Aires) 200 us.
Roberto Molero (Buenos Aires) 200 us.
Marcela Villavella (Buenos Aires) 200 us.
Lúcia Bins (Brasil) 100 us.
Juana Koslo (Buenos Aires) 25 us.
Ergoto de Bonaero (Buenos Aires) 20 us.
Rosalba Pelle (Buenos Aires) 20 us.
Karina de Filipis (Buenos Aires) 10 us.

LAS 2001 NOCHES

DIRECTOR:

Miguel Oscar Menassa.

SECRETARIA DE REDACCIÓN PARA EUROPA:

Carmen Salamanca Gallego.

PRINCESA, 17, 3.º Izda. 28008 MADRID (ESPAÑA).

Teléfono: 91 542 33 49 – Fax. 91 548 33 01

SECRETARIA DE REDACCIÓN PARA AMÉRICA:

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(ARGENTINA).

Teléfono y Fax: 43 28 06 14/07 10.

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VICENTE HUIDOBRO
 Chile, 1893


ES UN DECIR

Inquietas en los anillos de los labios y de sus sentidos
Las palabras se lavan como espadas
Nobles defensoras de la mujer en su mármol caído
Los delirios trágicos estallan en fiebre
O en obelisco de altos hechos

El paisaje se hincha de riquezas
Pero hay circunstancias atenuantes
Para el verano sentado al medio del año
Y más real que las mujeres de antaño
Él es la bella túnica del monasterio
A la hora de la bajada de las escaleras y de la luz que
          rueda de los faroles
Como una cabellera desatada
Para el mármol y su sirena dormida adentro
Para el tiempo y sus heridas

ELLA

Ella daba dos pasos hacia delante
Daba dos pasos hacia atrás
El primer paso decía buenos días señor
El segundo paso decía buenos días señora
Y los otros decían cómo está la familia
Hoy es un día hermoso como una paloma en el cielo

Ella llevaba una camisa ardiente
Ella tenía ojos de adormecedora de mares
Ella había escondido un sueño en un armario oscuro
Ella había encontrado un muerto en medio de su  cabeza
Cuando ella llegaba dejaba una parte más hermosa muy lejos
Cuando ella se iba algo se formaba en el horizonte para
esperarla

Sus miradas estaban heridas y sangraban sobre la colina
Tenía los senos abiertos y cantaba las tinieblas de su edad
Era hermosa como un cielo bajo una paloma

Tenía una boca de acero
Y una bandera mortal dibujada entre los labios
Reía como el mar que siente carbones en su vientre
Como el mar cuando la luna se mira ahogarse
Como el mar que ha mordido todas las playas
El mar que desborda y cae en el vacío en los tiempos de abundancia
Cuando las estrellas arrullan sobre nuestras cabezas
Antes que el viento norte abra sus ojos
Era hermosa en sus horizontes de huesos
Con su camisa ardiente y sus miradas de árbol fatigado
Como el cielo a caballo sobre las palomas.

MOMENTO DE ARMONÍA

Al día siguiente del día siguiente
El ocaso era tan familiar como un susurro de cabellos
desesperados
Era tan tibio como una corbata
Frente a la tierra que no sabe encerrarse
Y que nunca ha podido desprenderse de sus ruidos
Ni aún en la noche que se suspende como el aliento
Ni en ese minuto de la tarde ese minuto de cuatro metros
Semejante a un anciano que de repente se llena de infinito

Al día siguiente de la paloma siguiente
Te dije que eras una lluvia para apresurar el tiempo
Te dije que tenías una sonrisa de viento oscurecido
También sé que estás entregada en manos de ciertos astros
Con el agrado de los ojos que te rodean
Pero cuando venga el día de la distancia y de su propio
fondo
Entonces hablaremos
Yo sé que el mar te distingue y te prefiere
Que ves tus lámparas tranquilas bajo la piel y tus fuentes
de mirajes
Ese estanque dormido que crea tu persona

Y hasta esas hierbas que haces nacer en mi corazón
Al día siguiente del color siguiente
Hallaste cosas de árbol y de emblemas de vidrio con luces
guardadas
Seguramente lejanas como la pequeña arena en los pies
de los niños
Mordiste el vacío enamorado de sus actitudes
Más grande que nuestros dos fantasmas juntos
Más poderoso que mis ojos concentrados en tu cuerpo
Y aún que el día preocupado de tus manos
De tu color que crece como una campanada
De tus palabras rodeadas de palomas de tu luz de carne
y hueso tu luz
En sus anhelos de saber andar y de poder morirse
Para angustiar al tiempo ajeno a las estrellas

Al día siguiente del año siguiente
Te entregaste al olvido como un río que divisa su agonía
Que ve venir la muerte y le sale al encuentro
Cerrando los párpados para no arrepentirse a tiempo


VIAJERO

Qué clima es éste de arenas movedizas y fuera de su edad
Qué país de clamores y sombreros húmedos
En vigilancia de horizontes
Qué gran silencio por la tierra sin objeto
Preferida sólo de algunas palabras
Que ni siquiera cumplen su destino
No es cambiar la tristeza por una ventana o una flor
razonable
Ni es un mar en vez de un recuerdo
Es una aspiración adentro de su noche
Es la vida con todas sus semillas
Explicándose sola y decorada como montaña que se
despide
Es la lucha de las horas y las calles
Es el aliento de los árboles invadiendo las estrellas

Son los ríos derrochados
Es el hecho de ser amado y sangrar entre las alas
De tener carne y ojos hacia toda armonía
Y bogar de fondo a fondo entre fantasmas reducidos
Y volar como muertos en torno al campanario
Andar por el tiempo huérfano de sus soles
De sueño a realidad y realidad a visión enredada de noche
Y siempre en hombre en diálogo secreto
En salto de barreras siempre en hombre


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EL PASAJERO DE
SU DESTINO

I

Precedidos por los ruidos de nuestros antepasados y
seguidos por el dolor de nuestros hijos
Aferrados a nuestra edad y cantando cuando las rocas
lloran la muerte de un velero que han preferido sin
razón alguna
O tal vez porque lo vieron jugar en su infancia
O porque era hermoso todo lleno de viento viniendo del
país del viento
No tenemos miedo cuando el viento arranca las palabras
de nuestra garganta
No tenemos miedo de las ballenas ni de todos esos
monstruos que tienen más envergadura que una
campanada
No tenemos miedo de inclinarnos sobre vuestras canciones
de las cuales pueden saltar un gé y ser amenazador
y el vértigo infinito de las brumas
No tenemos miedo del más allá que se agita como un
mudo el más allá que va a saltar sobre nuestra razón
Y de ese frío lúcido que vela sobre la constelación de
nuestras inquietudes
Más absurdo que el muerto que han enterrado con la
mitad de una carta en el cerebro
Con una palabra fabulosa en medio de la lengua
Con un gran rostro entre dos hilos de lágrimas al fondo
de sus ojos
Esos ojos que se convertirán en tiernos guijarros sobre los
caminos del más allá
Todo esto es útil para la formación de la superficie
Para el interés del fuego impaciente en el fondo de su
antro
Y debemos señalar su trabajo y elogiar su ley
Es tarde en todos los rincones del mundo
Es tarde y él tarde va a hundirse en el mar
Sin soltar el timón del horizonte
Porque él es el jefe único él guarda el secreto
Él puede levantar el brazo y desatar de la muerte el
cadáver reciente
Ahora que tú tiemblas como el mar
El horizonte va a hundirse para siempre
Ahora que la selva se pasa al enemigo
Lánzate sobre el mar
Separando las olas como el cadáver separa la eternidad
Hombre tú ves que el mar se amalgama y tienes miedo
Tú bien podrías saltar por encima de la conflagración de
mentiras unánimes
Invade el terreno sideral sin vacilar
Invade los países del loco que te desprecia y te mira con
la parte inferior de su alma
Proclama tu importancia a la tribu sometida que empieza
a aparecer en el fondo del cielo

WILLIAM SHAKESPEARE
    Inglaterra,1564       


16

¿Por qué no hacéis vos de más poderosa forma
la guerra a ese sanguinario tirano, el Tiempo?
¿Y por qué no os fortificáis contra vuestra decadencia
con medios más santos que mi estéril rima?
Estáis ahora en la cúspide de las horas felices,
y muchos vírgenes jardines aún sin cultivar
con virtuosa voluntad llevarían vuestras viventes flores
mucho más parecidas que las efigies pintadas:
así las líneas de vida repararían esa vida,
que esto, ya sea el pincel del Tiempo, ya mi pluma alumna,
ni en el mérito interno ni en la belleza exterior
puede haceros revivir ante los ojos de los hombres.
El concederos a vos mismo os conserva,
debéis vivir representado por vuestra propia dulce habilidad.

81

O viviré para hacer vuestro epitafio,
o sobreviviréis cuando yo podrido esté en la tierra;
no podrá la muerte desarraigar de aquí vuestra memoria,
aunque todo lo que hay en mí sea olvidado.
Vuestro nombre desde aquí tendrá vida inmortal,
aunque yo, una vez partido, deba morir para todo el mundo:
la tierra puede sólo darme una fosa común,
mientras vos tendréis sepultura en los ojos de los hombres.
Vuestro monumento será mi verso suave,
que ojos aún no engendrados leerán;
y lenguas futuras de vuestro ser hablarán
cuando todos los que respiran en este mundo estén muertos;
vos viviréis —tal virtud tiene mi pluma—
donde más alienta el aliento, en la boca de los hombres.

94

Los que tienen poder para herir y no lo hacen,
que no hacen aquello que más demuestran,
aquellos que, moviendo a otros, son ellos mismos como piedra,
intocables, fríos y a la tentación lentos;
ellos justamente heredan los favores del cielo,
y preservan de despilfarros los ricos dones de la naturaleza;
ellos son amos y señores de sus semblantes,
los otros, sólo servidores de la excelencia de ellos.
Dulce para el verano es la flor del verano,
aunque sólo para sí misma vive y muere,
pero si aquella flor con una infección vil se encuentra,
la hierba más vil supera su dignidad:
ya que las más dulces cosas se agrían por sus acciones,
los lirios corrompidos huelen mucho peor que las malas hierbas.


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RAINER MARÍA RILKE
Checoslovaquía, 1875


ELEGÍAS DE DUINO

ELEGÍA I

¿Quién, si yo gritara, me oiría desde las jerarquías
de los ángeles?
y aún en el caso de que uno me cogiera
de repente y me llevara junto a su corazón:
yo perecería por su
existir más potente. Porque lo bello no es nada
más que el comienzo de lo terrible, justo lo que
nosotros todavía podemos soportar,
y lo admiramos tanto porque él, indiferente, desdeña destruirnos.
Todo ángel es terrible.
Y por esto yo me contengo y ahogo el grito de reclamo
de un oscuro sollozo. Ay, ¿a quién podemos entonces recurrir?
A los ángeles no, a los hombres, no,
y los animales, sagaces, se dan cuenta ya
de que no estamos muy seguros, no nos sentimos en casa
en el mundo interpretado. Nos queda tal vez
algún árbol en la ladera, para que la volvamos a ver
todos los días; nos queda la calle de ayer y la mimada
fidelidad de una costumbre
que se encontró a gusto con nosotros y por esto se
quedó y no se fue.
Oh, y la noche, cuando el viento lleno de espacio cósmico
muerde nuestro rostro, ¿para quién no se quedaría, la anhelada,
suavemente desilusionadora, penosamente inminente
para el corazón solitario? ¿Es más leve para los amantes?
Ay, ellos no hacen más que ocultarse el uno al otro su suerte.
¿No lo sabes aún? Arroja de tus brazos el vacío
y añádelo a los espacios que respiramos; tal vez los pájaros
sientan el aire ensanchado con el vuelo más íntimo.


XII

Nosotros somos los errantes.
Pero el andar del tiempo
tornadlo como nimiedad
en lo que siempre permanece

Todo lo que corre
habrá pasado ya;
pues sólo lo que queda
nos consagra.

Muchachos, oh, no echéis el valor a la velocidad
ni al intento de vuelo.

Todo ha descansado:
tiniebla y claridad,
flor y libro.

BLANCA VARELA
Perú, 1926


SECRETO DE FAMILIA

soñé con un perro
con un perro desollado
cantaba su cuerpo su cuerpo rojo silbaba
pregunté al otro
al que apaga la luz al carnicero
qué ha sucedido
por qué estamos a oscuras


es un sueño estás sola
no hay otro
la luz no existe
tú eres el perro tú eres la flor que ladra
afila dulcemente tu lengua
tu dulce negra lengua de cuatro patas


la piel del hombre se quema con el sueño
arde desaparece la piel humana
sólo la roja pulpa del can es limpia
la verdadera luz habita su legaña
tú eres el perro
tú eres el desollado can de cada noche
sueña contigo misma y basta

SUPUESTOS

el deseo es un lugar que se abandona
la verdad desaparece con la luz
corre-ve-y-dile

es tan aguda la voz del deseo
que es imposible oírla
es tan callada la voz de la verdad
que es imposible oírla

calor de fuego ido
seno de estuco
vientre de piedra
ojos de agua estancada
eso eres

me arrodillo y en tu nombre
cuento los dedos de mi mano derecha
que te escribe

me aferro a ti
me desgarra tu garfio carnicero
de arriba abajo me abre como a una res

y estos dedos recién contados
te atraviesan en el aire y te tocan
y suenas suenas suenas
gran badajo
en el sagrado vacío de mi cráneo


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ESCUELA DE
PSICOANÁLISIS
GRUPO CERO
BUENOS AIRES

FORMACIÓN DE PSICOANALISTAS

DE LA ESCUELA

• Grupo de supervisiones

Arancel: $100.

•Grupo de Poesía

Arancel: $50.

• Seminario Jacques Lacan

Por el Grupo Cero

Arancel: $100.

SEMINARIOS ANUALES

• Seminario Sigmund Freud I: «La

Interpretación de los sueños»

Arancel: $100.

Comienza: 6 de abril.

• Seminario Sigmund Freud II: «La Segunda

Tópica»

Arancel: $100.

Comienza: 21 de marzo.

• Seminario Jacques Lacan: «Relación de

Objeto»

Arancel: $100.

Comienza: 21 de marzo.

CURSOS BREVES

• «Introducción al Psicoanálisis»

marzo y noviembre

4 encuentros.

«Medicina Psicosomática»

mayo y junio

6 encuentros.

• «La Neurosis–La Histeria»

Septiembre

4 encuentros.

TALLERES DE POESÍA

• Sábados: 13.30 horas.

Arancel: $30.

•Martes 17.30 horas.

Arancel: $40.

•Jueves 17.30 horas

Arancel: $40.

INFORMACIÓN:

43 28 06 14/07 10

 

GRABIEL CELAYA
España, 1911


41

Es la hora de las raíces y los perros amarillos.
El hombre se pone como una máscara su silencio;
se le llenan los ojos de yedra.

Es la hora de las raíces y los perros amarillos;
la hora en que blanquísimos caballos
pasan como escalofríos por el fondo de la niebla

Oigo como una ausencia que el misterio está muy cerca;
oigo como una música
que la noche vuelve la cabeza.

Es la hora de las raíces y los perros amarillos;
en su sala de cristal,
la luna llora con la cabeza entre las manos.
El hombre se pone como una máscara su silencio;
sueña en el fondo del agua.

Es la hora del escalofrío en los cuerpos desnudos,
la hora en que se llora el misterio que viene y que no viene;
la luna es el dolor de esa ausencia
ante los crueles y apretados dientes blancos de los hombres.

Es la hora de las raíces y los perros amarillos,
de las raíces transparentes en el fondo de las aguas,
de los perros locos huyendo
por salas grandes y blancas.

Es la hora del misterio que viene y que no viene,
la hora en que la noche huye del mar desnuda,


la hora en que de cada estatua se escapan todos los pájaros,
la hora de los párpados de plata,
la hora en que la luna murmura como un silencio:
nada.

42


En el fondo de la noche tiemblan las aguas de plata.
La luna es un grito muerto en los ojos delirantes.
Con su nimbo de silencio
pasan los sonámbulos de cabeza de cristal,
pasan como quien suspira,
pasan entre los hielos transparentes y verdes.


Es el momento de las rosas encarnadas y los puñales de acero
sobre los cuerpos blanquísimos del frío.


En el fondo de la noche tiembla el árbol del silencio;
los hombres gritan tan alto que sólo se oye a la luna.


Es el momento en que los niños se desmayan sobre los pianos,
el momento de las estatuas en el fondo transparente de las aguas,
el momento en que por fin todo parece posible.
En el fondo de la noche tiembla el árbol del silencio.
Decidme lo que habéis visto los que estábais con la cabeza vuelta

La quietud de esta hora es un silencio que escucha,
el silencio es el sigilo de la muerte que se acerca.


Decidme lo que habéis visto.
En el fondo de la noche
hay un escalofrío de cuerpos ateridos.

43


La brisa pasa como una música por el fondo de la tarde.
Yo soy un árbol de cristal bajo las aguas transparentes,
la mano del misterio que se mueve en el silencio.


Yo soy lo que se ignora:
el estremecimiento de luz que precede a la aparición de
las espadas;
yo soy eso, sólo eso;
yo espero lo que esperan
esos cinco hombres mudos, tristes, sentados en un salón
de terciopelo morado.


Al atardecer suenan clarines de oro.
Un león de llamas huye por el fondo del bosque;
la virgen de ojos verdes se cubre el rostro con las manos.

Es mi momento, el último momento:


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cuando la luz rompe los cristales nada más tocarlos con la yema de los dedos;
cuando huye el pájaro encerrado en las blancas
clausuras de lo abstracto;
cuando uno de los hombres del salón morado dice a los otros:
«Ya no puede tardar.»

Es el último momento.
Me deslizo al filo de un silencio que casi es la muerte.
La virgen de los ojos verdes me muestra la más peligrosa de
sus sonrisas.

Es el último momento.
Estalla el oro morado del crepúsculo;
las raíces de la carne me duelen;
siento como un temblor que me hago transparente.

Es el último momento:
la muerte pasa muy cerca murmurando sus secretos;
es entonces
cuando las estatutas son el sueño del silencio
y los pianos
huelen como un niño muerto entre los lirios.


Es el último momento,
cuando da miedo volver la cabeza,
cuando parece que lo comprendemos todo y, sin embargo,
no sabemos nada;
cuando uno de los hombres del salón morado, quieto ante el balcón,
mira hacia el espejo con los ojos en blanco.

 

GRUPO CERO
ZARAGOZA
Tel. 976 37 41 96
C/ Maestro Estremiana, 14 
 Ppal. 2 Previa petición de hora

 

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GRUPO CERO

Departamento de Clínica en Madrid

Tel. 91 541 47 60
De 10 a 13 horas y de 16 a 19 horas

Poemas del libro

«Generación del 98»

GENERACIÓN DEL 98


Gustavo de Maeztu pintó en 1917 dos cuadros fulminantes:


Son “La fuerza” y “El orden”
oscuro matrimonio que copula sobre el pobre jergón de
los humildes.
Lamen ochenta años con su lengua los lienzos
donde el 98 fue dejando su protesta civil,
su carbón ceniciento, su sobresalto lírico,
su expresionismo de catástrofe
y su respiración comprometida.

¿Más bien será una crónica este intento o poema?
Poema o crónica echa mano de las artes pictóricas
y mira en los pinceles que fueron ojos luminosos
denunciadores ojos de color y dolor
mientras empobrecidos regimientos de seres humillados
transitan por la trinchera de los cuadros como manchas
cromáticas o cortejo maltratado y anónimo.


El siglo XX desenrolla su cinta tumultuosa sobre el
armazón hosco de Iberia
con soldados famélicos que estuvieron en Cuba,
atónitos palurdos de Machado,
baldadiños de Valle Inclán,
campesinos en paro de Azorín,
golfos y traperos de Baroja,
bailes con Pio Cid de Ganivet,
barrancos del lobo y ruinas de monte arruit,
pugnas por la tercera internacional,
fusilamientos, paseos y suministro de café,
puente de los franceses y cumbres del Guadarrama
para milicianos y poetas,
dictaduras y prensa clandestina,
brazos alzados y palios eclesiales,
transiciones y juegos de azar,
construcciones mecánicas y ordenadores
en olas sucesivas y distintas que se agolpan en las
últimas playas
sobre la arena húmeda de una exposición
donde Gustavo de Maeztu resucita a su hermano que
vuelve desde el barranco trágico del lobo del
asesinato,
y el 98 se pone en pie como el muerto de Bécquer,
como el cadáver de Vallejo
y se pone de pie esa sombra feroz del hombre que acecha
y vio pasar sobre su propio cuerpo el joven poeta
que se llamó Miguel
y que se murió a mediados del siglo
acosado por la fuerza y el orden
envenenado por el ángel perverso del odio y el ángel
pobre de la tisis,
como si llevara a la espalda la joroba de un 98 irredento,
en tanto que el nuevo milenarismo filtra su luz impía por
las rendijas de internet.


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LA HISTORIA EN AZORÍN


¿Es lo vulgar lo primoroso? Es lo asiduo.
El gesto cotidiano, ese suceso
que en cada instante nos distingue únicos.
Un caballero inclínase y ofrece
una flor a una dama: eso es la Historia,
una pequeña estría en la corteza
del tiempo.


Vivir es ver volver. Vuelve la vida
una vez que se cumple en cada cual
igual que se devana una madeja
y vuelve a enamorarse de su enredo.
Una mano que roza un picaporte
para abrir una puerta y entre tanto
de una estancia a otra estancia
dentro o fuera
se desliza una lengua de historia por el breve
resquicio. Así lo vemos.
El anciano señor contempla el cuadro
que retrata a la esposa ya difunta
y entre sus ojos y aquel lienzo pasan
años de neblinosa compañía.
Un instante. Una chispa. Y todo corre
hacia la nada.



POEMA DE AMOR
LEYENDO A UNAMUNO

Te recitaba a Bécquer... No: a Unamuno,
lo mismo que si tú fueses Teresa.
Sólo hay una mujer, sólo una amante,
sólo una golondrina y una tierra.

Sólo hay un cielo donde los vencejos
el hálito del tiempo recuperan
y donde tras lo azul tal vez creamos
que nuestro amor un día permanezca.

Mas don Miguel en rimas becquerianas
le hablaba a la memoria de una muerta.
Yo mientras te recito sé que vives
y aún que tú eres la vida del poema.

El sol no es el reloj de la otra vida
sino el que marca el paso de la nuestra.
No pienso en esa vida misteriosa,
bastante es la real, bastante pesa.

Te recito a Unamuno. Melancólico
en dulces rimas embebió su pena.
Pero la muerte es nada y nada espero
sólo saber que vivo
y sentir que me besas.

ATRAVESANDO CASTILLA  
BAJO LA LLUVIA

Atravieso Castilla esta mañana de dulce y diluvial
simbología.
Es como una mujer de agua y de llanto prodigando
sus besos y su música
sobre el silencio gris, el campo gris, el pecho gris
y el gris ensueño de la soledad.


Qué, don Miguel diría de esta tierra empapada como
un alma embargada por la duda.
Qué, don Antonio de estas sierras de agua.
Qué, el pequeño filósofo desde la metafísica del
cántaro.
O qué, la nietzscheana negación del diluvio.


Atravieso Castilla como quien ve a la madre despedirnos
serena cuanto amarga,
como quien ve a una extraña mujer entre las velas
líquidas de un entierro no triste,
de un funeral sin pena ni gloria,
con una gris sonrisa cenicienta.

¿Fuiste así de verdad, Castilla, amante platónica
y lejana de sus ansias?
¿Eras cuerpo y lujuria imaginada
o mujer poseída entre sus brazos
de misóginos tristes y silentes?
La castidad se viste de ángel gris,
de ángel de alas mojadas,
de armonía mojada y besos místicos
para paliar sus lúbricos deseos
y mirarse en las lentas superficies espejeantes,
blancas,
azucenas de vidrio en que se observan,
en que te observan joven reflejada.
Carne de hermoso palpitar lloviente.
Para fieles amantes descubierta.
El vasco metafísico, el sociólogo,
el de pupilas de mediterráneo,
el andaluz de tarde apaciguante.

¿Fuiste así, tan amada, o sólo encanto
de inventadas estampas que congregan
para la fe de agnósticos devotos
torturados misántropos
de laicas, estilísticas liturgias?

Y pasan con mil gracias derramando
con óleos grises sobre carnes lentas
igual que sacerdotes invisibles
ungiendo y consagrando el cuerpo amado
de la novia Castilla, de la amante Castilla,
de la madre Castilla, miserable y hermosa,
tan santa y meretriz, tan violada virgen,
tan Melibea intacta, tan dama Dulcinea,
tan Celestina oscura, tan Guiomar perdida,
tan Leonor de llanto.
Plural mujer de tierra, mujer única y sola.
Dulce Castilla en manos de la lluvia,
bajo plumas de lluvia,
bajo besos de lluvia, bajo palios
como reina de lluvia,
esta mañana de un verano apenas
en que a tierra de campos regresaba.


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«LA POESÍA Y YO»

Autor:

Miguel Oscar Menassa

208 PÁGS.

900 PTS., 8 US

 

 «Poesía y Yo» es un título que anuncia una poesía esencialmente lírica: el yo del poeta volcado en el poema, poesía autobiográfica que, además, el autor quiere dedicar, como «una esquirla» al «siglo». Dedicatoria concisa e incisa, un tanto hermética, mas en todo caso de intención realista. La esquirla es la pequeña astilla de un hueso que forma parte del hombre-autor, del ser vivo, del esqueleto que lo sostiene: del ser real que se halla en el siglo: esto es: en el tiempo. Siglo XX que finaliza o siglo XXI que nace, son el pasado y el futuro. Además, «el siglo» es, para la religión, cuanto concierne a la vida terrenal. De tejas abajo. El cielo —conforme dice un verso— «no tiene contenido», es sólo una palabra bisílaba. Luego lo que tiene valor es la palabra. La palabra, que es calificada de «corporal». Vida, cuerpo, tiempo. 

¿Y quién acompaña al poeta en este acontecer temporal? La muerte. Con su muerte, esto es: con su destino, entra en un nuevo giro de su existencia: el exilio. Porque este libro viene a ser una especie de diario de destierro. 

Hay una simbología muy compleja en la continua exaltación de lo corporal y del amor obsesivamente sexual, con la que el poeta llama Ella (con mayúscula), pronombre personal en el que pueden alojarse la mujer o la muerte o la misma poesía. 

Es difícil leer un libro de años atrás (el autor lo sitúa en los años ochenta) cuando ya se conocen obras posteriores que nos hacen mirar a otros costados. En este caso, a la poesía surrealista y a los reflejos de una prosa sexualizada, ya que incurrimos, quizá con exceso, en buscar justificaciones en precedentes en rasgos que, de por sí, ya se creaban desde un fondo existencial. Si el poeta dice: «más allá de tu cuerpo nada hay», nos acerca a un concepto del amor en que, bajo sus palabras sensuales, late un fondo dramático de tabla de salvación en el naufragio de la existencia. La vida, por encima de la Literatura, con ansia de libertad. Y la poesía, que se toma como realidad habitable: «donde la poesía construye su residencia». Nada más lejos de la poesía tomada como evasión o fuga de delirios sentimentales. Al mismo tiempo, no se desecha la oportunidad de testimoniar sobre su país de origen y sus situaciones injustas. El libro —pues— se genera por un exilio y sus interpretaciones. Como en todo poeta verdadero, la poesía es un conocerse a sí mismo, por lo que está justificada su alusión táctica a Sócrates, al autoconsiderarse bebedor de cicuta. La otra cara es la muerte —penumbra de fondo— con el recuerdo del padre que le conforta. Tranquilo, pero sin esperanza.

Él mismo compara la vida con la carrera de un caballo que va a dividirse en pasado y basura. Hay un toque escéptico y una actitud de dejación: «Fuimos perdiendo en el camino / nuestro deseo de liberarnos». Es un pesimismo que hasta le hace preferir no ser testigo: «Y los que no podían / mantener sus ojos cerrados / se los arrancaban / para no ver».

A los lectores de D. Antonio Machado nos tiene que recordar aquellos versos cuando, ante la cabeza que le esculpió el escultor Emiliano Barral, decía preferir los ojos en piedra: «en piedra, para no ver». Hay en este libro también un sentimiento de continuidad biológica que dicta poemas al padre y al hijo. El poeta siente que él mismo asciende a la paternidad precisamente cuando ve morir al suyo. A veces los poemas se suscitan al socaire de sucesos cotidianos, con lo que devienen más entrañables. Quizá como consecuencia de nacer con cierto designio de diario, algunas páginas recogen poemas breves y sentenciosos, como de poesía gnómica: «Un paso al frente / también / es una orden del sistema». O: «Desde hace millones de años / el hombre vive de rodillas». La poesía de Menassa da importancia al sueño, aunque, a pesar de ello, sabe adaptarse a las cosas, a las costumbres, a la vida.

Es vida, vivida por él mismo y todo se transforma en una creación lírica, todo da cuerpo al poema. La acción se torna substancia misma de la poesía que es como una segunda piel y una segunda conciencia.

No hay artificios ni elucubraciones, hay el fluir mismo e inevitable del vivir. Y al fondo la muerte. Naturalidad, espontaneidad. Una poesía hecha hombre. 

Leopoldo de Luis 

SOCORRO NO PUEDO
DETENER MIS PALABRAS

Llegué una tarde a Madrid y me dije:
Ésta será mi tierra éste mi pueblo.
Después fue todo mucho más difícil.
Los apretones de mano del principio
se transformaron en fuertes tenazas
inmovilizadoras.

Pude sentir
que la esclavitud era mi sino.
Francesa que en el tango
muere tosiendo y enamorada.

Nací en Buenos Aires.
Mi padre es árabe
y nació en el mar.

En Buenos Aires al amparo
de la sombra de la higuera
padre me recordaba
que abuelo cuando hablaba
siempre hablaba de España.

Nuestra tierra más bella decía
y si fue Patria de mis abuelos
será tu Patria.

Luego se perdía en divagaciones
y recitaba algún poema en árabe
inscripto en piedras y pensares
que fueron para España su nacer.
Ya verás con tus propios ojos
a pesar de los bárbaros
nuestras señas perduran
y entonaba dormido una canción
Laia, Laia, Laia, LAIA, LAIA, Laia...
y batía las palmas como los andaluces.

A la mañana siguiente madre
recordaba
que vivíamos en Buenos Aires.
Ella siempre cantaba tangos
y algunas mañanas inolvidables
cuando padre se iba a trabajar:
«Ojos verdes como la albahaca
verdes como el trigo verde
y el verde verde limón...»

A ella le brillaban los ojos siempre
a él sólo le brillaban los ojos
cuando cantaba en árabe sus canciones
cuando recordaba la España del abuelo.

Llegué a España huyendo de mí mismo
huyendo de una vida que no pude
contener en mi cuerpo.
Y cuando llegué me dije:
Ésta será mi vida, ésta mi Patria.

Después fue todo mucho más difícil.

Al principio
era lindo caminar por las calles.
Libre
me sentía libre como un pájaro
y cantaba como mis antepasados
y pensaba que la vida y el amor
pueden comenzar todos los días
hoy.

Después la calle se fue poblando
de fantasmas
se llenó de recuerdos.
Se dejaron de escuchar las guitarras
y la gente se escuchaba a sí misma.

A nadie le gustaba lo que pasaba.

Habían matado.
a un estudiante
a un policía
a un militar
a un militante
a una vieja
a un niño.
Habían matado.

La calle se pobló
de inconmensurables
murmullos de desaprobación.
De golpe en la ciudad de la luz
fue imposible caminar por la calle.

En Madrid huyendo de la calle
como antes había huído de mi país
llegué hasta aquí, lugar de sueños
donde la ciudad sólo ama la poesía.

Toda página en blanco es el pasado.
Cada página escrita será mi Patria.


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EL INDIO DEL JARAMA EDITORIALES

184 PÁGS.
900 PTS., 8$.

 

—FRAGMENTOS—

N.º 1

Enero–Febrero 92

Escribo desde las secretas entrañas de un negro vibrante. Me
dirijo hacia todas las direcciones y, también, para arriba pero en
mí, hay algo que cae, algo que no deja de caer.
Y si tuviera la fortuna que alguien me preguntara ¿por qué me
dirijo al mundo en forma de pequeña revista? yo contestaría con premura: Grandes escritores, antes que yo mismo, dedicaron gran parte de su vida a confeccionar y publicar pequeñas revistas.
Y no es, precisamente, que yo me sepa un gran escritor, más
bien, un saber general que anida en mí, dice que lo grande convence a cualquiera, aunque en verdad no quiero, en un sentido estricto, convencer a nadie.

N.º 10
Julio–Agosto 93

Esta vez, intentaré decir algo de la verdad, entre Elecciones Generales, en España, que ya han terminado como todo el mundo esperaba, la Feria del Libro de Madrid, en el Retiro y Pintango, en el Centro Cultural Galileo, el personal me ha dejado un poco solo.

El editorialista del número 9 desapareció, a los poetas los tuve que llamar por teléfono y alguno de ellos me dijo que en estos momentos la poesía no era lo más importante, los psicoanalistas del grupo trabajando a destajo con los líderes políticos y otras hierbas, no han podido del todo hacer los deberes, así que este número 10 deberé en parte, realizarlo en soledad.

Y no es, precisamente, que a mí me moleste la soledad, ya que a lo largo de mi vida he vivido, infinitas, experiencias de soledad. 

Recuerdo una vez, en la Selva Amazónica, el encuentro fortuito con una bella francesa que me juró amor eterno y luego me abandonó, tal vez, por un poco de dinero, tal vez, por una cierta tranquilidad espiritual.
O bien, aquella otra vez, en pleno centro de una ciudad cual-quiera, donde todo el personal que me rodeaba, amigos y mujeres (francesas entre ellas) se quedaron absolutamente ciegos y yo fui la única luz en esa terrible oscuridad

N.º  16, 17, 18
Julio–Diciembre 94

Releyendo toda la editorial me doy cuenta que no soy
Menassa, que no tengo tanta contundencia como él en las críticas y que de fútbol no entiendo una mierda, que no tengo su delicadeza para decir barbaridades y que por último mi sentido del humor es escaso. Empiezo a arrepentirme en parte de haber aceptado sin posibilidad de renunciar esta tarea infinita de dirigir El Indio y confeccionar, todos los números, la editorial.

Luego, haber tomado la decisión, sin consultar a nadie, ni siquiera a Menassa, de que a partir de ahora iríamos a salir cada cuatro meses, me da como una culpa infinita y no sé, por otra parte, cómo reaccionarán los mecenas de El Indio frente a tamaña toma de posición.

Me doy cuenta que con poetas y gente grande siempre me llevo bien, pero debo reconocer que nunca pude llevarme bien del todo, con gente nerviosa o maricas o putas baratas o comerciantes inescrupulosos o políticos sucios o estudiantes desconcertados o, o, o... En realidad llevarme bien no me llevo bien con nadie, me lo imagino a Menassa esperando que terminara el Mundial para dar tal cual los resultados como resultaran y, yo aquí, tratando de acertar como si fuera un mago y diciendo mis cosas, quién sabe si quedo bien con alguien.


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