Madrid, 1979
Hacer el amor no es suficiente.
Hablar, mi amor, tampoco es suficiente. Ver a los niños jugar alegremente por la mañana, y crecer rabiosamente hacia el futuro, no es suficiente.
Superar la heterosexualidad, o la homosexualidad, la bisexualidad o la falta de
sexualidad, no es suficiente. Tener dinero o no tenerlo. Amar las
plantas y los animales. Dejarse llevar por la palabra o bien,
escribirlas ordenadamente o desordenadamente, no es suficiente. Para
comenzar todo de nuevo habrá que abandonar los últimos estertores
de esa vieja pasión: Correrse, dejar que todo pase por un costado
de nuestra vida.
Que nada haga centro en mí.
Seremos lo que vive y muere en un desvío.
Lo digo aunque me cueste la vida o el porvenir, la diferencia entre una familia monogámica y una vida en comunidad, no debe buscarse
en ningún tipo de progreso social, donde sexo y dinero, más que regulados desde el ser, o bien, desde los promiscuos deseos infantiles,
queden atrapados y determinados por la dirección del proyecto.
Revolucionar, querrá decir en todos los casos, algo que ocurra, también y por sobre todo, contra nuestros propios deseos sexuales,
contra nuestra propia personalidad.
Estamos contentos de haber escrito estas pequeñas palabras.
Contentos, por comenzar a sentir que vivir, tendría que costar solamente eso: vivir. Vivir doscientos años, si es necesario, y si necesario,
mil.
Palabras abiertas como manantiales. Poesía. Efímera luz y, mismo
tiempo, eternidad marítima. Pulpo estremecido en todas direcciones.
Perfecto plan para el hastío. Incompletud. Imperfección. Casi
sublime impotencia de ser.
Y por eso, precisamente, nadie pertenece. Ella es universal, atlética y
deforme. Inexperta e impune a la vez, marca definitiva en un
destino. Desvío definitivo en una locura. Entre
sus brazos, todo es carne volcánica. Tiempo, de sobrepasar también
el tiempo. Un fin de siglo, nos imaginamos, a caballo de la POESÍA.
MIGUEL OSCAR MENASSA
Estoy un poco inquieto porque la llegada del
2000 no me afecta, a tal punto, que no consigo enterarme ¿por qué? tanto bullicio.
A mí me parece que se están gastando, en festejar el advenimiento del 2000, que ni
siquiera quiere decir que estaremos en el próximo milenio, un dinero que haría falta
para educar a la población mundial.
Además, todo lo que pasó en el siglo XX, no está para festejar, sino más bien para ser
estudiado.
¿Cómo fue posible lo que fue posible? Y ésta, por fin, es una pregunta epistemológica.
Sin embargo, pensándolo bien, hay algo para festejar en el 2000: Los cien años de la
publicación del libro de SIGMUND FREUD "La interpretación de los sueños".
Como poeta, como ese poeta que se produce cada vez que coordino la grupalidad que publica
"LAS 2001 NOCHES" Revista de Poesía, Aforismos, Frescores,
mensualmente, con una tirada de 125.000 ejemplares, que aspiran a ser 500.000, y
distribuye entre la población de España y Argentina, gratuitamente, se entiende, para la
población.
A NOSOTROS, LAS 2001 NOCHES, nos cuesta lo que vale.
Como poeta, digo, esta vez, no dejaré que los psicoanalistas se anticipen en rendir
homenaje a "La Interpretación de los Sueños", obra en la cual se produce el
concepto INCONSCIENTE.
Y un poeta debe agradecer, 100 años después, la publicación de ese libro de Sigmund
Freud, porque, si bien no se sabe, aún, con exactitud, cuánto ha de mejorar o cambiar la
medicina, o la educación, o el alma de los pobres si la tuvieran; lo que sí, ya se sabe,
por eso un poeta tiene que agradecer, es que con el PSICOANÁLISIS, la Poesía haya
modificado sus MANERAS, su modo de producirse, su concepción de la Humanidad. |
La producción del INCONSCIENTE en la obra de Sigmund Freud "La Interpretación de
los Sueños" publicada en 1900, había hecho nacer la POESÍA, de tal modo había
nacido la Poesía que ningún siglo como el siglo XX, mostró, con claridad, a TODOS sus
científicos llorando por no poder la Poesía.
La Poesía alcanzaba en este Siglo, como todos ambicionábamos hace milenios, el propio
corazón de la humanidad.
El Psicoanálisis había arrancado, para siempre, una venda de los ojos de la humanidad.
La mujer, el hombre, antes del psicoanálisis, no sabían nada acerca de cómo se
producían:
LA POESÍA
LA CIENCIA
EL AMOR
El pensamiento Inconsciente es, en el límite de su libertad, la POESÍA.
Un saber no sabido por el científico, lo lleva por el camino de la "Verdad".
Y gajos arrancados de la Especie, sin representación psíquica para el sujeto, producen
el amor.
Agradezco, como poeta, al Psicoanálisis que la mujer, que tanto amo, pueda después del
Psicoanálisis preguntarse por su libertad, por su potencia creadora.
La Poesía es, precisamente, el alma de lo femenino. Es por eso que el psicoanálisis
posibilita que nos preguntéis ¿por qué lo femenino (tiempo de la poesía, residencia de
la función poética) antes del psicoanálisis era más fácil para un hombre que para una
mujer? y ¿por qué, ahora, después de la Interpretación Psicoanalítica, la mujer
puede, si lo deseara, apropiarse de lo que le pertenece desde siempre, la Poesía?
Y hoy día lo sabemos, el hombre ya ha agotado sus posibilidades de liberación y si,
aún, había alguna posibilidad de liberación para la mujer, es el psicoanálisis el que
lo posibilita.
En 1900, Freud puede diferenciar con precisión y destreza, una mujer histérica de una
mujer.
Esta diferencia permitirá a la mujer, sin ser histérica, decir que NO.
Determinar, a partir de la negación, su propio pensamiento Inconsciente.
Después de la Interpretación psicoanalítica, la mujer podrá ser una mujer sin
pertenecer a ningún hombre.
La mujer producía en este grado de libertad un camino propio hacia el poder, hacia la
creación en general.
Agradezco como poeta, a Freud, por haber denunciado la "Doble Moral" masculina,
por todos aceptada, como el instrumento más poderoso de dominación del hombre sobre la
mujer.
Lo que el hombre conseguía con un simple desdoblamiento de su moral, a la mujer le
costaba la enfermedad o el castigo.
Lo que al hombre le daba hasta cierto prestigio social, cuando ocurría en ella, sólo le
servía para ser denigrada, aún, un poco más.
Ella misma dudaba de su moralidad cuando deseaba.
Es el psicoanálisis que nos dice: Hombre y mujer, articulados de manera compleja con ser
padre y madre, constituyen la sexualidad de todo hombre, de toda mujer.
Todo lo humano puede producirse en Ella.
Ella puede producir cualquier humanidad y, ahora, después del psicoanálisis, lo sabe.
De cualquier manera, me alegra haber llegado al año 2000. Lo ambicionaba desde joven, por
eso llegué. Una ambición secreta, poderosa, femenina. MIGUEL OSCAR MENASSA |
X CONGRESO
INTERNACIONAL
GRUPO CERO
PSICOANÁLISIS Y
MEDICINA
TEMAS A TRATAR:
• ASPECTOS
PSÍQUICOS EN EL
DOLOR.
• ENDOCRINOPATÍAS Y
SU RELACIÓN
CON EL PSIQUISMO.
• MANIFESTACIONES
SOMÁTICAS DE
LA ANGUSTIA.
• LA IDENTIFICACIÓN
EN LA ANOREXIA.
• EL
"TABÚ" DE LA ENFERMEDAD.
• PULSIÓN Y
FENÓMENO
PSICOSOMÁTICO.
• MECANISMOS
ETIOPATOGÉNICOS
DE LA HIPERTENSIÓN.
• CÁNCER: UNA IDEA
MORTAL.
• TRASTORNOS
PSICOSOMÁTICOS EN
LA ADOLESCENCIA.
• LA ENURESIS: UNA
MANIFESTACIÓN
DE LA SEXUALIDAD.
• LA
HIPOCONDRÍA: UN MIEDO A VIVIR.
• LA REDUCCIÓN DEL
GASTO
SANITARIO EN LAS AFECCIONES
PSICOSOMÁTICAS CON
EL TRATAMIENTO
PSICOANALÍTICO.
• INSOMNIO, UN
TRATAMIENTO MÁS
ALLÁ DE LOS HIPNÓTICOS.
• EL DOLOR Y
SU RELACIÓN CON LO
ERÓTICO.
• CEFALEAS,
JAQUECAS:
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
PSICOANALÍTICO.
• DIAGNÓSTICO Y
TRATAMIENTO DE
LAS OBSESIONES EN
EL
EMBARAZO.
• TRATAMIENTO
PSICOANALÍTICO DE
LA DEMENCIA SENIL.
• LA ANOREXIA
DETRÁS DEL ESPEJO.
•
PSICOANÁLISIS DE LOS
TRASTORNOS GINECOLÓGICOS.
• INTERVENCIÓN
PSICOANALÍTICA
SOBRE LA MADRE EN LAS
ENFERMEDADES INFANTILES.
• LOS AVANCES
TERAPÉUTICOS EN LA INSUFICIENCIA CARDÍACA Y EL AMOR.
• EL LENGUAJE DEL
HIPOCONDRÍACO.
• LAS ENFERMEDADES
DE LA VEJEZ Y
SU RELACIÓN CON
EL DESEO.
• LA ANGUSTIA Y LA
ENFERMEDAD
PSICOSOMÁTICA.
MESA REDONDA:
PSICOANÁLISIS Y
MEDICINA
Del 24 al 26 de
febrero del 2000
en el Círculo de
Bellas Artes de Madrid
PATROCINA: EDITORIAL
GRUPO CERO
Información: 91
542 33 49 |
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JUAN
L. ORTIZ
Argentina,
1896
SÍ, MIS AMIGOS
Sí, mis amigos, allí en esos rostros, está el
rostro.
El rostro que en la noche, en medio de la tempestad,
entre
relámpagos,
en medio del martirio, con la sonrisa última muchas
veces,
algunos entrevieron y saludaron como un alba.
La poesía también fue, la poesía también es, un
llamado en
la noche,
tímido o firme, pero un llamado hacia ese rostro.
Acaso la belleza esté allí. Estamos seguros de que
la belleza
está allí.
En ese resplandor que casi vuelve imprecisos los
rasgos.
Sin velos. Como la luz de las aguas y de las flores
en un puro
mediodía.
O como la del corazón que ha encontrado su centro.
Y las manos, ah, las manos que sufrieron las cadenas
y
sangraron, las manos,
son a quellas, sí, aquellas que allá tejen la
guirnalda del sueño
a lo largo de la tierra en la casa común.
¿Véis los dedos ahora finos afiebrados en torno de
los tallos
y de los pétalos,
y de los pulsos precisos, y sobre las "páginas
que defienden
su blancura",
y sobre los silencios, tantos silencios, que luego
han de
cantar?
¿Véis el gesto abierto hacia la colina que
despierta como una
novia o como una hija?
¿Véis el gesto desvelado sobre el paisaje de las
infinitas
respuestas en la escala toda, relativa, del vértigo?
¿Pero véis sobre todo, pero sentís sobre todo,
que por las manos ahora fluye, recién fluye, la
corriente,
la clara, la profunda corriente en que la criatura
puede
mirarse de veras y ver el infinito?
Sí, mis amigos, allí en esos rostros, está el
rostro.
La belleza está allí, nuestra belleza.
ELLA...
Ella anuda hilos entre los hombres
y lleva de aquí para allá la mariposa profunda
ala del paisaje y del alma de un país, con un polen...
Ella hace sensible el clima de los días, con su
color y su
perfume...
a su pesar, muchas veces, como bajo un destino.
Testimonio involuntario, ella,
de un cierto estado de espíritu, de un cierto estado de las
cosas,
en que la circunstancia da su hálito...
Pero se dirige siempre a un testigo invisible,
jugando naturalmente con la tierra y el ángel,
el infinito a su lado y el presente en el confín...
Mas es el don absoluto, y la ternura,
ella que es también el término supremo y la última esencia
con las melodías de los sentidos y los símbolos y las visiones
y los latidos
para el encuentro en los abismos...
Mas tiene cargo de almas, y es la comunicación,
el traspaso del ser, "como se da una flor", en el nivel de los
niños,
más allá de sí misma, en el olvido puro de ella misma...
Y no busca nunca, no, ella...
espera, espera, toda desnuda, con la lámpara en la mano,
en el centro mismo de la noche... |
NICOLÁS
OLIVARI
Argentina, 1900
PERO LA VERDAD ES
ÉSTA
Me detuvo el espejo,
el helado espejo de tu cámara pobre
haciendo muecas para fingirme alegre.
Estoy siempre triste, pero, amigo,
yo te niego
derecho a entrar en mi tristeza.
Sufro como una bestia y esta tarde y siempre,
vengo de mis raros paseos de extramuros
con el alma achatada como las casas;
tienen
mis ojos, un pavor antiguo.
Un miedo cerval a mostrarme triste,
porque la tristeza la vera tristeza, está
degenerada,
existen poetas que son tristes por el oficio,
hay otros que lo son porque no son nada.
Yo tengo una tristeza sin vuelta de hoja,
una tristeza fundamental,
que ensucia las paredes de lo que se llama
sentimiento
se ensaya en el amor.
Mi tristeza es una muchacha con delantal,
en la tristeza definitiva del corredor
de una casa de departamentos.
CÉSAR
FERNÁNDEZ
MORENO
Argentina, 1919
DESCRIPCIÓN
DE TU PECHO
vuelvo naturalmente
sobre esa delicada especialidad de tu ser
sobre ese empuje suave
ese avance blanco y suave
que de oscuros extremos ásperamente suaves se corona
esa única parte de tu cuerpo
que decidida amorosamente
viene de ti hacia mí
destaco otra vez el equilibrio
entre su ímpetu y su inercia
convexo y lo cóncavo
sus distintas maneras de empezar
y ese gracioso modo
ceder a su peso sin olvidar su forma
te acuestas boca arriba
qué difícil precisar sus límites
y si me abrazas en la noche
tus pechos nacen del mío
son esa caricia inaudita que me viene de afuera
sino invertidos pechos que nacen de mí
como dulces surtidores
brotándome de dos puntos activos
abriéndose luego cálidamente
y perdiéndose en la plenitud de tu cuerpo
|
ALBERTO
GIRRI
Argentina, 1919
PASCAL
Casi ninguna verdad,
el vacío
para sentirte seguro
contra la historia,
apóstata
por aconsejar la inconstancia,
la fatiga extrema,
la tempestad,
aunque los hombres no las amen,
por juzgarnos míseros
y tener la alta idea de ti
que no quieres
compartir nuestras debilidades,
por ser tú mismo endeble
y admirar las moscas,
extrañas potencias
que ganan todas las batallas,
perturban el alma,
y devoran el resto,
por sustraerte al destino común
asomándote al abismo,
tu abismo, a tu izquierda,
y orar con un largo grito de terror,
por cerrarte a la claridad
mientras velas, implacable,
y exiges
que en esa Agonía
que durará hasta el fin del mundo
nadie se duerma,
por haberte ofrecido a Dios
tras anunciar que en todas partes
la naturaleza señala a un Dios perdido.
Casi ninguna verdad,
el vacío
y el morir solos
debajo de un poco de tierra.
Tuviste razón,
qué necios son estos discursos.
ROBERTO
JUARROZ
Argentina, 1925
POESÍA VERTICAL, 14
He encontrado el lugar justo donde se ponen las
manos,
a la vez mayor y menor que ellas mismas.
He encontrado el lugar
donde las manos son todo lo que son
y también algo más.
Pero allí no he encontrado
algo que estaba seguro de encontrar:
otras manos esperando a las mías. SEGUNDA POESÍA
VERTICAL, 52
Si alguien,
cayendo de sí mismo en sí mismo,
manotea para sostenerse de sí
y encuentra entre él y él
una puerta que lleva a otra parte,
feliz de él y de él,
pues ha encontrado su borrador más antiguo,
la primera copia. |
QUINTA POESÍA
VERTICAL, 2
Llega un día
en que la mano percibe los límites de la página
y siente que las sombras de las letras que escribe
saltan del papel.
Detrás de esas sombras,
pasa entonces a escribir en los cuerpos repartidos por el mundo,
en un brazo extendido,
en una copa vacía,
en los restos de algo.
Pero llega otro día
en que la mano siente que todo cuerpo devora
furtiva y precozmente
el oscuro alimento de los signos.
Ha llegado para ella el momento
de escribir en el aire,
de conformarse casi con su gesto.
Pero el aire también es insaciable
y sus límites son oblicuamente estrechos.
La mano emprende entonces su último cambio:
pasa humildemente
a escribir sobre ella misma.
MARIO
TREJO
Argentina, 1926
LABIOS LIBRES
Al cabo de las tierras y los días
de horarios y partidas y llegadas
y aeropuertos comidos por la niebla
enfermo de países y kilómetros
y rápidos hoteles compartidos
Luego de esperas
y prisas
y rostros y paisajes diferentes
y seres encandilados por el olvido
o abiertamente besados por la vida
Después de aquella amada
y esa otra apenas entrevista
mujeres cogidas por mi soledad
y ahogadas por las bellas catástrofes
Luego de la violencia y el deseo
de comenzarlo todo nuevamente
y los errores
y los malentendidos cotidianos
y los hábitos torrenciales del trópico
y noches acariciadas por el alcohol
y tabaco fumado con tanta incertidumbre
Al cabo de un nombre que no me atrevo a
decir
y de alguien que yo llamaba Irene
de cierta voz
cierta manera de clavar los ojos
al cabo de mi fe en el entendimiento de los hombres
y en el corazón de ciudades y pueblos
que nunca sabrán de mí
Luego de tanta tentativa de huirme o
enfrentarme
y comprender que estoy solo
pero no estoy solo
al cabo de amores corroídos
y límites violados
y de la certidumbre de que toda la vida
no es más que los escombros
de otra que debió haber sido
Al cabo del hachazo irreparable del
tiempo
sólo puedo blandir estas palabras
esta obstinación de años y distancias
que se llama poesía.
|
LOS CAMPEONES DE
LA NOCHE
Ninguna ley tengo para ofrecer
ninguna profecía
salvo la muerte y las revoluciones victoriosas
Dejemos entonces el guerrero en paz
y a los hermanos rotos en medio del camino
Pasemos al sacrificio
La ceremonia está servida:
abrazos celebrados detrás de la ciudad
besos en andenes movedizos
mudas consignas en salas de espera
y a veces ni un guiño
nada para despistar
nada para sobreentender
sólo los ojos lacios como en mesa de póker
Ya no podremos ser los elegidos por el
sol
los cachorros feroces que asombrarían al mundo
Apenas si hemos nacido sin querer
viejos desconocidos a quienes llamo mis amigos
perdidos en el trasbordo y sin saber qué tren tomar
Pero mis compatriotas juegan a dormir y
a olvidarse de todo
borrachos que invocan a Dios como a una deuda de juego
soldados que hacen patria en los umbrales
pálidos maricas dispuestos a fingir hasta el alba
parejas para las que ha terminado sin gloria
esta noche en la que tanto creyeron
y también el húmedo insomne
que mueve sus ojos desde el hospital
acechando el ruido de los libres
aullando por la droga que le traerá el olvido
el negro paraíso que es dormir una noche
Y aquí
en el centro de la ciudad
las tiernas actrices leen su nombre en el diario
y los tenebrosos también quieren saber qué pasa en el mundo
mientras los coches llevan solitarias parejas
y todos tanteamos una cama y un nuevo sueño
y la mañana viene trayendo la luz y la paz
pero no para todos
apenas para nosotros
los ganadores
los verdaderos campeones de la noche.
RICARDO
E. MOLINARI
Argentina, 1926
QUISIERA QUE ME
DEJARAN...
Quisiera que me dejaran como a un ángel
perdido, en el
desierto;
que me olviden así, abrazado y solo, volviendo a una llama seca;
regresando sin temor a la otra noche,
olvidado.
Cuando se nace para vivir en la tierra,
bajo un cielo de
vientre de ballena,
la soledad del hombre muerto
quiere salir de la soledad,
hacia toda la inocencia, desterrado.
Cuando me veas devuelto al olvido,
abandonado,
ya no me hallarás las flores sobre el ciego hombro,
ni el río melancólico donde mojabas tu cuello
de helecho secado en un jarro.
Arriba está el otro viento. No me digas
nada;
hoy tengo la lengua oscura, y el sentimiento,
impenetrable, aborrecido.
El Sur es un llano lento, que nadie
entiende,
donde a veces llora una cabeza de caballo
el aire desesperado. Donde mi corazón sale por la tierra
a buscar aliento. |
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UNA ROSA PARA
STEFAN GEORGE
No es la paciencia de la sangre la que
llega a morir,
ni el sueño ni el mármol de Delfos, sino el polvo
que se calienta en las uñas.
¡Qué importa morir, que se borren las paredes como un río
seco!,
que no quede una flor en la calle con su borde de luto en la
frente,
ni el viento sobre las piedras podridas.
¡Qué haces allí, tronchado sin
humedad,
con tu dicha sin aliento, con tu muerte tendida a los pies!
Con tu espuma llena de ceniza. Desdeñoso.
Ya vendrán los hombres con el ruido,
con los gestos;
pero el odio seguirá intacto.
Todos te habrán estrechado la mano
alguna vez,
y tú habrás bebido la cicuta en la soledad,
como un vaso de leche.
Adiós país de nieve, de ventisca
agria, sin gente que diga mal
de ti. Eterno. Desnudo.
La sangre metida en su canal de hielo
fuego sin aire Jordán perdido. Si el tiempo tuviera sentido
como el sol y la luna presos;
si fuera útil vivir,
si fuera necesario,
¡qué hermoso espanto: tengo la voluntad avergonzada!
Yo soy menos feliz que tú. Me quedo
combatiendo sin honor,
con un haz de ramas en las manos.
¡Duerme! Dormir para siempre es bueno,
junto al mar;
los ríos secos debajo de la tierra con su rosa de sangre
muerta.
Duerme, lujo triste, en tu desierto
solo.
¡Esta palabra inútil!
RUBÉN
VELA
Argentina, 1928
HOMBRE CON VASO
DE VINO
Soy el bello animal enjaulado en mis
huesos.
En marfiles magníficos que celosamente me custodian.
Son mi habitación privada
donde viven mezclados
los días del futuro y pequeñas
humedades de infancia;
la memoria de algo que pasó
y volverá a repetirse:
el nombre de mi muerte.
Allí acumulo mi sed y mi alegría,
mis fatigas y asombros,
mis ropajes usados,
lenguajes como fiebres incurables
y el maravilloso amor.
Esa jaula
es mi pasaporte humano,
necesario.
Mi vestidura secreta,
mi deznudez total,
desconocida.
|
RAFAEL
ALBERTI
España, 1902
RETORNO DE LA
DULCE LIBERTAD
Podías, cuando fuiste un marinero en
tierra,
ser más libre que ahora,
yéndote alegremente,
desde las amarradas comarcas encendidas
de tu recién nacido soñar, por los profundos
valles de huertos submarinos, por las verdes
laderas de delfines, sumergidos senderos
que iban a dar a dulces sirenas deseadas.
Podías, bien podías entonces, bien podías,
sin lágrimas inútiles, sin impuestas congojas,
viajar, llenos de viento los labios, con un golpe
de abierta luz en medio del corazón, bien alta
la valerosa vida cayendo de tu frente.
¿En dónde las fronteras entonces, ese miedo,
ese horror a los límites,
ese cerco que escuchas avanzar en la noche
como un triste mandato que ha de cumplirse al alba?
Libertad, dulce mía,
por muy niña que fueses,
por más chicos que fueran tus tiernos pasos, dime,
contéstame si aún tus pequeños oídos
me conocen: ¿No intentas, fugitiva y cantando,
retornarme a tus libres comarcas venturosas?
¿Quién te encarcela, dime? Dí, ¿quién te pone grillos?
¿Quién te esposa las alas y quién, dime, cerrojos
clava en tu lengua y sombras pone sólo en tus ámbitos?
Libertad, no me dejes. Vuelve a mí, dura y dulce,
como fresca muchacha madurada en la pena.
Hoy mi brazo es más fuerte que el de ayer, y mi canto,
encendido en el tuyo, puede abrir para siempre,
sobre los horizontes del mar, nuestra mañana. RETORNOS DEL AMOR
EN UNA NOCHE
DE VERANO
A tientas el amor, a ciegas en lo oscuro,
tal vez entre las ramas, madura, alguna estrella,
vuelvo a sentirlo, vuelvo,
mojado de la escarcha caliente de la noche,
contra el hoyo de mentas tronchadas y tomillos.
Es él, único, solo, lo mismo que mi mano,
la piel desparramada de mi cuerpo, la sombra
de mi recién salido corazón, los umbrosos
centros más subterráneos de mi ser lo querían.
Vuelve único, vuelve
como forma tocada nada más, como llena
palpitación tendida cubierta de cabellos,
como sangre enredada en mi sangre, un latido
dentro de otro latido solamente.
Mas las palabras, ¿dónde?
Las palabras no llegan. No tuvieron espacio
en aquel agostado nocturno, no tuvieron
ese mínimo aire que media en tre dos bocas
antes de reducirse a un clavel silencioso.
Pero un aroma oculto se desliza, resbala,
me quema un desvelado olor a oscura orilla.
Alguien está prendiendo por la yerba un murmullo.
Es que siempre en la noche del amor pasa un río.

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MORADA DEL ALMA
QUE ESPERA LA PAZ
Los cielos alacranados de aquel siglo impedían
el advenimiento de las nuevas palomas.
El rencor se exaltaba en la cal excrementicia de los más
viejos palomares.
Un alba gritó: ¡la guerra!
El odio y la enajenación de una rosa escupida por un río
en los cauces de las cloacas insepultas, van a poneros en
contacto con las corrientes eléctricas de aquellos días.
Al cerrarse un pestillo, la noche gritó: ¡muerte!
Y la luna, que hasta entonces los astrónomos habían
calculado yerta, abrió su boca por tres lustros para
vomitar sangre: sobre las espumas verdes de la envidia,
sobre los charcos amarillentos de la ira, sobre
los paredones rojos levantados por la cólera.
Sangre sobresaltada, amor, de un prejuicio que ya creíamos
difunto.
Yo golpeo fríamente la belleza elemental de la Tierra
consumida por la lava y brindo por la devastación
absoluta de los astros.
Heridme a mí, heridme porque soy el único hombre capaz
de hacer frente a un batallón de ángeles.
Pero ya no existen: los carbonicé a todos en un momento
de hastío.
Soy inmortal: no tengo quien me hiera.
Y ahora me aburro ante las posturas desesperadas de los
muertos que sueñan inútilmente con la resurrección de
la carne.
Mas he aquí la paloma 948

EL ALMA EN PENA
Ese alma en pena, sola,
ese alma en pena siempre perseguida
por un resplandor muerto.
Por un muerto.
Cerrojos, llaves, puertas
saltan a deshora
y cortinas heladas en la noche se alargan,
se estiran,
se incendian,
se prolongan.
Te conozco,
te recuerdo,
bujía inerte, lívido halo, nimbo difunto,
te conozco aunque ataques diluido en el viento.
Párpados desvelados
vienen a tierra.
Sísmicos latigazos tumban sueños,
terremotos derriban las estrellas.
Catástrofes celestes tiran al mundo escombros,
alas rotas, laúdes, cuerdas de arpas,
restos de ángeles.
No hay entrada en el cielo para nadie.
En pena, siempre en pena,
alma perseguida.
A contraluz siempre,
nunca alcanzada, sola,
alma sola.
Aves contra barcos,
hombres contra rosas,
las perdidas batallas en los trigos,
la explosión de la sangre en las olas.
Y el fuego.
El fuego muerto,
el resplandor sin vida,
siempre vigilante en la sombra.
Alma en pena:
el resplandor sin vida,
tu derrota. |
EL ÁNGEL DEL
MISTERIO
Un sueño sin faroles y una humedad de
olvidos,
pisados por un nombre y una sombra.
No sé si por un nombre o muchos nombres,
si por una sombra o muchas sombras.
Reveládmelo.
Sé que habitan los pozos frías voces,
que son de un solo cuerpo o muchos cuerpos,
de un alma sola o muchas almas.
No sé.
Decídmelo.
Que un caballo sin nadie va estampando
a su amazona antigua por los muros.
Que en las almenas grita, muerto, alguien
que yo toqué, dormido, en un espejo,
que yo, mudo le dije...
No sé.
Explicádmelo.
LOS DOS ÁNGELES Ángel de luz, ardiendo,
¡oh ven!, y con tu espada
incendia los abismos donde yace
mi subterráneo ángel de las nieblas.
¡Oh espadazo en las sombras!
Chispas múltiples,
clavándose en mi cuerpo,
en mis alas sin plumas,
en lo que nadie ve,
vida.
Me estás quemando vivo.
Vuela ya de mí, oscuro
Luzbel de las canteras sin auroras,
de los pozos sin sueño,
ya carbón de espíritu,
sol, luna.
Me duelen los cabellos
y las ansias. ¡Oh, quémame!
¡Quémalo, ángel de luz, custodio mío,
tú que andabas llorando por las nubes,
tú, sin mí, tú, por mí,
ángel frío de polvo, ya sin gloria,
volcado en las tinieblas!
¡Quémalo, ángel de luz,
quémame y huye! LOS ÁNGELES
MUERTOS
Buscad, buscadlos:
en el insomnio de las cañerías olvidadas,
en los cauces interrumpidos por el silencio de las basuras.
No lejos de los charcos incapaces de guardar una nube,
unos ojos perdidos,
una sortija rota
o una estrella pisoteada.
Porque yo los he visto:
en esos escombros momentáneos que aparecen en las
neblinas.
Porque yo los he tocado:
en el desierto de un ladrillo difunto,
venido a la nada desde una torre o un carro.
Nunca más allá de las chimeneas que se derrumban
ni de esas hojas tenaces que se estampan en los zapatos.
En todo esto.
Mas en esas astillas vagabundas que se consumen sin fuego,
en esas ausencias hundidas que sufren los muebles
desvencijados,
no a mucha distancia de los nombres y signos
que se enfrían en las paredes.
Buscad, buscadlos:
debajo de la gota de cera que sepulta la palabra de un libro
o la firma de uno de esos rincones de cartas
que trae rodando el polvo.
Cerca del casco perdido de una botella,
de una suela extraviada en la nieve,
de una navaja de afeitar abandonada al borde de un precipicio. |
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HACE FALTA SER
CIEGO
Hace falta estar ciego,
tener como metidas en los ojos raspaduras de vidrio,
cal viva,
arena hirviendo,
para no ver la luz que salta en nuestros actos,
que ilumina por dentro nuestra lengua,
nuestra diaria palabra.
Hace falta querer morir sin estela de gloria y alegría,
sin participación en los himnos futuros,
sin recuerdo en los hombres que juzguen el pasado sombrío
de la Tierra.
Hace falta querer ya en vida ser pasado,
obstáculo sangriento,
cosa muerta,
seco olvido. ¿DE QUÉ COLOR
TUS ALAS...?
¿De qué color tus alas de demonio,
de arcángel de las chispas subido hasta la tierra?
¿De qué tus alas? Porque
tus alas no relucen plumas.
Son de alambre, de arena,
de trozos de diarios olvidados,
de materiales tangibles aunque reconocidas,
restos de cosas vagabundas, algo
que sirvió alguna vez
y otra vez por ti sirve.
EL PERRO RABIOSO Muero porque las pulgas me inoculen
la sangre de los perros más rabiosos,
me vuelvan los colmillos venenosos
y el hombre que hay en mí me lo estrangulen.
Que ni el odio y la furia disimulen
cuanto de hirientes, graves, peligrosos
son mis serios arranques rencorosos,
sin puños que los frenen y regulen.
Época es de morder a dentelladas,
de hincar hundiendo enteras las encías,
contagiando mi rabia hasta en la muerte.
Revolcándose, mira inoculadas
aullar las horas de los malos días,
por morderlas ¡oh Tiempo! y por morderte. TORO EN EL MAR
(ELEGÍA SOBRE UN MAPA PERDIDO)
Querías desprenderte, pobre toro,
abrumada de nieblas la cabeza.
Querías sacudir la hincada cola
y el obligado párpado caído refrescarlo en el mar,
mojándote de verde las pupilas.
Resollabas de sangre, rebasado, abarcado,
oprimido de noche y de terrores,
bramando por abrir una brecha en el cielo
y sonrosarte un poco de dulce aurora
los despoblados ramos de tus astas.
Gaviotas amarillas
y despistados pájaros de tierra
tejían sobre ellas
silenciosas coronas de silbos tristes y alas.
Niños muertos perdidos rodaban los delfines
por tus desfallecidas riberas
de lagares y aceite derramados,
mientras que tú, alejándote,
dejabas en mis ojos el deseo
de alzarte de rodillas sobre el mar,
encendiendo otra vez sobre tu lomo
el sol, la luna, el viento y las estrellas.
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MADRID-OTOÑO
II
¡Palacios, bibliotecas! Estos libros tirados
que la yerba arrasada recibe y no comprende,
estos descoloridos sofás desvencijados,
que ya tan sólo el frío los usa y los defiende;
estos inesperados
retratos familiares
en donde los varones de la casa, vestidos
los más innecesarios jaeces militares,
nos contemplan, partidos,
sucios, pisoteados,
con ese inexpresable gesto fijo y oscuro
del que al nacer ya lleva contra su espalda el muro
de los ejecutados,
este cuadro, este libro, este furor que ahora
me arranca lo que tiene para mí de elegía
son pedazos de sangre de tu terrible autora.
Ciudad, quiero ayudarte a dar a luz tu día. UN FANTASMA
RECORRE EUROPA...
...y las viejas familias cierran las ventanas,
afianzan las puertas,
y el padre corre a oscuras a los Bancos
y el pulso se le para en la Bolsa,
y sueña por las noches con hogueras,
con ganados ardiendo,
que en vez de trigos tiene llamas,
en vez de granos, chispas,
cajas de hierro llenas de pavesas.
¿Dónde estás,
dónde estás?
Nos persiguen a tiros.
¡Oh!
Los campesinos pasan pisando nuestra sangre.
¿Qué es esto?
Cerremos,
cerremos pronto las fronteras.
Vedlo avanzar de prisa en el viento del Este,
de las estepas rojas del hambre.
Que su voz no la oigan los obreros,
que su silbido no penetre en las fábricas,
que no divisen su hoz alzada los hombres de los campos.
¡Detenedle!
Porque salta los mares
recorriendo toda la geografía,
porque se esconde en las bodegas de los barcos
y habla a los fogoneros
y los saca tiznados a cubierta,
y hace que el odio y la miseria se subleven
y se levanten las tripulaciones.
¡Cerrad,
cerrad las cárceles!
Su voz se estrellará contra los muros.
¿Qué es esto?
Pero nosotros lo seguimos,
lo hacemos descender del viento. Este que lo trae,
le preguntamos por las estepas rojas de la paz y del triunfo,
lo sentamos a la mesa del campesino pobre,
presentándolo al dueño de la fábrica,
haciéndolo presidir las huelgas y manifestaciones,
hablar con los soldados y los marineros,
ver en las oficinas a los pequeños empleados
y alzar el puño a gritos en los Parlamentos del oro
y de la sangre.
Un fantasma recorre Europa,
el mundo.
Nosotros le llamamos camarada.
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CASTIGOS Es cuando golfos y bahías de sangre,
coagulados de astros difuntos y vengativos,
inundan los sueños.
Cuando golfos y bahías de sangre
atropellan la navegación de los lechos
y a la diestra del mundo muere olvidado un ángel.
Cuando saben a azufre los vientos
y las bocas nocturnas a hueso, vidrio y alambre.
Oídme.
Yo no sabía que las puertas cambiaban de sitio,
que las almas podían ruborizarse de sus cuerpos,
ni que al final de un túnel la luz traía la muerte.
Oídme aún.
Quieren huir los que duermen.
Pero esas tumbas del mar no son fijas,
esas tumbas que se abren por abandono y cansancio del cielo
no son estables,
y las albas tropiezan con rostros desfigurados.
Oídme aún. Más todavía.
Hay noches en que las horas se hacen de piedra en los
espacios,
en que las venas no andan
y los silencios yerguen siglos y dioses futuros.
Un relámpago baraja las lenguas y trastorna las palabras.
Pensad en las esferas derruidas,
en las órbitas secas de los hombres deshabitados,
en los milenios mudos.
Más, más todavía. Oídme.
Se ve que los cuerpos no están en donde estaban,
que la luna se enfría de ser mirada
y que el llanto de un niño deforma las constelaciones.
Cielos enmohecidos nos oxidan las frentes desiertas,
donde cada minuto sepulta su cadáver sin nombre.
Oídme, oídme por último.
Porque siempre hay un último posterior a la caída
de los páramos,
al advenimiento del frío en los sueños que se descuidan,
a los derrumbos de la muerte sobre el esqueleto de la nada.

MÉXICO
EL INDIO
Todavía más fino, aún más fino, más fino,
casi desvaneciéndose de pura transparencia,
de pura delgadez como el aire del Valle.
Es como el aire.
De pronto suena a hojas,
suena a seco silencio, a terrible protesta de árboles,
de ramas que prevén los aguaceros.
Es como los aguaceros.
Se apaga como ojo de lagarto que sueña,
garra dulce de tigre que se volviera hoja,
lumbre débil de fósforo al abrirse una puerta.
Es como lumbre.
Lava antigua volcánica rodando,
color de hoyo con ramas que se queman,
tierra impasible al temblor de la tierra.
Es como tierra.
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ENTREVISTA AL AUTOR
DE "EL SEXO DEL AMOR",
MIGUEL OSCAR MENASSA
CÍRCULO DE BELLAS ARTES
DÍA 15 DE NOVIEMBRE DE 1999
Carmen Salamanca: Queremos invitar al autor, Miguel Oscar
Menassa, a que suba al escenario.
Me gustaría, y supongo que al público también, que nos contestaras
algunas preguntas. ¿Cómo surgió la idea de "El sexo del
amor"?
Miguel Oscar Menassa: ¿Cómo surgió la
idea? Conversando
con mi mujer. Habíamos leído en el periódico que las personas de más de 45
años, sobre todo cuando se trataba de las mujeres, ya no servían para más nada, sino para ir a los
bautizos... página y media. En ese momento nos pusimos a pensar que, precisamente, una mujer,
como dice la novela, adquiere su libertad a los 50 años. Bajo la idea de la libertad amorosa en la mujer, pensé que también el hombre
podía alcanzar su libertad sexual después de los cincuenta y ése, ése fue el único motivo. Pero lo que quiero explicar es que el
hecho de que uno escriba por un motivo no quiere decir que después cumpla ese motivo, aunque el único motivo fue demostrarle a la gente entre cincuenta y sesenta años que se puede hacer el
amor, es decir, que se puede hablar de sexo. Que se puede sexualizar la palabra.
C. S.: Ajá. ¿Crees que "El sexo
del amor" es una novela de erotismo o es erotismo con algo más?
M. O. M.: Es una novela erótica en el
sentido de que hay besos, hay abrazos, algunos tienen suerte y se los garchan por el culo...
Es erótica pero no lo es, porque no muere nadie, no se mutila a nadie, no se le pega a nadie, todo lo más el Turco, que es un degenerado,
le pega dos palmadas en el culo, pero muy suave, así: plas, plas.
C. S.: Algo totalmente inocente.
M. O. M.: Eso haría que la novela no
fuera exactamente erótica, por eso que a mí me gusta. El otro día una persona en un programa
dijo que era una novela de mucho, mucho sexo pero (el pero es una partícula modal, puesta ahí...) pero de mucho, mucho amor. Yo
creo que es una novela de amor, no sé si para cualquier edad, vuelvo a insistir que es una novela de amor para gente entre 50 y 60
años. Es decir, no sé qué le pasaría a la gente más joven haciendo todas estas cosas, y no sé qué le pasaría a la gente después de los
60 años, eso todavía no lo tenemos comprobado.
C. S.: Y ¿crees que El sexo del amor es
una visión futurista de lo que pueden llegar a ser las relaciones humanas?
M. O. M.: Futurista ¿qué quiere decir,
que va a ocurrir en el futuro?
C. S.: Por ejemplo.
M. O. M.: No, yo pienso que está
ocurriendo hoy, pienso que en este momento estamos haciendo el sexo del amor, como bien dice
la novela, estamos poniéndole palabras a la pija, a la concha, al coño, a la
polla. Generalmente esas palabras no son palabras, son imágenes, uno dice culo y uno siempre ve unas nalgas, pero la
palabra culo es una palabra, se puede asociar a la palabra muerte, a la palabra vida, a la palabra ilusión. Como cualquier otra palabra,
padece de aquello de lo que padecen todas las palabras: la capacidad de combinarse con cualquier otra palabra. En cambio,
una imagen no se puede combinar con nada.
C. S.: ¿Por qué "El sexo del
amor", por qué ese título?
M. O. M.: Bueno, "El sexo del
amor" porque cuando yo era
joven, muy joven, muy joven, muy joven, muy joven, me decían
que aquello que deseaba sexualmente era un poco difícil de ser amado o, mejor dicho, aquello que amaba (en tanto me recordaba
de alguna manera a mi madre) era un poco difícil que me excitara o me produjera sexo. Entonces, en "El sexo del amor", después de
30 años de psicoanálisis, pude juntar algo de aquello que me dijeron que estaba separado, por lo menos en el título de la novela: "El
sexo del amor", que quiere decir que no hay sexo sin amor pero, fundamentalmente, que no hay amor sin sexo, que quiere decir: no
hay amor sin
palabras.
C. S.: ¿Tendremos pronto una versión en
cine de "El sexo del
amor"?
M. O. M.: Bueno, yo creo que sí, yo creo
que bastante rápidamente, porque una persona que estoy empezando a conocer y que
tiene una fortaleza envidiable está empeñada en llevar la novela al cine: Antonia San Juan.
C. S.: Muchas gracias, Miguel, y muchas
felicidades por la
publicación...
M. O. M.: Quiero decir que no me piensan
dar ningún papel dentro de la película.
C. S: ¡Ah! Bueno, a pesar de todo,
muchas felicidades.
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EL SEXO DEL AMOR
En el Círculo de Bellas
Artes |

Los protagonistas Miguel Oscar Menassa
y Antonia San Juan, llegaron del brazo
a la sala

La sala de las columnas del Círculo
de Bellas Artes, estaba abarrotada. La asistencia de 800 personas
sobrepasó todas las previsiones.

Luis Miguel Segui, compenetrado al
máximo con el Turco.
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Graciela Giordano, acompañado por la
compañía siglo Tango, actuó en primer lugar

Concha Cortés, en plena actuación
poniendo voz a fragmentos de la novela.
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Antonia San Juan, en el
escenario, provocó risas en el público

Antonia
San Juan, Miguel Oscar Menassa y Olga de Lucia, su mujer

Saludo al final de la actuación
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La presentadora, Carmen Salamanca,
entrevistando al autor en el escenario

El autor, firmando ejemplares de la
novela mientras es entrevistado
GRUPO CERO
ZARAGOZA
Tel.608 09 10 60
C/Maestro Estremiana, 14- Ppal.2 Previa petición de
hora |
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