LAS 2001 NOCHES ÍNDICE NUMERO 31

EDITORIAL

RUBÉN VELA  928

NOTAS DE DIRECCIÓN

Hombre con vaso de vino

JUAN L. ORTIZ Argentina, 1896

RAFAEL ALBERTI España, 1902

Sí, mis amigos

Retorno de la dulce libertad

Ella..

Retornos del amor en una noche de verano

NICOLÁS OLIVARI Argentina, 1900

Morada del alma que espera la paz

Pero la verdad es ésta

El alma en pena

CÉSAR FERNÁNDEZ MORENO
 
Argentina, 1919

El ángel del misterio

Descripción de tu pecho

Los dos ángeles

ALBERTO GIRRI Argentina, 1919

Los ángeles muertos

Pascal

Hace falta ser ciego

ROBERTO JUARROZ Argentina, 1925

¿De qué color tus alas...?

Poesía vertical, 14

El perro rabioso

Segunda poesía vertical, 52

Toro en el mar

Quinta poesía vertical, 2

Madrid-Otoño

MARIO TREJO Argentina, 1926

Un fantasma recorre Europa...

Labios libres

Castigos           México

Los campeones de la noche

SOCIOS DE HONOR

RICARDO E. MOLINARI Argentina, 1926

Entrevista al autor de  "El sexo del amor"  Miguel Oscar Menassa
Imágenes de la presentación

Quisiera que me dejaran...

Una rosa para Stefan George

...y llegó el psicoanálisis
Psicología animal y arte

Madrid, 1979

Hacer el amor no es suficiente.

Hablar, mi amor, tampoco es suficiente. Ver a los niños jugar alegremente por la mañana, y crecer rabiosamente hacia el futuro, no es suficiente. Superar la heterosexualidad, o la homosexualidad, la bisexualidad o la falta de sexualidad, no es suficiente. Tener dinero o no tenerlo. Amar las plantas y los animales. Dejarse llevar por la palabra o bien, escribirlas ordenadamente o desordenadamente, no es suficiente. Para comenzar todo de nuevo habrá que abandonar los últimos estertores de esa vieja pasión: Correrse, dejar que todo pase por un costado de nuestra vida.

Que nada haga centro en mí.

Seremos lo que vive y muere en un desvío.

Lo digo aunque me cueste la vida o el porvenir, la diferencia entre una familia monogámica y una vida en comunidad, no debe buscarse en ningún tipo de progreso social, donde sexo y dinero, más que regulados desde el ser, o bien, desde los promiscuos deseos infantiles, queden atrapados y determinados por la dirección del proyecto.

Revolucionar, querrá decir en todos los casos, algo que ocurra, también y por sobre todo, contra nuestros propios deseos sexuales, contra nuestra propia personalidad.

Estamos contentos de haber escrito estas pequeñas palabras.
Contentos, por comenzar a sentir que vivir, tendría que costar solamente eso: vivir. Vivir doscientos años, si es necesario, y si necesario, mil.

Palabras abiertas como manantiales. Poesía. Efímera luz y, mismo tiempo, eternidad marítima. Pulpo estremecido en todas direcciones. Perfecto plan para el hastío. Incompletud. Imperfección. Casi sublime impotencia de ser.
Y por eso, precisamente, nadie pertenece. Ella es universal, atlética y deforme. Inexperta e impune a la vez, marca definitiva en un destino. Desvío definitivo en una locura. Entre sus brazos, todo es carne volcánica. Tiempo, de sobrepasar también el tiempo. Un fin de siglo, nos imaginamos, a caballo de la POESÍA.

MIGUEL OSCAR MENASSA

 

Estoy un poco inquieto porque la llegada del 2000 no me afecta, a tal punto, que no consigo enterarme ¿por qué? tanto bullicio.

A mí me parece que se están gastando, en festejar el advenimiento del 2000, que ni siquiera quiere decir que estaremos en el próximo milenio, un dinero que haría falta para educar a la población mundial.

Además, todo lo que pasó en el siglo XX, no está para festejar, sino más bien para ser estudiado.

¿Cómo fue posible lo que fue posible? Y ésta, por fin, es una pregunta epistemológica.

Sin embargo, pensándolo bien, hay algo para festejar en el 2000: Los cien años de la publicación del libro de SIGMUND FREUD "La interpretación de los sueños".

Como poeta, como ese poeta que se produce cada vez que coordino la grupalidad que publica "LAS 2001 NOCHES" —Revista de Poesía, Aforismos, Frescores—, mensualmente, con una tirada de 125.000 ejemplares, que aspiran a ser 500.000, y distribuye entre la población de España y Argentina, gratuitamente, se entiende, para la población.

A NOSOTROS, LAS 2001 NOCHES, nos cuesta lo que vale.
Como poeta, digo, esta vez, no dejaré que los psicoanalistas se anticipen en rendir homenaje a "La Interpretación de los Sueños", obra en la cual se produce el concepto INCONSCIENTE.

Y un poeta debe agradecer, 100 años después, la publicación de ese libro de Sigmund Freud, porque, si bien no se sabe, aún, con exactitud, cuánto ha de mejorar o cambiar la medicina, o la educación, o el alma de los pobres si la tuvieran; lo que sí, ya se sabe, por eso un poeta tiene que agradecer, es que con el PSICOANÁLISIS, la Poesía haya modificado sus MANERAS, su modo de producirse, su concepción de la Humanidad.

La producción del INCONSCIENTE en la obra de Sigmund Freud "La Interpretación de los Sueños" publicada en 1900, había hecho nacer la POESÍA, de tal modo había nacido la Poesía que ningún siglo como el siglo XX, mostró, con claridad, a TODOS sus científicos llorando por no poder la Poesía.

La Poesía alcanzaba en este Siglo, como todos ambicionábamos hace milenios, el propio corazón de la humanidad.

El Psicoanálisis había arrancado, para siempre, una venda de los ojos de la humanidad.

La mujer, el hombre, antes del psicoanálisis, no sabían nada acerca de cómo se producían:

LA POESÍA
LA CIENCIA
EL AMOR

El pensamiento Inconsciente es, en el límite de su libertad, la POESÍA.

Un saber no sabido por el científico, lo lleva por el camino de la "Verdad".

Y gajos arrancados de la Especie, sin representación psíquica para el sujeto, producen el amor.

Agradezco, como poeta, al Psicoanálisis que la mujer, que tanto amo, pueda después del Psicoanálisis preguntarse por su libertad, por su potencia creadora.

La Poesía es, precisamente, el alma de lo femenino. Es por eso que el psicoanálisis posibilita que nos preguntéis ¿por qué lo femenino (tiempo de la poesía, residencia de la función poética) antes del psicoanálisis era más fácil para un hombre que para una mujer? y ¿por qué, ahora, después de la Interpretación Psicoanalítica, la mujer puede, si lo deseara, apropiarse de lo que le pertenece desde siempre, la Poesía?

Y hoy día lo sabemos, el hombre ya ha agotado sus posibilidades de liberación y si, aún, había alguna posibilidad de liberación para la mujer, es el psicoanálisis el que lo posibilita.

En 1900, Freud puede diferenciar con precisión y destreza, una mujer histérica de una mujer.

Esta diferencia permitirá a la mujer, sin ser histérica, decir que NO.

Determinar, a partir de la negación, su propio pensamiento Inconsciente.

Después de la Interpretación psicoanalítica, la mujer podrá ser una mujer sin pertenecer a ningún hombre.

La mujer producía en este grado de libertad un camino propio hacia el poder, hacia la creación en general.

Agradezco como poeta, a Freud, por haber denunciado la "Doble Moral" masculina, por todos aceptada, como el instrumento más poderoso de dominación del hombre sobre la mujer.

Lo que el hombre conseguía con un simple desdoblamiento de su moral, a la mujer le costaba la enfermedad o el castigo.

Lo que al hombre le daba hasta cierto prestigio social, cuando ocurría en ella, sólo le servía para ser denigrada, aún, un poco más.

Ella misma dudaba de su moralidad cuando deseaba.    

Es el psicoanálisis que nos dice: Hombre y mujer, articulados de manera compleja con ser padre y madre, constituyen la sexualidad de todo hombre, de toda mujer.

Todo lo humano puede producirse en Ella.

Ella puede producir cualquier humanidad y, ahora, después del psicoanálisis, lo sabe.

De cualquier manera, me alegra haber llegado al año 2000. Lo ambicionaba desde joven, por eso llegué. Una ambición secreta, poderosa, femenina.

MIGUEL OSCAR MENASSA


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125.000ejemplares: NADIE, NUNCA, ME ALCANZARÁ, SOY LA POESÍA

X CONGRESO INTERNACIONAL

GRUPO CERO

PSICOANÁLISIS Y MEDICINA

TEMAS A TRATAR:

• ASPECTOS PSÍQUICOS EN EL
   DOLOR.
• ENDOCRINOPATÍAS Y SU RELACIÓN
  CON EL PSIQUISMO.
• MANIFESTACIONES SOMÁTICAS DE
   LA
ANGUSTIA.
• LA IDENTIFICACIÓN EN LA ANOREXIA.
• EL "TABÚ" DE LA ENFERMEDAD.
• PULSIÓN Y FENÓMENO
  PSICOSOMÁTICO.
• MECANISMOS ETIOPATOGÉNICOS
  DE LA
HIPERTENSIÓN.
• CÁNCER: UNA IDEA MORTAL.
• TRASTORNOS PSICOSOMÁTICOS EN
   LA
ADOLESCENCIA.
• LA ENURESIS: UNA MANIFESTACIÓN
  DE LA
SEXUALIDAD.
•  LA HIPOCONDRÍA: UN MIEDO A VIVIR.
• LA REDUCCIÓN DEL GASTO
   SANITARIO EN LAS AFECCIONES
   PSICOSOMÁTICAS CON
   EL
TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO.
• INSOMNIO, UN TRATAMIENTO MÁS
   ALLÁ DE LOS
HIPNÓTICOS.
•  EL DOLOR Y SU RELACIÓN CON LO
   ERÓTICO.
• CEFALEAS, JAQUECAS:
   DIAGNÓSTICO Y
TRATAMIENTO
   PSICOANALÍTICO.
• DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DE
   LAS
OBSESIONES EN EL
   EMBARAZO.
• TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO DE
   LA DEMENCIA SENIL.
• LA ANOREXIA DETRÁS DEL ESPEJO.
•  PSICOANÁLISIS DE LOS 
   TRASTORNOS GINECOLÓGICOS.
• INTERVENCIÓN PSICOANALÍTICA
  SOBRE LA MADRE EN LAS   
  ENFERMEDADES INFANTILES.
• LOS AVANCES TERAPÉUTICOS EN LA INSUFICIENCIA CARDÍACA Y EL AMOR.
• EL LENGUAJE DEL HIPOCONDRÍACO.
• LAS ENFERMEDADES DE LA VEJEZ Y
   SU RELACIÓN
CON EL DESEO.
• LA ANGUSTIA Y LA ENFERMEDAD
   PSICOSOMÁTICA.

MESA REDONDA:

PSICOANÁLISIS Y MEDICINA

Del 24 al 26 de febrero del 2000

en el Círculo de Bellas Artes de Madrid

PATROCINA: EDITORIAL GRUPO CERO

Información: 91 542 33 49

JUAN L. ORTIZ

Argentina, 1896


SÍ, MIS AMIGOS

Sí, mis amigos, allí en esos rostros, está el rostro.
El rostro que en la noche, en medio de la tempestad, entre
       relámpagos,
en medio del martirio, con la sonrisa última muchas veces,
algunos entrevieron y saludaron como un alba.
La poesía también fue, la poesía también es, un llamado en
       la noche,
tímido o firme, pero un llamado hacia ese rostro.
Acaso la belleza esté allí. Estamos seguros de que la belleza
       está allí.
En ese resplandor que casi vuelve imprecisos los rasgos.
Sin velos. Como la luz de las aguas y de las flores en un puro
       mediodía.
O como la del corazón que ha encontrado su centro.
Y las manos, ah, las manos que sufrieron las cadenas y
       sangraron, las manos,
son a quellas, sí, aquellas que allá tejen la guirnalda del sueño
a lo largo de la tierra en la casa común.
¿Véis los dedos ahora finos afiebrados en torno de los tallos
       y de los pétalos,
y de los pulsos precisos, y sobre las "páginas que defienden
       su blancura",
y sobre los silencios, tantos silencios, que luego han de
       cantar?
¿Véis el gesto abierto hacia la colina que despierta como una
       novia o como una hija?
¿Véis el gesto desvelado sobre el paisaje de las infinitas
       respuestas en la escala toda, relativa, del vértigo?
¿Pero véis sobre todo, pero sentís sobre todo,
que por las manos ahora fluye, recién fluye, la corriente,
la clara, la profunda corriente en que la criatura puede
       mirarse de veras y ver el infinito?
Sí, mis amigos, allí en esos rostros, está el rostro.
La belleza está allí, nuestra belleza.

ELLA...

Ella anuda hilos entre los hombres
y lleva de aquí para allá la mariposa profunda
—ala del paisaje y del alma de un país, con un polen...

Ella hace sensible el clima de los días, con su color y su
       perfume...
a su pesar, muchas veces, como bajo un destino.
Testimonio involuntario, ella,
de un cierto estado de espíritu, de un cierto estado de las
       cosas,
en que la circunstancia da su hálito...

Pero se dirige siempre a un testigo invisible,
jugando naturalmente con la tierra y el ángel,
el infinito a su lado y el presente en el confín...

Mas es el don absoluto, y la ternura,
ella que es también el término supremo y la última esencia
con las melodías de los sentidos y los símbolos y las visiones
        y los latidos
para el encuentro en los abismos...

Mas tiene cargo de almas, y es la comunicación,
el traspaso del ser, "como se da una flor", en el nivel de los
       niños,
más allá de sí misma, en el olvido puro de ella misma...

Y no busca nunca, no, ella...
espera, espera, toda desnuda, con la lámpara en la mano,
en el centro mismo de la noche...


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NICOLÁS OLIVARI
Argentina, 1900


 PERO LA VERDAD ES
ÉSTA

Me detuvo el espejo,
—el helado espejo de tu cámara pobre—
haciendo muecas para fingirme alegre.

Estoy siempre triste, pero, amigo,
yo te niego
derecho a entrar en mi tristeza.

Sufro como una bestia y esta tarde y siempre,
vengo de mis raros paseos de extramuros
con el alma achatada como las casas;
tienen
mis ojos, un pavor antiguo.

Un miedo cerval a mostrarme triste,
porque la tristeza la vera tristeza, está degenerada,
existen poetas que son tristes por el oficio,
hay otros que lo son porque no son nada.

Yo tengo una tristeza sin vuelta de hoja,
una tristeza fundamental,
que ensucia las paredes de lo que se llama sentimiento
se ensaya en el amor.

Mi tristeza es una muchacha con delantal,
en la tristeza definitiva del corredor
de una casa de departamentos.

CÉSAR FERNÁNDEZ
MORENO

Argentina, 1919


DESCRIPCIÓN
DE TU PECHO

vuelvo naturalmente
sobre esa delicada especialidad de tu ser
sobre ese empuje suave
ese avance blanco y suave
que de oscuros extremos ásperamente suaves se corona
esa única parte de tu cuerpo
que decidida amorosamente
viene de ti hacia mí

destaco otra vez el equilibrio
entre su ímpetu y su inercia
convexo y lo cóncavo
sus distintas maneras de empezar
y ese gracioso modo
ceder a su peso sin olvidar su forma

te acuestas boca arriba
qué difícil precisar sus límites
y si me abrazas en la noche
tus pechos nacen del mío
son esa caricia inaudita que me viene de afuera
sino invertidos pechos que nacen de mí
como dulces surtidores
brotándome de dos puntos activos
abriéndose luego cálidamente
y perdiéndose en la plenitud de tu cuerpo

 

ALBERTO GIRRI
Argentina, 1919


PASCAL

Casi ninguna verdad,
el vacío
para sentirte seguro
contra la historia,
apóstata
por aconsejar la inconstancia,
la fatiga extrema,
la tempestad,
aunque los hombres no las amen,
por juzgarnos míseros
y tener la alta idea de ti
que no quieres
compartir nuestras debilidades,
por ser tú mismo endeble
y admirar las moscas,
extrañas potencias
que ganan todas las batallas,
perturban el alma,
y devoran el resto,
por sustraerte al destino común
asomándote al abismo,
tu abismo, a tu izquierda,
y orar con un largo grito de terror,
por cerrarte a la claridad
mientras velas, implacable,
y exiges
que en esa Agonía
que durará hasta el fin del mundo
nadie se duerma,
por haberte ofrecido a Dios
tras anunciar que en todas partes
la naturaleza señala a un Dios perdido.

Casi ninguna verdad,
el vacío
y el morir solos
debajo de un poco de tierra.
Tuviste razón,
qué necios son estos discursos.

ROBERTO JUARROZ
Argentina, 1925


POESÍA VERTICAL, 14

He encontrado el lugar justo donde se ponen las manos,
a la vez mayor y menor que ellas mismas.

He encontrado el lugar
donde las manos son todo lo que son
y también algo más.

Pero allí no he encontrado
algo que estaba seguro de encontrar:
otras manos esperando a las mías.

SEGUNDA POESÍA
VERTICAL, 52

Si alguien,
cayendo de sí mismo en sí mismo,
manotea para sostenerse de sí
y encuentra entre él y él
una puerta que lleva a otra parte,
feliz de él y de él,
pues ha encontrado su borrador más antiguo,
la primera copia.


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QUINTA POESÍA
VERTICAL, 2

Llega un día
en que la mano percibe los límites de la página
y siente que las sombras de las letras que escribe
saltan del papel.

Detrás de esas sombras,
pasa entonces a escribir en los cuerpos repartidos por el mundo,
en un brazo extendido,
en una copa vacía,
en los restos de algo.

Pero llega otro día
en que la mano siente que todo cuerpo devora
furtiva y precozmente
el oscuro alimento de los signos.

Ha llegado para ella el momento
de escribir en el aire,
de conformarse casi con su gesto.
Pero el aire también es insaciable
y sus límites son oblicuamente estrechos.

La mano emprende entonces su último cambio:
pasa humildemente
a escribir sobre ella misma.

MARIO TREJO
Argentina, 1926


LABIOS LIBRES

Al cabo de las tierras y los días
de horarios y partidas y llegadas
y aeropuertos comidos por la niebla
enfermo de países y kilómetros
y rápidos hoteles compartidos

Luego de esperas
y prisas
y rostros y paisajes diferentes
y seres encandilados por el olvido
o abiertamente besados por la vida

Después de aquella amada
y esa otra apenas entrevista
mujeres cogidas por mi soledad
y ahogadas por las bellas catástrofes

Luego de la violencia y el deseo
de comenzarlo todo nuevamente
y los errores
y los malentendidos cotidianos
y los hábitos torrenciales del trópico
y noches acariciadas por el alcohol
y tabaco fumado con tanta incertidumbre

Al cabo de un nombre que no me atrevo a decir
y de alguien que yo llamaba Irene
de cierta voz
cierta manera de clavar los ojos
al cabo de mi fe en el entendimiento de los hombres
y en el corazón de ciudades y pueblos
que nunca sabrán de mí

Luego de tanta tentativa de huirme o enfrentarme
y comprender que estoy solo
pero no estoy solo
al cabo de amores corroídos
y límites violados
y de la certidumbre de que toda la vida
no es más que los escombros
de otra que debió haber sido

Al cabo del hachazo irreparable del tiempo
sólo puedo blandir estas palabras
esta obstinación de años y distancias
que se llama poesía.

LOS CAMPEONES DE
LA NOCHE

Ninguna ley tengo para ofrecer
ninguna profecía
salvo la muerte y las revoluciones victoriosas

Dejemos entonces el guerrero en paz
y a los hermanos rotos en medio del camino
Pasemos al sacrificio

La ceremonia está servida:
abrazos celebrados detrás de la ciudad
besos en andenes movedizos
mudas consignas en salas de espera
y a veces ni un guiño
nada para despistar
nada para sobreentender
sólo los ojos lacios como en mesa de póker

Ya no podremos ser los elegidos por el sol
los cachorros feroces que asombrarían al mundo
Apenas si hemos nacido sin querer
viejos desconocidos a quienes llamo mis amigos
perdidos en el trasbordo y sin saber qué tren tomar

Pero mis compatriotas juegan a dormir y a olvidarse de todo
borrachos que invocan a Dios como a una deuda de juego
soldados que hacen patria en los umbrales
pálidos maricas dispuestos a fingir hasta el alba
parejas para las que ha terminado sin gloria
esta noche en la que tanto creyeron
y también el húmedo insomne
que mueve sus ojos desde el hospital
acechando el ruido de los libres
aullando por la droga que le traerá el olvido
el negro paraíso que es dormir una noche

Y aquí
en el centro de la ciudad
las tiernas actrices leen su nombre en el diario
y los tenebrosos también quieren saber qué pasa en el mundo
mientras los coches llevan solitarias parejas
y todos tanteamos una cama y un nuevo sueño
y la mañana viene trayendo la luz y la paz
pero no para todos
apenas para nosotros
los ganadores
los verdaderos campeones de la noche.

RICARDO E. MOLINARI

Argentina, 1926


QUISIERA QUE ME
DEJARAN...

Quisiera que me dejaran como a un ángel perdido, en el
desierto;
que me olviden así, abrazado y solo, volviendo a una llama seca;
regresando sin temor a la otra noche,
olvidado.

Cuando se nace para vivir en la tierra, bajo un cielo de
vientre de ballena,
la soledad del hombre muerto
quiere salir de la soledad,
hacia toda la inocencia, desterrado.

Cuando me veas devuelto al olvido, abandonado,
ya no me hallarás las flores sobre el ciego hombro,
ni el río melancólico donde mojabas tu cuello
de helecho secado en un jarro.

Arriba está el otro viento. No me digas nada;
hoy tengo la lengua oscura, y el sentimiento,
impenetrable, aborrecido.

El Sur es un llano lento, que nadie entiende,
donde a veces llora una cabeza de caballo
el aire desesperado. Donde mi corazón sale por la tierra
a buscar aliento.


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UNA ROSA PARA
STEFAN GEORGE

No es la paciencia de la sangre la que llega a morir,
ni el sueño ni el mármol de Delfos, sino el polvo
que se calienta en las uñas.
¡Qué importa morir, que se borren las paredes como un río
       seco!,
que no quede una flor en la calle con su borde de luto en la
       frente,
ni el viento sobre las piedras podridas.

¡Qué haces allí, tronchado sin humedad,
con tu dicha sin aliento, con tu muerte tendida a los pies!
Con tu espuma llena de ceniza. Desdeñoso.

Ya vendrán los hombres con el ruido, con los gestos;
pero el odio seguirá intacto.

Todos te habrán estrechado la mano alguna vez,
y tú habrás bebido la cicuta en la soledad,
como un vaso de leche.

Adiós país de nieve, de ventisca agria, sin gente que diga mal
de ti. Eterno. Desnudo.

La sangre metida en su canal de hielo
—fuego sin aire— Jordán perdido. Si el tiempo tuviera sentido
como el sol y la luna presos;
si fuera útil vivir,
si fuera necesario,
¡qué hermoso espanto: tengo la voluntad avergonzada!

Yo soy menos feliz que tú. Me quedo combatiendo sin honor,
con un haz de ramas en las manos.

¡Duerme! Dormir para siempre es bueno, junto al mar;
los ríos secos debajo de la tierra con su rosa de sangre
       muerta.

Duerme, lujo triste, en tu desierto solo.

¡Esta palabra inútil!

RUBÉN VELA
Argentina, 1928


HOMBRE CON VASO
DE VINO

Soy el bello animal enjaulado en mis huesos.
En marfiles magníficos que celosamente me custodian.

Son mi habitación privada
donde viven mezclados
los días del futuro y pequeñas
humedades de infancia;
la memoria de algo que pasó
y volverá a repetirse:
el nombre de mi muerte.

Allí acumulo mi sed y mi alegría,
mis fatigas y asombros,
mis ropajes usados,
lenguajes como fiebres incurables
y el maravilloso amor.

Esa jaula
es mi pasaporte humano,
necesario.

Mi vestidura secreta,
mi deznudez total,
desconocida.

 

RAFAEL ALBERTI
España, 1902


RETORNO DE LA
DULCE LIBERTAD

Podías, cuando fuiste un marinero en tierra,
ser más libre que ahora,
yéndote alegremente,
desde las amarradas comarcas encendidas
de tu recién nacido soñar, por los profundos
valles de huertos submarinos, por las verdes
laderas de delfines, sumergidos senderos
que iban a dar a dulces sirenas deseadas.
Podías, bien podías entonces, bien podías,
sin lágrimas inútiles, sin impuestas congojas,
viajar, llenos de viento los labios, con un golpe
de abierta luz en medio del corazón, bien alta
la valerosa vida cayendo de tu frente.
¿En dónde las fronteras entonces, ese miedo,
ese horror a los límites,
ese cerco que escuchas avanzar en la noche
como un triste mandato que ha de cumplirse al alba?
Libertad, dulce mía,
por muy niña que fueses,
por más chicos que fueran tus tiernos pasos, dime,
contéstame si aún tus pequeños oídos
me conocen: ¿No intentas, fugitiva y cantando,
retornarme a tus libres comarcas venturosas?
¿Quién te encarcela, dime? Dí, ¿quién te pone grillos?
¿Quién te esposa las alas y quién, dime, cerrojos
clava en tu lengua y sombras pone sólo en tus ámbitos?
Libertad, no me dejes. Vuelve a mí, dura y dulce,
como fresca muchacha madurada en la pena.
Hoy mi brazo es más fuerte que el de ayer, y mi canto,
encendido en el tuyo, puede abrir para siempre,
sobre los horizontes del mar, nuestra mañana.

RETORNOS DEL AMOR
EN UNA NOCHE
DE VERANO

A tientas el amor, a ciegas en lo oscuro,
tal vez entre las ramas, madura, alguna estrella,
vuelvo a sentirlo, vuelvo,
mojado de la escarcha caliente de la noche,
contra el hoyo de mentas tronchadas y tomillos.
Es él, único, solo, lo mismo que mi mano,
la piel desparramada de mi cuerpo, la sombra
de mi recién salido corazón, los umbrosos
centros más subterráneos de mi ser lo querían.
Vuelve único, vuelve
como forma tocada nada más, como llena
palpitación tendida cubierta de cabellos,
como sangre enredada en mi sangre, un latido
dentro de otro latido solamente.
Mas las palabras, ¿dónde?
Las palabras no llegan. No tuvieron espacio
en aquel agostado nocturno, no tuvieron
ese mínimo aire que media en tre dos bocas
antes de reducirse a un clavel silencioso.
Pero un aroma oculto se desliza, resbala,
me quema un desvelado olor a oscura orilla.
Alguien está prendiendo por la yerba un murmullo.
Es que siempre en la noche del amor pasa un río.


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MORADA DEL ALMA
QUE ESPERA LA PAZ

Los cielos alacranados de aquel siglo impedían
       el advenimiento de las nuevas palomas.
El rencor se exaltaba en la cal excrementicia de los más
       viejos palomares.
Un alba gritó: ¡la guerra!
El odio y la enajenación de una rosa escupida por un río
en los cauces de las cloacas insepultas, van a poneros en
contacto con las corrientes eléctricas de aquellos días.
Al cerrarse un pestillo, la noche gritó: ¡muerte!
Y la luna, que hasta entonces los astrónomos habían
       calculado yerta, abrió su boca por tres lustros para
       vomitar sangre: sobre las espumas verdes de la envidia,
       sobre los charcos amarillentos de la ira, sobre
       los paredones rojos levantados por la cólera.
Sangre sobresaltada, amor, de un prejuicio que ya creíamos
       difunto.
Yo golpeo fríamente la belleza elemental de la Tierra
consumida por la lava y brindo por la devastación
       absoluta de los astros.
Heridme a mí, heridme porque soy el único hombre capaz
de hacer frente a un batallón de ángeles.
Pero ya no existen: los carbonicé a todos en un momento
       de hastío.
Soy inmortal: no tengo quien me hiera.
Y ahora me aburro ante las posturas desesperadas de los
      muertos que sueñan inútilmente con la resurrección de
      la carne.
Mas he aquí la paloma 948

EL ALMA EN PENA

Ese alma en pena, sola,
ese alma en pena siempre perseguida
por un resplandor muerto.
Por un muerto.
Cerrojos, llaves, puertas
saltan a deshora
y cortinas heladas en la noche se alargan,
se estiran,
se incendian,
se prolongan.
Te conozco,
te recuerdo,
bujía inerte, lívido halo, nimbo difunto,
te conozco aunque ataques diluido en el viento.
Párpados desvelados
vienen a tierra.
Sísmicos latigazos tumban sueños,
terremotos derriban las estrellas.
Catástrofes celestes tiran al mundo escombros,
alas rotas, laúdes, cuerdas de arpas,
restos de ángeles.
No hay entrada en el cielo para nadie.
En pena, siempre en pena,
alma perseguida.
A contraluz siempre,
nunca alcanzada, sola,
alma sola.
Aves contra barcos,
hombres contra rosas,
las perdidas batallas en los trigos,
la explosión de la sangre en las olas.
Y el fuego.
El fuego muerto,
el resplandor sin vida,
siempre vigilante en la sombra.
Alma en pena:
el resplandor sin vida,
tu derrota.

EL ÁNGEL DEL
MISTERIO

Un sueño sin faroles y una humedad de olvidos,
pisados por un nombre y una sombra.
No sé si por un nombre o muchos nombres,
si por una sombra o muchas sombras.
Reveládmelo.
Sé que habitan los pozos frías voces,
que son de un solo cuerpo o muchos cuerpos,
de un alma sola o muchas almas.
No sé.
Decídmelo.
Que un caballo sin nadie va estampando
a su amazona antigua por los muros.
Que en las almenas grita, muerto, alguien
que yo toqué, dormido, en un espejo,
que yo, mudo le dije...
No sé.
Explicádmelo.

LOS DOS ÁNGELES

Ángel de luz, ardiendo,
¡oh ven!, y con tu espada
incendia los abismos donde yace
mi subterráneo ángel de las nieblas.
¡Oh espadazo en las sombras!
Chispas múltiples,
clavándose en mi cuerpo,
en mis alas sin plumas,
en lo que nadie ve,
vida.
Me estás quemando vivo.
Vuela ya de mí, oscuro
Luzbel de las canteras sin auroras,
de los pozos sin sueño,
ya carbón de espíritu,
sol, luna.
Me duelen los cabellos
y las ansias. ¡Oh, quémame!
¡Quémalo, ángel de luz, custodio mío,
tú que andabas llorando por las nubes,
tú, sin mí, tú, por mí,
ángel frío de polvo, ya sin gloria,
volcado en las tinieblas!
¡Quémalo, ángel de luz,
quémame y huye!

LOS ÁNGELES
MUERTOS

Buscad, buscadlos:
en el insomnio de las cañerías olvidadas,
en los cauces interrumpidos por el silencio de las basuras.
No lejos de los charcos incapaces de guardar una nube,
unos ojos perdidos,
una sortija rota
o una estrella pisoteada.
Porque yo los he visto:
en esos escombros momentáneos que aparecen en las
       neblinas.
Porque yo los he tocado:
en el desierto de un ladrillo difunto,
venido a la nada desde una torre o un carro.
Nunca más allá de las chimeneas que se derrumban
ni de esas hojas tenaces que se estampan en los zapatos.
En todo esto.
Mas en esas astillas vagabundas que se consumen sin fuego,
en esas ausencias hundidas que sufren los muebles
       desvencijados,
no a mucha distancia de los nombres y signos
que se enfrían en las paredes.
Buscad, buscadlos:
debajo de la gota de cera que sepulta la palabra de un libro
o la firma de uno de esos rincones de cartas
que trae rodando el polvo.
Cerca del casco perdido de una botella,
de una suela extraviada en la nieve,
de una navaja de afeitar abandonada al borde de un precipicio.


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HACE FALTA SER
CIEGO

Hace falta estar ciego,
tener como metidas en los ojos raspaduras de vidrio,
cal viva,
arena hirviendo,
para no ver la luz que salta en nuestros actos,
que ilumina por dentro nuestra lengua,
nuestra diaria palabra.
Hace falta querer morir sin estela de gloria y alegría,
sin participación en los himnos futuros,
sin recuerdo en los hombres que juzguen el pasado sombrío
de la Tierra.
Hace falta querer ya en vida ser pasado,
obstáculo sangriento,
cosa muerta,
seco olvido.

¿DE QUÉ COLOR
TUS ALAS...?

¿De qué color tus alas de demonio,
de arcángel de las chispas subido hasta la tierra?
¿De qué tus alas? Porque
tus alas no relucen plumas.
Son de alambre, de arena,
de trozos de diarios olvidados,
de materiales tangibles aunque reconocidas,
restos de cosas vagabundas, algo
que sirvió alguna vez
y otra vez por ti sirve.

EL PERRO RABIOSO

Muero porque las pulgas me inoculen
la sangre de los perros más rabiosos,
me vuelvan los colmillos venenosos
y el hombre que hay en mí me lo estrangulen.
Que ni el odio y la furia disimulen
cuanto de hirientes, graves, peligrosos
son mis serios arranques rencorosos,
sin puños que los frenen y regulen.
Época es de morder a dentelladas,
de hincar hundiendo enteras las encías,
contagiando mi rabia hasta en la muerte.
Revolcándose, mira inoculadas
aullar las horas de los malos días,
por morderlas ¡oh Tiempo! y por morderte.

TORO EN EL MAR
(ELEGÍA SOBRE UN MAPA PERDIDO)

Querías desprenderte, pobre toro,
abrumada de nieblas la cabeza.
Querías sacudir la hincada cola
y el obligado párpado caído refrescarlo en el mar,
mojándote de verde las pupilas.
Resollabas de sangre, rebasado, abarcado,
oprimido de noche y de terrores,
bramando por abrir una brecha en el cielo
y sonrosarte un poco de dulce aurora
los despoblados ramos de tus astas.
Gaviotas amarillas
y despistados pájaros de tierra
tejían sobre ellas
silenciosas coronas de silbos tristes y alas.
Niños muertos perdidos rodaban los delfines
por tus desfallecidas riberas
de lagares y aceite derramados,
mientras que tú, alejándote,
dejabas en mis ojos el deseo
de alzarte de rodillas sobre el mar,
encendiendo otra vez sobre tu lomo
el sol, la luna, el viento y las estrellas.

 

 

 

MADRID-OTOÑO

II

¡Palacios, bibliotecas! Estos libros tirados
que la yerba arrasada recibe y no comprende,
estos descoloridos sofás desvencijados,
que ya tan sólo el frío los usa y los defiende;
estos inesperados
retratos familiares
en donde los varones de la casa, vestidos
los más innecesarios jaeces militares,
nos contemplan, partidos,
sucios, pisoteados,
con ese inexpresable gesto fijo y oscuro
del que al nacer ya lleva contra su espalda el muro
de los ejecutados,
este cuadro, este libro, este furor que ahora
me arranca lo que tiene para mí de elegía
son pedazos de sangre de tu terrible autora.
Ciudad, quiero ayudarte a dar a luz tu día.

UN FANTASMA
RECORRE EUROPA...

...y las viejas familias cierran las ventanas,
afianzan las puertas,
y el padre corre a oscuras a los Bancos
y el pulso se le para en la Bolsa,
y sueña por las noches con hogueras,
con ganados ardiendo,
que en vez de trigos tiene llamas,
en vez de granos, chispas,
cajas de hierro llenas de pavesas.
¿Dónde estás,
dónde estás?
Nos persiguen a tiros.
¡Oh!
Los campesinos pasan pisando nuestra sangre.
¿Qué es esto?
Cerremos,
cerremos pronto las fronteras.
Vedlo avanzar de prisa en el viento del Este,
de las estepas rojas del hambre.
Que su voz no la oigan los obreros,
que su silbido no penetre en las fábricas,
que no divisen su hoz alzada los hombres de los campos.
¡Detenedle!
Porque salta los mares
recorriendo toda la geografía,
porque se esconde en las bodegas de los barcos
y habla a los fogoneros
y los saca tiznados a cubierta,
y hace que el odio y la miseria se subleven
y se levanten las tripulaciones.
¡Cerrad,
cerrad las cárceles!
Su voz se estrellará contra los muros.
¿Qué es esto?
Pero nosotros lo seguimos,
lo hacemos descender del viento. Este que lo trae,
le preguntamos por las estepas rojas de la paz y del triunfo,
lo sentamos a la mesa del campesino pobre,
presentándolo al dueño de la fábrica,
haciéndolo presidir las huelgas y manifestaciones,
hablar con los soldados y los marineros,
ver en las oficinas a los pequeños empleados
y alzar el puño a gritos en los Parlamentos del oro
       y de la sangre.
Un fantasma recorre Europa,
el mundo.
Nosotros le llamamos camarada.


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CASTIGOS

Es cuando golfos y bahías de sangre,
coagulados de astros difuntos y vengativos,
inundan los sueños.
Cuando golfos y bahías de sangre
atropellan la navegación de los lechos
y a la diestra del mundo muere olvidado un ángel.
Cuando saben a azufre los vientos
y las bocas nocturnas a hueso, vidrio y alambre.
Oídme.
Yo no sabía que las puertas cambiaban de sitio,
que las almas podían ruborizarse de sus cuerpos,
ni que al final de un túnel la luz traía la muerte.
Oídme aún.
Quieren huir los que duermen.
Pero esas tumbas del mar no son fijas,
esas tumbas que se abren por abandono y cansancio del cielo
no son estables,
y las albas tropiezan con rostros desfigurados.
Oídme aún. Más todavía.
Hay noches en que las horas se hacen de piedra en los
        espacios,
en que las venas no andan
y los silencios yerguen siglos y dioses futuros.
Un relámpago baraja las lenguas y trastorna las palabras.
Pensad en las esferas derruidas,
en las órbitas secas de los hombres deshabitados,
en los milenios mudos.
Más, más todavía. Oídme.
Se ve que los cuerpos no están en donde estaban,
que la luna se enfría de ser mirada
y que el llanto de un niño deforma las constelaciones.
Cielos enmohecidos nos oxidan las frentes desiertas,
donde cada minuto sepulta su cadáver sin nombre.
Oídme, oídme por último.
Porque siempre hay un último posterior a la caída
       de los páramos,
al advenimiento del frío en los sueños que se descuidan,
a los derrumbos de la muerte sobre el esqueleto de la nada.

MÉXICO

EL INDIO

Todavía más fino, aún más fino, más fino,
casi desvaneciéndose de pura transparencia,
de pura delgadez como el aire del Valle.
Es como el aire.
De pronto suena a hojas,
suena a seco silencio, a terrible protesta de árboles,
de ramas que prevén los aguaceros.
Es como los aguaceros.
Se apaga como ojo de lagarto que sueña,
garra dulce de tigre que se volviera hoja,
lumbre débil de fósforo al abrirse una puerta.
Es como lumbre.
Lava antigua volcánica rodando,
color de hoyo con ramas que se queman,
tierra impasible al temblor de la tierra.
Es como tierra.

 

ENTREVISTA AL AUTOR DE "EL SEXO DEL AMOR",
MIGUEL OSCAR MENASSA

CÍRCULO DE BELLAS ARTES
DÍA 15 DE NOVIEMBRE DE 1999

Carmen Salamanca: Queremos invitar al autor, Miguel Oscar  Menassa, a que suba al escenario.
Me gustaría, y supongo que al público también, que nos contestaras  algunas preguntas. ¿Cómo surgió la idea de "El sexo del amor"?

Miguel Oscar Menassa: ¿Cómo surgió la idea? Conversando con mi mujer. Habíamos leído en el periódico que las personas de más de 45 años, sobre todo cuando se trataba de las mujeres, ya no servían para más nada, sino para ir a los bautizos... página y media. En ese momento nos pusimos a pensar que, precisamente, una mujer, como dice la novela, adquiere su libertad a los 50 años. Bajo la idea de la libertad amorosa en la mujer, pensé que también el hombre podía alcanzar su libertad sexual después de los cincuenta y ése, ése fue el único motivo. Pero lo que quiero explicar es que el hecho de que uno escriba por un motivo no quiere decir que después cumpla ese motivo, aunque el único motivo fue demostrarle a la gente entre cincuenta y sesenta años que se puede hacer el amor, es decir, que se puede hablar de sexo. Que se puede sexualizar la palabra.

C. S.: Ajá. ¿Crees que "El sexo del amor" es una novela de erotismo o es erotismo con algo más?

M. O. M.: Es una novela erótica en el sentido de que hay besos, hay abrazos, algunos tienen suerte y se los garchan por el culo...
Es erótica pero no lo es, porque no muere nadie, no se mutila a nadie, no se le pega a nadie, todo lo más el Turco, que es un degenerado, le pega dos palmadas en el culo, pero muy suave, así: plas, plas.

C. S.: Algo totalmente inocente.

M. O. M.: Eso haría que la novela no fuera exactamente erótica, por eso que a mí me gusta. El otro día una persona en un programa dijo que era una novela de mucho, mucho sexo pero (el pero es una partícula modal, puesta ahí...) pero de mucho, mucho amor. Yo creo que es una novela de amor, no sé si para cualquier edad, vuelvo a insistir que es una novela de amor para gente entre 50 y 60
años. Es decir, no sé qué le pasaría a la gente más joven haciendo todas estas cosas, y no sé qué le pasaría a la gente después de los 60 años, eso todavía no lo tenemos comprobado.

C. S.: Y ¿crees que El sexo del amor es una visión futurista de lo que pueden llegar a ser las relaciones humanas?

M. O. M.: Futurista ¿qué quiere decir, que va a ocurrir en el futuro?

C. S.: Por ejemplo.

M. O. M.: No, yo pienso que está ocurriendo hoy, pienso que en este momento estamos haciendo el sexo del amor, como bien dice la novela, estamos poniéndole palabras a la pija, a la concha, al coño, a la polla. Generalmente esas palabras no son palabras, son imágenes, uno dice culo y uno siempre ve unas nalgas, pero la palabra culo es una palabra, se puede asociar a la palabra muerte, a la palabra vida, a la palabra ilusión. Como cualquier otra palabra, padece de aquello de lo que padecen todas las palabras: la capacidad de combinarse con cualquier otra palabra. En cambio, una imagen no se puede combinar con nada.

C. S.: ¿Por qué "El sexo del amor", por qué ese título?

M. O. M.: Bueno, "El sexo del amor" porque cuando yo era
joven, muy joven, muy joven, muy joven, muy joven, me decían
que aquello que deseaba sexualmente era un poco difícil de ser amado o, mejor dicho, aquello que amaba (en tanto me recordaba de alguna manera a mi madre) era un poco difícil que me excitara o me produjera sexo. Entonces, en "El sexo del amor", después de 30 años de psicoanálisis, pude juntar algo de aquello que me dijeron que estaba separado, por lo menos en el título de la novela: "El sexo del amor", que quiere decir que no hay sexo sin amor pero, fundamentalmente, que no hay amor sin sexo, que quiere decir: no hay amor sin
palabras.

C. S.: ¿Tendremos pronto una versión en cine de "El sexo del
amor"?

M. O. M.: Bueno, yo creo que sí, yo creo que bastante rápidamente, porque una persona que estoy empezando a conocer y que tiene una fortaleza envidiable está empeñada en llevar la novela al cine: Antonia San Juan.

C. S.: Muchas gracias, Miguel, y muchas felicidades por la
publicación...

M. O. M.: Quiero decir que no me piensan dar ningún papel dentro de la película.

C. S: ¡Ah! Bueno, a pesar de todo, muchas felicidades.


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EL SEXO DEL AMOR

En el Círculo de Bellas Artes

             


Los protagonistas Miguel Oscar Menassa y Antonia San Juan, llegaron del brazo
 a la sala


La sala de las columnas del Círculo de Bellas Artes, estaba abarrotada. La asistencia de 800 personas sobrepasó todas las previsiones.


Luis Miguel Segui, compenetrado al máximo con el Turco.

 

 

 


Graciela Giordano, acompañado por la compañía siglo Tango, actuó en primer lugar


Concha Cortés, en plena actuación poniendo voz a fragmentos de la novela.

 


Antonia San Juan, en el escenario, provocó risas en el  público


Antonia San Juan, Miguel Oscar Menassa y Olga de Lucia, su mujer


Saludo al final de la actuación


La presentadora, Carmen Salamanca, entrevistando al autor en el escenario


El autor, firmando ejemplares de la novela mientras es entrevistado

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Rosalba Pelle (Buenos Aires) 20 us.
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....y llegó el psicoanálisis

PSICOLOGÍA ANIMAL Y ARTE
 Buenos Aires, 1976. Miguel Oscar Menassa

 

INVOCACIONES

INVOCACIÓN A LOS DIOSES

Venid atletas del amor
Venid a destruir las diferencias
traed vuestros arcángeles a compartir
mi mesa y mis olores.
Mi fragancia
es la fragancia antigua de los templos
venid
venid con vuestras vírgenes.

PRIMER DIOS: DEL DESEO

Eres el vagabundo que trae en sus sandalias
el sabor de las tierras donde crecen los linos.
Detén tu paso
anida entre nosotros y nuestras siemprevivas.
Sacia tu sed.

SEGUNDO DIOS: DE LO SINIESTRO

Arroja en el lugar donde los desperdicios
crecen en el silencio
tu arrogancia.
Dame las armas precisas
las delicadas armas soñadas tantas noches
para poder matar a mis mayores.
Dame un vigía experto
contra los pequeños náufragos rescatados del mal
porque ellos
precisan de mi sangre.

TERCER DIOS: DE LA PERVERSIDAD

Abre mi cuerpo
como violento tulipán en el verano.
Que caigan sobre mí los pájaros atroces.
Purifica mi piel con sangre de tus vírgenes
dame tu savia
su flujo transparente.

 

LAS 2001 NOCHES

DIRECTOR:
Miguel Oscar Menassa.

SECRETARIA DE REDACCIÓN PARA EUROPA:
Carmen Salamanca Gallego.
PRINCESA, 17 - 3º Izda. 28008 MADRID (ESPAÑA).
Teléfono: 91 542 33 49 - Fax. 91 548 33 01

SECRETARIA DE REDACCIÓN PARA AMÉRICA:
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....y llegó el psicoanálisis

CUARTO DIOS: DE LA VERGÜENZA

Eres un triste dios
dios de los fríos y silvestres frutos
frutos insuficientes
para la sed violenta de los hombres.

QUINTO DIOS: DE LA REALIDAD

Padre nació del mar
envuelto entre las verdes hojas de los olivos
creció contra las olas.

SEXTO DIOS: DE LA VENGANZA

Y los que nacieron —en el momento
que morían los que ambicionaban el poder—
serán los vengadores.
Niños celestes amantes de los fenómenos naturales
adorarán el sol.

SÉPTIMO DIOS: DEL MIEDO

Uvas maduras en racimos
caían sobre la negra seda de tu cuerpo.
Todo ocurrió en la infancia
entre las voluptuosas bestias
que aparecían por las noches
y la severa mirada de mi padre.

OCTAVO DIOS: DE LA LOCURA

Venid dios de todos los dioses
enviad a mi mente tus arcángeles
tus fríos huracanes
tus intensos relámpagos.
Mis manos
apacibles reinas de mis sentidos
transformarán todo el dolor.

NOVENO DIOS: DE LA BELLEZA

Alabado el lugar
donde la semejanza de nuestros territorios
habla de la grandeza.

DÉCIMO DIOS: DE LA VOLUNTAD

Dios de los pobres espíritus del poder
venid para comer el pan de nuestra mesa
y para siempre abandonar mi ser.
Algas marinas
y serenas luces de ultramar
guían mi destino.

UNDÉCIMO DIOS: DE LA ESCLAVITUD

Acércate buen dios,
limpiemos juntos
esta prisión rodeada de cerezos.

DUODÉCIMO DIOS: DE LA LIBERTAD

Juntemos el universo de nuestros sexos
y opongamos
al inexorable límite del tiempo
la siembra permanente.

DECIMOTERCER DIOS: DE LA POESÍA

Te tengo en mi mirada.
Nuestras pequeñas diferencias
se tienden sobre las altas vegetaciones tropicales
a pleno sol o bajo las claras estrellas de la noche
y hablan de amor.

DECIMOCUARTO DIOS: DE LA MUERTE

Poderoso dios
te sobrevivo.
Mis poemas y mis valientes hijos
vuelan hacia el futuro.
Acontecerán
más allá de tus reinos.

 

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