
Miguel Oscar Menassa y
Leopoldo de Luis.
1946
DE "ALBA DEL
HIJO"
PRIMERA
DEDICATORIA
SOMBRA
apenas de vida. Imperceptible aliento.
Sólo vago aleteo de mi amor o latido.
Susurro que arrebata un milagroso viento
del árbol de mi sangre triste y estremecido.
Hálito
débil, sombra tan sólo adivinada
en la oscura penumbra lejana de la vida,
donde el milagro es carne virgen de la mirada
y el misterio es el alba de la entraña dormida.
Pálpito
de mis pulsos más allá de mí mismo.
Eco de mis latidos y sombra de mis tactos.
Proyección de mi vida hacia un nuevo heroísmo
por rutas indecibles y caminos exactos.
Proyección
de mi vida, hoy sólo dulce peso.
Sólo extraño vahído por la materna frente.
Estagnación del aire suspirado del beso.
Perennidad de un sueño que nace diariamente.
Remanso
de mi esfuerzo. Calma de mi arrebato.
Sosiego de mi frente. Silencio de mi grito.
Te presiento en el aire mudo de mi retrato,
jalón de mi entusiasmo, de mis angustias hito.
Ella,
en la luminosa penumbra de su sueño,
ya te da dulces nombres con que vestir la rosa,
la ternísima rosa de tu cuerpo pequeño
que hoy llena esa penumbra del sueño luminosa.
Yo,
te veo en mi torno, intuyo tu presencia,
mas tu al lado suspiro a precisar no acierto.
Te adivino en el gesto de su leve indolencia,
dulcemente cansado, vagamente despierto.
Te
adivino en la sombra cárdena que sus ojos
agranda y hermosea de un fulgor fugitivo.
En la breve caricia de sus vestidos flojos
bajo el delgado aliento recientemente vivo.
¿Eres
más que ese triste fulgor de sus pupilas?
¿Más que esa desvelada ansia de su ternura?
Como una clara sombra de realidad te afilas
y entre los sobresaltos la emoción se apresura.
El
río de mi vida se ahíla y se adelgaza
para ser esa dulce gota de tu existencia
que desde el silencioso recinto nos emplaza
por este emocionado periplo de impaciencia
¿Cómo
verás las cosas desde ese mundo interno,
tan ignoto aunque dentro de toda cosa viva?
Desde ese silencioso recinto tibio y tierno
donde cobra la sangre su voluntad creativa.
¿Cómo
llamarte ahora que eres sólo una sombra,
un suspiro de vida interna, imperceptible?
¿Cómo llamarte si eres lo que sólo se nombra
con íntimas palabras de lenguaje indecible?
Huella
de amor en prados de escondida ternura,
en ocultos jardines donde empieza la vida.
Mi corazón vestido con su emoción más pura
—sombra, temblor o hijo— te da su bienvenida. |
1948
DE "HUÉSPED DE UN
TIEMPO SOMBRÍO"
ESPERA
COMO tras
de las losas fugitivas
donde el agua, corcel blanco, se aquieta
torna el campo a sus gracias primitivas
y la rosa a su línea o luz concreta.
Como tras del oscuro toro lento
que cornea la seda azul del alba
un claro mayoral de viento a viento
dorado va por la mañana malva.
Después
del hielo de este invierno o llanto,
de este toro nocturno de amargura,
de este desnudo y dolorido canto,
de estas flores sin gracia ni hermosura,
sólo ese
sol de la palabra espera
baña de luz el corazón cobarde,
sólo esa evocación de primavera
su rosa o fuego aquí en el pecho arde.
No es ya ni la
esperanza, es solamente
una palabra o cuerda en la que suena
un eco de metal lejano, ausente,
bajo esta opaca y triste voz de arena.
Esperaré. Ya sé que en vano se hace,
como en vano la noche espera al día
que sólo al alcanzarlo, se deshace;
como es nada al llegar al mar la ría.
Canto mi soledad, álamo triste.
Lo que me abrasa canto, mientras muero.
¿Detrás del llanto un mundo nuevo existe?
Todos los días de mi edad espero.
1949
DE "LOS
IMPOSIBLES PÁJAROS"
AUNQUE SIEGUE LA
VOZ...
AUNQUE siegue la
voz con que tu nombre
digo, tu nombre irá, como una hoguera
abrasando estos huesos y esta carne de hombre
con perpetuo verdor de primavera.
Aunque ciegue la
herida de mis ojos
donde vive la luz de tus paisajes
en los del alma, de ceguera rojos,
siempre se estrellarán tus oleajes.
Aunque duela el
silencio, como espada
fundida en lentas fraguas de amargura,
sonará esta verdad desesperada,
mordida tierra entre mi dentadura.
Sorda la voz, el
sueño enarenado,
las pupilas, el alma, la garganta arañadas,
ronco, diré que hay en mi pecho, hincado,
un árbol que florece rosas ensangrentadas.
Respiro por la
herida.
Por esta viva herida de mi muerte;
por esta mortal llaga de mi vida
que años y sueños y fracasos vierte.
Respiro por la
herida este aire triste
empapado de humana pesadumbre.
Y un claro viento insiste
contra muros de tedio y de costumbre.
Pisando mi dolor,
legiones de hombres pasan
ciegos, hacia esta misma hoguera mía.
¿Para siempre se salvan? ¿Para siempre se abrasan?
Yo sólo sé que busco mi verdad día a día. |
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1951
DE "LOS
HORIZONTES"
OSCUROS HOMBRES
OSCUROS hombres,
vamos a la luz,
vamos a remontar los hoscos sueños.
Sé que lleváis irremediablemente
un tigre encadenado en vuestro pecho.
Pasivos agonistas de una vida
que sorda pasa y os escuece dentro
como un río de sal por vuestras venas,
como una roja ortiga en vuestro ceño.
Montón de soledades asediadas
por la injusticia, por el hambre, el miedo.
Solitarias angustias, hombres solos,
vamos, hacia la luz, a comprendernos.
Acaso la verdad,
arriba, bate
sus alas cerca; abajo, acaso, lejos.
Acaso dentro de nosotros mismos
vuela, y llevamos nuestro propio cielo.
Tal vez amor. Tal
vez se niegue el árbol
a florecer desde su pobre leño.
Absorto el hombre, estéril la ternura,
los ojos, puras fuentes, están secos.
Tal vez el corazón sólo es de tierra
y falta llanto para darle riego.
Tal vez si nos herimos las pupilas
liberadora lágrima alumbremos.
Oscuros hombres:
vamos a la luz.
Solitarios alzáis vuestros silencios,
vuestro rencor, vuestra sombría nada,
vuestros helados y terribles fuegos.
A la impávida luz de la amargura
mirémonos: vamos a comprendernos.

Vista de la sala
1952
DE "ELEGÍA EN
OTOÑO"
VÍA MUERTA
COMO trenes
lejanos nos cruzan los recuerdos
en la noche, a través de los campos del alma.
Nos huyen. Los sentimos. El tiempo los conduce
a la remota oscuridad sonámbula.
Quedamos silenciosos, como estaciones solas,
frías en la desnuda madrugada.
Dios es a veces sólo el párpado amarillo
de esa única luz que no se apaga.
Sordos, en qué
profundas vías muertas de olvido
los vagones del sueño se topan y se encallan
en la inmovilidad de la tiniebla
mientras la vida sigue silbando en la distancia.
Vías muertas de
olvido, donde los guardagujas
del tiempo hunden la risa y la esperanza.
Raíles herrumbrosos por donde no es posible
transitar hacia el alba.
Oh tristes vías
muertas
donde va la alegría condenada,
en las que descarrila definitivamente
aquel tren de juguete de la infancia.
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1954
DE "EL ÁRBOL Y
OTROS POEMAS"
LA CAJA DE
MÚSICA
NOS sentimos
sonar día tras día
en el silencio cóncavo del pecho.
Nos oímos la vida, resonancias
de música, de sueños,
de olvidadas, perdidas melodías,
de remotos, oscuros, tristes ecos.
Levantamos la
tapa de la caja
con la memoria de insumisos dedos
y unas íntimas músicas oímos
remontando los años hacia dentro.
Rumorosos
paisajes de armonía
que un niño cruza. Acentos
que dulcemente nos envuelven, manos
melodiosas. La luz en los almendros.
Las voces del verano. Aquellas tardes
que nos iban de carne y música vistiendo.
Oímos el amor
como una hermosa
canción, ocultos árboles meciéndonos,
y unas lejanas flautas de nostalgia
sonando entre las cañas de los huesos.
Pautada luz de
abril. Agosto en llamas.
Cobre de octubre. Otoño pone cerco
al corazón. Arroyos de noviembre.
Aguas huyentes en las que bebemos.
Cuán
armoniosamente la esperanza
se hunde en la fronda de jardines secos
con su leve chascar de lento olvido
bajo los olmos cenicientos.
Música antigua.
Canción remota. Violines trémulos
que en repentinos llantos sueltan, rotas,
bajo los arcos de infundible hielo,
cuerdas heridas, venas musicales
donde la sangre pulsa sus lamentos.
¿Qué orquestas
suenan?
¿Qué sones se armonizan, qué patéticos
tonos nos estremecen, qué invisibles
manos tañen los hondos instrumentos?
Y son las
nuestras. Pasan
sobre pianos infantiles, viejos,
por quejumbrosas cajas, por metales
sensuales y frenéticos.
Son nuestras
mismas manos
pálidamente azules por el tiempo
arrancándonos vida como notas
por escalas de lluvia y de recuerdo.
Esta caja de
música del alma
se nos destapa lentamente dentro.
Nos sentimos sonar. Nos escuchamos
canción, música, ecos.
Acaso somos sólo
nuestro propio sonido
con el que entre los años juega el viento.
Tal vez vivir no sea más que oírse
en la caja de música del tiempo.

Olga de Lucia y Leopoldo
de Luis en el domicilio de este |
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1954
DE "EL PADRE"
LA PELEA
CRUELMENTE te
callas, padre mío,
te sacudo con fuerza entre mis brazos.
Aunque te tengo siento que huyes como un río,
que de mí te deshaces a oscuros aletazos.
Como contra la vida golpeo contra el lecho
y te arranco estas ropas queriendo arrancar muerte,
queriendo arrancar vida contra el bosque del pecho
porque la roja rama del corazón liberte.
No te suelto. No puedes escaparte.
Con toda el alma clavo en ti mi dentadura.
Treinta años de mi vida tengo aquí de mi parte.
Contra tu muerte pongo mi ciega mordedura.
Quieres ensordecer, pero aunque sea.
Mi voz también contra el silencio lucha:
te sube por el cuerpo como una honda marea.
Dime que sí, que mi dolor se escucha.
Te callas ferozmente. Eres de roca.
O te haces sombra que invisible huya.
Te tengo aquí, al alcance de mi boca,
y ya no estás...
Te sales con la tuya.
LA IMPOSIBLE
VUELTA
SI quisieras
volver, padre, verías
todo en el aire inmóvil del recuerdo.
Los menudos asuntos cotidianos,
celulillas del breve mundo nuestro,
diario pan de amor y sacrificio,
alimentando al fiel y dulce perro
de la costumbre, que al llegar a casa
nos lamerá las manos.
Cae el tiempo
desde las familiares paredes derramándose
como luz de tristeza en nuestros pechos.
Madre volvió a coserte la camisa
con su hilo de paciencia y de silencio.
Tere te trajo el libro que esperabas.
La semanal tarjeta de Luis trajo el correo.
María ha preparado tu café.
Ya los niños
llegaron del colegio,
vacían sus carteras de pequeñas conquistas,
de nuevos mundos descubiertos,
y aguardan que corrijas sus deberes.
Yo, junto a la
ventana, en este estrecho
rincón que tú
conoces,
donde entre
libros sueño,
voy hablándote,
estoy
escribiendo estos
versos,
estos prosaicos
versos tan sencillos
como si hubieses
vuelto
y estuviera
contándote las cosas
que en estos
días han pasado…
Pero
no volverás…
Hoy es ocho de
abril,
la tarde, alondra
herida por el cielo,
como un dolor
antiguo va sangrando
lentamente. Se
escucha un río lejos…
Pero no hay río,
padre, tú lo sabes,
y oigo su canto
inédito…
¿Será la muerte
como un río?
Estoy
escribiendo estos
versos
tan prosaicos…
Ya sé que a nadie importa
mi dolor frente a
un mundo que millones de muertos
devora cada día,
pero yo necesito
contarte todo
esto
y estoy llorando,
padre, mientras inútilmente
aguardo tu
regreso.

D. Leopoldo de Luis en una entrevista
televisiva
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1955
DE "EL EXTRAÑO"
LA PAREJA
TENERTE cerca.
Hablarte.
Y besarte en silencio.
Y sentir el contacto
caliente de tu cuerpo.
Sentir que vives, trémula,
aquí, contra mi pecho.
Que mis brazos abarcan
tus límites perfectos.
Que tu piel electriza
las yemas de mis dedos.
Que la vida se ahoga
en el hilo de un beso.
Que así, en la sombra, a tientas,
bajo la noche, ciegos,
topándonos a oscuras
mientras todo es silencio,
nos amamos y somos
casi dioses, rugiendo.
Vuelvo a palpar
tu carne,
vuelvo a besarte, vuelvo
a estrecharte en la sombra
ciega contra mi pecho.
Vuelvo a sentir tu vida
trémulamente. Siento
que el desamparo pone
su soledad, su cerco,
en torno de nosotros.
El mundo está desierto.
Mudo. Tú y yo
arrojados
a un destino violento,
aquí, sobre la tierra,
abrazándonos ciegos.
Y entonces te
recojo,
te amparo, te sujeto,
pequeña, débil, mía,
cobijada en mi aliento,
sostenida en mis brazos,
cubierta con mis besos.
Pero mi pequeñez
en seguida comprendo.
Mi inútil protección,
castillo sin cimientos,
rueda deshecha frente
al enorme Universo.
¡Qué poco puede
el hombre!
Y me refugio en medio
de tanta soledad
en tu caliente cuerpo,
para que entre tus brazos
me mezas con tu tierno
amor. Niño asustado,
busco tu amor materno.
Los dos en la
tiniebla
abrazados, pequeños,
frente a la eternidad,
lloramos en silencio.
La noche continúa
mudamente cubriéndonos.

Miguel
Oscar Menassa con sus hijos Fabián y Alejandra

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1957
DE "TEATRO REAL"
LA REPRESENTACIÓN
No se baja el
telón. Alguien silencia,
no gesticula más, ha terminado.
Pero la función nunca. Los actores
repiten sus papeles ¿hasta cuándo?
Llegan en fila,
gritan, se amontonan
o se persiguen por el escenario,
por el gran escenario, lloran, hablan,
se ríen, caen. La luz les hace extraños.
Monótonos repiten
sus papeles:
viejísimos monólogos, no hay diálogos.
Cada cual clama por su propia herida.
Nadie escucha las voces del contrario.
Tartamudean
torpes, trenzan torpes
hilos de voz, nudos de voz, de llanto;
o bien recitan de corrido, sueltan
su lengua de grotescos papagayos.
De cara a esta
implacable batería
que los alumbra mortalmente, cardo
de luz que los araña, inician gestos
que se desploman tristes de sus labios.
Entre remotas
muestras de fatiga
arrastran sus disfraces empolvados,
descoloridos, sus arcaicos trucos
que ensayan con mirada de cansancio.
Y van y vienen
aturdidos, hoscos,
indiferentes, lentos, tropezando,
moviendo leves nubes de ceniza,
lloviendo un agua gris de sueño y llanto.
Súbitamente un
fuego los conmueve,
los ciega. Se rechazan como hermanos.
Se desconocen, se odian, se abalanzan…
La luz sigue implacable contra sus rostros blancos.
¿Quién gobierna
esta escena, quién apunta?
El director habrá tenido un fallo.
¿Nadie dirige, aquí, entre bastidores?
La luz, sólo la luz sigue alumbrando.
Hay un viejo
traspunte que ahora nadie
ve, que nadie ha visto nunca, acaso.
Pero ya nadie atiende. Pasan, gritan,
desesperadamente alzan los brazos.
¿Quién mira a
estos actores, quien escucha
sus voces repetidas, su viejo acento trágico?
Una gran sala en sombra, una gran noche,
una gran muerte enfrente.
No alcanzamos
a ver si hay en la
sombra espectadores.
Sólo la luz, la
luz sigue alumbrando.
UNA VENTANA
Dementes
artesanos, albañiles
locos, enajenados constructores,
levantando una tapia, cientos, miles
de tapias entre sueños y rencores.
¿Quién dirige
esta ciega arquitectura,
estas casas de sombra, esta muralla
de soledad, la torre de negrura
donde la vida el vuelo libre encalla?
¿Quién dibujó
la araña de este plano
que repite paredes y paredes?
¿Quién alza estas ciudades, con qué mano
se tejen esta niebla y estas redes?
Alguien ha
emborronado absurdamente
en los viejos diseños. Esta puerta
no da a ninguna parte. Un muro enfrente
ahoga el sol de la ventana abierta.
Y cruzamos oscuras
galerías
que nos devuelven a la misma estancia.
Habitaciones múltiples, vacías,
repitiendo su inútil resonancia.
Y queremos salir,
pero buscamos
la puerta, recorremos la escalera
no se acaban sus
desnudos tramos,
ni nada abrimos, porque no hay afuera. |
No hay afuera, no hay calle, no hay ciudades,
no hay mundo; hay esta sola inmensa casa,
estas eternas, solas vecindades
de corredor donde la vida pasa.
No hay más que estos enormes corredores
por los que nos cruzamos ciegamente
vecinos de una casa de rencores
con la pared de un odio sordo enfrente.
No hay más que estas paredes donde deja
sus amarillas manchas el olvido
como la mano de una humedad vieja
en el yeso mortalmente mordido.
No hay más que ciegas puertas que abre el viento
descubriendo la sombra desdentada.
Los picaportes rompen su lamento
y giran las fallebas para nada.
Y lo sabemos. Pero nos decimos:
"En la otra habitación habrá salida."
De portazo en portazo repetimos
la esperanza fingida.
Porque vamos soñando abiertos muros,
grietas en donde el sol se precipite;
inventando avenidas y paisajes futuros,
tierras feraces que la luz habite.
Y sentimos un fuego en nuestras manos,
la sangre en nuestras manos, de ansia hechas,
para cavar, oscuros artesanos,
en las paredes de la casa brechas.
Con las manos heridas, la ventana
soñamos construir, a la luz pura,
que nuestro hijo pueda abrir mañana
1961
DE "JUEGO
LIMPIO"
HISTORIA
Han pasado los
años y las cosas
que nos vieron crecer jóvenes nada
más que recuerdo son. La tierra ha vuelto
a abrir ya veinte veces sus entrañas
bajo las duras manos que no logran
sino sufrir, pero jamás llamarla
suya, las manos que aún descubren
un cerco oscuro en sus muñecas, manchas
antiguas.
Transcurrieron años;
hijos nos han nacido que levantan
al sol los ojos y preguntan. Saben
que un día... Vagamente hablan
de lo que fue nuestro vivir,
la carne misma nuestra, sepultada
en el tiempo.
Miramos lentamente
hacia la luz que dora la ventana.
El sol ha vuelto ya, miles de veces,
a hundir sus naves en el agua
de la noche y hermosa, limpiamente,
se salvó del naufragio con el alba.
La Tierra, el Sol, los hijos...
La vida, un oleaje. No se para
en nuestras manos. Sigue, se va, rompe
barreras, ilusiones, vallas,
deseos...
Han pasado años.
Otras guerras han puesto su pisada
de sangre y cieno sobre el mundo, otras
paces soltaron sus palomas blancas.
Naciones han surgido. Pueblos nuevos
se congregan en torno de las brasas
de su reciente libertad. Pequeña
y enorme, en la materia agazapada
una fuerza fue vista por los ojos
del hombre y sus terrores amenazan
el mundo. Entre la rueda de los astros
giran estrellas con la huella humana
en su esqueleto...
Han pasado años.
Angustia comprenderlo. Tanta
vida...
Miramos lentamente.
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La Tierra, el Sol,
los hijos...
¿Qué palabras
desdecirán la realidad? ¿Qué hielo
sujetará este río?
Un llanto habla
solo al revés; remonta el cauce; ahonda
la antigua herida.
Todavía sangra.
1964
DE "LA LUZ A
NUESTRO LADO"
LOS QUE PASAN
A Jorge Campos
NO pasa nada.
Sólo nosotros sí pasamos.
Nos vamos alejando en un tren sin agujas
que no cambia su marcha ciegamente prevista.
¿Qué son esos paisajes que no hemos visto nunca?
La tierra cambió
un poco su faz por nuestras manos.
Para que las oyésemos sonaron otras músicas.
Los que iban a hacer otro mundo fuimos nosotros.
Ni siquiera con gloria la torre hoy se derrumba.
Dices: «Hacemos
tiempo»; pero es él quien nos hace.
«Estoy matando el tiempo» pero él nos ejecuta.
«Cómo se pasa el tiempo»; pero somos nosotros
los que pasamos bajo su inevitable lluvia.
Mojados por el
tiempo hasta los huesos
del alma, es imposible ya la espuma
de aquel verano, su corola ardiente,
el corazón solar de su aventura.
Eso que hemos
tenido en nuestras manos,
eso que defendimos con qué lucha,
sentimos de repente que otras manos lo agitan
y que la realidad toman por suya.
Veníamos de
tierras en donde todo pudo
granar otras cosechas, y de ferias oscuras
donde con nuestras solas monedas juveniles
pagamos otras deudas y otras culpas.
Volvimos a la
casa. Por las habitaciones
cundía espesamente una sombra nocturna.
Habíamos tenido la luz en nuestras manos.
Alguien tras de nosotros nos hacía preguntas.
Mas nuestro tren
recorre estaciones de olvido.
Alguien hace que nuevas luminarias reluzcan.
Somos los mismos pero la soledad nos cerca.
—Estuvimos un día... Ya nadie nos pregunta.

Miguel
Oscar Menassa y Alejandra Menassa
|
1966
DE "CORREO
ESPAÑOL"
CARTA AL POETA
COLOMBIANO
GERMÁN PARDO GARCÍA
(Por sus
poemas)
GERMAN Pardo
García, voz al rojo
vivo de América, te escucho
cual si escuchara al viento lóbrego
sobre los páramos desnudos,
como si oyera
desgarrarse
la entraña ciega, lo profundo
de los montes y de las rocas
clamando un grito ronco y último,
como si oyese
despeñarse
la catarata de un diluvio
porque quien oye llover sabe
que el agua puede ahogar el mundo.
Tu voz es última
y profética
como ardida en viejos chamuscos,
voz de la tierra, tierra misma
que rezuma remotos jugos,
germinales
substancias, agrias
maceradas raíces, grumos
vegetales, como estallidos
hacia la patria de los frutos.
Voz de la tierra.
Tierra misma
que se hace lengua, ardiente surco
por donde suenan sangre y vida
irguiéndose contra lo injusto.
Entre tus versos
el calcáreo
indio atraviesa ardiendo, oscuro,
con su irredenta pesadumbre
y las llagas del escorbuto.
Por tus versos el
pan fermenta
amantes féculas, regustos
sufridos. Pasan silenciosos
obreros a un compacto grupo
de esfuerzo diario. Abre homicida
la flor atómica su luto.
La americana noche extiende
su salvaje aliento telúrico.
Tú, Germán Pardo, eres con todo
lo que cantas, fraterno, uno
mismo, materia solidaria,
trozo vivido, grito único.
Tus poemas son
como rocas
calcinadas. Riscos abruptos.
Minerales versos, de piedra
en planetarios yermos mudos.
O como tallos
vegetales
que en los légamos alzan húmedos
su cereal astronomía,
sus largos brazos de bejucos.
O humanos cuerpos
que respiran
bajo la pena hacia un anuncio
claro y difícil de esperanza,
de paz, detrás del infortunio.
Germán Pardo, tu
voz de América,
tu maciza palabra escucho.
Sólo canta la verdad quien
con tierra y pueblo se hace uno.
La poesía es
tierra viva
carne viva, hueso profundo.
Hemos de alzarla vivamente.
Igual que quien levanta un puño.
|
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1970
DE "CON LOS CINCO
SENTIDOS"
CREO EN LA
REALIDAD0
Me han llorado los
ojos, pero he visto.
Caminé con los párpados alerta
y con ellos abiertos aún resisto.
Que lo real encuentre así una puerta.
Sé cómo suena el
mundo cuando gira
alrededor de un hombre en pie de lucha.
Sé también cómo suena la mentira
y el corazón que escucha.
Sápida fue la vida poco a poco
dejándome dulzuras y amargores.
La vida al fin es como un barman loco
jugando a hacer alquimia de sabores.
He percibido bajo
los aromas
el husmo de las cosas al ocaso.
El olfato conoce los idiomas
de todo, a redroviento, paso a paso.
Y nacieron las
formas dulces, suaves,
ásperas, esquinadas, en mis dedos.
Alguna vez toqué y quemé mis naves.
Otras toqué, y me llené de miedos.
Mi lengua y mis
oídos y mis manos,
mi nariz y mis ojos, interrogan.
La realidad les da sus soberanos
argumentos. Dialogan.
Ante estos cinco
jueces he tenido
frente a las cosas un duro careo.
Olí, toqué, gusté, vi y he oído.
Testigo soy. En la realidad creo.
1971
DE "DE AQUÍ NO
SE VA NADIE"
DE AQUÍ NO SE VA
NADIE
De aquí no se
va nadie nadie.
Ni el místico ni el suicida.
Y es inútil,
inútil toda huida.
León Felipe
De aquí no se va
nadie. Ni tú ni yo tampoco.
De aquí nadie nos mueve. Ésta es nuestra condena.
Ha echado ya raíces cuanto tocas y toco
y hasta el aire, tan leve, nos pone una cadena.
Es una ilusión
vana escapar a otra vida.
Ni los muertos se van: son plomo oscuro
y cal bajo la tierra y una invisible herida,
un invisible hueco que dejan en el muro.
Somos los
habitantes sin regreso
de una ciudad sitiada y en acoso.
De aquí no se va nadie. Todo el peso
de los siglos nos lastra. Somos su oscuro poso.
El amor es un
círculo cerrado.
Si nos precipitamos en su sima
del amor no nos saca ya ni todo lo odiado.
No hay que esperar que el odio nos redima.
Somos dos
desertores atrapados, cogidos
huyendo, casi en la frontera.
Nunca hemos sido, nunca, perseguidos
ni nadie nos impide ir hacia afuera.
¿Por qué estamos
entonces prisioneros de nuevo
si nada nos retiene ni nadie nos vigila?
¿Por qué tú no te atreves, por qué yo no me atrevo,
por qué no nos salimos de la fila?
|
A lo mejor estamos
ahora muertos
—tal vez aquel abrazo fue la muerte—.
Acaso porque estamos con los ojos abiertos
del todo, puedes verme, puedo verte.
Aunque se alce esta losa no salimos.
Estamos enterrados. Eso es todo.
De aquel agua de amor no somos más que limos,
no somos de aquel agua más que lodo.
EN ESTE TROZO DE
PAPEL
En este
trozo de papel escribo
la verdadera fábula de un hombre.
Es una carta sin destinatario
o es su destinatario el universo.
De pronto el papel crece.
Se hace inmensa llanura
y labro surcos vivos.
Se hace un inmenso mar
y trazo unas estelas.
El lápiz y la pluma se convierten
en obuses. Disparan.
A cada letra le abro un hondo cráter
como si disparase los cañones
de una desesperada artillería.
Quizá los cosmonautas deletreen
mañana sobre el rostro del planeta
de un trozo de papel, el alfabeto
con que escribí esta fábula resumen
de la vida de un hombre. Desde lo alto
leerán esperanza donde
puse
angustia. Y una banda de palomas
cruzará de repente la mañana.
1979
DE "IGUAL QUE
GUANTES GRISES"
LA PALABRA
LA libertad está
aquí, en este hueco
sonoro,
en esta breve concha pronunciada.
Saberla, darle un orden, entenderla,
cuidarla como a madre o como a hija,
potenciar su fervor y su sentido,
vivificarla con la propia sangre,
sentarla en las rodillas de las gentes,
acunarla en el pecho hondo del pueblo,
templarla al sol rugoso de los campos,
airearla en las puras arboledas,
pasarla por las piedras ancestrales,
proyectarla a la lumbre de mañana,
dejarla que jadee entre fabriles
maquinismos, en tráfagos mineros,
asociarla al trabajo y a la pena,
a la rosa inicial de la alegría
y al gris rosario de las decepciones,
acompasar su música al latido
del corazón de todos, masticarla
como el pan que se suda, hacerla trago
de agua o de vino para sed y seca
garganta, convertirla en guante oscuro
para agarrar el hierro incandescente
del ansia de justicia, hacerla paño
para las cotidianas vestiduras,
dejarla recorrer como un zafiro
líquido entre los dientes defensores,
como un diamante blando y moldeable
mojarla entre los labios sensualmente.
Decirla y repetirla: pronunciarla.
Es el más subversivo y más humano
de los pronunciamientos.
LAS AVES
"Las aves de
rapiña se lanzan sobre nuestras sombras".
(Cuadro de J. Miró)
LOS días como
gotas reiteradas,
las palabras igual que guantes grises
el tiempo como extraña dentadura
nos han hecho de pronto carne expuesta
a los desgarramientos injuriosos. |
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Centímetro a
centímetro cedemos
la piel al alcotán que se descuelga
desde sus inhumanas cetrerías.
Nos asedian sus pardos aletazos.
A la vez somos pieza amenazada
y desnuda planicie de un gran pecho
donde los espolones se ejercitan.
Y planean las aves
predispuestas
a su caza cruel, nublan fugaces
la luz de nuestros ojos, traen los restos
de antiguas presas, el olor confuso
de un sol como de pólvora y el viento
como de temblorosos homicidios.
Siento que han
extendido nuestra piel
tal una vieja res ensangrentada
y una lluvia de curvas herramientas
desencadena su furiosa estirpe,
su hambre tradicional, su tiranía
de garras y de picos por la sombra
donde nos desdoblamos mudamente.
No somos
prometeos, sino tristes
y pálidas siluetas abatidas,
casi pobres pastores que abandonan
sus mejores lechales por el miedo
cuando el azor metálico en el raso
azul coloca infame su belleza.
Pasa soberbia un
águila o un garfio
alado, un halcón rojo, un neblí altivo.
Desde nuestras entrañas se alimentan.
Está el milano atento a nuestra sombra
y un cóndor desde el cielo nos domina.
Sentimos a la arpella cómo incuba
sus huevos en los hondos llamazares
por los que sin remedio nos hundimos
y hay buitres que aprendieron nuestros nombres
y que vuelven oscuros cada tarde.
1981
DE "ENTRE CAÑONES
ME MIRO"
LOS ENCUENTROS
NOS hemos
encontrado con la pena.
Una mujer cruzando mudamente.
De pronto pareció que nos miraba
pero sus ojos lo indagaban todo
y hasta el fondo del mundo recorrían.
Nos hemos
encontrado con el llanto.
Fuimos un poco de agua de su río
que traspasa la tierra de amargura
y mantiene los ojos como nubes
para sus torrenciales avenidas.
Nos hemos
encontrado con el tedio.
Es una yedra antigua que carcome
la columna del tiempo y su constancia.
Se acogió alguna vez a las paredes
donde quisimos instaurar la rosa.
Nos hemos
encontrado la injusticia
imponiendo su puño contrahecho,
sembrando sal, talando primaveras,
helando en nuestros labios las palabras.
Nos hemos
encontrado con el perro
herido del rencor. Su piel quemaba.
Mas también
encontramos la alegría,
niña un poco asustada, con sus ojos
como pequeños soles de verano.
De nuestra mano vino entre alamedas
que aún se mecen al aire del recuerdo.
Entre tantos
encuentros tal vez fuese
más propio que escribiera:
nos hemos encontrado con la vida.
|
1983
DE "UNA MUCHACHA
MUEVE LA CORTINA"
EL FUSILAMIENTO
EXPLANADA de pitas
como espuma
de lava verde, y el volcán es mío,
el pelotón redobla y se despliega,
el capitán del sol abrasa el áspero
dril de los uniformes y refluye
calor en la madera de fusiles
ya contra el suelo ya contra los hombros.
El día duele de alto y de amarillo
y la luz es espejo que se rompe
furioso entre las piedras, mil pedazos
vuelven a reflejar el mismo cenit,
el mismo mediodía sin sonrisa.
El sudor baña rostros y se enfunda
en la miseria de los corazones.
Así me van a fusilar, debieron
de fusilarme ayer el tiempo pasa.
"Un instante
primero que la voz de mando suene."
Los amigos me buscan en las fosas
comunes y sortean mi cadáver
porque así debió ser y vuelvo a casa
seguramente tarde, demasiado,
y tal vez expulsado del colegio
y lloro en brazos de una madre, niño,
que en la sombra me llama y no es la mía
o es que acaso no soy yo quien acude
con el traje escolar que se parece
al que llevaba el mediodía aquél
cuando las quince bocas me apuntaban
la lección de la muerte y sus respuestas
de plomo y sangre y sueño y odio acaso
por la explanada de la pita, entonces
al volver he caído, el niño nunca
lo pensó: era la guerra. Hubiera sido
mi padre quien cayera... al fondo emerge
la casa familiar, joven encuentra
su muerte en una guerra no cumplida,
enlutados los hijos ahora cruzan,
ahora cruzamos. Tuvo un hijo, éste
que persigue el semblante y unos ojos
que miraron serenos a mi madre.
Está a la puerta de un destino extraño,
un destino no suyo que se pone
igual que una guerra y reglamenta
usada vida impropia y tal vez muerte
impostora, porque era quien caía
yo y bien que lo noto ahora en el pecho
y en la frente. Las quince no acertaron,
cinco sueños perforan aquel cuerpo
que tuve, al que llegué desde un endeble
esqueleto de niño que soñaba
escenas de una guerra aún no ocurrida.
De la explanada del fusilamiento
llego con sangre seca por las sienes
con la camisa rígida de sangre
—lávala, madre, y el botón sujeta
con tu hilo de paciencia y sacrificio—
seca sangre en el borde de los huecos
por donde resbaló la vida leve
de aquella adolescencia entre fusiles.
Has metido los dedos en las simas,
pequeñas, restañadas, tan oscuras
madre, que son la noche hecha de pétalos
heridos y co]gados de tus manos
¿te las miras ahora todavía
con inconmensurables ojos secos
de un llanto exterminado por la muerte?
Y cruzan los soldados voluntarios
formando el pelotón que me ejecuta,
van a dejar sus armas en los viejos
arsenales del odio y a la sombra
de un volcán apagado por mis ojos.
Arrastro desde entonces tanto cuerpo
acribillado que me pongo fuera
del tiempo carretera tan angosta
para andar a favor de la esperanza
y comprender que soy sólo un cadáver. |
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Dante
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Elvira Peralta (Buenos Aires) |
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Luciano
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Renata
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Augusto
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Lidia
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1985
DE "DEL TEMOR Y LA
MISERIA"
LOS CUENTOS
"...
y que el miedo del hombre
ha inventado todos los cuento
León
Felipe
Un
hombre en lo remoto de los siglos
debió de ver alguna noche el miedo.
Yo lo he sabido porque entre las sombras
de mi cuarto aún fulgir sus ojos siento.
Un hombre en lo remoto de los siglos
debió de estremecer de horror su cuerpo.
Yo lo he notado porque algunas veces
no sé por qué también yo me estremezco.
Un hombre en lo remoto de los siglos
debió de sollozar entre sus sueños.
Yo me percato porque muchas noches
de súbito llorando me despierto.
Un hombre en lo remoto de los siglos
debió perder su realidad, su peso.
Yo lo percibo porque me doy cuenta
de que no soy sino un extraño hueco.
Un hombre en lo remoto de los siglos
para tranquilizarse inventó un cuento.
Yo lo descubro porque día a día
repito sus historias sin quererlo.
1990
DE "REFORMATORIO
DE ADULTOS"
LO
MISMO QUE CANSADOS
Todos
somos lo mismo que cansados
leones. Entornamos los ojos. Pasa el tiempo
su látigo. Otro día. Lentamente
el circo estrecha el cerco.
Giró otra vez la vida en nuestro eje
un poco. Sostuvimos un momento
el mundo en nuestras manos. Un segundo
en nuestro hombro gravitó su peso.
Hubiera sido todo al fin posible
—todos somos gastados sueños—
pero la mano —la que un día
tocó el amor— no conquistó más que esto.
Por la ventana ves pasar ahora
la vieja historia o bien el nuevo cuento.
Todos
somos una ventana
que da a la realidad, o da al espejo
de nuestra soledad tan repetida
como cada uno de nosotros. Dentro
se sublevan oscuras poblaciones,
se rebelan sombríos pueblos
ocultos. Nada grave. Todos somos
abortados pronunciamientos.
La tarde aplaca al sol, reduce brillos
y armoniza los desconciertos.
LAS 2001 NOCHES
DIRECTOR:
Miguel Oscar Menassa.
SECRETARIA DE REDACCIÓN
PARA EUROPA:
Carmen Salamanca Gallego.
PRINCESA, 17 - 3º Izda. 28008 MADRID (ESPAÑA).
Teléfono: 91 542 33 49 - Fax. 91 548 33 01
SECRETARIA DE REDACCIÓN
PARA AMÉRICA:
Alejandra Madormo.
MAIPÚ, 459 - 1.er piso. 1006 BUENOS AIRES (ARGENTINA)
Teléfono y Fax: 43 28 06 14 / 07 10
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Estás cansado. Estamos. Somos todos
fatigados leones. Callan lejos
las máquinas. Cerrados los oficios,
se acurruca en la sombra gris el perro
de la costumbre. Todavía quedan
batallas por librar en el recuerdo.
Desde su fondo ascienden lodo, llanto,
sangre, como un día llovieron,
como llueve aún. Mientras, la luna
sobre nuestra cabeza. Ahora sabemos
que esas sencillas flores tan difíciles:
paz, libertad, justicia, en sus barbechos
no vamos a encontrarlas. Su materia
es esta misma costra oscura. Menos
mal. Otras lunas hay. Planetas
quedan para ahuyentar el miedo.
Fuera mejor no saber nada. Acaso
es la felicidad este silencio
de atardecer. Pobres protagonistas
de un repetido y trágico argumento.

D. Leopoldo de Luis
respondiendo a una entrevista radiofónica
1996
DE "CASISONETOS
DE LA ÚLTIMA
TUERCA"
EL ESPEJO
Miré mi rostro en el espejo: ¿ése
soy yo?, me pregunté. Y algo pasaba
por la luna, una sombra que empañaba,
que empaña mi cristal, aunque me pese.
Salí. Otra habitación. Unos instantes
contemplé las paredes como tumbas,
como sombrías y hondas catacumbas
que me volvieron al espejo de antes.
Y cuando volví a verme en el espejo
comprobé con asombro que el reflejo
de mi rostro era otro diferente.
¿Cuál de los dos seré? ¿O será acaso
que somos otro siempre, a cada paso,
y el verdadero yo siempre está ausente?
|
ENTREVISTA
AL POETA LEOPOLDO DE LUIS
PRIMER PREMIO DE POESÍA
"PABLO MENASSA DE LUCIA"
24 de octubre de 1999
Por
Carmen Salamanca
P- ¿Qué significa
para usted el premio?
R- Todo
premio significa una satisfacción en cuanto supone el
reconocimiento de un trabajo. Pero éste, al estar colocado al amparo del
nombre de un malogrado joven poeta, lleva consigo la exaltación de su
memoria que enfunde, por encima de la melancolía de su desaparición, un
nuevo fervor poético.
P- ¿Qué nos puede
decir de su libro?
R- Los
poemas de "Generación del 98" son, en primer lugar, un
homenaje a las grandes figuras de la poesía española conocidas bajo ese
nombre. Representan mucho en nuestra cultura y yo, personalmente, les
admiro y les debo buena parte de mi formación estética e incluso moral.
Por eso hay también una identificación con sus valores que dé paso a la
interpretación lírica. Por eso, a las referencias historiográficas, con
ciertos aspectos que llamaríamos "culturalistas", se une la
emoción lírica que nace de las lecturas personales. La poesía nace de
la vida, pero también de lo que se lee, porque la lectura, asimismo, es
vivir. Dicho de otro modo: en el libro se narra, esto es: se cuenta, pero
a la vez se siente, esto es:
se canta. En resumen: en estos poemas intento que hechos históricos y
emoción lírica caminen de consuno.
P- Pregunta
inevitable: ¿qué es para usted
la poesía?
R- Alguna
vez la he definido como respirar por la herida.
Entendamos herida como vivencia, como experiencia personal. La poesía
nace de los sentimientos subjetivos, nace de la misma prosa de la vida,
pero consiste en lograr que esos sentimientos y esa prosa trasciendan a
valores estéticos mediante un lenguaje peculiar, una palabra cargada de
contenido y una forma armónica y rigurosa. Todo ello debe ir envuelto en
un ritmo que nace del propio poema, sin el cual la comunicatividad del
poema puede frustrarse.
P- ¿Qué es lo que
más le influye al momento
de escribir el poema? ¿La vida? ¿La
belleza? ¿El dolor? ¿O acaso otros poetas?
R- De
todo y de todos es tributario el poeta. Cuanto le llega del
mundo interior o del exterior le enriquece y le estimula. No sólo la
belleza, porque también hay una estética de lo feo. El dolor suele ser
más motivador que la alegría, como la duda es más fecunda que la fe.
Pero, en último término, uno escribe de sus obsesiones, de sus
preocupaciones. A mí, especialmente, me preocupa la condición humana, lo
que somos y nuestros condicionamientos. Nuestra fisiología y nuestra
psicología. De qué manera se enlazan el ser y el pensar. Por qué y
cómo se alían la materia que resiste y la materia que insiste
intelectualmente. Mente y materia, ¿no son, en el cuerpo humano, una
misma cosa?
En cuanto a la presencia en mí de otros poetas, no hay duda.
Todos los que he leído han tenido peso, en mayor o menor medida,
en mi formación. Cada vez que tomo la pluma están gravitando
sobre mi mano cuantos me precedieron. Quizá tendría que decir, con
Borges, que me importa más lo que he leído que lo que he escrito, ya que
importar quiere decir llevar dentro, y yo llevo dentro mis lecturas, en
tanto que mis escritos ya están fuera. (Claro que no estoy seguro de que
Borges lo dijera en este mismo sentido).
P- ¿Qué destino
cree que le espera a la
Poesía en estos tiempos tan prosaicos?
R- Ya
he dicho que la poesía se hace desde la prosa, de modo que por ese lado
no hay temor. Por otra parte, en un tiempo de guerras, de hambres, de
injusticias como el mundo actual, en un tiempo enloquecido, la poesía es
lo único que pone un poco de paz y de esperanza. Ya ve: estamos a punto
de entrar en un nuevo siglo. En los anteriores, la Humanidad no ha sido
capaz de eliminar tan graves lacras. Me temo que tampoco lo va a lograr en
los venideros.
Pero siempre habrá un ser humano que enarbole desde la poesía una
palabra de paz, de libertad, de protesta, de belleza, de amor. Esa es la
esperanza. Como dice un verso del poeta Jorge Padrón, se le puede decir a
la poesía: "sólo muere la mano que te escribe".
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