LAS
2001 NOCHES ÍNDICE NÚMERO 22
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DEDICO
ESTE NÚMERO A MIS COMPETIDORES AUNQUE SEAN MIS AMIGOS |
VII
CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO |
LIBERTAD
DIVINO TESORO |
SOCIOS
DE HONOR |
YO
NO SOY UN SOLDADO |
LA
GUERRA |
TUS
MANOS Y LA MENTIRA |
MASA |
CANTEMOS |
RESPONSO |
SOY
EL SIGLO XX |
EL
ALMA QUE SUFRIÓ DE SER SU CUERPO |
PREMIO
PABLO MENASSA DE LUCIA |
GLEBA |
MIS
LLANTOS |
EL
AMOR EXISTE Y LA LIBERTAD |
TRASPIÉ
ENTRE DOS ESTRELLAS |
DE
HAMBRE Y LIBERTAD YA HEMOS MUERTO |
Y
SI DESPUÉS DE TANTAS PALABRAS |
...Y
LLEGÓ EL PSICOANÁLISIS |

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SEGUNDO NÚMERO ESPECIAL:
POESÍA Y PSICOANÁLISIS |
Dedico este número
a mis competidores,
aunque sean mis amigos |
Y
COMIENZO CON UNA BREVE INDICACIÓN
TEÓRICA:
QUE LA LENGUA INGLESA SE HAYA UNO PARA ATACAR NO HABLA DE SU PODER SINO
DE SU DECADENCIA.
Y UN RUEGO...
QUE LAS BESTIAS QUITEN SUS SUCIAS MANOS DE BABILONIA.
Y UNA ESPERANZA:
QUE
ALGUNA BESTIA APRENDA A HABLAR. NECESITAMOS TANTO, LA PRESENCIA DE UN
HOMBRE EN EL MUNDO.
Y DÍGAME SEÑOR GARZÓN. ¿NOSOTROS QUE NO SOMOS INGLESES CÓMO HACEMOS PARA JUZGAR A LOS ASESINOS INGLESES?
Vió
señor Gmón que usted es un poco inocente ¿A ver señor Garzón cómo le
llama un país pequeño a ese hecho fatídico de que se le muera un niño
a cada rato porque usted, señor Garzón y el gigante de habla inglesa
entendieron muy malla democracia?
A
ver, señorito caprichoso. ¿Cómo le explico yo a los jóvenes lo que vi
ayer por televisión?
Sentí,
se lo digo señor Garzón, una indignación Divina. A ver, dígame, ¿ Qué
figura legal habla de cuando un grupo arma do hasta los dientes planea y
luego realiza la ejecución de inocentes desarmados?
¿Dime,
hijo puta, cómo se llama eso? De golpe, así de golpe, un miedo cósmico
invadió mi morada. Temblé, sigo temblando cuando digo ¿ Y si ahora el
señor se la toma conmigo y me hace un juicio a mí y vienen los expertos
y me miden la pija varias veces, para asegurarse que no miento cuando digo
que la tengo muy grande? Y averiguan y se dan cuenta que estoy enamorado
de todo el mundo. Y van por cada puerto que yo fui buscando ese amor mío
en cada puerto y descubren yeso que descubren es mi único problema y me
envían un telegrama donde se lee claramente:
MENASSA
TIENE (EN TODO EL SENTIDO DE LA
PALABRA) VARIOS AMORES EN CADA PUERTO.
ES
CULPABLE,
Culpable
de vivir, de amar la justicia, todavía.
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LIBERTAD
DIVINO
TESORO Soy un hombre de ciudad,
un hombre,
condenado a vivir entre las piedras.
Crecí entre el percal de los vestidos
y las babas de una señora inalcanzable,
la libertad.
Crecí sin vida, interior,
en el pecho llevo un farol,
pequeña, simple luz y escribo versos.
En mi ciudad
cuando mueren algunos, alguien canta,
tenue luz,
murmura por las noches una tristeza,
un vendaval de furias,
repetición donde la muerte tiene su palabra.
De niño me dijeron que amáramos a Evita
y Evita estaba muerta
y yo la amé como se aman las sombras de la noche
y entre sus brazos y las sombras seríamos millones.
Un recuerdo:
fue muerto por la espalda, mi primo, Miguel Angel,
como se mata a quien no se puede soportar la mirada.
Cuando murió Miguel, mi primo hermano, tuve un dolor,
una claridad definitiva y, sin embargo,
al otro día amanecí cantando.
Me fui quedando ciego,
de ver morir, de mirar matar,
de ver pasar a tanta gente indiferente.
En los ojos tenía gotas de sangre,
ardientes manchas de violencia en mis ojos.
Un odio, un amor, una lejanía sobre todo.
Bramidos ocres, quejidos de la bestia,
destrozados por la ilusión de ser,
por la ilusión de comerme las flores
y tus ojos
y las cosquillas en tus pies
y mis feroces mordiscos en tu sexo,
como si tu sexo fuera el fruto perdido del hombre,
aquel limón, aquella manzana inolvidable.
La libertad se fue poniendo joyas,
piedras preciosas entre sus blancas sedas
y entre sus carnes, oro.
Se fue tornando inaccesible monstruo de la lejanía
y, entonces, fui creciendo entre las sombras
y entre las sombras amé la libertad:
fantasma acuático,
alondra muerta para siempre,
entre las pieles de vos,
señora lejana, perdida libertad.
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Aquí me pongo a cantar con
la guitarra en la mano, el vuelco que dio mi corazón es
muy amargo. De pibe ya escribía en las paredes: Basta de
guerra, perros, que necesito escribir con fuerza este
poema.
Y si la guerra no terminaba me garchaba por el culo a una
princesa que se entretenía clavando mariposas vivas en
las paredes de su casa, mientras los hombres se mataban,
mejor dicho, mientras algunos hombres muy bien armados
mataban a hombres prácticamente desarmados, y yo me
abrazaba todo lo que podía y estaba aterrorizado y
gritaba, sin mucha fe, nos matarán, nos matarán a todos
y ella gozaba y lloraba y daba vuelta su cara para que yo
la viera llorar y me decía:
-Moriremos vivos, como las mariposas.
Era, entonces, cuando yo le pegaba un cachetazo y nos
despertábamos de esa pesadilla y mientras ella me
decía: Menos mal que estábamos soñando, un misil de
lengua inglesa atravesaba nuestro porvenir.
Hijo puta, ¿cómo se llama eso? Y de paso lo digo,
¿cómo se llama el asesinato masivo de jóvenes
indefensos en las Islas Malvinas? Los chicos querían
volver con su mamá, ni sabían lo que estaban
defendiendo y los asesinos ingleses los veían en la
oscuridad, los escuchaban hablar desde el satélite
norteamericano de habla inglesa y los mataban después de
violarlos y torturarlos.
¿Acaso señor Garzón se puede explicar esa conducta
asesina y perversa inglesa por el mal comportamiento de
la junta militar argentina?
Y ya sé que tus expertos mañana encontrarán algún
microbio, alguna bacteria en algún desgraciado y dirán:
¿Viste?, teníamos razones para matar, ellos tenían
armas biológicas. ¿Viste?, matábamos a sus niños,
para prevenir que dentro de cien años alguno de ellos
mirara un poco mal a alguno de nuestros niños.
Tenemos información que los soldados de habla inglesa
que disparan los misiles y dejan caer las bombas sobre la
ciudad cantan, a los gritos desde la mañana, para darse
coraje:
Cuando las bombas estallen
como si fuera el infierno
Mataremos a los niños.
Mataremos. Mataremos.
YO
NO SOY UN
SOLDADO Yo no soy un soldado. Yo no soy
un soldado.
Cuando los batallones que volvieron, o van a la guerra,
cruzan por las ciudades y asorda el golpe del tambor,
yo estoy entre las gentes más humildes confundido,
viendo atónito
los estandartes y la deslumbradora fusilería;
entre las gentes más humildes confundido,
viendo los batallones desfilar.
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Yo no soy un soldado. Yo no soy un soldado.
Alguna vez en mis evasiones trasatlánticas,
vi un acorazado lleno de rumorosa infantería partir.
Sus cañones iban a bombardear abedules y pueblos.
Batían el talud las olas cual multitudes amotinadas.
La confusión del mundo estaba en cruz.
Y sentí descender sobre la oscuridad otra oscuridad más
densa,
cuando el acorazado zarpaba lentamente hacia la
destrucción.
Yo no soy un soldado. Yo no soy un soldado.
Mi espíritu no tiene zonas arduas ni planisferios
iracundos.
Soy un país apenas defendido por álamos y tilos.
Creo en la resurrección de los ruiseñores,
y con profundas manos alfareras
construyo en las orillas del rocío
universos de alondras y cristal.
Yo no soy un soldado. Yo no soy un soldado.
¡Cómo entender la sangre que mancilló la sien de las
estrellas
y la inmisericordia del huracán, o de algo que en los
hombres
es semejante al huracán.
Mi heroísmo es de brisas y de nubes magnánimas
y caigo de rodillas cuando la luz padece.
Tal vez soy de luz misma, o la conduzco y la defiendo
desde la consternada simplicidad de mi corazón civil.
Yo no soy un soldado. Yo no soy un soldado.
Mi ansiedad es un ciervo que el sonido emociona.
Viva playa
que un grupo de comandos apróntase a invadir.
La tierra en esas costas tiene intenso color de piel
humana
y el valle se confía como ciudad abierta.
Los inocentes árboles en el pecho lucen su hoja
escapulario
y los pequeños cereales son de ternura y amistad.
Yo no soy un soldado. Yo no soy un soldado.
Mas, cual los capitanes que en la sombra enumeran
los rostros de sus héroes al fulgor de indeciso vivac,
salgo nocturno y solo a recorrer mis campos de batalla
y a colocar en el sepulcro de lo Desconocido
invisible corona,
mientras un clarín de acentos sumergidos, imaginarios,
toca para mis muertos anónimos postrera marcha funeral.
Yo no soy un soldado. Yo no soy un soldado.
Cuando los batallones que volvieron o van a la guerra
cruzan por las ciudades y asorda el golpe del tambor,
yo estoy entre las gentes más humildes confundido,
viendo atónito
los estandartes y la deslumbradora fusilería;
entre las gentes más humildes confundido,
viendo los batallones desfilar.
GERMÁN PARDO GARCÍA
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Una vez más, como tantas
veces, me siento absolutamente reprimido.
Nadie me deja hablar del todo. Nadie me permite escribir
lo que es necesario escribir.
Ahora estoy encerrado en mi casa, solo. Son las 4 y 30 de
la tarde de un día fresco y soleado.
Me gusta estar solo, pero se me ocurren ideas malsanas y
eso es lo que no soporto. La soledad me gusta, nadie me
toca, nadie me mira y, lo más importante, nadie me
contradice. Soy inmensamente feliz estando solo.
Mi madre y yo, qué soledad.
Espero volver a la vida, nacer nuevamente.
Los celos exagerados, las morales férreas no son buenas
cosas para un moribundo.
Ahora me esperan los días más fuertes de mi vida como
Director de una Escuela de Psicoanálisis. En apenas
algunos días tengo que instituir alguna jerarquía
posible entre personas que sólo han conseguido estar de
acuerdo en eliminarme. No sé si algo conseguiré.
Nadie está dispuesto a dar un paso atrás para que se
note mi presencia.
Todavía no empezó la tarde y ya me pesa la cabeza.
Me doy cuenta que la familia son mucha gente en una
ciudad.
Ella ama a su padre, el que le tiene que decir que no,
soy yo.
Ella volará todo lo alto y todo lo lejos que pueda, pero
si yo no vuelo con ella, tarde o temprano aterrizará.
Estoy comenzando a ver de qué me tocará trabajar los
próximos 20 años y no me gusta mucho el asunto.
Educar a las bestias, sin vivir con ellas, sólo
educarlas para dejarlas partir educadas.
Puedo decirlo con seriedad, en este exacto momento del
encuentro, todo lo que me está pasando me gusta. Hasta
trabajar, últimamente, me parece encantador. Producir
día a día admiradores de mi silencio, me resulta
atractivo.
Hoy soy feliz y te lo digo con sencillez extrema. Vuelo a
tu alrededor blancas camelias rotas, despedazadas por las
bombas y me rompo, la risa es mueca ahora.
Y cuando estoy a punto de ponerme a llorar me rodean
varios soldados de habla inglesa y mientras uno de ellos
me acaricia la cabeza para tranquilizarme, otro de ellos
me dice:
-Descuida tu honor, chaval, y tendrás mucho dinero. Y
claro yo reaccioné con exageración en relación a mis
fuerzas y grité:
-Yo soy pobre, lo único que tengo es el honor. Prefiero
morir... Y los ingleses se empezaron a reír como
asesinos y mientras algunos me ataban, otros me rompían
el culo, me mordían la pija, me escupían la cara y yo
sin fuerzas imploraba. Quiero morir.. No tengo nada que
ver. Soy español. Pero los soldados de habla inglesa
querían educarme a mí también y me dejaron vivo. Antes
de irse el que peor me había tratado me dijo:
-Descuida el dinero y no tendrás ni dinero, ni honor.
Y mientras ellos salían rápidamente de la escena para
seguir matando niños, yo me quedaba ahí tirado en la
vereda de la vida alcanzado por una verdad y me dí
cuenta que eso era todo mi poder.
¿Cómo se llama eso hijo puta?
TUS
MANOS Y LA MENTIRA
Graves
como las piedras,
Tristes como canciones de presidio,
Pesadas y macizas como bestias de carga,
Tus manos se parecen
al rostro endurecido
de los niños hambrientos.
Ágiles,
laboriosas como abejas,
Pródigas como ubres desbordantes de leche,
Intrépidas lo mismo que la naturaleza,
Bajo su dura piel, tus manos
guardan
la
amistad y el afecto.
No está nuestro planeta sostenido
por los cuernos de
un buey:
Tus manos lo sostienen...
iQué
hombres, nuestros hombres!
Los mantienen a fuerza de mentiras,
Siendo que andan hambrientos,
Faltos de carne y pan,
y dejan este mundo, al que cargan de frutos,
Sin poder verlos en la mesa propia
ni siquiera
una vez.
iQué
hombres, nuestros hombres!
Sobre
todo los de Asia, los de África,
del Medio Oriente, del Cercano Oriente.
Los de las tantas islas del Pacífico
y los de mi país,
Es
decir, mucho más del setenta por ciento
de los hombres del mundo: Están adormecidos, están viejos,
Siendo listos y jóvenes como lo son sus manos...
iQué
hombres, nuestros hombres!
Ustedes, mis hermanos de América o Europa,
Tan
alertas y audaces,
A quienes, sin embargo, los aturden e l
o mismo que a sus manos,
y les mienten,
y los hacen marchar...
jQué hombres, nuestros hombres!
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Si mienten las antenas de las radios, Si mienten las enormes rotativas,
Si miente el libro y mienten los afiches,
Si mienten las desnudas piernas de las muchachas en el
teatro y en el cine,
Si hasta mienten las canciones de cuna,
Si miente el sueño, si el pecado miente,
Si miente el violinista de la boite,
Si miente el plenilunio
en las noches sin ninguna esperanza,
Si mienten la palabra,
el color y la voz,
Si miente el que te explota,
El que explota tus manos,
Si todo el mundo y todas, todas las cosas mienten a
excepción de tus manos
Es para que tus manos siempre sean
dóciles como arcilla,
ciegas como la noche,
idiotas como el perro del pastor,
y para que jamás se subleven tus manos
y para que no acabe jamás tanta injusticia
-Ideal
del traficante-
Sobre este mundo nuestro,
este
mundo mortal
Donde poder vivir
sería lo mejor.
NAZIM
HIKMET
Ella,
tratando de tranquilizarme me dice.
-A mí, no me interesa ser nada.
En ese decir ella dice: Sólo por saber que, en la realidad, no se puede
ser, es que a un ser no le interesa ser nada.
Ella de esa manera se plantea Como sujeto y no sé si eso es posible, ya
que Como sujeto ella debería ser planteada por un significante.
Si
no reacciona rápidamente la mujer tomará el camino de todos y todos,
Como sabemos, llegan al mismo lugar. Mientras ellos están creciendo no
importa que haya otros de los cuales valerse. Cuando creen haber llegado a
algún lugar quieren destruirlo todo. El silencio de los pueblos es el
comienzo de la destrucción.
Al gigante inglés se llenó el corazón de dinero y ahora no tiene con
quién compartirlo. y cuando ya no haya países para invadir, ni
voluntades que doblegar el gigante se meterá un
misil en el culo y reventará cantando la Marsellesa.
Tengo que decirle que se tiene que psicoanalizar y no sé cómo decírselo.
Ejemplo: ¿No pensaste nunca en psicoanalizarte?
El gigante blanco de idioma inglés, habla siempre de cosas
exteriores.
Prefiere ir a matar niños a Bagdad que quedarse en su casa explicándole
a su mujer que no fue con la pija que se la garchaba a la señorita sino
con un habano cubano que primero chupada con frenesí y luego cuando se lo
metía en la concha gritaba:
-Tomá
nena, esta pija negra, cubana, libertaria. Ya vas a ver nena, los voy a
matar a todos, quiero esa islita de mierda Como jardín de invierno. ¿Nena
querés que te meta dos?
Es
un hombre fuerte, sin escrípulos, no quiere psicoanalizarse. Teme aunque
conoce la otra cara de su vida. Es un hombre dominado por la cosmética,
casi una mujer antigua.
Y Como no tiene ninguna moral sino aquella que le imponen los fabricantes
de armas, se levanta una mañana y dice:
-Bombardeemos Bagdag.
Ya la mañana siguiente:
-Hoy amemos a las putas.
Ya la mañana siguiente dice:
-Hoy toca matar niños
Y yo te pregunto ¿qué quiere decir eso, hijo puta?
Y después se pone a gritar como un loco porque se le acabaron los habanos
y entonces dice:
-Hay
que Comprar habanos más gruesos, esta loca cada día me exige más, ¿qué
quieres ahora nena? ¿quieres que les tire 300 misiles para destruir el
laboratorio de armas biológicas, donde les quedan tres moscas a punto de
reproducirse? Y ella algo se reía y algo le contestaba:
-Por
más bombas que tires, por más misiles que hagas explotar en el blanco,
yo voy a conseguir que hagamos el amor delante de los comunes, de los demócratas,
de los liberales y, también, haremos el amor delante de los comunistas y
le mostraremos a todo el mundo cómo el gigante blanco está enfermo de la
pijita, por eso usaba con tanto amor los habanos cubanos. Era lo único
que se le paraba.
¿Entienden? Cuando se calentaba Como los perros, bueno y también,
algunos hombres, lo único que padecía erección eran los habanos. ¿Entienden?
Fue un hombre Sumido en la impotencia el que ordenó matar. Se la
chupaban, eso sí, se la chupaban todo el día, porque era un hombre muy
poderoso, pero el pobre no se había podido garchar nunca a nadie.
Y mataba y mataba para no recordar sus fracasos amorosos y ni
yo, ni Uruguay, ni Irak, ni Iran, ni Costa Rica, ni Venezuela, ni
Argentina, ni Cuba, ni, ni, ni, ni, ni, ni; Señor Garzón; podríamos
juzgarlo.
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CANTEMOS la
muerte ha llegado y vive entre nosotros.
Mataban miles de niños, dejaban morir millones de
niños, para que nos fuera dada la muerte.
Sé, entonces, que las realizaciones no bastan.
Sé, que hice todos los deberes mal.
Quiero volver desesperado donde empezó el error.
Sé que no podré. Todo ocurrió porque sí, los diarios
de la mañana lo dicen: Las causas son obvias, los
poderosos nos terminarán matando a todos aunque no
tengan motivos.
Nos matarán, entonces, nos matarán y, sin embargo, miro
dulcemente, hacia los días donde ya no estaré y escribo
para aquel hombre que sin saber quien habla escuchará mi
voz.
Respiro y me digo con tranquilidad:
LA GUERRA LO APESTA TODO
Noche de amor, es una oscura lejanía la que me acerca a
tí.
El vacío era pleno y no conseguía saber a quién
pertenecía el dolor.
Cuando ella, por fin, me dijo, que no era necesario que
yo perdiera la memoria de todos mis amores, para poder
amarla, quise escribir un verso y se lo dije:
He buscado, tercamente, un paso hacia adelante
y nada pude hallar. He tratado, hábilmente, de caer
desde las alturas
y nada conseguía.
He viajado, locamente, por calles imposibles,
sin encontrar el cielo.
He dejado, pausadamente, todo lo bien amado
y todo viaja conmigo.
Siempre en el mismo sitio, lejano y apacible,
mirando las estrellas,
siempre contra mí mismo,
paralizado de terror,
sin hallar el deseo.
Sin nadie que pueda arrancar de mis ojos, sin luz,
vendas oscuras.
Siempre oculto en mi propio corazón,
sin apenas salidas, sin amor.
Dejo mis huellas sobre mis propios pasos
y me declaro en libertad.
Ya no quiero caer, ni busco cielos imposibles,
ni arrebatadas luces,
ni pasos adelante que, sencillamente,
alivien mi dolor o mi tristeza
En plena libertad, alejado de todas aquellas,
humanas veleidades,
Dejando, como si fueran síntomas eternos,
que mis grandes amores,
duerman conmigo esta siesta del alma,
vivan, conmigo, este dolor.
LAS 2001 NOCHES
DIRECTOR:
Miguel Oscar Menassa.
SECRETARIA DE REDACCIÓN
PARA EUROPA:
Carmen Salamanca Gallego.
PRINCESA, 17 - 3º Izda. 28008 MADRID (ESPAÑA).
Teléfono: 91 542 33 49 - Fax. 91 548 33 01
SECRETARIA DE REDACCIÓN
PARA AMÉRICA:
Alejandra Madormo.
MAIPÚ, 459 - 1.er piso. 1006 BUENOS AIRES (ARGENTINA)
Teléfono y Fax: 43 28 06 14 / 07 10
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PREMIO PABLO
MENASSA DE LUCIA
1ª CONVOTATORIA
MODALIDADES: A) Poesía y
b) Psicoanálisis Primer premio: 150.000 ptas. en cada modalidad y la
publicación del libro: 1.000 ejemplares en Madrid
1.000 ejemplares en Buenos Aires
Entrega de originales hasta el 31 de Julio de 1999
Entrga de premios: 3 de Noviembre de 1999
Para mas información llamar al:
TEL.91 542 33 49 |
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Estoy como llevado por fuerzas superiores.
El homenaje a Pablo y la publicación de su libro de
poemas, me llevan por caminos desconocidos. He sentido
varias veces, estos días, que yo y el chico, estábamos
haciendo un negocio juntos.
Después me doy cuenta que el pibe está muerto. Pero
también juega conmigo desde la portada de su libro, vive
de alguna manera cuando lo nombro.
Estoy contento, algo contento estoy, Pablo amado, te
llevo en todos mis proyectos, en casi todos.
A pocos días del homenaje a Pablo, estoy como sin alma,
sin ideas, casi sin dolor, sin cuerpo.
Deseo para las fiestas.
Algo de felicidad, la que se pueda.
Algo de amor, lo que cada uno se permita.
Algo de dinero, para poder algo de felicidad, algo de
amor.
Y poesía, eso sí.
Poesía para todos.
SOY EL SIGLO XX Mi
padre es una carne abierta al sol,
mi padre es el oriente.
Mi madre es la celeste y confortable,
máquina de occidente.
Nací de dos seres agónicos,
quiero decir, una combinación imposible.
Nací feroz, atómico, silvestre.
Fui desde el comienzo un incalculable error,
no tuve límites y exploté, también,
contra mi propia vida.
Y volando en pedazos rompí todo el amor.
Nos encontrábamos en un callejón sin salida
aparente. Borrachos hasta los huesos, no conseguíamos
hilvanar las palabras que nos arrancaran de esta pequeña
locura compañera.
El hombre comenzó a amar la soledad como antes amaba la
noche.
Cuando destrabo la soledad de su opuesto vulgar, estar
acompañado, la soledad cobra dimensiones universales y,
ahí, no es necesaria la falta de compañía para
alcanzar la soledad.
Como lugar, como mesa de operaciones cósmicas donde la
soledad se transforma en la edad del sol.
Desde un lugar que no se explica por ninguna falta, hasta
la posibilidad de un sol para cada edad o, mejor dicho,
todas las edades, también, la mía, tendrán algún sol.
Aunque más no sea, el sol de la palabra soledad.
Tengo miedo de haber producido mis propios pensamientos y
que el resultado me aleje de otros pensamientos, otros
hombres. Soy ese pájaro caído de mis versos, algún
pecado se habrá transformado en virtud, alguna belleza
forma parte del pasado.
Todo canto es inmedible. El tiempo puede surgir
rápidamente, de cualquier conversación.
Pero yo estoy roto, no puedo escribir.
Intoxicado por el mundo que me rodea, ambiciono una
vejez, creativa, sin pan y sin amor.
Hay dioses en la vida, tan hondos, y todo el mundo lo
sabe.
Después, también, hubo días que estábamos al alcance
de todos y nadie nos quería tocar.
Ella está recién aconteciendo, yo ya escribo hace
varios siglos. El encuentro, tal vez, no se concrete.
Ella me ama, pero no le interesa encontrarse conmigo.
Lo diré todo, pero de tal manera que nadie lo podrá
creer.
Hoy por hoy, tengo que sentirme casi un genio. Hago
funcionar sin que muchos lo noten y con poco dinero un
fenómeno de la poesía.
Ejemplo de vivir, dijo la poesía y comenzamos a vivir
que ya nadie puede alcanzarnos.
Atentamos contra todo aquello que nos envejezca. Hacia la
verdad sólo se debe abrir una pequeña puerta.
Hoy he visto los primeros efectos de mis escritos sobre
la guerra. Se pierden o se olvidan o no se pueden
terminar de leer.
Y además ponerme a defender la Autodeterminación DE LOS
PUEBLOS, cuando ya nos han roto el culo a todos los
pueblos.
¿Sin drogas, sin sexo y sin el poder sangriento de la
guerra, dónde quiere usted señor Menassa llevar la
sociedad? o de pronto, ¿usted cree en el alma?
Perdonen la palabra del POETA, él tampoco nos pertenece.
Su voz es la tormenta de nuestra voz. Su canto es el
estallido de nuestro canto. El cuerpo del POETA, yace a
mil kilómetros de profundidad, es inalcanzable.
Señor Menassa, denos una ayudita: ¿la muerte existe
para todos? ¿la vagina azul es la vagina de su madre?
¿la pija que usted nombra, es el loco y furioso sexo
masculino que desgarra en el verano las pieles femeninas?
Sólo existe la muerte de los amigos, de los más
íntimos, de los que forman parte de nuestro cuerpo, de
aquellos que son una palabra importante en nuestras
ceremonias.
La vagina azul es la negra vagina de tu madre, que te
irrita durante la mañana y te somete por las noches.
Tu pobre pija, pájaro de papel, tu culo, ensangrentado
por la duda.
Tu destino, mirar cómo nos escapamos de tus manos. El
cielo es infinito.
Vuelo sobre la alondra que comerá tu corazón.
Atleta de locuras infinitas hoy me detendré a llorar:
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MIS
LLANTOS
He
roto tantas brisas con mi llanto,
he llorado romper hasta el mañana
y rompiendo la mar lloré bravío
y el mundo conquisté con este llanto.
Llanto de amor, llanto de furia, tonto llanto.
Clavado en el dolor ajeno lloré de espanto.
Abierto a mi dolor, vidrios lloraba.
Te amaba tanto, tanto, que hasta de amor lloré.
Y luego las vendimias, el vino turbio,
la lágrima rubí, diamante enamorado,
tu cuerpo como caído pero volando.
Cada llanto me recuerda un amor,
todos los llantos sólo uno, llorando.
Arranco de mis ojos las últimas perlas
y me las como para seguir llorando.
Llorando como un buey, vaca, ternera degollada.
Aljibe desterrado del agua,
lloro estos hierros viejos, óxidos lloro,
lágrimas quejumbrosas rotas por el amor,
como salidas de un bandoneón herido.
Bella lágrima oculta me la guardo,
por si algún día alguien la necesita,
entonces, aunque la ame, lloraré esa lágrima.
Y esa otra lágrima desnuda
que no desea abandonarnos
para ser llorada una vez más.
Amor de lágrimas, llantos de océanos,
cataratas de perlas desaparecidas,
majestuoso río cayéndose en mis ojos.
Lágrimas del alcohol, vinagre, envenenadas,
lágrimas del odio hasta el asesinato,
húmeda mortaja de cal ardiente,
ojos desorbitados por la sorpresa
de verse ardiendo, vivos, en la cal.
Era una lágrima fuerte la que lloraba,
lágrimas de una guerra, una muerte violenta,
lágrimas trágicas del exilio.
Hijo, Padre, Madre, todo el mundo llorando.
Había en ese instante lágrimas a montones.
A veces, para recordar haber sufrido tanto,
llorábamos y llorábamos, mas sin motivos.
Era un llorar abierto, tenía ritmo, música.
Cuando llorábamos por nada,
cada lágrima tenía compasión de sí misma,
al caer lo hacían con delicadeza, con elegancia.
Nunca terminaban de caer
y era hermoso verlas danzar de amor,
cayendo sin caer, suave danza del sexo.
Vinos oscuros, licores aromáticos,
mares embalsamados en los ojos,
maremotos retenidos en la mirada.
Vengo desde el centro mismo del agua,
a llorar un dolor tan grande como el mundo.
Hay cosas que no dejan esperanzas,
son cosas como hielos frente al sol.
Como querer encontrar en un mar lejano,
traído por las olas,
aquel beso, de aquel amor perdido,
donde aún no habíamos aprendido a llorar.
Hoy lloraré las cosas no lloradas.
Una amor, una muerte, aquella embriaguez.
Músicas del dolor, llantos amados,
tiernas agüitas de la infancia,
lago escondido entre los árboles,
donde los enamorados se ahogan de llorar.
Lágrimas como piedras despeñadas,
montaña caída sobre la belleza,
seda perforada por las balas del tiempo,
tapándome los ojos, ya cerrados para dormir.
Una pequeña lágrima atraviesa el porvenir,
arranca un ojo de la noche
y lo aprieta con fuerza contra su corazón
y la noche comienza a llorar,
lágrimas de un continente perdido.
Llanto o mujer.
Laberinto, agua sin retorno,
perdida luz,
hambre sin saciar, abierta.
Lloro este verso ahora
porque termina el canto.
Agua de mí, por mí, para mis cosas.
Ese dolor de mí, del universo en mí.
Llanto llorado escribo en el poema
por una muerte en mí, que se repite. |
Huyo
de mí, huyo de mí y no hago otra cosa que encontrarme a mí. Ni huir ni
buscarme. Mí no existe a menos que huya de él o lo busque.
Hombre,
mujer, las dos primeras décadas del 2000
dependerá, sencillamente, de trabajar o no trabajar.
Si
puedo llegar a acostumbrarme a cierto grado de soledad, podría llegar a
crear cosas maravillosas. Pequeños poemas inmortales, más de mil.
Soy
ese peregrino que lleva en sí mismo la luz y la sombra. Por eso tengo un
ojo que casi no ve.
No
sé cómo decirlo, pero me siento algo enfermo. No puedo salir de este
desierto y estoy todo el tiempo esperan- do que alguien me ayude. y cuando
alguien se anima a llegar al centro del desierto donde yo espero, siempre,
es para pedirme ayuda.
Alcoholes
y amores, tampoco me sostienen del todo. Estoy siempre al borde de un
dolor y, además, empiezo a tener miedo que la gente lea lo que estoy
escribiendo.
Tendría
que haber venido con alguien a esta página.
TRASPIÉ ENTRE DOS
ESTRELLAS ¡Hay gentes tan
desgraciadas, que ni siquiera
tienen cuerpo; cuantitativo el pelo,
baja, en pulgadas, la genial pesadumbre;
el modo, arriba;
no me busques, la muela del olvido,
parecen salir del aire, sumar suspiros mentalmente, oír
claros azotes en sus paladares!
Vanse de su piel, rascándose el sarcófago en
que nacen
y suben por su muerte de hora en hora
y caen, a lo largo de su alfabeto gélido, hasta el
suelo.
¡Ay de
tánto! ¡ay de tan poco! ¡ay de
ellas!
¡Ay en mi cuarto, oyéndolas con lentes!
¡Ay en mi tórax, cuando compran trajes!
¡Ay de mi mugre blanca, en su hez mancomunada!
¡Amadas sean las orejas
sánchez,
amadas las personas que se sientan,
amado el desconocido y su señora,
el prójimo con mangas, cuello y ojos!
¡Amado sea aquel que tiene chinches,
el que lleva zapato roto bajo la lluvia,
el que vela el cadáver de un pan con dos cerillas,
el que se coge un dedo en una puerta,
el que no tiene cumpleaños,
el que perdió su sombra en un incendio,
el animal, el que parece un loro,
el que parece un hombre, el pobre rico,
el puro miserable, el pobre pobre!
¡Amado sea
el que tiene hambre o sed, pero no tiene
hambre con qué saciar toda su sed,
ni sed con qué saciar todas sus hambres!
¡Amado sea el que trabaja al día, al mes, a
la hora,
el que suda de pena o de vergüenza,
aquel que va, por orden de sus manos, al cinema,
el que paga con lo que le falta,
el que duerme de espaldas,
el que ya no recuerda su niñez;
amado sea el calvo sin sombrero,
el justo sin espinas,
el ladrón sin rosas,
el que lleva reloj y ha visto a Dios,
el que tiene un honor y no fallece!
¡Amado sea el niño, que cae y aún llora
y el hombre que ha caído y ya no llora!
¡Ay de
tánto! ¡Ay de tan poco! ¡Ay de
ellos!
CÉSAR VALLEJO
Miguel Oscar
Menassa
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• Psicoanálisis grupal.
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Me gustaría abandonar por un tiempo toda sumisión:
Ni ideas, ni drogas, ni amor.
Ser un cantor sin dueño, eso me gustaría. Basta de
gritar, basta de aconsejar, basta de amar. Basta de
juventud, la juventud después de los 60 años, también,
puede matamos.
La soledad es terrible, hasta puedo pensar en suicidarme.
Sí Sí Darme.
Aunque más no sea el día más triste.
Viste cómo rompí la esfera inalcanzable, donde se
guardaban los secretos de nuestra esclavitud.
Los primeros descubrimientos ensombrecieron nuestro
rostro, ser esclavos había sido un logro en nuestra
vida.
No nos quedaba ninguna otra posibilidad que amar, con
frenesí, estas cadenas y las que vendrán.
El poeta necesita orgías de palomas de la paz.
Todos contra todos por un pedazo de pan.
No des la campanada artística del canto. Deja, esta
noche, poeta, cantar a los sublevados sin razones.
A ver poeta, deja morir en tus versos una mujer
cualquiera, amada por un hombre cualquiera, a ver poeta.
Hoy muere en mis versos una mujer común, atravesada por
un misil de habla inglesa, cuando le daba la sopa a sus
hijas.
Su marido también era un hombre común, limpiaba los
vidrios del hospital bombardeado.
Piedad, Dios, estamos despedazados.
Y SI DESPUÉS
DE
TANTAS PALABRAS...
¡Y si después de tántas palabras,
no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!
¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!
¡Levantarse del cielo hacia la tierra
por sus propios desastres
y espiar el momento de apagar con su sombra su
tiniebla!
¡Más valdría, francamente
que se lo coman todo y qué más da!...
¡Y si después de tánta historia, sucumbimos,
no ya de eternidad,
sino de esas cosas sencillas, como estar
en la casa o ponerse a cavilar!
¡Y si luego encontramos,
de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros,
por el peine y las manchas del pañuelo!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo, desde luego!
Se dirá que tenemos
en uno de los ojos mucha pena
y también en el otro, mucha pena
y en los dos, cuando miran, mucha pena...
Entonces... ¡Claro!... Entonces... ¡ni palabra!
CÉSAR VALLEJO
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Tengo que vibrar al
unísono, me doy cuenta, pero no sé con qué.
Un poema, un sólo poema para alejarme de mí: Hoy
soy feliz podéis fijaros en mis ojos.
No veréis ningún brillo sino más bien una sencilla
calma.
He sido, literalmente, triturado por la vida y,
sin embargo,
mirad mi perfil contra la luna, parece intocado.
Y mi alma, Oh, si viérais mi alma,
es un diamante negro de mil caras
un diamante tallado por un amor sin límites
corriente submarina de luz, deseo multitudes.
Siento estar tensando una cuerda que no existe.
Qué barbaridad. Qué sueño.
Ya estoy del otro lado mi amor, nada en mí es
bendición, sin embargo, ella insiste en seguir teniendo
esperanzas conmigo.
Y yo, ya estoy perdido. No sé dónde volver Las bombas
sobre una ciudad indefensa, las bombas sobre las mujeres
en el hogar, las bombas sobre los niños jugando
distraídos, las bombas, mi amor, han desviado para
siempre mi camino. No sé dónde volver, porque las
bombas rompieron mi memoria.
¿Cómo debe ser un hombre? me pregunto y, sin embargo,
ella mantiene con firmeza sus esperanzas.
Al verla tan así, tan loca, tan alegre y a pesar que las
bombas me van dejando sin piernas, le digo volveré...
volveré y me quedo sin aliento y las bombas me dejan sin
respiración, volveré mi amor, volveré.
Mas no sé dónde comienzan los caminos de la vuelta.
Mientras sigo esperando que se abra para mí alguna luz,
he comenzado a amar la soledad.
Quiero escribir un verso, ahora, ahora que estoy rodeado
de bestias, de bestias carnívoras.
Estoy atado de pies, de manos, de boca, de cerebro, no
sé que me pasó, fue un aire de locura. Un no poder
estar ni cerca mío.
La muerte de un hijo es una calamidad. Una epidemia, una
plaga, casi imposible de combatir.
La novela «erótica» que estoy escribiendo y, ahora, no
puedo concluir, tiene que ver con que un hijo muerto no
se puede elaborar.
Desde el padre, un hijo nunca llega a ser separado de su
padre.
Cuando muere un hijo algo del padre muere para siempre.
Algo de mí ha muerto para siempre.
Me impresiona estar vivo,
con algo muerto de mí, en mí.
Fue fugaz la estrella que toqué al partir.
Fue fugaz su luz, fugaz su resplandor.
Duró sólo el instante de aquel beso.
Sólo el instante aquél de la caricia.
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¿Con quién hace el amor un hombre que vive
encadenado?
¿Cómo puede escribir un poema un hombre que no conoce
la libertad?
Y así, seguiría
haciéndome preguntas hasta el amanecer, sin conseguir
salir de la impotencia.
Me consuelo diciéndome que soy un hombre capaz de
contener cualquier locura, cualquier amor entre mis
letras. Hay días que me veo encantando serpientes,
lujosas cobras como bandadas de calandrias,
cantan sobre mis hombros.
LA GUERRA SIEMPRE ME PARECE SUCIA, ASQUEROSA,
ESTÚPIDA
Los amos ingleses detienen la matanza, dicen, con los
objetivos cumplidos.
Andá a saber cómo se llama eso. Andá a saber.
El repiqueteo constante de mi voz,
ha transformado sus entrañas.
El movimiento reptante de mis labios de marfil,
al hablar,
anula repentinamente sus razones de ser
y yo soy ella, poeta en el silencio.
En una guerra, Dios no puede protegemos. Tengo mucho
frío en los pies, como en la guerra, como en la muerte.
Estuvimos ejemplares, dicen los amos. Nuestros aviones
invisibles lo han destruido todo, sin encontrar ninguna
resistencia, en 48 horas.
Basta Menassa, esta vez te equivocaste con tu NO a la
guerra.
La guerra existe y te la meterán por el culo.
Palabras como manos preocupadas,
por los más leves movimientos.
El roce de un cabello con otro cabello,
las pequeñas chispas que se desprenden de los ojos,
el murmullo de las pieles deslizándose unas sobre otras,
anticipan que mis palabras serán tragadas por la noche.
LA GUERRA NO EXISTE. AUNQUE LO DESTRUYAN TODO, LA
GUERRA NO EXISTE. IGUAL SEGUIRÁ HABIENDO PIOJOSOS.
HABRÁ QUE HACER OTRA GUERRA Y OTRA Y OTRA... Y OTRA
Ella deja de cantar y mis labios bordan ahora los
silencios.
Liberada del ruido,
ella repta y toma posición de combate.
Mi cuerpo tiene palabras desnudas en la piel.
Ella se enternece por el milagro de mis formas
y repta
y desea besar, de toda la belleza,
mis labios de marfil.
MÁS ALLÁ DE LA MATANZA, ME IMAGINO, HABRÁ MISERIA
PARA LA MAYORIA
Haberse equivocado una vez más, traerá consecuencias
nefastas para la humanidad.
No habrá ni siquiera caos. El nuevo orden será:
Ningún tipo de orden será posible sino el de las armas.
Como cuando los blancos hicieron esclavos a los negros o
cuando los españoles conquistaron a los indios.
Después de esta matanza, donde los poderosos hombres de
habla inglesa dispararon contra las instituciones que
ellos mismos crearon, nadie podrá pensar nada en, por lo
menos, tres décadas.
Algún poeta vivirá para poder decir algo y algo dirá,
pero el resto será todo confusión, todo oscuridad.
Volveremos a formas antiguas de convivencia y la
revolución femenina sufrirá un atraso de un siglo (cien
años).
El gigante de habla inglesa, enloquecido en su
impotencia, lo destruye todo para que nadie pueda
aprovecharse de lo construido hasta el momento. ¿Qué
otra cosa es la guerra?
|
GLEBA Con
efecto mundial de vela que se enciende,
el prepucio directo, hombres a golpes,
funcionan los labriegos a tiro de neblina,
con alabadas barbas,
pie práctico y reginas sinceras de los valles.
Hablan como les vienen las palabras,
cambian ideas bebiendo
orden sacerdotal de una botella;
cambian también ideas tras de un árbol, parlando
de escrituras privadas, de la luna menguante
y de los ríos públicos! (Inmenso! Inmenso! Inmenso!)
Función de fuerza
sorda y de zarza ardiendo,
paso de palo,
gesto de palo,
acápites de palo,
la palabra colgando de otro palo.
De sus hombros arranca, carne a carne, la herramienta
florecida,
de sus rodillas bajan ellos mismos por etapas hasta el
cielo,
y, agitando
y
agitando sus faltas en forma de antiguas calaveras,
levantan sus defectos capitales con cintas,
su mansedumbre y sus
vasos sanguíneos, tristes, de jueces colorados.
Tienen su cabeza, su tronco, sus extremidades,
tienen su pantalón, sus dedos metacarpos y un palito;
para comer vistiéronse de altura
y se lavan la cara acariciándose con sólidas palomas.
Por cierto, aquestos hombres
cumplen años en los peligros,
echan toda la frente en sus salutaciones;
carecen de reloj, no se jactan jamás de respirar
y, en fin, suelen decirse:
Allá las putas, los ingleses, las putas;
allá ellos, allá ellos, allá ellos!
CÉSAR VALLEJO
LA GUERRA La
guerra, hoy estuve pensando en los señores y la guerra.
Y tengo que decirlo, aunque nadie lo crea,
mil litros de sangre coagulada rompieron a llorar.
El vientre de mi madre partido en mil pedazos,
sus brazos, sus amores, sus nervios congelados.
Mi padre, su mirada quebrada por el tiempo,
mi padre muerto, podrido, agusanado
y mis tristes hermanos y yo mismo, viviendo de silencios.
La guerra,
hoy estuve pensando en las señoras y la guerra.
En mi pueblo nadie dormía bien,
el corazón de la ciudad vivía alborotado.
Las mujeres tejían por las noches trapos de sangre,
los hombres murmuraban, urdían venganzas, se morían.
Los más jóvenes vestían de luto permanentemente
y los pequeños ángeles futuros morían antes de nacer
y mis tristes hermanas y yo mismo, muriendo de silencios.
La guerra, esta vez, también, será con otros.
Hablaré con las voces ocultas de la tierra,
con aquellos muertos que fueron, totalmente,
privados de su libertad.
Hermosos muchachos, llenos de energías,
muertos antes de tiempo.
Soy esa grandiosa energía liberada,
nadie podrá conmigo, soy un millón de muertos,
el himno que la muerte reclama para sí,
lo negro de lo negro,
los brillos de lo negro,
las esmeraldas de la muerte.
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SOCIOS DE
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Miguel
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Menassa (Buenos Aires) |
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Roberto
Molero (Buenos Aires) |
200
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Karina
Pueyo (Buenos Aires) |
200
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Lucia
Serrano (Buenos Aires) |
200
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Marcela
Villavella (Buenos Aires) |
200
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Jorge
Dini (Buenos Aires) |
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Cascini (Buenos Aires) |
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Roberto
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Jose
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Dante
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Renata
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Augusto
Passolini (Buenos Aires) |
10
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Lidia
Vidale (Buenos Aires) |
10
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Leí mil poemas, desde Quevedo a Cesare Pavese,
pasando por algunos de mis contemporáneos, y estamos
todos de acuerdo:
LA GUERRA ES UNA MIERDA
Estamos todos de acuerdo:
EL HOMBRE TIENE QUE APRENDER A HABLAR.
Estamos todos de acuerdo:
HASTA QUE NO DEJEN DE MATAR, NADIE
QUERRÁ VIVIR,
COMO LO DIJO CÉSAR VALLEJO:
MASA Al
fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "No mueras, te amo tanto!''
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
"No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: "¡Tánto amor y no poder nada contra la
muerte!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: "¡Quédate, hermano!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...
CÉSAR VALLEJO
a Mí, NO ME DIJERON NADA, NADA ME PREGUNTARON, yo me
enteré por una llamada anónima:
Ayer a la noche mientras todos dormían, el gigante de
habla inglesa ordenó bombardear el corazón de la
humanidad.
EL ALMA QUE SUFRIÓ
DE SER SU CUERPO Tú sufres de una
glándula endocrínica, se ve,
o, quizá,
sufres de mí, de mi sagacidad escueta, tácita.
Tú padeces del diáfano antropoide, allá, cerca,
donde está la tiniebla tenebrosa.
Tú das vueltas al sol, agarrándote el alma,
extendiendo tus juanes corporales
y ajustándote el cuello; eso se ve.
Tú sabes lo que te duele,
lo que te salta al anca,
lo que baja por ti con soga al suelo.
Tú, pobre hombre, vives; no lo niegues,
si mueres; no lo niegues,
si mueres de tu edad ¡ay! y de tu época.
Y, aunque llores, bebes,
aunque sangres, alimentas a tu híbrido colmillo,
a tu vela tristona y a tus partes.
Tu sufres, tú padeces y tú vuelves a sufrir
horriblemente,
desgraciado mono,
jovencito de Darwin,
alguacil que me atisbas, atrocísimo microbio.
Y tú lo sabes a tal punto,
que lo ignoras, soltándote a llorar.
Tú, luego, has nacido; eso
también se ve de lejos, infeliz y cállate,
y soportas la calle que te dió la suerte
y a tu ombligo interrogas: ¿dónde? ¿cómo?
Amigo mío, estás completamente,
hasta el pelo, en el año dos mil,
nicolás o santiago, tal o cual,
estés contigo o con tu aborto o conmigo
y cautivo en tu enorme libertad,
arrastrado por tu hércules autónomo...
Pero si tú calculas en tus dedos hasta dos,
es peor; no lo niegues, hermanito.
¿Que no? ¿Que sí, pero que no?
¡Pobre mono!... ¡Dame la pata!... No. La mano, he
dicho.
¡Salud! ¡Y sufre!
CÉSAR VALLEJO
95.000 EJEMPLARES
55.000 EUROPA •
40.000 AMERICA
¡¡¡SOMOS
GENIALES!!!
Necesitamos
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RESPONSO
Muescas
del saber,
muescas de aquel poblado goce,
me recuerdan, de mi país, la vida entre las malvas.
Una manera de vivir subterránea,
cerca de las flores,
a mil kilómetros del hombre.
La bella libertad flamea sus organzas.
Hoy soy feliz, me dice, ella entre mis brazos.
Llévame por los mares, mi amor, por los océanos.
Abre contra las olas mi vieja herida muerta.
Dame el honor de morir en tus garras,
madre amantísima, libertad, profundidad marítima.
Ojos de cerrazón,
jilguero azul, noctámbulo,
búho famélico y descuartizado entre mis brazos,
te amo.
Te amo hasta las fibras contraídas de mi ser,
tengo por vos, amada muerta,
pedazo de pan inolvidable-
un voluptuoso amor carnívoro y sangrante.
La bella libertad lava sus ropas. Entreteje algún sueño.
Huyamos amor hacia los rumores del profundo verano,
ronco mar, perfecto y traicionero, altivo mar. He venido para arrojarla
desde los más altos
[acantilados,
hacia las profundidades borrascosas de tu propio
[centro,
para que ella encuentre por fin, entre las piedras,
su ahogo final.
La bella libertad,
más pálida que nunca,
como una mierda espectacular y agónica en la boca del
[hombre,
baila,
desatinada y desnuda, moderna y coloquial,
baila para morir,
una danza fraterna, igual y libertaria
Hermanados,
todos unidos por tortuosas cadenas,
ten
el fondo del mar.
|
VII
CONGRESO
INTERNACIONAL
GRUPO CERO
LA INTERPRETACIÓN
PSICOANALÍTICA
-Supervisiones Clínicas-

En Madrid
del 17 al 21 de
febrero de 1999
PLAZAS LIMITADAS
Madrid: 91 542 33
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Buenos Aires: 328
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PSICOANALIZARSE
TAMBIÉN
ES UN ACTO POÉTICO
MADRID
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Amelia
Díez Cuestas |
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Jaime
Icho Kozak |
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447 02 84 |
Cristina
Barandiarán |
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María
Chévez |
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541 75 13 |
Bibiana
Debli Esposti |
91
547 51 31 |
Pilar
Iglesias |
91
559 29 05 |
Paola
Duchên |
91
542 67 11 |
Fernando
Ámez |
91
542 64 20 |
Concepción
Osorio |
91
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PSICOANALIZARTE
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ES UN ACTO POÉTICO
BUENOS
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805 59 49
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(Madrid): 918 83 02 13
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EL AMOR
EXISTE
Y LA LIBERTAD I
Fui un hombre
amante de la libertad
y los venturosos días por venir.
Después cayeron sobre mí,
la guerra y sus estragos.
La libertad
se fue poniendo negra entre mis brazos
y aquel bello rostro de los recuerdos infantiles,
su rostro,
se evaporó lentamente entre los ojos de la muerte.
Gritos desesperados saliendo a borbotones,
llamándola por última vez y, ella,
alta y desnuda, ráfaga inalcanzable de cielo,
ordena matar.
II
No sabemos, todavía, no sabemos:
¿Quién está vivo y quién está muerto?
III
A nuestro alrededor,
la libertad seguía volando libremente
y volando,
se hablaba de ella en otros mundos
y volando,
había un reino más allá del cielo,
donde la libertad,
entre los soles de las galaxias superiores,
reinaba,
siempre intangible y serena,
la vida de los hombres.
IV
Para vivir, fue necesario
llenarse la cabeza y el alma de ilusiones.
Para vivir, fue necesario,
dejar de vivir,
V
De un ser despedazado hicimos escritura.
Una escritura hambrienta de porvenir,
libertad a los cuatro vientos,
amor, loco y vivaz, entre las letras.
Una escritura desesperada,
desenfrenada buscadora de amor,
de libertad, de humanidad.
Todo lo que no existe,
VI
Tiempo donde toda la música,
era el quejido de los moribundos.
Tiempo donde toda la alegría,
era recuerdo.
|
VII
Entre los bramidos de la muerte
me hundí en mi propio interior.
Quise encontrar sentido al universo
en el centro de mis tripas.
Hice de mi corazón,
un breve y opulento palacio de cemento.
Puse alambre de púas en mi piel,
me rodeé de fosos,
levanté los puentes levadizos
y puse cadenas a mi alrededor
y cadenas
y reflectores contra el sol
y dejé de escribir, porque temía,
que mi escritura transformara mi vida.
VIII SILENCIO
era lo único que pedían.
IX
GRITAR
fue el único deseo.
X
Gritando y enmudeciendo para no morir.
Recordando y olvidando todo para no morir.
Levantando y agachando la cabeza para no morir.
XI
Quise volar como los pájaros, gruñir como la
bestias.
Quise ser Dios
y me moría de hambre con los hambrientos.
Quise ser millones
y lloraba con los desesperados porque llorar,
es un recuerdo del hombre inolvidable.
La alegría me caló los huesos cuando le opuse
mi primer verso a la muerte.
XII
QUERIDA MUERTE
a tu pesar,
a mi pesar,
la vida continúa.
XIII
Grotescas olas, cataclismos inesperados
retorcimiento visceral.
Torturas
y hambre
y pequeños pecados solitarios,
que el tiempo castiga con la muerte.
Un tiempo que todo da lo mismo.
XIV
Un tiempo,
un viento,
un opaco murmullo,
te parte la vida en mil pedazos.
Después, un hombre es lo que es.
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XV
Después de la catástrofe escribo versos
y hago el amor porque el amor,
también hace la guerra.
Hablo a mis hijos el movimiento de los astros:
es posible hablar de las estrellas sin tocarlas
y nos quedamos mirando, tranquilamente, la luna,
el vuelo borracho de alguna abeja entre las flores
y nos distraemos con cualquier tontería de la tarde,
porque les hará bien, me digo,
que vayan olvidando el nombre de los muertos.
Y sueño todas las noches un futuro brillante
y me levanto buscando un sol que hoy tampoco estará
y busco entre los hombres con quién hacer la guerra,
porque la guerra, también, hace el amor
y escribo versos.
XVI
Creciendo contra todo,
ambicionando todo lo que pronuncio,
le fui poniendo alas,
bujías electrónicas,
motores supersónicos a mi canto.
Y creciendo hice versos
y mis versos creciendo,
fueron mi vida.
DE HAMBRE
Y LIBERTAD
YA HEMOS MUERTO Ya fuimos el águila
nocturna,
tocada en pleno vuelo.
Somos ahora una manada de bisontes.
Platas antiguas y soledades caen,
bajo el murmullo de nuestra locura,
corriendo hacia el futuro.
Ídolos de papel caen,
esmaltados ídolos,
macizos ídolos de piedra caen,
monumentos, antiguos ídolos.
Idolos del semen infinito
y de las vaginas abiertas a los cuatro vientos,
caen ídolos de bronce, marcas históricas,
-aparentemente indelebles- caen,
se sumergen en nuestras palabras cotidianas,
abandonan su soledad marmórea
viven con nosotros.
Fuimos la mejor ilusión,
la suprema ilusión de los contrastes.
Al día oponíamos la noche.
Al sol, la luna.
Al hombre oponíamos la mujer.
Al sexo, la palabra.
Después vino la muerte,
roja, bordeando los colores del muérdago,
alterando los ritmos respiratorios,
el bien, alterando el mal,
rítmicamente alterando, todos los sentidos.
La muerte vino a vivir, tranquilamente, entre nosotros.
Poderoso ídolo entre ídolos, en nuestros brazos,
majestuosa reina de la libertad, cae.
|
...Y
LLEGÓ EL PSICOANÁLISIS
MADRID 1983 No
estoy maravillado con mi vida.
Estoy arteramente sorprendido por mi vida.
Como si hubiese vivido para otros y, ahora, no sé qué
hacer con todo ese vivir que nadie quiere.
Bienaventurados los pobres de espíritu, me decía,
porque de ellos será el reino de los cielos y resultaba
que los pobres de espíritu eran generalmente los peores.
Perros hambrientos de pobreza fatal, sin espíritu.
Algún día la vida va a cambiar y me lo digo cada vez y
cada vez que me derrumbo, no me, derrumbo porque sé, que
la vida va a cambiar.
Antropófago de las horas libres, en mí vive el horror.
Muerte.
No quiero maldecirte porque otros te han maldecido y en
mi locura por no hacer lo hecho, amada muerte, te
bendigo. Reino a tu lado exactamente en mi provecho
nuevas sombras de amor.
Soy un gusano vil, tratando de arrancarse el pellejo, que
por otra parte, todo el pellejo es él.
Bienamada, te brindo este poema maltratado por el oro y
la lujuria de comer y beber. Te brindo este poema como se
brindan sémenes oscuros
Cristales y opalinas relucientes en la propia casa de la
muerte Aquí estoy amada, con la muerte, construyendo un
amor que nadie pudo.
Atado por mis vicios a sórdidas cadenas,
soy el topo maligno que escarba por las noches los
secretos del mar.
Tratando de llegar y detenerme, tratando de ocultarme
para no ser el vuelo de los pájaros...
Estoy cansado de bucear para adentro
Inmóvil
Apresado por la falta de cielo,
de tanto bucear para abajo.
Del brazo de la muerte llego por fin a la ciudad. La ropa
raída por las excavaciones, la vista cegada por el polvo
marino y las circunstancias. Y sé, también, que otras
injusticias han caído sobre mis ojos para cegarlos en mi
ausencia.
Con los ojos raídos, entonces, con las manos atadas a la
espalda por las dictaduras.
Habitante del sur, tengo las piernas cortadas por las
democracias y te lo digo, hoy llegué a la ciudad y vine
acompañado por la muerte. Me sentaré a la mesa de un
bar céntrico y esperaré que todo se destruya, después
elegiré entre los escombros las piedras fundamentales de
mis versos.
Comenzaré diciendo:
Europa habrá de morir entre mis brazos, entre los
sonidos, de mis pequeñas, garras latinas.
A solas con la muerte en plena llanura nacarada, soy el
jinete muerto que galopa y, también, el impacto fatal
sobre el jinete. Soy el caballo negro que galopa y el
amor abierto a las latitudes de la locura, a lo
simplemente desconocido.
Viene del sur dirán, es el poeta.
Su amor ama la guerra y llegó a la ciudad acompañado
por la muerte.
Yo soy el vértigo de las palabras que nunca me
pertenecerán y ella, la que me acompaña, la muerte.
¿Qué quieren de nosotros? Yo soy un gusano vil y ella,
mi baba. Arpegio de una nota dejada de lado y ella, un
territorio donde sólo la muerte me acompaña.
Soy un artista, un hombre con sentimientos flojos,
intercambiables, inteligencia mutable, afán de lo
distinto y ella, es el arte, que al saberse superior es
indiferente a todo.
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A veces vamos por la ciudad como si ella y yo fuéramos
el mundo. Se dan cuenta qué ferocidad raída, qué
mirada ciega.
Y ella me compra manzanas y flores y yo me las como, como
si ella fuera mi madre.
Se dan cuenta qué sagacidad, qué bruma.
Vuelvo sobre mis pasos en el intento de contabilizar lo
perdido, lo hallado.
Trozos, espejismos alucinantes donde la razón y el
tiempo, son pequeñas verdades.
Comienzo por descubrir mis deseos:
Amplias lunas mojadas por las certeras lluvias de verano,
verano aquel donde sangrante y taciturno,
besé tu nombre oculto entre las piedras. Zafiros,
esmeraldas enronquecidas por la falta de amor, rodeaban
tu cuerpo.
Era hermoso ver cómo morías entre la blanca espuma de
tu rabia. Atleta de mí mismo, corporal hasta con mis
propias palabras,
me dije amar la belleza en otras circunstancias y te
salvé.
Después fue duro explicarte que a mí, no me importaba
tu pasado y que tus pequeños intentos de ser nada, eran
mal vistos por la muerte, mi dama, mi única compañera
en la ciudad.
Y sin embargo, la noche ha comenzado, todos duermen.
Estoy en condiciones de asegurar que todos los murmullos
que percibo son producidos por mi propia alma. Nadie vive
en mí, en plena noche, sino yo mismo. Soy una especie de
rey durante la noche. Gigante de mí mismo sobrepaso
todas las barreras. Soy la belleza y, también, el
detective privado de sí mismo, cuya locura, esa pasión,
lo lleva a investigar sin planes precisos de un lado para
otro porque, en especial, no le interesa ningún
resultado.
Más que una máquina, de noche, cuando la oscuridad ha
ganado, también, mi corazón, soy el eje, más
importante de la máquina, fatalmente fragmentado para
siempre.
Soy el todopoderoso que mientras vomita, sonríe. Cuando
los tiempos donde nadie se acerca (períodos en los que
mi lepra se perfila como muy contagiosa) la soledad
siempre me tira una cuerda para que me ahorque y, sin
embargo, yo soy un hombre capaz de sacarse a sí mismo de
sus propias casillas. En estas ocasiones llego a pensar
que soy el vientre del nuevo hombre. Y todavía cuando
sea posible, me quedará aún la dura pena, de no ser el
hombre nuevo, sino sólo su madre.
Espejismos sin límites esta materia gris que me acoge
¡Qué locura!
Tantas veces pensé controlar mi cuerpo, administrar mis
sentimientos.
Tantas veces pensé ser el
mejor, rata negra y profunda, atada a sí misma, roía mi
cuerpo. Para demostrarme a mí mismo, la capacidad de
reconstruirme, la elegancia cuando vuelvo de la muerte
como si volviera de una tasca.
De noche mis resistencias, son tenues niñas temblorosas,
que más que resistir, recuerdan con su temblor que han
sido vencidas. Soy un ogro temible y aún el que lo
dibuja. Soy una voz en medio exacto de las tinieblas y
vivo acosado por mis deudas. Soy el pordiosero que clama
venganza y no lo conseguirá. Me entrego a la alquimia de
mi voz y me descompongo, aún, en partes más pequeñas.
Soy el pequeño agujero donde tu rabia, conquista el
universo. Soy el dedo de un pie, que te recuerda viejos
olores campesinos. Soy el árbol prohibido y poseo los
intocables frutos del saber y soy, al mismo tiempo, los
frutos podridos que arrastra la corriente como pequeña
carroña para pequeños pájaros. Soy la bestia rosada
que tiñe con su maldad los ritos del amor y soy el más
encendido rito del amor, la hoguera donde la reunión de
los amantes concede la eternidad al mundo de las formas.
Gritos espléndidos, fuegos de artificios desesperados,
termitas enamoradas y salvajes devoran lentamente a la
rosada bestia de la maldad.
Decir que es fuerte lo que me toca vivir, no es decir,
prácticamente, nada.
Lo que me toca vivir es nuevo, inesperado. Salí de
Buenos Aires el 21 de agosto de 1976. Como exiliado pero
voluntario, más que un exiliado, un hombre que no sabe
exactamente qué dirección irá a tomar. Todos me
trataron mal, los que se quedaron por haberme ido sin
necesidad de un lugar, y los que me recibieron, por
llegar a un lugar donde, por lo menos aparentemente,
nadie me necesitaba. |
Después de mil intentos desesperados, mil cartas a
Buenos Aires sin obtener la respuesta deseada, mil
caminatas por las calles de Madrid buscando el
reconocimiento deseado sin hallarlo. Me recomendé reposo
y con mis últimos dineros me compré una inmensa
máquina de escribir y desde hace más de tres años ya
no escribo cartas y tampoco salgo de mi casa. Médico
antes de nacer, ya que mi padre lo deseaba así, me fui
dando cuenta que la tristeza, la soledad, habían
transformado mi personalidad.
Sólo estos versos que voy a leerles son testimonio de
mis transformaciones.
Hubo días y noches que no encontraba consuelo y los
versos se agolpaban como caballos furiosos en mis manos y
mi boca sangraba de tanto querer detener las palabras
como
cataratas de fuego. Y todo lo que me dominaba e staba en
mí, esos días, esas noches, digo, cuando la página
escrita era el único sobreviviente.
Me vanaglorio de haberme permitido escribir estos
espacios en blanco, que suelo producir entre verso y
verso, entre realidad y realidad. No estoy para decir
vengo del sur, hoy más bien, quiero recomendarme un
paseo por la ciudad. Ampliar mi corazón para que entren
los nuevos monumentos. Ampliar mi corazón, engañar a la
muerte, enamorarme por fin, de una mujer.
Grandes hombres, grandes pensadores, me esperan cuando ya
no estaré.
Fue bello, ves, no lo niego, fue sublime.
Busqué desesperadamente entre los escombros y encontré
escombros. Genios partidos en mil pedazos. Verdades
aniquiladas por su fragmentación. Tanto culto a la
poesía, también haremos de Ella un tirano.
Cuando alguien me pregunte cómo lo hice, contestaré y
no contestaré: no tuve dioses. No tuve almas. No tuve
amores. No tuve encrucijadas.
No fue necesario hacer nada.
Una pequeña verdad queriendo ser la expresión de una
polémica contemporánea y futura.
Si lo real verdaderamente psíquico es lo inconsciente,
la verdad es el sesgo donde se constata dicha
imposibilidad. Y su mostración habrá sido patente en
cada signo de puntuación de cualquier escritura.
El método de interpretación psicoanalítico, al darnos
las características del objeto que lo produce, nos dice:
algo que no está en ningún lugar como tal eso, sino
entredicho. Entre palabras. Entre nervios. Entre
personas.
En esta inexistencia todo es imposible. Desde un vacío a
una plenitud.
En esa invisibilidad cualquier movimiento es
silencio.
En semejante silencio cualquier palabra (aún una palabra
tonta) produce una interrupción. Un punto, una
desilusión.
El saber suponía saber y ese fracaso, esa sombra rota,
es verdad.
Un timbre abierto a la ignorancia, un sentido, entre
sujetos del inconsciente, lanzado hacia la nada.
Hacia lo que no se podrá, hacia lo que no estuvo.
No es una pieza clave lo que se busca, la pieza que se
busca no existe, principalmente porque todavía no fue.
La causa en psicoanálisis viene del futuro.
Es decir que la transferencia no es sólo (si acaso lo
fuera) la repetición ciega de estructuras pasadas, sino
que la transferencia es, sobre todo, el desarrollo de su
futura dilución.
Allí donde Ello estuvo (la Muerte) yo he de advenir.
Allí donde yo he de advenir estuvo, desde siempre,
esperándome la Muerte.
Y soy americano y soy América. Mi voz es una voz
americana.
Mis lujurias, mis locas ambiciones de volar, son
americanas.
Y Madrid, mi querida, mis pequeños huérfanos parisinos,
no es Europa, ni lo será en mil años.
MADRID ES TROZO CENTRAL DEL GRAN DIAMANTE AMERICANO
la lengua que genera un don que la supera.
La increíble madre que se quedó sin dueño
y se deja llevar tranquilamente por sus hijos.
El tiempo no es el ser,
pero el ser no puede ser fuera del tiempo.
Y tiempo es una lengua, una escritura. Miguel
Oscar Menassa
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