LAS
2001 NOCHES ÍNDICE NÚMERO 2
|
EDITORIAL |
F.
NIETZSCHE |
PUEDE
ENTRAR EL QUE QUIERA Y ANIMALES |
SANTA
ESCOLASTICA |
RAÚL
GONZALEZ TUÑON |
HABLARA
SIN ESPEJOS |
NOTAS
DE DIRECCIÓN |
ENTIERRO
DE BARBUSSE |
LA
COLMENA |
ROBERTO
DESNOS |
DOMINGO
FERREIRO |
OLIVERIO
GIRONDO |
HE
SOÑADO TANTO CONTIGO |
LA
CALLE DEL AGUJERO EN LA MEDIA |
VUELO
SIN ORILLAS |
¡OH
DOLORES DEL AMOR! |
MUERTE
DEL POETA |
CANSANCIO |
LOS
GRANDES DÍAS DEL POETA |
FEDERICO
GARCÍA LORCA |
EJECUTORIA
DEL MIASMA |
SOCIOS
DE HONOR |
EL
REY DE HARLEM |
¡AZÓTAME! |
PAUL
ELUARD |
AFORISMOS
I |
EL
PENTOTAL A QUE |
LA
DAMA DE ROMBOS |
CESARE
PAVESE |
AFORISMOS
II |
SUS
OJOS SIEMPRE PUROS |
LEOPOLDO
DE LUIS |
MIGUEL
OSCAR MENASSA |
LA
DE SIEMPRE, TODA |
AUNQUE
ES DE NOCHE |
MIGUEL
OSCAR MENASSA |
LA
CURVA DE TUS OJOS |
RENUNCIO
A LA LUNA |
LA
MUERTE DEL HOMBRE |
AFORISMOS |
CONCEPCIÓN
SILVA BELINZÓN |
DESPUÉS
DE LA MUERTE |

|
SANTA ESCOLÁSTICA
I
Una tarde de abril, en que la tenue
llovizna triste humedecía en silencio
de las desiertas calles las baldosas,
mientras en los espacios resonaban
las campanas con lentas vibraciones,
dime a marchar, huyendo de mi sombra.
Bochornoso calor que enerva y rinde,
si se cierne en la altura la tormenta,
tornara el aire irrespirable y denso.
Y el alma ansiosa y anhelante el pecho
a impulsos del instinto iban buscando
puro aliento en la tierra y en el cielo.
Soplo mortal creyérase que había
dejado el mundo sin piedad desierto,
convirtiendo en sepulcro a Compostela.
Que en la santa ciudad, grave y vetusta,
no hay rumores que turben importunos
la paz ansiada en la apacible siesta.
II
-iCementerio de vivos! -murmuraba
yo al cruzar por las plazas silenciosas
que otros días de glorias nos recuerdan.
¿Es verdad que hubo aquí nombres famosos,
guerreros indomables, grandes almas?
¿Dónde hoy su raza varonil alienta?
La airosa puerta de Fonseca, muda,
me mostró sus estatuas y relieves
primorosos, encanto del artista;
y del gran Hospital, la incomparable
obra del genio, ante mis tristes ojos
en el espacio dibujóse altiva.
Después la catedral palacio místico
de atrevidas románicas arcadas,
y con su Gloria de bellezas llena
me pareció al mirarla que quería
sobre mi frente desplomar, ya en ruinas,
de sus torres la mole gigantesca.
Volví entonces el rostro, estremecida,
hacia donde atrevida se destaca
del Cebedeo la celeste imagen,
como el alma del mártir, blanca y bella,
y vencedora en su caballo airoso,
que galopando en triunfo rasga el aire.
Y bajo el arco oscuro, en donde eterno
del oculto torrente el rumor suena,
me deslicé cual corza fugitiva,
siempre andando al azar, con aquel paso
errante del que busca en donde pueda
de sí arrojar el peso de la vida.
|
Atrás
quedaba aquella calle adusta,
camino de los frailes y los muertos,
siempre vacía y misteriosa siempre,
con sus manchas de sombra gigantescas
y sus claros de luz, que hacen más triste
la soledad, y que los ojos hieren. .
Y
en tanto... la llovizna, como todo
lo manso, terca, sin cesar regaba
campos y plazas, calles y conventos
que iluminaba el sol con rayo oblicuo
a través de los húmedos vapores,
blanquecinos a veces, otras negros.
III
Ciudad
extraña, hermosa y fea a un tiempo,
a un tiempo apetecida y detestada,
cual ser que nos atrae y nos desdeña:
algo hay en ti que apaga el entusiasmo,
y del mundo feliz de los ensueños
a la aridez de la verdad nos lleva.
¡De
la verdad! ¡Del asesino honrado ..
que impasible nos mata y nos entierra!
..................................................
iY yo quería morir! La sin entrañas,
sin conmoverse, me mostrara el negro
y oculto abismo que a mis pies abrieran;
y helándome la sangre, fríamente,
de amor y de esperanza me dejara,
con sólo un golpe, para siempre huérfana.
«¡La
gloria es humo! El cielo está tan alto
y tan bajos nosotros, que la tierra
que nos ha dado volverá a absorbemos.
Afanarse y luchar, cuando es el hombre
mortal ingrato y nula la victoria.
¿Por qué, aunque haya Dios, vence el infierno?»
Así
del dolor víctima, el espíritu
se rebelaba contra cielo y tierra...
mientras mi pie inseguro caminaba;
cuando de par en par vi abierto el templo,
de fieles despoblado, y donde apenas
su resplandor las lámparas lanzaban.
IV
Majestad
de los templos, mi alma femenina
te siente, como siente las maternas dulzuras,
las inquietudes vagas, las ternuras secretas
y el temor a lo oculto tras de la inmensa altura.
iOh,
majestad sagrada! En nuestra húmeda tierra
más grande eres y augusta que en donde el sol ardiente inquieta con sus
rayos vivísimos las sombras
que al pie de los altares oran, velan o duermen.
Bajo
las anchas bóvedas, mis pasos silenciosos
resonaron con eco armonioso y pausado,
cual resuena en la gruta la gota cristalina
que lenta se desprende sobre el verdoso charco.
Y aún
más que los acentos del órgano y la música
sagrada, conmovióme aquel silencio místico
que llenaba el espacio de indefinidas notas,
tan sólo perceptibles al conturbado espíritu.
Del
incienso y la cera el acusado aroma
que impregnaba la atmósfera que allí se respiraba,
no sé por qué, de pronto, despertó en mis sentidos
de tiempos más dichosos reminiscencias largas. |
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Y
mi mirada inquieta, cual buscando refugio
para el alma, que sola luchaba entre tinieblas,
recorrió los altares, esperando que acaso
algún rayo celeste brillase al fin en ella.
Y...
¡no fue vano empeño ni ilusión engañosa!
Suave, tibia, pálida la luz rasgó la bruma
y penetró en el templo, cual entre la alegría
de súbito en el pecho que las penas anublan.
¡Ya
ya no estaba sola!... En armonioso grupo,
como visión soñada, se dibujó en el aire
de un ángel y una santa el contorno divino,
que en un nimbo envolvía vago el sol de la tarde.
Aquel
candor, aquellos delicados perfiles
de celestial belleza, y la inmortal sonrisa
que hace entreabrir los labios del dulce mensajero
mientras contempla el rostro de la virgen dormida.
En
el sueño del éxtasis, y en cuya frente casta
se transparenta el fuego del amor puro y santo,
más ardiente y más hondo que todos los amores
que pudo abrigar nunca el corazón humano;
Aquel
grupo que deja absorto el pensamiento
que impresiona el espíritu y asombra la mirada,
me hirió calladamente, como hiere los ojos
cegados por la noche la blanca luz del alba.
Todo
cuanto en mí había de pasión y ternura,
de entusiasmo ferviente y gloriosos empeños,
ante el sueño admirable que realizó el artista,
volviendo a tomar vida, resucitó en mi pecho.
Sentí
otra vez el fuego que ilumina y que crea
los secretos anhelos, los amores sin nombre,
que como al arpa eólica el viento, al alma arranca
sus notas más vibrantes, sus más dulces canciones.
Y
orando y bendiciendo al que es todo hermosura,
se dobló mi rodilla, mi frente se inclinó
ante El, y conturbada, exclamé de repente:
«¡Hay arte! ¡Hay poesía...! Debe haber cielo. ¡Hay Dios!»
ROSALÍA
DE CASTRO
EN ESTE
NUMERO:
ROSALÍA DE CASTRO
RAÚL GONZALEZ TUÑÓN
OLIVERIO GIRONDO
FEDERICO GARCIA LORCA
LEOPOLDO DE LUIS
CONCEPCIÓN SILVA BELINZÓN
CESARE PAVESE
FRIEDRICH NIETZSCHE
MIGUEL OSCAR MENASSA
PAUL ELUARD
ROBERT DESNOS |
|
SIN
BUSCAR SENTIDOS, SIN BUSCAR SENTIDOS, A VECES,
NO SE PUEDE VIVIR.
Buitre
acostumbrado a toda la carroña, vuelo sin olfato, perdiendo el rumbo.
Emborracharse de drogas y recuerdos. Antiguos malestares entretejiendo el
sol. Lumínico vientre. Jugos, como vertientes de arrebato contra los
pequeños ojitos mal heridos, desvariados. La soledad me tiende, esta
noche, sus redes de brocato.
Me repito, un hombre solo no es un hombre, un hombre
solo no es un hombre y sin embargo y sin embargo; abro la boca hambriento
sin saber por qué, me toca este camino.
Soñador, acostumbrado a vivir apasionadamente la poesía,
amo en general los silencios, las brusquedades y los silencios.
Entendido en catástrofes, nazco entre lo que se
desmorona. Piedras,
antílopes
caídos,
tigres envueltos en vaporosas llamas de seda.
Llamas,
piedras,
y entre los desperdicios siempre encuentro una flor.
Una simple delicadeza para el alma.
Llenarme el corazón de nombres, vaciarme el corazón.
Ajetreo violento y celular,
dentellada feroz del tiempo contra la juventud y, también,
bálsamo fulgurante donde mi piel, encuentra en el propio centro del
tiempo, su juventud. Un hálito de luz. Una bocanada de sombra. Un cáncer
devorador y su milagro. Vienen y van, ojos atómicos, fibras desorbitadas.
Tengo frío y lo sé. Volando entre galaxias de nuevos
pensamientos, mi vida se llenó de malos pasos.
Normal,
normal,
eso no pude nunca.
Soy una promesa y también,
el diente posterior de la nada.
La poderosa serpiente que le da vida a Dios.
Veneno y fe,
Veneno y fe
y azúcares
y olores de azúcares quemados
y corales
y negruras
y tiempo de paz
Los hombres van y vienen. Recuerdan y, también,
olvidan. Sangre, sangre, sangre, eso es, lo que no quiero ver más.
Panes y recuerdos, me repito a cada instante, panes y recuerdos, tuvimos
todos. y cuando partí de mi ciudad, lo sabía todo y lo olvidé, lo sabía
todo y lo olvidé. Viajo sin rumbo, porque olvidé el destino del hombre.
Tanta muerte y tanta locura. Tanta soledad. Mejor viajar sin rumbo. Mejor
detenerse donde nadie se detiene. Cielo hay, en todas direcciones.
Fui un perro, lo sé,
buscando entre la basura un pedazo de carne
y sin embargo, extranjero y feliz quiero, para mí,
todo lo que me corresponda.
Orgulloso de mis defectos, soy un pavo real sorprendido por sus colores.
Hasta aquí, amante de las virtudes de los otros, quedé sensible al asco.
Picoteo todo, buscando el sabor deseado y el sabor deseado está en mí.
Normal,
normal,
eso
no pude nunca.
Alcanzo las primeras arenas a fuerza de coraje,
no huyo del mar, lo abandono. Incendio el mar.
Abro caminos entre los pantanos. |
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Busco afanosamente entre las fieras, un destino.
Mejor no tener nada. Mejor andar por la vida, como si el mundo nos
perteneciese. Pisar aquí y allá. Quedarse siempre en el mismo lugar y
volar.
Ni como Bretón. Ni como Menassa,
si es necesario para vivir, que muera todo. Porque la poesía, independiente de toda pasión, no le teme a la muerte, porque la muerte es su presencia iluminada y en esa dimensión, más que morir, la sangre se transforma.
Tengo una tristeza que me llega hasta el suelo.
Escribo de la alegría por vivir,
vientre animal pariendo el universo,
soy, tan sólo, la voz, gutural y nocturna del poeta.
Canto a las esperanzas sin esperanzas. Canto a la vida en el propio silencio de mi vida.
Piedra ya la vez, un movimiento felino entre los árboles. Exóticos manjares
y preludios de frutos mojados por la lluvia, anidan en tu cuerpo, carnes sangrantes de un corazón ardiente,
feroces plantas de la imaginación, feroces raíces,
cuerpo del amor y la violencia.
Soy, me doy cuenta, un nadador muerto de frío.
Lo que me pasa, también, es el amor.
También es la nostalgia por mi país, mi barrio,
las glicinas colgando de su cuello,
como si su cuello, fuese el cuello de una reina.
Y
nos pasábamos de balcón en balcón y locos, nos besábamos y en cada
salto nos parecíamos a los pájaros.
Después fuimos los témpanos eternos,
después, siempre viajamos en soledad.
Gigantescos y helados témpanos solitarios viajamos contra todo. Fuimos
confundiendo nuestra blancura con el azul del cielo. y nos dijimos: Huir,
de qué; hacia dónde. Si la violencia es universal y hay odio para todos.
Y, sin embargo, por huir, fuimos dejando todo lo que teníamos. Fuimos,
entonces, esclavos de lo nuevo. Contar los golpes, nos decían, contar las
caídas, más de mil no serán. y desde entonces, la poesía, pide
libertad y no, precisamente, una libertad medida por banderas.
LA POESÍA pide, una libertad soberbia,
todo el tiempo,
toda la maravilla de lo desconocido en esa libertad.
No una libertad que se deje posar en una estatua, sino más bien, UNA
LIBERTAD, que destruya todas las estatuas.
No un oscuro y pequeño río helado, sino más bien, un gran lago y su sol
donde todo sea posible, también, si uno lo prefiere, navegar en su
contra.
Ella ambiciona, en esa libertad, ser permanente presencia de lo humano.
Ella grita furiosa entre las piedras: o todos o ninguno.
GARGANTA UNIVERSAL, mientras sobre la tierra alguien no pueda el hombre,
no habrá hombre.
Cada hombre un hombre, o todos o ninguno.
Temblando y entre el temblor el humo del cigarro,
y termino llorando envilecido porque no puedo más
y en medio de tanta miseria, una grandeza:
el deseo ferviente de ser, esa libertad, ese hombre.
Bestial,
libre,
también, de libertad,
ella me hace saber que no podré.
Mi desdicha no es su beneplácito, pero tampoco su dolor. Ella en cada
encuentro me retuerce el pescuezo hasta arrancarme una palabra, o bien,
hace de mi vida una fiesta para que, yo, no deje de decir.
Su libertad es infinita.
Más que una danza para ser bailada por todos,
una danza, que tenga de todos, el movimiento más preciso.
Viajo sin aparente retorno,
y no llevo, ni armas, ni alcohol, para la travesía.
Sólo
versos, misterios.
MIGUEL
OSCAR MENASSA
ROBERTO
DESNOS
HE
SONADO TANTO
CONTIGO
He
soñado tanto contigo que pierdes tu realidad.
¿Aún es tiempo de alcanzar ese cuerpo vivo y de besar en esa
boca el nacimiento de la voz amada?
He soñado tanto contigo que mis brazos acostumbrados, de
tanto estrechar tu sombra, a cruzarse sobre mi pecho, no se adaptarían al
contorno de tu cuerpo, quizás.
Y ante la apariencia real de lo que me obsesiona y me gobierna
desde hace días y años, me convertiría sin duda en una sombra.
Oh balanzas sentimentales.
He soñado tanto. contigo que ya no es tiempo sin duda
de despertar. Duermo de pie, el cuerpo expuesto a todas las apariencias de
la vida y del amor y tú, la única que hoy cuenta para mí, has de saber
que me sería más difícil tocar tu frente y tus labios que los primeros
labios y la primera frente que llegaran.
He soñado tanto contigo, caminado tanto, hablado tanto, me he
acostado tantas veces con tu fantasma que ya no me queda más quizá, y
sin embargo, que ser fantasma entre los fantasmas, y cien veces más
sombra que la sombra que se pasea y se paseará alegremente por el reloj
de sol de tu vida.
|
iOH
DOLORES DEL
AMOR!
¡Oh dolores del amor!
Cuánto os necesito y cuánto os amo.
Mis ojos que se cierran sobre lágrimas imaginarias, mis manos
que se tienden sin cesar hacia el vacío.
He soñado esta noche paisajes sin sentido y aventuras
peligrosas tanto desde el punto de vista de la muerte como desde el punto
de vista de la vida, que son también el punto de vista del amor.
Al despertar estabais presentes, oh dolores del amor, oh
musas del desierto, oh musas exigentes.
Mi risa y mi alegría cristalizan a vuestro alrededor. Es
vuestro colorete, son vuestros polvos de arroz, es vuestro carmín, es
vuestro bolso de piel de serpiente, son vuestras medias de seda... y es
también ese pequeño pliegue entre la oreja y la nuca, .en el nacimiento
del cuello, es vuestro calzón de seda y vuestra fina blusa y vuestro
abrigo de piel, vuestro vientre redondo es mi risa y mis alegrías
vuestros pies y todas vuestras joyas.
En verdad, qué bien vestida vais, qué bien engalanada.
Oh dolores del amor, ángeles exigentes, sabed que os imagino
a imagen de mi amor, que os confundo con él...
Oh dolores del amor, creados y vestidos por mí, os confundís
con mi amor del que no conozco más que el ropaje y también los ojos, la
voz, el rostro, las manos, el cabello, los dientes, los ojos...
LOS
GRANDES DÍAS DEL POETA
Los discípulos de la luz sólo inventaron tinieblas apenas
opacas. El río arrastra un diminuto cuerpo de mujer lo que
es indicio de un final próximo.
La viuda vestida con ropas nupciales se equivoca de séquito. Todos llegaremos con atraso a nuestras tumbas.
Un navío de carne encalla en una playa pequeña. El timonel invita a los pasajeros a callarse.
Las olas esperan impacientes. i Más Cerca de Ti oh Dios mío!
El timonel invita a las olas a hablar. Estas hablan.
La noche ocluye sus frascos con estrellas y hace fortuna con
la exportación.
Se construyen grandes tableros para vender ruiseñores. Pero
no pueden satisfacer los deseos de la Reina de Siberia que quiere un ruiseñor blanco.
Un comodoro inglés jura que no lo sorprenderán más recolectando salvia de noche entre los pies de las estatuas de sal.
A propósito de esto una pequeña salera con Cerebos se endereza con dificultad sobre sus delgadas piernas.
y derrama en mi plato todo lo que me queda por vivir.
Lo bastante para salar el océano Pacífico.
Pondréis en mi tumba un salvavidas.
Porque uno nunca sabe.
SOCIOS DE
HONOR EUROPA
|
Miguel
Oscar Menassa (Madrid) |
100.000
ptas. |
Amelia
Díez Cuesta (Madrid) |
40.000
ptas. |
Stella
Cino Nuñez (Madrid) |
28.000
ptas. |
Emilio
A. González (Madrid) |
25.000
ptas. |
Carlos
Fernández del Ganso (Madrid) |
20.000
ptas. |
Luis
López Cabeza ( Madrid) |
20.000
ptas. |
María
Victoria Márquez (Málaga) |
20.000
ptas. |
Luis
Schnitmann (Madrid) |
20.000
ptas. |
Cristina
Barandiarán ( Madrid) |
15.000
ptas. |
Olga
de Lucia (Madrid) |
15.000
ptas. |
Lidia
Andino (Madrid) |
10.000
ptas. |
Raúl
Bravo(Madrid) |
10.000
ptas. |
María
Chévez (Madrid) |
10.000
ptas. |
Claire
Deloupy (Madrid) |
10.000
ptas. |
Paola
Duchên (Madrid) |
10.000
ptas. |
Pilar
Iglesias (Madrid) |
10.000
ptas. |
Jaime
Icho Kozak (Madrid) |
10.000
ptas. |
Miguel
Martinez (Madrid) |
10.000
ptas. |
Norma
Menasa (Buenos Aires) |
10.000
ptas. |
Teresa
Poy (Madrid) |
10.000
ptas. |
Carmen
Salamanca Gallego (Madrid) |
10.000
ptas. |
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PAUL
ELUARD
Una
de las principales propiedades de la poesía es la de producir en los hipócritas
una mueca que los desenmascara y permite juzgarlos... Porque ella tiende,
con sus imágenes extralúcidas, sus imágenes claras como el agua de la
montaña, evidentes como el agudo grito de los huevos rojos, a la
comprensión perfecta de lo inhabitual ya su utilización contra los
estragos de la explotación maligna de la estupidez y de cierta clase de
sentido común. Porque ella milita por Un nuevo régimen, el de la lógica
identificación con la vida, no como una sombra, sino como un astro.
Mi orgullo consiste en no conocer más hombres que
los que aman tanto como yo esta poesía específicamente subversiva, color
de porvenir.
P.E.
LA
DAMA DE ROMBOS
Muy
joven abrí mis brazos a la pureza. Sólo fue un palpitar de alas en el
cielo de mi eternidad, un palpitar de corazón enamorado que late en los
pechos conquistados. Ya no podía caer.
Amante del amor. En verdad, la luz me ciega. Conservo la
suficiente para mirar la noche, toda la noche, todas las noches.
Todas las vírgenes son distintas. Siempre sueño con
una virgen.
En la esuela se sienta en un banco delante de mí, con
delantal negro. Cuando se vuelve para preguntarme por la solución de un
problema, la inocencia de sus ojos me confunde de tal modo que apiadada de
mi turbación, me rodea con sus brazos el cuello.
Fuera de allí me abandona. Sube a un barco. Nos
sentimos casi extraños uno a otro, pero es tanta su juventud que su beso
no me sorprende.
O bien, cuando está enferma, guardo su mano entre las mías
hasta que llega la muerte, hasta que me despierto.
Si acudo tanto más rápido a sus citas es porque temo
no tener tiempo de llegar antes de que otros pensamientos me arrebaten a mí
mismo.
Cierta vez que el mundo estaba por acabar, lo ignoramos
todo de nuestro amor. Ella buscó mis labios con movimientos lentos y
acariciadores de la cabeza. Esa noche llegué a creer que la haría
retornar al día.
Y siempre es la misma confesión, la misma juventud, los
mismos ojos puros, el mismo ademán ingenuo de sus brazos alrededor de mj
cuello, la misma caricia, la misma revelación.
Pero nunca es la misma mujer.
Las cartas dijeron que la encontraría en la vida aunque sin
reconocerla.
Amante del amor.
SUS
OJOS SIEMPRE PUROS
Días
de lentitud, días de lluvia,
días de espejos rotos y de agujas perdidas,
días de párpados cerrados al horizonte de los mares,
de horas iguales siempre, días de cautiverio.
Mi
alma que brillaba aún sobre las hojas,
mi alma está, como el amor, desnuda.
La aurora que se olvida le hace besar su rostro
y contemplar su cuerpo obediente e inútil.
|
Pero
yo vi los más bellos ojos del mundo,
dioses de plata que tenían zafiros en las manos, dioses completamente, pájaros
en la tierra
y en el agua, los vi.
Sus
alas son las mías, nada existe
sino su vuelo que sacude mi miseria,
vuelo de estrella y resplandor,
vuelo de tierra y piedra
sobre los ríos de sus alas.
Mi pensar sostenido por la vida y la muerte.
LA
DE SIEMPRE, TODA
Si
les digo que todo lo dejé
es porque ya no es ella de mi cuerpo,
nunca de eso me jacté,
no es verdad
y la bruma de fondo donde voy
no sabe nunca si he pasado.
Sólo
yo puedo hablar
del abanico de su boca y del destello de sus ojos
sólo yo estoy rodeado
por ese espejo nulo donde el aire me cruza
y el aire tiene un rostro, un rostro enamorado,
un rostro amado, el tuyo,
ya ti sin nombre e ignorada por los otros,
el mar te dice: sobre mí, y el cielo; sobre mí,
los astros te adivinan, las nubes te imaginan
y la sangre esparcida en los mejores tiempos,
la sangre de la generosidad
te lleva con delicia.
Yo
canto la alegría de cantarte,
y la alegría de tenerte o no tenerte,
el candor de esperarte, la ingenuidad de conocerte,
tú que suprimes el olvido, la espera y la ignorancia,
que suprimes la ausencia y que me das al mundo,
canto para cantar, te amo para cantar
ese misterio donde
tu amor me crea y se libera.
Eres pura, más pura todavía que yo.
LA
CURVA DE TUS OJOS
La
curva de tus ojos gira en mi corazón.
Una ronda de danza y de dulzura,
aureola del tiempo, niñez nocturna y firme,
y si no sé cuánto he vivido
es que tus ojos no me vieron siempre.
Hojas del día y musgo del rocío,
cañaveral del viento, sonrisas perfumadas,
alas que están cubriendo el mundo con su luz,
barcos cargados con el cielo y con el mar,
cazadores de ruidos, fuentes de los colores.
Perfume amanecido de un enjambre de auroras
que duerme siempre sobre la hierba de los astros,
como de la inocencia el día,
depende el mundo entero de tus ojos tan puros
y mi sangre circula en sus miradas.
|
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F.
NIETZSCHE
-Peligro del lenguaje para la libertad de espíritu.-Cada
palabra es un prejuicio.
-Yo desconfío de todos los sistemáticos y me aparto de
su camino. La voluntad de sistema es una falta de honestidad.
-Un moralista es lo contrario de un predicador moral:
es, en efecto, un pensador que toma la moral como discutible, como
cuestionable, en suma, como un problema, lamento tener que añadir que,
justo por ello, el moralista forma parte de los seres problemáticos.
-Debemos ser un lugar de descanso para nuestros amigos;
pero un lecho duro, de campaña.
-La mujer comete diez veces menos delitos que el hombre
-en consecuencia es, moralmente, diez veces mejor que él: eso dicen las
estadísticas.
-El enfermo tiene a menudo más sana su alma que el
sano.
-El tercero es siempre el corcho que impide que el diálogo
entre dos se hunda en la profundidad: lo cual es, en determinadas
circunstancias, una ventaja.
-Causa y efecto. -Antes del efecto se cree en causas
diferentes que después de él.
-Los amigos como fantasmas. -Si nosotros cambiamos
mucho, los amigos nuestros que no han cambiado se convierten en fantasmas
de nuestro propio pasado: su voz llega hasta nosotros con un sonido
horrible, espectral -como si nos oyésemos a nosotros mismos, pero más jóvenes,
duros, inmaduros.
-Tres veces ha influido Alemania sobre Francia: en el
siglo m le aportó costumbres salvajes y una ignorancia bárbara; en la época
de Montaigne, una Edad Media venida al mundo con retraso y guerras de
religión; y en este siglo, la filosofía alemana, el romanticismo y la
cerveza.
-Kant, una cabeza fina, un alma pedante.
-Es preciso haber visto dormida a una persona: de lo contrario se ignora cuál es su aspecto. El rostro de tu amigo, al que
crees conocer, es tu rostro, reflejado en un espejo imperfecto y tosco.
-Ponerse en guardia contra quienes dan mucho valor a que
se confíe en su tacto y sutileza morales en materia de distinciones
morales. Jamás nos perdonan el haberse equivocado alguna vez en presencia
nuestra (y, más aún, con respecto a nosotros) inevitablemente se
convierten en nuestros calumniadores y detractores instintivos, aún
cuando continúen siendo «amigos» nuestros. -Bien-aventurados los
olvidadizos: pues ellos «digerirán» incluso sus estupideces.
-Los hombres corren detrás de quien sabe convencerlos
de que han perdido su camino; tanto es lo que los halaga oír que tienen
un camino.
-¿Por qué todos los músicos son malos escritores, sin
oído para el ritmo, sin rigor en el acorde de los pensamientos? La música
relaja la capacidad de pensar y afina exageradamente el oído. El
impreciso simbolizar -el contentarse con eso
-Gracias al morboso extrañamiento que la insania
de las nacionalidades ha introducido y continúa introduciendo entre los
pueblos de Europa, gracias, asimismo, a los políticos de mirada corta y
de mano rápida que hoy están arriba con la ayuda de esa insania y que no
presienten en absoluto hasta qué punto la política disgregacionista que
practican no puede ser necesariamente más que una política de entreacto
-gracias a todo eso ya otras muchas cosas, totalmente inexpresables hoy,
ahora son pasados por alto o reinterpretados de manera arbitraria y mendaz
los indicios más inequívocos en los cuales se expresa que Europa quiere
llegar a ser una.
-Las mujeres han sido tratadas hasta ahora por los
hombres como pájaros que, desde una altura cualquiera, han caído desorientados hasta ellos: como algo más fino, más frágil, más
salvaje,
más prodigioso, más dulce, más lleno de alma -como algo que hay que
encarcelar para que no se escape volando.
-La vida del enemigo. -Quien vive de combatir a un enemigo
tiene interés en que siga con vida.
-Es preciso hacer la prueba y ver quiénes de nuestros amigos y de los que «llevan nuestro bien en su corazón» la
soportan:
tratémoslos groseramente alguna vez.
-Quien ha experimentado la pena de decir la verdad a pesar
de sus amistades y sus veneraciones siente ciertamente miedo de
contraer nuevas amistades y de concebir nuevas veneraciones.
-«Si yo soy un canalla, también tú deberías serio»: con
esa lógica se hacen las revoluciones.
-Alabanza en la elección. -El artista escoge los asuntos de
sus obras: es su modo de alabar.
-Quien sabe cómo surge toda fama desconfiará de la
fama de que goza la virtud.
-Se paga caro el llegar al poder: el poder vuelve estúpidas
a las personas...
|
RAÚL
GONZÁLEZ TUÑON
ENTIERRO
DE BARBUSSE
Un
viento de banderas
Un viento rojo de banderas rojas,
un viento de banderas primaveras,
un viento de banderas,
un viento de banderas mariposas
Y tus cenizas llamas,
tus cenizas estrellas,
un viento de banderas,
un viento vuela y pasa.
Adiós a tus cabellos que caían
sobre la frente, a tus manos en hueso,
a tu figura desgarbada,
al Iento relato de tu voz
ya tu mirada silenciosa y antigua.
Un viento de banderas.
La pasión, el fervor y la aventura,
el primer combatiente en nuestra guerra
contra la guerra,
contra el fascismo,
contra la burguesía. El primero.
Un viento de banderas.
No te lloramos.
El sentimentalismo no cuenta:
no lloramos la irremediable muerte,
la lógica caída a la ceniza,
el viraje al gusano.
No te lloramos pero te lloramos.
Un viento de banderas.
Te lloramos como a un combatiente,
como al mejor que se nos va.
Soñabas mediodías apacibles
con hules y manzanas y persianas.
Doblado y fatigado aún seguías al frente
de las tropas de choque
del pensamiento revolucionario.
Un viento de banderas golondrinas.
Aún seguías al frente luchando por los hombres,
por la emancipación del escritor, el campesino y el obrero.
Adiós
viejo Barbusse, cher camarade.
Un viento de banderas aeroplanos.
25 muchachas
llevaban tus 25 libros como espadas.
Miles de niños
seguían la carroza florecida.
Detrás, los mutilados.
y un viento de banderas.
DOMINGO
FERREIRO
Toca
la gaita Domingo Ferreiro
toca la gaita... «¡Non queiro, non queiro!»
Porque están llenas de sangre las rías,
porque no quiero, no quiero, no quiero.
Y
se secaron los ramos floridos
que ella traía en la falda del viento,
que ella traía a su novio soldado
o pescador, labrador, marinero.
Sobre
Galicia ha caído la peste,
ay, los oscuros sargentos vinieron.
Están colgando en los pinos los hombres,
toca la gaita, no quiero, no quiero.
Nuestros
hermanos que están allá abajo
pronto vendrán a vengar a los muertos,
pronto vendrán en mitad del verano,
pronto vendrán
en mitad del invierno.
El que no ha muerto andará por
el monte
y en las aldeas cayeron los
buenos.
Ay, que no vayan los lobos al
monte,
toca la gaita, no quiero, no
quiero.
Ya llegarán las valientes
milicias
para acabar con la hez del
desierto.
Ya llegarán en mitad de la Historia,
ya llegarán en mitad de los
tiempos.
|
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Toca la gaita...
¡que baile el
obispo!
Toca la gaita, no quiero, no
quiero.
Porque no es hora de fiesta en
España,
porque no quiero, no quiero, no
quiero.
Ya llegarán
los soldados leales
para acabar con los pájaros negros,
ya llegarán en mitad de la Biblia,
ya llegarán en mitad de los muertos.
Toca la gaita.
¡Que baile la víbora!
Toca la gaita, no quiero, no quiero.
Porque la gaita no quiere que toque.
Porque se ha muerto Domingo Ferreiro.
LA
CALLE DEL
AGUJERO
EN LA MEDIA
Yo conozco una calle que hay en
cualquier ciudad
y la mujer que amo con una boina azul.
Yo conozco la música de un barracón
de feria
barquitos en botellas y humo en el horizonte.
Yo conozco una calle que hay en
cualquier ciudad,
ni los labios sesgados sobre un viejo
cantar
ni el afiche apagado del grotesco
armazón
telaraña del mundo para mi corazón.
Ni las luces que siempre se van con
otros hombres
de rodillas desnudas y de brazos
tendidos.
-Tenía unos pocos sueños iguales a
los sueños
que acarician e noche a los niños dormidos.
Tenía el resplandor de una felicidad
y veía mi rostro fijado en las
vidrieras
y en un lugar del mundo era el hombre
feliz.
Conoce usted paisajes pintados en los
vidrios?
Y muñecos de trapo con alegres
bonetes?
Y soldaditos juntos marchando en la mañana
y carros de verdura con colores
alegres?
Yo conozco una calle de una ciudad
cualquiera
y mi alma tan lejana y tan cerca de mí
y riendo de la muerte y de la suerte y
feliz como una rama de viento en
primavera.
El ciego está cantando. Te digo:
¡Amo
la guerra!
Esto es simple, querida, como el globo
de luz
del hotel en que vives. Yo subo la
escalera
y la música viene a mi lado, la música.
Los dos somos gitanos de una troupe
vagabunda,
alegres en lo alto de una calle
cualquiera.
Alegres las campanas con una nueva
voz.
Tú crees todavía en la revolución
y por el agujero que coses en tu media
sale el sol y se llena todo el cuarto de luz.
Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad,
una calle que nadie conoce ni transita.
Sólo yo voy por ella con mi dolor desnudo,
sólo con el recuerdo de una mujer querida.
Está en un puerto. ¿Un puerto? Yo he conocido un puerto.
Decir, yo he
conocido, es decir: Algo ha muerto. |
MUERTE DEL POETA
Federico
García Lorca
¡Qué muerte enamorada de su muerte!
¡Qué fusilado corazón tan vivo!
¡Qué luna de ceniza tan ardiente
en
donde se desploma Federico!
Los
menudos rumores de la muerte
alrededor del esqueleto niño
cuando suben y bajan las mareas
en
donde se desploma Federico.
¡Qué amor al que cayó por el acero
de un alba de asesinos y de obispos
¡Qué olor a siempreviva apasionada
en
donde se desploma Federico!
¡Qué
aire de antigua voz de estatua rota
rodea su sepulcro amanecido
cuando suben y bajan los claveles
en
donde se desploma Federico!
Todas
las cosas que él amaba crecen
junto a su muerte desbordante río
que corre por la tierra de los hombres
en
donde se desploma Federico.
Cigalas
a las 7 de la tarde,
Jerez al alba de color subido
cuando suben y bajan las guitarras
en
donde se desploma Federico.
Lloronas
de pasión y velatorio,
rizos de niños mágicos dormidos,
poemas de Darío y de Neruda
en
donde se desploma Federico.
Toreros
muertos y solteras solas
y puentes y navajas como lirios
cuando suben y bajan las campanas
en
donde se desploma Federico.
¡Qué
muerte enamorada de su muerte!
Habitado en violeta y en jacinto,
Santo Sepulcro el que conquistaremos
en
donde se desploma Federico.
FEDERICO
GARCIA LORCA
El
REY DE HARlEM
CON
una cuchara de palo
le arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara de palo.
Fuego
de siempre dormía en los pedernales
y los escarabajos borrachos de anís
olvidaban el musgo de las aldeas.
Aquel
viejo cubierto de setas
iba al sitio donde lloraban los negros
mientras crujía la cuchara del rey
y llegaban los tanques de agua podrida.
Las
rosas huían por los filos
de las últimas curvas del aire
y en los montones de azafrán |
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los
niños machacaban pequeñas ardillas
con un rubor de frenesí manchado.
Es
preciso cruzar los puentes
y llegar al rumor negro
para que el perfume de pulmón
nos golpee las sienes con su vestido
de caliente piña.
Es
preciso matar al rubio vendedor de aguardiente,
a todos los amigos de la manzana y la arena;
y es necesario dar con los puños cerrados
a las pequeñas judías que tiemblan llenas de burbujas
para que el rey de Harlem cante con su muchedumbre
para que los cocodrilos duerman en largas filas,
bajo el amianto de la luna,
y para que nadie dude la infinita belleza
de los plumeros, los ralladores, los cobres y las cacerolas de las
cocinas.
¡Ay Harlem! iAy Harlem! ¡Ay Harlem!
No hay angustia comparable a tus ojos oprimidos,
a tu sangre estremecida dentro de tu eclipse oscuro
a tu violencia granate, sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey prisionero en un traje de conserje.
Tenía
la noche una hendidura y quietas salamandras de marfil. Las muchachas
americanas
llevaban niños y monedas en el vientre
y los muchachos se desmayaban en la cruz del desperezo.
Ellos
son.
Ellos son los que beben el whisky de plata junto a los volcanes y tragan
pedacitos de corazón por las heladas montañas del oso.
Aquella
noche el rey de Harlem, con una durísima cuchara,
le arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una durísima cuchara.
Los
negros lloraban confundidos
entre paraguas y soles de oro;
los mulatos estiraban gomas, ansiosos de llegar al torso blanco, y el
viento empañaba espejos
y quebraba las venas de los bailarines.
¡Negros!
¡Negros! ¡Negros! ¡Negros!
La sangre no tiene puertas en vuestra noche boca arriba.
No hay rubor. Sangre furiosa por debajo de las pieles, Viva en la espina del
puñal y en el pecho de los paisajes,
bajo las pinzas y las retamas de la celeste luna "de cáncer.
Sangre
que busca por mil caminos muertes enharinadas y ceniza de nardo,
cielos yertos, en declive, donde las colonias de planetas rueden por las
playas, con los objetos abandonados.
Sangre
que mira lenta con el rabo del ojo,
hecha de espartos exprimidos, néctares de subterráneos. Sangre que oxida
al alisio descuidado en una huella
y disuelve a las mariposas en los cristales de la ventana.
Es
la sangre que viene, que vendrá
por los tejados y azoteas, por todas partes,
para quemar la clorofila de las mujeres rubias,
para gemir al pie de las camas, ante el insomnio de los lavabos y
estrellarse en una aurora de tabaco y bajo amarillo.
iHay
que huir!
huir por las esquinas y encerrarse en los últimos pisos, porque el tuétano
del bosque penetrará por las rendijas
para dejar en vuestra carne una leve huella de eclipse
y una falsa tristeza de guante desteñido y rosa química.
Es
por el silencio sapientísimo
cuando los cocineros y los camareros y los que limpian
con la lengua
las heridas de los millonarios
buscan al rey por las calles o en los ángulos del salitre.
Un
viento sur de madera oblicuo en el negro fango
escupe a las barcas rotas y se clava puntillas en los hombros. Un viento
sur que lleva
colmillos, girasoles, alfabetos,
y una pila de Volta con avispas ahogadas.
El
olvido estaba expresado por tres gotas de tinta sobre el monóculo.
El amor, por un solo rostro invisible a flor de piedra. Médulas y corolas
componían sobre las nubes
un desierto de tallos, sin una sola rosa. |
A
la izquierda, a la derecha, por el Sur y por el Norte,
se levanta el muro impasible
para el topo y la aguja del agua.
No busquéis, negros, su grieta
para hallar la máscara infinita.
Buscad el gran sol del centro
hechos una piña zumbadora.
El
sol que se desliza por los bosques
seguro de no encontrar una ninfa.
El sol que destruye números y no ha cruzado nunca un sueño,
el tatuado sol que baja por el río
y muge seguido de caimanes.
¡Negros!
¡Negros! ¡Negros! ¡Negros!
Jamás sierpe, ni cebra, ni mula,
palidecieron al morir.
El leñador no sabe cuándo expiran
los clamorosos árboles que corta.
Aguardad bajo la sombra vegetal de vuestro rey
a que cicutas y cardos y ortigas turben postreras azoteas.
Entonces,
negros, entonces, entonces,
podréis besar con frenesí las ruedas de las bicicletas,
poner parejas de microscopios en las cuevas de las ardillas
y danzar al fin sin duda, mientras. las flores erizadas asesinan a nuestro
Moisés casi en los juncos del cielo.
¡Ay
Harlem disfrazada!
¡Ay Harlem, amenazada por un gentío de trajes sin cabeza!
Me llega tu rumor.
Me llega tu rumor atravesando troncos y ascensores a través de láminas
grises
donde flotan tus automóviles cubiertos de dientes,
a través de los caballos muertos y los crímenes diminutos,
a través de tu gran rey desesperado
cuyas barbas llegan al mar.
CESARE
PAVESE
-Si
es cierto que nos acostumbramos al dolor, ¿cómo es que con el paso de
los años sufrimos cada vez más?
-No, no son locos esa gente que se divierte, que
disfruta, que viaja, que folla, que combate -no son locos, y eso es tan
cierto que quisiéramos hacerlo también nosotros.
-La única alegría en el mundo es comenzar. Es hermoso
vivir porque vivir es comenzar, siempre, a cada instante. Cuando falta esa
sensación -prisión, enfermedad, hábito, estupidez- uno quisiera morir.
Y por eso cuando una situación dolorosa se reproduce idéntica
-parece idéntica- nada vence su horror.
-Nunca más deberás tomar en serio las cosas que no
dependen sólo de ti. Como el amor, la amistad y la gloria.
Y las que depende sólo de ti, ¿importa mucho que las
tomes o no en serio? ¿Quién sabrá algo? Porque, si estamos solos no hay
quien: hasta el yo desaparece.
-Nadie se abandonará jamás a ti, si no ve en ello su
propio provecho.
-Muchos han muerto desesperados. Y ésos han sufrido
como Cristo.
Pero lo grande, la tremenda verdad es ésta: sufrir no
sirve de nada.
-Problema: ¿la mujer es el premio del fuerte o el apoyo
del débil, según éstos quieran?
Ironía de la vida: la mujer se entrega como premio al débil
y como apoyo al fuerte. Y ninguno recibe jamás lo suyo.
-Has confiado tu vida a un cabello: no te debatas, pues
de lo contrario lo arrancarás.
-La ingenuidad tiene una astucia propia que proviene
justamente de su despreocupación. «Eres tan estúpido que nadie se te
resiste.»
-Quien no ha experimentado la muralla de una
imposibilidad física en cosas que afectan a toda la vida (impotencia,
dispepsia, disnea, presidio) no sabe qué es sufrir. Y en realidad, para
esos casos se ha inventado la renuncia: el desesperado intento de hacer méritos
con lo que por desgracia es inevitable. ¿Puede imaginarse cosa más
cobarde?
-Es notable el estado de quien no siente la
tentación de lo que no hace; y no el estado de quien es tentado y
renuncia. En términos realistas, lo primero es la paz, lo segundo es el
desgarramiento. Digan lo que digan los heroicos. Sufrir es una bobada. |
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-Antes
de ser astutos con los otros, es preciso ser astuto con nosotros mismos.
Existe un arte de hacer que las cosas ocurran de tal modo que el pecado
que cometemos sea en conciencia virtuoso. Aprender de cualquier mujer.
-La habitual tragedia: sabe hacerse amar sólo quien
sabe hacerse odiar, por la misma persona.
-Un hombre de verdad, en nuestro tiempo, no puede
aceptar con cautelas la ananke (la necesidad, lo inevitable ) de la
guerra. O es pacifista absoluto o guerrero despiadado. Las cosas claras: o
santos o verdugos. En buena hemos caído.
-¿Por qué es desaconsejable perder la cabeza? Porque
entonces somos sinceros.
-No es cierto que la castidad sea un atractivo sexual
-ni siquiera supuesto-, porque entonces a las mujeres deberían parecerles
apetitosos los frailecillos y curitas recién salidos, que se supone que
toman en serio la regla. Y en cambio les apetecen puercos vejestorios
-Ios
hombres duchos-, calvos y maliciosos.
Y tú, ¿soñaste alguna vez con monjas?
-Primer amor: "cuando seamos mayores, de estas cosas
podremos hablar con las mujeres".
-Hay una cosa más triste que fracasar en los propios ideales:
haber tenido éxito.
-Hay algo más triste que envejecer, y es seguir siendo niño.
-Si el follar no fuese la cosa más importante de la vida,
el Génesis no empezaría por ahí.
-Para agradar a los hombres es preciso profesar lo que
cada uno de esos hombres en su vida secreta rechaza y
odia.
-Amar a otra persona es como decir: de ahora en adelante esa
otra persona pensará más en mi felicidad que en
la suya. ¿Hay algo más imprudente?
-Tú, si te propones un sacrificio, lo quieres tan intenso y
exclusivo que en definitiva ya no interesa a nadie. Acuérdate siempre de
que cuando la primera comunión no
tragabas saliva para no romper el ayuno.
-No se muda la propia naturaleza. Has descubierto que
eras ingenuo, que exhibías tus sentimientos para que fueran también
absolutos (incapacidad de mentir), y, creyendo haber cambiado de tecla,
ahora exhibes tus trágicas convicciones sobre la necesidad de la mentira.
-Muchos que tienen muertes edificantes, si los curasen . in
extremis volverían a hacer estragos.
-Amar sin reservas mentales es un lujo que se paga se
paga se paga.
-¿Por qué el verdaderamente enamorado pide la continuidad,
la vitalidad de las relaciones? Porque la vida es
dolor y el amor gozado es un anestésico y ¿quién querría despertarse
en la mitad de una operación?
Inés
Barrio (Buenos Aires) |
6.500
ptas. |
Marcela
Villavella (Buenos Aires) |
6.500
ptas. |
Fernando
Améz (Madrid) |
5.000
ptas. |
Luis
Barrantes (Málaga) |
5.000
ptas. |
Sara
Blasco (Madrid) |
5.000
ptas. |
Bibiana
Degli Esposti (Madrid) |
5.000
ptas. |
Alejandra
Menassa de Lucia (Madrid) |
5.000
ptas. |
Rosa
Puchol (Madrid) |
5.000
ptas. |
Roberto
Molero (Buenos Aires) |
3.500
ptas |
Lucia
Serrano (BuenosAires) |
3.500
ptas. |
Ricardo
Aquino (BuenosAires) |
3.000
ptas. |
Ángela
Casini (BuenosAires) |
3.000
ptas. |
Alejandra
Madormo (BuenosAires) |
3.000
ptas. |
Jorge
Montinori (BuenosAires) |
3.000
ptas. |
Karina
Pueyo (BuenosAires) |
3.000
ptas. |
Emilia
Campaña (Málaga) |
3.000
ptas. |
Eleonora
D´Alvia (Buenos Aires) |
2.000
ptas. |
Claudia
García (Buenos Aires) |
2.000
ptas. |
Cruz
González (Madrid) |
2.000
ptas. |
Enrique
Iglesias (Madrid) |
2.000
ptas. |
Joaquín
Luzón (Ibiza) |
2.000
ptas. |
Paula
Malugani (Ibiza) |
2.000
ptas. |
Pilar
Nouvillas (Valencia) |
2.000
ptas. |
Concha
Osorio (Madrid) |
2.000
ptas. |
Magdalena
Salamanca (Madrid) |
2.000
ptas. |
Daniel
Ustarroz (Buenos Aires) |
2.000
ptas. |
Rosa
Alonso Fernández (Madrid) |
2.000
ptas. |
Helene
Barrier (Madrid) |
1.000
ptas. |
Pablo
J. García Muñoz (Madrid) |
1.000
ptas. |
María
Jose Gómez (Alcalá de Henares) |
1.000
ptas. |
Ruy
Henríquez (Madrid) |
1.000
ptas. |
María
Isabel Jimenéz (Málaga) |
1.000
ptas. |
Ana
Sánchez (Málaga) |
1.000
ptas. |
Helena
Trujillo (Málaga) |
1.000
ptas. |
Rafael
Trujillo (Madrid) |
1.000
ptas. |
Maryelene
Bodin (Madrid) |
500
ptas. |
Gema
Crespo (Madrid) |
500
ptas |
Pilar
García Puerta (Madrid) |
500
ptas |
Laura
García (Madrid) |
500
ptas |
Fabián
Menassa de Lucia (Madrid) |
500 ptas.
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Manuel
Menassa de Lucia (Madrid) |
500
ptas. |
Nuria
Ortiz (Madrid) |
500
ptas. |
Donaciones,
sugerencias y correspondencia:
Ferraz, 22 - 2º izq - 28008 Madrid
Escuela de Poesía y Psicoanálisis |
|
LEOPOLDO
DE LUIS
AUNQUE
ES DE NOCHE
«Aunque
es de noche»
SAN JUAN DE LA CRUZ
HABÍA
atravesado caminos como mundos,
ciudades como tumbas y mares como olvidos.
y traía los ojos como sueños profundos,
como cielos heridos.
En
sus ojos de sombra nos miramos. Espejos
silenciosos de noche. Luna de soledades.
Emergió nuestra imagen lentamente de lejos,
de perdidas edades.
Se
concitaron rostros olvidados, espumas
felices y paisajes que ahora el recuerdo nieva.
Sumidos materiales de vida; leves plumas
que la inocencia eleva.
Manos
con sus pequeñas raíces infantiles
que aún descuelgan sus frutos de frías acideces.
Árboles que sombrean avenidas de abriles.
Amor de tantas veces.
Humildes
servidumbres de objetos familiares.
Monedas de sonrisas, de rencores, de pena,
con que fuimos comprando años crepusculares
que ahora el dolor ordena.
Huellas
como hojas secas, desenterrados dioses
fungibles. Esperanzas de quebrado alabastro.
Clausuradas estancias y pálidos adioses.
Todo súbito rastro.
Nos
vimos sucesiva, mortalmente anegados
de oleadas. de tiempo, de lluvias tumultuosas.
Desde los hongos pozos del recuerdo lanzados,
desde sus ciegas fosas.
hasta
aquellos dos nichos de soledad herida
donde se sepultaban inevitables muertos,
donde se reencontraba turbiamente la vida,
los años descubiertos.
Nos
sentimos distintos. Hijos de un tiempo extraño.
Nacidos de una tierra que el odio transfigura.
La soledad tenía nuestro propio tamaño,
nuestra misma estatura.
Nos
vimos recorriendo planicies de ceniza,
campos donde la sangre rabiosamente prende,
surcos por donde el grano sólo en hambre se eriza,
montes que el sol no enciende.
Albas
que rebotaron su terrible pelota
de esquina a esquina y en pretiles ciegos,
por las que desfilamos hacia la tarde rota,
herida a carne y fuego.
Bosque
que animaliza, que levanta
levas de instinto torpe, sordas piedras,
cerrando de los pies a la garganta
sus ancestrales yedras.
Nos
sentimos nacer entre disparos
de plomo y odio, entre feroz acecho:
ya no éramos aquellos que fuimos, ni los claros
días que están dentro del pecho.
Se
nos iban historias, devoraban historias
felices esos ojos, esa fantasmal ave
que trajo hasta 1as tierras de inocentes memorias
la hombría amarga y grave.
Unos
ojos de noche donde nunca hay mirada,
del fondo de los nuestros la vida recogían.
Unos ojos, un hielo, una pena, una nada,
una noche, se abrían.
Una
noche se abría como un campo de guerra,
como sangre que sacia el ansia de un desierto,
como un rencor, como una deshabitada tierra.
Una noche se ha abierto.
Desterrados
de un alba que el corazón aún sueña,
de un amor, de una aurora que el corazón querría.
Poblando de humo triste, de soledad pequeña,
una casa vacía.
Pero
seguimos siempre. La oscuridad tanteamos.
Ciegos, torpes, heridos contra las sombras prietas.
Tenazmente, en el muro
de las sombras cavamos
rabiosamente grietas.
Desde
la pena puede abrirse la esperanza
como desde la noche nacer la aurora pura. |
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El
corazón del hombre a la luz se abalanza
de una gran hendidura.
De
un tajo en la tiniebla, una alegría
donde otros hombres pisarán seguros.
Aunque es de noche vamos elaborando el día
de esos hombres futuros.
Las
sendas de la aurora transitan por la falda
sombría de la noche; las que al hombre renuevan
cruzan por nuestro pecho, pesan en nuestra espalda,
nuestros hombros las llevan.
Tajos
de luz, tajos de vida, tajos
de esperanza. La noche se estremece.
Caminamos buscándolo: el día en los atajos
del mundo, crece y crece.
Acaso
cuando alumbre nos hayamos perdido
ya un poco entre la niebla de nuestra propia pena.
Nuestros pasos cansados resonarán a olvido
por avenidas de callada arena.
Aún
tendremos acaso esta antigua costumbre
aún de mirar con extraña manera dolorida.
Porque llevamos dentro, hiriéndonos la lumbre,
y aunque es de noche amamos nuestra vida.
RENUNCIO
A LA LUNA
LOS
hombres sufren, callan y se odian
un poco más. Sus manos, aunque heridas,
las llaves que dan vuelta al porvenir custodian
y hacen girar las ruedas menudas de sus vidas.
Manejan
la herramienta ciega de la esperanza.
Apenas sin saberlo, el mañana elaboran.
Lo que crea su esfuerzo su mano no lo alcanza.
Luz desde la tiniebla para otros atesoran.
Sobre
su espalda pisa la alegría.
En su carne el rebaño del vivir se alimenta.
El agua más hermosa surtió de su sequía.
La calma más fecunda nació de su tormenta.
Donde
hay una conquista, una luz, una hermosa
verdad edificada, hubo un esfuerzo humano.
Vivir en paz la vida es cortar una rosa
que debe su perfume a una doliente mano.
Me
duelen esas piedras colgadas como plumas
del aire, igual que alas o que lirios crecidos.
Una ola de llantos traslucen sus espumas.
Siento por los sillares una humedad de olvidos.
Veo
los invisibles desfiles de ignorados
héroes, de silenciosos hacedores de historia.
Estoy junto a la lenta masa de los ahogados
por los que sale a flote una victoria.
Estoy
junto a los árboles del miedo,
junto al zarzal de prorrumpir oscuro.
Con los que en la tiniebla tantearon me quedo,
con los que levantaron la verdad como un muro.
Lo
mejor de la vida no ha costado
más que dolor. Dolor es el asiento
del mundo que ahora crece. El otro lado
de la moneda es el dolor sin cuento.
El
eje de la tierra es esa aguja.
Cada felicidad costó una herida.
Todo lo que progresa la lágrima lo empuja.
De pena son las ruedas de la vida.
Quiero
aprender a ver en cada cosa
con que gozo o me alegro, el cimiento del luto.
Una gota de sangre hay que se posa
sobre todo lo blanco, como un rojo atributo.
Cada
paso adelante, una condena;
cada minuto de alegría, un llanto;
cada sonrisa breve, una gran pena;
cada seguridad un ciego espanto.
Sólo
el dolor es el padre del mundo.
Sólo la pena trágica nodriza.
No hay río como el llanto, de fecundo,
ni agua mejor la tierra fertiliza.
Cuesta
tanto avanzar, a tanto precio
hay que pagar un poco de ventura
que el hombre, ese funámbulo subido en el trapecio
de la vida, está a
punto de saltar de su altura
y
elegir el gran hueco de la nada, el oficio
de estrellarse de bruces en el suelo,
poner punto final al ejercicio
de falsas alas y de falso cielo.
|
No
se puede seguir haciendo daño
en aras de una abstracta, quimérica alegría,
mientras crece un rebaño
de angustia cada día.
Perder
más que ganar. Eso prefiero.
Perder rencor, miseria, odio en las vidas.
Perder esos fantasmas que hoy tienen prisionero
al hombre, que hoy enconan sus heridas.
La
guerra que levanta su esqueleto
bajo el faldón de tanto frac gastado.
El odio que partea el feto
de lo desesperado.
El
hambre, triste pie que pisa
por el mundo. El dolor, que a tanto ser acuna.
Mientras exista un niño sin pan y sin sonrisa
yo renuncio a la luna.
CONCEPSCIÓN
SILVA BELINZÓN
PUEDE
ENTRAR ELQUE QUIERA Y ANIMALES
Se
vestía con mantas bien lavadas
aumentando en su cuerpo
Luz sin luces
substancias malhechoras reparadas
no hay cartas ni cortinas
si reluces.
Las
llaves de mi Padre
bien guardadas
para formar los Hombres sin las cruces;
muchas frentes marchitas levantadas
si el faro está caído
no me acuses.
Las
puertas bien abiertas
día y noche.
Puede entrar el que quiera
y Animales
ya corté los cerrojos y reproche.
Las
cabezas de sabios
tienen multas.
Uniones con amigos desleales
en mi Libro Sagrado
tengo ocultas.
HABLARA
SIN ESPEJOS
Pasión
de los señores la mentira
porque nada se cumple en lo decible;
la ausencia del perdón es cuando gira
lo que pasa, que el alma es invisible.
Lo
que todo se puede, menos lira
y ninguna palabra es prescindible;
no se ve en la mente si delira
y la sinceridad es imposible.
Hablará
sin espejos y por verbos:
se cuelga del pescuezo un amuleto
y quizás enloquezca entre los cuervos.
Lo
sacude la duda y la sospecha:
no coman de esa fruta con secreto
la causa primitiva tiene fecha.
LA
COLMENA
Dice
mi corazón que tiene dueño
el vocablo mejor, para llamarte:
lo que pasa allá lejos no es un sueño
sin responder, yo sé dónde escucharte.
Del
eclipse de sol también me empeño
especie de dragón en cualquier parte:
riquísimo señor a quien desdeño
un manojo de llaves, su estandarte.
Bien
limpia y bien cerrada la colmena;
coleccionaba gatos y recuerdos
acaso más hermosa entre la arena...
De
espaldas y de frente más arriba:
fijaremos los últimos acuerdos
los que beben sin sed a la deriva. |
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OLIVERIO
GIRONDO
VUELO
SIN ORILLAS
ABANDONÉ
las sombras,
las espesas paredes,
los ruidos familiares,
la amistad de los libros,
el tabaco, las plumas,
los secos cielorrasos;
para salir volando,
desesperadamente.
Abajo:
en la penumbra,
las amargas cornisas,
las calles desoladas,
los faroles sonámbulos,
las muertas chimeneas,
los rumores cansados;
pero seguí volando,
desesperadamente.
Ya
todo era silencio,
simuladas catástrofes,
grandes charcos de sombra,
aguaceros, relámpagos,
vagabundos islotes
de inestables riberas;
pero seguí volando,
desesperadamente.,
Un
resplandor desnudo,
una luz calcinante .
se interpuso en mi ruta,
me fascinó de muerte,
pero logré evadirme
de su letal influjo,
para seguir volando,
desesperadamente.
Todavía
el destino
de mundos fenecidos,
desorientó mi vuelo
-de sideral constancia-
con sus vanas parábolas
y sus aureolas falsas;
pero seguí volando,
desesperadamente.
Me
oprimía lo fluido,
la limpidez maciza,
el vacío escarchado,
la inaudible distancia,
la oquedad insonora,
el reposo asfixiante;
pero seguí volando,
desesperadamente.
Ya
no existía nada,
la nada estaba ausente;
ni oscuridad, ni lumbre,
-ni unas manos celestes-
ni vida, ni destino,
ni misterio, ni muerte:
pero seguía volando,
desesperadamente.
CANSANCIO
CANSADO
¡Si!
Cansado
de usar un solo brazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuantos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.
Cansado,
muy cansado,
|
de
este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía.
Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre,
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.
Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.
EJECUTORIA
DEL MIASMA
ESTE CLIMA de asfixia que impregna los pulmones
de una anhelante angustia de pez recién pescado.
Este hedor adhesivo y errabundo,
que intoxica la vida
y nos hunde en viscosas pesadillas de lodo.
Este miasma corrupto,
que insufla en nuestros poros
apetencias de pulpo,
deseos de vinchuca,
no surge,
ni ha surgido
de estos conglomerados de sucia hemoglobina,
cal viva,
soda cáustica,
hidrógeno,
pis úrico,
que infectan los colchones,
los techos,
las veredas,
con sus almas cariadas,
con sus gestos leprosos.
Este olor homicida,
rastrero,
ineludible,
brota de otras raíces,
arranca de otras fuentes.
A través de años muertos,
de atardeceres rancios,
de sepulcros gaseosos,
de cauces subterráneos,
se han ido aglutinando con los juegos pestíferos,
los detritus hediondos,
las corrosivas vísceras,
las esquirlas podridas que dejaron el crimen,
la idiotez purulenta,
la inquietud sin sexo,
el gangrenoso engaño,
hasta surgir el aire,
expandirse en el viento,
y tornarse corpóreo;
para abrir las ventanas,
penetrar en los cuartos,
tomarnos del cogote,
empujarnos al asco,
mientras grita su inquina,
su aversión,
su desprecio,
por todo lo que allana la acritud de las horas,
por todo lo que alivia la angustia de los días. |
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iAZOTADME!
Aquí
estoy,
¡Azotadme!
Merezco que me azoten.
No
lamí la rompiente,
la sombra de las vacas,
las espinas,
la lluvia;
con fervor,
durante años;
descalzo,
estremecido,
absorto,
iluminado.
No
me postré ante el barro,
ante el misterio intacto
del polen,
de la calma,
del gusano,
del pasto;
por timidez,
por miedo,
por pudor,
por cansancio.
No
adoré los pesebres,
las ventanas heridas,
los ojos de los burros,
los manzanos,
el alba;
sin restricción,
de hinojos,
entregado,
desnudo,
con los poros erectos,
con los brazos al viento,
delirante,
sombrío;
en comunión de espanto,
de humildad,
de ignorancia,
como hubiera deseado... ..
¡como hubiera deseado!
El
PENTOTAL
A QUE
Lo
NO moroso al toque
el consonar a qué la sexta nota
los hubieron posesos
los sofocos del bis a bis acoplo
de sorbentes subósculos
los erosismos dérmicos
los espiribuceos
el ir a qué con meta
los refrotes fortuitos del gravitar
a qué con cuánta larva
en tedio languilate
en los cubos del miasma
los tantos otros otros
la sed a qué
la equis
las instancias del vértigo
el gusto a qué desnudo
los tententedio tercos
del infierno en familia
las idóneas exnúbiles
el re la mi sin fin
los complejos velados
el decimiso aseto
los tejidos en el diario predidio de la sangre
los necrocopiensos con ancestros de polvo
el "to be" a qué
o el "not to be" a qué
la suma lenta merma
la recontra
los averistos íntimos
el ascopez paqué
cualquiera a qué cualquiera
el pluriaqué
a qué
el pentotal a qué
a qué
a qué
a qué
y sin embargo, |
MIGUEL OSCAR MENASSA
-El
hombre vive acorralado por sus propias pasiones que, a veces, son tristes.
-Estábamos
locos, locos, pero vivos, vivos.
-Una
alegría: poder reinar sobre las palabras ya pronunciadas.
-Un bestia sangrante de la mera dolencia. El siglo
agoniza, no yo.
-Una experiencia límite: Volver a vivir, nuevamente,
toda mi vida, pero con el dinero de otros.
-Poco a poco me iré liberando de todo, de casi
todo. No del amor, mas sí de su intolerancia.
-En poesía, no sólo quiero dejar una gran herencia,
sino que quiero gozar, yo también, de esa herencia. Comenzar a gozar ya
mismo de mi poesía y ese goce será parte de la herencia.
-Las cosas tienen que hacerse de una manera
iluminada,
todo el reverso de la canción debe ser del poeta.
-En cuanto a cierta sabiduría sobre el amor, nunca pude
tener ninguna. Cada vez que estuve al borde de conseguirlo, siempre hubo
un silencio, arrancado de raíz por un torbellino.
-Poesía hoy soy feliz y te lo digo con sencillez
extrema: Vuelo a tu alrededor blancas camelias perfumadas.
-Poesía, joya descuartizada para que a todos tocara su
milagro.
-La única manera de dejar de hacer cuentas es gastar
5 y ganar 10.
-Te amo como se aman los espantapájaros, por su
utilidad y, al mismo tiempo, su inmensa quietud.
-En poesía siempre estoy perdido, verdaderamente,
perdido y, a la vez, seguro de estar en el camino correcto.
Todo lo que sea para la poesía, será para mí.
-Todo el mundo me habla mal de todo el mundo, yo no les
creo pero ya estoy pensando mal de todo el mundo.
-Con la mujer todo lo hice porque ella lo quiso. Cuando
ella no quiso, no pasó nunca nada.
-Cuando alguien habla todo el tiempo de la caca que es,
claramente quiere que todo el mundo sea de caca, es decir a su medida.
-Hay y no hay de todo, en todas partes yeso es bueno saberlo.
-Todo el mundo encuentra su destino y se vuelve ciego frente a
él.
-España, actualmente, es un país sin Sociedad Civil. Nadie
piensa en el bienestar de nadie. A la larga ni siquiera en el bienestar
propio.
-Ella a veces, es una extraña búsqueda de dolor. Cuando nos
estábamos por encontrar, ella prefirió la crueldad del silencio. -Enfrentarse,
aunque me pase a mí, es una manera burda, torpe, de sentir el cuerpo. |
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MIGUEL
OSCAR MENASSA
LA
MUERTE DEL HOMBRE
Es
otra vez de noche,
y en general, la casa duerme.
Una
voz en la radio,
dice sus últimas palabras.
Me entretengo con el humo del cigarrillo,
y me ocurren mil fantasías,
y ninguna tiene que ver,
con recostarme tranquilamente en la cama,
y dormir.
Entre tantos papeles, me digo,
terminaré siendo un escritor empedernido,
y fijo mi mirada en un punto lejano
y dejo, que la historia del hombre,
irrumpa, con la violencia de su sino,
mi noche.
Enciendo cigarrillos a mansalva,
uno detrás de otro, como si fueran,
centellantes granadas contra los opresores.
Desde hace millones de años, el hombre vive de rodillas.
Las granadas estallan en cualquier dirección,
también contra mi rostro.
Primitivas presencias,
pueblan mi noche de salvajes ritos,
ceremonias donde la muerte,
siempre es una canción, sublime y misteriosa.
Bestias
indomables
-semejantes al hombre por la torpeza de sus movimientos-
danzan a mi
alrededor,
iracundos, silvestres.
En un mal castellano
me dicen que su jefe,
quiere charlar conmigo.
Sentado
en mi cama escribiendo,
pido que dejen de rugir los tambores,
que cese la danza,
que me dejen escribir este poema.
El hombre tiene hambre y sed desde millones de años.
Somos
ese hombre hambriento y sediento.
Poeta,
cantad con nosotros.
Venimos de la Mesopotamia,
y del Caribe,
y buscando la perfección hemos llegado,
hasta los mundos que se esconden por encima del cielo,
y no hemos encontrado nada.
Siempre hay un hombre que tiene hambre,
siempre hay un hombre que se muere de sed.
Aquí mismo, poeta, en tu casa,
anidan el opresor y el oprimido.
Sentado
sobre mi cama escribiendo,
les digo a los salvajes, que ya es noche, tarde,
que por favor dejen de danzar, que necesito,
hundirme entre las letras,
mi hambre,
mi única sed.
Dejaron
de danzar,
el que se destacaba entre ellos,
por su tremenda humanidad,
me fulminó con su mirada.
¿Quién
es más cruel?, poeta, ¿quién más salvaje?
el que muere peleando por un trozo de pan,
el que no muere nunca.
Quién producirá el exterminio, poeta,
mis armas o tus versos.
Y ahora poeta, deja la pluma,
hecha a andar y piensa.
Sentado
sobre mi cama escribiendo,
le digo al salvaje,
que no quiero irme de mi pieza,
y que siempre supe que pensar,
no es necesario. Y que deseo,
y es la última vez que se lo digo,
seguir escribiendo este poema.
Antes de continuar me detengo,
en la inteligencia del salvaje:
habla bien me digo, y mientras habla
deja
escapar entre las palabras el aliento,
para que todo suene vital, desgarrador.
Yo
soy el hombre,
grita la bestia encadenada.
y tú poeta, eres el hombre.
¿escribir para quién?
dónde los amigos, y dónde los enemigos.
Dime poeta,
tu canto acaso, necesita del futuro para ser.
Ese poema que escribes empecinadamente,
contra todo. A quién le servirá.
A ver poeta,
un verso,
que me diga ahora mismo,
qué es el hombre.
Sentado sobre mi cama, escribiendo,
me doy cuenta que la inteligencia del salvaje,
terminará quemando todos mis papeles escritos,
en esa hoguera,
que fueron construyendo a mi alrededor,
sus palabras.
Dejo de escribir
lo miro fijamente a los ojos,
y murmuro sus propias palabras.
-en un sólo verso, un hombre-
y me decido a escribir ese verso
y sostengo con mi mirada,
la mirada del salvaje,
y con rápidos movimientos,
tomo la ametralladora y disparo,
varias ráfagas sobre el cuerpo del salvaje
que, con los ojos desorbitados por el asombro,
cae, para morir y desaparecer.
Sentado sobre mi cama, escribo ahora,
con la seguridad de quien ha llegado a la cima.
Un
poeta asesinó su hombre para escribir este poema
y eso, es un hombre.
DESPUÉS
DE LA
MUERTE
En
el refugio de la noche
la vida se desplaza levemente.
Tan
soberbio
tan espectacular era el poema entre las sombras
que no me alcanzará para escribirlo,
ni la mañana, ni la noche,
ni el resto de mi vida. |
Navego
como navegaron los grandes navegantes,
a ciegas,
con el pulso detenido por la emoción a cada instante,
oliendo tierra firme en todas direcciones
y así,
otra vez el mar y el profundo cielo permanente.
Vientos perfumados
y peces enloquecidos por el hambre, festejan,
la inminencia de un nuevo fracaso.
Nadie
ha de morir en ese olvido,
surgen, fortalecidas,
por el odio de seguir buscando,
imprecaciones y blasfemias.
Capitán del hastío,
siempre buscando tierra firme,
siempre encontrando abiertos mares y perfumes,
cerrados océanos.
Con
la soberbia de un hombre encadenado
y libre,
un día terminaré gritando entre tus brazos:
yo maté a Dios, quiero la recompensa
y, seguramente, alguien me dará 30 dineros
y mi locura seguirá avanzando sobre todo.
Viene
del sur, dirán, es un desaforado.
Anguila escurridiza y voraz,
eléctrico perfume entre las piedras,
palabra desmedida, es el poeta.
Vengo
para que conmigo muera lo último.
Más allá de la nada comienza mi camino.
Un
hombre es a otro hombre, su poeta y el Otro.
Olímpico destino y, a la vez,
embalsamada furia detenida.
Contraste primordial entre mi ser y el mundo.
Un
hombre es a otro hombre, su mirada y el cielo.
Paloma mensajera y, a la vez,
nostálgico asesino entre las sombras.
Entrecortado canto poblado de silencios.
Un
hombre es a otro hombre, la muerte y su milagro.
Intento
arrancar la venda de mis ojos,
doy duros golpes en el propio centro del timón,
para desviar el rumbo y no consigo nada.
Fumo
cigarros y bebo alcoholes fuertes.
Dibujo entre los ojos de la mujer que amo,
la posibilidad de un nuevo recorrido,
y frente a esa mirada maravillada por mi terror
rompo el sextante y la pequeña brújula marina,
y en el corazón pleno de la niebla
-en el comienzo de este nuevo final-
arrojo como si fueran desperdicios
mis últimos recuerdos al mar
y beso tus labios.
Tierra
firme
y nuestro barco se retuerce entre las olas,
movimientos desesperados a punto de naufragar,
son el movimiento de nuestros cuerpos.
Babas y leches
se confunden con el torrente de aguas marítimas
y brillantes moluscos como perlas,
sacrificados a un dios.
Mar
abierto
y nuestro barco encalla
en los afiebrados latidos de tu corazón,
tambor entre los leves murmullos de la selva.
Indómito
-salvaje anidando en la maleza-,
arranco tu sexo de la tierra, violines de la música,
movimientos como puñales clavándose en el cielo.
Antes
de comenzar mi nuevo camino,
trato de señalizar el punto de partida.
Arranco desde donde el hombre se debate,
en los brazos sangrantes de la nada.
Yo
soy ese hombre,
mordido por la vida humana a traición,
enajenado en el entontecido ritmo del reloj,
enloquecido por el palpitante ruido de las máquinas,
ensombrecido por la
lujuria de los dioses asesinos
-hombres solitarios y, también, hombres habitados-,
y, sin embargo, doy mi primer paso.
Pequeño paso,
no emprendo veloz carrera hacia las tinieblas,
porque soy un hombre atemorizado,
le que ya no sabe si su próximo paso
será marca o nivel de otros pasos humanos
o el callejón sin salida de su muerte.
En
los pasos siguientes me desorienta
ver mi nombre en el nombre de las calles
indicando la dirección deseada,
Brutal encuentro conmigo mismo y sigo andando,
porque seguir andando hacia otro descubrimiento cada vez,
después de los
primeros pasos se hace costumbre.
Y, sin embargo, uno también se dice: aquí me detendré,
Detrás de mí, sólo montañas,
y sembraré esa tierra,
y atraeré con mi canto el agua de la lluvia
para que todo florezca y se reproduzca
y lo femenino sea ley del amor,
manzana delirante sin pecado,
y en ese paraíso viviré, tranquilamente, un tiempo.
Después algún humano habitante de la nada de Dios
intentará colonizarme y tampoco habrá guerra.
Cuando
se sequen las flores,
cuando se pudran definitivamente los frutos,
porque ya no hay amor en su cuidado,
daré otro paso más,
pequeño paso conmovido como aquel primer paso,
y así, seguramente, veré distintos horizontes,
y así, seguramente, un día, moriré caminando
y nada pasará,
porque los violentos perfumes de mi cuerpo,
cuando camino, son mis propias palabras
y así, veo mi nombre volando en ese olor alucinado,
mas allá de mi muerte,
caminando.
EN EL PRÓXIMO
NÚMERO
NAZIM HIKMET
PEDRO SALINAS
ROBERTO ARTL
CONFICIO
RAFAEL ALBERTI
BALDOMERO FERNÁNDEZ MORENO
ANTONIO PORCHIA
EUGENIO MONTALE
STÉPHANE MALLARMÉ
ARTHUR RIMBAUD
JUAN CARLOS DE BRASI |
CORRESPONDENCIA:
Escuela de Psicoanálisis y
Poesía Grupo Cero
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Teléfono: 91 542 33 49 - Fax: 91 548 33 01 |
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