LAS 2001 NOCHES ÍNDICE NÚMERO 19

LEOPOLDO DE LUIS 
LAS 2001 NOCHES TE DESEA MUCHAS FELICIDADES.

SE PREGUNTA POR LOS POETAS EN EL PARQUE DE STUGA DE OTRO LADO

LEOPOLDO DE LUISLOS 

LOS POETAS DE MACEDONIA TREINTA SEGUNDOS CON LA REALIDAD

ELOGÍAS DE STRUGA

LA MUJER DE LOS OJOS DE ACERO LA VUELTA AL PAGO

VERSOS ESPAÑOLES EN SANTA SOFÍA DE OHRID

CESARE PAVESE HOMENAJE A PABLO MENASSA DE LUCIA

ANUNCIACIÓN DE OHRID

DIÁLOGOS CON LEUCÓ LA FLOR NOVEDADES

SANTOS RECINTOS

FRANCISCO URONDO CIENCIA Y VERDAD EN PSICOANÁLISIS

PALACETE FRENTE AL LAGO DE OHRID

CORA DE LA MANO DEL AMOR

REUNIÓN DE POETAS

ALGO AFORISMOS

ATARDECER EN LAS COLINAS DE STRUGA

ASÍ ERA ELLA CONDENSACIONES

CASA EXTRAÑA CONTEMPLADA AL ATARDECER

COMO BOLA SIN MANIJA SOCIOS DE HONOR

ME SIENTO EXTRAÑO

AMARLA ES DIFÍCIL ...Y LLEGÓ EL PSICONÁLISIS

ME SIENTO SOLIDARIO

LA VIDA POR DELANTE PSICONÁLISIS EN MADRID

LEOPOLDO DE LUIS 
LAS 2001 NOCHES TE DESEA MUCHAS FELICITACIONES EN TU 80 CUMPLEAÑOS. GRACIAS POR EXISTIR

 LEOPOLDO DE LUIS

 Leopoldo de Luis nació en Córdoba el día II de mayo de 1918. Pasa su infancia y adolescencia en Valladolid. Desde los 17 años reside en Madrid. Como crítico, publica sus trabajos en las revistas Ínsula, Poesía Española, revista de Occidente y otras. En el campo de la biografía destacan las de Vicente Aleixandre y Antonio Machado. Es conocido especialista en Miguel Hernández, del que fue amigo y compañero, y de León Felipe. Ha publicado antologías sobre la poesía social ( 1965) y poesía religiosa ( 1969).

Publica su primera obra poética, «Alba del Hijo», en 1946 y hasta el día de hoy, 17 títulos más. Con el libro «De aquí no se va nadie» obtuvo el premio Ausias March. Con el titulado e premio Francisco de Quevedo, del Ayuntamiento de Madrid. Con «Igual que guantes grises» fue premio Angaro en 1979 y, posteriormente en el mismo año, Premio Nacional de Literatura.

Se le ubica en la primera generación de postguerra y su poesía es calificada de social y de testimonio.

  Hay veces en que la realidad se despliega como un abanico, de un mismo centro surgen diferentes planos, obedientes extensiones de la mano que, asombrada de tanto poder, no acierta a detenerse.

Tras varios intentos, vanos, de comenzar esta presentación de una manera aséptica, me doy cuenta que no es posible. La profunda impresión que me causa la figura de Leopoldo de Luis, se interpone entre la hoja y yo, exigiendo una implicación personal.

En el mes de mayo de 1996, con la excusa de una entrevista para la revista Extensión Universitaria, tuve la oportunidad de conversar largamente con Leopoldo de Luis, y puedo decir que sus palabras marcaron, profundamente, mi trayectoria poética.

La lectura del libro «Del temor y la miseria» me había dibujado un poeta de palabra fuerte, con una vitalidad tan cruda como realista, un poeta que nombraba la muerte con la serenidad de quien, sin huirla, la esquiva constantemente, en una especie de juego al escondite sin fronteras.

Un nombre, Leopoldo de Luis, y un perfil imaginario en la cabeza, eran toda mi posesión. Aquella mañana de mayo me sentía un ser privilegiado, iba al encuentro de un trozo de Historia, la Historia escrita con mayúsculas, generalmente inaccesible a los anónimos mortales de a pie.

El encuentro, el contacto personal, lo modificaron todo. Tras el mito había un hombre que hablaba con sencillez de su trabajo. Su extrema humildad contrastaba con la importancia de su obra. «Un poeta sirve para todo lo que los demás hombres, y, además, para escribir versos» , decía, haciendo suyas las palabras de D. José Zorrilla.


Leopoldo de Luis y Miguel Menassa, relajados y contentos.

 

 Hablaba de la poesía como motor de lo social, como factor de liberación para el ser humano. De cómo el poeta no es sino instrumento al servicio de la poesía, y ésta, a su vez, es tan necesaria para el poeta como el aire. «Respirar por la herida», más allá de una simple definición, es estímulo y respuesta al unísono, frente a una realidad impuesta, como lo es la vida.

Me regaló una antología de sus versos, «Los caminos corta- dos», en la que, posteriormente, pude sumergirme a fondo en la preparación de este escrito. Sin exagerar lo más mínimo, confieso haber quedado deslumbrada por semejante demostración de maestría.

  Desde su primer libro, en 1946, hasta 1985, en que publica «Del temor y la miseria», transcurren 40 años de compromiso, de creación constante y entrega total a la palabra.

Fiel reflejo de la problemática de lo humano, el «nosotros» atraviesa su escritura ofreciendo al lector la oportunidad de incluirse, sentirse protagonista de su propia existencia. En «Juego Limpio», nos dice: 

     «Somos nosotros los que conducimos
      la vida hacia la luz cada mañana.
      Nosotros somos los que fabricamos
      las piezas de esta rueda giratoria»

Hay palabras que lo acompañarán fielmente: Tiempo, amor, río, esperanza, hijo, como vísceras o nervios bajo la piel de sus versos. Palabras cargadas de poder a través de las cuales el poeta desplegará un decir hecho vivencia.

     «La palabra no puede ya elevarse
      ignorando que nace entre saliva,
      como el viento no canta sin decimos
      la queja de las ramas que mutila»

Palabras dotadas de consistencia propia, independientes al hombre oculto tras ellas, y que lo arrastrarán por un camino de consecuencias imprevisibles. El poeta es consciente de ello, sabe que su historia será lo que su mano plasme en el papel.

     « y la contemplo. y veo que es mi mano
      la que crea el futuro. Atemoriza
      comprenderlo. La llama solitaria.
      la pobre luz del corazón. vacila»

La fugacidad del instante, ese ser-siendo apenas en el tiempo, inatrapable, esa permanente modificación, preocupan al poeta. A través de toda su obra, será motivo de profundas reflexiones que rozan lo filosófico, como en estos versos de «Elegía en Otoño»:

       «Si de repente nos volvemos
       hacia nosotros. ya no estamos.
       Somos perpetua y triste huida
       en el tiempo, sobre los años.
»

  Por momentos, la responsabilidad de presentar a esta figura de la poesía, me desborda, me hace vacilar. Confieso una sana admiración ante su creatividad, la sencillez con la que expresa cuestiones vitales para el hombre, el profundo saber que transpiran sus versos.

  Celebro que hoy nos haya ofrecido para nuestras páginas esta suite de poemas inéditos, producto de su viaje a un congreso de poesía en Macedonia.


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      Sólo me queda, antes de finalizar, agradecerle la generosidad de haberse dejado escribir por la poesía, permitiéndonos gozar de sus palabras, apropiarnos de ellas.

CARMEN SALAMANCA GALLEGO


PSICOANÁLISIS EN MADRID
SEMINARIO SIGMUND FREUD

XXV CONVOCATORIA
TEMPORADA 1998/1999
ABIERTA MATRÍCULA

CLASE INAUGURAL
LUNES 19 DE OCTUBRE
A LAS 17,00 HORAS

Escuela de Psicoanálisis
GRUPO CERO
TEL. 91 542 33 49
FAX: 91 548 33 01

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ELEGÍAS DE STRUGA

(1990)

DEDICATORIA

Al poeta macedonia Mateja Matesvki
y a los poetas españoles
José Gerardo Manrique de Lara
Carlos Murciano
Justo Jorge Padrón

VERSOS ESPAÑOLES EN
SANTA SOFIA DE OHRID

En Santa Sofía la lengua española
volaba inmutable
como una paloma entre muros
de piedras de luz medievales.

El tiempo adhería colores y rostros
y escenas de sacros alardes.
La furia y la guerra injuriaban
la pátina ingenua del arte.
Fragor de conquista y asalto,
calor de martirio y de sangre.
Temblor adjurado: Dios cambia
de nombre y de ritos gremiales.
La bóveda herida de arpegios,
de murmullos confusos y orantes.
Desfile de viejas leyendas
que dejan piadosos bagajes.
De pronto soñamos que todo
se hace pájaro azul en el aire,
se torna presente, recobra su esencia
y adquiere verdad y realce
igual que si fuese una dulce colmena
y Dios destapara su enjambre.
Milenios y levas, los siglos, las gentes
de súbito en música y luces renacen.
Pasado que vuelve, espectros que vuelven
y pugnan con nuevo calor y coraje.


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En Santa Sofía la lengua española
cortaba lo mismo que un sable
la tela de araña del tiempo
y Dios daba un paso adelante.
Los versos sonaban a historias que vuelven
de ayer, y al hoy se unen con lírico engarce.
Es todo presente. Levántase todo
en un invisible, místico combate.
Aquellos que un día vivieron, no viven,
pero con nosotros su espíritu aún arde.

Aquellos que hicieron al ara primera
devuelven al templo sus sacros remates.
Aquellos que oraban pintando su símbolo,
su símbolo en música y en luces deshacen.

En Santa Sofía la lengua española
-sus versos de claro lenguaje-
con óleos de pura armonía
consagra de nuevo los viejos altares.

ANUNCIACIÓN DE OHRID

La Anunciación de Ohrid tiene un arcángel
con sólo un ala al aire decidida.
Bajo un dosel la Virgen es un sueño
de primavera en dulce expectativa.
Acumulando siglos las paredes

su oración de color dan todavía:
un ala las sostiene, la otra cae
como música un punto suspendida.

Quizá a través del tiempo, adivinando
nuestro vivir, nos da el lejano artista
la lección de que un ala, sólo un ala,
basta, si es pura, a sostener la vida.
Sueños de luz y soplos de esperanza
en un ala, inseguros, se deslizan,
un ala que se bate contra el viento
amargo y de su cólera nos libra.

La libertad no tiene más que un ala,
no tiene más que un ala la alegría
y si el pozo del tiempo contemplamos
vemos que madre fue un ala benigna.

¿Qué es el amor, sino un ala desnuda
que busca inútilmente compañía?
También ser joven es volar tan sólo
con un ala envidiosa de la cima.
Años abajo, de un ala depende
que nuestra armazón salve de la ruina.

Todo en el aire está, todo es un vuelo
peligroso, ¿qué pluma lo amortigua?

Voy a rezar al ángel de Ohrid para
que me preste su ala compasiva.

Leopoldo de Luis y Amelia Díez

LAS 2001 NOCHES

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SANTOS RECINTOS

Me arrodillo en los monasterios
y me descalzo en las mezquitas.
Algo que aún quema viejas leñas
su azul rescoldo precipita.
Antiguos ritos en figuras y orlas
lentos colores armonizan
y las paredes nos envuelven
con el fervor desde las criptas.
El suelo dice a nuestras plantas
que la tierra nos necesita
y la llamada trascendente
del alminar el cielo frisa.
Llega la luz por las ventanas
deshecha en rosas amarillas
y sentimos que son los siglos
lo que al silencio nos concita,
la tradición la que nos pone
su niebla dulce en las pupilas.
Los iconos asomados a
la plata de su lacería
nos contemplan con la mudez
de su ternura primitiva.
Su melopea va al Corán
repitiendo con monotonía
mientras tiembla por el salterio
la trenzada música bíblica.

Fervor distinto que consigue
doblar en ambos la rodilla
y en el aire santo poner
la palabra que no termina.
Viejas creencias que el temor
y la esperanza reunifican.
Van místicos por monasterios
y suffies van por mezquitas.
Entrar y salir de recintos
de fe los veo con envidia.

Agnosticismo, viejo perro
que roe el hueso de mi vida.

PALACETE FRENTE AL
LAGO DE OHRID

El hombre que habitaba estas paredes,
que en este bosque hundía su mirada,
que se sentó a esta mesa, que sus huesos
en estos mismos muebles descansaba,
el viejo luchador cuya presencia
invisible se siente en esta casa,
el que hoy es sólo sombra repentina
apoyada en las últimas barandas
fronteras del espejo lento y mudo
del lago, un día recorría España.
Y lo adivino junto a aquel muchacho
que fui, que joven estrenaba
un traje de aventura y sufrimiento
y un corazón de lucha y esperanza.
Vamos juntos por campos bombardeados
y por tristes ciudades derrumbadas
bajo el cielo amarillo de Castilla,
el cielo blanco de Levante,
la alta mano azul de los cielos andaluces,
el cielo gris que el verde Norte empapa.
Viene mi juventud con sus espumas
De mar, con sus clepsidras de agua
confusa y transparente, con su tierra
de música y de sangre atravesada.
Un hombre, sólo un hombre o una sombra
que su perfil evocador levanta
bastante es hoy para que la figura
de aquel adolescente en mí renazca.
Es un trozo de vida lo que vuelve
a habitarme de pronto esta mañana,
es un pequeño perro de memoria
lo que por dentro al corazón le ladra
cuando la sombra de este viejo artífice
sale a mi encuentro al recorrer estancias
de un recinto cercado por los cedros
que el lago de Ohrid en sus espejos guarda.

REUNIÓN DE POETAS

¿Se aloja en la belleza del paisaje
o llega en cada uno de nosotros?
¿Es una realidad bella y estática
o nace si la miran nuestros ojos?
¿Pasa única, vestida de distintas
ropas, o en cada veste es alma y rostro
diferentes? ¿Nos busca o la buscamos?
¿Es un lenguaje matinal o un soplo
de atardecer? ¿Mañana exacta y pura
se mantendrá, después de nuestro acoso?


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Pasan sus oficiantes, ¿en su música
va el secreto, o habrá música en todos?
Pasan distintos. Cada uno, acaso,
se siente el elegido de su trono,
pero quizá no sea sino oscuro
pretendiente de un mítico tesoro.
¿Son pescadores de sirenas o
son artesanos de juguetes rotos?
¿Perlas encuentran en moluscos muertos
o pobres gemas en sus propios pozos?
Se miran con recelo, como
si sus monedas pudieran robar otros.
Sin embargo sonríen: creen tener
las claves mismas de lo misterioso.
Buscan la trascendencia, pero a veces
elaboran un mero soliloquio
y van entre la duda y la pregunta,
entre su corazón y el testimonio.
Dionisiacos exultan de alegría
o entran sombríos en su sacerdocio.
¿Por qué propagan la belleza si
creen ser dueños de su monopolio?
Lanzan barcos al mar de la hermosura
y piensan ser su capitán a bordo.
Aquí están los poetas, ¿quién diría
que un ángel se ha posado en cada hombro?

Pero la Poesía vive porque vive
cada uno de ellos. Y por eso sólo.

ATARDECER EN LAS
COLINAS DE STRUGA

Esa mujer de luz que muere en las colinas
debe de ser mi alma. El frío siento
de la tarde que sube desde el lago
donde se ahoga otra mujer de tiempo.

Mujer de luz, mujer de tiempo: alma
que se confunde en un doble silencio.

Cae la tarde en Struga.
Aquel que vio morir el sol tan lejos
de estas orillas, ¿es acaso el mismo
que se sostiene en mis cansados huesos?

Quizá yo sea del lugar extraño
que emocionadamente ahora contemplo.
Quizá nací en alguna de estas casas
que van ahora ojos de luz abriendo,
y vi a mi madre en la ventana aquella
asomada esperando mi regreso.

No hay tiempo, no hay lugares
ya para mí: todo es un mismo sueño,
todo una misma casa donde alguien
parte el pan y pregunta por el cuervo
de la vida que va cada mañana
dejando los estigmas de su vuelo
y cada tarde va a posarse sobre
la sombra fugitiva de los muertos.

No hay países, no hay patrias:
esta es mi patria tanto como el suelo
en que lloré de niño, como hoy lloro
en brazos de esta tarde, último fuego
de esta única tarde que es la vida
-mujer de luz y tiempo-
acongojada en lágrimas de luz
del Drim en los espejos.

CASA EXTRAÑA
CONTEMPLADA AL
ATARDECER

¿Cómo he entrado en esta casa
que no es mi casa ni tiene
-rastros de años y sucesos-
mi retrato en las paredes?
Sus habitantes no ven
que soy un extraño huésped;
entran y salen, se sientan
o se levantan, se mueven
como si yo no estuviera
o cual si una sombra fuese.
Oigo frases que no entiendo
y hablo lo que no me entienden.

Su vida sencilla cumplen
los hombres y las mujeres
de la casa donde estoy
tan presente como ausente.
Parten un pan que no como,
no bebo el agua que beben
y aunque me siento cansado
no tengo donde caerme
muerto, ni vivo tampoco,
porque no está aquí mi muerte.
«¿No eres de aquí?» me pregunta
las amorosas paredes,
y yo quisiera decir
que sí soy, que sí me deben
acoger porque me muero
de tantos atardeceres.
«¡No eres de aquí!», me rechazan
los viejos y oscuros muebles
donde quisiera dejar
mis huesos que el tiempo vence.
Lejos de mi casa, sueño
en esta casa esconderme
y dar cobijo a las ruinas
de lo que aún me pertenece.
Es tarde. Dejar no puedo
a esta niña a la intemperie,
a esta niña que me sigue
y que Alma por nombre tiene.

Un viento que las ventanas
cierra y la puerta enmudece
me empuja hacia afuera y
echarme de casa quiere.
(¡Si esta casa me acogiera
por última vez, clemente!).

Pero el viento sin piedad
repite veces y veces
mientras golpea las puertas:
«¡No tienes aquí tu muerte!»

Leopoldo de Luis y Miguel Oscar Menassa

ME SIENTO EXTRAÑO

Somos una costumbre, un gesto, un modo,
una manera de mirar, acaso.
Pequeños movimientos nos distinguen,
leves fórmulas marcan signos, rasgos
que se hacen peculiares nos conducen
por rutas diferentes a escenarios
de vida en que los viejos papeles suenan como
otro cuento distinto y necesario.
Me doy cuenta que estoy hecho de mínimos
materiales de vida moldeados
por antiguas liturgias, ritos graves,
ceremoniales de confusos hábitos
que me hacen lo que soy y ponen
su irremediable marca en mi costado.
Soy un pequeño mundo con sus normas,
sus leyes, sus funciones, sus mandatos,
su inevitable proceder, su modo
de respirar. No doy un sólo paso
que no proceda de una antigua historia
y que no esté a un sistema acomodado.
¿Será la forma de partir el pan,
como Emmaus? ¿Será cómo alzo el vaso
para el agua que bebo? Breves signos
caracterizan mi talante humano
y me hacen tan reducto de costumbre
y soledad, que ahora me siento extraño.

 


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ME SIENTO SOLIDARIO

Y sin embargo sé que soy lo mismo,
que algo nos une irremediablemente,
que un recorrido igual está esperándonos
y una misma materia nos sostiene.

Hay una misma sangre, un mismo río
de vida golpeando en nuestras sienes
y una misma esperanza se hace angustia
en la garganta y en el pecho siempre.

En los espejos cruzan de los ojos
árboles, lagos, tierras diferentes,
pero una sola flor los unifica:
es la roja azucena de la muerte.

SE PREGUNTA POR LOS
POETAS EN EL PARQUE
DE STRUGA

Los árboles recuerdan
a los poetas que dejaron sombra
plantada entre raíces invisibles
y cruzaron su voz como palomas
hacia la luz de Struga, sobre el río,
sonando entre la fronda.

Los árboles son manos
de poetas que escriben su remota
lección en el papel azul del viento.
El parque es una madre que se arropa
con vestidos fugaces y amarillos
y verdes, en sus telas transitorias.

¿La poesía está en estas raíces
o está sólo flotando en la memoria?

Pasa la vida, su diario
trajín, sus mínimas historias,
su cotidiana realidad sin música,
el beso frío de sus pobre bocas.

Los poetas pasaron. Hay algunos
a quienes un alfil de muerte escolta.
Otros, escriben lejos sus poemas,
a qué distancia de estas lentas rosas
que ya no huelen para ellos,
desterrados de luz premonitoria,
prófigos de paisajes repentinos
que el Drim refleja y sus estampas moja.

¿Dónde están los poetas? ¿Son los príncipes
que aquí, sobre este puente, ciñeron sus coronas?
No son más que los hombres alejados
que clavan en sus íntimas panoplias
el recuerdo de un día y ejecutan
su oficio de engañosa
realidad, de verdades inventadas
y espacios de palabras rotas.

Pasaron los poetas. Nada queda
de ellos, sino la pálida magnolia
quebrada de su voz, que el viento imita
urdiendo de los árboles las copas.
No son sus huesos las raíces, sólo
son barro y sueño en invisibles bodas
bajo la tierra que una vez pisaron
y que sus huellas en la luz se borran.

Hoy mis ojos, mi alma, mis recuerdos,
a los árboles graves interrogan
por los poetas. Les responde el río,
una vez más de vida metáfora sonora.

LOS POETAS DE
MACEDONIA

Los poetas de Macedonia
cantan su patria en primavera.
Han enterrado el invierno
en el fervor de sus poemas.

Vienen de las Auroras blancas de Racin
el Equinoccio de Mateja
Matesvki, y con Strezovski
dan Pasos en el tiempo.
Consideran
con Mihail Rendzov
que existen para ser la diferencia.

No hay dos cosas iguales en el mundo.
tampoco en Macedonia la tierra
es igual a otras tierras, sus campos
no son iguales a otros campos, aunque de la misma
manera

pisen nuestros pies el polvo,
nuestras manos se mojen en sus riberas
y vuelen azulmente los cielos
sobre nuestras cabezas.
Su tierra, su agua, sus cielos, distintos
son, y el secreto lo tienen los poetas.

La aurora es más blanca en Macedonia,
son más abril sus primaveras,
el equinoccio más hermosamente
sus luces y sombras nivela
y los pasos del tiempo
se acompasan mejor al eje del planeta.

No, no hay dos cosas iguales en el mundo
y los poetas dan con la clave de la diferencia.

LA MUJER DE LOS OJOS
DE ACERO

He visto a una mujer de ojos de acero
con un traje de novia hecho jirones,
el gesto diluvial de un aguacero,
habitante de antiguas poblaciones.

Recuerdo bien el rostro de esta anciana
en cuya helada casa estuve un día:
mi juventud de entonces ni veía
el paisaje cruel tras la ventana.

Un campo gris, adusto, casi yerto,
cenicienta colina planetaria,
un árbol del que cuelga un fruto muerto
y un cielo de tersura temeraria.

La mujer removía su vestido
entre los brazos de los rotos muros.
Salí de aquella estancia convencido
de que mis ojos eran más oscuros.

Porque la casa oscuramente amuebla
un mobiliario herido de carcoma,
armarios que contienen unas ropas de niebla,
espejos en que el rostro de un pobre niño asoma.

Y la cama de sábanas hostiles
donde han dormido ciegos regimientos
que dejaron inútiles fusiles
encasquillados de remordimientos.

Alguien sacude antiguos reposteros
y descorre amarillos los estores,
escribe en las paredes nombres de prisioneros
y confía en los viejos desertores.

Y la mujer de ojos de acero mira
tras de las polvorientas cristaleras.
El odio en sus estancias nuevamente conspira
y huéspedes de llanto suben sus escaleras.

Siempre hay dos en la casa de esta mujer, habitan
dos seres siempre opuestos y enfrentados.
La mujer sabe cuántas miserias los concitan
y con ellas los tiene sádicamente atados.

Hoy vuelvo a ver la casa de esta vieja
mujer. Los que golpean su postigo
olvidan que el rencor nunca se aleja
y que ellos mismos son el enemigo.


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FRECORES

CESARES PAVESE 


DIÁLOGOS CON LEUCÓ LA FLOR

Es de una meridiana evidencia que a este acontecimiento dulce-atroz de un dios primaveral, como Apolo el Claro, y que no llega a disgustarnos, asistieron los leo par dinos Eros
y Tánatos.

(Hablan Eros y Tánatos)

EROS ¿Esperabas este acontecimiento, Tánatos?

TÁNATOS. Todo lo espero de un dios del Olimpo. Pero no que terminase de esta manera.

EROS. . Por fortuna, los mortales la llamarán una desgracia.

TÁNATOS No es la primera vez y no será la última tampoco.

EROS.  Entretanto, Jacinto ha muerto. Las hermanas ya la
lloran. La inútil flor rociada con su sangre centellea ahora en todos los valles del Eurotas. Es la primavera, Tánatos, y el niño no la verá.

TÁNATOS Donde ha pasado un inmortal brotan siempre estas flores. Pero las otras veces hubo por lo menos una fuga, un pretexto, una ofensa. Se resistían al dios o cometían impiedad. Así ocurrió con Dafne, Elino, Acteón. Jacinto, en cambio, fue sólo un niño. Pasó sus días venerando a su señor. Jugó con él como juega un niño. Estaba  -aturdido, asombrado. Tú lo sabes bien, Eros.

EROS. Ya los mortales comentan que fue una desgracia. Nadie piensa que Apolo el Radiante no suelen equivocar sus golpes.

TÁNATOS He asistido solamente a la forzada sonrisa con que siguió el vuelo del disco y la vio caer. Lo lanzó hacia arriba, en el sentido del sol, y Jacinto levantó los ojos, las manos, y lo esperó encandilado. Le cayó sobre la frente. ¿Por qué ocurrió esto, Eros? Tú seguramente la sabes.

EROS.  ¿Qué debo decirte, Tánatos? No puedo enternecerme por un capricho. Y también tú la sabes- cuando un dios se acerca a un mortal, siempre sobreviene algo cruel. Tú mismo has hablado de Dafne y de Acteón. 

TÁNATOS ¿Qué ocurrió, entonces, esta vez?

EROS. Ya te lo he dicho, un capricho. Apolo el Radiante quiso jugar. Descendió entre los hombres y vio a Jacinto. Durante seis días vivió en Amiclea, seis días que a Jacinto le transformaron el corazón y renovaron la tierra. Después, cuando al señor se le ocurrió irse, Jacinto lo siguió con la mirada extraviada. Entonces el disco le cayó entre los ojos...

TÁNATOS No. Apolo el Radiante no sabe qué es llorar. Lo sabemos nosotros, dioses y demonios niños, que ya 
vivíamos cuando el Olimpo era solamente un monte yermo. Hemos visto muchas cosas, hemos visto llorar también a los árboles ya las piedras. El señor es distinto. Para él seis días o una existencia no son nada. Nadie supo todo esto tan bien como Jacinto.

TÁNATOS ¿Crees en verdad que Jacinto haya comprendido estas cosas? ¿Que el señor haya sido para él algo más que un modelo, un compañero mayor, un hermano fiel y venerado? Yo solamente lo vi cuando tendió las manos durante la competencia- sobre su frente no había más que con- fianza y estupor. Jacinto ignoraba quién era Apolo el Radiante.

EROS.  Todo es posible, Tánatos. Puede ser también que el niño nada supiese de Elino y de Dafnis. Es difícil decir dónde termina la desazón y dónde comienza la fe. Pero seguramente vivió seis días de ansiosa pasión.

TÁNATOS. ¿Según tu opinión, qué ocurrió dentro de su 
corazón?

EROS. Lo que le ocurre a todo joven. Pero esta vez el objeto de los pensamientos y de los actos fue excesivo para un muchacho. En la palestra, en las habitaciones, por las orillas del Eurotas, hablaba con el huésped, se volvía su compañero,  lo escuchaba. Escuchaba las historias de Delos y de Delfos, Tifón, Tesalia, el país de los Hiperbóreos. El dios hablaba sonriendo tranquilo, como lo hace un caminante al que se creía muerto y que regresa con más experiencia. Lo cierto es que el señor nunca habló de su Olimpo, de sus compañeros inmortales, de las cosas divinas.

Habló de sí mismo, de la hermana, de las gracias, como se habla de una vida familiar- maravillosa y familiar. Alguna vez escucharon juntos a un poeta vagabundo, hospedado durante la noche.

TÁNATOS No hay nada malo en todo esto.

EROS.  Nada malo y, por el contrario, palabras de consuelo. Jacinto aprendió que el señor de Delos, con aquellos ojos indecibles y aquella sosegada palabra, había visto y tratado muchas cosas en el mundo que podían ocurrirle también a él algún día. El huésped hablaba también de él, de su suerte. La vida menuda de Amiclea le era clara y familiar. Hacía proyectos. Trataba a Jacinto como a un igual y coetáneo, y los nombres de Aglaia, Eurínome, Auxo - mujeres lejanas y sonrientes, mujeres jóvenes, que vivieron en misteriosa intimidad con el huésped- eran pronunciados con una tranquila negligencia, con un gusto indolente que estremecía el corazón de Jacinto. Así se sen- tía el muchacho. Delante del señor cualquier cosa le resultaba fácil, clara. A Jacinto le parecía poderlo todo.

ÁNATOS He conocido a otros mortales. y más expertos, más sabios, más fuertes que Jacinto. A todos los destruyó ese afán de poderlo todo.

EROS.  Querido mío, en Jacinto no hubo más que esperanza, una temblorosa esperanza de asemejarse al huésped. Ni siquiera Apolo el Radiante recogió el entusiasmo que leía en esos ojos -le bastó con provocarlo--; ya entreveía entonces en los ojos y en los bucles la hermosa flor salpicada que era la suerte de Jacinto. No pensó ni en palabras, ni en lágrimas. Había venido para ver una flor. Esta flor tenía que ser digna de él- maravillosa y familiar, como el recuerdo de las Gracias. y con serena indolencia creó esa flor.

TÁNATOS. Somos cosas feroces nosotros, los inmortales.
Yo me pregunto hasta dónde los dioses del Olimpo hacen el destino. Osado todo puede que los destruya a ellos también.

EROS.  ¿Quién puede decirlo? Desde los tiempos del caos no se ha visto más que sangre. Sangre de hombres, de monstruos y de dioses. Se comienza y se muere en la sangre. : ¿Cómo crees tú haber nacido?

TÁNATOS. Que para nacer hace falta morir, lo saben también los hombres. No lo saben los dioses del Olimpo. Se lo han olvidado. Ellos permanecen en un mundo que pasa. No existen: son. Cada capricho suyo es una ley fatal. Para expresar una flor destruyen a un hombre.

EROS.  Sí, Tánatos. Pero ¿no vamos a tener en cuenta los hermosos pensamientos que Jacinto encontró? Esa ansiada esperanza que fue su muerte, fue también su nacimiento. Era un joven inconsciente, algo absorto, nimbado de infancia, el hijo de Amicleo, rey modesto de tierra modesta- ¿qué hubiera sido de él sin el huésped de Delos?.

TÁNATOS Un hombre entre los hombres, Eros.

EROS.  Lo sé. y sé también que no podemos sustraernos al destino. Pero no es mi costumbre enternecerme ante un capricho. Jacinto vivió seis días en la sombra de una luz. De la perfecta alegría, no le faltó ni siquiera el final rápido y amargo. Ese que no conocen los dioses del Olimpo y los inmortales. ¿Qué otra cosa querrías, Tánatos, para él?

TÁNATOS. Que Apolo el Radiante lo llorase como nosotros.

EROS. Tú pides demasiado, Tánatos.

 

NOSOTROS TAMBIÉN 
AGRADECEMOS:

• Diario El Mundo (Madrid)

• El Faro de Vigo

• La Guía de Ajoblanco (Barcelona)

• Agencia EFE-EFETEXTO

• Club Diario de Ibiza

• Periódico de Aragón

•Diario Clarín (Buenos Aires)


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FRANCISCO URONDO


CORA

tu fragilidad a la que simone martini
hubiese dado el golpe de gracia
tu temor ácido a los hoteles
a los huecos del porvenir

tus presentimientos de abandonada
tu deseo sometiendo los médanos
la soledad
las osamentas

y ese algo que inexperta
no podías controlar ni contradecir
eso que estaba más allá del ensueño
del jerez constelado

más allá de la ingenuidad y del recelo
del filo de los pícaros
de la espuma de los inocentes

eso parecido a la aventura
que se escabullía en la penumbra
de tus grandes zaguanes
aquello que incendiabas para permanecer
los últimos navíos
lo que indagaba la pampa sin decir nada
aquello que te deja con cierta tibieza mexicana en el corazón

sonriendo pálidamente al fuego que nada devolverá
que se quedará con todo

ALGO

a Rubén Rodríguez Aragón

con tu muerte
algo vendrá
algo que jamás sacudió
tu conciencia

no importará
la tierra que te rodea
el árbol que te soporta
el agua que admitió tu pereza

no será algo
que ahora retumba en tu memoria
ni las resonancias que prefirió olvidar

vendrá algo sin vínculos
una lluvia sin pasado
sin gestos censurables
o bondadosos

no estará en juego
tu salvación
tampoco el olvido
ni el arrepentimiento

el «ángel tuerto»
no vendrá a consolarte
no será necesario
y olvidarás también el consuelo
para tu corazón
no habrá consuelo el día en que caigas

no habrá estaciones
ni pájaros
ni trenes
ni alcohol
ni sangre penosa que aguantar

no por eso habrá descanso
el día en que llegue algo que no suponías
algo que vendrá a reclamar
el lugar en el mundo
que supiste negarle

una indescriptible culpa
haciendo estallar las huellas
que minuciosamente lograbas distribuir

ningún rastro

con tu muerte
vendrá una nueva
y desconocida vergüenza

ASÍ ERA ELLA

a Agustín Zapata Gollán

«En esta provincia de calchines y mocoretaes por parecerme que En ellas ay las ptes y cosas que conviene ... »
JUAN DE GARAY

allá por la fiebre
otra vez has venido
dulce cantora

haragana
señora del día perdido
y del que comienza para perderse

soñada
en los lugares del agua

cascabel

mujer del aire
y del dolor

sobre el agua has venido
para salvar a nadie
para que nadie registrara tu gesto

COMO BOLA SIN MANIJA

puedo ir para un lado
puedo ir para otro lado
encontrar estuarios pálidos cisnes quietos
buques mansos que como a las nubes
me llevan de un lado para otro lado

puedo dar con lugares apacibles
o sombras excitantes
la primera piel de una mujer
el aroma de una mujer el sonido de una fiesta
puedo beber de cierto cuidado y enfermarme levemente
y sentir en las sábanas el olor del sol

puedo llegar a tener suerte en el juego y en la vida
puedo cambiar de vida y de nombre
puedo peinarme de otra manera
y vestir como nunca lo hice

puedo sorprender
ser irascible o piadoso
comprensivo con las mujeres
o despiadado con sus increíbles sentimientos

puedo como antaño volver a enamorarme
puedo padecer por un vago recuerdo
o tirar todo por la borda
o no soportar la memoria

—hoy te he recordado vagamente—

puedo reír y cantar
divertir a la gente
y esperar a que todos estén completamente locos
y ya no parezca tan divertido

puedo envejecer y enmudecer para siempre
y decir palabras sin mayor fundamento
puedo gozar de placeres fáciles y complicados

—eras alta antes de conocerte
y hoy no he recordado tu nombre
y pienso que otro día podré humillarlo—

puedo tener rasgos bondadosos
arranques de conmovedora caridad
puedo echarme a perder
o tener más hijos como si ofreciera
el más estupendo y bonito de los mundos posibles

puedo ambicionar una amplia fortuna
hasta puedo trabajar o pensar en el as de oro
o seducir a una adolescente frágil-como-un-pétalo-de-agosto

puedo hacer viajes exóticos morder la espesura de un follaje
jugar mi vida por unos diamantes impuros
o por lánguidos ojos saturados de sabiduría

 


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puedo emborracharme aquí o en el extranjero
y caer exhausto en la turgencia de un muslo
o en el filo de una dudosa alcantarilla

puedo investigar o escribir luminosos párrafos
que abrirían por sí el futuro
puedo ser un intelectual responsable o desaprensivo
firmar o no firmar traicionar o jugar a la lealtad

puedo ser adorado
puedo ser odiado
tener amantes
distintas en su belleza singulares en sus caprichos
o no tener a nadie
y no guardar un solo recuerdo

puedo rechazar la ternura
o mendigarla como hace unas horas
puedo vivir alternativas viejas o recientes
fáciles y peligrosas

puedo elegir mi destino
aunque no sepa darle forma adecuada
ni por dónde empezar

puedo imaginar el tiempo que desconozco
luchar por esa o por otra dulce aspiración
puedo olvidar

—hoy no he podido recordar tu nombre—

de la memoria puedo imaginar las interminables apuestas
y sus mañas de vieja tramposa
puedo no pensar en que distribuye los signos
de ese futuro tangible y ajeno

AMARLA ES DIFÍCIL

Es buena, cuando duerme;
el calor de su cuerpo es un puñal de vidrio
que remonta los sueños.

Cuando calla, es buena
y su voz una premonición olvidada y peligrosa
que arruina el silencio.

Cuando grita o llora
o se lamenta o se divierte o se cansa,
nada puede contener
este dolor alegre que envenena
mis sueños y mi soledad.
Por eso es difícil pensar
en ella, en su cara bondadosa;
abandonarse; por eso
es una cobardía retenerla
y dejarla ir, una pavorosa crueldad.
A veces, cuando lo pienso,
no sé qué hacer con ella,
con este destino luminoso.

LA VIDA POR DELANTE

a Matilde Herrera

Por qué hoy, precisamente,
voy a sentir miedo, teniendo
la seguridad de que mamá nos cuida, como
hace tantos años, y
llora desde la puerta
porque estamos enfermos y vamos a morir.

—Mamá no lloraré nunca
desde la puerta: hace frío
cuando alguien se enferma de cuidado
y puede morir—

Por qué hoy se me ocurren
estas cosas tan consabidas; por qué
no hablo de la revolución social o del sufrimiento
anegado en una mujer
de quien su hijo está enfermo; del desarme de la ternura, de
las mareas, de los coches de plaza, de los
cereales, que más no fuera.

—Ah soledad que no puedo
romper. Ah tristeza
aquerenciada,
dueña de tanta memoria—

Por qué hoy no puedo estar alegre. Descuido
lo que tengo, no he sabido vivir, suelo
mirar la vida del otro lado de una puerta. Tengo
frío y ganas de vomitar, te hago
cosquillas en la palma de la mano
para que sonrías un poco, para que me olvides
un poco, para que sueñes un poco, para que saltes
un poco
dormida,
asombrada, lejos, mirando
desde la puerta.

Por qué hoy me doy cuenta de que nunca he tenido
talento para el amor; por favor
una mano; por lo que más quieran,
si llegan a necesitarme, no se olviden de mí. Hoy no puedo
hacer otra cosa que esperar inútilmente
desconsolado, con rabia, con desidia, con miedo,
con vergüenza, con todo lo de siempre: la puerta un poco
entornada, cerca de allí, casi al alcance de la mano.

DEL OTRO LADO

Cuando estuvimos desesperados, alguien
contó la historia.

No se la puede escuchar serenamente, tiemblan
las manos, el corazón se encoge de dolor;
da un poco de miedo mirar a la gente, detenerse.

Ocurre lo de siempre.

Estábamos perdidos y la historia era confusa. Nada
tenía que ver con la certeza, ni
con el muslo de la bataclana. No
intervinieron traiciones; no es
una vulgar historia de fervores o de mantenidas.

Tu mano es necesaria para sobrellevarla. También
aquella vez (siempre aquella vez) apagaron
las luces y fue necesaria la presencia de tu mano.

Nos apretamos las manos en la sala impenetrable, temblamos
ante la cólera que aún no se había manifestado, que nunca
llegaría a marcarnos como sospechábamos, sino
de otra manera. Nuestras manos
procuraban ordenar el temblor, dominar el doloroso pánico;
y todo porque Humphrey Bogart había resucitado.

Estábamos perdidos en aquel
cine y él no era como el redentor, su cruz
no era un mandato, era
la inteligencia del hombre, era la resurrección
de la ciencia y de nuestros queridos finados.

Hace mucho que nos pasó esto; la mano
fría del cadáver impenitente
rozaba los sueños,
acariciaba nuestros tiernos rostros despavoridos.

Desde aquella vez no sabemos qué hacer con las historias,
con los muertos que no aceptan su desdichada condición, no

sabemos qué hacer con el miedo; no sabemos
encontrar nuestras manos, nuestra
tristeza. El mundo inconsciente.

Hubo muchas anécdotas como ésta. ¿Quién
no tiene cosas horribles que contar? ¿Quién no tiene
su historia? Pero nadie supo qué decir, nadie supo
qué hacer, cuando alguien contó la historia.

Seguramente al escucharla buscarás una mano; será
como antes, pero enseguida
intentará olvidar que estuvimos tristes o asustados.

Tampoco sabrás qué decir cuando se haga tarde; lo de siempre:
tendrás ganas de llorar, y nada más.

Nadie esperaba una historia como ésta, tan lamentable ¿Por qué

no llorar entonces? ¿Por qué no perderse en la
espesura de la sala?

Se derramará sobre tu memoria,
como el alcohol que se vuelca entre los nervios y la madrugada;
la historia sobrevolará tu linda cabecita,
será un cuervo que sacudirá tus entrañas corrompidas,
que despeinará cariñosamente tu pelo


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TREINTA SEGUNDOS
CON LA REALIDAD

Una mujer que ha llorado copiosamente; blanda
y triste, vuelve al rincón más lindo de su infancia.

Un hombre puede tener certidumbre o desinterés: es
un episodio intrascendente, la mujer no es demasiado codiciable;
y además hay mucha gente aglomerada que conversa en otros idiomas
y no escucha y es difícil de entender.

Están apurados estos señores. Están
locos o confundidos: se van quedando sin tiempo, sin ganas,
sin plafond para nuestro cansancio;

el camino del ocio
no debe estar por allí; por otro lado se llega
a la realidad, al llanto, al amor. De otra manera
se combate, por otra inocencia se respira
y las cosas empiezan a cambiar.

La mujer grita en el desierto, en los techos; el cielo se derrumba
y aleja el dinero y la suerte; aplasta el temblor. Su gemido
va rompiendo el entusiasmo, la noche distraída.

LA VUELTA AL PAGO

No quiero volver
a ese lugar
intransitable
y escuálido donde todo parece dormido.

Quiero calor,
dolor; sin soledades
sentir
alegría, a pesar de todo.

No quiero ausencias,
ni lágrimas. No me gustan
las madres, ni las caricias, ni los buenos entendidos
fortunas quietas, venturas inanimadas:
llegar de otros lugares,
para volver. Regresar
a mi punto de partida,
verterme como una jarra seca y consecuente.

No quiero seguir durmiendo
junto a esa fuente
que ninguna sed calma. Propongo
vivir sin dominios, simplemente.

No tengo ganas de regresar,
que mi santo sepulcro no pretenda esperarme. Quiero
inventarlo a último momento,
sin pensar demasiado, sin mucho rencor,
cuando sea necesario.

Selección Karina Pueyo

HOMENAJE A PABLO
MENASSA DE LUCIA

 con la presentación de su libro poemas

POETA ASESINADO

-Presentará Antonio Manuel Sepúlveda:
Recital de canciones con guitarra
-Poetas del Grupo Cero: Lectura de poemas y
comentarios del libro.

MARTES 3 DE NOVIEMBRE
A LAS 19,30 Hs.
CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA,
C/.Santa Isabel, 52

NOVEDADES
 EDITORIAL GRUPO CERO

COLECCIÓN PSICOANÁLISIS
PARA TODOS

CIENCIA CIENCIA Y VERDAD 
EN PSICOANALISIS

AUTOR:
Miguel Oscar Menassa 
Amelia Díez Cuesta
PTS. 700; 7 US.

  «Ciencia y Verdad en Psicoanálisis» hace de cero a la aparición de una nueva colección de la Editorial Grupo Cero, «Psicoanálisis para todos». Y, como inaugurar es nacer, en principio sustenta el deseo de alcanzar la difusión de una lectura que se está produciendo en el «Seminario Jacques Lacan de los Sábados» de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero Madrid con la participación de la psicoanalista Amelia Díez Cuesta y el director de la Escuela, Miguel Oscar Menassa. Al mismo asisten psicoanalistas de toda España.
  El objetivo de esta nueva colección es, en estos primeros números, que la obra escrita de este importante autor en la transmisión del psicoanálisis pueda llegar a todo aquel que quiera introducirse en cómo piensa Freud.
  Hacer de los escritos habla y transformar el habla en escritura, ese es nuestro objetivo. Es decir, producir una nueva lectura, pues no existe una ciencia del hombre sino un sujeto de la ciencia. Esta nueva colección apunta a que cada uno sea un sujeto de la lectura, de una lectura que lo produzca.
  La obra de Freud como escritura, base material del psicoanálisis, y la obra de Lacan como lectura productiva, en tanto consideramos que la lectura como producción es base material de la transmisión, atraviesan y genran esta nueva colección que esperamos que pueda llegar a todos aquellos que se interesen por estar interesados en ello.  esta nueva  lectura posible, lo cual no quiere decir que haya infinitas lecturas sino sólo aquellas que sean posibles de ser producidas.


    DE LA MANO DEL AMOR

AUTORA:
María Chévez
PTS. 1.000; 10 US.

Recorrer las páginas del nuevo poemario de esta autora. una lectura indispensable en este final de siglo que es presencia constante en el pensamiento que nos brinda a través de sus versos. Si la poesía es el mejor testimonio de la existencia humana, el vehículo es el amor; esta afirmación se nos 
propone cada vez que leemos sus libros, aunque es en éste donde el enigma se despliega. Páginas habitadas por hombres, mujeres, niños, donde el universo intenta introducirse y palpitar en el amor a la palabra

      ...sin oferta ni pedido simplemente aire,
        en los caminos fluidos
        placenteros de mi carne.

Si en Afrotiki (1976), lo loco fue el amor, en El fin del amor (1978) un intento de desentrañarlo y despojarse, es en Poesía cotidiana ( 1987) y Poemas y libertad (1990) donde despidiéndose de la esclavitud tan femenina, decide aceptarlo, sentarlo a su mesa.
En esta nueva entrega poética María Chévez, autora que, desde los comienzos, publica nuestra Editorial Grupo Cero, decide también en la musa de Rimbaud y de Menassa, que es el nuevo amor en cada instante lo que alienta y lo que verdaderamente vive, siempre entre los versos, tocando nuestros cuerpos en la magia insoslayable del poema. Tarea necesaria, obtener, tomarnos, DE LA MANO DEL AMOR, otro esfuerzo editorial del Grupo Cero, para que la poesía y su belleza transformadora penetre con cada uno de nosotros en el si lo XXI.


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DE LAS 2001 NOCHES

- A veces me pregunto si no estaré enamorado de mi mismo. Envuelto entre percales horrendos de la nada, de la famosa y abierta soledad.

 -Su curación no está en lo que yo haga sino en lo que ella comprenda.

-El me lo dijo con sinceridad: No quiero ser mortal, quiero ser libre y yo, con un dejo de nostalgia, por mi propia juventud, le aconsejé que se psicoanalizara cuatro veces por semana.

- Limitar todos los sentidos, después de haber estado luchando durante veinte años para que se expandieron los sentidos, ha de ser mediante una fuerte represión.

- Soñó que se comía un bocadillo de pedo y a la mañana siguiente se levantó con la firme decisión de ponerse a trabajar.

- LIBERTAD, libertad, libertad para todos, en ningún caso debo dejarme llevar por las emociones; el cálculo, siempre es más simbólico que cualquier otro sentimiento.

- Después de detallar un sin fin de causas como determinantes de la nerviosidad moderna, diremos que todo se debe a una coerción nociva de los instintos.

- Hablando de la satisfacción sexual directa, diremos que su privación se paga con fenómenos que por su daño funcional y su carácter subjetivo displaciente, hemos de considerar como patológicos.

- Debemos pensar que si el dolor, la falta de libertad, dependen de una compleja articulación de sentidos, sólo será posible revolucionar las estructuras que así lo determinan, en la articulación de las prácticas, sociales, sexuales, ideológicas.

- Me parece estar llegando a un fondo del hombre. El no es ninguna otra cosa que un animal reprimido.

Palabras ajenas a la razón de ser, como si todo fuera celeste armoricano. Vengo del sur dirán, soy una mierda y si ella me lleva todo el tiempo, quiere decir que estoy loco por ella, y eso en general no es ni bueno ni malo, es imposible.

- Fue una mano blanca su mano entre la niebla. Dirán ¿a qué vivimos?, y yo contestaré: vivimos a morir.

- No vuelvas madre, ya no te necesito.

Dos mujeres es todas las resistencias pronunciables.

- Ella no entra en ningún agujero. En el fondo somos dos funcionarios del amor. Un día huiremos los dos juntos, sin saber hacia dónde.

- Ella más que hablar conmigo cuando hablo, se esconde en mis palabras.

- Cuando muera quiero ser enterrado en la tierra. Después de muerto quiero que mi cuerpo se pudra y se mezcle con la tierra. Y así, todo será inmortal en mí.

- Ella me dice que tendríamos que estar muy contentos y no sabe por qué no lo estamos. Ella siempre creyó que la vida era soplar y hacer botellas.

Brújula ardiente y caprichosa, déjame en paz. Esta vez no quiero ir hacia ningún lugar, quiero saber dónde llegué, dónde viví hasta ahora. Antes de partir nuevamente, tendré que pedir que se me rindan algunas cuentas.

- Ella es feroz, de mí no dejó pasar nada. No sólo la oficina de empadronamiento me daba por muerto, ella también.

Todo es tan absurdo, todo tan irreal.

Libertad, Menassa, decrete la libertad.

Les habla el que vuelve después de la masacre. Conecto nuevamente, hablo una lengua que tiene el sabor de todas las derrotas.

- Dejadme hablar, dejadme sonreír, soy el cantor del alba.

- No es bueno esperar que las cosas vengan del cielo, no es bueno esperar que otro haga por mí lo que ni siquiera yo soy capaz de hacer.

- Ahora que nadie puede quitarme lo que tengo, tendré. Después, encontraré la manera de huir de mí. Algún verso, alguna canción desesperada, me arrancará de cuajo.

- No soy el señor que busca apasionadamente un destino, soy el hombre que busca desesperadamente tres destinos.

Sin embargo acepto para mi vida una sumisión parcial. Una especie de canto desgarrado y, al mismo tiempo, civilizado.

- Exaltado, furibundo, enajenado en los calores del tiempo inolvidable, donde la juventud, estaba sólo en el futuro esos días sangrientos, donde cualquiera podía dejar su marca para siempre.

- Abrirme camino, y el cuerpo de mi madre se interponía como una roca imposible de perforar.

- El anzuelo esta vez es para pescar desde boquerones hasta tiburones.

Espero que el personal no recuerde durante el trayecto a su madre.

- Mire doctor, sólo una vez tuve deseos de algo y traje la peste. Después me dije, mejor vivir arrodillada.

- Cuando un mecanismo no funciona, la autorización es ponerlo en funcionamiento. Toda otra intención deja de ser psicoanalítica para transformarse en política.

- Las ignorancias políticas más grandes las encontré en los gobernantes.

- Después en medio de la noche, cuando busco alguna mirada compañera, no encuentro casi nada. Viejas batallas, viejas heridas, viejas glorias.

CONDENSACIONES
DE NUESTROS LECTORES

R. Clemente
Director Revista Anabasis. Universidad Complutense de Madrid.

«Encontré su revista de poesía LAS 2001 NOCHES y enseguida la repasé con avidez. Su elección incluye a muchos de mis más queridos poetas (especialmente Aleixandre y César Vallejo) por lo que disfruté nuevamente con poemas que hacía tiempo no releía. Debo felicitarle por su gusto, sus poemas y por su iniciativa. Nada me parece más adecuado que difundir gratuitamente la poesía. Considero sus publicaciones de prestigio».


Elisabet González. Nagold. Alemania

«Descubrí su revista en la calle Libreros de Madrid y quisiera transmitirles mi entusiasmo por ella, mi apoyo y un pequeño donativo.

Por desgracia, hoy se lee poca poesía habiendo en ella, según Aristóteles más verdad que en la historia, y siendo ella la que puede llenar el vacío con el que nos encontramos a veces a la hora de querer expresar ciertos sentimientos y pensamientos con el lenguaje normal. Y es que el hombre no está hecho para el barro, su alma siente y busca las estrellas... Gracias por dar lengua y pluma al espíritu y ¡adelante con esa revista! ¿Sería posible suscribirme a ella?


Pedro Juvera García. Aula de creación literaria Universidad Autónoma de Madrid.

«Vuestra revista LAS 2001 NOCHES ha conseguido uno de los mayores éxitos dentro de los espíritus jóvenes de Madrid. Seguid dándonos la energía de vuestros corazones y de vuestra poesía. Enhorabuena por un feliz trabajo que es para todos los hombres».


Eduardo Edsel. Santa Fe. Argentina

Les felicito por este feliz evento de mucha sustancia, de mucho valer. Les deseo continuidad en el tiempo y muchos buenos momentos de triunfo. Las 2001 Noches. Navegando mares en tu balsa enamorada. Espectros descarnados, patéticos, pensantes. DOS MIL Y UNA NOCHES, en obscuridad o a la luz de las estrellas -los galeotes remando hacia la Nada. O hacia la otra orilla.

Dos Mil y Una Noches, singladura de cinco años y seis meses y veintiún días, con igual número de tibias alboradas, deslumbrantes amaneceres, en esa extraña compañía de tu balsa enamorada».


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SOCIOS DE HONOR EUROPA

Miguel Oscar Menassa (Madrid) 50.000 ptas.
Fernando Ámez Miña (Madrid) 40.000 ptas.
Lidia Andino (Madrid) 40.000 ptas.
Cristina Barandiarán (Madrid) 40.000 ptas.
José María Blasco (Barcelona) 40.000 ptas.
Stella Cino Nuñez (Madrid) 40.000 ptas.
María Chévez (Madrid) 40.000 ptas.
Bibiana Degli Esposti (Madrid) 40.000 ptas.
Claire Deloupy  (Madrid) 40.000 ptas.
Amelia Díez Cuesta (Madrid) 40.000 ptas.
Paola Duchên (Madrid) 40.000 ptas.
Carlos Fernández del Ganso (Madrid) 40.000 ptas.
Emilio A. González (Madrid) 40.000 ptas.
Jaime Icho Kozak (Madrid) 40.000 ptas.
Pilar Iglesias (Madrid) 40.000 ptas.
Fermín Lejarza (Bilbao) 40.000 ptas.
Joaquín Luzón (Ibiza) 40.000 ptas.
Miguel Martínez Fondón (Madrid) 40.000 ptas.
Concepción Osorio (Madrid) 40.000 ptas.
Pilar Nouvillas (Valencia) 40.000 ptas.
Rosa Puchol (Madrid) 40.000 ptas.
Montse Rovira (Ibiza) 40.000 ptas.
Carmen Salamanca Gallego (Madrid) 20.000 ptas.
Olga de Lucia (Madrid) 20.000 ptas.
Cruz González (Madrid) 10.000 ptas.
Miguel Alvarez (Madrid) 10.000 ptas.
Alejandra Menassa de Lucia (Madrid) 10.000 ptas.
Pilar Rojas (Madrid) 10.000 ptas.
 Helene  Barnier (Madrid) 5.000 ptas.
Helena Trujillo (Málaga) 3.000 ptas.
Eduardo González (Italia) 2.500 ptas.
Rosa Alonso (Madrid) 2.000 ptas.
Ricardo Artíguez Iglesias (Madrid) 2.000 ptas.
Iván Avena (Francia) 2.000 ptas.
María angela (Madrid) 2.000 ptas.
Gloria Carrocera (Madrid) 2.000 ptas.
Gema Crespo (Madrid) 2.000 ptas.
Pablo J. García Muñoz (Madrid) 2.000 ptas.
Francisco García Palancar (Madrid) 2.000 ptas.
Ruy Henríquez (Madrid) 2.000 ptas.
Enrique Iglesias (Madrid) 2.000 ptas.
Hernán Kozak (Madrid) 2.000 ptas.
Fabián Menassa de Lucia (Madrid)

     2.000 ptas.

Manuel Menassa de Lucia (Madrid) 2.000 ptas.
Magdalena Salamanca (Madrid) 2.000 ptas.
Ichka León Deloupy (Madrid) 1.500 ptas.
Cloe León Deloupy (Madrid) 1.500 ptas.
Marylene Bodin (Madrid) 1.000 ptas.
 Isabel Escudero (Madrid) 1.000 ptas.
Clemence Loonis (Madrid) 1.000 ptas.
Esther Gallego Navarro (Madrid) 1.000 ptas.
Ruy Henríquez (Madrid) 1.000 ptas.
Griselda Kozak Cino (Madrid) 1.000 ptas.
Mercedes Millán Esteban (Madrid) 1.000 ptas.
Javier Romero Nouvilas (Benidorm) 1.000 ptas.
Tomás Suárez (Madrid) 1.000 ptas.
Conchy Estéban (Madrid) 750 ptas.
Pilar García Puerta (Madrid) 500 ptas.
Elisabet González (Alemania) 500 ptas.
Daniel San Martín Duchên (Madrid) 500 ptas.

SOCIOS DE HONOR AMÉRICA

Miguel Oscar Menassa  (Buenos Aires) 500 us.
Inés Barrio (Buenos Aires) 200 us.
Alejandra Madormo (Buenos Aires) 200 us.
Norma Menassa (Buenos Aires) 200 us.
Roberto Molero (Buenos Aires) 200 us.
Karina Pueyo (Buenos Aires) 200 us.
Lucia Serrano (Buenos Aires) 200 us.
Marcela Villavella (Buenos Aires) 200 us.
Jorge Dini (Buenos Aires) 100 us.
Angela Cascini (Buenos Aires) 50 us.
Roberto Rossi (Buenos Aires) 50 us.
Juana Koslo (Buenos Aires) 30 us.
Alejandro Baigorri (Buenos Aires) 20 us.
Liliana Capello (Buenos Aires) 20 us.
Jose Gonzalez (Buenos Aires) 20 us.
Rosalba Pelle (Buenos Aires) 20 us.
Dante Bustos (Azul Buenos Aires) 10 us.
Leonor Elvira Peralta (Buenos Aires) 10 us.
Luciano Passolini (Buenos Aires) 10 us.
Renata Passolini (Buenos Aires) 10 us.
Augusto Passolini (Buenos Aires) 10 us.
Lidia Vidale (Buenos Aires) 10 us.

95.000 EJEMPLARES

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...Y LLEGÓ EL PSICOANÁLISIS


TRANSMISION EN PSICOANÁLISIS

Conferencia dictada en San Miguel de Tucumán, Argentina.


I CONGRESO DE ESCRITORES
14 de agosto de 1998

Claramente, los organizadores me dan tiempo para una primera entrevista, pero no para una conferencia sobre psicoanálisis.

Cuando esta mañana vi en La Gaceta el anuncio de esta conferencia, que debía dictarse entre las 21 y las 22 horas, pensé que me sería muy difícil en sólo una hora, que luego se redujo a 20 minutos, tal vez imposible, transmitir nada.

Así que traté de olvidarme de algunas cosas y comencé a leer con cierta tranquilidad algunos escritos que yo considero de transmisión.


DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS
MADRID 1982

«No soy idéntico ni siquiera a mí mismo, trazo sin sustancia soy Ello capaz de engendrar lo que circula.

Desfiladero material hacia la muerte, las palabras, después todavía, hablar, escribir, amar. Este tiempo es el tiempo de la creación, y no porque iremos a poner flores a ningún muerto, sino porque el hombre está en condiciones de afirmar que hablar, escribir, amar, son en realidad el mismo acto, el mismo verbo, ya que existe una simultaneidad, un tiempo diferente donde un acto concebido como generado en esa triple articulación, es lo que se ha dado en llamar desde antaño, sin entrar nunca en sus verdaderos mecanismos de producción, acto poético, es decir, producir lo que sólo existirá después, y es aquí, donde Poesía y Ciencia se confunden, podríamos decir, en un abrazo mortal para ambas.

  1. La igualdad no existirá en ningún caso a menos que se trate de una convención.

  2. Todo integrante de la Asociación Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero tiene que hablar.

  3. Escribir.

  4. Amar.

Todo esto teniendo en cuenta:

A.- A la palabra hablada sin la objetivación de la escritura, se la lleva el viento.

B. -La escritura no puede alcanzar su objetivación como tal antes de la palabra hablada.

C. -El amor antes de hablar y escribir es, si quiere el integrante, amor, pero con su madre.

D. -Psicoanalizarse, si bien será obligatorio todo el tiempo que el integrante sea integrante, no será suficiente para ser psicoanalista.

E. -El conocimiento no será lo que le falte al psicoanálisis individual de un aspirante a psicoanalista, ni será considerado conocimiento el conocimiento que se da fuera de los límites del amor.

F. -En el tiempo en que simultáneamente acontezcan la palabra hablada, la palabra escrita y el amor, habrá conocimiento.

G. -Hablar, escribir y amar son en realidad el mismo acto.

H. -Cada integrante se autoriza a sí mismo al pasaje correspondiente, concibiendo en esa autorización, si es errónea, la sanción grupal, que por grupal será siempre diferente.

Se sancionará la situación tal cual está dada: a¹ a. Uno no es igual a sí mismo. Si uno no puede cambiar, pretende ser igual a sí mismo, habrá que sancionarle».

El Director de la Escuela Psicoanálisis y Poesía Grupo Cero, recientemente constituida, indicando con sus manos  la dirección a seguir.

A medida que avanzaba en la lectura, las cosas se hacían cada vez más calientes.

Tucumán era, para mí, una palabra importante,

De niño, yo ambicionaba ser un patriota y no sabía cuánto de carne o verso me costaría eso, pero ser un patriota, en mi niñez, pasaba siempre por la palabra Tucumán.

Palabra que, al tratar de descomponerla, Tucu/man, en la precariedad emocional de ese momento, asocié rápidamente MAN con hombre y, también, con muerto (por un amigo mío muerto en la conquista del desierto). Y en TUCU, me daba cuenta que estaba el otro, pero para mí TUCU era inseparable, ya que significaba el canto y, a la vez, el nombre de un pájaro.

Llegado a este lugar de las asociaciones, comencé a reír con ganas, con voluptuosidad de reír: los tucumanos, me dije, son hombres voladores, son hombres como pájaros, son pájaros perdiendo su libertad de volar para hacerse hombres, y, por el lado de la voz, me dije, son el canto mismo de la libertad, de la independencia.

Y cuando caí en esa frase común, infantil, de que Tucumán tenía que ver, directamente y en forma mecánica, con la independencia, me di cuenta que no hablaba de Tucumán ni de ustedes sino, sencillamente, de mí.

El hombre muerto que volaba, y su canto volaba con él, no era otro que mi hijo Pablo, asesinado en la vía pública hace 5 años.

Me tranquilicé pensando que el psicoanálisis también hablaba para mí.

El realismo del Grupo Cero no es tal realismo, porque su nivel de objetividad es la escritura que, como sabemos, tiene como función desrealizar.

Y si el realismo ha sido superado, ha sido superado junto con él la avaricia que lo condiciona. El afán de poseer ha sido transmutado por la pasión de transformar, la verdad por lo tanto no existe sino como materia prima y su hallazgo sólo determina que podemos comenzar a trabajar en su transformación.

«La poesía no necesita ni muchos ni pocos lectores, ella se conforma con una hoja en blanco, y si la hoja en blanco es la propia vida del poeta, mejor».

Formar en psicoanálisis es transmitir y transmitir en psicoanálisis sólo es posible en el marco de la transferencia analítica.


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Vienen por un saber que desconozco y harán brotar de mí, lo que no poseo. Tarea árdua la del guía que desconociendo el camino sólo confía dejándose llevar por el conjunto de esas pasiones, absolutamente, incapaces de distinguir un desierto de un poblado.

Sé que todo el trayecto estará plagado de descubrimientos y fiestas. Cada desierto, cualquier desierto, será un descubrimiento, todo poblado, cualquier poblado, será una fiesta.

Algo se alcanzará y algo se perderá en el próximo paso.

Y el que quiera quedarse con el paso anterior contenerlo, aunque superado, no sólo será hegueliano, sino que terminará sucumbiendo víctima de su propia pereza. Y por último dando un pequeño paso más en la producción de una transmisión posible del psicoanálisis, les digo. Habrá Escuela y habrá Estilo y un estilo, aunque en el marco de una Escuela, no transmite nada, sólo se desarrolla. Para todo aquel que participe de su desarrollo se abre una posibilidad de Estilo. Esa apertura es lo que se transmite. Y la transmisión en estos casos es autogestionaria.

Otra manera de comenzar hubiera sido, también, agradecer a los organizadores del encuentro y a la psicoanalista del Grupo Cero, Karina Pueyo que, en una secuencia de desaciertos, me hubieran permitido darme cuenta que, en mis 40 años dentro del campo del psicoanálisis, ya he producido mi discurso de transmisión.

Es decir, hay algo en mis escritos que ustedes necesitan.

Soy un escritor y el psicoanálisis es un trabajo muy duro para un escritor, ya que la mitad se hace escribiendo, es cierto, pero la otra mitad se hace hablando.

Recuerdo una tarde con el Dr. Enrique Pichón Rivière, al que yo consideraba genial y él lo era. Yo me sentía su discípulo y, encarándolo, le hablé de su relación con los libros y, llegando a la conclusión de que siempre estaba con libros, aún en las situaciones más insólitas, le pregunté si él no era fóbico, a lo cual él, con maestría, me contestó con otra pregunta:

«¿Y qué otra cosa que fóbico puede ser un psicoanalista?» En principio, y tratándose de psicoanalistas y de libros, quería decir que los libros no eran para un psicoanalista ni una obligación ni un deseo, sino una verdadera necesidad, como el acompañante lo es para el fóbico.

A la semana, la frase se repitió en mí y, entonces, me di cuenta que el viejo me había mandado a estudiar. Algo así como decirme:

-«Mirá, pibe, los libros no muerden».

Y si me dijo cosa tan sencilla dando tantas vueltas, fue porque él sabía que yo quería trabajar de psicoanalista y me las daba de poeta.

También es cierto que, años después, al recordar la frase, pensé que el maestro me hablaba del dinero. La fobia, pensé ese padecimiento de no saber, exactamente, a qué o a quién corresponden las cosas.

Alteraciones en la constitución de la identidad sexual, es decir, operación de castración no suficientemente realizada. Esto es lo que le pasa al psicoanalista todo el tiempo, menos en el momento que le pagan sus honorarios.

El dinero operaría la castración.

Cuando alguien paga, es el que se psicoanaliza, queda claro en el acto de pagar, aunque las apariencias indiquen otra cosa, y el que recibe un dinero, no por haber vivido sino por haber realizado un trabajo, es el psicoanalista.

Después, tal vez, dentro de algunas décadas, al repetir la frase, encontraré en el decir del maestro resonancias absolutas de la muerte.

Es decir, que nunca sabremos qué le dijo, exactamente, Pichón Rivière a ese joven candidato a poeta, a psicoanalista.

Lo que sabemos es que esa frase me trabajó produciendo en mí nuevas realidades, me interpretó, inventando para mí el campo del psicoanálisis.

Esto es lo que, hoy, quería transmitirles.

MIGUEL OSCAR MENASSA

 

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