LAS 2001 NOCHES ÍNDICE NÚMERO 1

EDITORIAL SANTA TERESA DE JESÚS TALLERES DE POESÍA
NOTAS DE DIRECCIÓN VIVO SIN VIVIR EN MÍ VICENTE ALEIXANDRE
OLGA OROZCO AFORISMOS I DESPUÉS DE LA MUERTE
SE LEVANTA EN LA NOCHE Y ANDA CESARE PAVESE NO BASTA
VARIACIONES SOBRE EL TIEMPO ENRIQUE MOLINA  BAJO LA LUZ PRIMERA
AFORISMOS MOMENTO DE LECTURA LOUIS ARAGON 
FRIEDRICH NIETZSCHE DIOSES DE AMÉRICA LICANTROPIA CONTEMPORÁNEA
SOCIOS DE HONOR UNA CAMA CESAR VALLEJO
CESARE PAVESE EL DESAMPARO JUNTO A UN MURO CUÍDATE ESPAÑA
TRABAJAR CANSA LOS TRABAJOS DE LA POESÍA ESPAÑA, APARTA DE MI ESTE CALIZ
ANDRE BRETON AFORISMOS II MIGUEL OSCAR MENASSA
UNION LIBRE MIGUEL OSCAR MENASSA EL VERDADERO VIAJE

A los hombres futuros

1

Verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.

Es insensata la palabra ingenua. Una frente lisa
revela insensibilidad. El que ríe
es que no ha oído aún la noticia terrible,
aún no le ha llegado.

¡Qué tiempos éstos en que
hablar sobre árboles es casi un crimen
porque supone callar sobre tantas alevosías!
Ese hombre que va tranquilamente por la calle
¿lo encontrarán sus amigos
cuando lo necesiten?

Es cierto que aún me gano la vida.
Pero, creedme, es pura casualidad. Nada
de lo que hago me da derecho a hartarme.
Por casualidad me he librado. (Si mi suerte acabara,
                                                    [estaría perdido).
Me dicen: «¡Come y bebe! ¡Goza de lo que tienes!»
Pero ¿cómo puedo comer y beber
si al hambriento le quito lo que como
y mi vaso de agua le hace falta al sediento?
Y, sin embargo, como y bebo.

Me gustaría ser sabio también.
Los viejos libros explican la sabiduría:
apartarse de las luchas del mundo y transcurrir
sin inquietudes nuestro breve tiempo.
Librarse de la violencia,
dar bien por mal,
no satisfacer los deseos y hasta
olvidarlos: tal es la sabiduría.
Pero yo no puedo hacer nada de esto:
verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.

2

Llegué a las ciudades en tiempos del desorden,
cuando el hambre reinaba.
Me mezclé entre los hombres en tiempos de rebeldía
y me rebelé con ellos.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.

Mi pan lo comí entre batalla y batalla.
Entre los asesinos dormí.
Hice el amor sin prestarle atención
y contemplé la naturaleza con impaciencia.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.

En mis tiempos, las calles desembocaban en pantanos.
La palabra me traicionaba al verdugo.
Poco podía yo. Y los poderosos
se sentían más tranquilos, sin mí. Lo sabía.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.

Escasas eran las fuerzas. La meta
estaba muy lejos aún.
Ya se podía ver claramente, aunque para mí
fuera casi inalcanzable.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.

3

Vosotros, que surgiréis del marasmo
en el que nosotros nos hemos hundido,
cuando habléis de nuestras debilidades,
pensad también en los tiempos sombríos
de los que os habéis escapado.

Cambiábamos de país como de zapatos
a través de las guerras de clases, y nos desesperábamos
donde sólo había injusticia y nadie se alzaba contra ella.

Y, sin embargo, sabíamos
que también el odio contra la bajeza
desfigura la cara.
También la ira contra la injusticia
pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros,
que queríamos preparar el camino para la amabilidad
no pudimos ser amables.
Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos
en que el hombre sea amigo del hombre,
pensad en nosotros
con indulgencia.

BERTOLT BRECHT 


   Estoy muy contento de todo lo que me pasa, la gente ya empieza a pensar qué harán cuando yo me muera y yo pienso que si esperan tanto tiempo para empezar no podrán hacer nada.
   El problema, en realidad para mí es que no puedo hablar, del todo, con nadie. Todo el mundo quiere que yo sea Dios y eso no está del todo mal, pero Dios, les explico, también necesita hablar.
    Que cada uno pueda elegir cómo va a morir no lo soporto, no lo puedo soportar.
    Ya está, me digo, ya realicé todo lo que varios hombres de mi cIase hubieran querido realizar.
    Ahora me toca vivir.
    Vivir, simplemente, sin hacer nada.
    Una que otra conversación, un mar de tanto en tanto, un tango por las dudas alguna mujer me lo pidiera, un verso, una mujer, la vida cotidiana y los juegos de azar y los compromisos revolucionarios que tanto bien hacen a la poesía.
    Recuerdo que en un momento de mi vida me sentí el Súper Lázaro, resucitaba hasta 3 ó 4 muertos por día.
    Ponía levemente mi mano sobre las heridas del alma y éstas cicatrizaban para dar paso al amor.
    A veces nos reuníamos en bandadas para averiguar quién era el amor y nunca hubo tanto viento, tanto viento sobre tanta nube.
    Todo se evaporaba entre nuestras manos. El amor era imposible ser y eso, precisamente, nos mantenía unidos, creyendo, tal vez, que algún día lo conseguiríamos.
    Siento que hoy puede ser un día memorable para mi vida futura. He comprado 20 bolígrafos y cuatro cuadernos. Estoy al borde de escribir  una gran obra.
    En el ejemplo de vivir, vivir es el ejemplo.
    Yo grité: EL ORO ESTA AQUí, YO TENGO EL ORO y todos miraron mis manos hasta arrancármelas y revisaron mis bolsillos hasta rasgar mi piel. Y nadie miró mi corazón.
    Y nadie se deslizó por mis palabras.
    Ya entendí, todo virtuosismo ha de ceder algo de su virtud a Ias palabras.
    En mí, ya está todo jugado, lo que será, es, 30, 40 años más no pueden modificar lo ya producido. Así que lo mejor es vivirlo todo y después decir adiós y si hay algo que estudiar  o trabajar, eso lo dejo para los herederos.
     Al que deje entrar en los detalles que sostienen mi vida, también, le regalaré la historia: Ha de ser una mujer, pero  no cualquiera.
     Una mujer sin celos, una mujer que permita que la historia se cuente aunque ella no sea ni la más hermosa, ni la más inteligente. Una mujer que sepa vibrar con todos los amores, también los nuestros. Una mujer que pueda morir en cada inteligencia.
     Arráncame los ojos, me dijo y yo Ie regalé todo mi amor.


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        A la noche con la excusa  que no veía nada, me apretó los huevos con la fuerza con la que se aprieta un pene en erección total y directamente me chupó el culo,
         A la mañana siguiente, con los huevos doloridos, el culo en erección y las ilusiones perdidas me propuse dedicarme al arte.
         Y aquí estoy confeccionando con mis propias manos el número 1 de LAS 2001 NOCHES,
         Algo me Ilama la atención de mí mismo, esa nada que represento para mí. Un espejo invisible donde se refleja una luz inexistente. Algo brilla, algo se refleja, mas en algún lugar que desconozco.
         Tiempo de haber amado intensamente, me digo y las calandrias se abren silenciosamente a la mañana.
         Pero mi amor es nada para ella. Mis deseos se evaporan entre las ráfagas de su indiferencia. Voy a olvidarme de ella, esta misma noche me entregaré.
         Lo terrible es que no estoy jugando, sino que jugando voy haciendo la revista.
         Lo siento, estoy produciendo algo espectacular para mi vida futura. Ella ahora me dice que me ama, pero me lo dice lo dice con terquedad, con violencia.
         Solucionando el problema económico en los renglones anteriores, recién ahora  podré  difundir mis versos, bueno también  puedo difundir ideas.
         Y si no sabes quién es el autor de algunos de mis versos, puedes ponerle  tu propio nombre, después deja volar al pájaro que te dio el vuelo y eso así de sencillo es la cultura.
         Hay un poeta en ti, mas vive encadenado y yo he de sentirme pequeño cerrajero abriendo las puertas de tu corazón para dar libertad a tu poeta.
         Aunque hiciera el milagro, en principio el pobre no sabe siquiera caminar, se arrastra, se chupa los dedos y queriendo gritar apenas balbucea. Soy el poeta, soy el poeta, como si alguien tuviera que creerlo.
         Blandiendo el estallido genial de la memoria, recuerdo haber nacido, recuerdo claramente los primeros pasos, después llegué hasta aquí, cumbre o vacío, rodeado del lenguaje como si fuera un mar espectacular y bravío y yo, como dice el poema, una pequeña balsa enamorada.
        Trastabillando, sin saber nada del mundo que persigo, quiero dejarme estar, saber que desconozco mi saber, tenderme  literalmente en una frase y ser eso, por ejemplo: AMO LA VIDA -DESTRUYO TODO SER PARA DEJAR AMARME - ALTERO MI RAZÓN PARA PENETRAR EN LA BELLEZA - BUSCO SIN BUSCAR NADA, NI LO QUE ENCUENTRO - ME GUSTA, CUANDO HABLO, ENTRAR EN ESCENA DESPUÉS DE MIS PALABRAS.
         Una rama madura que me permita ver a través de su textura, los pequeños rayos de sol ofreciéndose como comida y consuelo al árbol amigo.
         Una rama madura envuelta en el torbellino de tus ojos, alerta siempre, desesperada siempre, esperando alguna plenitud para decirnos las palabras.
         Rama madura de la poesía, algo que está ahí para  ser tomado y que puede pasar desapercibido y pueden pasar más de cien años sin que nadie descubra lo poético.
         Después viene una vez, rama madura y la poesía  está por doquier, algo como una lluvia serena  de camelias encendidas,  lecho nupcial para los enamorados eternos de la canción.

MIGUEL OSCAR MENASSA

 

 
EN ESTE NUMERO:

BERTOLT BRECHT

OLGA OROZCO

FRIEDRICH NIETZSCHE

CESARE PAVESE

ANDRÉ BRETON

SANTA TERESA DE JESÚS

ENRIQUE MOLINA

VICENTE ALEIXANDRE

LOUIS ARAGON

CESAR VALLEJO

 MIGUEL OSCAR MENASSA

 

OLGA OROZCO


SE LEVANTA EN LA
NOCHE Y ANDA

«La aflicción mayor es la del porvenir traicionado.»
 GASTON BACHELAR

"Ojalá nos hubieran devorado los monos
bajo el ácido aliento de aquella callejuela del mercado,
en el amanecer húmedo y gris."
"Ojalá nos hubiéramos envenenado con aquellas almendras
                                                                          [tan amargas,
mientras brillaba como nunca el sol."
"Ojalá te comieran el corazón los perros todavía,
bien lejos, amor mío,
los perros en la noche que te apartó de mí.”
¿Quién maldice en voz baja?
¿Quién susurra como nodriza loca entre los aleteos de la
                                                                             [oscuridad?
Es alguien que se levanta a tientas y empieza a caminar
                                                                   [entre los muertos;
alguien que roza un trapo o que pisa una sombra con un
                                                                              [escalofrío.
El lugar está lleno de trastos, de alimañas y de polvo
                                           [insistente por todos los rincones.
No hay sitio ni para una moneda por aquí.
Pero ella vuelve del revés los días, revisa los agujeros de
                                                                             [las noches
hasta el vacío del final.
Una vez más aún, una vez más busca entre vidrios rotos la
                                                                          [llave del error,
entre cuentas vencidas la cifra del fracaso,
entre ataduras sueltas el nudo del adiós.
iAh memoria, memoria,
cuando apilabas sólo encantamientos de hoy para mañana y
                                                                [después de mañana,
tenías las manos fervorosas y los ojos de transparente miel!
Mamá, papá, no me miren ahora desde allá, desde entonces,
como si mi destino estuviera anunciado por la fulguración de
                                                                             [las estrellas,
como si fuera el ángel del futuro esplendor.
Sí, sí, todo estaba teñido con el color de los paraísos prometidos
y yo era como el sueño de la más absoluta, la más incorruptible
                                                                      [de las primaveras.
Julieta suspendida del canto del ruiseñor hasta el veneno,
cada encuentro en el filo del cuchillo y cada cielo en ascuas:
el imposible triunfo del amor que siempre se traiciona.
Mamá, papá, recogieron los dados.
No seré ni siquiera como el punto luminoso de Keops para el
                                                                                   [amante,
ni mi ausencia será tiniebla sin remedio para nadie hasta el
                                                                                [juicio final.
Pero bórrate ya, espejo infamatorio, espejo usurpador,
¿acaso hay alguien más infeliz que yo en este inalterable,
                                                                     [mutilado universo?
"Te pertenezco", dijo. "¿Tanto como los ojos que no ves,
como la voz que clama en el desierto?”, dije,
"Tanto como tú misma. Tanto como el lugar del bien perdido.
Pero ésta es una historia para después del mundo", dijo.
¡Ah memoria, memoria,
tienes las manos frías y la mirada oscura de los que vuelven
                                                                            [desde nunca!
Llevemos, de todos modos, esas habitaciones abismales,
esos parques con lluvia y aquel muelle donde sólo es verano.
No dejemos caer las lámparas guardianas ni las cartas tan frágiles:
pongamos en esta misma sal los besos, los adioses, los retornos;
guardemos cada piedra, cada sol, cada lágrima.
Y así, paso por paso, año tras año, hemos forzado el tiempo
reavivando el pasado boca a boca con el vino vertiginoso del
                                                                                    [porvenir
hasta ver el presente posado aquí o allá como un pájaro ciego.
Fue un incesante y arduo traslado subterráneo.
Ahora estamos cerca del final, de cara contra el muro que no cede.
Han caído ciudades; han pasado dinastías de hormigas.
Todos estos escombros han sido removidos, triturados,
                                                                              [confundidos,
sin ninguna piedad, sin ninguna esperanza.
¡Ah memoria, memoria,
nos hemos deslizado varias veces por los alrededores de la
                                                                                  [eternidad,
donde alguien nos estará esperando cualquier día, "para después
                                                               [del mundo", como dijo!
Entonces ella se alza entre ráfagas frías y turbios remolinos
igual que las mendigas destempladas de los basurales,
y tropieza y escarba y maldice tu sombra todavía:
"¡Ojalá te comieran el corazón,
ya frío,
los perros en la noche que te alejó de mí".
 


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VARIACIONES SOBRE
El TIEMPO

Tiempo:
te has vestido con la piel carcomida del último profeta;
te has gastado la cara hasta la extrema palidez;
te has puesto una corona hecha de espejos rotos y
                                                      [lluviosos jirones,
y salmodias ahora el balbuceo del porvenir con las
                           [desenterradas melodías de antaño,
mientras vagas en sombras por tu hambriento escorial,
                                              [como los reyes locos.

No me importan ya nada todos tus desvaríos de
                                               [fantasma inconcluso,
miserable anfitrión.
Puedes roer los huesos de las grandes promesas en
                                   [sus desvencijados catafalcos
o paladear el áspero brebaje que rezuman las
                                                       [decapitaciones.
Y aún no habrá bastante,
hasta que no devores con tu corte goyesca la molienda
                                                                         [final.

Nunca se acompasaron nuestros pasos en estos
                                           [entrecruzados laberintos.

Ni siquiera al comienzo,
cuando me conducías de la mano por el bosque
                                                               [embrujado
y me obligabas a correr sin aliento detrás de aquella
                                                     [torre inalcanzable
o a descubrir siempre la misma almendra con su oscuro
                                   [sabor de miedo y de inocencia.

¡Ah, tu plumaje azul brillando entre las ramas!
No pude embalsamarte ni conseguí extraer tu corazón
                                        [como una manzana de oro. 

Demasiado apremiante,
fuiste después el látigo que azuza,
el cochero imperial arrollándome entre Ias patas de sus bestias.

Demasiado apremiante
me condenaste a ser el rehén ignorado,
la víctima sepultada hasta los hombros entre siglos de
                                                                       [arena.

Hemos luchado a veces cuerpo a cuerpo.
Nos hemos disputado como fieras cada porción de
                                                                      [amor,
cada pacto firmado con la tinta que fraguas en alguna
                                              [instantánea  eternidad.
cada rostro esculpido en la inconstancia de las nubes
                                                                    [viajeras,
cada casa erigida en la corriente que no vuelve.
Lograste arrebatarme uno por uno esos desmenuzados
                                        [fragmentos de mis templos

No vacíes la bolsa.
No exhibas; tus trofeos.
No relates de nuevo tus hazañas de vergonzoso  
                             [gladiador en las desmesuradas galerías del eco.

Tampoco yo te concedí una tregua. 
Violé tus estatutos
Forcé tus cerraduras y subí a los graneros que
                                                 [denominan porvenir.

Hice una sola hoguera con todas tus edades.
Te volví del revés igual que a un maleficio que se
                                                                  [quiebra.
o mezcle tus recintos como en un anagrama cuyas
             [Ietras truecan el orden y cambian el sentido.
Te condensé hasta el punto de una burbuja inmóvil,
opaca, prisionera en mis vidriosos cielos.
Estiré tu piel seca en Ieguas de memoria, 
hasta que la horadaron los pálidos agujeros del olvido.
Algún golpe de dados le hizo vacilar sobre el vacío
                                        [inmenso entre dos horas. 

Hemos llegado lejos en este juego atroz,
                                           [acorralándonos el alma.

Se que no habrá descanso,
y no me tientas, no, con dejarme invadir por la plácida
                        [sombra, de los vegetales centenarios,
aunque de nada me valga estar en guardia,
aunque al final de todo estés de pie, recibiendo tu paga,
el mezquino soborno que acuñan en tu honor las
                               [roncas maquinarias de la muerte,
mercenario.

Y no escribas entonces en las fronteras blancas
                                                             ["nunca más"
con tu mano ignorante,
como si fueras algún dios de Dios,
un guardián anterior, el amo de ti mismo en otro tú que
                                                   [colma las tinieblas.
Tal vez seas apenas la sombra más infiel de alguno
                                                          [de sus perros. 

 

Donaciones, sugerencias y correspondencia:
Ferraz, 22 - 2º izq - 28008 Madrid
Escuela de Poesía y Psicoanálisis Grupo Cero

FRIEDRICH NIETZSCHE

- Todo lo que es profundo ama la máscara.

- Las cosas grandes exigen que se calle acerca de ellas o que se hable de ellas con grandeza, es decir, con inocencia, cínicamente.

- La capacidad de alegría se atrofia cuando uno quiere ser igual que los otros.

- Incluso la mujer más dulce tiene un sabor amargo.

- Cuando se eclipsa el talento de una persona se hacen más visibles sus cualidades morales: y no siempre son estreIlas lo que así se hace visible.

- La venganza del inferior contra el superior tiende siempre a lo más extremo, a la aniquilación: únicamente así puede eliminar el contragolpe.

- Pájaros cantores.- Los seguidores de un gran hombre suelen cegarse, para poder cantar mejor sus alabanzas.

- No son pocos los que no encuentran su corazón hasta que no han perdido su cabeza.

- Damos especial valor a la posesión de una virtud tan sólo cuando hemos notado su ausencia en nuestro adversario.

- Los poetas carecen de pudor con respecto a sus vivencias: las explotan.

- Un corazón valiente y alegre necesita de vez en cuando un poco de peligro, de lo contrario el mundo se le hace insoportable.

- Virtudes peligrosas.- "No olvida nada, pero perdona todo." En tal caso se odia doblemente a esa persona, pues avergüenza por duplicado, con su memoria y con su magnanimidad.

- Querer ser amado. La exigencia de ser amado es la máxima arrogancia.

- Alguien que piense con libertad recorre anticipadamente la evolución de generaciones enteras.

SOCIOS DE HONOR EUROPA

Miguel Oscar Menassa 100.000 ptas.
Amelia Díez Cuesta 40.000 ptas.
Stella Cino Nuñez 28.000 ptas.
Emilio A. González 25.000 ptas.
Carlos Fernández del Ganso 20.000 ptas.
María Victoria Márquez 20.000 ptas.
Lidia Andino 10.000 ptas.
Cristina Barandiarán 10.000 ptas.
Raúl Bravo 10.000 ptas.
María Chévez 10.000 ptas.
Claire Deloupy  10.000 ptas.
Paola Duchên 10.000 ptas.
Pilar Iglesias 10.000 ptas.
Jaime Icho Kozak 10.000 ptas.
Olga de Lucia 10.000 ptas.
Miguel Martinez Fondón 10.000 ptas.
Carmen Salamanca 10.000 ptas.
Luis Schnitmann 10.000 ptas.
Fernando Améz  Miña 5.000 ptas.
Sara Blasco 5.000 ptas.
Bibiana Degli Esposti 5.000 ptas.
Alejandra Menassa 5.000 ptas.
Rosa Puchol 5.000 ptas.
Ricardo Aquino 2.000 ptas.
Inés Barrio 2.000 ptas.
Eleonora D´Alvia 2.000 ptas.
Claudia García 2.000 ptas.
Cruz González 2.000 ptas.
Enrique Iglesias 2.000 ptas.
Alejandra Madormo 2.000 ptas.
Norma Menasa 2.000 ptas.
Roberto Molero 2.000 ptas.
Jorge Montinori 2.000 ptas.
Karina Pueyo 2.000 ptas.
Magdalena Salamanca 2.000 ptas.
Lucia Serrano 2.000 ptas.
Daniel Ustarroz 2.000 ptas.
Marcela Villavella 2.000 ptas.
Pablo García Muñoz 1.000 ptas.
Pedro González Martín  1.000 ptas.
Ruy Henríquez 1.000 ptas.
Concha Osorio 1.000 ptas.
Maryelene Bodin 500 ptas.
Pilar García 500 ptas
Laura Jara 500 ptas
Manuel Menassa 500 ptas.
Fabián Menassa

500 ptas.

Nuria Ortiz 500 ptas.
Sergio Salazar 500 ptas.

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 CESARE PAVESE


TRABAJAR CANSA

Los dos tendidos sobre la hierba, vestidos, se miran a la
                                                                          [cara
entre los tallos delgados: la mujer le muerde los
                                                                    [cabellos
y después muerde la hierba. Entre la hierba, sonríe
                                                                    [turbada.
Coge el hombre su mano delgada y la muerde
y se apoya en su cuerpo. Ella le echa, haciéndole dar
                                                                    [tumbos.
La mitad de aquel prado queda, así, enmarañada.
La muchacha, sentada, se acicala el peinado
y no mira al compañero, tendido, con los ojos abiertos.

 

Los dos, ante una mesita, se miran a la cara
por la tarde y los transeúntes no cesan de pasar.
De vez en cuando, les distrae un color más alegre.
De vez en cuando, él piensa en el inútil día
de descanso, dilapidado en acosar a esa mujer
que es feliz al estar a su vera y mirarle a los ojos.
Si con su pie le toca la pierna, bien sabe
que mutuamente se envían miradas de sorpresa
y una sonrisa, y que la mujer es feliz. Otras mujeres que
                                                                        [pasan
no le miran el rostro, pero esta noche por lo menos
se desnudarán por un hombre. O es que acaso las
                                                                     [mujeres
sólo aman a quien malgasta su tiempo por nada.

 

Se han perseguido todo el día y la mujer tiene aún las
                                                                     [mejillas
enrojecidas por el sol. En su corazón le guarda gratitud.
Ella recuerda un besazo rabioso intercambiado en un
                                                                    [bosque,
interrumpido por un rumor de pasos, y que todavía le
                                                                     [quema.
Estrecha consigo el verde ramillete -recogido de la roca
de una cueva- de hermoso adianto y envuelve al
                                                               [compañero
con una mirada embelesada. Él mira fijamente la
                                                                    [maraña
de tallos negruzcos entre el verde tembloroso
y vuelve a asaltarle el deseo de otra maraña
-presentida en el regazo del vestido claro-
y la mujer no lo advierte. Ni siquiera la violencia
le sirve, porque la muchacha, que le ama, contiene
cada asalto con un beso y le coge las manos.

 

Pero esta noche, una vez la haya dejado, sabe dónde
                                                                           [irá:
volverá a casa, atolondrado y derrengado,
pero saboreará por lo menos en el cuerpo saciado
la dulzura del sueño sobre el lecho desierto.
Solamente -y ésta será su venganza- se imaginará
que aquel cuerpo de mujer que hará suyo
será, lujurioso y sin pudor alguno, el de ella.

 

ANDRÉ BRETON


UNIÓN LIBRE

Mi mujer con cabellera de llamaradas de leño
con pensamientos de centellas de calor
con talle de reloj de arena
mi mujer con talle de nutria entre los dientes de un tigre

mi mujer con boca de escarapela y de ramillete de estrellas
                                                                     [de última magnitud
con dientes de huella de ratón blanco sobre la tierra blanca con lengua de ámbar y vidrio frotados
mi mujer con lengua de hostia apuñalada
con lengua de muñeca que abre y cierra los ojos
con lengua de piedra increíble
mi mujer con pestañas de palotes escritos por un niño
con cejas de borde de nido de golondrina
mi mujer con sienes de pizarra de techo de invernadero
y de cristales empañados
mi mujer con hombros de champaña
y de fuente con cabezas de delfines bajo el hielo
mi mujer con muñecas de cerillas
mi mujer con dedos de azar y de as de corazón
con dedos de heno segado
mi mujer con axilas de marta y de bellotas
de noche de San Juan
de ligustro y de nido de escalarias
con brazos de espuma de mar y de esclusa
y de combinación de trigo y molino
mi mujer con piernas de cohete
con movimientos de relojería y desesperación
mi mujer con pantorrillas de médula de saúco
mi mujer con pies de iniciales
con pies de manojos de llaves con pies de pájaros en el
                                                                    [momento de beber
mi mujer con cuello de cebada sin pulir
mi mujer con garganta de Valle de Oro
de cita en el lecho mismo del torrente
con senos nocturnos
mi mujer con senos de montículo marino
mi mujer con senos de crisol de rubíes
con senos de espectro de la rosa bajo el rocío
mi mujer con vientre de apertura de abanico de los días
con vientre de garra gigante
mi mujer con espalda de pájaro que huye en vuelo vertical con espalda de azogue
con espalda de luz
con nuca de canto rodado y de tiza mojada
y de caída de un vaso en el que acaban de beber
mi mujer con caderas de barquilla
con caderas de lustro y de plumas de flecha
y de canutos de pluma de pavo real blanco
de balanza insensible
mi mujer con nalgas de greda y amianto,
mi mujer con nalgas de lomo de cisne
mi mujer con nalgas de primavera
con sexo de gladiolo
mi mujer con sexo de yacimiento aurífero y de ornitorrinco mi mujer con sexo de alga y de viejos bombones
mi mujer con sexo de espejo
mi mujer con ojos Ilenos de lágrimas
con ojos de panoplia violeta de aguja imantada
mi mujer con ojos de pradera
mi mujer con ojos de agua para beber en prisión
mi mujer con ojos de bosque eternamente bajo el hacha
con ojos de nivel de agua de nivel de aire de tierra y de fuego.
 

SANTA TERESA DE JESÚS
(1515-1582)


VIVO SIN VIVIR EN MI

Vivo ,sin vivir en mí.
y de tal manera espero,
Que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí
Después; que muero de amor;
Porque vivo en el Señor.


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Que me quiso para sí.
Cuando el corazón le di
Puso en él este letrero;
Que muero porque no muero.

Esta divina prisión
Del amor con que yo vivo
Ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
Ver a Dios mi prisionero,
Que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros!
¡Esta cárcel, estos hierros
En que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
Me causa dolor tan fiero,
Que muero porque no muero.

Sólo con la confianza
Vivo de que he de morir,
Porque muriendo el vivir
Me asegura mi esperanza;
Muerte do el vivir se alcanza
No te tardes, que te espero,
Que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte;
Vida no me seas molesta,
Mira que solo te resta
Para ganarte, perderte;
Venga ya la dulce muerte,
El morir venga ligero,
Que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba,
Que es la vida verdadera,
Hasta que esta vida muera,
No se goza estando viva;
Muerte no me seas esquiva;
Vive muriendo primero.
Que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darte
A mi Dios, que vive en mí,
Si no es el perderte a ti
Para merecer ganarte?
Quiero muriendo alcanzarte,
Pues tanto a mi amado quiero,
Que muero porque no muero.

CESARE PAVESE

-Los errores son siempre iniciales,
-Llega un día en el que sólo sentimos hacia quien nos ha perseguido indiferencia. cansancio por su estupidez. y entonces perdonamos.
-Las únicas mujeres con Ias cuales vale la pena casarse son aquellas en las que uno no puede confiar para casarse,
-Se deja de ser jóvenes cuando se comprende que decir un dolor no altera la situación,
-El verdadero fracasado no es el que no tiene éxito en las grandes cosas, sino en las pequeñas. No llegar a construirse una casa, no conservar a un amigo. no contentar a una mujer. no ganarse la vida como todo el mundo. Ese es el fracasado más triste,
-A los pequeños grandes hombres les llega siempre un momento en el que le hacen pagar su grandeza diciéndole: "Eres grande y justamente por eso no me arriesgo a confiarte mi vida".
-Un hombre no añora por amor a quien lo ha traicionado, sino por el envilecimiento de no haber merecido confianza.
 -Para poseer algo o a alguien, es preciso no abandonarse a él, no perder la cabeza, en pluma. seguir siendo superior. Pero es ley de vida que se goza sólo aquello a lo que nos abandonamos, Sí que fueron listos los inventores del amor de Dios: no existe otra cosa que a la vez pueda poseerse y gozarse.
-Y, sobre todo, recuerde, que hacer poesías es como hacer el amor: nunca se sabrá si la propia alegría es compartida.

-La compensación de haber sufrido tanto es que después morimos como perros.
-Los grandes poetas son tan raros como los grandes amantes. No bastan Ias veleidades, Ias furias y los sueños, se necesita algo más: cojones duros. Que se llaman también mirada olímpica.

ENRIQUE MOLINA


MOMENTO DE LECTURA

Ha llegado la noche, la casa se balancea suavemente
en el vapor que asciende de la tierra.
Hay libros y música aquí,
plegarias inverosímiles, bebidas
que centellean en la sombra
para iluminar el follaje de regiones cálidas
en ciertos rincones,
muebles sigilosos a punto de huir.
De espaldas en el lecho una mujer
pasa como un suspiro las páginas de un libro,
atrapada por los tentáculos del destino
de ciertos personajes, ya consumado para siempre
con el sello de unas palabras ineluctables.
Su mirada
franquea la estación y vuela sobre los mares
para seguir los meandros de una historia que estalla
en el astillado viento del amor,
al final de una larga alameda sin nadie.
Las mujeres suelen engañarse con el amor y el viento
hasta llegar a esa ansiosa o somnolienta
pregunta de frontera: “¿Aún me quieres…?”
donde el horizonte del hogar, tibio como la piel
de la mujer que lee envuelta en su perfume,
se torna inquietante, vacila
como un viejo peldaño y deja paso
a otros fantasmas que se amaron,
con su rostro de novia entre las furias y las lágrimas,
o inmóvil en la alta ventana desde donde contempla
la estatua de sal de su amante en la acera
vuelto hacia ella con una herida,
inalcanzable hasta el infierno.

DIOSES DE
AMÉRICA

Como rayos que parten al destierro,
con el viejo alarido de sus víctimas
uno a uno pasaron, rodando de la pétrea corona del altar 
que sostuviera su pavor espléndido.
Su nube a solas, con sus mitos fríos
gira al relente, como un triste pájaro;
y de la hoguera,
sólo la llama de la ortiga sube
al pie de unas pirámides truncadas por los tiempos. 
Ninguna sombra allí posa la ofrenda,
ni el ojo del humano, bajo las lágrimas, contempla
fulgir en el vacío su cólera emplumada.

Dioses de América. Sólo el caimán azota
con su cola de fango vuestro orgulloso imperio. 
Esparcidos collares de dientes y de guerras
donde agoniza el trueno como una bestia herida
y la funesta tierra del silencio devora
el cuchillo de ónix, la vasija cerámica
con su muerto en cuclillas
en cuyos verdes labios de piel seca aún fulgura
el Salmo de la Lluvia,
el Salmo del Huevo,
el Salmo de la Luz y la Serpiente.

Máscaras impregnadas por la resina de la tea,
iluminad el páramo, la nieve
y la piel de los siglos sobre los escalones
donde como un ligero torbellino de polvo
aún reza el sacerdote de orejas espinadas que descifra       
                                                                    [el oráculo.
Fabulosos globos de monstruos y plumas, dioses,
cumbres de pánico y grandeza.

¿Quién soy ante vosotros, siervo de un dios más alto
                                                    [en cuya palma herida
sólo se posa la paloma ardiente de la expiación?


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Ignoro vuestros cetros.
sólo sé de vosotros la ruina, la humillada ceniza
                                                       [de la hoguera,
la escalera de piedra, el disco derribado,
la momia que farfulla entre las lagartijas sus plegaria
                                                                [solares,
vuestra eterna alabanza,
vuestra ley, ¡oh vencidas potestades amargas!
Sin embargo, a menudo, entre la tempestad,
oigo el aullido de esos duros imperios devastados,
el rumor de unas perdidas glorias
que el polvo diviniza.
 

UNA CAMA
     (Informe completo]

Con el soplo de Orión en su adormeced ora planicie
la mitad de mi vida pasó allí. en su caverna.
                        -jardines ciegos y tan tibios-
apenas una escama del resplandor salino de la luna.
Extraño mueble
con las patas hundidas en la tierra.
vuela y se deforma. se hunde en la tormenta, susurra
pasan nubes de otro horizonte. zonas de países indecisos. Allí he dormido con risas y llantos
                         -sombras de un bosque sumergido-
las venas Ilenas de fantasmas,
gentes cuyos rostros humean, flotan en nieblas,
en desenfrenos, en irreversibles adioses.
Inmensas sábanas de las islas,
acurrucado en sus letanías, ileso entre los incendios
   y las oraciones.
la mano hundida en tales cabelleras de gran estirpe en el fondo de un lago.
mi país se extendía hasta la orilla de los vivientes con
   dioses y soles.
y no es que pretenda desoír el terror de la noche al ir tan
   lejos
para yacer en medio de un mundo impalpable.
Y esas desconocidas salidas, de la lluvia secretas.
cuya empapada ropa forma estrías al pegarse a sus cuerpos como en mármoles jónicos.
transformados de pronto en algún ser amado y vengativo rememorando el tiempo perdido con la voz de los
    muertos.

Allí soy lo que fui, lo que seré:
oleaje, un reverbero, una playa en la raíz del mundo,
en todas las formas instantáneas del deseo,
decadencia, crónicas pasionales,
amores extinguidos en fraudes, en cartas baldías.
   con burlonas esfinges,
personajes estériles y resplandecientes.
de sentimientos confusos, como si nadie supiera
   jamás junto a quién ha vivido.
qué labios se besan en la sombra, hasta el último extremo
   de los cuerpos.
bellezas furtivas
preparando en la sombra su veneno.

Y así se asume el desamparo infinito de la noche
y de qué modo en cualquier cama se posa el amor y
  su naufragio,
y sabemos que todo hombre y mujer que conocimos
  hemos recibido una gracia.
un don de exterminio, un relámpago más para cerrar
   el círculo de los años.
Y así sube de nuevo hasta mi alma el negro que desde
   la borda me regaló un pescado.
y la mujer más alta que el cielo -como toda mujer-
   con grandes aros de oro,
sagrada por sus magias, su fulgor, su omnipotencia    
   carnal
y las ardientes desapariciones de cada lugar y cada
   caricia,
y todo ello circula, vacila, vibra en la médula

en ese espacio cuyo clima es vértigo,
vestigios que enumera una lengua de fuego.

Es una cama,
para invocar un imperio baldío de ojos de pesadilla
     cubiertos de musgo.
encogidas piernas, remordimientos de almohada.
                  Y mañana
transitar nuevamente con una camisa de topo por
  donde el tiempo pasa gota a gota.

el desayuno mutilado, la negra sal en la cocina.
           pero es una cama:
de todos moda estas sábanas son una fiesta.
          un conjuro.
Tantas mutaciones, tantas amenazas prometen algo.
 

EL DESAMPARO JUNTO
A UN MURO

Furtiva pureza contra las piedras del muro.
oculta en la sombra.
Atraídos por sus besos
los blancos demonios de los paraísos del infierno
lanzan sobre ella su lengua arrojadiza
             con promesas que no cumplirán nunca.
la ciegan con relámpagos, ansiedades.
paisajes errantes de la vagina
en una niebla de pantanos poblada de iguanas

Ella tiembla con su rápida boca
y en sus sueños
entreabre el jardín de sus rodillas.
sus legendarios pezones resplandecen
en las colinas del verano. Ella arrastra.
la estrangula en una ardiente liturgia.
le arranca la ropa, gime por una gracia de amor,
la azota con furia, la rapta
en una oscilante piragua y el susurro del follaje
vapor de aliento, locura.
La Encantadora de Serpientes es ella.
             canta en la arena
seducida por borrachos y vendedores de helados.
             Amor mío, amor mío.
pero sólo una... piedras inhóspitas y la casa
se alza en un espejismo color de brasa y leche.
el dulce techo no existe. ni la lámpara
cuando ella le clava los dientes y él aúlla
entre las fibras de su médula, congestionado.
             aunque en verdad
sólo dialogan con ternura en praderas flotantes.
no palabras sino un ligero fulgor en los labios.
Pero no junto al muro sino en el espacio insensato.
             más allá
del Cabo de las Tormentas y el Golfo de Sumatra.
en la irrealizable ansiedad de sus almas.
Amor mío, amor mío, el humo del asado
ha invadido la casa, envuelve los cuerpos.
y tan poderoso sol en el vino y la harina.
así estaremos un día en la creación del mundo.
Ambos están revestidos por una especie de plumaje erizado.
pero en la calle sólo hay garras.
               y esa pareja
comunicándose a través de sus ramificaciones nerviosas en cada uno de cuyos extremos
arde una chispa sofocada
en pos de ese lecho fantasma que alza su
  arboladura a través de los mares
con la doncella ruborosa saltando en la fiebre.
                y él la besa
sobre la hierba del bosque donde ella ha caído.
porque viajan en trenes, que rugen en lugares
  volcánicos.
poblados de cactus, corriendo y corriendo
               en el viento de la luna.
en semejante noche en tales patíbulos donde el
     condenado
muere de placer en un trono de fuego.


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Amor  mío, ésta es una sonata en la calle
donde braman los ómnibus,
pero el ronco soplido de la marea está aquí,
y el tribunal de desnudas verdugas con altas botas
   negras
y un látigo en la mano, las furias,
porque de todo amor nace un relámpago inconcluso.

En tales circunstancias
la mutua seducción de esas enamoradas criaturas
       es sólo realidad en la carencia.
       en el aire regido por los dioses.
y siempre faltará algo en la vocación de todo sueño
nacido de la tierra,
un gesto, un aleteo.
y el destello de la presencia total
con la imposible gloria de Sodoma y Gomorra cada
vez más espléndida
en la desamparada callejuela donde, contra el muro.
un pareja se desvanece en el aire in socorro
               en una interminable cacería.

LOS TRABAJOS
DE LA POESÍA

El lejano bramido de una noche cuya verde coraza se
   abre como un pescado
La influencia de la lluvia con mejillas de invernáculo
   errante empañado por el vapor de las plantas
Las ligaduras sueltas que dejan cicatrices invisibles
La música de dos cuerpos escogidos por el amor para
   estatuas del fuego levantadas en una Ilanura infinita
O en la sombra de un puerto perseguida por una garra
   de plata
Con las uñas iluminadas como ventanas de hogares
   distantes en los que se ve a una pobre muchacha
   preparando el alimento para las bestias del sueño.
Los rojos candelabros de palmeras donde silba el exilio
Las agujas de sangre viva los pájaros hacia el fin las
   nubes  los trajes de lentejuelas marinas
Y el golpe de las pisadas en el extraño planeta llamado
   Tierra
Hacen el gusto a liquen de los días
La paciencia insaciable de los hombres
La ahogada del invierno arrojada a otra costa por el
   viento.

Ahora veo el país de grandes alas
Limitado lágrima a lágrima por todo aquello que no
   vuelve: jamás
Atravesado por la emigración de las almas arrastrando
   sus pesados cubos de sangre y sus utensilios de
   pasión y de cólera
Habitaciones invadidas por helechos gigantescos en las
   que acecha la fiera de  gris de las mujeres olvidadas
Posando el solitario acaricia la cabellera de la distancia
   cubierta de plumas centelleantes y estremecida por
   viajeros
Faroles que brillan con un hechizo venenoso
Como la serpiente de las añoranzas eternas cuyo
   estuche sombrío
Exhala un olor a mariposas descompuestas dentro de
   una caja de terciopelo misterioso envuelta en llamas.

Un desván de cenizas

Un hombre avanzando con su fantasma contra la
   bocanada del sueño
Contra esos torbellinos de plumas engastados en
   ciertos anilIos de pájaro muerto
¡Oh son los antiguos días!
Los alcoholes terrestres:
Un poco de alimentos fríos en un pan tras un trago de
   sopa
La momia primaveral en su ataúd de hielo dorado
Un escorpión junto a la llave de la luz en un hotel del
   trópico
El cáliz de madera y ocio ofrecido a los monos por un pequeño vapor en un río del trópico

Y esas trenzas abiertas sobre los senos del amor en
   los parajes indescriptibles vistos desde lo alto de una
   caricia
O el tañido de platos extranjeros de los cuales se
   alimentan algunas mujeres muy tristes atravesadas
   por un gemido o un soplo de novela

Y aún desnudas bajo la maldición marina

iOh son los antiguos días!
Pasiones miseria y orgullo

Una tienda de antigüedades saqueada por el pájaro de
   prensa y esparcida al sol
Y en la que sólo vale el oro lívido del tiempo
Con diosecillos tenebrosos crujiendo bajo tus planta.

Hasta el instante de sorprender esos antros de insomnio donde se
   guardan las apariciones
Con noches en cuyo rondo se ven niñas en llamas
O la enferma sentada bajo la luz del plátano
Cubierta de yeso y de magnolias sombrías sobre su alto trono de
   tortura que ha labrado el fracaso
Pero más bella que toda primavera y que toda victoria sobre el
   mundo
¡La gran ala de plumas inmortales que nace en todo aquello
   destinado a la muerte!
Vestidos y rostros y callejuelas anudadas por un mismo suspiro de
   adiós desesperado
Para que nunca más te maraville
Un abrazo una garganta o un sollozo de mujer que no aluda a esas
   hogueras enterradas
Reclamando las mismas joyas tenebrosas para el mismo
   esplendor:
La gran aureola de la lejanía
Yesos enigmas de la edad arrastrando pesados trozos insolubles
   de una existencia falsa y misteriosa
Con personajes de pulso eterno que laten en la oscuridad Inalcanzables como toda dicha humana
Y convertidos en el resplandor de las cosas  que rozaron
   poseyeron o soñaron  alguna vez
En carne y hueso
Entre la llamarada de la tierra.

 

MIGUEL OSCAR MENASSA

- Para el poeta sólo una apuesta, saber elegir, entre los mejores, los mejores. los mejores.

- Estamos al borde de un abismo intelectual, deberíamos empujarnos unos a otros.

- Antes, cuando además de trabajar me quejaba todo el tiempo, ganaba apenas para comer. Ahora que sólo trabajo gano como si fuera siete trabajadores. Algún día dejaré de hacer lo que no hago y, entonces, tendré algún prestigio entre mis contemporáneos.

- Las mujeres: Algunas tienen una fuerza descomunal, pero nadie puede quererlas.

abierto todo el año
TALLERES DE POESÍA

     EN MADRID
Sábados, 17 h.
Coordinadora: Carmen Salamanca.
 (91) 402 7518 

Martes, 10,15 h.
Coordinadora: Paola Duchên
 (91) 559 29 05

Miércoles, 18h y Sábados, 16,30 Coordinadora: María Chévez
(91) 541 7513

Sábados, 17 h. Taller de Poesía
 en francés. Coordinadora:
 CIaire Deloupy. (91) 542 4285

EN ALCALÁ DE HENARES
Jueves, 10 h. Coordinadora: 
Stella Cino. (91) 883 02 13.

EN ARGANDA DEL REY  
Domingo, 11 h. Coordinador
Miguel Oscar Menassa
(91) 542 33 49

EN IBIZA
Cada 15 días los miércoles, 20,30 h. Coordinador
Emilio A GonzáIez. 971 30 7804.

EN MÁLAGA
Ultimo domingo de cada mes. Coordinador Miguel Oscar Menassa  (95) 230 52 27.

 EN BUENOS AIRES 
Jueves, a las 19 h. Coordinadora Norma Menassa. 31335 44
Viernes, 20 h. Coordinadora
Lucia Serrano. 371 80 13

CADA SEIS MESES
ARTISTAS DEL VÉRTIGO, Publicación del Taller de Poesía coordinado por Carmen Salamanca

AM-MARTE. Publicación del Taller de Poesía que coordina Paola Duchên.

CADA CUATRO MESES
INDIO DEL JARAMA. Revista de Poesía y Psicoanálisis de la Escuela Grupo Cero.

CADA DOS MESES DE DIFUSIÓN GRATUITA
EXTENSIÓN UNIVERSITARIA BALEARES.
10.000 ejemplares, Dirige Emilio González.

TODOS LOS MESES DE DIFUSIÓN GRATUITA
EXTENSIÓN UNIVERSITARIA MADRID, 
15. 000 EJEMPLARES.

EXTENSIÓN UNIVERSITARIA ANDALUCÍA, 
15.000 EJEMPLARES

ONDA CERO BUENOS AIRES, 15.000 EJEMPLARES
LAS 2001 NOCHES, REVISTA DE POESÍA, AFORISMOS, FRESCORES, 20.000 EJEMPLARES


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    Algunas son amadas por todo el mundo. pero son débiles. incapaces ellas mismas de producir algún deseo.
     Otras, muchas, muchas, no son nada. No tienen ni amor ni deseo, el Estado las utiliza como trabajadoras.
     Y las pocas que pueden amar y trabajar, ser deseadas por hombres y por mujeres y además estar en la poesía. no hay quien las aguante mucho tiempo. Son mujeres que se hicieron solas. Viven solas.

- Fuimos felices, me dijo ella, tan felices, que no tuvimos tiempo de decírselo a nadie. Ahora nadie puede recordar esa felicidad.

- El asunto del dinero es muy serio. Nadie puede más de lo que debe, sin saber nunca frente a quién debe.

- Este siglo ni los grandes amantes se han mirado a los ojos.

- Sin un trabajo productivo sobre la obra producida, el arte que parecería al sexo, no dejaría huella. La labor con la poesía alterna entre la creación y el trabajo de oficina.

- Descansar no está permitido en ningún momento ningún cuando ella consigue, por fin reinar sobre nosotros.

- El poeta, a la inversa de un líder debe realizar todas las tareas que se propone.

- La poesía no necesita ni muchos, ni pocos lectores, ella se conforma con una hoja en blanco, y si la hoja en blanco en la propia vida del poeta, mejor.

- Ella antes de partir me lo dijo claramente: Después que se maten millones de hombres y mujeres para conseguir pan y libertad, dirá comienzo el proceso revolucionario de los terráqueos.
     Un Dios, anida en el corazón del hombre, concluyó ella. con solvencia. y un Dios no genera deseos. sino obligaciones.

- Cada amor, cada delirio fue vivido como propio, y yo, tranquilamente, le contesté: Después vendrá, también, la oscuridad y yo amaré esos labios de sombra.

- Hoy lo que habrá de ser dicho fue un silencio. Algo así como un compás caído.

- Por capricho del deseo el goce tocó los bordes del amor. -Poesía. para hacerle imposible toco tu rostro con mis manos.
     Se desvanece el alma y todo ser es una apertura inconsolable.
     Más que registro, rasgadura sin armonía.

- Un hombre maduro vive en varios países, ama varias culturas, interviene en varias políticas, se entrega a varias mujeres o en un hombre triste.

- Dos mil millones de bestias encandiladas por el hambre caen al mar.
    Hoy me gustaría ser todo el olor a mierda del mundo. Que las alcantarillas de abran a mi paso, que las cloacas comiencen a soñar. El siglo XX termina en este verso.

- Ha dado comienzo el siglo XXI. Así que despacio, muy despacio, por estos caminos nunca transitados se debe ir despacio, dejando que el olvido se disuelva en el tiempo. -Busco y encuentro, ¿qué me cuentas Picasso?
     Estas pequeñas frases quietas, atiborradas de dolor, palabras sin encajes áridos soles muertos.

- Cuando terminamos de procesar el sexo de la mente, ya éramos viejos, ya casi no teníamos tiempo para procesar el cuerpo del dinero, la puntuación, la muerte.
     Algo se quejaba en nosotros de imperfección. Algo no había sido nunca.

- Cuando todo se desplome en el vientre absurdo de la vejez, beberemos las angustias pasadas y eso nos hará felices.

 

- Es una esperanza ciega la que me cobija, es por eso que teniendo que decirlo. digo menos que no teniendo que decíroslo. Me digo: Cuando son muchos los que escuchan, nadie escucha.
   CIaros desiertos se abren majestuosamente para nada.

- La guerra no sólo tiene víctimas humanas, aunque se de cuenten por millones. Lo que cae en una guerra, son libros, páginas escritas, pensamientos.

- Poesía. Cuando despierto y te veo a mi lado, siento como una congoja de haber estado dormido es tu presencia: Ave atlántica, borrasca inesperada. Poesía.

 

VICENTE ALEIXANDRE


DESPUÉS
DE LA MUERTE

La realidad que vive
en el fondo de un beso dormido,
donde las mariposas no se atreven a volar
por no mover el aire tan quieto como el amor.

Esa feliz transparencia
donde respirar no es sentir un cristal en la boca,
no es respirar un bloque que no participa,
no es mover el pecho en el vacío
mientras la cara cárdena se dobla como la flor.

No.
La realidad vivida
bate unas alas inmensas,
pero lejos -no impidiendo el blando vaivén de las
                           [flores en que me muevo, 
ni el transcurso de los gentiles pájaro.
que un momento se detienen en mi hombro por, si acaso...
El mar entero, lejos, único,
encerrado en un cuarto,
asoma unas largas lenguas por una ventana donde el cristal                [lo impide.
donde las espumas furiosas amontonan sus rostros 
pegados contra el vidrio sin que nada se oiga.

El mar o una serpiente,
el mar o ese ladrón que roba los pechos,
el mar donde mi cuerpo
estuvo en vida a merced de las ondas.

La realidad que vivo.
la dichosa transparencia en que nunca al aire lo llamaré 
              [unas manos,
en que nunca a los montes llamaré besos
ni a las aguas del río doncella que se me escapa.
La realidad donde el bosque no puede confundirse
con ese tremendo pelo con que la ira se encrespa,
ni el rayo clamoroso es la voz que me llama
cuando -oculto mi rostro entre las manos- una roca
                        [a la vista del águila puede ser una roca.

La realidad que vivo.
dichosa transparencia feliz en la que el sonido de una
                                                           [ túnica. 
de un ángel o de ese eólico sollozo de la carne.
llega como lluvia lavada.
como esa planta siempre verde,
como tierra que, no calcinada, fresca y olorosa.
puede sustentar unos pies que no agravan.
Todo pasa.
La realidad transcurre
como un pájaro alegre.
Me lleva entre sus alas
como pluma ligera.
Me arrebata a la sombra, a la luz, al divino contagio.
Me hace pluma ilusoria
que cuando pasa ignora el mar que al fin ha podido:
esas aguas espesas que como labios negros ya borran lo
                                                       [distinto.


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NO BASTA

Pero no basta, no, no basta
la luz del sol, ni su cálido aliento.
No basta el misterio oscuro de una mirada.
Apenas bastó un día el rumoroso fuego de los bosques.
Supe del mar. Pero tampoco basta.

En medio de la vida, al filo de las mismas estrellas, mordientes, siempre dulces en sus bordes inquietos,
sentí iluminarse mi frente.
No era tristeza, no. Triste es el mundo;
pero la inmensa alegría invasora del universo
reinó también en los pálidos días.

No era tristeza. Un mensaje remoto
de una invisible luz modulaba unos labios
aéreamente, pobre pálidas ondas,
ondas de un mar intangible a mis manos.

Una nube con peso, nube cargada acaso de
                                                [pensamiento estelar,
se detenía sobre las aguas, pasajera en la tierra.
quizá envío celeste de universos lejanos
que un momento detiene su paso por el éter.

Yo vi dibujarse una frente,
frente divina: hendida de una arruga luminosa,
atravesó un instante preñada de un pensamiento
                                                                   [sombrío.
Vi por ella cruzar un relámpago morado, vi unos ojos 
cargados de infinita pesadumbre brillar,
y vi a la nube alejarse, densa, oscura, cerrada,
silenciosa, hacia el meditabundo ocaso sin barreras.

El cielo alto quedó como vacío.
Mi grito resonó en la oquedad sin bóveda
y se perdió, como mi pensamiento que voló deshaciéndose, como un llanto hacia arriba, al vacío desolador, al hueco.

Sobre la tierra mi bulto cayó. Los cielos eran
sólo conciencia mía, soledad absoluta.
Un vacío de Dios sentí pobre mi carne,
y sin mirar arriba, nunca, nunca, hundí mi frente
en la arena
y besé sólo a la tierra, a la oscura, sola,
desesperada tierra que me acogía.

Así sollocé sobre el mundo.
¿Qué luz lívida, qué espectral vacío velador.
qué ausencia de Dios sobre mi cabeza derriba
vigilaba sin límites mi cuerpo convulso?
¡Oh madre, madre, sólo en tus brazos siento
mi miseria! Sólo en tu seno martirizado por mi Ilanto
rindo mi bulto. sólo en ti me deshago.

Estos límites que me oprimen.
esta arcilla que de la mar naciera.
que aquí quedó en tus playas.
hija tuya. obra tuya, luz tuya,
extinguida te pide tu confusión gloriosa.
te pide sólo a ti, madre inviolada,
madre mía de tinieblas calientes,
seno sólo donde el vacío reina,
mi amor, mi amor, hecho ya tú, hecho tú sólo.

Todavía quisiera, madre,
con mi cabeza apoyada en tu regazo,
volver mi frente hacia el cielo
y mirar hacia arriba, hacia la luz, hacia la luz pura,
y sintiendo tu calor, echado dulcemente sobre tu falda, contemplar el azul, la esperanza risueña.
la promesa de Dios, la presentida frente amorosa.

¡Qué bien desde ti. sobre tu caliente carne robusta,
mirar las ondas puras de la divinidad bienhechora!
¡Ver la luz amanecer por oriente, y entre la aborrascada 
                                                                            [nube preñada
contemplar un instante la purísima frente divina destellar, yesos inmensos ojos bienhechores
donde el mundo alzado quiere entero copiarse
y mecerse en un vaivén de mar, de estelar mar entero. compendiador de estrellas, de luceros, de soles.
mientras suena la música universal. hecha ya frente pura. radioso amor, luz bella, felicidad sin bordes!

Así, madre querida.
tú puedes saber bien -lo sabes. siento tu beso secreto de sabiduría
que el mar no baste, que no basten los bosques,
que una mirada oscura llena de humano misterio,
no baste; que no baste, madre, el amor.
como no baste el mundo. 

Madre, madre, sobre tu seno hermoso 
echado tiernamente, déjame así decirte 
mi secreto; mira mi lágrima
besarte; madre que todavía me sustentas,
madre cuya profunda sabiduría me sostiene ofrecido.
 

BAJO LA LUZ
PRIMERA

                                                            A Leopoldo de Luis

Porque naciste en la aurora
y porque con tu mano mortal acariciaste suavemente la
                                            [tenaz piel del tigre.
y porque no sabes si las aves cruzan hoy por los cielos o
                           [vuelan solamente en el azul de tus ojo.
tú, no más ligero que el aire.
pero tan fugaz en la tierra.
naces, mortal, y miras
y entre solares luces pisando hacia un soto desciendes.

Aposentado estás en el valle. Dichoso
miras la casi imagen de ti que. más blanda, encontraste.
Ámala prontamente. Todo el azul es suyo,
cuando en sus ojos brilla el envío dorado
de un sol de amor que vuela con alas en el fondo
de sus pupilas. Bebe, bebe amor. ¡Es el día!

¡Oh instante supremo del vivir! ¡Mediodía completo! 
Enlazando una cintura rosada, cazando con tus manos
el palpitar de unas aves calientes en el seno,
sorprendes entre labios amantes el fugitivo soplo de la vida,
 y mientras sientes sobre tu nuca lentamente girar la
                                                                       [bóveda celeste. 
tú estrechas un universo que de ti no es distinto.

Apoyado suavemente sobre el soto ligero,
ese cuerpo es mortal, pero acaso lo ignoras.
Roba al día su céfiro: ¡no es visible, mas mira 
cómo vuela el cabello de esa testa adorada!

Si sobre un tigre hermoso, apoyada, te contempla.
y una leve gacela más allá devora el luminoso césped.
tú derramado también, como remanso bordeas
esa carne celeste que algún dios te otorgara.

Águilas libres, cóndores soberanos,
altos cielos sin dueño que en plenitud deslumbran,
brillad, batid sobre la fértil tierra sin malicia.
¿Quién eres tú, mortal, humano, que desnudo en el día
amas serenamente sobre la hierba noble?
Olvida esa futura soledad, muerte sola,
cuando una mano divina cubra con nube gris el mundo nuevo.
 


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LOUIS ARAGON


LICANTROPÍA CONTEMPORÁNEA

El grado más alto de la tristeza tanto puede ser
un general ciego mendigando a través de las islas
como hacia las 3 de la mañana la avenida
de la Opera
No hay límites para la melancolía humana
Se cuenta siempre con una piedra para colocar sobre la
                                             [pirámide de las lágrimas
Estáis seguros de padecer tanto como una mujer
                                                             [estrangulada
en el momento en que ella sabe que todo ha terminado
                                                         [y desea acabar
Estáis seguros de que no valdría más ser
ser estrangulado si uno piensa en los cuchillos de las
                                                [horas que se acercan
Desde hace tiempo vivo mi último minuto
La arena que mastico es la de una agonía invisible y 
                                                                   [perpetua
Las llamas que hago recortar de tiempo en tiempo por el
                                                                  [peluquero
son las únicas en delatar el negro infierno interior que
                                                                 [me habita
Como cuerpos privados de sepultura
los hombres se pasean por el jardín de mi mirada 
Soñadores inexplicables
o soy el único a quien golpea una mano desecada
en este desierto poblado entre estas flores áridas

Amo y soy amado Nada nos separa
Por qué entonces estar triste en el corazón espléndido
                                                                   [del amor 
El mundo sacude su estúpida cabeza Sabelotodo
Amo aunque la vida sea mortalmente intolerable
Amo aunque luego me vea obligado a aullar
Detrás de mí arrastro el manto fantasmal de las
                                                    [intenciones ocultas
Una cadena de perfeccionamiento del dolor moral
suena a mis pies espantosamente desdichados
Amo y nos amamos pero en medio de un naufragio
pero en la punta de un puñal y no puedo
no puedo soportar el mal que esto ha de hacerte
Tus ojos amor mío desorbitados por todo lo que
                                                  [no sea placer 
Que me arranquen el corazón con tenazas
que terminen con mi cabeza que se despega
Bebo una leche como tinta y la hora del mediodía
se parece al carbón de los pantanos
donde se marchita el Sphagnum al que tomo por mi
                                               [imagen en los espejos 
Yo amo Yo te amo pero
en la cala de un barco en el instante de dar el salto
                                                                [Impaciente
Innoble impaciencia de saber si eso podrá soportarse
Es probable que todos me juzguen un criminal
guiándose sólo por las debilidades y el aspecto
Ese hombre que según los diarios de la mañana
                                                 [decapitó a su amante
mientras dormía a su lado sollozó en el juzgado
La había asesinado en el cuarto después
en el sótano primero con un cuchillo luego con una
                                                                        [sierra
separó la cabeza adorable para poner
el cuerpo en una bolsa lamentablemente algo pequeña
Sollozó en el juzgado
No somos acaso parecidos a las palmas
que crecen unidas florecen y fructifican
para dar una imagen del amor perfecto
El otoño llega con las manos llenas de ilusiones
resplandecientes
Qué crimen es ese que me hace sollozar
Mirad mi amor está vivo Muéstrate querida mía
Nada podréis probar La coartada verde como una floresta
se extiende por el horizonte donde graznan inútilmente
                                                               [los cuervos
 

Sin embargo en cada árbol hay un ahorcado que se
                                                                  [balancea 
en cada hoja una mancha de sangre

Qué puede haber peor que el cielo al amanecer o el betún
                                                                               [de la tarde
Qué es eso que me impide morder a los paseantes en los
                                                                                 [bulevares
La amargura que siento crecer en mí puede ser el primer
                                                                [torrente de un diluvio
a cuyo lado el otro parece un vulgar desborde de cloacas
Recuerdo que en mil quinientos cuarenta y uno
cerca de Pavia
cuando me apresaron en la campiña por donde
                                                                            [deambulaba
víctima de los primeros efectos del mal
los campesinos no quisieron creerme cuando les dije la
                                                                                    [verdad
Rehusaron tomarme por lobo furioso
a causa de mi piel humana y Santos Tomases
eternos de la ciencia experimental
cuando les confesé que mi piel lupina estaba oculta
entre pellejo y carne
con sus puñales me hicieron tajos en los miembros y el cuerpo
para verificar mis melancólicas afirmaciones
no me tocaron la cara
espantados por la atroz poesía de mis rasgos
Qué es eso que me impulsa a aullar en las tumbas
qué es eso que me obliga a escarbar irresistiblemente en el polvo
donde duermen los enamorados en descomposición
Qué vas tú a exhumar como si la luz viviente
no tuviera bastante con las heridas de los vivos
Dadme el lenguaje  tenebroso de los ajusticiados en la silla
                                                                                 [eléctrica
el vocabulario último de los guillotinados
La existencia es un ojo reventado Que se me entienda
bien un ojo que hacen reventar a cada instante
el harakiri sin fin Me enfurezco
al ver la calma idiota con que reciben mis gritos
Por eso quiero sacar de las fosas hipócritas
a los fallecidos de muerte violenta con sus pupilas horrorizadas 
 quiero desterrar a las víctimas de las catástrofes
cuyos esqueletos conservan las posturas del terror
que se adaptan maravillosamente a estos días que corren


Decía precisamente mi vecina que hay
gentes que se tiran al agua
Si soy una bestia babosa a quien el asco del mundo
hace babear sería muy fácil acabar con todo
amor mío amor mío oyes esta blasfemia
No es la palidez del amor no es la palidez de la muerte
sino la de los lobos ésta que hay en mi rostro
No puedo morir a causa de esta flor inmensa
cuyo cáliz no puedo soportar que se cierre
Se ha logrado un notable progreso en materia de torturas
sobre el cobayo que soy
sobre el cobayo salvaje que soy las dos manos
atrapadas en dos puertas
el amor la muerte
y unos hércules abstractos se apoyan sobre las dos puertas
con la tranquila seguridad de un número de music-hall
ejecutado sin ningún esfuerzo aparente
Cómo nunca notaste que mis besos se parecían a las
                                                                   [palabras sacrílegas 
que son todo lo que queda por decir a los esclavos
                                                                         [descuartizados 
Cómo nunca notaste que te amo en el instante mismo en
                                                                          [que me matan 
que es siempre la última vez que gozo abominablemente
                                                                           [en tus brazos 
Tus brazos tan bellos que ahí está justamente
ahí está lo más terrible


Todo tendrá que acabar de modo salvaje
Yo te perteneceré hasta arrojar a tu amante a las fieras
O lo haré examinar con engaños por un médico alienista
o bien lo mataré fríamente


amor mío
durante su sueño mientras yace pálido y desnudo
mientras los lobos surgen en torno de los cementerios 
                                                         [donde duermen
los bellos días que pasamos juntos amor mío.


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CESAR VALLEJO


¡CUÍDATE ESPAÑA!

¡Cuidate, España, de tu propia España!
¡Cuidate de la hoz sin el martillo,
cuidate del martillo sin la hoz!
¡Cuidate de la víctima a pesar suyo,
del verdugo a pesar suyo
y del indiferente a pesar suyo!
¡Cuidate del que, antes de que cante el gallo,
negárate tres veces,
y del que te negó, después, tres veces!
¡Cuidate de las calaveras sin las tibias,
y de las tibias sin las calaveras!
Cuidate de los nuevos poderosos!
¡Cuidate del que come tus cadáveres,
del que decora muertos a tus vivos!
¡Cuidate del leal ciento por ciento!
¡Cuidate del cielo más acá del aire
y cuidate del aire más allá del cielo!
¡Cuidate de los que te aman!
¡Cuidate de tus héroes!
¡Cuidate de tus muertos!
¡Cuidate de la República!
¡Cuidate del futuro!...

              
ESPAÑA, APARTA
DE MI ESTE CÁLIZ

Niños; del mundo,
si cae España -digo, es un decir-
si cae
del cielo abajo su antebrazo que asen,
en cabestro, dos láminas terrestres;
niños, ¡qué edad la de las sienes cóncavas!
¡qué temprano en el sol que os decía!
¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano!
¡qué viejo vuestro 2 en el cuaderno!

¡Niños del mundo, está
la madre España con su vientre a cuestas;
está nuestra maestra con sus férulas,
está madre y maestra.
cruz y madera, porque os dio la altura,
vértigo y división y suma, niños;
está con ella, padre procesales!

Si cae -digo, es un decir- si cae
España, de la tierra para abajo,
niños. ¡cómo vais a cesar de crecer!
¡cómo va a castigar el año al mes!
¡cómo van a quedarse en diez los dientes,
en palote el diptongo, la medalla en llanto!
¡Cómo va el corderillo a continuar
atado por la pata al gran tintero!
¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto
hasta la letra en que nació la pena!

Niños,
hijos de los guerreros, entre tanto,
bajad la voz, que España está ahora mismo repartiendo 
la energía entre el reino animal,
las florecillas,  los cometas y los hombres.
¡Bajad la voz, que está
con su rigor, que es grande, sin saber
qué hacer, y está en su mano
la calavera hablando y habla y habla,
la calavera, aquélla de la trenza,
la calavera, aquélla de la vida!

¡Bajad la voz, os digo;
bajad la voz, el canto de las; sílabas, el llanto
de la materia y el rumor menor de las pirámides, y aún 
el de las sienes que andan con dos piedras
¡Bajad el aliento, y si
el antebrazo baja.
si las férulas suenan, si es la noche,
si el cielo cabe en dos limbos terrestres,
si hay ruido en el sonido de las puertas,
si tardo,
si no veis a nadie, si os asustan
los lápices sin punta, si la madre
España cae -digo, es un decir-
salid, niños del mundo; id a buscarla!...

MIGUEL OSCAR MENASSA


EL VERDADERO VIAJE

¡Cuidado! ¡Cuidado!
estamos a punto de naufragar.

Os habéis creído
que en transatlántico poderoso navegábamos
y sin embargo os digo:
mi vida es una pequeña balsa enamorada.

Veo surgir, es cierto, entre las sombras,
una luz que nadie apagará.
Formada de versos y perfumes como vientos insondables,
como una catarata de carne, abandonada,
que por fin encuentra su reinado.
                                              Reinado de nubes,
de antiguas fragancias y de fragancias inconcebibles.
Pequeñas balsas enamoradas siempre a punto de naufragar. 

Por ahora, toda pasión será remar,
hasta alcanzar el poema en ese movimiento.

Después, algún día, tendréis, 
en vuestra pequeña balsa enamorada vuestros grandes amores.

Remad, hasta quedar sin fuerzas y ahí.
comprenderéis el motivo de mi pasión.

Iremos, por los más bellos ríos y con el tiempo,
nos animaremos a los grandes océanos,
a la belleza de las borrascas plenas en el mar
y siempre, iremos; temerosos de desaparecer,
pequeños, en esa inmensidad que nos rodea,

Saber nadar o ser grandiosos, no servirá de nada,
para llegar, tendremos que mantener la balsa a flote
y nosotros mantenernos encima de la balsa,
Eso, todo el misterio.

Un día la balsa se partirá en mil fragmentos
y cada uno,
tendrá que aprender a sostenerse en pequeños maderos.

Si es posible el poema es posible la vida.

Remad, agonizad remando,
hasta sentir que solo es imposible.
Quedad sin fuerzas,
mirad cómo otros reman y yo mismo remo,
con las manos ensangrentadas por el esfuerzo,
sin descansar, hasta encontrar en ese movimiento el poema.
Y cada uno tendrá su pequeña balsa enamorada.
Dueño de su vida y de su muerte,
puede tenderse en la balsa para siempre,
no remar más y dejar que las aguas lo lleven por doquier.
Y algún otro, remando desesperadamente, al verlo,
escribirá un poema.

Remar en cualquier dirección tampoco sirve.

La tierra que promete la poesía siempre es la misma.
Se llega o no se llega.
                                 Ella necesita reyes, centauros.
sólo se deja sembrar por revolucionarios y fanáticos,
por hombres que en su tierra,
construyen su casa y su familia, sus grandes ilusiones.

El que repita lo hecho jamás la encontrará.

Remad para llegar a esa tierra como nadie ha remado
y os serán ofrecidos a vuestra llegada,
manjares que no fueron ofrecidos a nadie.
Y en las noches de desilusiones
cuando nada es posible en esa oscuridad,
pedid a los mayores que os cuenten,

de los grandes navegantes, sus antiguas hazañas,
en pequeño!; barquitos de papel.

Cada trecho recorrido tendrá sus peligros.
Nada será fácil para el poeta.
Vendrá el amor y habrá que enamorarse,
hasta sentir en la carne el último dolor.
Y al llegar a ese lugar,
habrá que enamorarse todavía más,
hasta sentir que la carne temblando es un poema.
Y así llegará la inolvidable noche, el día,
donde por un instante esa pasión será la poesía.

Frente a la duda no dejar de remar.

Tomar en nuestros brazos,
fortalecidos como garras por la crueldad del ejercicio.
a la persona amada y seguir remando,
si es necesario con los dientes.
Con el tiempo ella, también, hará ejercicio con nosotros.

Después de a dos, de a tres, de a todos,
rota la inmensidad de lo único,
                                            vendrá la muerte.

Y no valdrá ninguna valentía,
porque ella se jacta de haber matado,
a todos los valientes en el primer encuentro.

Y tampoco valdrá ninguna cobardía,
porque ella mata lo que huye.

Para encontrarse con la muerte, se necesita,
haber aprendido algo del amor:
Ni huir. Ni arremeter contra nada.
Aprender a conversar tranquilamente.
enseña el amor.


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Cuando ella se acerque y venga por nosotros,
con su mirada inmensa como ella misma es inmensa,
dejarla acercar hasta que escuche,
nuestra respiración entrecortada por el encuentro.
Y ella, enternecida como es su costumbre,
nos tenderá la mano,
para que acompañemos a vuestra majestad,
al inmutable reino del silencio.
Ahí, cuando entregarse es lo más fácil, mirarla,
-en los ojos la inmensidad que le pertenece-
y decirle entre dientes:
Amada muerte, mi enamorada,
escribiré tu nombre en todas las paredes,
besaré sin temor tus labios,
como nunca ningún hombre lo ha hecho
y te amaré, verás, entre la sangre,
en las grandes catástrofes y también, te amaré,
cuando un blanco capullo reine en tu corazón.
La gran emoción que recorre su gran manto negro,
por encontrarse de golpe en un poema,
hace de la muerte una mujer.
Ella también terminará remando tranquilamente hasta
                                                                     [la orilla
y compartirá mi pan y mis amores
y volará por las noches para cobijar en su seno,
a los que ya dejaron de remar y volverá,
para encontrarse conmigo y contarme sus hazañas.
Como si cada vez fuera la primera,
volveré a respirar como respiran los atletas
y por haberlo aprendido de ella,
la miraré enternecido y le diré:
Mi muerte enamorada y ella,
                                         será feliz.

Después hay que seguir remando.

Ya nos preguntarán y nosotros diremos:
hemos estado con el amor
y hemos estado, también, con la muerte.
Al principio no nos creerán,
dirán que para el hombre es imposible.
Nos pedirán pruebas,
nosotros les demostramos como si les demostrásemos
                                                                     [el  cielo
algunos  poemas y conseguiremos con ese gesto.
que llegue hasta nosotros el tiempo de la burla.

Grandes embarcaciones que nada buscan,
 -porque creen tener-
 pasarán una y otra vez a nuestro lado.
 tratando de hundir con sus juegos,
 nuestra pequeña balsa enamorada.
Nos llamarán desde sus lujosas embarcaciones,
con los nombres con los que se nombran los
                                                            [desperdicios.
Poetas, Locos, Asesinos.
Y en la algarabía estúpida de sus juegos
,
todo será posible. Nos tirarán algunas piedras
y se dirán, nada os ofende y enfurecidos,
nos gritarán: Peleas ¡cobardes! defendeos.
y después de mil veces y otras mil,
con los ojos desorbitados por el cansancio
y también por la sorpresa de ver,
nuestra pequeña balsa enamorada siguiendo su camino
y nosotros, tranquilamente, sobre ella, remando.

Después de haber atravesado ilesos el camino de la
                                                                        [burla,
vendrá, os aseguro, el tiempo del oro.

Ellos, aburridos de sus propias risas,
querrán jugar a nuestro juego.
¿Cuánto cuesta esa madera a punto de pudrirse
que usáis de embarcación? y ¿cuánto vuestra vida?
¿cuánto esas viejas cartas de navegación?
y ¿cuánto esos poemas?
 

Cuestan, señor, lo que le cuesta a un hombre,
dejar de pertenecerse y entregarse al poema,
¿cuánto dinero cuesta eso?
                                        Todo y ninguno,
tal vez su propia vida, acaso,
¿cuánto dinero cuesta mi vida, entonces?
Todo y ninguno. Su vida son palabras como todas las vidas
y eso, tengo entendido, vale nada.
Y ¿cuánto dinero cuesta pensar así?
Todo y ninguno. Más bien hay que sumergirse,
remar y no esperar nada. Eso cuesta.
Sumergirse y no esperar nada, en las tinieblas,
hacia otra oscuridad mayor, el poema.

Una vez enamorados el amor y la muerte
y rechazados el oro y la burla por impuros,
vendrá y de ninguna parte,
-porque ella vivió siempre en nosotros-
la locura.
              El peor de todos los estrechos,
surge imprevista,
por ser ley de su destino, la sorpresa.
y no viene por ninguna pelea.
porque trae el deseo de trabar amistad con el poeta.

Y cuando llega nos dice entre susurros,
que su mundo y el mundo de la poesía, 
son el mismo mundo.

Frente a la duda hay que seguir remando.

Informe, se deja moldear por nuestras palabras,
y al tiempo ella, también, tiene su grandeza.
Yo soy del amor, nos dice, ese desenfreno
y la pasión eterna de la muerte.
Tengo por costumbre despreciar el oro,
y sin embargo,
las ansias por matar que generan sus leyes,
están intoxicadas de locura.
Ahí, ella y la poesía se parecen.
A instantes de juntarse en nuestra mirada,
como si fuesen una sola cosa,
la poesía, vieja loba de mar,
rema un trecho con nosotros; para mostrarnos,
que la locura, desde que llegó,
permanece en el mismo rincón de la pequeña balsa,
sin remar, recordando todo el tiempo su pasado.

Contentos de haber comprendido la diferencia,
encerramos a la locura en un poema
y seguimos remando hasta que un día,
convencidos de su torpeza para la navegación,
se la entregamos al amor y a la muerte,
                 para que la locura, aprenda a volar.

EN EL PRÓXIMO NÚMERO

ROSALÍA DE CASTRO
RAÚL GONZÁLEZ TUÑÓN
OLIVERIO GIRONDO
FEDERICO GARCÍA LORCA
LEOPOLDO DE LUIS
CONCEPCIÓN SILVA BELINZÓN
CESARE PAVESE
FRIEDRICH NIETZSCHE
MIGUEL OSCAR MENASSA
PAUL ELUARD
ROBERT DESNOS
DINO CAPANA

CORRESPONDENCIA
ESCUELA DE POESÍA Y PSICOANÁLISIS 
GRUPO CERO
C/ Ferraz, 22- 2º izq- 28008 Madrid
Tel: 91 542 33 49 - Fax: 94 548 33 01

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