LAS 2001 NOCHES ÍNDICE NÚMERO 5

EDITORIAL

OLGA OROZCO

ES INFINITA ESTA RIQUEZA ABANDONADA

LAMENTO POR EL ARBOLITO DE PHILIP

TU, LA MAS IMPOSIBLE

CLOWN

NOTAS DE DIRECCIÓN

MIRADAS QUE NO VEN

EL BRAZO

GARCÍA MARQUEZ, BOBBIO,ECO...

PARA UN BALANCE

LA PUERTA

AFORISMOS

GUARIDAS NOCTURNAS

FRECORES

MIGUEL HERNÁNDEZ

AFORISMOS I

CESARE PAVESE

NOTAS DE INTERÉS SANITARIO

FRIEDRICH NIETZSCHE

SOCIOS DE HONOR

GERMAN PARDO GARCÍA

RAUL GUSTAVO AGUIRRE

MIGUEL OSCAR MENASSA

TEORÍA DE LA NOCHE AMERICANA

ALGUNA MEMORIA II

LA POESÍA

TALLERES DE POESÍA

EDGAR BAYLEY

PRÓXIMO NÚMERO

LAMENTO POR EL ARBOLITO DE PHILIP

philip se sacó la camisa servil
llena de tardes de oficina y sonrisas al jefe
y asesinatos de su niño románticamente hablando
su niño operado cortado transplantado injertado
de bucólicas primaveras y Ginger Street volando alto
                                                                  [verdadera
en la tarde de agosto cruel o gris

se quedó en pecho philip y cuando
se quedó en pecho hizo el recuento feliz de cuando:
le sacó la lengua al maestro (a espaldas del maestro)
le hizo la higa a la patria potestad (a espaldas de la patria
                                                                      [potestad)
formó cuernitos con la mano contra toda invasión maternal
                            [(a espaldas de toda invasión maternal)
se burló del ejército la iglesia (a espaldas del ejército la
                                                                         [iglesia)

en general de cuando
ejerció su rebelde corazón (dentro de lo posible)
fortificó sus entretelas acostumbradas al vacío (siempre que
                                                       [el tiempo lo permitía)
engañó a su mujer (con permiso)
philip era glorioso esas noches de whisky y hasta vino
exóticamente consumido con referencias a la costa del sol
una palabra encantadora lo detenía semanas y semanas a su
                                                                           [alrededor
sol por ejemplo
o sol digamos
o la palabra sol
como si philip buscara lejos de la sociedad industrial
fuentes de luz fuentes de sombra fuentes

qué coraje hablar del sol

como suele ocurrir philip murió
una tarde lenta amarilla buena callada en los tejados
no hablaremos de cómo lo lloró su mujer (a sus espaldas)

o el ejército la iglesia (a sus espaldas)
o el mundo en particular y en general súbitamente de espaldas:
su viuda le plantó un arbolito sobre la tumba en Cincinnati
que creció bendecido por los jugos del cielo
y también se curvó

Y si alguien piensa que lo triste es la vida de philip
fíjese en el arbolito le ruego
fíjese en el arbolito por favor

hay varias formas de ser mejor dicho
muchas formas de ser:
llamarse Hughes
hablar arameo mojarlo con té
estallar contra la tristeza del mundo
pero a ustedes les pido que se fijen
en el curvado arbolito
tiernamente inclinado sobre philip
su pecho en pena en piel como se dice

ni un pajarito nunca
cantó o lloró sobre ese árbol
verde y todo inclinado
inclinado.

                                                 JUAN GELMAN

GARCÍA MÁRQUEZ, BOBBIO, ECO, MAILER, FUENTES Y SONTAG SE SOLIDARIZAN CON EL GRUPO PRISA

Directores de medios de Europa y América denuncian una campaña de acoso

EL PAÍS. Madrid. El Nobél García Márquéz, filósofo italiano Norberto Bobibio y los escritores Norman Mailer, Susan  Sontag, Umberto Eco y Carlos Fuentes son algunas de las personalidades que se han adherido a un escrito en el que se denuncia el acoso contra el Grupo PRISA, a través de las personas de su presidente y su consejero delegado, Jesús de Polanco y Juan Luis Cebrián. Centenares de escritores, directores de periódicos, profesionales, intelectuales y artistas de Europa y América afirman en este escrito que la cúpula del mtla) Grupo PRISA es «objeto de una campaña de descrédito profesional y personal que trata de minar su honorabilidad y la credibilidad e independencia de EL PAÍS; la Nación; el Estado».

21 de Marzo de 1997

            Después de las notas de dirección del número 3, me he enterado que escritores lameculos, transformados en mercaderes (así serán recordados) por cierto tipo de prensa, casi toda, y algunos dirigentes o ex, del diario «El País» (qué risa), defienden a Polanco.
            Como si lo único que tiene el pueblo español para contrarrestar el mal oficio de la derecha (supuestamente en el poder) fuera un puñado de negociantes que aumentaron su
18) poder que, ahora, es muy grande, durante el anterior gobierno, supuestamente socialista.
             ¿Pero por qué no me chupan los huevos?
Dentro de 100 años que, tratándose de la poesía, están aquí en la esquina, nadie recordará ni leerá a estos intelectuales débiles, que sólo pudieron sobrevivir (la mayoría de las veces mal) apoyados por los medios de difusión de masas, es decir, de caca.
           

  A mí, en realidad, tampoco me importa que los chicos de Prisa se metan uno o diez dedos en el culo del manejo digital de la cosa, ni tampoco estoy de acuerdo con el pobre gobierno de los actuales gobernantes, más bien formo parte de esa masa de gente normal que permitirá la dictadura moderna española, haciendo con sus votos ganar al PSOE por mayoría absoluta.
            

 Pero eso no quiere decir que tenga que estar de acuerdo con los imbéciles que lo único que pueden hacer es fabricar imbéciles y conservarlos imbéciles con la utilización de los medios de difusión, de los cuales son dueños.
           

A mí me parece, llegados a este punto, no está nada mal que yo quiera dejar clara mi posición:
De derechas, para mi poesía, nada (que de paso puede empezar a leer), pero de productores de imbéciles, tampoco.
           

Así que os aconsejo: quitad vuestras manos del tesoro porque en vuestras manos todo se empequeñece.


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  Dejad que os muestre las verdaderas dimensiones del fenómeno. Una piedra preciosa en manos de quien admira más su belleza que su valor.

    El boludito de Matamoros (con un puesto importante en lo que se daba en llamar, en mis tiempos, la cultura oficial) al realizar un trabajo, según él, producto de sus investigaciones, sobre la poesía argentina en el exilio en España, se «olvidó» de mis 25 libros, del gran Luis Luchi, de María Chévez, Emilio González, Icho Kozak, con libros en Buenos Aires y en España y Alejandra Menassa, con su primer libro publicado en Madrid, y eso que yo no me muevo de la silla, así que habrá seguramente más olvidos, más racismo inconsciente, más mierda.

    Ellos creen que quitándome de sus listas, mi poesía deja de existir como poesía. Ellos confunden los impuestos con la poesía, deberían ser procesados por malversación de fondos públicos.

    Y ahora, por favor, no me vengan a tocar los cojones para preguntarme cómo he sobrevivido con tanta fuerza, tanta belleza, durante 20 años en España, escribiendo sin el apoyo, ni siquiera la mención, de los grandes medios de difusión, porque ya mismo les contestaré: «Escribiendo poesía, porque la poesía es una puerta cerrada a los imbéciles.»

    A ver si lo pueden entender, yo soy un cantor sin dueño, soy un giro de viento que no puede ser registrado como viento, soy la voz inconsciente reprimida del pueblo, y cuando pasen los siglos, la verdadera historia de estos tiempos la buscarán en mi poesía y no  como vosotros creéis, en vuestra debilidad mental. 

    En el intento de seguir aclarando, yo trabajo ocho horas diarias y con el dinero que gano, que no está mal por ocho horas diarias, compro mi pequeña libertad, luego me reúno con otros trabajadores como yo, compañeros de ruta, y entre todos, con el dinero producido con cientos de horas de trabajo por día (porque ya somos muchos), compramos entre todos, más libertad.

    Ya hemos llegado en varias ciudades del mundo a 80.000 ejemplares, de libertad, por mes, cifra que, digo la verdad, me gustaría fuera toda para las 2001 NOCHES.

    Ahora bien, si usted está de acuerdo con el PP, puede hacerse socio de honor, que nosotros nos encargaremos de la prisa de los grupos. Si usted está en contra del PP también puede hacerlo, porque nosotros mantenemos una posición crítica hacia todo gobierno, aunque no sea actual. Si es socialista puede hacerse socio de honor sin ninguna justificación, con sólo leer uno o dos números de las 2001 NOCHES y también a los sindicalistas, a los estudiantes, ya Valdano, que sabemos que les gusta la buena poesía.

   Es decir, explicándolo mejor, voy a explicarlo por la negativa: No se pueden hacer socios de honor, ni pagar la cuota, todos aquellos que no tengan honor: lameculos de la prensa amarilla, los constructores de la prensa amarilla, apuro y Cía., todos los gobernantes (sean del color que sean) que gobiernen para sí y algunos amigos, en lugar de para todo el pueblo (y aquí, ojo, que pueden entrar casi todos y nos quedaremos sin ese tipo de clientes) y después todos aquellos que creen como el pobre matamoritos, que la poesía argentina en el exilio son sus amigos.

   No vengo a proponer pasamos todo el día sirviendo al personal, pero un vaso de agua, un pan, alguna vez, a alguien...

   De la mujer conozco todo lo que en ella vibra de inteligencia yeso es toda la mujer y si alguien encuentra algo más, que lo hay, son cosas impuestas, pensamientos caídos, no son la mujer.

   Y antes de despedirme hasta la próxima, no sé con cuántas mujeres pude hacer el amor, pero he anotado, una a una, a toda mujer que llorara sobre mi pecho de macho enamorado y ya van más de 7.000, un llanto por cada día de exilio. Y ahora andá preguntarle a Pepe Navarro si sirvo de persona normal que, todavía, se hace la paja, que yo contestaré que el hombre que dejó de hacerse la paja, ya no se ama a sí mismo, y por un hombre que no se ama a sí mismo, ninguna mujer dará nada por él, está muerto.

   La verdad, a Cebrián, hace muchos años que lo quiero. Antiguamente le dedicaba mis poemas. Yo soy del pueblo, os digo y el pueblo es variopinto. Los imbéciles, los torpes, los odiosos, forman parte del pueblo.

   Por eso soy un cantor sin dueño.

                                MIGUEL OSCAR MENASSA

 MIGUEL HERNÁNDEZ

 -Ya no falsificarás sensaciones, poeta.

 -Cada día cantaremos mejor lo que cantamos cada día.

  -Te pensabas más bella de lo que estabas, y lo eras.

 -Oh, qué dudas me asaltan de haberte dicho todo o casi nada.

 -Por teléfono supe la mala educación de aquel desconocido al no decirme gracias.

 -Qué pensamiento de si habré escrito en el sobre la dirección del pueblo en que no estabas.

-Los chiqueros se nutren de bravura, de machez los toreros.

-Me pongo en comunicación con tu belleza suspendida la mirada.

-Qué pena de habérseme olvidado y no decirte lo que pensé escribirte, lo mejor, en vez de lo que no pensaba y te escribí.

-El portamonedas de tinta de la jibias.

-La plaza, boca de la alegría, corro de piedra.

-Los barrancos se llevan el aire que se despeña.

-Esta tierra de tan seca, eleva.

-Una mano como una lluvia larga y clara. 

-En  la alberca chocan lluvias.

-El aire es de color.

-Y está el órgano, con sus remos sonoros, jugando a las regatas.

-El hisopo es el salero que da punto a los ataúdes para que se los coman los gusanos.

-La culebra como un zarcillo errabundo.

-El sol se ve enjaulado en la lluvia como tras un balcón. 

-Las brisas multimillonarias de los álamos.

-Silencio, voy a coger cigarras.

-Los columpios del agua.

-Los panales del mar y el viento.

-Noche de gatos, no de perros.

-Se apresuran las sombras a enroscarse.

-No te atravieses, cielo, en mi camino.

-Cantan los tambores como tórtolas.

-El monte se queda de piedra.


-Avispas de ojos azules que no pican.

-En lechos de holanda de lilios.

-Los cántaros se quedan suspirando.


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-El ave como Dios es trina y una.

-Ángeles con alas de hojas de lata tocan a misa.

-El mar como una casulla de oro.

-Bandadas de sol arrastradas por el aire.

-El abanico negro de la noche.

-Puente errante el barco.

-Me picó el avispero de la lujuria y me infló.

-Los limones, chinos sin trenza.

-El puente, ceja del río.

-Belleza ayudada de lejanía.

-Silencio sordo de las cigarras.

-Dan cuerda al río los pescadores.

-Las granadas, como ángeles de la Asunción.

-Agarro al mar por las crines.

-Estira la palmera el cuello. Marabú alto.

-Las sierpes se enarbolan a sí mismas.

-Las palmeras, bisectores del cielo.

-Las cañas, crines del río.

-El cuenta-gotas negro del rosario.

-Las cigarras, cohetes que estallan al final de las fiestas del verano.

-Vuelve la página bella de tu cara.

-Abejorros de plata por el camino, las canastas de los gitanos.

-Tu cara, por tristeza más morena.

-El lagarto arrastra su cola-real.

-Hoy hablan las aves de filosofía.

-Crecen en marabúes las palmeras.

-Tus ojos, potros de negras crines.

-A las ramas, contrapesos de frutos.

-Mi madre, como si siempre hubiera echado una carrera, respira con dificultad.

-Corazón, esquila sorda y roja.

-No fue manzana, fue higo lo que comieron Adán y Eva. 

-Mi oído, por mi recuerdo advierte que le falta una campana, la de Santo Domingo, en este escándalo de ellas, el día de Resurrección.

-Ermita, cabra blanca con la esquila al cuello.

-La sombra aumenta el verdor.

-Un llanto sin pena, como el de los niños, lloraba el tu niño. Vio pasar unas gallinas por el corral y detuvo su pena para preguntar a su madre: ¿Cuántos picos tienen? Luego, el a llanto remansado siguió su curso.

-Suicida clavel en el balcón.

-El más gran pensamiento es no pensar en nada. 

-Montones de rosarios con cuentas de delicias, uvas, dátiles.

-Bella como un eclipse.

-Te regaba con besos y crecí en tu muerte.

-El mar exalta lejanías.

-En el lugar que yo las escuchaba suenan las horas para nadie.

-No te pedí otra cosa que tu sexo y me lo diste todo. 

-Tu timidez extraviada en la penumbra, reaparece en la luz.

-Cerradas las puertas contra olor de azahar.

-Mano, istmo que enlaza con el deseo lo deseado.

-Iba yo a modelarte y resultaste tú escultor, yo barro. 

-El trueno, como un tapiz sacudido.

-Algunas lenguas, por putas, merecen que las raspen. 

-Más desgraciado mi padre cuanto más felices nosotros. 

-El anzuelo del ancla pesca el pez de la arena.

-Las cúpulas de Moscú como capullos de clavel, con punta.

-El pájaro de azahar, el ruiseñor, multiplica el trino por flores.

-Sólo tenía un defecto bello en su fealdad perfecta.

-Las velas brotan en torno a la Virgen como espigas de cera.

-Tu cuerpo fértil como tierra de huerta.

-Se arremolinó el aire en torno de las cigarras.

-Qué negro el gato en este mediodía de verano.

-Yo, narciso de mí en mi pensamiento.

-Este viento de azahar, como una novia, viene a besarme.

-Los tímidos sabían que era verdad lo que ambos decían y se miraban como si ambos dudaran del otro.

-Cristo cayó dos o tres veces y lo han condenado a caer eternamente por Semana Santa.

-La circulación de los horizontes.

-Reparan sombra las nuevas hojas.

-Licencio a mi sexo de tu cuerpo, más visitado que despacho de notario.

-Aventó su dolor con la horca de su mano.

-Azucé todas las sendas para ver si te encontraban.

-Las guitarras dejadlas que trinen solas.

-Abeja, secretaria de la rosa.

-Los perros elevan al violín la pena de su voz.

-Alumbran amor candiles y luciérnagas.

-La tortuga, como un Sancho Panza burlado en la ínsula barataria.

-Vaivenes malheridos de amapolas.

-El chorro de tu trenza.

-Panal, órgano de miel.

-Las chumberas como un escuadrón de guerreros perdidos  bajo los escudos.

-Las églogas de tus ojos.

-Acordeón, música que se estira y que se afloja

-La rociadera del faro.

-Mi madre ponía hilos al pantalón y parecía sacárselos. 

-La rosa, forma de su perfume.

-Hay que levantar hombres a las estatuas.

-El pozo, corro de agua y piedras en corro.

-Luz prima, sin ruido.

-No habrá muchos cabreros con alma de señor, pero ha

tantos señores con alma de cabrero!

-Los humos se quedan parados con la figura que les dieron el fuego.

-Va otro río más río, reflejo de sí mismo.

-El sol me llega a la cintura; le llego a la cintura al río; e río le llega a la cintura al mar.
-Maternidad: vientre: primera tumba.

-Los granados desplumados como gallos.

-Se fue el sol y lo tengo en el rescoldo de esta tapia. 

-Por los naranjos, niños, a dar una batida a la dulzura.

-Anda, cabrón, y quita las espigas del huerto.

-Las ratas, grises celos que roen los corazones de 10! quesos.

-Pozo, argolla del agua.

-Avergüénzate de mandar a un hermano tuyo.

-Sauce, llorón de verdores contritos.

-Abre y seca tu sangre al sol, huertano.

-Virgen de la alcoba, virgen celestina.

-Sarmiento, fuga en contorsión.

-Más alta que un grito. Así te cayeras desde lo alto de él.

-Corazones con párpados, claveles.

-Amaina el ruiseñor.

-Redobla en la copa de mi cabeza la lluvia como en la copa de un árbol.

NOTICIA DE INTERÉS SANITARIO

Te hacemos llegar INFORMACIÓN PRELIMINAR del V CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO, CLÍNICA PSICOANALÍTICA: "Enfermedades mentales, proceso del enfermarse, diagnóstico y tratamiento.

NOTA DE PRENSA

    En agosto de 1996, 12.000 especialistas se reunieron en Madrid para celebrar el X CONGRESO MUNDIAL DE PSIQUIATRÍA.

    Datos del Congreso:

    Según la OMS: 1.500 millones de personas en todo el mundo padecen trastornos mentales, de los cuales sólo el 1% está en tratamiento.
    Y 1/3 de los pacientes de consulta en medicina general, ambulatoria y hospitalaria, necesita atención por problemas psicológicos.
    Esta realidad de atención primaria ha creado un grave problema de salud pública.
    Un año después de este Congreso y como resultado de 20 años de investigación interdisciplinaria en varios países, se celebrará en Madrid en julio de 1997 (del 9 al 13) el V CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO, CLÍNICA PSICOANALÍTICA con el objetivo de ofrecer respuestas concretas y mostrar una estrategia terapéutica posible para esta «epidemia" de problemas en salud mental.
   Queremos dar a conocer, más precisamente, las características del trabajo psicoanalítico a través de la presentación de casos que serán supervisados públicamente.
      El Congreso esta dirigido a todos los trabajadores vinculados con la salud mental: médicos, psiquiatras, psicólogos, ATS, sociólogos, trabajadores sociales, estudiantes y por supuesto a la población en general que tendrá la oportunidad de presenciar directamente la intervención clínica psicoanalítica de la mano de prestigiosos profesionales con una orientación eminentemente práctica.
   Por la importancia social e interés del tema, te hago llegar esta información para que la difundas con la mayor amplitud posible.

DEL 9 AL 13 DE JULIO DE 1997
EN EL HOTEL PRÍNCIPE DE VERGARA
INFORMES E INSCRIPCIÓN

TELÉFONO: 91 542 3349 - FAX: 548 33 01


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GERMÁN PARDO GARCÍA


TEORÍA DE LA NOCHE
AMERICANA

Antes que la gran tarde continental se llene de sombras,
cual una patria aérea invadida por oscuras águilas,
concentraré mi cuerpo cerca de estos valles
que dibujan sobre los meridianos de la tierra
la historia remotísima de la sangre aborigen
y los relatos del hombre habitador de hidrópicos mundos.

Haré que las hondas selvas próximas a escuchar pregones [lejanos
de quenas, cornamusas y roncos teponaztlis,
me entreguen su conmoción ante el silencio
que baja de los Andes como jaguar a las cuevas
donde arañas deformes trabajan para la muerte,
como trabajan también hormiga y chucua para la muerte, mientras la constructora mecánica del suelo
fermenta el hervor caótica de gérmenes que viven
mezclándose con la pudrición debajo de las ciénagas.

Como un emperador indio
envuelto en su soberbia casta legítima;
de pie sobre las rocas sagradas y los ojos
fijos en los holocaustos del sol en su poniente,
así en rojo tezontle cimentaré mi sueño;
en lo más mexicano de un peñón borrascoso,
donde mis sienes puedan sentir los tránsitos del aire
y comprender mi espíritu la fuerza de unos pueblos
que amaron como yo estas mismas cordilleras de América;

aquí se arrodillaron,
aquí se engradecieron
y aquí como profetas agrícolas hablaron
de las cosas nutricias; de los bosques sedientos;
del alcance horizontal de las raíces
y la fidelidad del hombre a las montañas.
Me tenderé a la orilla de un lago migratorio
para que así, muy junto de su fluvial deslave,
pueda tocar con más justicia el polvo de las vértebras;
la virtud labrantía de los dedos
y el estrago ya disperso de las rótulas,
caídas en la arena y calcinadas
por furias que chocaron contra el moreno Continente,
hasta desquiciar columnas monolíticas
y fundir aquellas láminas de oro.
que brillaron en los dintetel de las casa
llamándolas de las más humildes músicas
cuando el viento les hería sus biseles, 
como si fueran de carrizo silbador 
o de atributos del maíz. 

Me tenderé a la orilla de un lago porque América, 
desde el Yukón a la Patagonia, 
salió del agua en el principio de los tiempos 
como una balsa llena 
de plátanos y piñas; 
balsámicas maderas;
azules mariposas;
venenos y volcanos;
defensa pectoral hecha de pieles
de caimán aletargado en la manigua,
y plumas de quetzal
escondido cual una móvil esmeralda
bajo las selvas del Petén.

Así América lacustre, bestial y cataclísmica;
recuérdalo figuras de batracios que los indios
esculpieron suplicantes en las rocas,
para pedir que se alejaran
los líquidos poderes invasores.
El agua retirándose dejó sus venas repartidas
en las vertientes amazónicas;
sus ojos en los lagos de la dulce Guatemala
y su cabellera al pie del Iguarú.

El agua fue para América origen tempestuoso de su vida.
Por eso cuando pronuncio estas palabras
con algo de su espíritu y su sangre,
idólatra y pagano confieso
la primitiva pasión que me subyuga,
y digo una plegaria que comienza
signándome la carne con luceros arborescentes,
en el nombre de la Tierra y del Espacio;
de la caoba que contiene vigas y sepulcros;
de los vestigios caminantes de la raza
y del sol que todavía nos gobierna en las alturas.
Una plegaria que principia proclamando
mi culto a las tinieblas de la noche,
y concluye con actos de fe sin esperanza
en la amargura original de América.
y ante las sordas cumbres del Chimborazo clama.
Así creo en mi país meciéndose con ruidos de selva
                                                    [irremediable
desde el Darién al Putumayo.
Así mi nación de ríos que ningún mar resume.
Así Colombia acuática y agobiadoramente vegetal.

Me tenderé cerca de silencioso río a esperar la noche
que invade con su espuma de inorgánicos ébanos,
las subterráneas formaciones de carbón.
Me tenderé a esperar la noche
Como antes al regresar de sus asaltos
a los cobrizos peces y las leonadas fieras,
los rápidos arqueros cazadores.
Me tenderé a esperar la sombra cerca de silencioso río, porque agua, oscuridad y hermetismo selvático
son la terrible clave hereditaria
del hombre de América.
Tres buitres anclados en escuetos farallones.
Tres Orinocos desaguando siempre en nuestra sangre.
Tres murallas mortuorias oprimiendo
los pantanos donde suplica el «diostedé».

Únicamente los que nacimos en América
comprendemos la enormidad del telúrico luto.
Decid a un americano auténtico la palabra «penumbra»,
y agitará los brazos
como un ofidio constrictor.
Es su nocturno instinto, su inclinación de selva
buscando sus orígenes.

Decidle "agua" y entonces descubriréis lagunas
en sus ojos manchados de crepúsculos.

Sin embargo decidle "silencio" y en sus manos
florecerán manojos ce catleyas.
La flor americana del silencio que nunca
se interrumpe. La flor más desértica y libre.
Se alimenta de brisas y silencios y músicas
inaudibles. A veces palidece y suspira.
Se sostiene en la danza. Se ilumina con los éxtasis.
Nace sobre una vara de silencio y olvido
y en olvido y silencio multiplícase y muere.
Otros días quisiera volar como un espíritu 
y alejarse entre luces amarillas y lágrimas.


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Abandonaré ciudades donde se cumple mi destierro
de todo cuanto es orgánico energía.
Allá dejé raíces como brazos que abren túneles
por donde pasan atropellándose en su arterial carrera,
los verdes glóbulos del fondo.
Dejé calor sacando a cada instante vidas trágicas
del territorio fétido que pudre.
Dejé vigor, crueldad en las batallas animales
y un odio de tinieblas contra hombres y criaturas.

Yo llamo a la noche americana: ¡madre!,
y ella me grita desde sus cóncavas regiones: ¡hijo!
No conocí a mi madre. Murió cuando mis ojos
ignoraban las transformaciones de la luz.
No conservo su memoria o si la guardo
es como río doloroso fluyendo entre lo oscuro.
La noche protegió mi formidable desamparo.
Crecí como algo suyo; como se desarrolla el trueno
en sus velocidades enemigas.
Hay un rencor en mí contra la claridad y la esperanza
y una insubordinación irredimible.
Llamad me por el nombre de una bestia nocturna
y acudiré,
porque mi confusión es parte de la noche
y mi angustia un zarpazo de su abismo.

Abandonaré metrópolis de cal donde se cumple mi destierro. Allá me aguardan vegetaciones oscurísimas
y toros con tormentas en los cuernos;
obsidiana en los ojos y pezuñas,
y cuerpo de canela que se vuelve
misterioso en las cúspides sin astros.
Así América implacable en su hermosura;
vital bajo sus légamos caribes
y pobre entre sus ídolos de oro.

He de volver a sus desiertos a engrandecer mi espíritu.
Su sombra es luz de mis poderes veteranos.

Su pan el hambre de mi boca.
Su tempestad mi sosiego.
Su pudrición el más salvaje de mis gozos.
Yo soy el compañero de sus tribus que caminan
sobre savias vigorosas preguntando
por el instante mismo de la muerte.
Abandonaré ciudades, olvidaré metrópolis
y volveré a tenderme a la orilla de un río silencioso;
uno de esos turbios ríos de nombres musicales: Inírida,
                                                            [Vaupés,
 a esperar como las serpientes el amparo de la noche de
                                                              [América.

 

Abierto todo el año
TALLERES DE POESÍA

     EN MADRID
Sábados, 17 h. Coordinadora: Carmen Salamanca.
 (91) 402 7518 

Martes, 10,15 h. Coordinadora:
Paola Duchên
 (91) 559 29 05

Miércoles, 18h y Sábados, 16,30 Coordinadora: María Chévez
(91) 541 7513

Sábados, 17 h. Taller de Poesía en francés. Coordinadora:
 CIaire Deloupy. (91) 542 4285

EN ALCALÁ DE HENARES Jueves, 10 h. Coordinadora: 
Stella Cino. (91) 883 02 13.

EN ARGANDA DEL REY  
Domingo, 11 h. Coordinador
Miguel Oscar Menassa
(91) 542 33 49

EN IBIZA
Cada 15 días los miércoles, 20,30 h. Coordinador
Emilio A GonzáIez. 971 30 7804.

EN MÁLAGA
Ultimo domingo de cada mes. Coordinador Miguel Oscar Menassa  (95) 230 52 27.

 EN BUENOS AIRES 
Jueves, a las 19 h. Coordinadora Norma Menassa. 31335 44
Viernes, 20 h. Coordinadora
:Lucia Serrano. 371 80 13

OLGA OROZCO


TU, LA MAS IMPOSIBLE

A Yola

Como garra de puma es esta pena,
como sangre que cae a sobresaltos de un adiós a otro adiós, como arena de vidrio entre los dientes.
Es la cuota definitiva de la soledad, el saldo de la herencia. Voy a mirar atrás la parte que me dejas.
Voy a partir en dos nuestras hogueras,
el palomar, los soles, las tormentas, las quintas y los médanos.
Quiero partir en dos lo indivisible.
Pero entonces se desmorona el mundo, se me desteje todo
                                                                        [el universo.
Porque sólo eran míos y nada más que míos
los rincones del miedo y las lentas ortigas de la penitencia,
y apenas, ni siquiera.
Mío sólo es el luto.
Ahora soy yo sola para toda la pena.
y la casa se va, la casa insomne
que se levanta y anda entre las ruinas se va yendo contigo.
El carruaje encantado, el carruaje de risas, el carruaje
                                                                     [ de fiesta,
se bambolea, oscila,
cruje bajo la luna con sus preciosos huesos:
se ha vestido esta vez de blanco carromato de la muerte.
Tú estás diciendo adiós desde lo alto;
saludas alejándote, como desde la pista de algún circo                                                                   [perverso.
Tu prueba fue rodar magistralmente por el tejado hasta la
                                                                   [ canaleta,
como en aquellas siestas, como en ésta.
y si saltaras desde ayer hasta hoy,
si estuvieras cayendo todavía del árbol al estanque
y surgieras de pronto coronada de dueña del verdín para
                                                                   [esta hora,
así como demora siglos en llegar la luz de las estrellas? Vertiginoso y lento también fue tu esplendor
y así fue tu plumaje
-la tibia cabellera de la selva desplegada en la ola-.
Nadie tuvo en los ojos tanto fulgor de antorchas,
tantas chispas de luciérnagas ebrias en la noche cerrada,
ni en la boca una risa tan semejante a un vuelo en
                                                          [pleno mediodía.
Nadie tendrá después ese perfume de ámbar y canela,
ese vaho que asciende al levantar las piedras de nuestra
                                                             [propia tribu,
ese aliento de espuma que nos llega de remotísimas orillas. Bajo las mismas alas
el viento susurró en nuestros oídos distintas melodías:
a ti te dictó el canto seductor de la dicha en un jardín cautivo
y bordaste tu casa para una larga fiesta, contra humaredas
[y tormentas,
porque tuyo era el hijo y tuya era la trama del tapiz.
Tu ciencia fue trocar en prodigio cada error
y convertir las culpas y las furias en un grano de sal,
la inconstancia en un soplo y los remordimientos en
                                                                  [escombros.
Pintaste de colores brillantes los fracasos
y pudiste cubrir tus retiradas con huesos para perros y
jirones dorados.
¡Ah tu alquimia secreta para lograr el filtro del olvido!
Conseguiste borrar la capitales de la oscuridad, los ríos
                                                               [del abismos.
Apenas si retenías un puñado de perlas ganadas al destino.
tu museo cabía en la memoria de un pájaro feliz.
No sé si recordabas el chirrido de la roldana del aljibe
cuando el balde subía cargado de regalos en las
                                                [celebraciones infantiles.


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A veces vuelvo a oír ese mismo sonido destemplado
cuando el insomnio arroja su cubo de agua amarga sobre  mi
[rostro frío.
Pienso si aún recordarás que fuimos ángeles, girasoles,
[Julietas y hechizeras.
Ahora tu eres reina. Tú llegaste primera,
y ahora soy poco mas que mendiga en el final de la
                                                                  [carrera.
Tú ya lo sabes todo,
y hasta podrás mirar por dentro un hormiguero, así como
                                                                 [querías,
y acaso sea el mundo,
el mismo mundo de las emboscadas donde algo jugó mal;
te atrapó a tientas alguna sombra informe, la sustancia
                                                  [innombrable,
y estampó a sangre y fuego en tu costado la mancha
                                                  [venenosa.
No pudiste cambiar el desenlace,
corregir el color de un cielo de amenazas,
volver atrás las últimas puntadas del prolijo tapiz.
Tú, la más imposible de los muertos.
Ahora vas en coche, vas en casa que rueda por el blanco
                                                        [arenal,
y ya no puedo hablarte a través del espejo, como siempre, como cuando cambiábamos sonrisas y secretos sólo con las
                                                    [imágenes hermanas, sólo con los reflejos.
Pero debo decirte que a tus plantas las abatió esa tarde una
                                                            [ráfaga helada
y tus pájaros sueltos aletean y chocan contra la oscuridad.
No, no estoy escondida en un armario
ni juego a que me parten de nuevo el corazón.
Estoy aquí para apagar las luces, para cerrar las puertas,
cuando vuelva por mí la casa en que te vas.

MIRADAS QUE
NO VEN

Adán miraba el mundo y no lo conocía, 
ni Lázaro,
ni yo.

Adán abrió los ojos sin ninguna nostalgia, desasido c del sueño original, amparándose a ciegas en la imagen
                                           [y en la semejanza,
y no entiende qué es, y ni siquiera sabe que está solo.
Su asombro es un jardín donde se precipita vertiginoso el
                                                                     [universo;
su día como relámpago de tigres, su noche como delirio de
      su esquiva sombra.
y no hay ningún deseo que le anuncie lo ajeno, la culpa y 
                                                                        [la caída.
Podrá probarse todas las caras de la dicha
en los cristales de las primeras olas, de las primeras lluvias,  bajo el cielo inmortal,
porque lo asiste Dios por todos los costados. 
Ahora vuelve a mirar, asómate otra vez:
la manzana roída, el rastro zigzagueante del error en la 
                                                                 [tierra burlada,
todo tu eterno edén contaminado por los pantanos de la 
                                                                 [muerte,
mientras caes y caes por la espiral del tiempo,
acorralado dentro de tus propios rincones, sin hallar la salida,
sin encontrar siquiera la palabra que asemeje al sol del   
                                                             [bien perdido
Y sólo la mujer para inculpar:
espuma y desvarío, la carne de tu carne el hueso de tus 
                                                                       [huesos
Nadie más que te asista, nadie que te proteja de tu
                                                 [inhumano nacimiento.
Ya puedes escribir sobre tu especie tu nombre multiplicado
                                                                  [por el polvo.
Has querido esconderte y es dios quien se ha ocultado.

Lázaro regresaba de una región confusa de vientos y 
[nieblas
con la oscura memoria de un abismo debajo de los pies.
o estaba en un portal que daba ¿adónde?
cuando la voz lo arrebató hacia atrás como un huracán de
                                                                      [fuego,
invirtiendo el oleaje hasta el blanco sepulcro, hasta el
                                                            [blanco vendaje,
hasta el claro de luna embalsamado que cubrirá su soledad
                                                       [en este páramo.

¿Acaso no será en adelante el extranjero, dos veces
                                              [ arrancado de raíz, el que dejó de ver y entrevió y ya no sabe,
el que no puede ahora traducir un indecible idioma de
                                                                      [fronteras?
iAh, volver a nacer es volver a morir también del otro lado! Andará entre los vivos lo mismo que un fantasma, como un
                                              [ala extraviada,
sin acertar siquiera si este remoto mundo es un reflejo del [sospechado paraíso
o sólo un engañoso lugar para probar la medida del alma. Todo cuanto contempla se volverá distancia, como detrás
                                                    [de un velo, como detrás de nubes, de lluvias de ceniza.
Su cabeza era noche encandilada, era fisura y humo.
y todos los manjares tenían el sabor de las agrias almendras
                                                 [de la muerte,
y hasta el sol era frío sobre la piel helada, aunque ahora viniera de la mano de Dios.
Yo no inauguro el mundo ni vuelvo de un exilio debajo
                                                  [de la nieve, pero no reconozco los lugares ni encuentro mi refugio
                                            [exacto en cada día. Rompieron la fantástica envoltura del tiempo; le vaciaron
                                                      [la cara. 
¿Quién tapió con pedruscos las ventanas?
¿Quién derramó estas sombras insaciables que roen las
                                                              [paredes?
Algo sacó de quicio los colores
y alejó cada brillo del alcance de mis pies y mis manos.
Mis ojos no recuerdan estos ojos que veo, ojos que son
                                                          [distantes
 a través de las luces tan avaras y el fulgor de las lágrimas. Los que amaba se fueron; quizás los que me amaban
                                          [olvidaron quién soy. 
Palabras desgajadas, sacudidas, aventadas por ráfagas impías. 
Labios que no acertarán jamás con otros labios.
No comprendo las voces que susurran ni las menudas risas
                                                           [que aletean
a ras del suelo o del subsuelo, apenas,
ni este viento que gira y arrastra unos jirones de felpa
                                                              [ennegrecida,
papeles desgarrados, frases adulteradas, oros desvanecidos. y siempre, en todas partes, sigiloso, como a tientas o en
                                                    [sueños,
un llamado insistente se abre paso, un llamado confuso que
                                                                  [me asedia.
¿Dios estará tal vez pronunciando mi nombre contra el
                                                    [ vidrio final, 
contra el silencio congelado?

PARA UN BALANCE

Puse a prueba mil veces mi cabeza
forzándola hasta el cuello en las junturas donde se acaba el
                                                                  [universo
o echándola a rodar hasta el vértigo azul por el [interminable baldío de los cielos.
Impensables los límites; impensable también la ilimitada
                                                            [inmensidad.
Mi cabeza era entonces un naufragio dentro de la burbuja
                                                                   [de la fiebre,
un trofeo de Dios sobre la empalizada del destierro,
un hirviente Arcimbolo en la pica erigida entre mis
                                                             [propios huesos;
y sin embargo urdía pasadizos secretos hacia la torre de la
                                                                        [salvación
La vi del revés, la puse a evaporar al sol de la inclemencia,
hasta que se fundió en la menuda sal de la memoria que
                                            [es apenas la borra del olvido.
Pero cada región en blanco era un oleaje más hacia las
                                                           tierras prometidas,
La arranqué de la luz solo para sumirla en extravío en las
                                                      [trampas del tiempo,
sólo para probarle las formas de la noche y el pensamiento
                                                            [de la disolución
como un ácido ambiguo que preserva intacta la agonía.
Ha triunfado otra vez contra hierros y piedras, derrumbes y
                                                                           [vacíos.
¿Y acaso no he probado



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bajo ruedas y ruedas de visiones en llamas que avasallan
                                     [sin tregua mi lugar,
que aun con el infierno se acrecen los dominios de esta
                                                    [exigua cabeza?
Jugué mi corazón a la tormenta,
a un remolino de alas insaciables que llegaban más lejos
                                      [que todas las fronteras. 
Contra la dicha de ojos estancados donde se ahoga el sueño, contra desmayos y capitulaciones, lo jugué hasta el final de
                                       [la intemperie
a continuo esplendor, a continuo puñal, a pura pérdida.
Lo estrujaron entre dos trapos negros, entre cristales rotos, igual que a una reliquia cuyo culto exaltara sólo la
                                   [transgresión y el sacrilegio; lo desgarró el arcángel de cada paraíso prometido, con su
                                        [corte de perros;
la noche del verdugo lo clavó lado a lado en el cadalso de los
                                                           [desencuentros;
lo escarbaron después con agujas de hielo, con cucharas
                                                                 [hambrientas,
y hallaron en el fondo un pequeño amuleto:
una gota de azogue que libra a quien se mira de la expiación
                                                            [y de la muerte.
He convertido así rostros oscuros en estrellas fijas,
depósitos de polvo en sitios encandilados como joyas en
                                                        [medio del desierto.
 Pueden testimoniar aquellos a los que amé y me amaron
                                                      [hacia el fin del mundo
 -un mundo que no termina ni aún bajo los tajos de los
                                                       [adioses a mansalva-.
 ¿Y dónde estará entonces la derrota de un corazón en ascuas, 
alerta para el amor de cada día, indemne como el Fénix
                                               [de la desmesura?
 Aposté mi destino en cada encrucijada del azar al misterio
                                                                        [mayor,
 a esa carta secreta que rozaba los pies de las altas aventuras 
                                            [en el portal de la leyenda.
 Para llegar allí había que pasar por el fondo del alma;
 había que internarse por pantanos en los que chapotean la
                                                          [muerte y la locura,
 por espejismos ávidos como catacumbas y túneles abiertos
                                                            [a la cerrazón;
 había que trasponer fisuras como heridas que a veces
                                   [comunican con la eternidad.
No preservé mi casa ni mis ropas ni mi piel ni mis ojos
Los expuse a la sanción feroz de los guardianes en los lindes
[ del mundo,
a cambio de aquel paso más allá en los abismos del amor, 
de un eco de palabras sólo reconocibles en el abecedario
                                                [de los sueños,
de una inmersión a medias en las aguas heladas que roen el 
                                                  [ umbral de la otra orilla.
Si ahora miro hacia atrás,
veo que mis pisadas no dejaron huellas fosforescentes en 
                                                                         [la arena.
Mi recorrido es una ráfaga gris en los desvanes de la niebla apenas un reguero de sal bajo la lluvia, un vuelo entre
                                      [bandadas extranjeras.
Pero aún estoy aquí, sosteniendo mi apuesta,
siempre a todo o a nada, siempre como si fuera el penúltimo
                                              [día de los siglos
Tal vez haya ganado por la medida de la luz que te alumbra por la fuerza voraz con que me absorbe a veces un reino
                                      [nunca visto y ya vivido, por la señal de gracia incomparable que transforma en
                                 [milagro cada posible pérdida.

GUARDIANAS
NOCTURNAS

Preparan mi equipaje.
Ellas, las lentas damas moldeadas por crespones en el
                                          [ viento más frío,
las que bordan pacientes como arañas una grieta sin fin en [la urdimbre de mis días,
ellas, las susurrantes, las delegadas de los altos poderes,
                                               [las mitradas:
mis guardianas nocturnas.
Siento pasar el borde de toda mi asombrosa existencia 
                                                        [entre sus dedos;
lo siento como un filo de vidrio contra las entrañas.

Han plegado los pálidos telones de los descubrimientos
                                                             [infantiles
con los mapas del tesoro escondido, el pueblo encandilado 
                                                  [y el palomar en ruinas.
Han puesto en una caja los cristales de la inocencia rota
y han hecho un envoltorio en el que se debaten igual que
                                             [sabandijas mis pecados.
Un puñado de agujas por las escasas contriciones, un alfiler [por la torcaza muerta,
un manojo de astillas por todas las heridas y un puñal por
                                        [la sangre del perdón. 
Ahora doblan las sábanas de los insomnios, las fundas del
                                        [delirio,
lienzos agujereados que dejaron escabullir hasta mi nombre
                               [y emerger los murciélagos,
los emisarios del submundo, el nadie siempre a punto de
                                                     [franquear mi lugar.
Van a llenar los huecos con los acusadores frascos de
                                                            [venenos:
tintas fanáticas para los desaciertos, licores para las
                                                     [mutaciones insensatas,
perfumes alucinógenos extraídos de dichas irrecuperables,
                                                            [lluvias del más allá.
Se consultan, vacilan frente al álbum en el que fosforecen 
                                                                    [los retratos.
Por favor, todos, todos, desde aquellos que fueron una
                                               [llaga voraz sobre los muros
hasta los que ahuyentaron el terror y embellecieron los
                                         [desmantelamientos de mi alma.
 Afuera los estuches fervorosos, las felpas hechizadas: destituidos los ídolos, los talismanes, las medallas, los
                                   [desvalidos trofeos de la fe, amontonados al desdeñoso azar, sepultados a tientas en el
                                    [aserrín de las costumbres. 
Ningún sitio de honor para las vestiduras de la soledad,
                                    [ninguna flor encima.
Que las cubran con esos atavíos estampados por noches
                                         [copiadas del abismo,
esos que todavía flotan como en sueños alrededor del
                                    [ vértigo y de los suspiros
y en los que aún brillan igual que lentejuelas desordenadas
                                                                [las caricias.
También, también va ese fanal que guarda cielos para los
                                           [regresos y las despedidas.
y no olvidar las cartas estrujadas, ni los bellos disfraces
                                                       [extinguidos,
ni las plumas arrancadas al vuelo a la alegría, ni los
                                                      [fabuladores espejos,
ni siquiera la bolsa de retazos de los días desiertos.
Al alba está dispuesto el equipaje.
Embalados mis bienes, ceñidas las correas, sellados los
                                                        [precintos                   
Ellas, las altas damas, las papisas enfundadas en lutos
                                         [solemnes, se retiran. Hay un rótulo allí. No dice «frágil»; no señala un destino. Indica: «Para dejar en cualquier parte. Solamente residuos
                                         [sin reclamo posible.»

FRIEDRICH NIETZSCHE



-Libros peligrosos.-Uno dice: «Lo noto en mí mismo: este libro es perjudicial.» Pero basta con que aguarde, y acaso un día confesará que aquel libro le prestó un gran servicio, al sacar a la luz y hacer visible la enfermedad oculta de su corazón. -Las opiniones modificadas no modifican (o modifican muy poco) el carácter de una persona; pero sin duda iluminan ciertos lados del astro de una personalidad que hasta entonces, en otra constelación de opiniones, habían permanecido ocultos e inconcebibles.

-Cada pueblo tiene su tartufería propia y la denomina sus virtudes. -Lo mejor que somos, eso no lo conocemos -no podemos conocerlo.

-Una fábula.-EI Don Juan del conocimiento: ningún filósofo ni poeta lo ha descubierto todavía. Es un hombre que no siente amor por las cosas que conoce, pero que


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tiene ingenio, ganas y gusto por la caza e intrigas del conocimiento- ¡hasta subir a las más altas y lejanas estrellas de éste!-, hasta que por fin ya no queda nada que cazar, excepto lo absolutamente doloroso del conocimiento, como le ocurre al bebedor, que a la postre bebe ajenjo y aguardiente. Así que al final el Don Juan del conocimiento se encapricha del infierno -es el último conocimiento que lo seduce. ¡Es posible que también el infierno lo decepcione, como toda cosa conocida! ¡Y entonces tendría que permanecer inmóvil por toda la eternidad, sólidamente clavado a la decepción, convertido él mismo en convidado de piedra, y con grandes ganas de una cena del conocimiento, que nunca se le sirve! -pues este entero mundo . de las cosas no tiene ya ningún bocado que ofrecer a ese hambriento.

-Estamos en la época de las masas: éstas se prosternan ante todo lo masivo. Yeso ocurre también en los asuntos políticos.

-Perecemos con más facilidad a causa de nuestros puntos fuertes que a causa de nuestras debilidades: pues en lo que respecta a estas últimas vivimos razonablemente, pero no en lo que respecta a los primeros.

-Sólo se es fecundo al precio de ser rico en antítesis.

-A todo el mundo le gusta usar palabras injuriosas, pero nunca ha creído nadie que a él se le aplique con razón una sola de ellas.

-La mentira.-¿Por qué, en la vida cotidiana, casi todo el mundo dice la verdad? -No, ciertamente, porque un dios haya prohibido mentir. Sino, en primer lugar, porque decir la verdad resulta más cómodo, ya que la mentira requiere inventiva, disimulo y memoria. (Por lo cual dice Swift: quien cuenta una mentira nota raramente la carga que se echa encima: tiene, en efecto, para sostener una mentira, que inventar otras veinte.) En segundo lugar: porque en circunstancias sencillas resulta ventajoso decir directamente: yo quiero esto, yo he hecho esto, y cosas semejantes; esto es, porque la vía de la coacción y de la autoridad es más segura que la de la astucia. -Pero si un niño ha sido educado en circunstancias domésticas complicadas, manejará la mentira con igual naturalidad y dirá involuntariamente siempre aquello que responda a su interés; le serán completamente extraños e inaccesibles un sentido de la verdad y una aversión por la mentira en sí; y de ese modo mentirá con toda inocencia.

-El hombre antiguo, cuando leía -esto ocurría bastante raramente lo que hacía era recitarse algo a sí mismo, y desde luego en voz alta; la gente se asombraba cuando alguien leía en voz baja y se preguntaba a escondidas por las razones de ello.

-La lenta flecha de la belleza.- La especie más noble de belleza es la que no arrebata de golpe, la que no lanza ataques tempestuosos y embriagadores (tal belleza suscita fácilmente asco), sino aquella que va infiltrándose con lentitud, la que llevamos con nosotros casi sin damos cuenta y con la que volvemos a encontramos un día en un sueño, y que por fin, tras haber estado modestamente largo tiempo junto a nuestro corazón, se apodera por entero de nosotros y llena de lágrimas nuestros ojos y de nostalgia nuestro corazón.-¿De qué sentimos anhelo a la vista de la belleza? De ser bellos: nos figuramos que a eso ha de ir ligada mucha felicidad.- Pero esto es un error.

-'¡La doctrina de la igualdad!... Pero si no existe veneno más venenoso que ése: pues esa doctrina parece ser predicada por la justicia misma, mientras que es el final de la justicia... «Igualdad para los iguales, desigualdad para los desiguales» -ése sería el verdadero discurso de la justicia: y, lo que de ahí se sigue, «no igualar jamás a los desiguales».

RAÚL GUSTAVO AGUIRRE


ALGUNA MEMORIA II

II

¿Por qué construyes en la estación de las lluvias tus estelas de arcilla, oh poeta ilegible, omnipresente y solitario?

Tus manos trabajan en el olvido porque tu dios te prefiere allí. 

Esta escritura sería imposible si no hubiese de por medio entre ella y yo (entre ella, sustancia virtual de mi vida, y yo, vida posible en su verdad), si no hubiese entre nosotros este muro de horror que parte en dos el universo y a cuyo través buscamos la rendija de nuestra mutua presencia. Escribo para encontrarla, recorro la infinita piedra a veces con asombrosa velocidad, a veces con inaudita paciencia, tallando, aplicándome, no consiguiendo al fin sino esa destreza que de nada me sirve y que tan curiosa o vituperable resulta a espectadores ajenos a la verdadera razón de mis movimientos. En cuanto a ella, sé que también procura ayudarme. Presiento su calor, el canto de su espera apasionada, que trato como puedo de repetir de este lado, y un solo sonido juntos sería el poema, y un solo sonido juntos sería la muerte...

¿Cómo evadirme de ese designio que me lleva a la mutación y al desastre, arrojándome de un estado de gracia a una sucia habilidad? Absurdos canales de malestar y de indolencia donde los miasmas se rehacen, yo sé que esta criatura es atrapada allí por profesionales de la conciliación, quienes con falsos juramentos la llevan hacia la trampa de la confusión de las lenguas.

Las cesantías de la comunicación, mis cotidianas demoras con el constante movimiento de la exégesis cósmica, me retienen sobre una tierra de saldos y suplicios a lo que no puedo acostumbrarme. Atento demasiado a menudo contra la emoción que debe conducirme. Consagro lecturas excesivas a viejas nóminas de objetos ideales e imagino encontrar indicios de redención allí donde ella está excluida por antonomasia. En estos trabajos, ella me encuentra triste.

Ella inicia en mi ausencia su viaje apasionado, su viaje que enriquece el misterio y dota de precedentes a la eternidad. Corre hacia mí en busca de su confirmación. Yo que seré otra vez esa playa desierta que devuelve y olvida.

«Soy tuya, pero tú no existes». Ante la tristeza de esta alondra, fue preciso inventar la noche.

Y tú, pez volador, ¿cómo escaparás para siempre de este mar de neurosis y de amistades inútiles?

En tu cabeza, una máquina implacable pone en peligro la vida de esa criatura cuya verdadera relación contigo pretende formular. ¿Por qué sospechas que su desaparición ocurrirá con ello? ¿Por qué defiendes ese lugar recóndito de tu inocencia? (¡Oh, enamorado!).

Si accedo a su supresión, ¿tendré, cabeza en blanco, que habitarte de nuevo?

(«Fiesta asesinada, fiesta asesinada». A menudo tropiezas con este rumor.)

 


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EDGAR BAYLEY


ES INFINITA ESTA
RIQUEZA ABANDONADA

Esta mano no es la mano ni la piel de tu alegría
al fondo de las calles encuentras siempre otro cielo
tras el cielo hay siempre otra hierba playas distintas
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
nunca supongas que la espuma del alba se ha extinguido después del rostro hay otro rostro
tras la marcha de tu amante hay otra marcha
tras el canto un nuevo roce se prolonga
y las madrugadas esconden abecedarios inauditos islas
                                                               [remotas
siempre será así
algunas veces tu sueño cree haberlo dicho todo
pero otro sueño se levanta y no es el mismo
entonces tú vuelves a las manos al corazón de todos de
                                                                    [cualquiera
no eres el mismo no son los mismos
otros saben la palabra tú la ignoras
otros saben olvidar los hechos innecesarios
y levantan su pulgar han olvidado
tú has de volver no importa tu fracaso
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
y cada gesto cada forma de amor o de reproche
entre las últimas risas el dolor y los comienzos
encontrará el agrio viento y las estrellas vencidas
una máscara de abedul presagia la visión
has querido ver
en el fondo del día lo has conseguido algunas veces
el río llega a los dioses
sube murmullos lejanos a la claridad del sol
amenazas
resplandor en frío

no esperas nada
sino la ruta del sol y de la pena
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada.

CLOWN

ahora ahora
sólo unas palabras
para recordar que estas palabras no son palabras
monto a caballo
ando por la única calle disponible
no estoy solo
no soy extraño a nada de lo que pasa
ahora vuelvo a ver a mi amante de otros días
muchacha azul y clara
mi corazón te habita
al cabo de estos años
entre sombras escucho tu voz más verdadera
ahora ahora
ni arena ni llanto
vas a venir lo sé
tierra mía mujer
espuma del olvido
islas venas que arderán cuando me vaya
el sol abre sus alas
tu mano oprimirá la mía
antes del olvido
unas palabras de furia de sombra o de silencio
para alimentar la espera
pero no pagaré el rescate
dejo perder el bosque
vas a venir lo sé
tengo este mundo que fabrico cada día

EL BRAZO

Entrega tu sueño
al pájaro del alba
Tú ya no puedes penetrar el aire
Vuelve
con los brazos abiertos
en silencio
No despiertes al mar
Entrega tus tambores
No te expliques nada
deja al cielo la noche.
Ya es hora
Cada recuerdo queda
con su guerrero propio
No te expliques nada
no pidas el rescate
ni la palabra justa
El nido abre su piel
para alojar tu voz
La rosa del viento
aclara tu alfabeto
Los coros descienden
a la luz de otra luna

Yo entrego mi temor
y la esperanza

Toda noche vuelve
al borde del espejo

Vuélvete
deja tu nombre
y la defensa

En el claro del viento
otra palabra te sorprende
Los árboles giran
quince años atrás
La espesura del alba
ha cambiado los tiempos

Abandona más todavía:
espanto
trinos
el agua de siete colores
tu mano sumergida
aquella rosa
estos labios
y el sombrero
de los cuatro puntos cardinales

Deja fluir tu brazo
sobre el mundo

LA PUERTA

Qué claro día
el de tu mano
y cómo llega
y se vuelve
entre tus venas
el río de ayer
la voz de tu mañana.

Quiero tu voz
más densa y solitaria
y hablar
sabiendo
y sin sentido.

He perdido la sombra
que tú amabas
el llanto
y el polvo deshojado.

He perdido mi amor
y el tuyo
mi sueño
y el borde del instante.

Con los vientos
y el golpe de las olas
todo mudará.

No queda ningún nombre
sino el deseo
y la revuelta luz
de otro lenguaje.
La puerta.
El mar.


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CESARE PAVESE


LOS CIEGOS

       No hay episodio de Tebas en que falte el ciego adivino Tiresias. Poco después de este coloquio comenzaron las desventuras de Edipo -es decir; se le abrieron los ojos y él mismo se los reventó horrorizado.

                                        (Hablan Edipo y Tiresias.)

EDIPO. Viejo Tiresias, ¿debo creer lo que aquí en Tebas se dice: que los dioses te han enceguecido por envidia?

TIRESIAS. Si es cierto que todo nos lo envían ellos, debes creerlo.

EDIPO. ¿Tú qué dices?

TIRESIAS. Que se habla demasiado de los dioses. Estar ciego no es una desgracia distinta a la de estar vivo. Siempre he visto cómo las desgracias llegan a tiempo allí donde deben llegar.

EDIPO: Pero, entonces, ¿para qué sirven los dioses?

TIRESIAS: El mundo es más viejo que ellos. Ya llenaba el espacio y sangraba, gozaba, era el único dios -cuando el tiempo aún no había nacido. Las cosas mismas reinaban entonces. Ocurrían cosas- ahora, a través de los dioses, todo se ha convertido en palabras, ilusiones, amenazas. Pero los dioses pueden fastidiar, acercar las cosas o alejarlas. No pueden tocarlas ni cambiarlas.
Llegaron demasiado tarde. 

EDIPO: ¿Y eres tú, sacerdote, quien dice esto? 

TIRESIAS: Si no supiera al menos esto, no sería sacerdote.
Piensa en un niño que se baña en el Asopo. Es una mañana de verano. El muchacho sale del agua y vuelve a ella feliz, se zambulle y vuelve a zambullirse. Se siente mal y se ahoga. ¿Qué papel juegan aquí los dioses? ¿Deberá atribuir a esos su fin, o en cambio el placer que disfrutó? Ni una cosa ni otra. Algo ha acontecido -que no es bueno ni malo, que no tiene nombre- luego los dioses le darán un nombre.

EDIPO: ¿ Y dar un nombre, explicar las cosas, te parece poco, Tiresias?

TIRESIAS: Eres joven, Edipo, y como los dioses, que son jóvenes, esclareces tú mismo las cosas y las nombras. No sabes todavía que bajo la tierra está la roca, y que el cielo más azul es el más vacío. Para quien no ve, como yo, todas las cosas son un choque, nada más.

EDIPO: Pero, sin embargo, tú has vivido frecuentando a los dioses. Durante largo tiempo te has ocupado de las estaciones, de los placeres, de las miserias humanas. Más de una fábula se cuenta de ti, como si fueras un dios. Y alguna muy extraña, tan insólita que seguramente deberá tener un sentido- tal vez el de las nubes en el cielo.

TIRESIAS: He vivido mucho. He vivido tanto que cada historia que escucho me parece la mía. ¿ Qué decías del sentido de las nubes en el cielo?

EDIPO: Una presencia en medio del vacío...

TIRESIAS: Pero ¿cuál es esa fábula a la que atribuyes un sentido?

EDIPO: ¿Siempre has sido lo que eres, viejo Tiresias?

TIRESIAS: Ah, te comprendo. La historia de las serpientes. Cuando fui  mujer durante siete años. Y bien ¿qué hallas tí en esa historia?

EDIPO: A tí te ha acontecido y tú lo sabes. Pero tales cosas no acontecen sin un dios.

TIRESIAS:¿Lo crees? Todo puede suceder en la Tierra. No hay nada insólito. En aquel tiempo me disgustaban las cosas del sexo-pensaba que envilecía el espíritu, la santidad, mi carácter. Cuando vi a las dos serpientes gozarse y morderse sobre el  muslo, no pude reprimir mi despecho: las toqué con el bastón. Poco después era mujer-y durante años mi orgullo estuvo obligado a soportar. Las cosas del mundo son rocas, Edipo.

EDIPO:¿Pero es verdaderamente tal vil el sexo de la mujer?

TIRESIAS: Nada de eso. No existen cosas viles, salvo para los dioses. Hay, sí, fastidios, disgustos  e Ilusiones que al tocar la roca se diluyen. Aquí la roca fue la fuerza del sexo, su ubicuidad, su omnipresencia bajo todas las formas y mutaciones. De hombre a mujer y viceversa (siete años después volví a ver a las dos serpientes), lo que no quise consentir con el espíritu me lo impusieron por la violencia o la lujuria, y yo, hombre desdeñoso o mujer envilecida, me desenfrené como una mujer y fui abyecto como un hombre y aprendí todas las cosas del sexo: llegué a tal punto que, hombre, buscaba a los hombres, y mujer, a las mujeres.

EDIPO: Entonces es verdad que un dios te ha enseñado algo.

TIRESIAS: Ningún dios está por encima del sexo. Es la roca, te digo. Muchos dioses son fieras, pero la serpiente es el más antiguo de todos los dioses. Cuando se oculta bajo tierra, allí .tienes la imagen del sexo. El contiene la vida y la muerte. ¿ Qué dios puede encarnar y abarcar tanto?

EDIPO: Tú mismo. Lo has dicho.

TIRESIAS: Tiresias está viejo y no es un dios. Cuando era joven, ignoraba. El sexo es ambiguo y siempre equívoco. Es una mitad que parece un todo. El hombre llega a encarnárselo, a vivir en él como un buen nadador dentro del agua; pero entretanto ha envejecido, ha tocado la roca. Al final le queda una idea, una ilusión: que el otro sexo consiga saciarse. Pues bien, no lo creas. Yo sé que es una vana fatiga para todos.

EDIPO: Es difícil rebatir cuanto dices. Por algo tu historia comienza con las serpientes. y comienza también con el disgusto, con el fastidio por el sexo. ¿Qué le dirías a un hombre íntegro si te jurara que ignora ese disgusto?

TIRESIAS: Que no es un hombre íntegro que todavía es un niño.

EDIPO: Yo también, Tiresias, he tenido encuentros en el camino de Tebas. y en uno de ellos se habló del hombre, desde la infancia hasta la muerte. También nosotros tocamos la roca. Desde aquel día fui marido y fui padre, y rey de Tebas. Nada hay ambiguo o vano, para mí, en mis días.

TIRESIAS: Edipo, no eres el único que cree esto. Pero la roca no se toca con palabras. Que los dioses te protejan. También yo te hablo y estoy viejo. Sólo el ciego conoce las tinieblas. Me parece vivir fuera del tiempo, haber
vivido siempre, y  no creo en los días. También dentro de mí hay algo que goza y que sangra.

EDIPO: Decías que ese algo era un dios. ¿Por qué, buen Tiresias, no intentas suplicarle?

TIRESIAS: Todos le rogamos a algún dios, pero lo que sucede no tiene nombre. El niño que se ahoga, una mañana de verano, ¿qué sabe de los dioses? ¿De qué le sirve suplicar? Hay una gran serpiente en cada día de la vida, y se oculta, y nos mira. ¿Alguna vez te preguntaste, Edipo, por qué los desdichados se vuelven ciegos cuando envejecen?

EDIPO: Ruego a los dioses que a mí no me suceda.

Traducción Marcela Milano


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MIGUEL OSCAR MENASSA


LA POESÍA

I

      Entre la vida que no me pertenece, el amor
     y la vida que soy, la locura.
     La poesía,
     puede llenar todo ese vacío.

Hablaba siempre en silencio sin decirle nada.
Ella pensaba en el futuro.

Estábamos así,
sentados uno frente al otro desde hacía siglos.

Mi voz sonaba hueca
entre los perfumes violentos de sus nalgas,
abiertas como manantiales,
como vertientes cristalinas de rocío,
abriéndose al pequeño sol de la mañana.

Mi voz se perdía entre la acústica marea.

Sigilosos movimientos de su cuerpo,
vulva enamorada,
vulva de miel, diamante enfurecido,
espesa vulva azucarada,
sella en mis labios el silencio. 

Más que escuchar mi voz,
                             Ella,
seguía pensando en el futuro.
Cabalgando feroz en su locura,
yo soy ese pequeño sol de la mañana.

Rómpete,
como se rompe e] cristal haciendo música
y Ella se rompía sin escucharme.

Bailábamos.

Éramos como un hombre y una mujer bajando.

Ella me besaba las mejillas
y en ese ardor, yo le decía que la amaba.
Después,
éramos capaces de detener la música
para mirarnos, francamente a los ojos.

En silencio nos sabíamos famosos,
reyes del gesto,
opíparos comensales del amor,
                                  mirarnos,
era como amor.
                  Después, aún
seguimos danzando levemente.
Instante de las formas,
caídos, uno sobre el otro, yo no decía nada.
ella, era el futuro.

Escribiré en silencio
y la poesía,
alforja delirante,
silencio perenne que necesita mi voz para vivir,
llena mi vida de sorpresas.
Hiriente,
jactándose se su momentáneo poder
sobre mis nervios, habla para mí.

Yo soy Ella y Ella es la Poesía,
juntas,
como si nos hubiesen arrancado a la tierra,
de la misma raíz, ocupamos,
un solo espacio en tu corazón.

JUEVES, 22 DE MAYO, 21,00 HORAS

Presentación de este número de las 
"Las 2001 Noches"

Poetas invitados:
Juan Gelman, Miguel Hernández,
Germán Pardo García, Olga Orozco,
Friedrich Nietzsche, Raúl Gustavo Aguirre,
Edgar Bayley, Cesare Pavese en la voz
del poeta Miguel Oscar Menassa.

c/ Ferraz, 22 - 2ºizq. 28008 Madrid
Tel: 91 542 33 49- Fax: 91 548 33 01

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y correspondencia:
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                         Somos el mismo tiempo.

Ella y la Poesía aman vestirse con las mejores sedas.
Joya marina, flor, diadema de locura,
brillos serpenteantes y topacios,
embravecidos de tanta luz,
para tu cuerpo momificado,
siempre igual, cada vez,
                          siempre diferente.

Nutren sus cuerpos manjares únicos.
Devorar limpiamente el universo y hacer el amor,
las enloquece.
Cuando cierran la boca para morir,
en silencio,
desean conocer de los sabores, uno diferente.

Siempre ambicionan estar en otros brazos
y una vez más,
doliente mueca sin sonido, comienza a latir.

Abre sus ojos y pregunta,
¿es el atardecer o la mañana?
Me desplomo a su lado,
para no perturbar el curso de sus sueños.
En silencio dejo de vivir.
                           Ella sueña,
y la noche se puebla de sonidos,
misterios, ardores de su cuerpo y la música.

Sus ronquidos son el bravío mar
y la torpeza de sus dientes,
entrechocándose en las sombras,
cataratas volcánicas de lejanía y nube.

Ruidos ardientes
anuncian el final de la ternura.
Trenes ensangrentados en la guerra,
chirriando, a veces, porque el dolor,
es inalcanzable.

Su piel,
         brutal enredadera,
                            trepa desordenada.
Bramido sideral,
hacia las concavidades más remotas,
hacia los más altos vericuetos.
amianto vespertino,
                      crece,
en el tumulto de los cielos, 
hacia un destino en llamaradas. 

Poesía de fuego,
ardiente vulva desgarrada,
Ella es la poesía,
                   dragón enamorado,
bocanada febril. Humo y ceniza.

Mujer de fuego, Poesía de fuego,
consumen vorazmente hacia los espacios infinitos,
el cuerpo del amor.

II

En plena noche, Ella sigue siendo mi luz
y descansar,
me parece absurdo en su presencia.

Ella produce luz cuando vibra su cuerpo,
cuando su cuerpo tiembla de volcanes perdidos,
de volcanes abiertos cual pestilente herida, 
escupiendo y llorando,
calientes tempestades de silencio.

Abro los ojos para verla temblar 
y Ella me enceguece con su luz.

Cuando su cuerpo recorre los escándalos de la noche, cuando su cuerpo se detiene, violín interminable,
en infinitas notas imposibles,

como una música loca de silencio
la luz, infinita luz, se enceguece a sí misma.

Al compás de los últimos movimientos de su cuerpo 
todo es gris.

Cuando la lluvia te parte el corazón,
como cuando en invierno,

las heladas razones del odio, en tu cuerpo,
hacen fracasar todo temblor, todo sueño.

Y el gris,
es más que la soledad,
   más que el silencio,
como cuando las piedras se defienden de las piedras, 
como cuando la noche estalla de oscuridad y sombras.

Reina la noche y, sin embargo,
Ella, todavía, es poesía.
                          Animal de luz,
bestia del tiempo baila para mí,
                                   última danza.

Se contornea y salta entre la muerte y la locura,
sin brusquedad, como danzando entre corales,
como danzando entre nubes ardientes de plenitud,

su cuerpo es el amor,

es el amor que nos lleva más lejos que la muerte. 
Amor de amores, más imposible, aún, que la locura.

Amor no sabe nada de la vida
es una carne abierta a las palabras más pequeñas.

Amor no reina sobre nada,
danza sin esperar respuesta,
como si la vida fuera su compás.
Furtiva,
entre la espesa niebla donde se pudre el tiempo, 
envuelta en mis palabras más hondas,
clavada o crucificada por el amor,
                                     sonríe,
abierta como una nube partida por el sol.

Yo era el inefable hombre de las cavernas,
buitre feroz, en busca de carroña,
caía, con toda mi destreza,
sobre tu pequeño tiempo muerto entre la niebla,
y me lo comía.

Damos las gracias a los nuevos
socios de honor que han permitido
aumentar la edición en

5.000 ejemplares

Tú ya tienes el honor, lo único que te
falta es asociarte

C/ Ferraz, 22 - 2º izda.
28008 Madrid
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PSICOANALIZARSE TAMBIÉN
ES UN ACTO POÉTICO
EN EL PRÓXIMO NÚMERO:

• Octavio Paz
• Luis Cernuda
• Miguel Hernández


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